No debo hacer mi deber por la fama y el estatus

27 Mar 2025

Por Zhao Yang, China

Un día de octubre de 2023, la líder me pidió que creara una imagen de fondo. Cuando vi la complejidad que entrañaba la imagen, me preocupó no poder hacerlo bien y retrasar el trabajo, así que no me atreví a holgazanear al hacerlo. Revisé con cuidado los principios relevantes y oré a Dios cada vez que encontraba dificultades. Una semana después, había terminado la imagen de fondo. Al revisarla, la líder solo resaltó dos cuestiones menores y dijo que la imagen había quedado bastante bien. Me sentí muy feliz, y pensé que no había esperado poder terminar una imagen tan difícil en tan poco tiempo. Además, pensé en que la líder seguramente pensaría que yo tenía buenas habilidades técnicas, era responsable, tenía sentido de la carga en mis deberes y podía completar las tareas que me asignaban de manera práctica. Tras eso, la líder me pidió hacer dos imágenes de fondo más, las cuales también completé a tiempo. Los resultados también fueron bastante buenos. Comencé a sentirme bastante engreída y pensé: “El mes pasado, no obtuve tan buenos resultados en mi deber, pero, después de que la líder compartió conmigo, la calidad de mis imágenes mejoró de inmediato y mi eficacia aumentó, así que ahora la líder debería tener una mejor impresión de mí”. Poco después, también eligieron el artículo de testimonio vivencial y el sermón evangélico que yo había escrito. Estaba encantada y pensé: “Parece que no solo obtengo buenos resultados con mis imágenes, sino que también poseo algunas realidades-verdad. Si los hermanos y hermanas que me conocen se enteran, seguro que me verán con otros ojos. La líder también pensará mucho mejor de mí”. Aunque no parecía presumir de manera evidente, me sentía siempre superior por dentro, como si mi valor hubiera aumentado de súbito.

En una ocasión, una hermana que colaboraba conmigo dijo: “Con tus capacidades laborales, te deberían ascender, pero el trabajo aquí te necesita más y el deber que haces no es algo en lo que cualquiera pueda reemplazarte”. Me encantó escuchar esto, como si me hubieran coronado con un halo, y pensé: “Aunque no soy líder, tengo un lugar importante en los corazones de los hermanos y hermanas”. Justo cuando estaba disfrutando de esa sensación de superioridad, de repente pensé: “Si no seleccionan mi próxima imagen, ¿me seguirán viendo con admiración los hermanos y hermanas?”. Sentí una indescriptible sensación de preocupación y pensé que los resultados de mi deber solo podían mejorar y no empeorar, ya que, si decaían, mi halo desaparecería. Me dije a mí misma: “Tengo que seguir esforzándome. La imagen de este mes debe ser seleccionada y tengo que seguir escribiendo testimonios vivenciales valiosos. Así podré mantener mi halo actual”. Después de eso, no importaba lo que hiciera, siempre pensaba en cómo satisfacer a la líder y ganarme la estima de los hermanos y hermanas. En una ocasión, la líder escribió para preguntar cómo iba el trabajo y los deberes de los hermanos y hermanas. Al darme cuenta de que no estaba familiarizada con su trabajo, abandoné de inmediato mi propio deber para averiguarlo, de modo que la líder viera que tenía sentido de carga y era una persona responsable. La líder me preguntó por qué no había escrito sermones recientemente y pensé: “Será mejor que me haga tiempo para escribir algo con rapidez. Si no lo hago, ¿pensará la líder que ya no tengo el sentido de carga que tenía antes? ¿No arruinará eso la buena imagen que tiene de mí?”. En esa época, siempre sentía que no me alcanzaba el tiempo y me preocupaba constantemente que, si no completaba las solicitudes de la líder a tiempo, ella pensaría mal de mí. Estaba ocupada todos los días y dejé de hacer prácticas devocionales de forma habitual. A veces, después de un día ajetreado, ni siquiera percibía mis propias revelaciones de corrupción ni sabía las lecciones que debía aprender. Cuando creaba imágenes, me preocupaba lo que pasaría si la imagen actual no resultaba tan buena como las anteriores. A veces, para obtener mejores resultados, me hacía un lío y pasaba mucho tiempo dubitativa, sin poder tomar una decisión. Con el tiempo, empecé a tener la cabeza menos despejada al crear las imágenes, estaba desconcertada y me preguntaba por qué se había vuelto tan difícil cumplir mi deber. ¿Por qué no tenía la mente tan aguda como antes?

Después de una reunión, hablé de mi estado con una hermana. Gracias a su recordatorio, reflexioné y me di cuenta de que, durante ese tiempo, había tenido un temor constante de que la efectividad de mi deber decayera. Además, me preocupaba perder la buena imagen que los hermanos y hermanas tenían de mí en sus corazones, así que seguía intentando mantener mi halo. Recordé que Dios había puesto al descubierto esos estados, así que busqué las palabras de Dios para leerlas. Dios dice: “Muchas personas que logran algo de éxito en cierto campo en el mundo secular y se hacen famosos tienen la cabeza nublada por la fama y la ganancia, y empiezan a tenerse a ellos mismos en muy alta estima. De hecho, la admiración, el elogio, la afirmación y el reconocimiento que te otorgan otras personas son solo honores temporales. No representan la vida ni implican en lo más mínimo que alguien está caminando por la senda correcta. Son solo honores y glorias temporales. ¿Qué son estas glorias? ¿Son reales o vacías? (Vacías). Son como estrellas fugaces, resplandecen antes de desaparecer. Después de que la gente obtiene tales glorias, honores, aplausos, laureles y elogios, de todos modos tienen que regresar a su vida real y vivir como deben vivir. Algunos son incapaces de ver esto y desean que estas cosas se queden para siempre con ellos, algo que no es realista. Desean vivir en esta clase de entorno y atmósfera por cómo les hace sentir. Quieren disfrutar de esta sensación para siempre. Si no son capaces de disfrutarla, entonces empiezan a tomar la senda equivocada. Algunos usan varios métodos como la bebida o el consumo de drogas para insensibilizarse. Así es como abordan la fama y la ganancia los seres humanos que viven en el mundo de Satanás. Cuando una persona se hace famosa y recibe algo de gloria, es propensa a perder el norte, y no sabe cómo debe actuar ni qué debe hacer. Tiene la cabeza en las nubes y no puede bajar de ahí; eso es peligroso. ¿Habéis estado alguna vez en tal estado o habéis mostrado ese comportamiento? (Sí). ¿Qué es lo que causa esto? Que la gente tiene actitudes corruptas. Son demasiado vanos y arrogantes, no pueden soportar la tentación o el elogio, y no persiguen ni entienden la verdad. Creen que son únicos simplemente por un pequeño logro o gloria que reciben; creen que se han convertido en una gran persona o un superhéroe. Creen que sería un crimen no tenerlos en alta estima en vista de toda esta fama, ganancia y gloria. Las personas que no comprenden la verdad tienden a tener un alto concepto de sí mismas en cualquier momento o lugar. Cuando empiezan a pensar demasiado en ellas mismas de esa manera, ¿acaso les resulta fácil volver a bajarse de ahí? (No). La gente con un poco de sentido no tiene un alto concepto de sí misma sin motivo. Cuando todavía no han conseguido nada, no tienen nada que ofrecer y nadie del grupo les presta atención, no pueden tener un alto concepto de sí mismos, aunque quisieran. Puede que sean un poco arrogantes y narcisistas, o que les parezca que tienen algo de talento y son mejores que los demás, pero no tienden a tener un alto concepto de sí mismas. ¿Bajo qué circunstancias tienen las personas un alto concepto sobre sí mismas? Cuando otros les elogian por algún logro. Creen que son mejores que el resto, que los demás son corrientes y carecen de importancia, que solo son ellos los que poseen estatus, y que no están en la misma clase o al mismo nivel, que las otras personas, que se encuentran por encima de ellas. Así es como se enaltecen(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Después de leer este pasaje de las palabras de Dios, estaba profundamente convencida de que describía mi estado. Dios dice que cuando las personas logran cierto éxito o ganan algo de fama, comienzan a disfrutar de los honores y de su halo, y hasta quieren aferrarse a ello y tener para siempre la sensación de que los demás los admiran. Así es como las personas ven la fama y el estatus después de que Satanás las corrompe. Eso me hizo pensar en muchas celebridades del mundo de los no creyentes, las cuales, luego de volverse famosas, hacen todo lo posible por esculpir su imagen y presentarse para ganar aún más admiración y elogios de los demás. ¿No había sido yo exactamente así? Desde que seleccionaron las imágenes que hice y los artículos que escribí, y desde que la líder y los hermanos y hermanas a mi alrededor me elogiaron, se me empezaron a subir los humos. Era como si mi valor hubiera aumentado de repente, como si me hubiera convertido en una celebridad que se destacaba entre la multitud, y comencé a disfrutar del elogio y la admiración de los hermanos y hermanas. Hasta me preocupaba que, si no seguía haciendo bien mi deber, se esfumaría la buena imagen que los hermanos y hermanas tenían de mí. Para preservar este honor y este halo, pensaba sin parar en cómo hacer para que la líder elogiara mis deberes. Perseguía exclusivamente la fama y el estatus y caminaba por una senda de resistencia a Dios. No es sorpresa que no pudiera obtener la guía de Dios y que mi mente no estuviera despejada, pues resultó que había estado en la senda equivocada. Hacía tiempo que mi corazón se había alejado de Dios, lo que hizo que Él me aborreciera y me ocultara Su rostro.

Luego, seguí reflexionando sobre mis problemas. Leí algunas de las palabras de Dios: “Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que todas las personas solo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y harán cualquier juicio o decisión en nombre de la fama y la ganancia. De esta forma, Satanás ata a las personas con cadenas invisibles y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Sin saberlo, llevan estas cadenas y siempre avanzan con gran dificultad. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad evita a Dios y le traiciona, y se vuelve más y más perversa. De esta forma, entonces, se destruye una generación tras otra en medio de la fama y la ganancia de Satanás(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). “Satanás usa un tipo de método muy suave, un método muy de acuerdo con las nociones de las personas, que no es radical en absoluto, a través del cual hace que las personas acepten sin querer su forma de vivir, sus normas de vida, y para establecer metas y una dirección en la vida y, sin saberlo, también llegan a tener ambiciones en la vida. Independientemente de lo grandes que estas ambiciones parezcan, están inextricablemente vinculadas a la ‘fama’ y la ‘ganancia’. Todo lo que cualquier persona importante o famosa y, en realidad, todas las personas, siguen en la vida solo se relaciona con estas dos palabras: ‘fama’ y ‘ganancia’. Las personas piensan que una vez que han obtenido la fama y la ganancia, pueden sacar provecho de ellas para disfrutar de un estatus alto y de una gran riqueza, y disfrutar de la vida. Piensan que la fama y ganancia son un tipo de capital que pueden usar para obtener una vida de búsqueda del placer y disfrute excesivo de la carne. En nombre de esta fama y ganancia que tanto codicia la humanidad, de buena gana, aunque sin saberlo, las personas entregan su cuerpo, su mente, todo lo que tienen, su futuro y su sino a Satanás. Lo hacen de manera sincera y sin dudarlo ni un momento, ignorando siempre la necesidad de recuperar todo lo que han entregado. ¿Pueden las personas conservar algún control sobre sí mismas una vez que se han refugiado en Satanás de esta manera y se vuelven leales a él? Desde luego que no. Están total y completamente controladas por Satanás. Se han hundido de un modo completo y total en un cenagal y son incapaces de liberarse a sí mismas. Una vez que alguien está atascado en la fama y la ganancia, deja de buscar lo que es brillante, lo recto o esas cosas que son hermosas y buenas. Esto se debe a que el poder seductor que la fama y la ganancia tienen sobre las personas es demasiado grande; se convierten en cosas que las personas persiguen durante toda su vida, y hasta por toda la eternidad sin fin. ¿No es esto verdad?(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, finalmente comencé a discernir las maneras en que Satanás usa la fama y la ganancia para corromper a las personas. Satanás usa métodos que están de acuerdo con las nociones humanas para tentar y corromper a las personas y las lleva a tener opiniones erróneas sobre la vida y a recorrer, de a poco, la senda de la perversidad. Ideas como “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”, “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo” y “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela” Satanás las inculca en las personas para que busquen convertirse en alguien superior, estimado y admirado por los demás. Para los humanos, eso parece estar de acuerdo con sus nociones, ya que el prestigio y estatus le permiten a uno ganarse la admiración y el respeto de los demás, que lo respalden y lo prefieran dondequiera que vaya, cosas que satisfacen enormemente su vanidad. Las personas trabajan arduamente y se esfuerzan para lograr ese objetivo, compiten por la fama y la ganancia, engañan, conspiran y luchan con uñas y dientes. Satanás usa la fama y la ganancia para corromper a las personas y las lleva, paso a paso, al abismo del pecado. Reflexioné sobre mi propio comportamiento. Desde que mi trabajo había comenzado a dar ciertos resultados y había recibido los elogios de la líder y de los hermanos y hermanas, había pensado que tenía sentido de carga y realidades-verdad. Por eso, comencé a disfrutar de que los demás me estimaran y elogiaran, y tenía la esperanza de que ese honor y ese halo duraran para siempre. Al mismo tiempo, temía que, si la eficacia de mis deberes decaía algún día, ese honor y ese halo desaparecerían, así que comencé a realizar mis deberes para que los demás me notaran. Hacía tiempo que ya no tenía lugar para Dios en mi corazón y solo pensaba en cómo hacer que los demás me admiraran. Ya fuera al aprender técnicas o crear imágenes, todo lo que hacía era para mostrar a los hermanos y hermanas que era responsable y tenía un sentido de carga en mis deberes, y así mantener mi estatus en sus corazones. Leí algunas de las palabras de Dios: “Si en el fondo sigues obsesionado con el prestigio y el estatus, sigues preocupado por alardear y hacer que los demás te admiren, no eres alguien que persiga la verdad, y vas por la senda equivocada. Lo que persigues no es la verdad ni la vida, sino las cosas que amas, es la fama, la ganancia y el estatus; en cuyo caso, nada de lo que haces se relaciona con la verdad, todo cuenta como un acto de maldad y como contribuir con mano de obra. Si en tu corazón amas la verdad y siempre te esfuerzas por ella, si aspiras a la transformación de tu carácter, eres capaz de alcanzar la auténtica sumisión a Dios, de temerlo a Él y evitar el mal; y si eres mesurado en todo lo que haces y eres capaz de aceptar el escrutinio de Dios, entonces tu estado no dejará de mejorar, y tú serás alguien que vivirá ante Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La buena conducta no implica que se haya transformado el carácter). Perseguir la fama y el estatus para que los demás nos tengan admiración es la senda de Satanás. Perseguir la verdad, vivir ante Dios y cumplir el deber de un ser creado es la forma de llevar una vida con valor y sentido. Reflexioné sobre cuando hice esas imágenes complejas por primera vez. Me centré en cumplir bien con mi deber, oré a Dios cuando encontré dificultades y sentí que mi corazón estaba muy cerca de Dios. Pero, desde que comencé a trabajar por la fama y el estatus, mi corazón se había alejado cada vez más de Dios y, durante todo el día, mis pensamientos no giraban en torno a cómo cumplir bien con mi deber para satisfacer a Dios, sino en cómo hacer que los demás me admiraran y cómo evitar que mi estatus se decayera. En consecuencia, mis pensamientos se volvieron cada vez más confusos y no solo no conseguí cumplir bien con mi deber, sino que también perjudiqué mi vida. La fama y la ganancia son herramientas que Satanás usa para dañar a las personas y alejarlas de Dios, y solo me llevarían por la senda de resistencia a Dios.

Después, seguí buscando y leí estas palabras de Dios: “¿Por qué valoras tanto el estatus? ¿Qué beneficios puedes obtener del estatus? Si el estatus te condujera a desastres, dificultades, vergüenza y dolor, ¿lo seguirías atesorando? (No). Hay tantos beneficios que se obtienen al tener estatus, como la envidia, el respeto, el aprecio y los halagos de los demás, así como su admiración y veneración. El estatus también te brinda una sensación de superioridad y privilegio que te confiere orgullo y una sensación de autoestima. Además, al contrario que los demás, puedes disfrutar de ciertas cosas, como los beneficios del estatus y el trato especial. Estas son cosas en las que ni siquiera te atreves a pensar, y son aquello que has anhelado en sueños. ¿Valoras estas cosas? Si el estatus es meramente vano, sin significado real, y defenderlo no sirve para nada, ¿acaso no es una tontería valorarlo? Si puedes dejar de lado cosas como los intereses y los placeres de la carne, entonces la fama, la ganancia y el estatus ya no te atarán. Por tanto, ¿qué es necesario resolver en primer lugar a fin de resolver los problemas relacionados con valorar y perseguir el estatus? En primer lugar, detecta la naturaleza del problema de cometer el mal y hacer trampa, ocultar y encubrir, así como de rechazar la supervisión, las indagaciones y la investigación por parte de la casa de Dios, a fin de gozar de los beneficios del estatus. ¿No se trata eso de resistencia y oposición descaradas contra Dios? Si puedes detectar la naturaleza y las consecuencias de codiciar los beneficios del estatus, el problema de perseguirlo se resolverá(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí por qué buscaba la fama y el estatus. La verdadera razón por la que lo hacía era para disfrutar de los beneficios del estatus y porque pensaba que, con fama y estatus, los demás me respetarían, me estimarían y, dondequiera que fuera, los hermanos y hermanas me tomarían en serio. Desde que seleccionaron mis imágenes y artículos, uno tras otro, y vi la admiración y envidia en los ojos de los hermanos y hermanas, me encantó esa sensación y temí que, si mi eficacia bajaba, ya no disfrutaría de eso. Como ser creado, es la gracia de Dios que pueda cumplir mi deber en Su casa, pero quería usarlo para disfrutar de los beneficios del estatus. ¡Qué desvergonzada fui! Me di cuenta de que la eficacia de mi trabajo creando imágenes se debía al esclarecimiento de Dios, que esa habilidad era un don que Él me había dado y que esos resultados se debían a la guía de los principios de la casa de Dios y a la ayuda de los hermanos y hermanas. Vi que todas esas cosas eran inseparables de la guía de Dios. No tenía nada de lo que presumir ni por lo que fuera digna de admiración. El simple hecho de tener algo de eficacia en mi deber no significaba que mi valor hubiera aumentado ni que estuviera libre de corrupción o carencias. Yo era la misma de siempre, una persona común con muchos defectos. Eso es algo que debía ver correctamente. Si hay problemas en mi deber, debo hacer introspección, resumir las desviaciones y aprender de ellas. No debo tener miedo de poner al descubierto mis defectos ni evadirlos y ciertamente no debo usar métodos humanos para encubrirlos. Lo que debo hacer es comportarme conforme a mi papel y poner todo de mi parte para cumplir mis responsabilidades en mis deberes. Al comprender todo esto, sentí que me invadía una sensación de tranquilidad y liberación, y ya no me preocupé por cómo me veían los hermanos y hermanas. Entonces, oré a Dios: “Dios, gracias por revelarme a través de este entorno; de lo contrario, no habría reconocido mis problemas. Ahora estoy dispuesta a arrepentirme, a dejar de centrarme en cómo me ven los demás, a vivir ante Ti y a cumplir bien con mi deber. Si vuelvo a buscar la fama y el estatus, que Tu disciplina recaiga sobre mí para que pueda recobrar a tiempo el sentido”.

A principios de enero de 2024, la líder me pidió que retocara una imagen. Era una imagen que otros hermanos y hermanas habían dejado a medio terminar para que yo la revisara, así que me sentí un poco nerviosa y pensé: “La líder me está confiando esta tarea, así que debo esforzarme al máximo y no decepcionarla”. Esperaba hacerlo bien a la primera para mostrarle a la líder que aún tenía algo de capacidad. En ese punto, me di cuenta de que mi estado no era el correcto y que aún perseguía la fama y el estatus, así que oré a Dios para rebelarme contra mi intención equivocada y le pedí que protegiera mi corazón y me ayudara a cumplir bien con mis responsabilidades. Recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Dios observa si te comportas de una manera que corresponde a tu rol y si eres alguien que lleva bien a cabo los deberes de un ser creado. Él observa si dedicas todo tu corazón y tu esfuerzo en el cumplimiento de tu deber bajo las condiciones innatas que Dios te ha dado y si actúas de acuerdo con los principios y logras los resultados que Dios desea. Si puedes conseguir todas estas cosas, Él te concede la nota máxima. Si no las haces de acuerdo con los requerimientos de Dios, entonces, a pesar del hecho de que puede que hagas un esfuerzo y aportes el trabajo, si lo único que haces es jactarte y alardear, sin cumplir tu deber con todo tu corazón y tu fortaleza para satisfacer a Dios ni desempeñar las cosas de acuerdo con los principios-verdad, entonces tus manifestaciones y revelaciones, tu conducta, le resultan detestables a Dios. ¿Por qué las detesta Dios? Él dice que no te centras en las tareas que te corresponden, no has puesto todo tu corazón, tu fortaleza ni tu mente en el cumplimiento de tu deber y no sigues la senda correcta(La Palabra, Vol. VII. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (3)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que debía esforzarme al máximo según los principios que entiendo. Si doy lo mejor de mí y, aun así, hay desviaciones, que la líder señale mis deficiencias es su manera de complementarme, por lo que debo corregirlas. Con eso en mente, ya no me sentí nerviosa y pensé con cuidado en cómo lograr el mejor efecto con la imagen. Oré a Dios, busqué información siempre que había algo que no entendía y, al poco tiempo, la imagen estaba lista. Unos días después, me enteré de que habían seleccionado la imagen y agradecí a Dios desde el fondo de mi corazón. Ese cambio en mí se debió a la guía de las palabras de Dios.

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