Busca aun más la verdad en la vejez
Por Jinru, ChinaNací en un hogar cristiano, y acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con 60 años. Era una suerte poder...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
El 2 de septiembre de 2022 fui por algo a la casa de una líder, pero no había nadie. La hermana Xiao Hong, que vivía enfrente, me vio justo. Me llamó para que fuera a su casa y, nerviosa, me dijo: “¡Pasó algo! La policía se llevó a Zhou Ling. Han pasado dos días y no hemos tenido noticias. La líder fue a informar a todos, debería volver pronto”. Cuando escuché estas noticias, me sentí nerviosa y asustada. Zhou Ling había sido líder antes, y yo no sabía qué tipo de tortura le aplicaría la policía. ¿Se desmoronaría por la tortura y se volvería una judas? Acababa de estar junto a su casa. Si la policía estaba vigilando, quizá me había visto. Me mudé aquí, en primer lugar, porque estaba huyendo. Los policías llevan años detrás de mí sin parar. Si me atrapaban, seguro que me aplicarían una tortura aun peor. Podría morir a golpes. Estaba muy asustada y quería huir de la zona lo antes posible después de hacer unas cosas. La líder llegó a la casa de Xiao Hong poco después, y regresó a su casa una vez que terminamos de hablar. Dos o tres minutos después, Xiao Hong volvió corriendo, presa del pánico, y dijo: “La líder estaba saliendo, y siete u ocho policías la agarraron y se fueron. También estaba Zhou Ling en la patrulla. Debe de haberles contado dónde vive la líder. Tú, hagas lo que hagas, no salgas”. Mi corazón me dio un vuelco en la garganta. Xiao Hong y la líder vivían una enfrente de la otra. La policía podría estar muy cerca. Si me atrapaban, seguro que no saldría indemne. Me escondí en la casa y no me atrevía ni a mirar por la ventana, e invocaba sin cesar a Dios en mi corazón, con la esperanza de que se fuera pronto la policía. El vehículo policial se alejó más o menos una hora después, y por fin me tranquilicé por dentro. Pero Zhou Ling estuvo en mi casa un par de días antes; ¿me traicionaría a mí también? Mi casa ya no era segura. ¿Adónde debía ir? Recordé que en mi casa tenía una libreta con los teléfonos de unos hermanos y hermanas y tenía que sacarla de allí cuanto antes. Había otras tres casas de acogida cerca de la mía. Si no recibían ya el aviso de inmediato, una vez que los policías encontraran la libreta, entonces más hermanos y hermanas se verían implicados. Pero, si volvía en ese momento, estaría cayendo directamente en sus manos. Llevaba años cumpliendo con mi deber fuera del pueblo y era objetivo prioritario de detención para la policía. Padecería una tortura todavía peor si me detenían. Pensé: “¡De ninguna manera, mejor tenía que huir y buscar un lugar seguro ya!”. Pero con estos pensamientos no encontraba paz en mi corazón, así que clamaba a Dios sin cesar. Me acordé de un pasaje de las palabras de Dios: “No debes tener miedo de esto o aquello; no importa a cuántas dificultades y peligros puedas enfrentarte, eres capaz de permanecer firme delante de Mí sin que ningún obstáculo te estorbe, para que Mi voluntad se pueda llevar a cabo sin impedimento. Este es tu deber, de lo contrario, desataré Mi ira sobre ti y con Mi mano haré… Entonces tendrás un sufrimiento mental interminable. Debes soportarlo todo; por Mí, debes estar preparado para renunciar a todo lo que posees y hacer todo lo que puedas para seguirme, y debes estar preparado para gastarte por completo. Este es el momento en que te probaré, ¿me ofrecerás tu lealtad? ¿Puedes seguirme hasta el final del camino con lealtad? No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino? ¡Recuerda esto! ¡No lo olvides! Todo lo que ocurre es por Mi buena voluntad y todo está bajo Mi escrutinio. ¿Puedes seguir Mi palabra en todo lo que dices y haces? Cuando las pruebas de fuego vengan sobre ti, ¿te arrodillarás y clamarás? ¿O te acobardarás, incapaz de seguir adelante?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). A través de las palabras de Dios me di cuenta que mi estatura era muy pequeña y que me faltaba fe sincera. Con la detención de todo mi entorno, uno detrás de otro, tenía miedo y quería hallar un lugar seguro donde esconderme. Iba a postergar los intereses de la iglesia para proteger mi seguridad; ¡qué egoísta era! Con la líder detenida, había que avisar a muchos hermanos y hermanas, y trasladar muchos ejemplares de las palabras de Dios. Si nadie se ocupaba correctamente enseguida, eso podría acarrear la detención de más hermanos y hermanas. Como diaconisa de iglesia, mi deber y mi responsabilidad era proteger a los hermanos y hermanas y los libros de las palabras de Dios. Si elegía ser una cobarde y prolongaba una existencia innoble por tener miedo y estar asustada, eso sería sumamente irresponsable. Dios me estaba escrutando en este momento crítico, a ver si tenía en consideración Su intención y protegía la labor de la iglesia. Debía ampararme en Dios y ocuparme de las consecuencias de las detenciones ya. Que me detuvieran o no lo decidían la soberanía y los arreglos de Dios. Estaba dispuesta a ponerme en manos de Dios. Cuando lo comprendí, dejé de estar tan nerviosa y asustada. Ya cerca de casa, vi un vehículo policial parado a la puerta. Empecé a tener palpitaciones. Pensé, “Al parecer, la judas sí me traicionó. No sé si también habrán registrado las tres casas de acogida de la zona. Tengo que informar cuanto antes de la situación de la iglesia a los líderes superiores, a fin de que puedan tomar precauciones y organizar las cosas a tiempo para evitar pérdidas mayores en la obra de la iglesia”.
Como sabía que la hermana Su Hua podía contactar a los líderes superiores, fui a buscarla. En cuanto llegué, su marido no creyente, nervioso, me dijo: “Acaban de venir unos policías. Su Hua ha salido, así que no la encontraron. Se acaban de ir a tu casa a practicar más detenciones”. Salí a toda prisa, sin atreverme a quedarme. De regreso, iba pensando en lo malvado que es el gran dragón rojo. Hace semejantes esfuerzos solo para detener a creyentes en Dios. Estaba deteniendo a hermanos y hermanas, uno tras otro, y yo corría el riesgo de ser detenida en cualquier momento. Si no soportaba la tortura y me volvía una judas, ¿no llegaría a su fin mi senda de fe? Cuanto más lo pensaba, más débil y asustada me volvía, y sentía como si ser creyente en China fuera demasiado difícil y peligroso. Así que clamé una y otra vez a Dios en mi interior: “¡Dios mío! ¿Qué debo hacer?”. Recordé entonces este pasaje de las palabras de Dios: “La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar con paso seguro y sin preocupación. Si el hombre alberga pensamientos asustadizos y de temor es porque Satanás lo ha timado por miedo a que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás está intentando por todos los medios posibles enviarnos sus pensamientos. Debemos orar en todo momento para que Dios nos ilumine y nos esclarezca, y siempre debemos confiar en Dios para purgar el veneno de Satanás que hay dentro de nosotros, practicar en nuestro espíritu en todo instante cómo acercarnos a Dios y dejar que Dios domine todo nuestro ser” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6). Las palabras de Dios me dieron fe y fortaleza. Me di cuenta de que vivía con cobardía y miedo a ser detenida y morir a golpes. Estaba cayendo en las trampas de Satanás. Satanás me estaba limitando por medio de mi debilidad para que perdiera la fe en Dios y no me atreviera a cumplir mi deber. Así, poco a poco, me alejaría de Dios y lo traicionaría. Tenía que ver a través de las trampas de Satanás. Cuanto más sufriera este tipo de situaciones, más debía acercarme a Dios, ampararme en Él y vivir según Sus palabras. Aunque me detuvieran, me sometería sin quejarme nunca. Me mantendría firme en el testimonio y satisfaría a Dios.
No pude ponerme en contacto con los líderes superiores y decidí ocuparme primero de trabajar en las consecuencias de las detenciones. Lo primero que tenía que hacer era pensar una forma de recuperar la libreta con los números de teléfono que todavía estaba en casa; de lo contrario, si la policía la encontraba, varios hermanos y hermanas serían detenidos. Sin embargo, quizá la policía estaba vigilando mi casa; ¿no iba a caer en sus manos? En mi estado de conflicto, rememoré unas palabras de Dios: “Cada uno de vosotros creéis ser tan compatibles conmigo, pero, si fuese así, ¿a quién se aplicaría esa evidencia irrefutable? Creéis que poseéis la máxima sinceridad y lealtad hacia Mí. Pensáis que sois tan bondadosos, tan compasivos y que me habéis dedicado tanto. Pensáis que habéis hecho más que suficiente por Mí, ¿pero habéis alguna vez comparado esto con vuestras acciones? […] Me cerráis la puerta por el bien de vuestros hijos, de vuestros maridos o de vuestra propia protección. En vez de preocuparos por Mí, os preocupáis por vuestra familia, vuestros hijos, vuestro estatus, vuestro futuro y vuestra propia satisfacción. ¿Cuándo habéis pensado en Mí mientras hablabais o actuabais? En los días helados, vuestros pensamientos están ocupados por vuestros hijos, vuestros maridos, vuestras esposas o vuestros padres. En los días de bochorno, tampoco tengo lugar en vuestros pensamientos. Cuando desempeñas tu deber, estás pensando en tus propios intereses, en tu propia seguridad personal o los miembros de tu familia. ¿Qué has hecho que fuera para Mí? ¿Cuándo has pensado en Mí? ¿Cuándo te has dedicado, a cualquier costo, a Mí y Mi obra? ¿Dónde está la evidencia de tu compatibilidad conmigo? ¿Dónde está la realidad de tu lealtad hacia Mí? ¿Dónde está la realidad de tu sumisión a Mí? ¿Cuándo no ha sido tu intención la de obtener Mis bendiciones? Os burláis de Mí y me engañáis, jugáis con la verdad, escondéis la existencia de la verdad y traicionáis la esencia de la verdad. ¿Qué os espera en el futuro al ir en contra de Mí de esta manera?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo). Cada pregunta se sentía como una acusación de Dios dentro de mí. En el pasado, sentía que era capaz de dejar atrás mi familia y mi empleo por mi deber, así que era leal a Dios. Pero cuando tuve que enfrentar de verdad las detenciones del gran dragón rojo, vi lo pequeña que era mi estatura. Antes solo gritaba consignas y doctrinas vacías. Una crisis real reveló mi verdadera estatura. No pensaba más que en proteger mis intereses. No protegía para nada la labor de la iglesia. No era alguien a quien le importaran las intenciones de Dios. La gente que verdaderamente considera las intenciones de Dios es capaz de dejarlo todo para satisfacer a Dios, incluso su propia vida, cuando algo involucra los intereses de la iglesia. Pensé en cómo los hermanos y hermanas arriesgaban sus vidas para repartir los libros de las palabras de Dios, y que a muchos los detuvo el gran dragón rojo durante el transporte de los libros. A algunos hasta los mataron a golpes. Dejaron de lado la preocupación por su vida y su muerte para cumplir bien con su deber y satisfacer a Dios, para que los hermanos y hermanas pudieran leer las palabras de Dios. Pero yo no consideraba los intereses de la iglesia para nada. Solo pensaba en mi propia seguridad al enfrentar peligro, temiendo que me detuvieran y me torturaran hasta matarme. Normalmente haría todo lo posible por aquello que me beneficiara, pero ahora no podía hacer el menor sacrificio por los intereses de la iglesia. Comparada con esos hermanos y hermanas, era sumamente egoísta. No tenía en consideración las intenciones de Dios para nada. Ahora que habían detenido a una líder de iglesia, como obrera de la iglesia, en lugar de alzarme para proteger el trabajo de la iglesia, yo estaba segura porque estaba escondida, pero perdía mi deber y testimonio. Entonces, ¿qué sentido tenía que yo viviera? ¿No era una mera zombi? Al pensarlo, oré a Dios, “Dios mío, que me detengan hoy o no está exclusivamente en Tus manos. Te pido fe y sabiduría para ampararme en Ti y cumplir bien mi deber”.
Sobre las 2 de la mañana llegué a casa de una hermana que vivía cerca. Descubrí que la policía había visitado otras casas de acogida próximas a la mía. Algunos hermanos y hermanas huyeron y escaparon a la detención. Me contaron que seguro que volvía la policía y me dijeron que me fuera ya. No me atreví a quedarme mucho tiempo. Al ver que no había nadie esperando a la entrada de la casa, regresé corriendo a la mía y tomé la libreta con los teléfonos. Esto me hizo respirar aliviada. Después fui a casa del hermano Yang Guang. Nada más verme, me dijo con miedo, “Ayer nos detuvieron a mi mujer y a mí. Nos soltaron anoche. También han detenido a otros hermanos y hermanas que vivían cerca de aquí”. Entonces, salí corriendo de allí. De regreso iba pensando que el ambiente estaba empeorando y había detenciones de hermanos y hermanas por doquier. Yo también había sido traicionada por la judas. Seguro que la policía tenía una descripción mía y, con tanta vigilancia por ahí, podría detenerme en cualquier momento. ¿Y si no soportaba su tortura? Esa idea me aterraba. Pensé que estaría algo más segura si me escondía, pero aún no estaba hecho el trabajo por las consecuencias de las detenciones. Si me escondía ahora, ¿eso no me convertiría en desertora? Había sido creyente todos estos años y gozado de muchísimo riego de las palabras de Dios. Si huía en un momento crítico sin ni siquiera cumplir mi deber ni mis responsabilidades, no tendría conciencia ni humanidad alguna. ¿Se me consideraría siquiera creyente? No sería distinta de Judas que traicionó a Dios. Al pensarlo, decidí en silencio que prefería ser detenida y morir a manos del gran dragón rojo antes que huir y prolongar una existencia innoble. Tenía que mantenerme firme en mi testimonio, satisfacer a Dios y hacer lo imposible por cumplir bien mi deber. Esa noche leí estas palabras de Dios: “En Mi plan, Satanás ha estado siempre acechando tras cada uno de Mis pasos y, como el contraste de Mi sabiduría, siempre ha intentado encontrar formas y medios para interrumpir Mi plan original. ¿Pero podría Yo sucumbir a sus intrigas engañosas? Todo en el cielo y en la tierra actúa como objetos a Mi servicio; ¿podrían las intrigas engañosas de Satanás ser diferentes? Es precisamente allí donde interviene Mi sabiduría; es precisamente eso lo que es maravilloso de Mi obra, y es el principio en que se basa el funcionamiento de todo Mi plan de gestión. Incluso aun durante la era de edificación del reino, Yo no evito las intrigas engañosas de Satanás, sino que continúo adelante con la obra que debo cumplir. Entre el universo y todas las cosas, he elegido las obras de Satanás como Mi contraste. ¿Acaso no es esta una manifestación de Mi sabiduría? ¿No es esto precisamente lo que es maravilloso acerca de Mi obra?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 8). Pude ver la omnipotencia y sabiduría de Dios en Sus palabras. El gran dragón rojo es enemigo de Dios. Detiene y persigue frenéticamente a los cristianos y perturba la obra de Dios con la vana esperanza de destruir Su obra para salvar a la humanidad. Pero, con las detenciones y la persecución del gran dragón rojo, podemos desarrollar discernimiento sobre su malvada esencia que se opone a Dios, que perjudica al hombre, y así lo odiamos de corazón y rompemos vínculos con él. Sus detenciones y su persecución también revelan a los verdaderos creyentes de los falsos y distinguen las ovejas de las cabras, y el trigo de la cizaña. En tiempos de crisis, algunos no cumplen con su deber por miedo y cobardía, o abandonan la fe, y otros traicionan a Dios y se vuelven unos judas cuando los detienen y no pueden tolerar la tortura. Son los que quedan revelados como cizaña y serán arrastrados por el viento. ¿Eso no demuestra la sabiduría y justicia de Dios? Eso me recordó unas palabras que el Señor Jesús dijo: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25). Me acordé de los santos de todos los tiempos martirizados por difundir el evangelio de Dios. A unos los crucificaron cabeza abajo; a otros los arrastraron y descuartizaron. Aunque murieron, su muerte tuvo un sentido. Mientras que aquellos que traicionan a Dios y se vuelven unos judas parecen todavía vivos por fuera, sus corazones están agonizando. Son como zombis que sufren una desdicha incalificable. Tras morir, su alma aún irá al infierno y será castigada. No veía esto con claridad y aún quería eludir mi deber y esconderme. Si ocasionaba pérdidas en la labor de la iglesia por abandonar mi deber, eso sería una transgresión, una mancha eterna. Si fuera capaz de sacrificar mi vida y ser fiel en mi deber, aunque me detuvieran y mataran a golpes, podría dar testimonio de Dios y humillar a Satanás. ¡Mi muerte tendría un valor y un sentido!
Luego leí más palabras de Dios: “Independientemente de lo ‘poderoso’, audaz y ambicioso que sea Satanás, de lo grande que sea su capacidad de infligir daño, del amplio espectro de las técnicas con las que corrompe y atrae al hombre, lo ingeniosos que sean los trucos y las artimañas con las que intimida al hombre y de lo cambiante que sea la forma en la que existe, nunca ha sido capaz de crear una simple cosa viva ni de establecer leyes o normas para la existencia de todas las cosas, ni de gobernar y controlar ningún objeto, animado o inanimado. En el cosmos y el firmamento no existe una sola persona u objeto que haya nacido de él o que exista por él; no hay una sola persona u objeto gobernados o controlados por él. Por el contrario, no solo tiene que vivir bajo el dominio de Dios, sino que, además, debe someterse a todas Sus órdenes y Sus mandatos. Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios. A los ojos de Dios, Satanás es inferior a los lirios del campo, a las aves que vuelan en el aire, a los peces del mar y a los gusanos de la tierra. Su papel, entre todas las cosas, es servir a todas las cosas, a la especie humana y a la obra de Dios y a Su plan de gestión. Independientemente de lo malévola que es su naturaleza y lo malvado de su esencia, lo único que puede hacer es respetar sumisamente su función: estar al servicio de Dios, y proveer un contraste para Él. Tales son la sustancia y la posición de Satanás. Su esencia está desconectada de la vida, del poder, de la autoridad; ¡es un simple juguete en las manos de Dios, tan sólo una máquina a Su servicio!” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Pude ver el poder y la autoridad de Dios gracias a Sus palabras. Absolutamente todo, vivo o muerto, está en manos de Dios. Satanás rinde servicio a la obra de Dios: sirve de contraste. Sin importar cuán taimado sea el gran dragón rojo, y sin importar cuánto aproveche la fuerza de muchas personas y cosas, sin permiso de Dios no puede tocarnos ni un pelo. Pensé en la experiencia de Job: Satanás lo atacó y lastimó en un intento por hacerlo negar y rechazar a Dios. Dios dejó que Satanás vapuleara a Job, pero no que pusiera en peligro su vida, y Satanás no osó ir en contra del mandato de Dios. Cuando estuve manejando el trabajo por las consecuencias de las detenciones, salí ilesa de una situación detrás de otra. Eso se debió exclusivamente al cuidado y la protección de Dios. Todas estas experiencias me habían mostrado la omnipotencia y soberanía de Dios. Si Dios no permitía que me atrapara el gran dragón rojo, este no podría. Si permitía mi detención, no podría escapar a ella ni aunque quisiera. Entender esto me dio fe. Me sentí lista para poner mi vida en manos de Dios y someterme a Sus orquestaciones y arreglos.
Unos días después, llegó una carta de los líderes en la que decían que, en las detenciones que el gran dragón rojo había realizado en nuestra región, habían asaltado dos casas utilizadas para custodiar libros. Solo faltaba una casa y había que trasladar todo ya. Como habían detenido a todos los que conocían a los custodios de los libros menos a mí, y yo conocía relativamente la zona y a los de la iglesia, querían que ayudara a trasladar los libros. Sabía muy bien que, dado el caso, era mejor que fuera y que era una responsabilidad que no podía ignorar, pero el ambiente era muy desfavorable ahora y el gran dragón rojo seguía persiguiendo a gente. Si iba en un momento así, ¿no me estaba exponiendo al peligro? Me sentí un poco cobarde, pero recordé que la situación estaba en manos de Dios y que, si Dios no lo permitía, el gran dragón rojo no podría hacerme nada. Así pues, decidí arriesgarme e ir a mover los libros. Oré: “¡Oh, Dios mío! Me ha llegado este deber y quiero cumplir esta responsabilidad. Pase lo que pase ahora, estoy dispuesta a someterme a Tus orquestaciones y arreglos. Aunque me detengan, aunque me torturen, nunca más volveré a desertar. ¡Te ofreceré mi lealtad y me mantendré firme en el testimonio para humillar a Satanás!”. Por tanto, pregunté por ahí y encontré la casa donde se guardaban los libros. El hermano de allí me dijo que ya habían ido siete u ocho agentes a su casa y que habían detenido a alguien. Detuvieron a su esposa sin avisar y los multaron con 2000 yuanes, pero no encontraron los libros que mantenían allí; había que trasladarlos cuanto antes. Nos apresuramos a llenar nuestro vehículo con los libros. Durante todo el camino, mi corazón no osó apartarse de Dios ni un momento. Al final llevamos los libros sin problemas a un lugar seguro. ¡Di gracias a Dios una y otra vez!
Al recordar toda esta experiencia, vi la sabiduría y omnipotencia de Dios, como así también lo superficial que era mi fe. Sin las detenciones del gran dragón rojo, no tendría clara mi estatura y, sobre todo, no reconocería mi egoísmo, mi vileza y mi miedo a la muerte, ni comprendería la omnipotencia y la soberanía de Dios. También he logrado experimentar que Dios está de veras a nuestro lado y que, siempre que nos amparemos en Él, Él nos guiará y nos abrirá una senda. No podría haber alcanzado a comprender esto en un entorno tranquilo.
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
Por Jinru, ChinaNací en un hogar cristiano, y acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con 60 años. Era una suerte poder...
Por Zhang Mingxia, ChinaEn agosto de 2011, un compañero de trabajo me predicó el evangelio de Dios de los últimos días. En aquel entonces,...
Por Shizai, Japón Dios Todopoderoso dice: “Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece inalterado no...
Por Hao yue, China Cuando tenía seis años, mi mamá descubrió que mi papá tenía una aventura y, por el impacto emocional, desarrolló una...