Lo que gané de una elección
La iglesia realizó una elección especial hace poco para cubrir un puesto de líder. Cuando supe que la hermana Zhao era una de las candidatas, no pude evitar cuestionar la decisión: ¿La hermana Zhao? Como líder, había sembrado celos y discordia, y había reprimido y castigado a otros, había dañado a sus hermanos y hermanas y había perturbado e interrumpido la obra de la iglesia. Las hermanas y los hermanos la habían expuesto varias veces, pero ella nunca lo aceptaba, y después fue reemplazada. ¿Había reflexionado y había llegado a conocerse? ¿Se había arrepentido y había logrado la transformación? Pero después pensé: “Ya que puede ser candidata, debe ser evaluada de acuerdo con los principios. Debe haberse arrepentido y transformado hasta cierto punto. Y, después de todo, la elección de líder es una cuestión de los líderes superiores, no me afecta a mí. No debería preocuparme ociosamente por eso”.
Unos días después, los líderes se reunieron, hablaron de los principios para elegir líderes de iglesia y leyeron las evaluaciones de la hermana Zhao de fuentes informadas. Gracias a las evaluaciones, supe que cuando trataban con la hermana Zhao, ella solía resentirse y discutir, y le costaba aceptar la verdad. Lo que es más, estas evaluaciones no mencionaba lo que ella opinaba de sus transgresiones pasadas. Pensé: “Si la hermana Zhao no ha reflexionado y no ha llegado a conocerse, entonces seguro que no busca ni acepta la verdad. Si la vuelven a elegir líder, ¿no seguirá sembrando celos y discordia, y reprimiendo a los hermanos y hermanas?”. Pero luego pensé: “No la vi mucho estos últimos dos años, no conozco su situación actual, por lo que no debería preocuparme por esto. Es más importante que me ocupe de mi propio trabajo. Como sea, no importa quién cumpla el rol de líder”. En ese momento, dejé la cuestión y la vida continuó. Para mi sorpresa, unos días después, los líderes volvieron a reunirse. Dijeron que algunos hermanos y hermanas se oponían a que la hermana Zhao fuera líder, porque ella no había reflexionado ni había comprendido sus transgresiones pasadas, y no se había arrepentido ni cambiado, y que no era apta para ser líder. Los líderes investigaron concienzudamente la situación de la hermana Zhao, se aseguraron de que lo que se decía fueran hechos, y finalmente decidieron, basándose en los principios, que la hermana Zhao en verdad no era apta para ser líder. Cuando me enteré de esto, me sentí avergonzada: ¿Por qué los otros pudieron informar problemas cuando los vieron y salvaguardaron la elección de la iglesia, mientras yo me hice a un lado y no tomé en serio el asunto? ¿En qué pensaba?
Al darme cuenta de esto, me deprimí un poco, por lo que fui ante Dios a buscar y orar: ¿Qué lecciones debería aprender de esta situación? Encontré este pasaje de las palabras de Dios: “Todos los que fingen ser espirituales cuando no entienden los asuntos espirituales son unos farsantes, y no se preocupan de nada más que de pasar todo el día ciñéndose rígidamente a las reglas o repitiendo como loros las palabras de doctrinas; es algo parecido a lo que hacían los antiguos eruditos, ‘enterrarse en los clásicos e ignorar lo que ocurre fuera de su entorno inmediato’. Las personas que fingen ser espirituales consideran que todo lo que hacen los demás no les afecta, y creen que lo que piensan los demás es cosa de ellos, y se niegan a aprender a discriminar entre las personas, a mirar más allá de la superficie de las cosas y a comprender la voluntad de Dios según Sus palabras. La mayoría de las personas son así. Cuando terminan de escuchar un sermón o de leer la palabra de Dios, lo apuntan en un papel o lo almacenan en su corazón y lo tratan como doctrinas o reglas, a las que prestan una atención simbólica y que luego olvidan. En cuanto a la relación que tienen las cosas que suceden a su alrededor con la verdad, o la conexión que tienen los diversos comportamientos y manifestaciones que ven en las personas que les rodean con la verdad, nunca reflexionan ni tratan de desentrañar esto en su corazón, ni tampoco oran o buscan. En este estado se encuentra la vida espiritual de la mayoría de las personas. Por esta razón, cuando se trata de entrar en la verdad, la mayoría de la gente es lenta y superficial; su vida espiritual es extremadamente monótona, se limitan a seguir reglas, no existe ningún principio en su forma de hacer las cosas. Podríamos decir que, en el caso de la mayoría de las personas, su vida espiritual está vacía y desligada de la vida real. Por eso, incluso ante la conducta y los comportamientos flagrantes de los malvados y los anticristos, carecen por completo de conceptos y todavía más de definiciones, así como tampoco tienen ideas ni hacen distinciones” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (V)). Al leer las palabras de Dios, sentí que describían mi propia práctica de la fe. Actuaba tal y como exponían las palabras de Dios: “enterrarse en los clásicos e ignorar lo que ocurre fuera de su entorno inmediato”. Creí que alcanzaba con cumplir mis deberes y ocuparme de mi parte del trabajo. Todo lo demás no tenía que ver conmigo. En mi mente, pensaba que la fe en Dios consistía solo en orar a Dios, leer Sus palabras, cumplir los deberes y no cometer errores graves. Al hacer estas cosas, uno podía ganar el reconocimiento de Dios. Solo tras leer las palabras de Dios me di cuenta de lo absurda que era esta noción. La obra de Dios es sumamente práctica, no es para nada vaga, ningún aspecto de ella está desconectado de las realidades. Él nos provee verdades y, al mismo tiempo, también diseña todo tipo de situaciones en nuestra vida cotidiana para ayudarnos a experimentar Sus palabras y practicar ver las cosas a través del lente de Sus palabras, para que podamos, de a poco, llegar a entender y ganar la verdad. Recordé la elección de la líder y vi que algunos pudieron buscar la verdad y discernir con base en las palabras de Dios. Cuando vieron que la líder no era adecuada según los principios, pudieron levantarse a tiempo para intervenir y salvaguardar la obra de la iglesia. Con esta situación, aprendieron a discernir a la gente y a las cosas y obtuvieron ganancias prácticas. En cuanto a mí, abordé la misma situación como alguien de afuera, me desconecté en cuanto terminó la elección y no busqué entender qué lecciones se podrían aprender en lo más mínimo. Como resultado, no gané nada. Mi práctica de fe estaba completamente desconectada de mi vida real. No le daba importancia a experimentar las palabras y la obra de Dios, mucho menos enfatizaba el buscar la verdad en las situaciones organizadas por Dios. Sin importar qué pasaba, yo siempre me alejaba de la situación, tal y como haría un incrédulo. En consecuencia, había muchas cosas que no tenía en cuenta, y, tras diez años de fe, mis manos estaban vacías, no había entendido nada de la verdad ni había ganado discernimiento sobre las personas o las cosas. ¡Qué pobre y lamentable!
Cuando noté que tenía este problema, me deprimí, pero estaba dispuesta a cambiar mi estado y aprender una lección de esa elección. Tras reflexionar, noté que la razón por la que no mostraba interés en la elección de líder de la iglesia era porque siempre me había aferrado a la idea equivocada de que quien fuera electo líder me era irrelevante. Yo seguiría practicando la fe y cumpliendo mis deberes como antes, sin importar quién era elegido. Después, cuando hallé un pasaje de las palabras de Dios, finalmente capté el significado de las elecciones de líder de la iglesia. Las palabras de Dios dicen: “¿Por qué y cómo surgen las categorías de líderes y obreros? A una escala mayor, son necesarias para la obra de Dios; a una escala menor, se requieren para la obra de la iglesia, son necesarias para los escogidos de Dios. […] La diferencia entre los líderes, los obreros y el resto del pueblo escogido de Dios es solo una característica especial en los deberes que realizan. Esta característica especial se muestra principalmente en la función de liderazgo. Por ejemplo, no importa cuántas personas tenga una iglesia, el líder es su cabeza. Entonces, ¿qué papel desempeñan los líderes entre los miembros? Guían a todos los escogidos en la iglesia. Entonces, ¿qué efecto tienen en toda la iglesia? Si este líder toma la senda equivocada, todos los escogidos en la iglesia seguirán al líder por esa senda equivocada, lo que tendrá un enorme impacto en todos ellos. Toma a Pablo como ejemplo. Él dirigió muchas de las iglesias que fundó y al pueblo escogido de Dios. Cuando Pablo se desvió, las iglesias y el pueblo escogido de Dios que él guiaba también se desviaron. Así pues, cuando los líderes se desvían, no son ellos los únicos afectados, las iglesias y el pueblo escogido de Dios que ellos lideran también son afectados. Si un líder es una persona correcta, si camina por la senda correcta y busca y practica la verdad, entonces las personas a las que guía comerán y beberán adecuadamente las palabras de Dios y buscarán apropiadamente la verdad y, al mismo tiempo, la experiencia vital y el progreso del líder será visible a los demás y tendrá efecto en ellos. Entonces, ¿cuál es la senda correcta por la que un líder debería caminar? Es ser capaz de llevar a otros a comprender la verdad y entrar en ella, es llevar a otros ante Dios. ¿Qué es una senda incorrecta? Es buscar el estatus, la fama y las ganancias, ensalzarse y dar testimonio de uno mismo con frecuencia, y nunca dar testimonio de Dios. ¿Qué efecto tiene esto en los escogidos de Dios? Se alejarán de Dios y quedarán bajo el control de ese líder. Si guías a la gente para que acuda a ti, entonces la estás guiando para que acuda a la humanidad corrupta y la estás guiando para que acuda a Satanás, no a Dios. Solo cuando guías a las personas hacia la verdad las estás guiando para que se acerquen a Dios. Los líderes y obreros, ya caminen por la senda correcta o por la equivocada, tienen una influencia directa sobre el pueblo escogido de Dios. Cuando todavía no entienden la verdad, muchos de los escogidos de Dios siguen a ciegas. Puede que el líder sea alguien bueno, y ellos lo siguen; puede que el líder sea malo, y también lo van a seguir, no saben diferenciar. Siguen tal y como se les lidera, sea quien sea el líder. Y por eso es crucial que las iglesias elijan a buenas personas para que sean sus líderes. La senda por la que caminan los fieles, está directamente relacionada con la senda que recorren los líderes y obreros, y puede ser influenciada a diversos niveles por esos líderes y obreros” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 1: Tratan de ganarse a la gente). Tras leer las palabras de Dios, supe que si un líder es la persona correcta o no, si busca la verdad y qué senda toma, tiene un impacto directo en la calidad de la vida de iglesia y en la entrada en la vida de los elegidos de Dios. Un buen líder puede usar su experiencia de la vida real para resolver los problemas de los hermanos y hermanas y ayudarlos a entender la verdad y a entrar en la realidad de la verdad mucho más rápido. Los hermanos y hermanas pueden ganar ciertos beneficios del líder. Si un líder no toma la senda de búsqueda de la verdad y solo trabaja para preservar su estatus, solo habla de doctrina sin exaltar a Dios ni dar testimonio para Él, no hace trabajo práctico y no resuelve los problemas reales de la gente, con el tiempo la dañará y la llevará a la ruina. Reflexionando sobre la conducta de la hermana Zhao, cuando la podaron y trataron con ella, ella se resintió, discutió y no hizo introspección ni aprendió. No había reflexionado ni había reconocido sus transgresiones pasadas, y mucho menos se había arrepentido sinceramente. De esto se podía ver que la hermana Zhao no buscaba la verdad y no poseía las características de una líder. Si la elegían para un puesto de liderazgo, solo hablaría de doctrina y no ayudaría de verdad a la gente. ¿Cómo podía guiarnos para que entendiéramos la verdad y entráramos en la realidad de la verdad? Pero yo me aferraba a la absurda creencia de que, sin importar a quién eligieran como líder, seguiríamos leyendo las palabras de Dios y cumpliendo nuestros deberes, continuaríamos con la vida de iglesia como siempre, y no tendría un gran impacto. ¡Qué noción más tonta!
Un día, hallé otro pasaje de las palabras de Dios que hablaba sobre qué tipo de actitud debe tener la gente durante las elecciones, y qué nociones e intenciones inadecuadas podría tener. Entonces pude entenderme un poco. Las palabras de Dios dicen: “Siempre que hay unas elecciones en la iglesia, ya sea para líderes y obreros o para los escogidos de Dios, todos son responsables y tienen la obligación de defender el trabajo de la elección. […] Algunos simplemente se sientan y observan, diciendo: ‘Yo no puedo convertirme en líder de la iglesia de todos modos. Cualquiera vale, da igual. Cualquiera con capacidad puede servir. Si un anticristo quiere servir, no tiene nada que ver conmigo, y mientras no me purguen, no pasa nada’. Eso es lo que dicen las personas más negativas. Son incapaces de imaginar cuáles serían las consecuencias si un anticristo sirviera como líder, y el impacto que tendría en su fe en Dios. Solo las personas que entienden la verdad pueden ver esto como lo que es. Dirán: ‘Si un anticristo se convierte en el líder de la iglesia, los que sufrirán serán los escogidos de Dios, especialmente aquellas personas que buscan la verdad, tienen sentido de la justicia y cumplen sin problemas con su deber, los cuales serán todos suprimidos y excluidos. Solo aquellas personas con cabeza de chorlito y que dicen siempre a todo que sí estarán a favor, y el anticristo los habrá capturado en la palma de su mano’. Pero esas personas negativas no consideran estas cosas. Piensan: ‘Uno cree en Dios para salvarse. La fe es una senda individual. Incluso si un anticristo se convierte en líder, eso no me impactará a mí. Mientras no haga cosas malas, un anticristo no puede eliminarme o excluirme, o purgarme de la iglesia’. ¿Es este el punto de vista correcto? Si ninguno de los escogidos de Dios se preocupa por las elecciones de la iglesia, una vez que permitan que un anticristo suba al poder, ¿cuáles serán las consecuencias? ¿Realmente será tan sencillo como la gente imagina? ¿Qué tipo de cambios sufrirá la vida de iglesia? Esto se relaciona directamente con la entrada de los escogidos de Dios en la vida. Si un anticristo tiene poder en una iglesia, entonces la verdad y las palabras de Dios no tienen poder en ella. Se trata de una iglesia donde Satanás y los incrédulos ostentan el poder. Aunque se lean las palabras de Dios en las reuniones, el anticristo controla el derecho a hablar. ¿Puede el anticristo hablar de la verdad con claridad? ¿Puede el anticristo permitir que los escogidos de Dios tengan una comunicación libre y abierta sobre la verdad? Eso es imposible. Cuando un anticristo tiene el poder, hay más interrupciones y alteraciones, y la vida de iglesia ciertamente perderá efecto. Si eso sucede, entonces los escogidos de Dios no sacarán mucho de las reuniones, e incluso eso puede causar perturbaciones en estas. Los problemas de los escogidos de Dios no pueden resolverse, la práctica de la verdad también se ve perturbada, y la atmósfera de la vida de iglesia cambia por completo. Cuando aparecen nubes negras que tapan el sol, ¿sigue habiendo disfrute en la vida de iglesia? Sin duda, se verá comprometida, y no en poca medida” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Las palabras de Dios exponían todas las ideas y actitudes apáticas de la gente ante las elecciones de la iglesia. Mi conducta era exactamente igual a la que Sus palabras exponían. Durante esa elección, me di cuenta de que la hermana Zhao no parecía buscar la verdad, pero no busqué los principios de las elecciones de líderes de iglesia, no consideré qué consecuencias habría si la hermana Zhao era elegida y no presenté mis dudas sobre los resultados de la elección a los líderes, sino que opté por quedarme al margen, apática. Creía que quien fuera líder no haría una diferencia, el líder cumpliría sus deberes, y yo, los míos, y ninguno interferiría con el otro. También pensaba que incluso si había problemas con la elección, ese era un problema de los líderes superiores, no mío. Apenas le presté atención, y no me molesté en preocuparme por eso. Durante esa elección, no tuve opinión propia, solo seguí ciegamente y me sometí. Vivía según venenos satánicos tales como “Deja las cosas pasar si no te afectan personalmente”, y era indiferente a muchos asuntos de la iglesia, sólo esperando a que el líder tomara decisiones. Si la iglesia fuera controlada por anticristos y falsos líderes, no solo perturbaría la vida de la iglesia, sino que los elegidos de Dios también serían dañados, y sus posibilidades de lograr la salvación serían destruidas. Pero, a pesar de ser un tema tan importante, yo seguía actuando de modo egoísta, apático e irresponsable. ¿Dónde estaban mi conciencia y mi racionalidad? Pensé en las palabras de Dios que dicen: “Si no os entregáis de verdad a vuestra fe en Dios y al cumplimiento de vuestro deber, si siempre hacéis las cosas mecánicamente y sois superficiales en vuestras acciones, como un no creyente que trabaja para su jefe; si solo hacéis un esfuerzo simbólico, no usáis vuestra mente, salís del paso cada día según se presenten las cosas; si no informáis de los problemas cuando los veis, si veis algo derramado y no lo limpiáis y si desestimáis indiscriminadamente todo lo que no es para vuestro beneficio, entonces, ¿no es esto un problema? ¿Cómo podría alguien así ser miembro de la casa de Dios? Tales personas son unas incrédulas; no son de la casa de Dios. Ni una sola de ellas es reconocida por Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para cumplir bien con el deber, al menos se ha de tener conciencia y razón). Con base en las palabras de Dios, vi que hacía años que creía en Dios, leía Sus palabras libremente, disfrutaba Su gracia y Sus bendiciones, pero no salvaguardaba la obra de la iglesia. No importaba qué tipo de interrupción o perturbación hubiera en la iglesia, ni cuánto daño sufriera la obra de la iglesia, yo hacía la vista gorda, no quería preocuparme por eso. Era muy egoísta y despreciable, no era de la casa de Dios. y, a ojos de Dios, era una atea. En este caso, la persona no era adecuada para el trabajo, y yo ya había sido indiferente. Si un anticristo o un malhechor controlaban la iglesia, manipulaban y perturbaban una elección, y alguien debía ponerse en pie y luchar contra el anticristo o el malhechor, yo lo evitaría y me quedaría a un lado, apática. No me pondría en pie y defendería la obra de la iglesia. Cuanto más lo pensaba, más me daba cuenta de cuánto Dios despreciaba mi actitud apática hacia la obra de la iglesia. Si seguía actuando así, al final, sería descartada.
Tras reflexionar, me di cuenta de que era un error pensar que los líderes superiores supervisan y monitorean la elección de los líderes para que todas las decisiones estén de acuerdo con los principios y no haya nada que cuestionar ni dudar. Después, a través de la lectura de las palabras de Dios, supe que esta visión no estaba de acuerdo con la verdad. Las palabras de Dios dicen: “Cuando en la iglesia alguien es promovido y cultivado para que sea líder, solo se le promueve y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea un líder capacitado o competente, que ya sea capaz de asumir la labor de un líder y hacer un trabajo real; eso no es así. La mayoría de la gente no ve con claridad estas cosas y admiran a quienes son promovidos, confiando en sus fantasías, pero esto es un error. Independientemente de cuántos años lleve creyendo, ¿alguien que es promovido realmente posee la realidad de la verdad? No necesariamente. ¿Puede llevar a buen puerto la organización del trabajo de la casa de Dios? No necesariamente. ¿Tiene sentido de la responsabilidad? ¿Tiene compromiso? ¿Es capaz de someterse a Dios? Ante un problema, ¿es capaz de buscar la verdad? No se sabe. ¿Tiene la persona un corazón temeroso de Dios? ¿Y cuánto lo teme? ¿Es susceptible de seguir su propia voluntad al hacer las cosas? ¿Es capaz de buscar a Dios? Durante el período en que lleva a cabo el trabajo de líder, ¿se presenta ante Dios de manera regular y frecuente para buscar Su voluntad? ¿Sabe guiar a la gente para entrar en la realidad de la verdad? Sin duda es incapaz de tales cosas en lo inmediato. No ha recibido formación y tiene muy poca experiencia, así que no puede hacer esas cosas. Es por eso que promover y cultivar a alguien no quiere decir que ya entienda la verdad ni que ya sepa cumplir satisfactoriamente con el deber. […] La gente no debe tener grandes expectativas ni unas exigencias poco realistas de quienes son promovidos y cultivados; sería poco racional e injusto para ellos. Podéis observar su trabajo y si descubrís problemas o cosas que vulneran los principios en el desarrollo de su trabajo, podéis informarlo y buscar la verdad para resolver tales asuntos. Lo que no debéis hacer es juzgarlos, condenarlos, atacarlos ni excluirlos, pues están en la etapa de cultivo y no se les debe considerar personas perfeccionadas, ni mucho menos perfectas o poseedoras de la realidad de la verdad. Son como vosotros: este es el período en que se les está formando. La diferencia es que asumen más trabajo y responsabilidades que la gente corriente. Tienen la responsabilidad y la obligación de realizar más trabajo; pagan un precio mayor, padecen más dificultades, se esmeran más, resuelven más problemas, toleran la censura de más gente y, por supuesto, hacen un mayor esfuerzo, duermen menos, comen alimentos menos exquisitos y parlotean menos que la gente normal. Esto es lo que tienen de especial; aparte de esto, son como cualquiera. ¿Por qué digo esto? Para advertir a todos de que deben abordar correctamente la promoción y el cultivo de diversos tipos de talentos por parte de la casa de Dios, y que no han de ser duros en las exigencias a estas personas. Naturalmente, la gente tampoco ha de tener una opinión poco realista de ellas. Es de necios darles demasiado reconocimiento o reverencia y no es humano ni realista ser demasiado duros en vuestras exigencias hacia ellas” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Gracias a las palabras de Dios, me di cuenta de que los líderes no son diferentes de los hermanos y hermanas, también son cultivados y entrenados. Sin embargo, eso no significa que sean un líder o un obrero calificado, ni que tengan la realidad de la verdad. Debería verlos a la luz de las palabras de Dios y abordarlos de forma justa y objetiva. No debería tener expectativas sumamente idealistas ni exigencias, y no debería ser crítica por demás. Como miembro de la iglesia, tengo una responsabilidad de supervisar el trabajo de los líderes y obreros y coordinar con ellos para salvaguardar la obra de la iglesia. Cuando los líderes actúan de acuerdo con la verdad, yo debería someterme y aceptarlo, pero si descubro que los líderes tienen problemas o desviaciones, debería exponerlos y corregirlos de inmediato, y ayudarlos a cambiar y ganar la entrada, ya que hacer esto será lo mejor para la obra de la iglesia. Si en la iglesia aparecen falsos líderes o anticristos, debería informar sobre ellos a sus superiores. Esto es ser responsable por la obra de la iglesia y por mí misma, y, sobre todo, es cumplir con mis responsabilidades y deberes. Cuando me di cuenta de los principios sobre cómo tratar a los líderes y obreros, sentí que lo entendía mejor y que tenía una senda de práctica.
Tiempo después, observé que la líder, la hermana Liu, no hacía seguimiento del trabajo de riego, decía que estaba muy ocupada como para encargarse. A veces, cuando los hermanos y hermanas acudían a ella con problemas, ella incluso se resentía porque le daban más trabajo. Pensé: Los líderes son responsables de mucho trabajo, pero uno siempre puede priorizar. No necesitan hacer todo el trabajo personalmente, pueden asignar a alguien para que haga seguimiento de parte del trabajo, y pueden evaluar y supervisar después. Si un líder siempre se excusa por estar ocupado y no supervisa el trabajo del que es responsable, o solo actúa por inercia, es una grave negligencia, no es trabajo práctico, y yo debería informar de esto a su superior. Pero después pensé que no debía preocuparme por cómo la líder hacía su trabajo y que yo debería tan solo asegurarme de cumplir mis propios deberes. Justo entonces, pensé en las palabras de Dios que dicen: “Es responsabilidad de todos vigilar si los líderes y obreros hacen un trabajo real, si utilizan la verdad para resolver los problemas” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Me di cuenta de que tenía la idea equivocada. Debía recordarle a la líder y ayudarla a corregir su problema rápidamente. Por eso, junté coraje y le planteé el asunto. La líder dijo: “Ajá, tienes razón. Esto sí es un problema. Sin duda lo pensaré y reflexionaré”. Después, vi que la líder empezaba activamente a estar al día con el trabajo de riego y resolvía algunos problemas prácticos que enfrentaban en ese trabajo. Esta experiencia me ayudó a darme cuenta de que, sin importar nuestro deber, todos debemos salvaguardar la obra de la iglesia. Es el deber y la responsabilidad de todos.