Cumplir bien mi deber es mi misión

18 Feb 2025

Por Su Ran, China

Cuando estaba en la escuela, nuestros maestros a menudo nos enseñaban que mostrar devoción filial hacia nuestros padres y respetar a nuestros mayores era una virtud china tradicional. Mis padres me lo enseñaban a menudo también, y ellos mismos lo practicaban. Siempre que había que hacer algún trabajo en la casa de mi abuela, mi padre dejaba de lado sus propias tareas para ayudarla y, los fines de semana, él solía llevarnos a su casa para ayudar con el trabajo de la granja. En ese momento, a menudo mis padres se iban a trabajar en los campos; mis hermanas y yo éramos muy pequeñas y nadie nos vigilaba, y mi abuela no nos cuidaba. Pero mi madre no resentía a mi abuela; en cambio, la cuidaba. Preparaba sus comidas favoritas y la llevaba al médico cuando estaba enferma. Familiares, amigos, vecinos, todos alababan a mis padres por su devoción filial y su buena humanidad. Al ver esto, pensaba para mis adentros: “En el futuro quiero ser como mis padres, honrarlos y ser filial con mi familia política. Esto es lo que debe hacer una persona de buena humanidad”.

En 2013, acepté la obra de Dios Todopoderoso. Mi esposo, influenciado por los rumores infundados del PCCh, se opuso a mi fe y se divorció de mí en 2014. Después del divorcio, regresé a vivir con mis padres, y hacía mis deberes mientras también cuidaba de ellos y ayudaba en las tareas domésticas. En 2017, fui a cumplir mis deberes a otro lugar. Poco después, recibí una carta desde casa que decía que la policía había ido a mi hogar para advertir y amenazar a mis padres para que dejen de creer en Dios. También exigieron una foto mía y los interrogaron sobre mi paradero. Después de eso, no me atreví a regresar a casa. Cuando pensaba en mis padres, que tenían casi 60 años y no gozaban de muy buena salud, especialmente mi madre, quien había quedado con secuelas después de una fractura de pierna grave que había sufrido hacía algunos años y tenía problemas para trabajar cuando el dolor en la pierna se agudizaba, me preguntaba constantemente cuándo podría volver a casa para verlos.

En agosto de 2019, me arriesgué a volver a casa. En cuanto vi a mis padres, noté que sus rostros tenían muchas más arrugas y que su cabello estaba encaneciendo en las sienes. Mi madre además había adelgazado mucho y sentí amargura y malestar en mi corazón. Para mis padres no había sido fácil criarnos y ahora, a su edad y con mala salud, aún tenían que trabajar duro en los campos. Como hija suya, no podía estar allí para cuidarlos ni podía ayudarlos con el trabajo, así que no me sentía una buena hija y tenía culpa. Mi tía también me criticó, diciendo: “Te has ido durante varios años sin regresar. Tus padres están envejeciendo y, si enferman o tienen un accidente, no tienen a nadie cerca para cuidarlos. Hace unos días, tu padre estaba afuera rociando las cosechas y tuvo un golpe de calor. Si no hubiera llegado al hospital a tiempo, podría haber muerto”. Oír esto me hizo sentir muy alterada y recordé el proverbio que dice: “No viajes muy lejos mientras aún vivan tus padres”. Pero yo no podía estar para cuidarlos ni hacer nada por ellos. Sentía que mis padres habían desperdiciado su tiempo al criarme. En el pasado, mis familiares me veían como una niña sensata y buena hija, pero ahora me había convertido en una mala hija, una desdichada desagradecida. La noche anterior a mi partida, mi padre dijo que yo era su mayor preocupación. Dijo que, debido a que yo ahora no tenía hogar ni carrera, él trabajaba duro para juntar un poco más de dinero para mí. También dijo que estaba constantemente preocupado por que me detuvieran, que a menudo se quedaba acostado sin dormir durante toda la noche y que pasaba los días con los nervios de punta. Cada vez que recibía un llamado del comité del pueblo, le preocupaba que fuera porque la policía me hubiera detenido. Mi padre dijo todo esto con lágrimas en los ojos. Mi corazón se sentía como si hubiera sido golpeado con un martillo y no pude contener las lágrimas. Sentía que, a su edad, si no solo no los cuidaba, sino que además los hacía preocuparse por mí, ¡realmente estaba siendo una mala hija! Después de regresar a mi casa de acogida, seguí pensando en las palabras de mi padre y su rostro demacrado, y sentí un dolor profundo en mi corazón. Si yo no estuviera fuera haciendo mi deber, ¿no sería capaz de demostrar devoción filial hacia mis padres? Al pensar esto, ya no quise hacer mi deber lejos de casa. De veras quería volver a casa y cuidar a mis padres, para que ya no tuvieran que preocuparse ni sufrir por mí. Pero la policía aún estaba tras de mí, y regresar significaría que era probable que me detuvieran. Además, estaba muy ocupada con mis deberes y, si los abandonaba, ¿no estaría traicionando a Dios? Durante esos días, sentía un profundo conflicto y un gran dolor y tormento. Al vivir en ese estado, no podía enfocarme en mis deberes y esto llevó a que se retrasaran. A sabiendas de que mi estado no era correcto, oré a Dios y le pedí que me guiara para salir de este estado incorrecto.

Durante mis devocionales, leí un pasaje de las palabras de Dios: “¿Acaso es la verdad mostrar devoción filial hacia los padres? (No). Ser buen hijo es algo correcto y positivo, pero ¿por qué decimos que no es la verdad? (Porque la gente no tiene principios al mostrar devoción filial hacia sus padres ni es capaz de discernir qué tipo de personas son verdaderamente ellos). La manera en que se debería tratar a los padres está relacionada con la verdad. Si tus padres creen en Dios y te tratan bien, ¿deberías serles buen hijo? (Sí). ¿De qué modo les eres buen hijo? No los tratas de la misma forma que a tus hermanos y hermanas. Haces todo lo que te dicen y, si son mayores, debes quedarte a su lado para cuidarlos, lo que te impide salir a cumplir con tu deber. ¿Está bien esto? (No). ¿Qué deberías hacer en tales ocasiones? Depende de las circunstancias. Si puedes atenderlos igualmente mientras cumples con el deber en un lugar cercano a tu hogar y tus padres no se oponen a tu fe en Dios, deberías cumplir con tu responsabilidad filial y realizar algunas tareas para ayudarlos. Si están enfermos, atiéndelos; si algo les preocupa, consuélalos; si tus circunstancias económicas lo permiten, cómprales suplementos nutritivos según tu presupuesto. Sin embargo, ¿qué debes optar por hacer si estás ocupado con el deber, no hay nadie que atienda a tus padres y también ellos creen en Dios? ¿Qué verdad debes practicar? Dado que ser filial a los padres no es la verdad, sino simplemente una responsabilidad y una obligación humanas, ¿qué deberías hacer si esta obligación entra en conflicto con tu deber? (Priorizar mi deber; anteponerlo). Una obligación no es necesariamente un deber. Decantarse por el cumplimiento del deber propio es practicar la verdad, mientras que cumplir con una obligación no lo es. Si se dan las condiciones, puedes cumplir esa responsabilidad u obligación, pero si las circunstancias actuales no te lo permiten, ¿qué deberías hacer? Deberías decir: ‘Debo cumplir con mi deber, eso es practicar la verdad. Ser filial a mis padres es vivir según mi conciencia y no llega a ser practicar la verdad’. Por tanto, debes dar prioridad a tu deber y defenderlo. Si actualmente no tienes ningún deber, no trabajas lejos de casa y vives cerca de tus padres, busca la forma de cuidar de ellos. Haz todo lo posible para ayudarles a vivir un poco mejor y a aliviar su sufrimiento. Pero esto también depende del tipo de personas que sean tus padres. ¿Qué debes hacer si tus padres tienen poca humanidad, si te impiden constantemente creer en Dios y si continúan alejándote de creer en Dios y de cumplir con tu deber? ¿Qué verdad deberías practicar? (El rechazo). En ese momento, debes rechazarlos. Has cumplido con tu obligación. Tus padres no creen en Dios, así que no tienes la obligación de mostrarles respeto filial. Si creen en Dios, entonces tus padres son familia. Si no lo hacen, entonces camináis por sendas diferentes: Creen en Satanás y adoran al rey diablo, y caminan por su senda; son personas que recorren sendas distintas que quienes creen en Dios. Ya no sois una familia. Consideran adversarios y enemigos a los creyentes en Dios. Por tanto, eso te exime de la obligación de cuidarlos y debes cortar los lazos con ellos por completo. ¿Cuál es la verdad: ser filial a los padres o cumplir con el deber propio? Por supuesto, la verdad es cumplir con el deber propio. Cumplir con el deber propio en la casa de Dios no se limita a cumplir con la obligación propia y a hacer lo que supuestamente uno debe hacer. Se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Aquí está la comisión de Dios; es tu obligación, tu responsabilidad. Se trata de una verdadera responsabilidad, consistente en cumplir con tu responsabilidad y tu obligación ante el Creador. Este es el requerimiento del Creador a las personas, y la gran cuestión de la vida. Pero mostrar respeto filial hacia los padres simplemente es la responsabilidad y la obligación de un hijo o una hija. En realidad, no es una comisión de Dios, y mucho menos se ajusta a Su requerimiento. Por lo tanto, entre mostrar respeto filial hacia los padres y cumplir con el deber propio, sin duda hay que cumplir con el deber de uno, y solo eso es practicar la verdad. Cumplir con el deber propio como ser creado es la verdad, y es un deber imperioso. Mostrar respeto filial hacia los padres significa ser filial a las personas. No significa que uno esté cumpliendo con su deber, ni que esté practicando la verdad(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). Después de leer las palabras de Dios, sentí algo de alivio y comprendí que ser buena hija es algo positivo y es parte de una humanidad normal, pero que no es practicar la verdad. Practicar la verdad es hacer el deber de un ser creado. Mis padres siempre me habían apoyado en mi fe y mis deberes, y mostrar devoción filial hacia ellos es mi responsabilidad como su hija. En circunstancias y condiciones adecuadas, puedo hacer mi mejor esfuerzo para cuidarlos, aliviar sus preocupaciones y dificultades, y cumplir bien mis responsabilidades como su hija. Pero la policía me estaba buscando y no podía cuidar de ellos en casa y, como estaba muy ocupada con mis deberes, en ese momento, debía darles prioridad. A través de las palabras de Dios también comprendí que, como ser creado, cumplir bien el deber de ser creado es mi misión, la cosa más importante de mi vida y un deber obligatorio que debe completarse. Ser buenos hijos es meramente cumplir la responsabilidad de un hijo y no significa que uno practique la verdad, ni tampoco que se someta a Dios. Cuando ser filial hacia los padres entra en conflicto con el cumplimiento de los deberes, tengo que elegir cumplir el deber de un ser creado. Al darme cuenta de estas cosas, ya no me sentí en conflicto ni con dolor. Estaba dispuesta a someterme a la soberanía y los arreglos de Dios para estabilizarme y cumplir mis deberes.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios y gané un poco de entendimiento sobre mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Debido al condicionamiento de la cultura tradicional china, según sus nociones tradicionales, el pueblo chino cree que se debe observar una devoción filial hacia los padres. Aquel que no cumple con la devoción filial es mal hijo. Al pueblo le han inculcado estas ideas desde la infancia y se enseñan en prácticamente todos los hogares, así como en todas las escuelas y en la sociedad en general. Cuando a una persona le han llenado la cabeza de esas cosas, piensa: ‘La devoción filial es más importante que nada. Si no cumpliera con ella, no sería buena persona; sería mal hijo y la sociedad me criticaría. Sería una persona carente de conciencia’. ¿Es correcto este punto de vista? La gente ha visto muchas verdades expresadas por Dios; ¿acaso Él ha exigido que uno demuestre devoción filial hacia sus padres? ¿Es esta una de las verdades que los creyentes en Dios deben comprender? No, no lo es. Dios solo ha hablado sobre ciertos principios. ¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre. […] Satanás usa ese tipo de cultura tradicional y esas nociones de moralidad para atar tus pensamientos, tu mente y tu corazón, lo que te vuelve incapaz de aceptar las palabras de Dios; tales cosas de Satanás te han poseído y te han hecho incapaz de aceptar Sus palabras. Cuando quieres practicar las palabras de Dios, estas cosas te perturban en tu interior, hacen que te opongas a la verdad y a Sus requisitos, y te vuelven impotente para librarte del yugo de la cultura tradicional. Tras luchar durante un tiempo, cedes: prefieres creer que las nociones tradicionales de moralidad son correctas y conformes a la verdad, así que rechazas o abandonas las palabras de Dios. No aceptas Sus palabras como la verdad y no piensas en absoluto en ser salvado, pues sientes que aún vives en este mundo, y solo puedes sobrevivir apoyándote en estas personas. Incapaz de soportar el rechazo social, preferirías renunciar a la verdad y a las palabras de Dios, abandonarte a las nociones tradicionales de moralidad y a la influencia de Satanás, y optarías por ofender a Dios en lugar de practicar la verdad. Decidme, ¿acaso no es el hombre digno de pena? ¿No tiene necesidad de la salvación de Dios? Algunos han creído en Dios durante muchos años, pero aún no comprenden el tema de la devoción filial. Realmente no entienden la verdad. Nunca pueden abrirse camino a través de esta barrera de las relaciones mundanales; no tienen la valentía, ni la confianza, ni mucho menos la determinación, de modo que no pueden amar y obedecer a Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me di cuenta de que mi sufrimiento tenía sus raíces en la cultura tradicional. Desde niños, nuestros maestros nos habían enseñado a ser buenos hijos y que esa es una virtud tradicional del pueblo chino, y mis padres también me habían inculcado la idea de que, a medida que creciera, debía mostrar devoción filial hacia mis mayores y mis padres, y dieron ejemplo haciéndolo ellos también; esto hizo que la idea echara raíces profundas en mi joven corazón. Llegué a creer que solo mostrando devoción filial puede alguien ser considerado buen hijo y buena persona, y que, si fracasa al hacerlo, es mal hijo y un desdichado desagradecido que será despreciado, condenado e indigno de ser llamado humano. Cuando me fui de casa para hacer mis deberes y no pude cuidar de mis padres, sentí que no era una buena hija y, en particular, cuando oí que mis padres estaban preocupados por la posibilidad de que me detuvieran, me sentí peor hija todavía. No solo era incapaz de cuidarlos, sino que además hacía que se preocuparan por mí y eso me hacía sentir en deuda con ellos. Las ideas tradicionales como: “La devoción filial es la principal virtud”, “Cría a tus hijos para asegurar que te mantengan cuando seas mayor” y “No viajes muy lejos mientras aún vivan tus padres” me ataban y me limitaban. Constantemente sentía culpa por no ser capaz de estar junto a mis padres para cuidarlos e incluso me arrepentía de haberme ido de casa para hacer mis deberes. Aunque no regresé a casa, mi corazón ya se había alejado de Dios. Estaba siendo negligente en mis deberes y carecía de lealtad. En este punto, finalmente vi que las ideas tradicionales inculcadas por Satanás habían hecho que me distanciara de Dios y lo traicionara, y me habían hecho estar en oposición a Dios sin darme cuenta. Pensé en Pedro durante la Era de la Gracia, quien abandonó a su familia y a sus padres para seguir al Señor Jesús, predicando el evangelio a lo largo y a lo ancho, y pastoreando a la iglesia. También pensé en los misioneros occidentales, quienes consideraron las intenciones del Señor y abandonaron a sus familias, padres e hijos para hacer que más personas aceptaran la salvación del Señor. Viajaron miles de millas hasta China para difundir el evangelio del Señor y completaron su misión. Estos eran individuos con humanidad y conciencia. Ahora que los desastres se están haciendo más severos, es hora de la gran expansión del evangelio del reino, y se necesita que más personas se levanten para predicar el evangelio y dar testimonio de Dios. He comido y bebido muchas palabras de Dios y comprendido algunas verdades y, como ser creado, debo considerar las intenciones de Dios y predicar el evangelio para traer más personas ante Él para que acepten Su salvación. Esto es lo que significa ser una persona con humanidad. Al darme cuenta de estas cosas, fui capaz de apaciguar mi corazón en mis deberes.

Más tarde, recibí otra carta desde casa que decía que, en agosto de 2022, la policía había ido a mi casa a detenerme. Mi padre les dijo que yo no estaba, pero no le creyeron, así que, en secreto, instalaron un micrófono en la despensa de mi familia. Una tarde, llegaron cuatro personas de la estación de policía. Fueron a mi hogar con armas para detenerme y sacaron a mis padres de la casa para allanarla durante más de diez minutos. Luego, la policía llamó a mis familiares para preguntarles dónde estaba. Esta carta realmente me alteró, y no pude evitar romper en llanto. Pensé en cómo a mis padres los había preocupado que me detuvieran mientras hacía mis deberes lejos de casa todos estos años, en cómo la policía había plantado un micrófono en mi casa para atraparme, y en el hecho de que mis padres pasarían sus últimos años bajo vigilancia policial. Que mis padres tuvieran que padecer estos problemas, era todo mi culpa. Estaba en verdad muy afligida y no podía tranquilizar mi corazón, ni siquiera al hacer mis deberes. Más tarde, me di cuenta de que mi estado no era correcto, así que oré y busqué a conciencia, y recordé algunas palabras de Dios que había leído antes y las busqué rápidamente para leerlas. Dios Todopoderoso dice: “Algunos abandonan a sus familias porque creen en Dios y cumplen sus deberes. Se hacen famosos por este motivo y el gobierno registra a menudo sus casas, acosa a sus padres e incluso amenaza con entregar a estos a las autoridades. Todos sus vecinos hablan de ellos y dicen: ‘Esta persona no tiene conciencia. No se preocupa de sus padres ancianos. No solo es un mal hijo, sino que además causa muchos problemas a sus padres. ¡Es un mal hijo!’. ¿Se ajusta alguna de estas palabras a la verdad? (No). Pero ¿acaso no se consideran correctas todas estas palabras a ojos de los no creyentes? Estos piensan que esta es la manera más legítima y razonable de contemplar esta cuestión, que es conforme a la ética humana y que es conforme a las normas de la conducta humana. Por mucho contenido que tengan estas normas, como por ejemplo la forma de mostrar respeto filial a los padres, de cuidar de ellos en su vejez, de preparar sus funerales, o cuánto corresponderlos, e independientemente de si estas normas son conformes a la verdad o no, desde la perspectiva de los no creyentes son cosas positivas, son energía positiva, son correctas y se consideran irreprochables dentro de todos los grupos de personas. Para los no creyentes, estas son las normas que debe acatar la gente y uno debe hacer estas cosas para ser una persona adecuadamente buena en sus corazones. Antes de que creyeras en Dios y entendieras la verdad, ¿acaso no creías firmemente también que este tipo de conducta se correspondía con ser una buena persona? (Sí). Además, utilizabas estas cosas para evaluarte y refrenarte, y te exigías ser así. Para ser una buena persona, seguro que habrás incluido los siguientes conceptos en tus normas de conducta: cómo ser un buen hijo, cómo hacer que tus padres tengan menos preocupaciones, cómo honrarlos y enorgullecerlos y cómo glorificar a tus antepasados. Estas eran las normas de conducta en tu corazón y la dirección de la misma. No obstante, después de escuchar las palabras de Dios y Sus sermones, tu punto de vista comenzó a cambiar y entendiste que debes renunciar a todo para cumplir tu deber como ser creado y que Dios requiere que la gente se comporte de esta manera. Antes de que estuvieras seguro de que cumplir tu deber como ser creado era la verdad, pensabas que debías ser un buen hijo, pero también sentías que debías cumplir tu deber como ser creado y vivías en un conflicto interior. A través del constante riego y guía de las palabras de Dios, llegaste gradualmente a entender la verdad y fue entonces cuando te diste cuenta de que cumplir tu deber como ser creado es perfectamente natural y está justificado. Hasta la fecha, muchas personas han sido capaces de aceptar la verdad y abandonar por completo las normas de conducta provenientes de las nociones y figuraciones tradicionales del hombre. Cuando te desprendes totalmente de estas cosas, las palabras de juicio y condena de los no creyentes ya no te limitan a la hora de seguir a Dios y cumplir tu deber como ser creado y podrías despojarte fácilmente de ellas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). El esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios me hicieron darme cuenta de que, una vez más, estaba viviendo de acuerdo a valores de la cultura tradicional inculcados por Satanás. Pensaba en cómo no había sido capaz de cuidar de mis padres todos estos años y en cómo, debido a mí, la policía había ido a mi casa para detenerme, y en que mis padres no solo debían soportar las burlas de los vecinos, sino que también debían soportar el acoso a largo plazo por parte de la policía, además de preocuparse por mi seguridad. Entonces sentí que todo el sufrimiento que mis padres tenían que soportar se debía a mí y que, si no fuera por mí, ellos no tendrían que sufrir estas adversidades. Esto me hizo sentir una mala hija. Mi perspectiva había sido la misma que la de los no creyentes y no estaba de acuerdo con la verdad. Mi fe en Dios solo involucraba comer y beber Sus palabras y perseguir la verdad, y yo no había cometido ningún crimen, pero aún así la policía del PCCh había ido en masa a mi hogar y con armas para detenerme, amenazando a mis padres y exigiendo saber mi paradero. El verdadero culpable de todo este sufrimiento de mis padres era claramente el gran dragón rojo pero, en lugar de odiar al gran dragón rojo, yo creía equivocadamente que mis padres estaban implicados por mi fe. ¿Acaso no distinguía lo que estaba bien de lo que estaba mal? No podía culparme por todo el sufrimiento que mis padres soportaban, ni tampoco debía vivir en un estado constante de sentirme en deuda con ellos. En este momento, debía enfocarme en mis deberes, mantenerme firme en mi testimonio y avergonzar a Satanás.

Más tarde, leí más palabras de Dios: “Si de verdad crees que todo está en manos de Dios, debes creer que la cuestión de las adversidades que sufren tus padres y de cuánta felicidad disfrutan a lo largo de la vida también está en manos de Dios. No va a cambiar nada que seas o no un buen hijo, tus padres no sufrirán ni más ni menos porque lo seas o no. Dios predestinó su suerte hace mucho, y nada cambiará en función de tu actitud hacia ellos o de la profundidad de los sentimientos que haya entre vosotros. Ellos tienen su propio porvenir. Al margen de que sean pobres o ricos a lo largo de su vida, de que las cosas entre ellos marchen bien o de la calidad de vida que tengan, los beneficios materiales, el estatus social y las condiciones de vida que disfruten, nada de eso tiene mucho que ver contigo. Si te sientes culpable por ellos, si te parece que les debes algo y tienes que permanecer a su lado, ¿qué cambiaría eso si lo hicieras? (Nada). […] la mayoría de la gente elige irse de casa para cumplir con su deber, en parte por las circunstancias objetivas generales que les obligan a dejar a sus padres. No pueden permanecer a su lado para cuidarlos y hacerles compañía. No es que elijan dejarlos voluntariamente; esa es la razón objetiva. Por otra parte, en términos subjetivos, no sales a cumplir con tu deber porque quisieras dejar a tus padres y escapar de tus responsabilidades, sino por la llamada de Dios. Para cooperar con la obra de Dios, aceptar Su llamada y cumplir los deberes de un ser creado, no tuviste más remedio que dejar a tus padres; no podías quedarte a su lado para acompañarlos y cuidarlos. No los abandonaste con la intención de eludir tu responsabilidad, ¿verdad? Una cosa es eso y otra haberlo hecho para responder la llamada de Dios y cumplir con tu deber; ¿acaso la naturaleza de ambas cosas no es diferente? (Sí). En tu corazón guardas apego emocional y piensas en tus padres; tus sentimientos no son vacíos. Si las circunstancias objetivas lo permiten y puedes permanecer a su lado mientras cumples con tu deber, entonces estarías dispuesto a hacerlo, a cuidar de manera regular de ellos y cumplir con tus responsabilidades. Pero esas circunstancias no se dan y debes abandonarlos, no puedes seguir a su lado. No es que no quieras desempeñar tus responsabilidades como hijo, es que no puedes. ¿No es diferente la naturaleza de esto? (Sí). Si dejaste tu hogar para eludir el deber filial y tus responsabilidades, es que no eres buen hijo y careces de humanidad. Tus padres te educaron, pero tú estás deseando levantar el vuelo y marcharte rápido y por tu cuenta. No quieres verlos y, si te enteras de que se hallan en dificultades, no prestas atención alguna. Aunque tengas los medios para ayudarlos, no lo haces, finges no haber oído nada y dejas que los demás digan lo que quieran sobre ti. Simplemente no quieres desempeñar tus responsabilidades. Esto es no ser buen hijo. ¿Pero estamos hablando ahora de lo mismo? (No). Mucha gente ha dejado sus condados, ciudades, provincias o incluso sus países para cumplir con el deber; ya se encuentran lejos de donde se criaron. Por si fuera poco, no resulta conveniente que permanezcan en contacto con sus familias por diversas razones. A veces preguntan por la situación de sus padres a gente que viene de la misma ciudad y se sienten aliviados al oír que todavía gozan de buena salud y les va bien. De hecho, no es que no seas buen hijo, ya que no has llegado al punto de carecer de humanidad, en el que ni siquiera te importan tus padres ni desempeñas tus responsabilidades hacia ellos. Eliges esto por varias razones objetivas, así que no es que no seas buen hijo. Estas son las dos razones. Y también hay otra más. Si tus padres no son la clase de gente que hostiga u obstaculiza especialmente tu fe en Dios, si apoyan tu fe o si se trata de hermanos y hermanas que creen en Dios como tú, miembros de Su casa, entonces ¿quién de vosotros no ora en silencio a Dios cuando en lo más hondo piensa en sus padres? ¿Quién de vosotros no encomienda a sus padres, la salud de estos, su seguridad y todas sus necesidades vitales a las manos de Dios? Esta es la mejor manera de mostrarles respeto filial. No deseas que afronten toda clase de dificultades en su existencia ni que lleven una mala vida, coman mal o tengan una salud precaria. En el fondo de tu corazón, está claro que esperas que Dios los proteja y los mantenga a salvo. Si son creyentes, esperas que puedan cumplir con su deber y se mantengan firmes en su testimonio. Esto supone cumplir las propias responsabilidades humanas; la gente solo puede lograrlo con su propia humanidad. Además, lo más importante es que tras años de fe en Dios y de escuchar tantas verdades, la gente cuente al menos con este pequeño entendimiento y comprensión: el porvenir del hombre lo determina el cielo, el hombre vive en manos de Dios y tener Su cuidado y protección es bastante más importante que las preocupaciones, la piedad filial o la compañía de los hijos. ¿No sientes alivio al saber que tus padres están bajo el cuidado y la protección de Dios? No hace falta que te preocupes por ellos. Si lo haces, eso significa que no confías en Dios, que tu fe en Él es demasiado escasa. Si de verdad te preocupan y te interesan tanto tus padres, deberías orar a Dios a menudo, encomendárselos a Sus manos y permitir que Él lo instrumente y arregle todo. Dios rige sobre el porvenir de la humanidad y su día a día y todo lo que le sucede, ¿por qué te sigues preocupando entonces? Ni siquiera puedes controlar tu propia vida, tú mismo tienes un montón de dificultades; ¿qué podrías hacer para que tus padres vivan felices a diario? Lo único que puedes hacer es encomendarlo todo a las manos de Dios. Si son creyentes, pídele a Dios que los guíe por la senda adecuada para que al final se salven. Si no creen, que caminen por la senda que deseen. En cuanto a los padres de mayor bondad y que tienen algo de humanidad, puedes orar a Dios para que los bendiga y pasen felices el resto de sus días. Respecto al modo de obrar de Dios, Él dispone Sus arreglos y las personas han de someterse a ellos(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (16)). Después de leer las palabras de Dios, me sentí muy alegre. Siempre había sentido que no ser capaz de estar con mis padres y cuidarlos significaba que carecía de conciencia y humanidad, pero no comprendía en verdad lo que significaba ser realmente una mala hija. Por ejemplo, algunas personas viven con sus padres o muy cerca y tienen la oportunidad de cuidarlos, pero por ganancia personal o indulgencia física, descuidan sus responsabilidades como hijos e ignoran a sus padres cuando envejecen o enferman. Esas personas realmente no son buenos hijos y carecen de humanidad. Antes, cuando estaba en casa, fui capaz de cuidar a mis padres mientras hacía mis deberes y los ayudaba con las tareas domésticas lo mejor que podía. La razón por la que no estaba cuidando de mis padres ahora no era porque hubiera perdido mi conciencia o porque careciera de humanidad, ni tampoco por estar eludiendo mis responsabilidades de hija, sino, en parte, porque no me atrevía a regresar por estar siendo perseguida por el gran dragón rojo, y también porque, como ser creado, debo hacer mis deberes: esa es mi misión. No podía abandonar mis deberes para cuidar a mis padres. No era como si tuviera tiempo en casa y decidiera no cumplir mis responsabilidades hacia mis padres. Tenía que ver este asunto de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. Al mismo tiempo, también comprendí que la cantidad de sufrimiento y la clase de adversidades que mis padres deben atravesar, y si serán o no felices en sus últimos años está todo predestinado por Dios y no tiene nada que ver con el hecho de que yo esté o no cuidándolos o a su lado. Yo no puedo cambiar absolutamente nada. Pensé en cuando mi madre tuvo sinovitis en la pierna mientras yo estaba en casa. Aunque yo podía ayudar con algunas tareas de la casa y cuidarla, su dolor no disminuía en lo más mínimo por mis cuidados. Estos años desde que me fui de casa, la pierna de mi madre fue sanando de a poco, y ahora puede realizar cualquier tipo de trabajo. Los hechos demuestran que cuán bien mis padres vivirán y cómo serán sus últimos años está todo predestinado por Dios. Yo tenía que dejar a mis padres en manos de Dios y someterme a Su soberanía y Sus arreglos.

Más tarde, leí más palabras de Dios: “¿A qué se refiere Dios cuando dice que ‘Dios es la fuente de la vida del hombre’? El sentido de esta frase es que todo el mundo se dé cuenta de lo siguiente: la vida y el alma de todos provienen de Dios y Él las creó; no provienen de nuestros padres y, ciertamente, tampoco de la naturaleza, sino que Dios nos las ha dado. Solo nuestra carne nació de nuestros padres, del mismo modo que nuestros hijos nacen de nosotros, pero su porvenir está totalmente en manos de Dios. El hecho de que podamos creer en Dios es una oportunidad que Él ofrece; Él así lo decreta y es Su gracia. Por tanto, no es necesario que cumplas tus obligaciones o responsabilidades hacia nadie más; solo deberías cumplir tu deber hacia Dios como ser creado. Esto es lo que la gente debe hacer por encima de cualquier otra cosa, la acción principal que se debe llevar a cabo como asunto primordial de la vida de cada uno. Si no cumples bien tu deber, no eres un ser creado cualificado. A ojos de otros, es posible que seas una buena esposa y una madre cariñosa, una ama de casa excelente, una buena hija y un miembro destacado de la sociedad, pero ante Dios eres alguien que se rebela contra Él, que no ha cumplido en absoluto su obligación o deber, que aceptó Su comisión, pero no la completó, y que se rindió a mitad de camino. ¿Puede alguien así ganar la aprobación de Dios? Este tipo de personas no tiene ningún valor(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Después de leer las palabras de Dios, comprendí que hoy estoy viva gracias a la protección de Dios. Dios me dio la vida y siempre me ha provisto de todo y me ha cuidado, todo el tiempo hasta el día de hoy. La fuente de mi vida es Dios, no mis padres. En realidad, todo lo que mis padres han hecho por mí es cumplir sus responsabilidades y obligaciones como padres. Sin importar lo que mis padres hayan hecho, yo debo aceptarlo de parte de Dios. Debo estar muy agradecida a Dios, no a mis padres. Al recordar todos estos años, vi que había estado viviendo de acuerdo a ideas y opiniones culturales tradicionales, tratando la devoción filial y el cumplimiento de las responsabilidades de una hija como mis principios guía de conducta, y viéndolos como algo más importante que todo lo demás. Incluso consideré abandonar mis deberes para regresar a casa y cuidar a mis padres. ¿Acaso no me estaba rebelando contra Dios en esto? Sin importar cuán bien cuidara de mis padres, no estaría practicando la verdad ni tampoco significaría que poseyera conciencia ni humanidad. Solo al hacer los deberes de un ser creado uno tiene humanidad verdaderamente. Aunque aún pensaba en mis padres y a veces me preocupaba por ellos, gracias a las palabras de Dios llegué a comprender que la cantidad de sufrimiento y la clase de experiencias que una persona atraviesa durante su vida está en manos de Dios. Estoy dispuesta a encomendar a Dios todo lo que tiene que ver con mis padres y someterme a Su soberanía y Sus arreglos, y a hacer bien mis deberes.

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