¿Por qué no puedo atenerme a los principios?
En agosto de 2021 comencé a practicar como líder de la iglesia. En mis interacciones con Li Yan, quien estaba a cargo de la obra del evangelio, me di cuenta de que ella a menudo hacía una montaña de los problemas pequeños de la gente y se los contaba a todos. No podía trabajar bien con los demás y siempre decía cosas que iban contra los hechos. Una vez, en una reunión, dijo que un líder de la iglesia que había sido transferido no se centraba en la obra del evangelio y nunca le preguntaba cómo iba su trabajo. Pero, en realidad, ese líder siempre daba seguimiento a su trabajo. Además, ella decía que el trabajo iba muy bien por lo que la gente pensaba que lo que tenía a su cargo procedía de manera normal. En realidad, no conseguía ningún trabajo real. En una reunión, siguió insistiendo en las dificultades de su trabajo, diciendo que los miembros de su equipo no servían, pero, cuando investigué los detalles, me di cuenta de que no había hecho mucho trabajo y no tenía fundamento para decir eso. Le llamé la atención por no hacer trabajo práctico y quitarse la culpa. No me respondió. Pensaba que había hecho algo de autorreflexión, pero, por sorpresa, envió a mi compañera, la hermana Liu, un mensaje diciendo que ya no quería tener nada que ver conmigo, que trataba con ella a ciegas cuando veía un problema y no comprendía sus dificultades reales. También dijo que no podía ser como yo, sino que tenía que tratar a los hermanos y hermanas con amor y paciencia. Cuando leí esto, me quedé estupefacta por un momento. Había tantos problemas en su deber. Yo solo los señalaba, no la podaba ni trataba en absoluto. ¿Cómo podía decir que la trataba a ciegas? Eso no es lo que ocurrió. ¿Cómo podía ser tan escurridiza y deshonesta? Quería explicarle las cosas a la hermana Liu, pero a mitad de escribirle un mensaje, dudé. Si le enviaba un mensaje explicando o describiendo los problemas de Li Yan, la hermana Li podría pensar que carecía de autoconocimiento ante los problemas y no trataba bien a la gente. Al pensar esto no envié el mensaje. Más tarde escuché que Li Yan solía abrir su corazón a los demás como una excusa para decir que trataba con ella a ciegas sin conocer el contexto y que eso la había desanimado. Escuchar esto me molestó mucho. No sabía cómo revisar su trabajo en el futuro, y sentía que era muy difícil llevarse bien con ella. Unos días más tarde, debido a las necesidades del trabajo, quisimos transferir a unas personas del equipo de Li Yang a la obra de riego. Sorprendentemente, en cuanto se lo dije, ella respondió amarga: “Si quieres transferirlos, hazlo. No me importa. Después de todo, estoy segura de que los resultados de mi trabajo no serán buenos”. Después me dijo abiertamente que tenía un problema con la hermana a cargo de la obra de riego, y por eso no quería que los transfiriesen. También dijo que nadie podía culparla si no era amable cuando la hermana le causase problemas. Al escuchar la amenaza en sus palabras, sentí que no solo era difícil llevarse bien con ella, sino que tenía una humanidad mala, y debía tener cuidado cuando hiciese seguimiento de su trabajo, o encontraría algo contra mí.
Una vez, un líder superior, nos asignó trabajo de limpieza para investigar y averiguar si había malhechores o anticristos en la iglesia, y si salía alguno a la luz, sacarlos para expulsarlos de la iglesia. Li Yan me vino a la cabeza. Su humanidad no era buena y se negaba a aceptar la verdad. Guardaba rencor contra cualquiera que le mencionara problemas, y distorsionaba las cosas, no diferenciaba el blanco y el negro y difundía prejuicios a espaldas de los demás. Pensé que debía investigar su comportamiento general. Pero, después pensé en lo reacia que Li Yang era a que yo revisase su trabajo, y que decía a mis espaldas que la trataba a ciegas. Si iba a evaluarla esta vez, ¿pensarían los hermanos y hermanas que estaba usando esa oportunidad para vengarme de ella? ¿Pensaría mi compañera que yo amaba el estatus demasiado y que buscaba la oportunidad para atacar a quien señalase mis problemas? Entonces todos me tendrían miedo y evitarían, y sería un gran problema si intentasen discernir mis asuntos y me denunciaran como una líder falsa. Decidí olvidarlo. Me encargaría de ello cuando otra persona discerniese sus problemas, porque si yo era la que denunciaba esto principalmente, podría malinterpretarse. Así que no hablé del asunto. Poco después, la hermana Liu mencionó que la humanidad de Li Yan no era buena y quería investigar su comportamiento. Eso me hizo sentir feliz y a la vez un poco culpable. Ya sabía eso acerca de Li Yan y debería haber investigado su comportamiento de inmediato, pero no dije nada por miedo a que los demás me malinterpretasen como si la estuviese atacando. No protegía la obra de la iglesia. Pero, por lo menos, alguien había dicho algo y no tenía que preocuparme. Tras recoger las evaluaciones de Li Yan vimos que la mayoría de los que las escribieron no la conocían muy bien y dieron poca información. Solo unas pocas personas detectaron sus problemas. Sabía que lo correcto en estas circunstancias era buscar a personas que hubiesen interactuado con ella a largo plazo, pero me preocupaba que otros dijeran que la estaba atacando como venganza personal, así que no quise decir nada. Entonces la hermana Liu dijo que miraría cómo iban las cosas, y yo no dije nada más.
Más tarde, me enteré de que otros hermanos y hermanas habían ofrecido sugerencias a Li Yan y que no solo no las aceptaba, sino que hacía contraacusaciones contra ellos. Una vez, un encargado de riego le hizo una crítica a Li Yan, porque algunas personas a las que predicaban los trabajadores del evangelio tenían mala humanidad y no concordaban con los principios. Li Yan no solo se negó a aceptarlo, sino que sacó a relucir sus prejuicios y quejas delante de los hermanos y hermanas del equipo del evangelio, diciendo que todos seguían los principios en su deber, pero, como los regadores no habían compartido la verdad claramente con las personas por las que se habían esforzado tanto en convertir, algunos nuevos creyentes se dejaron engañar por rumores y abandonaron. En una reunión, la hermana Liu y yo compartimos acerca de la esencia de tal problema, enfocadas en el comportamiento de Li Yan. Compartimos con ella varias veces después. Pensaba que haría autorreflexión, pero no cedía y seguía compartiendo estos prejuicios contra los regadores. Dijo que estaba deprimida y no sabía cómo hacer su trabajo. Debido a la discordia que sembró, algunos hermanos y hermanas se quejaban entre ellos y no había colaboración armoniosa. Sabía que Li Yan no servía para ser supervisora y sería despachada de inmediato. Lamenté mucho no haberla investigado y despachado rápidamente desde el principio. Sabía que tenía una humanidad mala, pero le di más oportunidades de seguir perturbando la obra de la iglesia. Me sentí fatal. Oré a Dios para que me guiase a hacer autorreflexión y conocerme a mí misma.
En mi búsqueda, leí en las palabras de Dios: “¿De qué carácter se trata cuando la gente no se responsabiliza de su deber, lo hace de una manera descuidada y superficial, dice que sí a todo y no defiende los intereses de la casa de Dios? Se trata de astucia, del carácter de Satanás. El elemento más notable de la filosofía de vida del hombre es la astucia. La gente cree que, si no es astuta, tenderá a ofender al prójimo y no será capaz de protegerse a sí misma; cree que debe ser lo suficientemente astuta como para no herir ni ofender a nadie, con lo que se mantiene a salvo, conserva su medio de vida y consigue un firme apoyo entre las masas. Todos los incrédulos viven según la filosofía de Satanás. Todos ellos son hombres que dicen sí a todo y no ofenden a nadie. Has venido a la casa de Dios, has leído la palabra de Dios y has escuchado los sermones de la casa de Dios. Entonces, ¿por qué siempre dices que sí a todo? La gente que dice sí a todo solo protege sus propios intereses, y no los de la iglesia. Cuando ven que alguien hace el mal y perjudica los intereses de la iglesia, lo ignoran. Les gusta decir que sí a todo y no ofender a nadie. Esto es irresponsable, y se trata de un tipo de persona demasiado astuta y poco fiable” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El conocimiento del propio carácter es la base de su transformación). De la revelación de las palabras de Dios comprendí que, por miedo a ofender a Li Yan y por mantener mi imagen y estatus, cuando veía que ella perturbaba la obra de la iglesia, no me levantaba para defenderla. En realidad era complaciente, y tenía un ojo abierto y otro cerrado. Ese era un comportamiento irresponsable y engañoso. Los incrédulos viven por las filosofías satánicas para proteger sus intereses. Observan detenidamente a los demás cuando hablan para ver de qué lado sopla el viento; son muy astutos. En mi deber tenía la misma actitud de un incrédulo. Claramente veía que la humanidad de Li Yan no era buena y que ya había perturbado la obra de la iglesia. Deberían haberla despachado. Pero yo no quería que los demás pensaran que la regañaba y me vengaba, así que evité el asunto al intentar no hacer nada que pudiese ser sospechoso y retrasé encargarme de Li Yan. Quería esperar hasta que otros hermanos y hermanas tuviesen discernimiento de ella. Al querer proteger mi reputación y estatus, incluso sabiendo que ella perturbaba la obra de la iglesia, aun así prefería que se dañasen los intereses de la iglesia y no seguir los principios, no exponerla ni encargarme de ella. Yo era muy engañosa, egoísta y despreciable. Esto me hacía sentir pesarosa y culpable. Sabía que no podía seguir haciendo las cosas con un ojo abierto y otro cerrado, pero tenia que encargarme del problema de Li Yan según los principios; no podía seguir protegiendo mis intereses.
La herman Liu y yo fuimos a hablar con Li Yan después, y expusimos cómo trasgiversaba las cosas y difundía sus prejuicios sobre otros abitrariamente, saboteando y dañando las relaciones entre los hermanos y hermanas, y que se había convertido en una perturbación para la obra de la iglesia. Me sorprendió que no lo aceptase en absoluto y que nos atacara, diciendo indignada: “He compartido problemas con vosotros, y no solo no los habéis resulto, sino que sois quisquillosos conmigo. Veo que no hacéis ningún trabajo práctico en absoluto”. Al ver lo dominante que era, sin ningún autoconocimiento, diseccionamos la naturaleza y las consecuencias de sus palabras y acciones con las palabras de Dios relevantes, pero no asimilaba nada y seguía defendiendo su opinión y poniendo pequeñas objeciones.
Después leí un pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a entender la esencia de Li Yan. Las palabras de Dios dicen: “Todos los que a menudo perturban el trabajo y la vida de la iglesia, que interfieren gravemente en la entrada a la vida del pueblo escogido de Dios, son incrédulos, se trata de gente malvada. La iglesia debe expulsarlos. En tanto alguien perturbe a menudo el trabajo y la vida de la iglesia, y no acepte que se le pode y se le trate, siempre ofreciendo sus propias justificaciones retorcidas, entonces, quienquiera que sea y sin importar cómo se haya comportado en el pasado, debe ser expulsado de la iglesia. El único propósito de hacerlo es mantener el progreso normal del trabajo de la iglesia, proteger los intereses del pueblo escogido de Dios. Hacer esto concuerda totalmente con los principios de la verdad y con la voluntad de Dios” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). “Respecto a las personas de carácter despiadado, sea cual sea el error que hayan cometido y lo malo que hayan hecho, nadie puede revelarlos ni tratarlos o podarlos. Si alguien los revela u ofende, se pondrán furiosos, se tomarán su venganza y nunca dejarán el tema de lado. Carecen por completo de paciencia, tolerancia y aceptación hacia los demás. ¿En qué principio se basa su comportamiento? ‘Prefiero ofender yo a todo el mundo a que cualquiera me ofenda a mí’. No soportan que nadie los ofenda. ¿Es esa la lógica propia de los malvados? Esa es la lógica de los malvados. No permiten que nadie los ofenda. Para ellos, incluso el menor roce es inaceptable, y odiarán a cualquiera que tenga un roce con ellos. No dejarán nunca en paz a tal persona; así es la gente malvada” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Las palabras de Dios me mostrraron que las personas malvadas tienen un carácter despiadado y no aceptarán la verdad ni un poco. Llegan a odiar a cualquiera que exponga y señale sus problemas, y los consideran enemigos, e incluso los atacan y se vengan. Yo le recriminé eso a Li Yan. Ella nunca hacía autorreflexión ni aprendía sobre sí misma cuando encaraba problemas, y odiaba a cualquiera que le hiciera sugerencias, lo consideraba un enemigo, retorciendo la verdad, confundiendo el blanco y el negro, difundiendo sus prejuicios y quejas sobre los demás una y otra vez, provocando problemas en las relaciones de los hermanos y hermanas. Esto hizo que no pudiesen trabajar juntos en armonía y perturbó y entorpeció la obra del evangelio. Los demás le daban consejos y le ayudaban muchas veces, pero no podía aceptarlo. Se volvió hostil hacia ellos e hizo contraacusaciones falsas, todo sin el mínimo remordimiento. Odiaba la verdad y estaba cansada de ella por naturaleza. Se había demostrado que era una persona malvada, y si la dejábamos quedarse en la iglesia, causaría más problemas a la obra de la misma. Por eso, la hermana Liu y yo compartimos nuestro discernimiento del comportamiento de Li Yan según los principios y la despachamos tras la aprobación de los hermanos y hermanas a través de una votación. La asignamos a aislamiento y autorreflexión, y la echaríamos si hubiese más perturbaciones.
Más adelante, algunos hermanos y hermanas dijeron, uno tras otro, que trabajar con Li Yan los restringía mucho. Siempre regañaba con insistencia a los demás y muchos le tenían miedo. Cuando iba a revisar su trabajo, todos se preparaban con antelación, por miedo a que los regañase si no le explicaban algo bien. Me sentí muy incómoda. Li Yan había hecho tanto mal, había hecho mucho daño a los hermanos y hermanas. Aunque era líder de la iglesia, aun así no lo abordaba cuando descubría a un malhechor. Entonces, ¿acaso no tenía ningún propósito práctico? No hacía ningún trabajo real.
Durante unos días, seguí reflexionando sobre por qué podía manejar a otras personas malvadas y anticristos, pero evitaba el asunto de Li Yan y no lo abordaba. Leí algunas palabras de Dios. “No importa lo que estén haciendo, los anticristos consideran primero sus propios intereses, y solo actúan una vez que lo han considerado todo bien; no obedecen verdadera, sincera y absolutamente la verdad sin compromiso, sino que lo hacen de manera selectiva y condicionada. ¿Con qué condiciones? Se trata de salvaguardar su estatus y reputación, y no deben sufrir ninguna pérdida. Solo después de que se satisfaga esta condición, decidirán y elegirán qué hacer. Es decir, los anticristos consideran muy seriamente la manera de tratar los principios de la verdad, las comisiones de Dios y la obra de la casa de Dios, o cómo ocuparse de las cosas a las que se enfrentan. No les importa cómo cumplir la voluntad de Dios, cómo evitar dañar los intereses de Su casa, cómo satisfacerlo o cómo beneficiar a los hermanos y a las hermanas; no son esas las cosas que les interesan. ¿Qué les importa a los anticristos? Si su propio estatus y su reputación van a verse afectados, y si su prestigio va a disminuir. Si hacer algo de acuerdo con los principios de la verdad beneficia a la obra de la iglesia y a los hermanos y las hermanas, pero provocara que su propia reputación se viera afectada y causara que mucha gente se diera cuenta de su verdadera estatura y supiera qué tipo de naturaleza y esencia tienen, entonces no cabe duda de que no van a actuar de acuerdo con los principios de la verdad. Si hacer trabajo práctico hará que más personas piensen bien de ellos, los respeten y los admiren o permite que sus palabras tengan autoridad y causen que más personas se sometan a ellos, entonces elegirán hacerlo así. De lo contrario, nunca elegirán renunciar a sus propios intereses por consideración hacia los intereses de la casa de Dios o de los hermanos y las hermanas. Esta es la naturaleza y la esencia de los anticristos. ¿Acaso no es egoísta y vil?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (III)). “Si alguien dice que ama y busca la verdad, pero, en esencia, el objetivo que persigue es distinguirse, alardear, hacer que la gente piense bien de él y lograr sus propios intereses; y el cumplimiento de su deber no consiste en obedecer o satisfacer a Dios, sino que en cambio tiene como fin lograr prestigio y estatus, entonces su búsqueda no es legítima. En ese caso, cuando se trata del trabajo de la iglesia, ¿son sus acciones un obstáculo o ayudan a que avance? Claramente son un obstáculo, no hacen que avance. Algunas personas enarbolan la bandera de realizar el trabajo de la iglesia mientras buscan su propio prestigio y estatus, se ocupan de sus propios asuntos, crean su propio grupito y su propio pequeño reino: ¿acaso esta clase de persona está cumpliendo con su deber? En esencia, todo el trabajo que hacen interrumpe, perturba y perjudica el trabajo de la iglesia. ¿Cuál es la consecuencia de su búsqueda de estatus y prestigio? En primer lugar, esto afecta la manera en la cual el pueblo escogido de Dios come y bebe de Su palabra y entiende la verdad; obstaculiza su entrada en la vida, les impide ingresar en la vía correcta de la fe en Dios, y los conduce hacia la senda equivocada, lo que perjudica a los escogidos y los lleva a la ruina. Y, en definitiva, ¿qué ocasiona eso al trabajo de la iglesia? Causa el desmantelamiento, la interrupción y el perjuicio. Esta es la consecuencia derivada de que la gente busque la fama y el estatus” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (I)). Las palabras de Dios revelan que los anticristos solo consideran su propio nombre y estatus en sus acciones. Si puede lorgar algo que mejore su reputación, un anticristo lo hará. Si hacer las cosas según los principios puede dañar su reputación o estatus, un anticristo dejará de lado los principios y solo pensará en qué protegerá sus intereses personales, qué le beneficiará. Son muy egoístas y viles. Yo actuaba como un anticristo. Había descubierto hace mucho tiempo que Li Yan tenía una humanidad mala, que no buscaba la verdad. Odiaba a cualquiera que le ofreciera sugerencias, le buscaba defectos, lo juzagaba y atacaba. No despacharla ni ocuparme de los asuntos de inmediato estorbaría la obra de la iglesia. Pero, como ella tenía prejuicios contra mí, tenía miedo de investigar y aprender acerca de ella en esas circunstancias, de que los demás lo malinterpretaran como un castigo o pensarán que era una líder falsa. Sentí que mi posición estaba en peligro. Y a causa del carácter de Li Yan, me preocupaba que si la echaba, me juzgara a mis espaldas, o incluso me condenara o denunciara. Pensé que ocuparme de ella solo me haría daño y no me ayudaría y que fácilmente impactaría mi reputación y posición, así que decidí esperar y ver qué pasaba y no me ocupé de los asuntos. Era muy astuta y egoísta, sin humanidad. Cuando antes descubría a personas que debían ser desalojadas, expulsadas durante el trabajo de limpieza, podía hacerlo según los principios. Eso se debía a que no conocía a la mayoría. Lo que es más importante, no constituían una amenaza a mi reputación y estatus. Si los sacaba de la iglesia, los hermanos y las hermanas pensarían que, como líder, entendía la verdad y tenía discernimiento, que podía hacer obra práctica. Pero, cuando manejaba a Li Yan, al verlo relacionado directamente con mi posición, metía la cabeza en un hoyo para tratar de proteger mis propios intereses. Había sido capaz de atenerme a los principios antes porque no implicaba mis intereses personales, pero no porque quisiera hacer la obra de la iglesia bien de manera auténtica. Las palabras de Dios me mostraron que trabajar para proteger tu nombre y estatus es en esencia sabotear y perturbar la obra de la iglesia. Es estorbar el progreso normal del trabajo. Por querer proteger mi reputación y posición, no manejé rápidamente a un persona malvada. La naturaleza de ese problema es muy grave. No es solo un poco de corrupción que se manifiesta, sino que es amparar a un malhechor, consentir que perturbe la obra de la iglesia. Es actuar como subordinado de Satanás y también hacer el mal. Esta parte es especialmente pertinente: “La manera en la que has de tratar a una persona malvada, siempre y cuando se haya demostrado que tienen una esencia malvada, es contenerlos o expulsarlos cuando no estén haciendo ninguna maldad, a fin de minimizar el daño. Esa es la opción prudente. Sería contraproducente esperar a que surja una catástrofe para tener que lidiar con ella. Eso demostraría que los líderes y obreros son bastante necios y carecen de principios a la hora de actuar” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros). Pensar en las palabras de Dios me hizo sentir fatal y muy culpable. Como líder, mi trabajo era proteger al pueblo escogido de Dios de la opresión y perturbaciones de los malhechores, y proteger una vida de iglesia correcta para que la obra de la iglesia pueda proseguir correctamente y de manera ordenada. Pero, cuando apareció una persona malvada en la iglesia, arrastré los pies y no hice nada. No estaba cumpliendo las responsabilidades de un líder, por lo que la gente estaba restringida y perturbada por un malhechor y su vida estaba dañada. La obra de la iglesia también se perturbó. Lo que hice era muy repugnante para Dios.
Reflexioné sobre todo durante unos días. Sabía bien que un malhechor estaba perturbando la obra de la iglesia y que ocuparse del mismo rápidamente concuerda con los principios. ¿Por qué, entonces, tenía miedo de que los demás lo malinterpretaran y dijeran que la estaba atacando? ¿Qué es realmente atacar a alguien? Leí esto en las palabras de Dios: “Es algo de lo más común que los anticristos acosen y atormenten a los demás, y es una forma concreta de manifestarse. Para mantener su estatus, los anticristos siempre exigen que los demás les obedezcan y les presten atención. Si descubren que alguien no les hace caso o se muestra reacio a ellos, emprenderán maniobras para suprimir y atormentar a esa persona, para someterla. Los anticristos suelen reprimir a aquellos cuyas opiniones son diferentes a las suyas. A menudo reprimen a las personas que buscan la verdad y cumplen lealmente con sus deberes. Suelen reprimir a las personas de relativa decencia y rectitud que no se inclinan ni se doblegan ante ellos. Reprimen a aquellos con los que no se llevan bien o no se rinden ante ellos. Los anticristos no tratan a los demás según los principios de la verdad. Son incapaces de tratar a la gente con justicia. Cuando alguien les cae mal, cuando alguien les parece que no ha claudicado de corazón, hallan oportunidades y excusas, e incluso falsos pretextos, para atacar y atormentar a esa persona, llegando a enarbolar el estandarte de la casa de Dios para reprimirla. No ceden hasta que la gente se ha vuelto sumisa y no se atreven a decirles que no; no ceden hasta que la gente ha reconocido su estatus y su autoridad, y les saluda con una sonrisa, expresando su aprobación y obediencia hacia ellos, sin atreverse a sacar ninguna conclusión sobre ellos. En cualquier situación, en cualquier grupo, la palabra ‘imparcialidad’ no se aplica al trato que un anticristo da a los demás, y la palabra ‘amoroso’ no se aplica a su trato hacia los hermanos y hermanas que creen realmente en Dios. Consideran a cualquiera que constituya una amenaza para su estatus como una espina en su costado, y encontrarán oportunidades y pretextos para atormentarlos. Responden a la desobediencia con tormento y no se detienen hasta que se somete a esa persona. Lo que hacen queda bastante fuera de los principios de la verdad, y se enemista con la verdad. Entonces, ¿deben ser tratados y podados? No solo eso, nada menos que revelar, identificar y caracterizarlos será suficiente. Un anticristo trata a todo el mundo según sus propias preferencias, sus propias intenciones y fines. Bajo su autoridad, cualquiera que tenga un sentido de la justicia, cualquiera que pueda hablar con justicia, cualquiera que se atreva a luchar contra la injusticia, cualquiera que defienda los principios de la verdad, cualquiera que sea auténticamente talentoso y culto, cualquiera que pueda dar testimonio a favor de Dios: todas esas personas se encontrarán con los celos del anticristo, y serán reprimidas, excluidas e incluso pisoteadas bajo el pie del anticristo. Tal es el odio con el que el anticristo trata a la gente buena, a la que busca la verdad. Se puede decir que la mayoría básica de las personas a las que un anticristo tiene celos y reprime son positivas, personas buenas. La mayoría son personas a las que Dios salvará, a las que Dios puede utilizar, a las que Dios hará perfectas. Al aplicar tales tácticas de represión y exclusión contra aquellos a quienes Dios salvará, utilizará y perfeccionará, ¿acaso los anticristos no son enemigos de Dios? ¿No son opositores de Dios?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 11: No aceptan el trato y la poda ni tienen una actitud de arrepentimiento cuando cometen el mal, sino que difunden nociones y juzgan públicamente a Dios). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí que atacar a alguien y seguir los principios son dos cosas diferentes. Un aspecto es que tenemos que observar los motivos de las acciones de alguien, y otro es ver si la forma en la que trata a los demás se basa en las palabras de Dios. Si se decide que es una persona malvada o un anticristo según los principios de la verdad, sacarla, expulsarla de la iglesia, es proteger a los demás del peligro y seguir los principios. No es atacar. Pero, cuando los anticristos y malhechores suprimen y atacan a la gente, se debe completamente a sus motivos maliciosos. Tienen celos de los que buscan la verdad y tienen un sentido de justicia. Odian a los que tienen discernimiento sobre ellos y se atreven a llamarles la atención. Eliminan a los disidentes para proteger su propio poder y estatus. Se lanzan contra el menor problema de los demás y lo exageran. Incluso distorsionan los hechos y difaman a los demás y lanzan todo tipo de acusaciones contra ellos para echarlos. Sus motivos e intenciones están completamente en contra de la verdad y contra Dios. Dios los condena y maldice. Yo exponía y echaba a Li Yang en base a mi discernimiento de ella como una persona malvada según las palabras de Dios. No se debía a un rencor personal, y no la estaba atacando. No entendía lo que era realmente atacar, y solo observaba la superficie. Sentía que si alguien tenía rencor contra mí cuando me ocupaba de un asunto con esa persona, eso era atacar. No pensaba en si era un malhechor y en qué papel desempeñaba en la iglesia. Como resultado, me quedé paralizada por mi perspectiva equivocada. ¡Qué insensato! Entender todo esto fue muy liberador.
Después de esto, practiqué a propósito cumplir con mi deber según los principios. Si veía un problema en un hermano o hermana, acudía a ellos y hacía todo lo posible por compartir con ellos. Especialmente con el trabajo de limpieza, si decidía que alguien era candidato para expulsión, aunque tuviera prejuicios contra mí, lo manejaba según los principios de la verdad. Cuando puse esto en práctica me sentí en paz mucho más. Ahora he experimentado personalmente que, en un deber, tenemos que dejar de lado nuestros motivos y cálculos sobre el nombre y estatus, defender los principios y proteger la obra de la iglesia para sentir paz y gozo.