¿De qué me llegaron a servir el dinero y el estatus?

23 Oct 2022

Por Nina, Costa de Marfil

Nací en una familia desestructurada. Cuando mi madre estaba embarazada de mí, mi padre se fue con otra mujer. Mi madre sufrió mucho para cuidar de seis hijos y yo oía que lloraba casi todas las noches. Verla llorar tan amargamente hizo que yo tuviera una idea negativa del matrimonio y las relaciones. Me decía a mí misma: “Nunca puedes darle toda tu confianza a otra persona. No confíes jamás en nadie. Lo único de lo que te puedes fiar en la vida es de ti misma y del dinero que ganes con tus manos”. Desde ese momento empecé a pensar en cómo ganar dinero. En secundaria, mientras el resto disfrutaba de las vacaciones, mi madre y yo montamos un puesto de comida al borde del camino, pero el dinero que ganábamos entonces solo cubría nuestras necesidades básicas. Tuve que abandonar en segundo de secundaria por no poder pagar la matrícula. Luego continué llevando el puesto. Me levantaba a las 4 o las 5 de la mañana a preparar comida y sobre las 6 me iba al puesto. Tres años después había ahorrado lo bastante como para ir a trabajar a una gran ciudad. Madrugaba y trabajaba mucho todos los días, pero no ganaba mucho y no estaba satisfecha. Por ello, con ayuda de mi novio, gasté mis ahorros de años en abrir una tiendita. Dos años después habíamos ganado algo de dinero y teníamos hijos. Justo a punto de casarnos, mi novio me estafó en todo. Se llevó todo el dinero, huyó y se instaló con otra mujer. Además, tuvieron un hijo. Había desaparecido todo el dinero ganado con mi esfuerzo y me sentía deprimida y desdichada. Con la experiencia de lo que le había pasado a mi madre, creía que los hombres no eran confiables y que debía centrarme en ganar lo bastante como para criar a mis hijos. Sin embargo, tenía mucha presión, no tenía energía para llevar la tienda y estaba enferma. Ya no quería permanecer más en esa ciudad. Más tarde, cuando se enteró el padre de mi novio, me pagó la solicitud de una visa para el Reino Unido. Cuatro años después, obtuve el permiso de residencia y entré en la universidad. Para ganar más dinero, elegí asignaturas sobre negocios. En 2011 recibí una beca de estudios, y con ese dinero abrí una tienda de comida africana en la ciudad.

Al principio, como la tienda era pequeña, solo contraté a una persona. Me levantaba a las 5 de la mañana para trabajar en la tienda e iba a clase cuando acababa. Tras las clases, volvía deprisa a la tienda a limpiar, entregar mercancía y gestionar las cuentas. Debía de ser muy difícil llevar el negocio, estudiar en la universidad y criar a tus hijos al mismo tiempo. Pero cuando todos elogiaban mi capacidad y veía sus miradas de admiración y envidia, me sentía muy satisfecha. Por entonces, la tienda iba bien y ganaba más dinero del que había imaginado, pero no me parecía bastante. Creía que debía ser tan rica como para adquirir el banco, para que los demás me elogiaran y envidiaran. Era lo que realmente quería. A fin de recibir más honores y elogios, demostrar que era fuerte y ganar más dinero para criar a mis hijos y llevar una vida lujosa, amplié la tienda. Tres años más tarde, mi tiendita se había convertido en una gran tienda que vendía comida de distintos países africanos. Asimismo, fui reconocida como la única empresaria africana de la ciudad. Profesores de secundaria y universidad me invitaban a hablar de mis ambiciones y mi éxito para motivar a los jóvenes inmigrantes en el Reino Unido, y me dieron un trofeo. Cuando iba a dar discursos con el trofeo, todo el mundo me reconocía. Sentía que habían valido la pena todos mis esfuerzos y sufrimientos a lo largo de los años y que había alcanzado mis objetivos vitales. No obstante, no dejé de ganar dinero, pues es más fácil hacer cosas y ganar dinero una vez que tienes estatus social y, además, había aumentado mi deseo de reputación. Sin embargo, entonces ya me sentía físicamente mal. Solamente podía estar parada un rato y luego tenía que sentarme. Según el médico, tenía reuma, fibromialgia y ciática, así que me dolía toda la columna. El médico me dijo que necesitaba tiempo para recuperarme y que ya no podría trabajar más, pero yo no me tomé en serio la enfermedad. Creía que me recuperaría con algo de ejercicio. Aparte, la tienda iba tan bien que no quería dejarla, así que seguí trabajando.

A principios de 2014 estaba peor de mi enfermedad y me dolía todo el cuerpo. Sentía que me ardía entero, como si se hubiera prendido fuego. La mayor parte del tiempo tenía las piernas hinchadas, notaba la cadera como si estuviera rota y tenía débil la columna. Tenía que llevar un corsé para mantenerla recta. Cuando fui a un reconocimiento, el médico me dijo que ya tenía reúma, pero que, como solía ir al congelador de la carnicería, el frío me había llegado a los huesos, por lo que corría el riesgo de quedarme paralítica para siempre en cualquier momento. Me horroricé en el momento, pero era demasiado tarde. Luego, como en general no me podía mover, no tuve más opción que cerrar la tienda. Inesperadamente, hubo gente en la ciudad que empezó a copiarme y abrió tiendas. Estaba celosa y también muy triste por mi enfermedad. ¿Por qué estaba tan enferma? El dolor era incesante las 24 horas y no dormía plácidamente ni un solo día. Era como si me quemara por dentro, y el tormento físico y mental era especialmente doloroso. En esa época comencé a reflexionar en serio sobre las cosas. Si el dinero que gané no podía curar mi enfermedad, ¿de qué servía? Por entonces me sentía vulnerable y desamparada. Me preocupaban mis hijos, pues yo era su única familia. No quería pensar más en el dinero y la reputación, solamente acabar con el dolor y criar a mis hijos en paz. Estuve en cama más de un año preguntándome: “¿Por qué sufre tanto la gente? ¿Por qué enfermamos?”. Triste y desesperada, clamaba al Señor para que me ayudara a librarme del dolor.

En mayo de 2019, una vez, después de diez días de ayuno y oración, sentí ganas de escuchar un himno. Busqué en internet y encontré la web de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Tras mirar unas películas, me dejó una honda impresión Donde está mi hogar. La vida de la niña era un reflejo de mi infancia, y la experiencia de su madre, exactamente la misma que la mía. Durante toda la noche, el corazón me agitó el pecho, y al día siguiente llamé a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Con la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso di por seguro que Él era el regreso del Señor Jesús. Acepté con gusto la obra de Dios Todopoderoso y empecé a asistir a reuniones virtuales. En una ocasión oí un himno que me conmovió mucho. “Si no me hubiera salvado Dios, aún iría a la deriva por el mundo, luchando dolorosamente en el pecado, sin esperanza en la vida. Si no me hubiera salvado Dios, aún me pisotearían los diablos mientras disfrutaba de los placeres del pecado sin saber la senda de la vida humana. Dios Todopoderoso es misericordioso conmigo y Sus palabras me llaman. Oigo la voz de Dios, que me ha elevado ante Su trono. Cada día como y bebo las palabras de Dios, y he comprendido muchas verdades. Veo que la corrupción de la humanidad es muy profunda, realmente necesitamos la salvación de Dios. La verdad de Dios me purifica y salva. Una y otra vez me juzga y refina, y mi carácter de vida está algo cambiado. Al experimentar la justicia y santidad de Dios llego a comprender Su encanto. Soy capaz de temer a Dios, rechazar el mal y vivir con algo de semejanza humana” (Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos). Este cántico explicaba muy bien mi vida. Antes siempre quería crear una vida feliz con mis propias manos, y creía que podría cumplir mis sueños de niña y todos mis deseos con mis propias fuerzas, pero acabé profundamente herida, sin apoyo, y vivía con tristeza. Fue Dios quien me llevó ante Él, alivió mi dolor, me salvó de las tinieblas del mundo, me dejó leer Sus palabras y me dio la ocasión de aceptar el juicio y la purificación. ¡Gracias a Dios por Su salvación! Por entonces no veía la hora de leer más palabras de Dios Todopoderoso, pues veía que las respuestas a muchas preguntas se hallaban en la palabra de Dios Todopoderoso.

Posteriormente leí un pasaje de la palabra de Dios. “¿Cuál es la fuente del sufrimiento del nacimiento, la muerte, la enfermedad y la vejez que los humanos soportan durante toda su vida? ¿Qué causó que las personas tuvieran este sufrimiento? Los humanos no lo tenían cuando fueron creados en el principio, ¿verdad? Entonces, ¿de dónde proviene este sufrimiento? Surgió después de que los humanos fueran tentados por Satanás y de que este los corrompiera y se volvieran degenerados. El dolor de la carne humana, sus aflicciones y su vacío, así como las extremadamente miserables desdichas del mundo humano solo sobrevinieron después de que Satanás hubiese corrompido a la humanidad. Después de que los humanos fuesen corrompidos por Satanás, este empezó a atormentarlos. El resultado fue que se volvieron cada vez más degenerados. Las enfermedades de la humanidad se volvieron más y más graves, y su sufrimiento se fue agravando. Cada vez más la gente sentía el vacío y la tragedia del mundo humano, así como la incapacidad de seguir viviendo en él, y vivir en el mundo carecía cada vez más de esperanza. Así, Satanás hizo caer este sufrimiento sobre la humanidad, y sobrevino solo tras la degeneración del hombre que siguió a la corrupción por parte de Satanás(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El significado de que Dios pruebe el dolor mundano). Con la palabra de Dios entendí que Dios creó un mundo sin enfermedad, dolor ni muerte. Cuando Satanás tentó a la gente para que traicionara a Dios y se apartara de Él, la gente empezó a degenerarse y corromperse y, además, la enfermedad y la muerte cayeron sobre la humanidad. Después, la vida se volvió cada vez más desdichada. En esos seis años padecí una enfermedad y llegué a tener ganas de suicidarme. Mi vida no tenía sentido y rebosaba dolor. Pero ya comprendía la causa de mi dolor: Satanás me corrompió y apartó de Dios, y yo solo vivía por la reputación y la fortuna. Bajo el dominio de Satanás no podría llegar a sentir sino más dolor, y mi vida no tenía sentido. Cuanto más leía las palabras de Dios, más se iluminaba mi corazón, y la palabra de Dios sustentaba mi alma sedienta. Sentí que había despertado de un letargo repleto de pesadillas.

Más tarde leí más palabras de Dios Todopoderoso. “‘Por dinero baila el perro’ es una filosofía de Satanás y prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana. Podríais decir que es una tendencia, porque se ha introducido en el corazón de todos y cada uno. Desde el principio, las personas no aceptaban este dicho, pero luego lo aceptaron tácitamente cuando entraron en contacto con la vida real, y empezaron a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? Quizás las personas no entiendan este dicho en el mismo grado, pero cada uno tiene diferentes grados de interpretación y reconocimiento de este dicho en base a cosas que han acontecido a su alrededor y a sus propias experiencias personales, ¿no es ese el caso? Independientemente de cuánta experiencia tenga alguien con este dicho, ¿cuál es el efecto negativo que puede producir en el corazón de alguien? Algo es revelado por medio del carácter humano de las personas en este mundo, incluyéndoos a todos y cada uno de vosotros. ¿Qué es? Es la adoración al dinero. ¿Es difícil eliminar esto del corazón de alguien? ¡Es muy difícil! ¡Parece que la corrupción del hombre por parte de Satanás es realmente profunda! Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio en su búsqueda del dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su personalidad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto? ¿No es una artimaña maliciosa? Conforme pasas de la objeción a este dicho popular a aceptarlo finalmente como verdad, tu corazón cae por completo en las garras de Satanás y, por tanto, sin darte cuenta acabas viviendo por este dicho. ¿En qué grado te ha afectado este dicho? Podrías conocer el camino verdadero, y podrías conocer la verdad, pero no tienes poder para buscarla. Puedes conocer claramente que las palabras de Dios son la verdad, pero no estás dispuesto a pagar el precio o a sufrir para ganar la verdad. En su lugar, sacrificarías tu propio futuro y destino para oponerte a Dios hasta el final. Por mucho que Dios diga, por mucho que haga, por mucho que te des cuenta de que Su amor por ti es profundo y grande, mantendrás tozudamente tu propio rumbo y pagarás el precio por este dicho. Es decir, este dicho ya ha engañado a tus pensamientos y los ha controlado, ya ha dominado tu comportamiento, y preferirías que rija tu destino antes que dejar de lado tu búsqueda de riqueza. Que la gente actúe así, que pueda ser controlada y manipulada por las palabras de Satanás, ¿acaso no significa que este la ha engañado y corrompido? ¿Acaso la filosofía, la mentalidad y el carácter de Satanás no se han arraigado en tu corazón? Cuando ciegamente persigues riqueza y abandonas la búsqueda de la verdad, ¿no ha logrado Satanás su objetivo de engañarte? Es exactamente así(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). Hasta que no leí las palabras de Dios no entendí que cosas como que “el dinero no lo es todo, pero sin él no haces nada” y “el dinero hace girar el mundo”, que yo siempre había creído, eran, en realidad, filosofías satánicas. Se habían arraigado en mi interior y se habían apoderado de mi mente, así que no concebía nada más importante que el dinero. Como lo consideraba mi único motivo para vivir y creía que me traería felicidad y honra, lo buscaba desesperadamente. Para conseguir más dinero, que me envidiaran y admiraran y una buena vida, me esforcé sin pensar en mi cuerpo hasta que a punto estuve de quedarme paralítica y perder la vida. Esta fue la consecuencia de aceptar las filosofías satánicas y dejarme controlar por ellas. Aunque sabía que Dios existía, no tenía fortaleza para seguirlo e ir por la senda verdadera de la vida porque las palabras y filosofías satánicas me controlaban. Alejaban mi corazón de Dios y me hacían vivir nada más que para satisfacer la carne. Guiada por las palabras de Dios, me di cuenta de que iba por el camino equivocado.

Después leí otro pasaje de la palabra de Dios y hallé una senda para salir del dolor. Las palabras de Dios dicen: “Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el destino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el destino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su destino. Pero nunca pueden tener éxito y se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo del alma de uno, causa un dolor profundo, el tipo de dolor que se mete en los huesos, mientras uno está desperdiciando su vida todo ese tiempo. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, la forma en que eligen vivir su vida. […] Existe una forma muy simple de liberarse de este estado, que es decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y analizar el estilo de vida, la visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales anteriores y compararlos después con la voluntad y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si todos ellos son acordes con estas, si todos ellos transmiten los valores correctos de la vida, llevan a uno a un mayor entendimiento de la verdad, y le permiten vivir con humanidad y la semejanza de un ser humano. Cuando investigas repetidamente y analizas cuidadosamente los diversos objetivos que las personas persiguen en la vida y sus miles de formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador con el que creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; todos son trampas que provocan que las personas se vuelvan depravadas y que las llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, es intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, vivir sin tener elección personal y convertirte en una persona que lo adora a Él(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). La palabra de Dios me hizo entender cómo liberarme del control del dinero: renunciar a mis objetivos anteriores, dejar de ir en pos de la reputación y la fortuna con mi propio esfuerzo y dejar que Dios decidiera y dispusiera mi vida. Tenía que someterme a las instrumentaciones de Dios, practicar de acuerdo con Sus exigencias y convertirme en una persona que lo adorara. Le estaba muy agradecida a Dios. Por primera vez en mi vida notaba que Él me guiaba. Parecía como si Dios me hablara directamente a mí para mostrarme una senda de práctica. Desde que creí en Dios Todopoderoso, quise cumplir con mi deber en la iglesia, pero entonces todavía llevaba una tienda virtual. Había invertido mucho dinero, pero no había obtenido beneficios. Como temía perder todavía más, tenía que mirar constantemente los pedidos de la tienda virtual; siempre recibía mensajes durante las reuniones diurnas, así que no podía sosegar mi corazón en absoluto, y seguía pensando en cómo invertir y ganar más dinero. Era agotador llevar la tienda virtual por el día, por lo que a veces, en las reuniones nocturnas, a causa del dolor en todo el cuerpo, solo podía acostarme y medicarme para seguir, pero la medicación provocaba sueño y me dormía en las reuniones. Quería adorar sinceramente a Dios, no llevar la vida de antes. Por ello, cerré la tienda virtual. Más adelante, una amiga me dijo que quería abrir una tienda física, y como yo estudié gestión comercial, la ayudé gratis a desarrollar un plan. Le gustó muchísimo y me dijo que quería trabajar conmigo. Quería que yo hiciera el envasado, mientras que ella haría los envíos, y que repartiríamos el dinero a medias. Estaba tentada. Me parecía una buena oportunidad de ganar más, y al instante me vinieron muchas ideas a la cabeza. Esa noche, cuando oré a Dios para recapacitar sobre mi estado, me di cuenta de que estaba revelando otra vez mi codicia por el dinero. Recordé los diversos sufrimientos que había vivido anteriormente. También me percaté de que, desde que creía en Dios Todopoderoso, ya no sufría espiritualmente. Había disfrutado de paz y estabilidad, y mi dolor físico estaba mucho mejor y sin medicación. Así me protegía y salvaba Dios. Dios me ayudó a librarme del sufrimiento de la reputación y la fortuna, pero ahora yo quería continuar en pos del dinero y la reputación. ¿No estaba cayendo de nuevo en la trampa de Satanás? Sabía que debía rechazar este empleo de mi amiga, pero aún no podía dejarlo pasar del todo. Luego leí las palabras de Dios y hallé una senda de práctica. Las palabras de Dios dicen: “Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero solo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas son igualmente pobres e insignificantes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona. Mientras más piensan eso las personas, más anhelan seguir viviendo, mientras más piensan eso las personas, más temen el acercamiento de la muerte. Sólo en este punto se dan cuenta realmente de que sus vidas no les pertenecen, de que no son ellos quienes las controlan, y de que no tienen nada que decir en cuanto a si viven o mueren, que todo esto está fuera de su control(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). En la palabra de Dios entendí que mientras que la gente cree que aferrarse al dinero puede prolongar la vida y evitar su muerte, es al borde de esta cuando se da cuenta de que el dinero no la puede salvar, no puede darle vida eterna ni ayudarla a recobrar la salud. ¿Eso no es despertar demasiado tarde ante la muerte? Yo era igual: me afanaba ciegamente por el dinero sin preocuparme por mi cuerpo. El médico me dijo que descansara y me recuperara, pero me preocupaba no ganar dinero si me quedaba en casa, así que trabajé enferma. Creía poder controlar mi destino, pero, al borde de la muerte, me di cuenta de que no controlaba nada. Ahora, gracias a la salvación de Dios, he tenido la suerte de oír Sus palabras. Comprendo que Dios tiene soberanía sobre el destino de las personas y que debo obedecer Sus disposiciones y dejar de pelear yo sola contra el destino. Si optaba por ganar dinero, sería desdichada nuevamente. Me extenuaría por el dinero y Satanás no dejaría de controlarme y atormentarme. Me di cuenta entonces de que esta era una tentación de Satanás para mí. Una amiga acudió a mí con una idea de negocio, ella ponía la inversión y quería compartir los beneficios a medias. La oferta era muy tentadora. Satanás estaba utilizando esto para hacerme caer de nuevo en la trampa del dinero y la reputación, y yo, tontamente, quería volver a mi antigua vida de tormento y desdicha. ¿No iba a caer en la trampa de Satanás? Oré a Dios para decirle que quería desechar la reputación y la fortuna y, por el contrario, cumplir mi deber. Tras orar me sentí muy relajada. Fue como liberarse de una pesada carga. Durante los tres días siguientes, para guardarme de la vorágine de la reputación y la fortuna, cada día oraba más intensamente. Me armé de valor para rechazar el trabajo con mi amiga, pero ella trató de convencerme: “Ahora vives de una ayuda estatal. Con eso no te basta. Esta no es la Nina que yo conozco”. Le respondí: “Es verdad, no soy la Nina que era. Acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y comprendo algo de la verdad. Fue Dios quien me salvó del dolor. Antes, en el hospital afirmaron que mi enfermedad era incurable, y me dejaron por imposible. Ni los tranquilizantes me aliviaban el dolor. Sin embargo, al leer las palabras de Dios, remitió inconscientemente. Si dejara la casa de Dios y volviera al mundo, seguiría viviendo con dolor. No quiero continuar viviendo así”. Añadí: “Puedes buscarte a otro que sea tu socio. Si necesitas ayuda, yo puedo darte consejos”. Después acudió a mí varias veces, hasta que se dio cuenta de que no me podía convencer.

Ahora cumplo mi deber en la iglesia y tengo una sensación de libertad y paz. Mi dolor físico se ha reducido en un 60-70 % y ya puedo caminar y cocinar, pero lo principal es que puedo cumplir con el deber en la iglesia. Le estoy agradecida a Dios por salvarme del control del dinero y por cambiar el rumbo de mi vida. Ahora entiendo que conocer la soberanía de Dios, adorarlo y practicar según Sus palabras y exigencias es lo que más sentido y valor tiene en la vida. Aunque la enfermedad me ha provocado mucho dolor, también es una bendición para mí. Me da la ocasión de regresar ante Dios y recibir Su salvación, cosa que no se puede comprar con dinero. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!

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