Una apropiada actitud hacia tu deber
Yo estaba muy contrariada después de eso. Simplemente no podía aceptarlo, especialmente cuando veía a más personas aceptando la obra de Dios en los últimos días, y que necesitaban riego con urgencia. Que me hubieran cambiado de deber en ese momento, me hizo preguntarme si había sido expulsada. Me preocupaba qué pensarían de mí los demás cuando supieran, que pensaran que yo carecía de aptitud y que solo podía hacer trabajo rutinario y tareas tontas. Yo regaba nuevos creyentes junto con todos los demás al principio, pero ahora que me encargaba de asuntos generales, sólo pequeñas tareas, ¿cuál era el punto con ese tipo de deber? Sin importar qué tan bien lo hiciera, solo sería una hacedora de servicio y terminaría descartada. Pero yo no buscaba la voluntad de Dios en ese momento, y me alteraba cada vez más. No completaba bien mis tareas, me conformaba con sólo hacerlas mecánicamente, sin poner mi corazón en ello. A veces había muchas cosas por hacer en la noche, pero comenzaba a quedarme dormida muy temprano. Después, una hermana a cargo del riego me envió un mensaje pidiéndome ayudarle a ordenar algunos documentos anteriores. Me sentí muy renuente cuando lo leí. Yo ya no regaba a los nuevos, así que no era responsable de esas cosas. ¿Por qué me pedía que lo hiciera? Pero no podía negarme, así que de mala gana, accedí a hacerlo. Pero al siguiente día, otra hermana de riego me pidió ayuda con algo. Pensaba que asuntos generales eran trabajos simples y cualquiera podía decirme qué hacer. Ese no era mi campo, ¿por qué me pedía ayuda? Yo no quería ayudar, pero si no lo hacía, ella pensaría que no apoyaba el trabajo de la iglesia. Obligada, le dije que lo haría.
Por algunos días, no tuve nada de comprensión de mí misma. No era capaz de aceptar ese cambio de deber por parte de Dios y me resistía a la líder, sintiendo que ella me dificultaba las cosas. A una hermana que había sido mi colaboradora, le dije casi a propósito: “Jamás tuve un momento de descanso en mi trabajo de riego, e hice todo lo que debía hacer. La líder jamás me ayudó cuando surgieron los problemas, sino que me despidió de inmediato. Pero en fin. Ya que fui despedida, debe haber una lección en esto para mí”. Después de escucharme, también sintió que la líder no era justa conmigo. Pero en ese momento, pensar que manejaba asuntos generales y perdía la estima de los demás, me hacía sentir perjudicada. ¿Por qué fui asignada a llevar asuntos generales? ¿Sólo era capaz de hacer tareas sencillas? ¿No valía la pena cultivarme? Sentí que sería una inútil en adelante, y aun si mantenía mi fe hasta el final, sería descartada. Esas ideas me hacían más y más miserable. Me di cuenta de que mi estado no era correcto así que me presenté ante Dios en oración. “Dios, ¿qué ocurre conmigo? Esto también es un deber, ¿entonces por qué estoy tan insatisfecha por manejar asuntos generales? Dios, por favor esclaréceme y guíame para entenderme a mí misma y dejar de vivir en corrupción”.
Después de orar, pensé en las palabras de Dios sobre la actitud de los anticristos ante un cambio en el deber. Las palabras de Dios dicen: “El deber que te corresponde debe basarse en tus propios puntos fuertes. Si a veces el deber que la iglesia ha dispuesto para ti no es algo que se te da bien o que desees hacer, puedes plantear la cuestión y resolverla mediante la comunicación. Pero si puedes realizar el deber que debes realizar y no quieres hacerlo solo por temor a sufrir, entonces tienes un problema como persona. Si estás dispuesto a obedecer y puedes renunciar a tu carne, entonces se puede decir que eres razonable. Sin embargo, si siempre tratas de calcular qué deberes son más prestigiosos, y asumes que ciertos deberes harán que los demás te miren con desprecio, esto demuestra que tienes un carácter corrupto. ¿Por qué tienes tantos prejuicios respecto a tu comprensión de los deberes? ¿Es posible que seas capaz de realizar un deber bien si se trata de uno que elegiste según tus propias ideas? Eso no es necesariamente cierto. Lo más importante aquí es resolver tu carácter corrupto, y si no lo haces, no podrás desempeñar bien tu deber, aunque se trate de uno que te guste. Algunas personas desempeñan sus deberes sin principios, y el desempeño de su deber siempre se basa en sus propias preferencias, por lo que nunca son capaces de resolver las dificultades, siempre salen del paso en cada deber que realizan, y finalmente son expulsados. ¿Pueden salvarse las personas así? […] Los malhechores y los anticristos nunca tienen la actitud correcta hacia sus deberes. ¿Qué piensan cuando se les traslada? ‘¿Creéis que solo soy un hacedor de servicio, alguien que está a vuestras órdenes, al que podéis echar cuando hayáis terminado conmigo? Pues bien, ¡no voy a permitir que me tratéis así! Quiero ser un líder o un obrero, ya que esos son los únicos trabajos respetables por aquí. Si no me dejáis ser un líder o un obrero y todavía queréis que contribuya, ¡olvidaos!’. ¿Qué clase de actitud es esa? ¿Se trata de una actitud de obediencia? ¿Qué es lo que motiva esta actitud respecto a ser transferido en su deber? La impetuosidad, sus propias ideas y su carácter corrupto, ¿verdad? ¿Y cuáles son las consecuencias de enfocarlo de esta manera? Primero, ¿serán capaces de mostrarse dedicados y sinceros en su próximo deber? No. ¿Tendrán una actitud positiva? ¿En qué estado se encontrarán? (En un estado de desaliento). ¿Cuál es la esencia del desaliento? Es la resistencia. ¿Y cuál es el resultado final de un estado de ánimo reticente y desalentado? ¿Puede alguien que se siente así cumplir bien con su deber? (No). Si alguien es siempre negativo y se resiste, ¿es apto para cumplir un deber? No importa el deber que desempeñe, no podrá realizarlo bien. Es un círculo vicioso que no va a terminar bien. ¿Por qué? Tales personas no van por una buena senda; no buscan la verdad, no son obedientes y no pueden comprender adecuadamente la actitud y el enfoque de la familia de Dios hacia ellos. Esto es un problema, ¿no es así? Era un cambio de deberes perfectamente apropiado, pero los anticristos dicen que se hace para atormentarlos, que no se les trata como a un ser humano, que la familia de Dios carece de amor, que se les trata como a una máquina a la que se recurre cuando se les necesita y se les aparta cuando no. ¿No es eso retorcer la lógica? ¿Acaso alguien que dice ese tipo de cosas tiene conciencia o razón? Carecen de humanidad. Distorsionan un asunto perfectamente razonable; tergiversan una práctica totalmente apropiada hasta convertirla en algo negativo: ¿no es esto la maldad de un anticristo? ¿Puede alguien tan malvado entender la verdad? No, en absoluto. Este es el problema de un anticristo; retorcerán la lógica de cualquier cosa que les ocurra. ¿Por qué piensan de manera retorcida? Porque son extremadamente malvados por naturaleza, malvados en esencia. La naturaleza y la esencia de un anticristo es principalmente malvada, aderezada de perversidad, y estas son sus principales características. La naturaleza malvada de los anticristos les impide comprender correctamente cualquier cosa, y en su lugar distorsionan y malinterpretan todo, se van a los extremos, hilan fino, y no pueden manejar las cosas correctamente o buscar la verdad. A continuación, se resisten activamente a las cosas y buscan la venganza, o incluso difunden sus propias nociones y negatividad, incitando y encadenando a los demás para perturbar el trabajo de la casa de Dios. Difunden secretamente algunos agravios, juzgan cómo se trata a la gente en la casa de Dios, las reglas para su administración, o cómo hacen las cosas ciertos líderes, a los que condenan. ¿Qué clase de carácter es este? Uno perverso” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren echarse atrás cuando no hay ninguna posición ni esperanza de recibir bendiciones). Vi en las palabras de Dios que ante cualquier cosa, los anticristos no pueden entender adecuadamente la voluntad de Dios, sino que siempre toman las cosas a mal. Abordan un simple cambio en el deber con una perspectiva maligna, pensando que están siendo degradados, que les dificultan las cosas. Se vuelven negativos y reacios, y podrían abandonar su deber en cualquier momento, descuidando el trabajo de la iglesia. ¡Los anticristos tienen una naturaleza muy mezquina y malvada! Pero vi que yo estaba actuando de la misma manera. Debí haber reflexionado en cómo había fallado después de ser destituída y atesorado esta oportunidad de un nuevo deber. Pero ni siquiera reflexioné. Sentí que la líder era dura conmigo, que manejar asuntos generales era de un estatus más bajo y vergonzoso, que yo estaba haciendo tareas tontas, que era una hacedora de servicio, y que no valía la pena ser cultivada. No sólo no podía someterme a ello, sino que sentía que sufría un gran agravio, y era muy renuente a este deber. Siempre estaba flojeando, actuando mecánicamente, dejándome llevar. Estaba desafiando a Dios y usaba esta negatividad para ir en contra de Dios. No quería cooperar cuando las hermanas de riego venían a mí por ayuda, sino que estaba llena de reclamos. Pensaba que iban a mandarme, a hacerme trabajar mucho y a darme tareas tontas. ¡Estaba siendo tan absurda y malvada! Quise desahogar mis sentimientos de ser agraviada, así que ventilé mis reclamos con mi antigua compañera, quejándome sobre la líder. Eso la afectó y terminó sintiendo prejuicios contra la líder. Ese cambio en el deber me expuso por completo. Hacía mi deber basada en preferencias personales, sólo queriendo uno que me hiciera ver bien. Con un bajo estatus, sentía que los demás no me admirarían y no tenía esperanza de recibir bendiciones, por lo que era negativa y holgazaneaba, iba contra Dios; incluso ventilaba mi enojo en mi deber. Difundí mis propios prejuicios y nociones, y conseguí que otra persona se pusiera de mi lado a luchar por mí. ¿Qué diferencia tenía yo con un anticristo? En mi reflexión vi que, en verdad, no tenía ninguna humanidad ni razón, que tenía una naturaleza muy mezquina.
Luego leí algunas palabras de Dios. “Algunas personas no cumplen con su deber adecuadamente, son siempre descuidadas y superficiales, causando interrupciones o alteraciones, y en última instancia, son reemplazadas. Sin embargo, no son expulsadas de la iglesia, por lo que se les da la oportunidad de arrepentirse. Todo el mundo tiene actitudes corruptas, y momentos en los que están desconcertados o confundidos, en los que tienen baja estatura. El objetivo de darte una oportunidad es que puedas darle la vuelta a todo esto. ¿Y cómo puedes darle la vuelta? Debes reflexionar y conocer tus errores pasados; no pongas excusas ni vayas por ahí difundiendo nociones. Si malinterpretas a Dios y transmites despreocupadamente estos malentendidos a los demás, para que ellos también malinterpreten a Dios contigo, y si tienes nociones y vas por ahí difundiéndolas, para que todos tengan las mismas nociones que tú, e intenten razonar con Dios igual que tú, ¿acaso no es eso demagogia? ¿No es eso oponerse a Dios? ¿Y puede salir algo bueno de oponerse a Dios? ¿Puedes salvarte igualmente? Esperas que Dios te salve, pero te resistes y te opones a Él; ¿podría Dios aún salvarte? Olvida semejantes esperanzas. Cuando cometiste un error, Dios no te hizo responsable ni te expulsó por este único error. La casa de Dios te dio una oportunidad, y te permitió seguir cumpliendo con un deber y arrepentirte, lo que fue la oportunidad que te dio Dios; si tienes conciencia y razón, debes atesorar esto. Algunas personas son siempre descuidadas y superficiales cuando cumplen con su deber, y son reemplazadas; otras son transferidas. ¿Significa esto que han sido expulsadas? Si Dios no ha dicho tal cosa, todavía tienes una oportunidad. Entonces, ¿qué debes hacer? Deberías reflexionar y llegar a conocerte a ti mismo, y alcanzar el verdadero arrepentimiento; esta es la senda. Pero eso no es lo que hacen algunas personas. Se defienden, y van por ahí diciendo: ‘No se me permitió cumplir con este deber porque dije algo incorrecto y ofendí a alguien’. No buscan el problema en sí mismos, no reflexionan, no buscan la verdad, no obedecen las disposiciones y orquestaciones de Dios, y se oponen a Él difundiendo nociones. ¿Acaso no se han convertido en Satanás? Cuando haces las cosas que hace Satanás, ya no eres un seguidor de Dios. Te has convertido en un enemigo de Dios, ¿salvaría Él a Su enemigo? No. Dios salva a la gente con actitudes corruptas, a gente real, no a demonios, no a Sus enemigos. Cuando vas en contra de Dios, y te quejas de Él, lo malinterpretas y lo juzgas, difundiendo nociones sobre Él, entonces estás totalmente en contra de Dios; estás levantando un clamor contra Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios de la verdad es posible cumplir bien con el deber). Leer las palabras de Dios fue conmovedor para mí. Había perdido ese deber pero Dios no iba a despojarme de la oportunidad de realizar un deber. Él no dijo que yo no podría buscar la verdad, que sería descartada. Se arregló que yo tomara otra tarea, dándome la oportunidad de reflexionar sobre mí misma y entenderme. Pero sin entender la voluntad de Dios, pensé que este cambio era perder estatus, perder prestigio y reputación. Era negativa y me resistía. ¡Era muy rebelde e irracional! Cuando estuve regando nuevos creyentes, como no tenía una buena aptitud, no podía compartir con claridad sobre varias verdades de visiones y sus preguntas no eran resueltas. Y por miedo a que los demás me despreciaran, sólo fingía y no me abría ni buscaba ayuda para las dificultades que encontraba. La líder compartió conmigo sobre principios y métodos para ese deber, pero yo me conformaba con sólo conocerlos, y después no pensaba en cómo practicarlos y aplicarlos. Por eso no capté muchos de los principios después de tantas enseñanzas y mi trabajo de riego jamás tuvo buenos resultados. No sólo tenía poca aptitud, sino que era extremadamente arrogante y no tenía voluntad para buscar la verdad. Realmente no mejoraba mis habilidades y no había progreso en el trabajo del que yo era responsable. Por eso debía ser destituida. Pero no reconocía mi corrupción y mis faltas. Estaba indignada por mi destitución y me rehusaba a aceptarla. Hasta malinterpreté que Dios estuviera exponiéndome, haciéndome ver mal y descartándome. Mi actitud era absurda y completamernte irracional. Con mi escaso calibre y mi falta de logros en el riego de los recién llegados, siempre me sentía limitada e inapropiada, y estaba muy deprimida. Si hubiera continuado haciendo ese deber, no solo habría dañado mi propia vida, sino también habría frenado la obra de la iglesia. Basada en mi aptitud y fortalezas, la líder me dio un deber que yo podía hacer, que estaba a mi alcance completar. Eso era seguir los principios y ser responsable con mi vida. Pero yo no sabía qué era bueno para mí. No hice introspección para conocerme, sino que hice un contraataque juzgando a la líder a sus espaldas, difundiendo negatividad. Parecía que sólo estaba buscando fallas en ella, pero de hecho, me estaba oponiendo a Dios, yendo contra él. Al ser expuesta de esta forma, vi que no sólo carecía de aptitud, sino que tenía un serio carácter corrupto. Si no me sometía como debía y no hacía en serio mi deber, sería expuesta y descartada.
En mi reflexión también descubrí que tenía un punto de vista equivocado. Pensaba que los deberes tenían diferentes rangos, que había bajos y altos, y que solo ser líder o el riego es un verdadero deber, mientras que las tareas insignificantes y el trabajo de asuntos generales no contaban. Pensaba que era un trabajo inculto y que, como mucho, hacía un servicio, y luego terminaría descartada. Así que escuchar que me asignaban a asuntos generales me hizo sentir inferior, que me trataban como si fuera una máquia. De verdad me resistía a ello y no tenía ganas de cumplir con mi deber. Pero en la casa de Dios, todos los deberes son para el plan de gestión de Dios para salvar a la humanidad. Ya sea como líder, en el riego, o manejando asuntos generales, todo es comisión de Dios y debemos cooperar. Es igual que una máquina, cada parte tiene su propósito, así que no hay grande o pequeño, alto o bajo, noble o inferior en los deberes; sólo diferentes funciones. No importa que deber tengamos, todos tenemos lecciones que aprender y verdades que practicar. Mientras persigamos la verdad, todos podemos ser salvados por Dios. Pero yo siempre pensaba mal las cosas. Sentía que manejar asuntos generales sólo eran tareas y servicios sin importancia. Apliqué esa perspectiva malvada y sesgada a mi cambio en el deber y malinterpreté la voluntad de Dios. Eso es aborrecible y detestable para Dios.
Eso me recordó unas palabras de Dios. “El deseo de Dios es que todas las personas sean hechas perfectas, en última instancia ganadas por Él, que sean completamente purificadas por Dios y que se conviertan en personas que Él ama. No importa si Yo digo que sois atrasados o de un bajo calibre, es un hecho. Esto que afirmo no demuestra que Yo pretenda abandonaros, que haya perdido la esperanza en vosotros, y mucho menos que no esté dispuesto a salvaros. Hoy he venido a hacer la obra de vuestra salvación, y esto quiere decir que la obra que hago es la continuación de la obra de salvación. Cada persona tiene la oportunidad de ser hecha perfecta: siempre y cuando estés dispuesto y busques, al final podrás alcanzar este resultado, y ninguno de vosotros será abandonado. Si eres de bajo calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con ese bajo calibre; si eres de alto calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes a tu alto calibre; si eres ignorante y analfabeto, Mis requisitos estarán a la altura de tu nivel de analfabetismo; si eres letrado, Mis requisitos para ti serán acordes al hecho de que seas letrado; si eres anciano, Mis requisitos para ti serán según tu edad; si eres capaz de proveer hospitalidad, Mis requisitos para ti serán conforme a esta capacidad; si afirmas no poder ofrecer hospitalidad, y sólo puedes realizar cierta función, ya sea difundir el evangelio, cuidar de la iglesia o atender a los demás asuntos generales, te perfeccionaré de acuerdo con la función que lleves a cabo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Me sentí muy conmovida, pero también avergonzada al mismo tiempo. Malinterpreté y culpé a Dios sin entender Su voluntad. De hecho, Dios jamás dijo que no salvaría a personas de poca aptitud, y Dios no trata a nadie basado en la aptitud o deber que desempeñan. Él se fija en si aman y buscan la verdad. Esa es la clave para saber si las personas pueden ser salvadas. Recordé a una malhechora que había sido expulsada antes por la iglesia. Ella parecía tener calibre y su deber inspiraba admiración, pero siempre perseguía el estatus, oprimía a los demás y excluía a quienes opinaban diferente. Fue podada y se trató con ella repetidamente, pero no se arrepintió. Finalmente, fue expulsada. Y los falsos líderes y anticristos que han sido expuestos y expulsados en los últimos años, muchos parecían tener aptitud y dones, pero no buscaban la verdad. Siempre persiguieron la fama y el estatus, y seguían una senda contraria a Dios. No importa qué tan grande pueda parecer la aptitud de alguien, o qué tan alto pueda ser su estatus, si no busca la verdad, es cuestión de tiempo para que sea expuesto y expulsado por Dios. También pensé en algunos hermanos y hermanas de aptitud promedio cuyos deberes no son extraordinarios, pero ponen el corazón en ello, asumiendo la posición de seres creados. Cuando revelan corrupción, se presentan ante Dios para orar y buscar, para hacer introspección y conocerse así mismos a través de las palabras de Dios. Su carácter corrupto puede cambiar con el tiempo. Podía sentir lo justo que es el carácter de Dios cuando pensaba en aquello. Dios no trata a nadie injustamente. No importa la calidad de nuestro calibre o el deber que hagamos, Dios nutre y riega a todos por igual y establece situaciones para que experimentemos las palabras de Dios y entremos en la realidad de la verdad. ¡La obra de Dios para salvar al hombre es muy práctica! Después de entender la vouluntad de Dios, no fui tan renuente en mi deber actual, sino que quise someterme y relizarlo.
Después leí algunas palabras de Dios. “Hoy en día, cuando realizáis un deber en la casa de Dios, ya sea grande o pequeño, ya implique un trabajo físico o el uso de vuestro cerebro, ya se haga fuera o dentro de la iglesia, el deber que realizáis no es por accidente. ¿Cómo va a ser esto elección tuya? Está dirigida por Dios. Solo por la comisión de Dios te mueves, tienes este sentido de la misión y la responsabilidad, y eres capaz de realizar este deber. Entre los incrédulos, hay muchos que son atractivos, inteligentes o capaces. ¿Pero les favorece Dios? No, Él no les ha escogido. Dios solo os favorece a vosotros, a este grupo de personas. Él os hace desempeñar todo tipo de papeles, llevar a cabo toda clase de deberes y responsabilidades en Su obra de gestión y cuando, al final, el plan de gestión de Dios llegue a su término y se complete, ¡cuánta gloria y honor! Y así, cuando en el cumplimiento de su deber hoy, las personas sufren una pequeña dificultad, cuando renuncian a cosas y se esfuerzan, cuando pagan un precio, cuando pierden estatus, fama y fortuna en el mundo, cuando ya no tienen estas cosas, parece como si Dios se las hubiera quitado; sin embargo, han ganado algo más preciado y valioso. ¿Qué han ganado de Dios? Las personas obtienen la verdad y la vida al cumplir con un deber. Solo cuando has cumplido bien con tu deber, cuando has completado el encargo de Dios, cuando vives toda tu vida en aras de tu misión y de la comisión que te ha dado Dios, cuando tienes un precioso testimonio y vives una vida que vale la pena, ¡solo entonces eres una persona real! ¿Y por qué digo que eres una persona real? Como Dios te ha escogido, te ha permitido realizar el deber de una criatura de Dios en Su gestión, y no puede haber mayor valor o sentido para tu vida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “Dios no se fija en lo que dices o prometes cuando estás ante Él. Dios se fija en lo que haces, pero a Él no le importan lo elevadas, misteriosas o poderosas que sean tus acciones; incluso si haces algo pequeño, si Dios percibe sinceridad en tus acciones, Él dirá: ‘Esta persona cree sinceramente en Mí. Nunca ha exagerado. Se comporta de acuerdo con su posición. Y aunque no haya hecho una gran contribución a la casa de Dios, y tenga un pobre calibre, es firme en todo lo que hace; posee sinceridad’. ¿Qué se incluye en esta ‘sinceridad’? El temor y la obediencia a Dios, así como la fe y el amor verdaderos; incluye todo lo que Dios desea ver. Para otros, tales personas pueden ser poco notables, bien podría ser una persona que hace la comida o se encarga de la limpieza, alguien que realiza un deber ordinario. Para los demás, esas personas no son notables, no han logrado nada importante, y no poseen nada estimable, admirable o envidiable: son simplemente personas corrientes. Y, sin embargo, en ellos se encuentra todo lo que Dios quiere, todo se vive en ellos, y se lo entregan todo a Dios. ¿Qué más creéis que quiere Dios? Él está satisfecho” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me mostraron que sin importar qué deber tenga yo, este proviene de las disposiciones de Dios. Debería someterme y asumirlo con el corazón. Sin importar cuál sea mi aptitud o cuánto sea capaz de hacer, debería poner en él todo lo que tengo, darlo todo de mí. Esa es la voluntad de Dios, y es por lo que realmente hago mi deber.
Después de llevar asuntos generales por un tiempo, vi que no era para nada ese trabajo monótono que imaginé. Hay muchos principios para captar y en los que entrar en ese deber, y se requiere un auténtico corazón que busque la verdad al cumplir con él. Gané mucho estando a cargo de asuntos generales después de lograr algo de práctica en ellos. Aprendí algunas habilidades y llegué a entender algunos principios, y también experimenté lo práctica que es la salvación de la humanidad por parte de Dios. Este cambio de deber cambió la visión incorrecta que yo tenía sobre los deberes y me volví dispuesta a someterme a los arreglos de Dios y dar lo mejor de mí en mi deber. ¡Gracias a Dios!