Ya no elijo mis deberes como quiero
Siempre solía pensar que los hermanos y hermanas que eran líderes u obreros en la iglesia, así como los que cumplían deberes relacionados con textos, crecían con rapidez en la vida. En particular, cuando uno cumple deberes relacionados con textos, se pasa todos los días tratando con artículos de testimonios vivenciales y debatiendo temas relacionados con la entrada en la vida, así que yo anhelaba con ansias poder cumplir deberes relacionados con textos. Creía que así lograría crecer con rapidez en la vida y que tendría mayores esperanzas de obtener la salvación y sobrevivir en el futuro. Recuerdo que, una vez, conocí a un hermano que llevaba varios años cumpliendo deberes relacionados con textos. Vi que hablaba de forma muy acertada y a fondo sobre las palabras de Dios. Cuando le sobrevenía algo, era capaz de buscar la verdad para reflexionar sobre sí mismo y llegar a conocerse, y su entrada en la vida era bastante buena. Si otros hermanos y hermanas tenían problemas o dificultades, él solía poder compartir y resolver esos asuntos incorporando las palabras de Dios. Por ese entonces, lo envidiaba mucho y pensaba: “¡Qué bueno sería si yo tuviera esa clase de aptitud! Así crecería con más rapidez en la vida y tendría una mayor esperanza de obtener la salvación y sobrevivir en el futuro”. Más adelante, me enteré de que este hermano no solo había cumplido deberes relacionados con textos durante varios años, sino que también había escrito guiones. Dijo que, antes de cumplir deberes relacionados con textos, no sabía expresarse cuando hablaba ni cuando compartía y que su entrada era bastante superficial cuando le sobrevenían cosas. Después de cumplir deberes relacionados con textos, logró progresar un poco. Al oírlo decir eso, me convencí aún más de que cumplir deberes relacionados con textos implicaba crecer con rapidez en la vida y que, si quería obtener la salvación, tenía que cumplir deberes relacionados con textos. Desde entonces, anhelaba aún más tener la oportunidad de cumplir deberes relacionados con textos.
A principios de diciembre de 2021, estaba cumpliendo deberes de técnico informático, pero, como hacía falta menos gente para ese deber, el supervisor me preguntó si quería cumplir deberes relacionados con textos. Al oír esto, me sentí tan contento en mi interior y pensé que finalmente tenía la oportunidad de cumplir deberes relacionados con textos. Me sentí muy feliz de aceptarlo. Al principio, me encargaba del trabajo relacionado con textos de una iglesia, pero, después, quise encargarme de algunas iglesias más para recibir más formación, crecer más rápido en la vida y tener una mayor esperanza de obtener la salvación y sobrevivir en el futuro. Por lo tanto, compartí mi opinión con los líderes y ellos estuvieron de acuerdo. No mucho después, recibí una carta de los líderes en la que me pedían que les enviara, en un plazo de dos días, una lista por escrito con las habilidades informáticas que dominaba. Me pareció un poco raro y me pregunté: “Ahora estoy cumpliendo deberes relacionados con textos. ¿Por qué me piden que escriba esto? ¿Querrán volver a asignarme al deber de técnico informático?”. Recordé cuando cumplía deberes de técnico informático. Me pasaba cada día investigando tecnología o buscando información por internet. Siempre estaba ocupado con tareas y no lograba ninguna entrada en la vida. Si volvía a hacer ese deber, en el futuro, solo sería alguien que se esfuerza y es mano de obra; al final, Dios me descartaría. No quería volver a cumplir ese deber, así que no redacté la lista. Unos días después, los líderes me escribieron para preguntarme si había terminado de redactar la lista. Les dije que no y les pregunté si querían volver a asignarme el deber de técnico informático. También compartí con ellos, incorporando las palabras de Dios, para decirles que el hecho de que me asignaran deberes relacionados con textos se había sopesado según los principios. Tras recibir mi respuesta, los líderes no dijeron nada más. Sin embargo, en los días siguientes, me sentía intranquilo cada vez que pensaba en este asunto. ¿Acaso lo que hacía estaba de acuerdo con la intención de Dios? Tenía que orar y buscar para evitar hacer algo incorrecto que ofendiera a Dios.
Una mañana, durante mis prácticas devocionales espirituales, leí las palabras de Dios: “¿Cómo debe contemplar a las personas alguien que persiga la verdad? Sus maneras de contemplar a las personas y las cosas, su conducta propia y actuaciones, deben estar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. ¿Y cómo consideras tú a toda persona según las palabras de Dios? Fíjate en si tiene conciencia y razón, en si es buena o mala persona. En el roce con ella, puede que veas que, aunque tiene sus pequeños defectos y carencias, tiene una humanidad bastante buena. Es tolerante y paciente en sus relaciones con la gente, y cuando alguien está negativo y débil, es afectuosa con él y capaz de proveerlo y ayudarlo. Esa es su actitud hacia los demás. ¿Cuál es, entonces, su actitud hacia Dios? En su actitud hacia Dios se puede evaluar todavía más si tiene humanidad. Es posible que, con todo lo que Dios hace, sea sumisa, busque y anhele, y que en el transcurso del deber y en su relación con otra gente, cuando haga algo, tenga un corazón temeroso de Dios. No es que sea una persona temeraria que cometa fechorías imprudentes ni que se atreva a hacer y decir cualquier cosa. Cuando sucede algo que atañe a Dios o a Su obra, es muy cautelosa. Una vez que te hayas cerciorado de que tiene estas manifestaciones, ¿cómo has de evaluar si la persona es buena o mala a tenor de las cosas que revela su humanidad? Evalúalo en función de si tiene conciencia y razón y de su actitud hacia la verdad y hacia Dios. Al evaluarla en estos dos aspectos, descubrirás que, aunque existan algunos problemas y defectos en su conducta, puede ser alguien con conciencia y razón, con un corazón de sumisión y temor hacia Dios y una actitud de amor y aceptación hacia la verdad. En tal caso, a ojos de Dios es alguien que puede salvarse, alguien a quien Él ama” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (3)). Mientras meditaba en las palabras de Dios, entendí que, para evaluar si una persona tiene humanidad y persigue la verdad, uno se tiene que fijar en si trata con cautela los asuntos relacionados con Dios y el trabajo de la casa de Dios, y si tiene un corazón que busca a Dios y es temeroso de Él. En cambio, al mirarme al espejo, cuando los líderes me pidieron que escribiera las habilidades informáticas que dominaba, yo supuse que quizás me querían asignar el deber de técnico informático, por lo que no estaba dispuesto a cumplirlo. Creía que no había logrado ninguna entrada en la vida cuando cumplía ese deber antes y que cumplirlo era simplemente esforzarse y ser mano de obra, sin tener posibilidad de obtener la salvación en el futuro. Por tanto, simplemente no quería cumplir el deber de técnico informático. Por otro lado, creía que, al cumplir deberes relacionados con textos, trataría cada día con asuntos relacionados con la entrada en la vida, crecería con rapidez en la vida y tendría más esperanzas de obtener la salvación en el futuro. Por tanto, quería cumplir deberes relacionados con textos. Respecto al trabajo de la iglesia, solo pensaba en que podría obtener bendiciones en el futuro y no tenía una actitud de búsqueda ni un corazón temeroso a Dios en absoluto. La iglesia siempre asigna los deberes en función de lo que necesita el trabajo y de acuerdo con los puntos fuertes y la aptitud de cada persona. No puedo tener preferencias ni elecciones personales, sino que debo dar prioridad a los intereses de la iglesia. Cuando lo entendí, sentí que se me iluminaba el corazón y supe que ya no podía elegir lo que quisiera en este asunto. Escribí una carta a los líderes de distrito para expresar que estaba dispuesto a someterme a lo que dispusiera la iglesia. Dos días después, los líderes de distrito escribieron para decir que se requería con urgencia gente para cumplir el deber de técnico informático y que querían asignarme ese deber. Lo acepté.
Un mes después, vi que me pasaba los días respondiendo cartas o implementando ciertos asuntos técnicos y dándoles seguimiento. Sentía que solo hacía tareas y que no conseguía avanzar nada en mi entrada en la vida. Si eso seguía así, realmente me convertiría en alguien que solo se esfuerza y es mano de obra, y no tendría la más mínima esperanza de obtener la salvación en el futuro. Cuando lo pensaba, simplemente no podía encontrar ninguna motivación en mi corazón. Aunque hacía todo lo que se me pedía, no asumía ninguna carga en mi deber ni reflexionaba sobre cómo cumplirlo bien. Además, era muy pasivo a la hora de aprender habilidades. Empecé a echar de menos los días en que cumplía deberes relacionados con textos y sentía que eso sería mucho mejor. Entonces, tras un periodo de formación, lograría crecer en la vida y aprendería a buscar la verdad para resolver mis propios problemas cuando me sobrevinieran cosas. No viviría sumido en tareas interminables, sin poder experimentar la obra de Dios ni lograr crecer demasiado en la vida. Cuanto más pensaba así, más débil me sentía. Hasta me arrepentía de haber aceptado cuando los líderes me pidieron que cumpliera el deber de técnico informático. Sin embargo, ya no podía dar marcha atrás. Solo podía continuar con un sentimiento de impotencia. Aun así, simplemente no encontraba ninguna motivación ni podía someterme del todo. Solía orar a Dios en mi corazón para buscar: “Dios mío, no entiendo cuál es Tu intención al permitir que me sobrevenga este entorno. ¿Qué lecciones quieres que aprenda en este entorno? ¿Qué aspectos de mi carácter corrupto deben ser purificados y transformados? Te ruego que me esclarezcas y me guíes”.
Después, leí las palabras de Dios: “Los anticristos jamás obedecen lo que dispone la casa de Dios y siempre vinculan estrechamente su deber, fama, provecho y estatus con su esperanza de recibir bendiciones y un destino futuro; como si una vez hubieran perdido su reputación y estatus no les quedara esperanza de recibir bendiciones y recompensas. Eso para ellos es como si les quitaran la vida. Piensan: ‘He de ser prudente, no debo ser descuidado. No se puede confiar en la casa de dios, en los hermanos y hermanas, en los líderes y obreros, ni siquiera en dios. No puedo confiar en ninguno de ellos. La persona en la que más puedes confiar y más digna de confianza eres tú mismo. Si no haces planes para ti, entonces, ¿quién va a cuidar de ti? ¿Quién va a considerar tu futuro? ¿Quién va a considerar si vas a recibir o no bendiciones? Por tanto, tengo que hacer planes y cálculos cuidadosos por mi propio bien. No puedo cometer errores o ser levemente descuidado, de lo contrario, ¿qué haré si alguien trata de aprovecharse de mí?’. Así, se protegen de los líderes y obreros de la casa de Dios temiendo que alguien discierna o detecte cómo son y los acabe destituyendo y su sueño de bendiciones se estropee. Creen que deben mantener su reputación y estatus para tener esperanza de recibir bendiciones. Un anticristo considera que ser bendecido es más grande que los propios cielos, más grande que la vida, más importante que perseguir la verdad, que el cambio de carácter o la salvación personal y más relevante que desempeñar bien su deber y convertirse en un ser creado acorde al estándar. Les parece que convertirse en un ser creado acorde al estándar, cumplir bien su deber y lograr la salvación son cosas nimias que ni merece la pena mencionar o comentar, mientras que obtener bendiciones es la única cosa en toda su vida que no se ha de descuidar. Todo lo que encuentran, sea grande o pequeño, lo relacionan con ser bendecidos, se muestran increíblemente precavidos y atentos y siempre se aseguran de tener un plan B” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). “No es casualidad que los anticristos sean capaces de desempeñar su deber; sin duda, lo hacen con sus propias intenciones y propósitos y con el deseo de obtener bendiciones. Sea cual sea el deber que realicen, su propósito y actitud no se pueden separar, por supuesto, del afán de lograr bendiciones, un buen destino y buenas expectativas y un buen porvenir. Piensan en esto y se preocupan día y noche. Son como empresarios que no hablan sobre nada que no sea su trabajo. Hagan lo que hagan los anticristos, todo está vinculado a la fama, las ganancias y el estatus; todo guarda relación con obtener bendiciones y expectativas y un porvenir. En el fondo, su corazón está lleno de estas cosas; esta es la esencia-naturaleza de los anticristos. Precisamente debido a esta clase de esencia-naturaleza, los demás pueden ver con claridad que al final van a acabar descartados” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)). Dios expone que los anticristos mezclan sus intenciones y propósitos personales en su fe en Dios y al cumplir su deber. Para obtener bendiciones, actúan con cautela y atención en todo lo que hacen y son calculadores astutos. Cuando les sobrevienen ajustes en los deberes que tienen asignados, los cuales afectan su deseo de obtener bendiciones, sienten como si estuvieran perdiendo la vida. Esta es la esencia-naturaleza de los anticristos. Cuando reflexioné sobre mí mismo a la luz de las palabras de Dios, vi que mi comportamiento era idéntico al de un anticristo. Al cumplir mi deber, pensaba en obtener bendiciones a cada paso. Siempre había creído que cumplir deberes relacionados con textos me permitiría crecer con rapidez en la vida y me daría una mayor esperanza de obtener la salvación en el futuro. Por otro lado, creía que cumplir otros deberes significaba crecer lentamente en la vida y tener una esperanza remota de sobrevivir. Cuando tuve la oportunidad de cumplir deberes relacionados con textos, en apariencia, daba seguimiento al trabajo relacionado con textos de forma activa y hasta quería que los líderes me pusieran a cargo de unas cuantas iglesias más. Sin embargo, mi intención y mi objetivo al hacerlo no era asumir una verdadera carga en mi deber y, mucho menos, era cumplir bien con mi deber y tener consideración con las intenciones de Dios. En cambio, lo hacía para obtener bendiciones. Cuando los líderes me escribieron y me pidieron que redactara una lista con las habilidades informáticas que dominaba, sospeché que querían asignarme el deber de técnico informático y me sentí muy reacio. Sentía que cumplir el deber de técnico informático era solo esforzarse y hacer tareas, que no lograría ninguna entrada en la vida, que era ser mera mano de obra y que mi probabilidad de obtener la salvación y sobrevivir en el futuro era muy baja. Las emociones que se revelaban en mi corazón eran de aversión y resistencia, pero incluso esgrimí los principios mientras hablaba de forma sentenciosa con los líderes sobre mi idoneidad para cumplir deberes relacionados con textos. Más adelante, aunque acepté cumplir el deber de técnico, después de cumplirlo por un tiempo, sentía que solo me limitaba a hacer tareas todos los días y no lograba ninguna entrada en la vida. Me preocupaba que, si seguía así, no tendría ninguna esperanza de salvación, así que vivía quejándome y sumido en la negatividad. Perdí todo el interés en cumplir mis deberes y en aprender habilidades, y estaba muy pasivo. Hasta me arrepentía de haber aceptado este deber. En realidad, la iglesia siempre asigna los deberes en función de lo que necesita el trabajo. La iglesia necesitaba con urgencia a gente para cumplir deberes relacionados con la informática y este es un deber en el que estoy capacitado. Cualquier persona con conciencia, razón y humanidad se habría desprendido de sus intereses personales y habría tenido consideración con el trabajo general de la iglesia para que no se viera afectado. Sin embargo, yo pensaba a cada paso en cómo obtener bendiciones y cómo obtener la salvación y sobrevivir. Calculaba con astucia cómo obtener bendiciones, me sentía insatisfecho con lo que disponían los líderes, era reacio a ello y era negativo y holgazán al cumplir mi deber. Por fuera, parecía estar insatisfecho con los líderes, pero, en esencia, era reacio al entorno que Dios había dispuesto. ¡Eso era resistirse a Dios y rebelarse contra Él! Pensé en Pablo, de la Era de la Gracia. Por fuera, parecía renunciar, entregarse, sufrir y pagar un precio por su fe en Dios. Sin embargo, siempre trataba de negociar con Él; trataba de engañarlo y de usarlo para obtener la corona de justicia en el futuro. A los ojos de Dios, todos sus actos fueron acciones malvadas y, en última instancia, Dios lo descartó y lo castigó. Mi comportamiento era igual que el de Pablo. Renunciaba, me entregaba, sufría y pagaba un precio al cumplir mi deber solo para obtener bendiciones. Intentaba negociar con Dios y usarlo para conseguir un destino maravilloso a cambio. Mezclaba estas impurezas con mi fe en Dios y al cumplir mi deber; a los ojos de Dios, esto era hacer el mal. Si no me arrepentía, Dios me descartaría. Pensé en que, hoy, Dios ha venido a obrar y a expresar Sus palabras para salvar a las personas, y les pide que cumplan sus deberes en Su casa. Con ello, espera que persigamos la verdad al cumplir nuestros deberes, que aceptemos el juicio y el castigo de Sus palabras y que, en última instancia, obtengamos la verdad, logremos cambiar nuestro carácter y vivamos conforme a una verdadera semejanza humana. Él espera que finalmente nos convirtamos en personas que se sometan verdaderamente a Dios y lo adoren. El carácter de Dios es justo y santo; a las personas inmundas no se les permite entrar en el reino y, mucho menos, se le permitirá entrar a quien trate de negociar con Dios, engañarlo y usarlo, y cuyo carácter no haya cambiado en absoluto. Al cumplir mi deber, yo no había parado de buscar bendiciones, en lugar de buscar la verdad y cambiar mi carácter. ¿Cómo podría alguien como yo, lleno de actitudes corruptas satánicas, entrar en el reino de Dios? Si seguía buscando de esta manera, aunque me permitieran cumplir deberes relacionados con textos, Dios me descartaría en última instancia porque mi carácter no habría cambiado. Cuando lo entendí, sentí miedo en mi corazón y me di cuenta de que no podía seguir buscando de este modo.
Después, también reflexioné: siempre había pensado que solo al cumplir deberes relacionados con textos podía uno crecer con rapidez en la vida, mientras que lo haría lentamente si cumplía el deber de técnico informático. ¿Era correcta esta opinión? Busqué verdades pertinentes que estaban relacionadas con este asunto. Leí las palabras de Dios: “Cualquier deber que cumplas implica entrar en la vida. Ya sea que tu deber sea bastante habitual o impredecible, aburrido o animado, siempre debes lograr la entrada en la vida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). “¿Comprendéis ahora de qué depende obtener la verdad y entrar en la realidad-verdad? Depende de buscar la verdad y practicarla; solo esas dos cosas, tan simple como eso. Aunque la verdad expresada por Dios se registra en forma escrita, la realidad de la verdad no está por escrito, y mucho menos es entendible o comprensible para el hombre a partir de sus palabras escritas. Entonces, ¿qué debe hacerse para entender la verdad? A la comprensión y la obtención de la verdad se llega principalmente por medio de practicar y experimentar las palabras de Dios, experimentar Su obra, por medio de buscar la verdad y del esclarecimiento del Espíritu Santo. La realidad de la verdad se concreta a partir de que las personas practican y experimentan la verdad; es algo que proviene de la experiencia, algo que el hombre vive. La verdad no es teoría vacía, ni una frase simple y agradable. Es un lenguaje rico en poder vital, es la máxima eterna de la vida, es lo más práctico y precioso que puede acompañarlo a uno en la vida, durante la vida entera. ¿Qué es la verdad? La verdad es el fundamento de la existencia en la vida del hombre, los principios de práctica al conducirse y lidiar con las cosas. La verdad da una dirección y un propósito a la vida; le permite a uno vivir a semejanza de una persona genuina y vivir ante Dios con sumisión y adoración a Él. Esa es la razón por la cual las personas no pueden vivir sin la verdad. Entonces, ¿de qué dependes ahora para vivir? ¿Qué pensamientos y puntos de vista tienes? ¿Cuál es tu dirección y propósito al hacer las cosas? Si tienes la realidad-verdad, tu vida tiene principios, dirección y propósito. Si no la tienes, tu vida no tiene principios, ni dirección ni propósito. Sin duda vives según la filosofía de Satanás, según las cosas de la cultura tradicional. Así es como viven los no creyentes” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “No es que la gente se convierta en alguien que tiene las realidades-verdad en cuanto empieza a cumplir con su deber. Cumplir con el deber no es más que un método y un canal a seguir. En el cumplimiento de su deber, la gente utiliza la búsqueda de la verdad para experimentar la obra de Dios, entender poco a poco y aceptar la verdad, y luego practicarla. Entonces alcanzan un estado en el que se deshacen de su carácter corrupto, se liberan de las ataduras y el control del carácter corrupto de Satanás, y así se convierten en alguien que tiene la realidad-verdad y una humanidad normal. Solo cuando tengas una humanidad normal, tu cumplimiento del deber y tus acciones resultarán edificantes para la gente y satisfactorios para Dios. Y solo cuando las personas sean aprobadas por Dios por el cumplimiento de su deber, podrán ser seres creados aceptables. Así pues, en cuanto al cumplimiento de vuestro deber, si bien lo que actualmente dedicáis y aportáis con devoción son las diversas capacidades, el aprendizaje y conocimiento que habéis adquirido, es precisamente por medio del canal de cumplir vuestro deber que podéis entender la verdad, y saber qué es cumplir con el deber, qué es presentarse ante Dios, qué es esforzarse sinceramente por Él. A través de este canal, aprenderéis a despojaros de vuestro carácter corrupto, y a rebelaros contra vosotros mismos, a no ser arrogantes y sentenciosos, y a someteros a la verdad y a Dios. Solo así podréis alcanzar la salvación” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas). Mientras meditaba en las palabras de Dios, entendí que, si la gente quiere obtener la verdad y entrar en la realidad-verdad, esto depende principalmente de que busque la verdad y la practique. No tiene absolutamente nada que ver con los deberes que cumpla una persona. El deber es solo una plataforma para que las personas se formen, una senda para que obtengan la verdad. En última instancia, que una persona pueda obtener la verdad y la salvación depende de su búsqueda personal. Si una persona no persigue la verdad, no la perseguirá, independientemente del deber que se le asigne. Por el contrario, si una persona persigue la verdad, la perseguirá, independientemente del deber que se le asigne o del entorno en el que se encuentre. Yo siempre había pensado que cumplir deberes relacionados con textos significaba crecer con rapidez en la vida y que cumplir el deber de técnico informático implicaba crecer lentamente en la vida. Esta opinión es totalmente errónea e indefendible. Dios no trata a nadie de forma injusta. Cualquier persona que busque la verdad y la practique podrá obtenerla al final; quien no busque la verdad ni la practique no la obtendrá. Esta es la justicia de Dios. Pensé en una persona que había cumplido deberes relacionados con textos en el pasado. Cumplía sus deberes confiando en sus dones y su aptitud. Cuando le sobrevenían cosas, no buscaba la verdad ni aprendía lecciones y no se centraba en su entrada en la vida. Al final, la retiraron de su deber porque no perseguía la verdad. Después, empezó a seguir las tendencias malvadas del mundo y ni siquiera estaba dispuesta a asistir a reuniones, por lo que la revelaron y la descartaron. Algunos hermanos y hermanas que cumplen deberes de asuntos generales buscan la verdad, oran a Dios y se centran en practicar la verdad cuando les sobrevienen cosas. Tras un tiempo, uno puede ver que han logrado crecer en la vida y que entienden algunas verdades. Pensé en la época en que cumplía el deber de técnico informático. Habitualmente, cuando implementaba el trabajo técnico y le daba seguimiento, trataba estas cosas como asuntos externos. No buscaba los principios-verdad en ellas y solo cumplía mi deber confiando en mis dones y mi aptitud. ¿Cómo iba a lograr la entrada en la vida de esa manera? La razón por la que no logré ninguna entrada en la vida cuando cumplía el deber de técnico informático fue únicamente porque no perseguía la verdad. Al dar a las personas la oportunidad de cumplir su deber, la intención de Dios es que cumplan con sus responsabilidades en cada tipo de deber, que adquieran formación, que logren la entrada en la vida y que cumplan sus deberes conforme a Sus palabras y exigencias. No quiere que las personas solo se esfuercen y hagan tareas. Más adelante, también medité: en la casa de Dios, cada deber implica muchos aspectos de la verdad y requiere que las personas logren la entrada en la vida. Entonces, ¿qué verdades están implicadas en cumplir el deber de técnico informático? Al reflexionar, me di cuenta de que hay verdades relacionadas con cumplir el deber de uno con lealtad y con colaborar en armonía con los demás, y que estudiar técnicas y aprender habilidades profesionales también implica verdades sobre confiar en Dios y respetarlo. Sin el esclarecimiento y la guía de Dios, hay muchas técnicas que jamás podría haber entendido por mi cuenta. Descubrí que hay muchas verdades en las que entrar. De hecho, estas verdades están implicadas en cumplir todos los deberes y están todas interrelacionadas. La idea de que “uno puede lograr la entrada en la vida si cumple deberes relacionados con textos, pero no si cumple deberes técnicos” es totalmente indefendible. Cada deber implica entrada en la vida. Al entenderlo, sentí que mi corazón se liberaba y pude aceptar desde lo profundo el deber de técnico informático que ahora estaba cumpliendo y tratarlo de manera correcta.
Poco después, recibí una carta de los líderes en la que disponían que fuera a otro lugar a cumplir el deber de técnico informático. Me sentí algo sobresaltado y pensé: “Después de esto, ¡pueda que nunca vuelva a tener otra oportunidad de cumplir deberes relacionados con textos!”. No pude sino sentirme un poco alicaído. Sin embargo, sabía que Dios estaba escrutando mi corazón y no podía actuar como lo había hecho la última vez. Tenía que practicar la verdad y desprenderme de esas opiniones falaces y de la intención de recibir bendiciones, así que oré a Dios dispuesto a someterme a los arreglos de la iglesia.
Más tarde, también busqué sobre cómo prestar atención a la entrada en la vida al cumplir mi deber y encontré una senda de práctica después de leer las palabras de Dios. Dios dice: “Entonces, ¿qué significa perseguir la verdad? Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, según las palabras de Dios, con la verdad por criterio: eso significa perseguir la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (2)). “Leed una vez más la definición de perseguir la verdad. (¿Qué significa perseguir la verdad? Contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio). Debéis grabaros estas palabras en el corazón y aplicarlas como lema de vida. Tomadlas a menudo y reflexionad sobre ellas; comparad con ellas vuestra conducta, vuestra actitud en la vida, vuestros puntos de vista sobre las cosas y vuestras intenciones y metas. Entonces conocerás claramente cuál es tu estado real y cuál es la esencia-carácter que revelas. Entonces, vuelve a remitirte a estas palabras y considéralas tus principios, tu senda y tu sentido de práctica. Cuando persigas de este modo, cuando puedas entrar en estas palabras y vivirlas plenamente, comprenderás lo que significa perseguir la verdad. Naturalmente, cuando entres en la realidad de estas palabras, ya habrás emprendido la senda de búsqueda de la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (2)). “¿Cómo se debe practicar entonces la búsqueda de la verdad? ¿Experimentáis la obra de Dios en el cumplimiento diario de vuestro deber? ¿Habéis orado a Dios al afrontar problemas y podéis resolverlos por medio de la búsqueda de la verdad? Esto está relacionado con la cuestión de la entrada en la vida. Cuando reveláis vuestra corrupción al cumplir vuestro deber, ¿podéis hacer un ejercicio de introspección y resolver el problema de vuestro carácter corrupto conforme a las palabras de Dios? Si no podéis practicarla y experimentarla de esa forma, no tiene nada que ver con creer en Dios. Sea cual sea el deber que estés cumpliendo o lo que estés haciendo, debes intentar comprender qué aspectos de las palabras de Dios intervienen, así como tus propias ideas, opiniones o intenciones incorrectas, las cuales en su totalidad forman parte del estado del hombre. ¿Qué abarca el estado del hombre? Las perspectivas, actitudes, intenciones y puntos de vista de la gente, además de algunas filosofías, lógica y conocimientos satánicos; y todas esas cosas, en resumen, están relacionadas con los modos y métodos habituales de actuación y trato hacia los demás. Al afrontar una situación, uno primero debe examinar cuál es su punto de vista; ese es el primer paso. El segundo es examinar si ese punto de vista es correcto. ¿Cómo, entonces, debe determinar una persona si su punto de vista es correcto o no? Por un lado, se determina con las palabras de Dios; por otro, según los principios del tipo de situación en cuestión. Por ejemplo, los arreglos del trabajo, los intereses y las normas de la casa de Dios, así como las palabras explícitas de Dios. Utiliza esas cosas para determinar si un punto de vista es correcto. Son los criterios de evaluación” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La actitud que ha de tener el hombre hacia Dios). Mientras meditaba en las palabras de Dios, entendí que lo más crucial al perseguir la verdad es ver a las personas y las cosas, y comportarse y actuar tomando las palabras de Dios como base y la verdad como criterio. Tanto al cumplir con el deber de uno como en la vida diaria, el comportamiento, la conducta y la perspectiva de uno sobre las cosas deben basarse en las palabras de Dios; se debe practicar conforme a lo que Dios exige; se debe orar a Dios cuando a uno le sobrevienen cosas y se debe sopesar según los principios-verdad si las perspectivas e intenciones en las acciones de uno son correctas, si están de acuerdo con las intenciones de Dios y están conforme a lo que Él exige. Si uno cumple su deber de esta manera, logrará la entrada en la vida. Pensé en cómo Dios exige que la gente cumpla su deber “con todo el corazón, el alma y la mente” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo aquel que cumple bien con el deber con todo su corazón, su mente y su alma ama a Dios). Llevé estas palabras de Dios a la práctica al cumplir mi deber. Cuando enfrentaba preguntas de los hermanos y hermanas, las meditaba con cuidado y, cuando me sobrevenían dificultades que no sabía cómo afrontar o que no entendía, oraba a Dios para buscar. Al practicar de esta manera, sentía la guía y la orientación de Dios en mi deber y, progresivamente, fui capaz de dilucidar un poco algunos problemas y hallar ciertas sendas para resolverlos. También acudía con frecuencia a Dios en oración y examinaba los problemas que aún existían al cumplir mi deber y las cosas que no estaba haciendo bien. A veces, leía un pasaje de las palabras de Dios en mis prácticas devocionales espirituales que me ayudaba a ver con mayor claridad los problemas al cumplir mi deber. También me centraba en resolver mi propio carácter corrupto en la vida cotidiana y examinaba lo que revelaban mis palabras y mis actos en mi relación con los hermanos y hermanas. Descubrí que tenía un carácter bastante arrogante. En especial, cuando creía tener razón, tenía un gran deseo de que los demás coincidieran conmigo y me molestaba si no lo hacían. Tras un periodo de búsqueda y reflexión sobre mí mismo, llegué a entender un poco mi carácter arrogante y me rebelé conscientemente contra mí mismo para aceptar las sugerencias de los hermanos y hermanas. Al practicar de esta manera durante un tiempo, sentí que había logrado cierta entrada en la vida al cumplir mi deber.
A través de esta experiencia, encontré alguna sendas para lograr la entrada en la vida al cumplir mi deber. Pensé en cómo antes me daba miedo cumplir el deber de técnico y sentía constantemente que, al cumplir este tipo de deber, estaba expuesto a quedar atrapado haciendo tareas y no lograría ninguna entrada en la vida. Ahora que lo veo, entiendo que todo eso se debía a que no perseguía la verdad ni la buscaba. Lograr la entrada en la vida no tiene absolutamente nada que ver con el deber que uno cumpla. Que haya podido conseguir esta comprensión y esta entrada pequeñas se debe a la orientación de las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!