¿Cuidar de nuestros padres es una misión que Dios nos encomienda?

19 Sep 2024

Por Liu Hui, China

A finales de septiembre de 2022, el esposo de Ming Hui la llevó a casa después de sacarla de la cárcel. Por creer en Dios Todopoderoso, Ming Hui había sido detenida y perseguida dos veces por la policía. Esta era la segunda vez que la detenían, y había sido condenada a tres años de prisión. Por evadir la persecución policial y luego ser condenada a prisión, habían pasado 10 años desde la última vez que volvió a casa.

Al llegar, Ming Hui se enteró de que un año antes, su padre se había enfermado y fallecido, y su madre había quedado paralizada. En cuanto vio a su madre, quedó pasmada. Su madre, que antes gozaba de una salud de hierro, ahora estaba en silla de ruedas. Ming Hui se sentía en deuda con sus padres. Era la más joven de su familia y, desde muy pequeña, su padre no la dejaba hacer ninguna tarea. Su madre, en especial, la había cuidado mucho. Se esforzaron tanto en criarla, dándole comida, ropa y educación, pero cuando la necesitaron, no había sido una hija atenta en absoluto. Pensó en la primera vez que la encerraron en el centro de detención. A su madre le preocupaba que la policía la golpeara brutalmente, y por eso no podía comer ni dormir. Su madre usó sus contactos de todas las formas posibles y gastó dinero para pagar su fianza. Mientras Ming Hui pensaba en esto, se acercó a su madre. Rompiendo en llanto, su madre le dijo: “Por fin has vuelto. ¿Sabes cuánto te he echado de menos estos años? Tenía miedo de que estuvieras sufriendo y de que te trataran injustamente allí”. Al oír estas palabras, Ming Hui se sintió aún más en deuda con su madre. Las lágrimas le corrían sin control por las mejillas, y pensó: “Se supone que uno debe cuidar a sus padres en su vejez, pero, cuando los míos se enfermaron y necesitaron mis cuidados, no tuve la oportunidad de estar a su lado y servirles. No les di de comer ni ningún medicamento, ni mucho menos les ayudé a hacer sus necesidades. No soy digna de la bondad que mostraron al criarme. ¿De qué sirve criar a una hija como yo?”. Cuanto más pensaba Ming Hui, más se reprochaba. En los días siguientes, Ming Hui se dedicó a cuidar de su madre paralizada. Quería compensar todos esos años de deuda con ella. Ming Hui no había estado mucho tiempo en casa cuando dos policías locales la visitaron y le tomaron una foto. También dijeron que tendrían que venir a verla una vez al mes. Ming Hui sabía muy bien que estos demonios estaban vigilando su paradero. Le sería imposible creer en Dios y cumplir con su deber allí.

Un día, el líder de la iglesia envió una carta a Ming Hui preguntándole si podía cumplir con su deber en otro lugar. Al recibir la carta, Ming Hui sintió alegría y preocupación. Estaba feliz de saber que todavía tenía la oportunidad de cumplir con su deber, pero preocupada de saber que estaría intranquila por su madre paralizada y anciana. Ya era bastante difícil poder volver a casa para cuidar de su madre. Si se iba, no tenía idea de cuándo volvería. Ming Hui no pudo evitar sumirse en la contemplación y pensar: “Mis padres me criaron hasta ser adulta. Cuando falleció mi padre, no estaba en casa. Si mi madre muere, y no estoy a su lado, ¿tendré algo de humanidad? Olvídate de que los vecinos me llamen desagradecida; ¡esto pesará para siempre en mi conciencia! ¿Acaso mis padres no se esforzaron mucho al criarme para que pudiera estar a su lado y cuidarlos en su vejez? En estos pocos años, fui detenida y perseguida por el Partido Comunista por creer en Dios, y nunca tuve la oportunidad de servirles. Mi conciencia ya me reprocha esto. No puedo abandonar a mi madre ahora”. Pensando en esto, Ming Hui escribió una carta en la que rechazaba el pedido de su líder. Después de esto, se reprendió en su corazón. Como ser creado, ella debía cumplir con su deber, pero lo había rechazado para quedarse en casa y cuidar de su madre. ¡Esto no estaba de acuerdo con la intención de Dios! En esos días, Ming Hui estaba profundamente angustiada y oraba constantemente por este asunto. Pensó en un pasaje de la palabra de Dios: “Alguien que tiene una humanidad normal debe por lo menos poseer conciencia y razón. ¿Cómo puedes saber si una persona tiene conciencia y razón? Si su forma de hablar y de actuar está básicamente de acuerdo con las normas de la conciencia y la razón, entonces, desde una perspectiva humana, es una buena persona, y es alguien que está a la altura de un estándar aceptable. Si además puede comprender la verdad y actuar de acuerdo con los principios-verdad, entonces está cumpliendo los requisitos de Dios, que son más elevados que el estándar de la conciencia y la razón. Algunas personas dicen: ‘Dios creó al hombre. Dios nos dio el aliento de vida, y es Dios quien nos mantiene, nos alimenta y nos lleva a convertirnos en adultos. Las personas con conciencia y razón no pueden vivir para sí mismas ni para Satanás; deben vivir para Dios y cumplir bien su deber’. Esto es cierto, pero no es más que un marco general, un simple esbozo. En cuanto a los detalles de cómo vivir para Dios en la realidad, esto implica conciencia y razón. Entonces, ¿cómo se vive para Dios? (Cumple bien el deber que ha de cumplir un ser creado). Correcto. Ahora mismo, lo único que hacéis es cumplir el deber del hombre, pero en realidad, ¿para quién lo hacéis? (Para Dios). Es para Dios, es cooperación con Él. La comisión que Dios os ha dado es vuestro deber. Está predestinado, predeterminado, y gobernado por Él, o en otras palabras, es Dios quien te encarga esta tarea, y quiere que la completes(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las cinco condiciones que hay que cumplir para emprender el camino correcto de la fe en Dios). Por medio de las palabras de Dios, Ming Hui pudo entender qué significa tener consciencia y humanidad. Era un ser creado, y cada aliento que tomaba, provenía de Dios. Todo lo que tenía, Dios se lo había dado. El haber podido sobrevivir hasta hoy no podía separarse de la soberanía y la provisión de Dios. Y, al haber creído en Dios todos estos años, disfrutó del riego y la provisión de muchas de Sus palabras. Si realmente tenía un mínimo de conciencia y razón, debía cumplir correctamente con su deber para devolver el amor de Dios. No solo debía ocuparse de sus asuntos personales, viviendo solamente para su familia, sus padres o hijos. Esto significaba no tener ningún tipo de consciencia. Ahora, su hermano y su hermana mayores cuidaban de su madre y se encargarían aunque ella no estuviera en casa. En los siguientes días, Ming Hui oró a Dios y estaba dispuesta a someterse a Su orquestación y a sus disposiciones, y a cumplir con su deber.

En febrero de 2023, Ming Hui se liberó de la vigilancia de la policía y dejó su hogar para cumplir con su deber. Por fin, se reencontró con sus hermanos y hermanas, y su corazón se conmovió con una emoción indescriptible. Un día, leyó un artículo corto sobre una mujer de mediana edad que se había enterado de que su madre estaba enferma, por lo que le compró comida y fue a visitarla. Esta mujer realmente quería llevar a su mamá a su casa y cuidarla durante algunos días, pero las circunstancias no lo permitían. Todo lo que pudo hacer fue decirle unas pocas palabras íntimas a su madre. Ming Hui no pudo evitar pensar en su propia madre, y su voz se ahogó en lágrimas. Al ver esto, la hermana que era compañera de Ming Hui le dijo en broma: “¿Qué pasa? ¿El artículo te tocó el corazón?”. En ese momento, Ming Hui no pudo responderle a la hermana. Fue como si tuviera una visión de su madre sentada en la silla de ruedas, esperando ver su rostro y, por esto, las lágrimas cayeron de sus ojos inconscientemente. Desde pequeña, le había dado muchas preocupaciones a su madre. Después de creer en Dios, por la persecución constante del Partido Comunista, la detuvieron y la mandaron a la cárcel dos veces. Su madre había sentido ansiedad por su causa muchas veces. Se había preocupado por ella incontables veces y había derramado incalculables lágrimas. E, incluso, quizás ella le había causado su enfermedad. Ahora, cuando su madre necesitaba de su atención, la había abandonado para ir a cumplir con su deber. Cuanto más pensaba Ming Hui, más sentía que estaba en deuda con su madre, y empezó a llorar. Se dio cuenta de que estaba viviendo inmersa en sus afectos otra vez, y se apresuró a orar a Dios: “Dios, me encuentro de nuevo viviendo con ansiedad por mi madre. Te pido que protejas mi corazón, y que me dejes ver a las personas y a las cosas según Tus palabras, sin la perturbación de Satanás. Amén”.

Después, Ming Hui leyó un pasaje de la palabra de Dios, y sintió cierta liberación en su corazón. Dios Todopoderoso dice: “Al criarte, tus padres solo cumplían con su responsabilidad y obligación, y no corresponde remunerarla, no debe ser una transacción. Así pues, no es necesario que abordes a tus padres ni que manejes tu relación con ellos con la idea de recompensarlos. Si efectivamente tratas a tus padres, les retribuyes y abordas tu vínculo con ellos en función de esta idea, eso es inhumano. A su vez, es probable que eso haga que tus sentimientos carnales te limiten y te aten, y te resultará dificultoso salir de ese enredo, hasta el punto de que incluso podrías perder el camino. Tus padres no son tus acreedores, así que no tienes la obligación de concretar todas sus expectativas. No tienes la obligación de correr con los gastos de sus expectativas. Es decir, ellos pueden tener expectativas; tú cuentas con tus elecciones y con la senda vital y el destino que Dios ha dispuesto para ti, lo cual no tiene nada que ver con tus padres. Por lo tanto, cuando uno de ellos dice: ‘No eres un buen hijo. No has venido a verme durante muchos años y han pasado muchos días desde la última vez que me llamaste. Estoy enfermo y no tengo quien me cuide. Realmente te crie en vano. ¡Sin duda eres un ingrato indiferente, y un hijo desagradecido!’, si no entiendes la verdad ‘Tus padres no son tus acreedores’, escuchar esas palabras será tan doloroso como un cuchillo que te atraviesa el corazón, y te condenará la conciencia. Cada una de estas palabras se grabará en tu corazón y hará que te avergüences de enfrentar a tu padre, que te sientas en deuda con él y te invada la culpa. Cuando tu padre diga que eres un ingrato indiferente, realmente pensarás: ‘Tiene toda la razón. Me crio hasta esta edad y no ha podido pasarlo bien debido a mí. Ahora está enfermo y esperaba que yo pudiera quedarme a cuidarlo, que lo sirviera y lo acompañara. Necesitaba que retribuyera su amabilidad y yo no estuve ahí. ¡De verdad soy un ingrato indiferente!’. Te catalogarás de ingrato indiferente; ¿es eso razonable? ¿Eres un ingrato indiferente? Si no hubieras dejado el hogar para cumplir con el deber en otro lugar y te hubieras quedado al lado de tu padre, ¿podrías haber evitado que enfermara? (No). ¿Puedes controlar si tus padres viven o mueren? ¿Si son ricos o pobres? (No). Sea cual sea la enfermedad que contraigan, no será porque estaban agotados de criarte ni porque te extrañaban; ciertamente, no contraerán ninguna enfermedad importante, grave y posiblemente mortal por tu causa. Ese es su destino, y no tiene nada que ver contigo. Por muy buen hijo que seas, lo que puedes lograr, a lo sumo, es reducir un poco su sufrimiento carnal y sus cargas, pero en cuanto a en qué momento enfermen, qué enfermedad contraigan, cuándo y dónde mueran: ¿tienen estas cosas algo que ver contigo? No. Si eres un buen hijo, si no eres un ingrato indiferente y te pasas todo el día con ellos, cuidándolos, ¿acaso no se enfermarán? ¿No morirán? Si se van a enfermar, ¿no se enfermarán de todos modos? Si van a morir, ¿no morirán igualmente? ¿No es así? […] Independientemente de si tus padres dicen que eres un ingrato indiferente, al menos desempeñas el deber de un ser creado ante el Creador. Siempre y cuando no seas un ingrato indiferente a los ojos de Dios, con eso basta. No importa lo que diga la gente. Lo que tus padres dicen sobre ti no es necesariamente cierto ni es útil. Tienes que tomar las palabras de Dios como tu fundamento. Si Él dice que eres un ser creado idóneo, no importa si la gente te considera un ingrato desinteresado, esta no puede conseguir nada. Lo que sucede es que a la gente la afectan estos insultos por efecto de su conciencia, o cuando no entiende la verdad y tiene escasa estatura; estará un poco de mal humor y se sentirá un tanto deprimida, pero, cuando regrese ante Dios, todo eso quedará subsanado y ya no le supondrá un problema(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). Ming Hui agradeció en su corazón a Dios. Si Dios no hubiera compartido claramente la verdad de que “Tus padres no son tus acreedores”, siempre habría creído que, como sus padres la trajeron al mundo, se esforzaron mucho para darle educación y se preocuparon tanto por ella, la bondad que mostraron al criarla era más grande que cualquier cosa, y debía recompensarlos por esto cuando creciera. Si no podía hacer esto, su conciencia se lo reprocharía, y los demás la llamarían desagradecida y mala hija. Había creído que, si hubiera estado en casa durante esos años, podría haber cuidado bien de su padre cuando estaba enfermo, y su madre no habría estado tan ansiosa por ella. Entonces, tal vez, su madre no se habría enfermado. Siempre había pensado que la enfermedad de su madre estaba relacionada con ella. Entonces, leyó las palabras de Dios que dicen: “¿Puedes controlar si tus padres viven o mueren? ¿Si son ricos o pobres? (No). Sea cual sea la enfermedad que contraigan, no será porque estaban agotados de criarte ni porque te extrañaban; ciertamente, no contraerán ninguna enfermedad importante, grave y posiblemente mortal por tu causa. Ese es su destino, y no tiene nada que ver contigo”. Ming Hui reconoció que el destino de todos está en manos de Dios. En esta vida, cuando uno se enferma o muere, es algo que Dios ordenó hace mucho tiempo. Incluso si ella hubiera estado siempre al lado de sus padres durante estos años, no habría cambiado sus destinos. Ming Hui pensó en cómo cada año había tantas personas mayores que, debido a la presión arterial alta, tenían hemorragias cerebrales y ataques cardíacos, y morían de enfermedades repentinas o padecían una hemiplejia debido a las secuelas. Algunas de estas personas tenían hijos que se dedicaban a cuidarlos, pero, sin importar cuánto los cuidaran, no podían evitar que sus padres se enfermaran y murieran. Lo máximo que podían hacer era llevarlos rápidamente al hospital para que recibieran tratamiento, pero no influían en si los médicos podían curar o no a sus padres. Al reconocer esto, Ming Hui entendió claramente que su madre no se enfermó por echarla de menos o estar agotada por criarla. Era su destino. Ming Hui se sintió mucho más aliviada.

Aunque comprendió que la enfermedad de su madre no tenía nada que ver con ella, en cuanto pensaba en todo lo que su madre había hecho por ella y en cómo ahora estaba paralizada y necesitaba cuidados pero ella no estaba allí, seguía reprochándose en cierta forma en su interior. Pensaba que estaba en deuda con su madre. Poco después de esto, leyó dos pasajes de las palabras de Dios que transformaron su visión sobre el asunto. Dios Todopoderoso dice: “En el mundo de los no creyentes existe este dicho: ‘Los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento, y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres’. También este otro: ‘Una persona no filial es peor que un animal’. ¡Qué grandilocuentes suenan estos dichos! En realidad, el fenómeno que se menciona en el primero se da en la realidad, es un hecho, los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres. Sin embargo, son simplemente fenómenos dentro del mundo animal. Forman parte de una especie de ley que Dios ha establecido para las diversas criaturas vivientes, y a la que se atienen todo tipo de seres vivos, incluidos los humanos. El hecho de que toda clase de criaturas vivientes acaten esta ley demuestra que Dios las creó. Ninguna puede infringir la ley ni tampoco trascenderla. Incluso carnívoros relativamente feroces como los leones y los tigres alimentan a sus crías y no las muerden antes de que alcancen la edad adulta. Es el instinto animal. Da igual la especie a la que pertenezcan, ya sean feroces o amables y mansos, todos los animales poseen este instinto. La única manera que tienen todas estas criaturas de multiplicarse y sobrevivir es acatar este instinto y esta ley, y eso incluye a los seres humanos. Si no acataran o no tuvieran esta ley y este instinto, se extinguirían. No existiría la cadena biológica ni tampoco este mundo. ¿No es así? (Sí). El hecho de que los cuervos retribuyan a sus madres dándoles alimento, y los corderos se arrodillen para recibir la leche de ellas, evidencia justamente que el mundo animal acata esta clase de ley. Este instinto lo poseen todo tipo de criaturas vivientes. Una vez que nace su descendencia, las hembras o los machos de la especie la cuidan y alimentan hasta que se hace adulta. Todas estas criaturas son capaces de cumplir con sus responsabilidades y obligaciones hacia sus retoños, y crían de forma concienzuda y dedicada a la nueva generación. Esto debería ser más patente si cabe en los seres humanos. La humanidad los considera animales superiores, pero, si no pueden acatar esta ley y carecen de tal instinto, entonces son inferiores a los animales, ¿verdad? Por tanto, más allá de cuánto te alimentaron tus padres durante tu crianza y cuánto cumplieron con sus responsabilidades hacia ti, solo estaban haciendo lo que les correspondía en el ámbito de las capacidades de un ser humano creado: era por instinto(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). “En apariencia, parece que tus padres engendraron tu vida carnal, y que fueron ellos los que te dieron la vida. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios y desde la raíz de esta cuestión, tu vida carnal no te la concedieron tus padres, porque ellos no pueden crear vida. Dicho de una manera simple, ninguna persona puede crear el aliento del hombre. El motivo por el que la carne de alguien se puede llegar a convertir en una persona es que posee ese aliento. En él reside la vida de un hombre, y es la seña de una persona viva. En cada uno existe este aliento y esta vida, y tus padres no son la fuente ni el origen de ellos. Lo que ocurre es que las personas nacen porque sus padres las engendran; en su origen, es Dios quien le concede a la gente tales cosas. Por tanto, Dios es el Amo de tu vida, no tus padres. Él creó a la humanidad, creó las vidas que hay en ella y les insufló el aliento vital, el origen de la vida del hombre. Por tanto, ¿acaso no resulta fácil de entender la frase ‘Tus padres no son los amos de tu vida’? Tus padres no te concedieron el aliento, y mucho menos la continuación de este. Dios cuida y rige todos los días de tu vida. Tus padres no deciden cómo transcurren estos días, si se trata de un día feliz y pasa sin incidentes, a quién conoces o en qué entorno vives a diario. Lo que sucede es que Dios te cuida a través de tus padres; ellos son simplemente las personas que Dios envió para protegerte. Tus padres no te dieron la vida cuando naciste, por ende, ¿acaso fueron ellos quienes te dieron la vida que te ha permitido vivir hasta ahora? Tampoco es ese el caso. El origen de tu vida sigue siendo Dios y no tus padres(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). Después de leer las palabras de Dios, Ming Hui suspiró aliviada. Como dijo Dios, era un hecho que “Los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento, y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres”, pero esto solo demostraba que todos los animales en la naturaleza están cumpliendo con la responsabilidad y obligación de criar a sus hijos. Esta es una ley que Dios ha establecido para todos los seres vivos. Incluso los tigres o leones feroces, cuando sus crías aún son pequeñas, se dedican a protegerlas y criarlas hasta que puedan ser independientes. Esta es una ley que Dios hizo para ellos, y también es su instinto. Los humanos son una especie más avanzada que otros animales, con corazones y espíritus, y deberían saber aún mejor cómo acatar esta ley. No importa el precio que los padres paguen por sus hijos. Simplemente están cumpliendo con su responsabilidad y obligación, y eso no se puede llamar bondad en absoluto. Ming Hui se dio cuenta de que había entendido que “Los cuervos retribuyen a sus madres dándoles alimento, y los corderos se arrodillan para recibir la leche de sus madres” de una manera que no estaba de acuerdo con la verdad. Pensaba que esto significaba que incluso los animales sabían cómo retribuir la bondad de sus padres al criarlos, y, que si ella no podía hacerlo, era incluso peor que un animal. Dicha comprensión era errónea y no estaba de acuerdo con las palabras de Dios. Que la hubiesen traído al mundo, criado y dado comida, ropa y educación eran todas responsabilidades y obligaciones que debían cumplir como padres. No debería sentirse siempre en deuda con sus padres, y mucho menos pensar siempre que debería retribuirles su bondad. A primera vista, sus padres la trajeron al mundo y la criaron, pero esto fue ordenado por Dios. Los padres cuidan de la vida de sus hijos y los crían hasta que son adultos, pero, en cuanto a lo bueno y a lo malo de sus destinos, y cuándo les pasarán ciertas cosas o les sobrevendrá un accidente, no tienen ningún control. Ming Hui de repente recordó una ocasión cuando tenía cinco o seis años, que fue a jugar junto al río con su hermana, quien era dos años mayor, y accidentalmente cayó en una zanja profunda. Tragó mucha agua y casi se ahogó. Su hermana, llorando, la sacó arrastrando de la zanja. En ese momento, aunque ella no creía en Dios, si Dios no la hubiera estado cuidando y protegiendo, hace mucho tiempo que habría dejado de respirar y perdido la vida. Por mucho que sus padres la amaran, no tenían control sobre si vivía o moría. Que ella hubiese llegado hasta hoy era enteramente el resultado del cuidado y la protección de Dios. Debía pensar en cómo retribuir el amor de Dios y cumplir con su deber como ser creado. Esto era lo que debía hacer alguien con conciencia y razón.

Poco después, Ming Hui leyó estas palabras de Dios: “Eres un ser creado en presencia del Creador. En esta vida, no solo has de cumplir con las responsabilidades hacia tus padres, sino también con las que tienes como ser creado y con tus deberes como tal. Solo puedes cumplir con tus responsabilidades hacia tus padres con base en las palabras de Dios y los principios-verdad, no haciendo cualquier cosa por ellos en función de tus necesidades emocionales o las de tu conciencia. […] Por supuesto, habrá quien diga: ‘Las cosas que dices son hechos, pero a mí me parece que actuar de esa manera es demasiado impersonal. La conciencia siempre me lo reprocha, no puedo soportarlo’. Si es así, entonces limítate a satisfacer tus sentimientos; acompaña a tus padres y no te alejes de su lado, sírvelos, sé un buen hijo y haz todo lo que digan, esté bien o mal. Conviértete en un apéndice unido a ellos y en su asistente, todo eso está bien. Así nadie te va a criticar a tus espaldas, e incluso los parientes menos directos hablarán sobre lo buen hijo que eres. Sin embargo, al final, el único que perderá serás tú. Has conservado tu reputación de buen hijo, has satisfecho tus necesidades emocionales, nunca te ha remordido la conciencia y les has devuelto la gentileza a tus padres, pero has perdido y descuidado algo: no has tratado y abordado todos estos asuntos según las palabras de Dios y has perdido la oportunidad de cumplir con tu deber como ser creado. ¿Eso qué significa? Que has sido buen hijo con tus padres, pero has traicionado a Dios. Has demostrado piedad filial y satisfecho las necesidades emocionales de la carne de tus padres, pero te has rebelado contra Dios. Prefieres ser un buen hijo antes que cumplir con tus deberes como ser creado. Esa es la mayor falta de respeto a Dios. Él no va a afirmar que eres alguien que se somete o que posee humanidad solo porque seas un buen hijo, no hayas decepcionado a tus padres, tengas conciencia y cumplas con tus responsabilidades filiales. Si solo satisfaces las necesidades de tu conciencia y las emocionales de tu carne, pero no aceptas las palabras de Dios o la verdad como la base y los principios para tratar y abordar este asunto, entonces muestras una enorme rebelión contra Dios. Si quieres ser un ser creado apto, lo primero es contemplar y hacerlo todo de acuerdo con las palabras de Dios. A esto se le llama ser apto, tener humanidad y conciencia. Por el contrario, si no aceptas las palabras de Dios como los principios y la base para tratar y lidiar con esta cuestión, ni tampoco Su llamada para salir a cumplir con tu deber, o si prefieres retrasar o perder semejante oportunidad para, en su lugar, quedarte junto a tus padres, acompañarlos, hacerlos felices, permitir que disfruten de sus años crepusculares y devolverles su gentileza, entonces Dios dirá que eres alguien sin humanidad ni conciencia. No eres un ser creado y Él no te reconocerá(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (16)). Ming Hui recordó la primera vez que el líder de la iglesia le envió una carta preguntándole si podía irse de casa para cumplir con su deber. Lo primero que pensó fue que, con el paso de los años, le debía mucho a sus padres. En especial, ya era demasiado tarde para compensar lo que le debía a su padre. Si también dejaba a su madre, sería aún más difícil justificarse. Para consolar un poco su conciencia y que los vecinos dijeran que era buena hija, rechazó su deber y se quedó en casa para cuidar de su madre. Creía que eso significaba ser una persona con conciencia y humanidad. A partir de las palabras de Dios, entendió que, como un ser creado que respiraba el aliento que Él le dio y disfrutaba de todo lo que Él le proveía, debía retribuirle Su amor. Sin embargo, cuando la iglesia necesitó que cumpliera con su deber, lo rechazó para cuidar de su madre. Aunque cuidara mucho de su madre y otros la elogiaran por ser buena hija, seguiría siendo alguien sin conciencia ni humanidad ante el Creador. Al pensar esto, Ming Hui no pudo evitar odiarse a sí misma y pensó: “Si no creyera en Dios y no hubiera leído las palabras de Dios, esto sería excusable. Ahora bien, he creído en Dios todos estos años y he leído muchas de Sus palabras, pero mi punto de vista sobre las cosas sigue siendo igual que el de los no creyentes. ¿Acaso soy una incrédula? Para seguir al Señor Jesús, difundir el evangelio del reino de los cielos y pastorear a las iglesias, Pedro abandonó a sus padres y a su familia. También hubo misioneros extranjeros que abandonaron a sus familias y cruzaron los mares para venir a China y difundir el evangelio del reino de los cielos del Señor Jesús entre nosotros. Ellos también tenían padres, hijos y parientes. Sin embargo, no pensaron en sus familias, ni en sus padres ni en sus hijos, sino en cómo considerar la intención de Dios y cómo acercar a Dios a las personas que vivían en pecado y que habían sido profundamente dañadas por Satanás, para que aceptaran Su salvación. Estas personas tenían conciencia y humanidad. Ahora han llegado los últimos días, y la obra de Dios está a punto de terminar. El coronavirus, las inundaciones, la guerra y todo tipo de desastres nos han sobrevenido. Todavía hay muchas personas que no han escuchado el evangelio de la obra de Dios en los últimos días. Estas personas se enfrentan al peligro de perderse en los desastres en cualquier momento. Que ahora tenga la oportunidad de cumplir con mi deber y difundir el evangelio del reino de Dios, ¿no es lo más justo y significativo? ¡Este es el tipo de cosas que alguien con humanidad debería hacer! ¿Qué importa lo mucho que me aprecien los demás? Como un ser creado, lo más importante es cumplir con mi deber y recibir la aprobación del Creador”. Ming Hui leyó otro pasaje de las palabras de Dios y aprendió más sobre su problema. Dios Todopoderoso dice: “Debido al condicionamiento de la cultura tradicional china, según sus nociones tradicionales, el pueblo chino cree que se debe observar una devoción filial hacia los padres. Aquel que no cumple con la devoción filial es mal hijo. Al pueblo le han inculcado estas ideas desde la infancia y se enseñan en prácticamente todos los hogares, así como en todas las escuelas y en la sociedad en general. Cuando a una persona le han llenado la cabeza de esas cosas, piensa: ‘La devoción filial es más importante que nada. Si no cumpliera con ella, no sería buena persona; sería mal hijo y la sociedad me criticaría. Sería una persona carente de conciencia’. ¿Es correcto este punto de vista? La gente ha visto muchas verdades expresadas por Dios; ¿acaso Él ha exigido que uno demuestre devoción filial hacia sus padres? ¿Es esta una de las verdades que los creyentes en Dios deben comprender? No, no lo es. Dios solo ha hablado sobre ciertos principios. ¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre. […] Satanás usa ese tipo de cultura tradicional y esas nociones de moralidad para atar tus pensamientos, tu mente y tu corazón, lo que te vuelve incapaz de aceptar las palabras de Dios; tales cosas de Satanás te han poseído y te han hecho incapaz de aceptar Sus palabras. Cuando quieres practicar las palabras de Dios, estas cosas te perturban en tu interior, hacen que te opongas a la verdad y a Sus requisitos, y te vuelven impotente para librarte del yugo de la cultura tradicional. Tras luchar durante un tiempo, cedes: prefieres creer que las nociones tradicionales de moralidad son correctas y conformes a la verdad, así que rechazas o abandonas las palabras de Dios. No aceptas Sus palabras como la verdad y no piensas en absoluto en ser salvado, pues sientes que aún vives en este mundo, y solo puedes sobrevivir apoyándote en estas personas. Incapaz de soportar el rechazo social, preferirías renunciar a la verdad y a las palabras de Dios, abandonarte a las nociones tradicionales de moralidad y a la influencia de Satanás, y optarías por ofender a Dios en lugar de practicar la verdad. ¿Acaso no es el hombre digno de pena? ¿No tiene necesidad de la salvación de Dios? Algunos han creído en Dios durante muchos años, pero aún no comprenden el tema de la devoción filial. Realmente no entienden la verdad. Nunca pueden abrirse camino a través de esta barrera de las relaciones mundanales; no tienen la valentía, ni la confianza, ni mucho menos la determinación, de modo que no pueden amar y obedecer a Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). En un instante, las palabras de Dios animaron el corazón de Ming Hui. Reconoció que su rechazo a desprenderse de su madre venía del adoctrinamiento y la influencia de la cultura tradicional que Satanás le había inculcado. Vivía según los venenos satánicos: “La devoción filial es una virtud que debe tenerse por encima de todo lo demás”, “Tus padres te crían para que puedas cuidarlos cuando envejezcan” y “No viajes muy lejos mientras aún vivan tus padres”. Desde pequeña, a menudo había escuchado comentarios de la gente como: “El hijo de fulano es muy bueno; sabe cómo retribuirles su bondad a sus padres. ¡Realmente tiene conciencia! Por otro lado, el hijo de mengano no es bueno. Sus padres se enfermaron, pero él no los cuidó. Qué hijo tan desagradecido. ¡Arrojó su conciencia a los lobos!”. Estas palabras ya habían sido plantadas en lo profundo del corazón de Ming Hui. Puso primero el ser buena hija y pensó que, al estar su madre enferma, como hija, debía estar a su lado sirviéndole. Si ella no estaba a su lado, era una mala hija. Temía que los vecinos dijeran que era una hija desagradecida, sin humanidad, y por eso rechazó su deber. Luego, aunque comenzó a cumplir con su deber de nuevo, todavía se sentía en deuda con su madre. Reconoció que había estado atada muy fuertemente por estos venenos satánicos. En ese momento, Ming Hui pensó en cómo su madre era una incrédula. El año pasado, como su madre no podía soportar el tormento de su enfermedad, fue a adorar a espíritus malignos. Ming Hui no solo no podía amar lo que Dios ama y odiar lo que Él odia, sino que también dejó que su preocupación por su madre afectara su deber. ¿Acaso no era esto no poder distinguir el bien del mal y discernir entre lo bueno y lo malo? ¡Ming Hui se odiaba por ser tan ciega e ignorante! Suspiró mientras pensaba: “Afortunadamente, Dios expresó estas palabras y nos dio los principios que debemos practicar en relación con nuestros padres. Solo por eso puedo desprenderme de mi deuda con mi madre y concentrarme en mi deber. De lo contrario, en esta vida solo me controlaría el pensamiento tradicional que Satanás me inculcó y no estaría para nada dispuesta a cumplir con mi deber. Al final, perdería mi oportunidad de ser salva y me volvería digna de lástima”.

Ming Hui leyó otros dos pasajes de las palabras de Dios y aprendió cómo debía considerar a sus padres. Dios Todopoderoso dice: “Para empezar, la mayoría de la gente elige irse de casa para cumplir con su deber, en parte por las circunstancias objetivas generales que les obligan a dejar a sus padres. No pueden permanecer a su lado para cuidarlos y hacerles compañía. No es que elijan dejarlos voluntariamente; esa es la razón objetiva. Por otra parte, en términos subjetivos, no sales a cumplir con tu deber porque quisieras dejar a tus padres y escapar de tus responsabilidades, sino por la llamada de Dios. Para cooperar con la obra de Dios, aceptar Su llamada y cumplir los deberes de un ser creado, no tuviste más remedio que dejar a tus padres; no podías quedarte a su lado para acompañarlos y cuidarlos. No los abandonaste con la intención de eludir tu responsabilidad, ¿verdad? Una cosa es eso y otra haberlo hecho para responder la llamada de Dios y cumplir con tu deber; ¿acaso la naturaleza de ambas cosas no es diferente? (Sí). En tu corazón guardas apego emocional y piensas en tus padres; tus sentimientos no son vacíos. Si las circunstancias objetivas lo permiten y puedes permanecer a su lado mientras cumples con tu deber, entonces estarías dispuesto a hacerlo, a cuidar de manera regular de ellos y cumplir con tus responsabilidades. Pero esas circunstancias no se dan y debes abandonarlos, no puedes seguir a su lado. No es que no quieras desempeñar tus responsabilidades como hijo, es que no puedes. ¿No es diferente la naturaleza de esto? (Sí). Si dejaste tu hogar para eludir el deber filial y tus responsabilidades, es que no eres buen hijo y careces de humanidad. Tus padres te educaron, pero tú estás deseando levantar el vuelo y marcharte rápido y por tu cuenta. No quieres verlos y, si te enteras de que se hallan en dificultades, no prestas atención alguna. Aunque tengas los medios para ayudarlos, no lo haces, finges no haber oído nada y dejas que los demás digan lo que quieran sobre ti. Simplemente no quieres desempeñar tus responsabilidades. Esto es no ser buen hijo. ¿Pero estamos hablando ahora de lo mismo? (No). Mucha gente ha dejado sus condados, ciudades, provincias o incluso sus países para cumplir con el deber; ya se encuentran lejos de donde se criaron. Por si fuera poco, no resulta conveniente que permanezcan en contacto con sus familias por diversas razones. A veces preguntan por la situación de sus padres a gente que viene de la misma ciudad y se sienten aliviados al oír que todavía gozan de buena salud y les va bien. De hecho, no es que no seas buen hijo, ya que no has llegado al punto de carecer de humanidad, en el que ni siquiera te importan tus padres ni desempeñas tus responsabilidades hacia ellos. Eliges esto por varias razones objetivas, así que no es que no seas buen hijo. Estas son las dos razones. […] Además, lo más importante es que tras años de fe en Dios y de escuchar tantas verdades, la gente cuente al menos con este pequeño entendimiento y comprensión: el destino del hombre lo determina el cielo, el hombre vive en manos de Dios y tener Su cuidado y protección es bastante más importante que las preocupaciones, la piedad filial o la compañía de los hijos. ¿No sientes alivio al saber que tus padres están bajo el cuidado y la protección de Dios? No hace falta que te preocupes por ellos. Si lo haces, eso significa que no confías en Dios, que tu fe en Él es demasiado escasa. Si de verdad te preocupan y te interesan tanto tus padres, deberías orar a Dios a menudo, encomendárselos a Sus manos y permitir que Él lo instrumente y arregle todo(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (16)). “Como hijo, deberías entender que tus padres no son tus acreedores. Hay muchas cosas que has de hacer en esta vida, y todas ellas le corresponden a un ser creado, el Señor de la creación te las ha encomendado y no tienen nada que ver con retribuirles a tus padres su gentileza. Mostrarles piedad filial, retribuirles y devolverles su gentileza son cosas que no tienen nada que ver con tu misión en la vida. También se puede decir que no es necesario mostrarles piedad filial a tus padres, retribuirles o cumplir con ninguna de tus responsabilidades hacia ellos. En palabras sencillas, puedes dedicarte un poco a eso y al mismo tiempo desempeñar alguna de tus responsabilidades si las circunstancias lo permiten. Cuando no sea así, no hace falta que te empeñes en ello. Si no puedes desempeñar tu responsabilidad de mostrarle piedad filial a tus padres, tampoco es una calamidad, solo contradice levemente tu conciencia, tu moral y tus nociones humanas. Pero al menos no va en contra de la verdad y Dios no te condenará por ello. Cuando entiendas la verdad, tu conciencia no recibirá ningún reproche por este motivo(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (17)). A partir de las palabras de Dios, Ming Hui se dio cuenta de que su incapacidad para quedarse en casa cuidando a sus padres durante estos años se debía principalmente a la persecución y los arrestos del Partido Comunista. Se vio obligada a perder su oportunidad de quedarse en casa y cuidar de sus padres; no fue que evadió intencionalmente su responsabilidad de apoyarlos. Ahora tenía antecedentes penales, y la policía iría a su casa en cualquier momento para acosarla y vigilar su paradero. Le sería totalmente imposible creer en Dios y cumplir con su deber en casa, así que no tuvo más opción que irse. Como un ser creado, cumplir con el deber correspondiente era más importante que ser buena hija. Esto era lo más justo que podía hacer en su vida, sin mencionar que era su misión. A partir de las palabras de Dios, Ming Hui encontró una senda para practicar. Si las condiciones lo permitían y tenía la oportunidad de estar en casa y cuidar de su madre, podría cumplir con su responsabilidad y obligación como hija y ocuparse de ella. Si las circunstancias no eran las adecuadas, no había necesidad de reprocharse. Los hijos y los padres no se debían nada. Al reconocer esto, Ming Hui sintió alivio en todo su cuerpo. En su corazón, dio gracias a Dios. Fueron las palabras de Dios las que la ayudaron a ver claramente cómo la cultura tradicional dañaba a las personas y a entender que, como ser creado, solo tiene sentido vivir para cumplir con el deber, y te hace una persona que realmente tiene conciencia y humanidad. En los siguientes días, Ming Hui puso todo su corazón en su deber.

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