La elección correcta
Nací en una remota aldea de montaña, en una familia de varias generaciones de granjeros. Cuando yo estaba en la escuela, mi madre solía decirme: “Nuestra familia no tiene en qué ampararse. Si quieres cambiar tu destino, solo te tienes a ti mismo. Tu única esperanza es que te vaya bien en la escuela”. Tomé muy en serio sus palabras, con la esperanza de algún día “destacar entre los demás y honrar a mis antepasados”. Pero, tras mi graduación, no solo no hallé un trabajo estable, sino que mis padres enfermaron de gravedad. Gastamos todos los ahorros familiares y les pedimos dinero a parientes. Como no pude devolverles el dinero a tiempo, mi propia tía me llamaba “vampiro” por la espalda. Me aboqué a ganar dinero para que no pudieran despreciarme, pero las condiciones de nuestra desahuciada familia y el desdén de nuestra familia me deprimieron de verdad, y lloraba mucho en secreto. Justo cuando más abatido estaba y más indefenso me sentía, en junio de 2013, un amigo compartió conmigo el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. A través de la lectura de las palabras de Dios y de las reuniones con hermanos y hermanas, aprendí que Dios creó al hombre y que nuestras vidas están en Sus manos. También aprendí que la vida es tan dolorosa porque los humanos perdieron la protección de Dios tras ser corrompidos por Satanás, y Dios se ha hecho carne y está expresando verdades en los últimos días para salvar a la humanidad de la corrupción y el daño de Satanás. Tras aprender sobre la voluntad de Dios de salvar a la humanidad, me involucré mucho en las reuniones y leí mucho las palabras de Dios. También empecé a cumplir un deber en la iglesia bastante pronto.
Tras unos meses, al ver que yo era entusiasta y quería perseguir la verdad, los hermanos y las hermanas recomendaron que entrenara para ser líder de grupo. Junto al hermano Li, estaba a cargo de varios grupos de reuniones. En esa época tenía un empleo, por lo que el hermano Li iba a las reuniones diurnas que eran más lejos, y yo asistía a las reuniones vespertinas. Así podíamos organizar bien nuestros horarios. Para fin de año, nos faltaba personal para los asuntos generales, por lo que asignaron al hermano Li a ese trabajo, y yo quedé provisionalmente a cargo de esos grupos. Sabía que debía ampararme en Dios para eso. Pero, al mismo tiempo, sentía que estaba en una situación difícil. Si dedicaba todo mi tiempo y energía a mi deber, no tendría tiempo suficiente para trabajar. Mi empresa me había puesto un objetivo de ventas hasta fin de año de un millón de yuanes, y, si lo superaba, recibiría un mayor bono de fin de año. Pensaba que si alcanzaba ese objetivo, podría saldar mis deudas y, además, ahorrar un poco de dinero, y entonces mis amigos y mi familia no me despreciarían. Pensaba que primero obtendría ese dinero, y luego me esforzaría más en mi deber. Mi supervisor del trabajo quería que hiciera horas extras en las noches para alcanzar el objetivo, por lo que trabajaba una hora extra y pedía tiempo libre para ir a las reuniones, pero mi supervisor dejó de aprobar mi tiempo libre y quería que yo trabajara más horas extras. Eso me hizo llegar tarde a muchas reuniones. Los demás me recordaban que debía llegar más temprano, y yo, de mala gana, tan solo asentía. Poco después, recibí una orden por más de 500 000 yuanes y ese mes me pagaron más de 7000 yuanes, lo que alimentó mi deseo por más dinero. Pensaba que ese dinero había llegado muy rápido, y yo ya había cumplido más de la mitad de mi objetivo. Si cinco de mis diez clientes firmaban una orden, eso me dejaría una buena ganancia. Y si conseguía clientes más importantes, tal vez incluso pudiera comprar una casa y un auto después de unos años, luego podría volver a casa, glorioso, y los aldeanos me admirarían. Así, me aboqué de lleno a mi sueño de ganar montones de dinero. Solía hacer horas extras en la noche. A veces pensaba en los hermanos y hermanas que me esperaban en las reuniones y me sentía un poco culpable, pero, cuando salía del trabajo, ya era muy tarde y debía irme a casa. Para cuando llegaba a casa, estaba agotado y no tenía energía para leer las palabras de Dios, por lo que me iba a dormir directamente. Algunas mañanas me levantaba muy tarde, hojeaba un poco las palabras de Dios y me iba a trabajar. No sabía qué decir cuando oraba. Al vivir en ese estado, cada vez fui más descuidado en mi deber. Algunos recién llegados a mi cargo necesitaban riego con urgencia, y yo hacía que otros hermanos y hermanas fueran a las reuniones de recién llegados en mi lugar. Sin embargo, todos tenían sus propios deberes, y a veces no podían hacerse cargo de eso también, lo que impactaba la efectividad del riego. Más adelante, el líder y los demás hablaron conmigo sobre anteponer mi deber, y me recordaron que solo actuar por inercia en las reuniones y ser irresponsable en mi deber solo retrasaría el progreso en la vida de los recién llegados. Cuando dijeron eso, me asusté un poco. Si los recién llegados no eran regados a tiempo, podían caer en mentiras y abandonar, y yo estaría haciendo el mal. Sabía que no podía seguir así, sino que debía orar y arrepentirme enseguida.
Después, cuando volví a supervisar esos grupos, vi que, como consecuencia de que yo no hubiera hecho nada de trabajo práctico, los problemas de los recién llegados no se solucionaban a tiempo, lo que los dejaba en un mal estado, y algunos ni siquiera asistían a las reuniones con regularidad. Al ver las cosas en ese estado, me sentí muy culpable. Más y más nuevos creyentes se unían a la fe y necesitaban riego y apoyo urgente, y ayuda para establecer una base en el camino verdadero. Sentí que debía renunciar a mi empleo y dedicarme a mi deber a tiempo completo. Pero mi jefe del trabajo me asignaba buenos proyectos, y mi supervisor dijo que quería ayudarme a hallar más clientes. Cuando le dije a mis colegas que estaba pensando en renunciar, dijeron: “Ya cumpliste más de la mitad de tu objetivo de ventas, puedes superarlo para fin de año. Sería una pena renunciar ahora”. Al oírlos decir eso, también sentí que sería una pena, y quise seguir hasta fin de año y luego renunciar. Pero la obra de la iglesia necesitaba gente con urgencia, si solo me concentraba en mi empleo y en ganar dinero, y no volcaba mi corazón en la obra de la iglesia, eso sería egoísta. Para mí, era un verdadero dilema. En esa época, me sentía muy confundido. Oré a Dios, le pedí que me esclareciera y me guiara.
Un día, cuando escuchaba himnos de las palabras de Dios, oí esto: “En este momento, cada día que vivís es crucial y de vital importancia para vuestro destino y vuestra suerte, así que debéis valorar todo lo que poseéis ahora y apreciar cada minuto que pasa. Debéis dedicar tanto tiempo como podáis a obtener para vosotros mismos los mayores beneficios, de modo que no hayáis vivido vuestra vida en vano” (Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos, Cada día que viven ahora es crucial). “¡Despertad, hermanos! ¡Despertad, hermanas! Mi día no se retrasará; ¡el tiempo es vida, y aprovechar el tiempo es salvar la vida! ¡El tiempo no está muy lejos! Si reprobáis los exámenes de ingreso para la universidad, podéis estudiar e intentar otra vez cuantas veces queráis. Sin embargo, Mi día no tolerará más demora. ¡Recordad! ¡Recordad! Os exhorto con estas buenas palabras. El fin del mundo se desarrolla ante vuestros propios ojos, y grandes desastres se acercan rápidamente. ¿Qué es más importante: vuestra vida o dormir, comer, beber y vestirse? Ha llegado el momento de que sopeséis estas cosas” (Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos, El tiempo perdido no regresará nunca). Estos himnos de las palabras de Dios de verdad me impresionaron. La obra de Dios de los últimos días es la obra que concluye la era. Dios determina el resultado de cada persona, y cada uno sigue a su clase. Más adelante, la gente será salvada y resguardada, o caerá en la ruina. Eso se determina según cómo busquemos la verdad ahora. Es el momento crítico que decide nuestro resultado y nuestro destino. En este momento, los desastres suceden uno tras otro. Hay cada vez más terremotos, inundaciones y sequías. No sabemos cuándo llegará a su fin la obra de Dios. Yo sabía que si no usaba mi tiempo para buscar la verdad bien, sino que seguía buscando dinero y una vida fácil, como los incrédulos, eso arruinaría mi oportunidad de ganar la verdad y ser salvado. Pensé en la esposa de Lot. Ella anhelaba las posesiones familiares. Los ángeles los guiaron fuera de la ciudad y les dijeron que no miraran atrás, pero ella lo hizo, y luego se convirtió en una columna de sal, una marca de la vergüenza. Yo era como la esposa de Lot. Anhelaba la riqueza y perseguía los placeres terrenales, ponía la mano en el arado y miraba atrás. ¡Era tan insensato y ciego! Pensé en que antes vagaba por el mundo, con muchas deudas y sin salida. La salvación de Dios llegó a mí y me sacó de mi sufrimiento, me dio la oportunidad de perseguir la verdad y la salvación. Me había deleitado en el amor de Dios, pero no tenía deseos de retribuirlo. Era negligente e irresponsable en mi deber. De verdad no tenía conciencia, y eso desagradaba a Dios. No podía seguir tercamente en la senda equivocada, sino que debía abandonar mis intereses personales, perseguir la verdad y cumplir bien mi deber.
Después de eso, empecé a pensar en por qué nunca era capaz de abandonar mi empleo y el dinero, ¿cuál era la raíz? Entonces, un día, leí algunas palabras de Dios. “Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que todas las personas solo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y harán cualquier juicio o decisión en nombre de la fama y la ganancia. De esta forma, Satanás ata a las personas con cadenas invisibles y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Sin saberlo, llevan estas cadenas y siempre avanzan con gran dificultad. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad evita a Dios y le traiciona, y se vuelve más y más perversa. De esta forma, entonces, se destruye una generación tras otra en medio de la fama y la ganancia de Satanás” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). “‘Por dinero baila el perro’ es una filosofía de Satanás y prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana. Podríais decir que es una tendencia, porque se ha introducido en el corazón de todos y cada uno. Desde el principio, las personas no aceptaban este dicho, pero luego lo aceptaron tácitamente cuando entraron en contacto con la vida real, y empezaron a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? Quizás las personas no entiendan este dicho en el mismo grado, pero cada uno tiene diferentes grados de interpretación y reconocimiento de este dicho en base a cosas que han acontecido a su alrededor y a sus propias experiencias personales, ¿no es ese el caso? Independientemente de cuánta experiencia tenga alguien con este dicho, ¿cuál es el efecto negativo que puede producir en el corazón de alguien? Algo es revelado por medio del carácter humano de las personas en este mundo, incluyéndoos a todos y cada uno de vosotros. ¿Qué es? Es la adoración al dinero. ¿Es difícil eliminar esto del corazón de alguien? ¡Es muy difícil! ¡Parece que la corrupción del hombre por parte de Satanás es realmente profunda! Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio en su búsqueda del dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su personalidad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña maliciosa?” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). Las palabras de Dios revelan la raíz de perseguir dinero y fama. Desde pequeño, pensaba que había que regirse por las filosofías satánicas como “el dinero hace girar al mundo” y “destaca entre los demás y honra a los antepasados”. Pensaba que con dinero, la gente podía hablar con confianza y dignidad, que podía tener la frente en alto, ser superior y ser respetada. Pensaba que era la única forma de tener una vida valiosa y honorable. Sobre todo cuando mi familia me dio la espalda, trabajé más horas extras para ganar más dinero, para poder algún día ser superior a ellos. Tras hacerme creyente, sabía que debía asistir a más reuniones y cumplir mi deber para aprender la verdad y progresar en la vida. Pero no podía abandonar mi búsqueda de dinero y estatus. Cuando había un conflicto entre mi deber y mi empleo, anteponía ganar dinero y tomaba mi deber a la ligera. Sobre todo cuando me iba bien en mi empleo y ganaba un poco de dinero, ese deseo crecía cada vez más. Me concentraba por completo en conseguir más clientes y más órdenes para ganar más dinero, no prestaba nada de atención a la obra de la iglesia. Eso significaba que los recién llegados no eran regados a tiempo y casi abandonaban, y la obra de riego estaba gravemente retrasada. En ese momento vi que vivir según esas filosofías satánicas me hacía cada vez más egoísta y codicioso, y que solo pensaba en mis propios intereses. Disfrutaba mucho del riego y del sustento de Dios, pero no le retribuía con mi deber. ¡No tenía razón ni conciencia! El nombre y el estatus son los medios de Satanás para llevar a la gente al infierno, son sus trampas. Alejó mi corazón de Dios cada vez más, al punto en que solo actuaba por inercia, incluso al orar y leer las palabras de Dios. Si seguía así, no podría ganar la verdad y perdería mi oportunidad de ser salvado por Dios.
Después oí otro himno de las palabras de Dios: “Pierde la oportunidad y lo lamentarás por siempre”. “Debes ser consciente de la carga de Dios, aquí y ahora; no debes esperar que Dios revele Su carácter justo a toda la humanidad para ser consciente de Su carga. ¿No sería demasiado tarde entonces? Esta es una buena oportunidad para que Dios te perfeccione. Si dejas que esta oportunidad se te escape de las manos, lo lamentarás por el resto de tu vida, del mismo modo que Moisés no pudo entrar en la buena tierra de Canaán y lo lamentó por el resto de su vida y murió con remordimientos. Una vez que Dios haya revelado Su carácter justo a todas las personas, te llenarás de remordimiento. Aunque Dios no te castigue, te castigarás tú mismo por tu propio remordimiento. El presente es la mejor oportunidad para alcanzar la perfección; ahora es un momento extremadamente bueno. Si no buscas seriamente que Dios te perfeccione, una vez que Su obra haya concluido será demasiado tarde: habrás perdido la oportunidad. No importa cuán grandes sean tus aspiraciones, si Dios ya no está llevando a cabo obra alguna, independientemente del esfuerzo que hagas, nunca serás capaz de alcanzar la perfección” (Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos). Podía sentir las expectativas de Dios para nosotros en Sus palabras. Él espera que podamos atesorar su precioso tiempo, buscar la verdad, cumplir nuestro deber y ganar Su salvación. Es una oportunidad invaluable para buscar ser perfeccionados por Dios, y es un momento crucial para cumplir un deber. Al cumplir un deber, a través de la práctica de buscar la verdad para resolver varios problemas, podemos aprender más verdades y progresar en la vida más rápido. Si no aprovechaba esa oportunidad para entrenar bien, sino que seguía persiguiendo el dinero, cuando concluya la obra de Dios, terminaré con nada, y de nada servirá lamentarse. De hecho, deberías estar satisfecho en la vida con tener comida y techo. Si descuidas tu deber por ganar montones de dinero, al final, eso dañará tu vida, perderás tu increíble oportunidad de ganar la verdad y ser perfeccionado por Dios. ¡Eso sería idiota!
Leí otro pasaje de las palabras de Dios “Como alguien que es normal y que busca el amor a Dios, la entrada al reino para convertirse en uno del pueblo de Dios es vuestro verdadero futuro, y es una vida que tiene el mayor valor y significado; nadie está más bendecido que vosotros. ¿Por qué digo esto? Porque los que no creen en Dios viven para la carne y viven para Satanás, pero hoy vivís para Dios y vivís para hacer la voluntad de Dios. Es por esto que digo que vuestras vidas son de gran importancia. Solo este grupo de personas, que Dios ha seleccionado, puede vivir una vida de gran importancia: Nadie más en la tierra puede vivir una vida de tal valor y significado” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conoce la obra más reciente de Dios y sigue Sus huellas). Leer estas palabras de Dios fue emocionante. Buscar la verdad y llegar a conocer a Dios es la única forma de tener una vida en verdad significativa. Antes, siempre había vivido según filosofías satánicas, pensaba que si tenía dinero y estatus, todos me admirarían, y esa sería una vida significativa. Pero todo eso estaba equivocado. Sin fe, sin ganar la verdad y la vida, la gente no puede entender nada en realidad. No sabe ni siquiera de dónde viene, en verdad no sabe que Dios gobierna sobre los destinos de la humanidad. Solo se esfuerza por el estatus y el dinero, no piensa en dar marcha a tras, más allá de cuánto haya sufrido, y es seguro que morirá en los desastres cuando lleguen, ¡su dinero será inútil entonces! Es muy triste que Satanás juegue contigo y te dañe toda tu vida. Pero tener fe y perseguir la verdad son dos cosas diferentes. No tenemos tanta gratificación material, pero, al aprender verdades, ganar percepción sobre algunas cosas y ya no estar tentados ni atrapados por el dinero, podemos ganar algo de paz y esclarecimiento. Job tenía muchas posesiones familiares, pero no era eso lo que le daba placer. Se centraba en conocer el gobierno de Dios sobre todo, en temer a Dios y evitar el mal. Cuando le llegaron las pruebas, pudo no quejarse y mantenerse firme en el testimonio. Ganó la aprobación de Dios y, al final, Dios apareció ante él. La vida de Job tenía significado y valor. Al pensarlo de este modo, escribí mi carta de renuncia. Tras ver que ya me había decidido, el jefe no intentó que me quedara. Mi proceso de renuncia fue fácil. En cuanto salí de la empresa, me sentí muy relajado y libre.
Después de eso, de verdad me aboqué a mi deber y trabajé en armonía con otros hermanos y hermanas para regar a los recién llegados. Un poco después, los recién llegados asistían a las reuniones con entusiasmo y la vida en la iglesia mejoraba. ¡Sentía mucha paz! ¡Gracias a Dios!