¿Por qué no puedo atenerme a los principios?

23 Oct 2022

Por Isabella, Francia

En agosto de 2021 comencé a practicar como líder de la iglesia. En mis interacciones con Liliana, quien estaba a cargo de la obra evangélica, me di cuenta de que a menudo hacía una montaña de los problemas menores de la gente y se los contaba a todos. Tenía dificultades para colaborar bien con los demás y solía hacer afirmaciones que contradecían los hechos. Una vez, en una reunión, dijo que el anterior líder de la iglesia no se centraba en la obra evangélica y nunca le preguntaba cómo iba su trabajo. Pero, en realidad, ese líder siempre daba seguimiento a su trabajo. Además, informó a nuestro líder que el trabajo iba muy bien, dando la impresión de que todo transcurría con normalidad. Pero, en realidad, no hacía ningún trabajo real. En una reunión, siguió insistiendo en las dificultades de su labor; decía que los obreros del evangelio no eran competentes, pero cuando investigué los detalles me di cuenta de que había mucho trabajo que no había hecho, así que sus afirmaciones no tenían fundamento. Le llamé la atención por no hacer un trabajo real y por culpar a los demás. No me respondió. Pensé que haría algo de introspección, pero, por sorpresa, envió un mensaje a mi compañera Maya diciendo que ya no quería tener nada que ver conmigo, que en cuanto veía un problema la podaba sin una razón fundamentada y que no comprendía sus dificultades reales. También dijo que no era como yo, que ella trataba a los hermanos y hermanas con amor y paciencia. Cuando leí eso, me quedé estupefacta por un momento. Había muchos problemas en el desempeño de su deber. Yo solo se los señalaba, no se trataba en absoluto de una poda. ¿Cómo podía decir que la podé sin fundamento? Eso no es lo que ocurrió. ¿Cómo podía ser tan escurridiza y falsa? Quería explicarle las cosas a Maya, pero a mitad de escribirle un mensaje, dudé. Si le enviaba un mensaje explicando o describiendo los problemas de Liliana, Maya podría pensar que yo carecía de autoconocimiento ante los problemas y que no trataba bien a la gente. Al pensar eso no envié el mensaje. Más tarde supe que Liliana utilizó el hecho de abrir su corazón a los demás como pretexto para decir que la había podado sin fundamento y sin conocer el contexto, y que eso la había hecho sentir negativa. Escuchar eso me molestó mucho. No sabía cómo iba a poder revisar su trabajo en el futuro, y sentía que era muy difícil llevarse bien con ella. Unos días más tarde, por necesidades del trabajo quisimos transferir a unas personas fuera del ámbito de las responsabilidades de Liliana para que se encargaran del trabajo de riego. Para mi sorpresa, en cuanto se lo mencioné, con una expresión de disgusto, respondió: “Si quieres transferirlos, adelante. Me da igual. En cualquier caso, seguro que mis resultados serán malos”. Después me dijo abiertamente que tenía un problema con la hermana a cargo del trabajo de riego y que por eso no estaba de acuerdo con el traslado. También dijo que nadie podía culparla de ser dura con la hermana si causaba más problemas. Al escuchar la amenaza en sus palabras, sentí que no solo era difícil llevarse bien con ella, sino que carecía de humanidad y que debía tener cuidado al hacer el seguimiento de su trabajo; de lo contrario, encontraría algo para usar en mi contra.

Una vez, un líder superior nos asignó trabajo de depuración para investigar y averiguar si había personas malvadas o anticristos en la iglesia y, si salía alguno a la luz, expulsarlo de la iglesia. Liliana me vino a la cabeza. Su humanidad era mala y se negaba a aceptar la verdad. Guardaba rencor contra cualquiera que le mencionara problemas, distorsionaba las cosas, convertía el blanco en negro y difundía prejuicios a espaldas de los demás. Pensé que debía investigar su comportamiento general. Pero, después, pensé en lo reacia que era Liliana a que revisase su trabajo, y que había dicho a mis espaldas que la había podado sin fundamento. Si ahora solicitara evaluaciones sobre ella, ¿pensarían los hermanos y hermanas que estaba aprovechando esa oportunidad para vengarme? ¿Pensaría mi compañera que yo amaba el estatus demasiado y que buscaba la ocasión para hacer pagar a quien señalase mis problemas? Entonces todos me tendrían miedo y me evitarían, y sería un gran problema si intentasen discernir mis problemas y me denunciaran como una falsa líder. Decidí olvidarlo. Me encargaría de ello cuando otra persona discerniese sus problemas. De lo contrario, si yo era la primera que denunciaba esto, podría malinterpretarse. Así que decidí no sacar el tema. Poco después, Maya mencionó que la humanidad de Liliana era mala y que quería investigar su comportamiento. Me sentí feliz y a la vez un poco culpable. Ya sabía eso acerca de Liliana y debería haber investigado su comportamiento de inmediato, pero no lo hice porque temía que la gente pensara que estaba buscando vengarme de ella. Con esto no protegía la obra de la iglesia. Pero, por lo menos, alguien había dicho algo y no tenía que preocuparme más. Tras recoger las evaluaciones sobre Liliana, vimos que la mayoría de los que las escribieron no la conocían muy bien y proporcionaron escasa información. Solo unas pocas personas detectaron sus problemas. Sabía que lo correcto en estas circunstancias era buscar a personas que hubiesen interactuado con ella a lo largo del tiempo, pero me preocupaba que dijeran que la estaba atacando por animosidad personal, así que no quise decir nada. En ese momento, Maya sugirió que siguiéramos de cerca cómo se desarrollaban las cosas y yo no dije nada más.

Más tarde, descubrí que otros hermanos y hermanas habían ofrecido sugerencias a Liliana y que no solo se negó a aceptarlas, sino que además respondió con acusaciones falsas en su contra. En una ocasión, un regador le comentó a Liliana que algunas de las personas a quienes predicaban los obreros del evangelio no cumplían con los principios y carecían de humanidad. Liliana no solo se negó a aceptarlo, sino que expuso sus prejuicios y quejas delante de los obreros del evangelio. Dijo que todos seguían los principios en el desempeño de su deber, pero como los regadores no habían hablado claramente de la verdad con las personas a quienes los obreros del evangelio se habían esforzado tanto en convertir, algunos nuevos creyentes se habían dejado desorientar por rumores y abandonaron. En una reunión, Maya y yo hablamos y diseccionamos la esencia del problema, en relación con el comportamiento de Liliana. Compartimos con ella varias veces después. Pensaba que haría autorreflexión, pero no cedió y siguió difundiendo sus prejuicios contra los regadores. Dijo que se sentía negativa y no sabía cómo podía hacer su trabajo. A causa de la discordia que sembró, algunos obreros del evangelio y regadores se quejaron entre ellos, lo cual impidió una colaboración armoniosa. Sabía que Liliana no servía para ser supervisora y que debía ser destituida de inmediato. Lamenté mucho no haberla investigado y destituido enseguida desde el principio. Sabía que carecía de humanidad y aun así le di más oportunidades de seguir trastornando la obra de la iglesia. Me sentí fatal. Oré a Dios para que me guiase a hacer autorreflexión y conocerme a mí misma.

En mi búsqueda, vi que las palabras de Dios dicen: “Cuando la gente no se responsabiliza de sus deberes, los hace de una manera superficial, actúa con complacencia y no defiende los intereses de la casa de Dios, ¿de qué carácter se trata? Esto es astucia, es el carácter de Satanás. El aspecto más notable de las filosofías del hombre para los asuntos mundanos es la astucia. La gente cree que, si no es taimada, ofenderá al prójimo con facilidad y no será capaz de protegerse a sí misma; cree que debe ser tan taimada como para no herir ni ofender a nadie, con lo que se mantiene a salvo, conserva su medio de vida y consigue un firme apoyo entre los demás. Todos los no creyentes viven según las filosofías de Satanás. Todos ellos son hombres complacientes y no ofenden a nadie. Has venido a la casa de Dios, has leído la palabra de Dios y has escuchado los sermones de la casa de Dios; por lo tanto, ¿por qué no puedes practicar la verdad, hablar de corazón y ser honesto? ¿Por qué eres siempre complaciente? Los complacientes solo protegen sus propios intereses, y no los de la iglesia. Cuando ven que alguien hace el mal y perjudica los intereses de la iglesia, lo ignoran. Les gusta ser complacientes y no ofender a nadie. Esto es irresponsable, y se trata de un tipo de persona demasiado taimada y poco fiable(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Del desenmascaramiento de las palabras de Dios comprendí que había evitado ofender a Liliana por mantener mi imagen y estatus, y que no defendí a la iglesia cuando vi que trastornaba su obra. Al contrario, al hacer la vista gorda actué de manera complaciente. Fue un comportamiento irresponsable y taimado. Los no creyentes viven según las filosofías satánicas para proteger sus intereses. Observan detenidamente a los demás cuando hablan para ver de qué lado sopla el viento; son astutos y falsos en ese sentido. En mi deber tenía la misma actitud de un no creyente. Veía claramente que la humanidad de Liliana no era buena y que ya había trastornado la obra de la iglesia. Deberían haberla destituido. Pero no quería que los demás pensaran que solo era una venganza mía, así que evité el asunto al no hacer nada que pudiera considerarse sospechoso y retrasé encargarme de Liliana. Quería esperar hasta que otros hermanos y hermanas tuviesen discernimiento de ella. Al querer proteger mi reputación y estatus, a pesar de saber que perturbaba la obra de la iglesia, preferí dejar que se dañasen sus intereses en lugar de seguir los principios, exponerla, o encargarme de la situación de manera correcta. Fui muy taimada, egoísta y despreciable. Al pensarlo, me sentí pesarosa y culpable. Sabía que no podía seguir haciendo la vista gorda. Tenía que abordar el problema de Lillian de acuerdo con los principios de la iglesia y dejar de proteger únicamente mis propios intereses.

Después de esto, Maya y yo fuimos a hablar con Liliana y expusimos cómo tergiversaba las cosas y difundía sus prejuicios sobre otros de manera arbitraria, dañando así las relaciones entre los hermanos y hermanas, y que esto había trastornado la obra de la iglesia. Para mi sorpresa, no aceptó nada de lo que le dijimos, sino que reaccionó con indignación y dijo: “He compartido problemas con vosotras, en lugar de solucionarlos, los usasteis para criticarme. Me doy cuenta de que no hacéis ningún trabajo real”. Al ver lo dominante que era, sin ningún autoconocimiento, diseccionamos con ella la naturaleza y las consecuencias de sus palabras y acciones basándonos en pasajes relevantes de las palabras de Dios. Pero no aceptó nada y siguió discutiendo y justificándose.

Después leí dos pasajes de las palabras de Dios que me ayudaron a entender la esencia de Liliana. Las palabras de Dios dicen: “Cualquier persona que suela perturbar la vida de iglesia y la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios es una incrédula y una persona malvada, y se la debe echar de la iglesia. Al margen de quién sea la persona o de cómo haya actuado en el pasado, si perturba a menudo el trabajo de la iglesia y la vida de esta, se niega a que la poden y siempre se justifica con argumentos erróneos, se la debe echar de la iglesia. La intención exclusiva de este enfoque es mantener el progreso normal de la obra de la iglesia y proteger los intereses del pueblo escogido de Dios, en consonancia total con los principios-verdad y Sus intenciones(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)). “No importan los errores que hayan cometido ni las cosas malas que hayan hecho, estas personas con actitudes crueles no permitirán que nadie las deje en evidencia ni las pode. Si alguien las pone al descubierto y las ofende, se enfurecerán, tomarán represalias y nunca pasarán página. No tienen paciencia ni tolerancia hacia otros ni son capaces de tener aguante con ellos. ¿En qué principio se basa su conducta propia? ‘Prefiero traicionar a ser traicionado’. En otras palabras, no toleran que nadie las ofenda. ¿Acaso no es esta la lógica de la gente malvada? Esta es exactamente la lógica de la gente malvada. Nadie puede ofender a estos individuos. Para ellos, resulta inaceptable que alguien los irrite lo más mínimo y odian a todo aquel que lo hace. Irán detrás de esa persona sin cesar y nunca pasarán página; así es la gente malvada(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)). Las palabras de Dios me mostraron que las personas malvadas tienen un carácter cruel y no aceptan para nada la verdad. Detestan a cualquiera que exponga y señale sus problemas, y lo consideran el enemigo, e incluso pueden tomar represalias. Yo le recriminé eso a Liliana. Nunca hacía introspección ni aprendía sobre sí misma cuando se enfrentaba a los problemas y odiaba a quienes le hicieran sugerencias, considerándolos enemigos. Por otra parte, retorcía la verdad, convertía lo blanco en negro, difundía sus prejuicios y quejas sobre los demás causando problemas en las relaciones entre los hermanos y hermanas. Esto llevó a la discordia y trastornó y entorpeció la obra evangélica. Otros le ofrecieron consejos y la ayudaron en muchas ocasiones, pero ella no aceptó lo que le decían. Respondió con hostilidad y lanzó acusaciones falsas sin una pizca de remordimiento. Por naturaleza, odiaba y sentía aversión por la verdad. Se había demostrado que era una persona malvada, y si la dejábamos quedarse en la iglesia, causaría más problemas a su obra. Por eso, Maya y yo compartimos con los hermanos y hermanas nuestro discernimiento sobre el comportamiento de Liliana de acuerdo a los principios y, tras una votación, la destituimos. La asignamos a un periodo de aislamiento y autorreflexión, y la echaríamos si causaba más perturbaciones.

Más adelante, varios hermanos y hermanas dijeron que trabajar con Liliana los constreñía mucho. Siempre castigaba a los demás y muchos le tenían miedo. Todos se preparaban con antelación cada vez que venía a revisar su trabajo, temiendo ser reprendidos por cualquier cosa que no pudieran justificar adecuadamente. Me sentí muy incómoda. Liliana había actuado con tanta perversidad; había hecho mucho daño a los hermanos y hermanas. Yo era líder de la iglesia, pero cuando descubrí a una persona malvada no supe manejar la situación. En ese caso, ¿para qué servía? No estaba haciendo un trabajo real. Durante unos días me cuestioné por qué podía manejar adecuadamente a otras personas malvadas y anticristos, pero evité y no quise abordar el problema de Lillian. Leí algunas palabras de Dios: “No importa lo que estén haciendo, los anticristos consideran primero sus propios intereses y solo actúan una vez que lo han pensado todo bien; no se someten verdadera, sincera y absolutamente a la verdad sin compromiso, sino que lo hacen de manera selectiva y condicional. ¿Cuáles son las condiciones? Se trata de que su estatus y reputación estén a salvo y de que no deben sufrir ninguna pérdida. Solo después de que se satisfaga esta condición, decidirán y elegirán qué hacer. Es decir, los anticristos consideran muy seriamente la manera de tratar los principios-verdad, las comisiones de Dios y la obra de la casa de Dios o cómo ocuparse de las cosas a las que se enfrentan. No les importa cómo satisfacer las intenciones de Dios, cómo evitar dañar los intereses de Su casa, cómo contentar a Dios o cómo beneficiar a los hermanos y hermanas; esas no son las cosas que les interesan. ¿Qué les importa a los anticristos? Si su propio estatus y su reputación van a verse afectados y si su prestigio va a disminuir. Si hacer algo de acuerdo con los principios-verdad beneficia a la obra de la iglesia y a los hermanos y hermanas, pero puede provocar que su propia reputación se vea afectada y causar que mucha gente se dé cuenta de su verdadera estatura y sepa qué tipo de esencia-naturaleza tiene, entonces no cabe duda de que no van a actuar de acuerdo con los principios-verdad. Si piensan que hacer algo de trabajo real provocará que más personas piensen bien de ellos, los respeten y los admiren, que les dará incluso un mayor prestigio o hará que sus palabras tengan autoridad y causará que más personas se sometan a ellos, entonces elegirán hacerlo así. De lo contrario, nunca escogerán renunciar a sus propios intereses por consideración hacia los intereses de la casa de Dios o de los hermanos y hermanas. Esta es la esencia-naturaleza de los anticristos. ¿Acaso no es egoísta y despreciable?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). “Si alguien dice que ama y persigue la verdad, pero, en esencia, el objetivo que persigue es distinguirse, alardear, hacer que la gente piense bien de él y lograr sus propios intereses; y el cumplimiento de su deber no consiste en someterse ni en satisfacer a Dios, sino que en cambio tiene como fin lograr fama, ganancia y estatus, entonces su búsqueda no es legítima. En ese caso, cuando se trata del trabajo de la iglesia, ¿son sus acciones un obstáculo o ayudan a que avance? Claramente son un obstáculo, no hacen que avance. Algunas personas enarbolan la bandera de realizar el trabajo de la iglesia mientras buscan su propia fama, ganancia y estatus, se ocupan de sus propios asuntos, crean su propio grupito y su propio pequeño reino: ¿acaso esta clase de persona lleva a cabo su deber? En esencia, todo el trabajo que hacen trastorna, perturba y perjudica el trabajo de la iglesia. ¿Cuál es la consecuencia de su búsqueda de fama, ganancia y estatus? En primer lugar, esto afecta la manera en la cual el pueblo escogido de Dios come y bebe Su palabra con normalidad y entiende la verdad; obstaculiza su entrada en la vida, les impide ingresar en la vía correcta de la fe en Dios, y los conduce hacia la senda equivocada, lo que perjudica a los escogidos y los lleva a la ruina. Y, en definitiva, ¿qué ocasiona eso al trabajo de la iglesia? Lo perturba, lo perjudica y lo desorganiza. Esta es la consecuencia derivada de que la gente busque la fama, la ganancia y el estatus(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)). Las palabras de Dios exponen que los anticristos solo consideran su propia reputación y estatus en sus acciones. Un anticristo hará sin dudar cualquier cosa que mejore su reputación. Si hacer las cosas según los principios puede dañar su reputación o estatus, un anticristo los dejará de lado y solo pensará en qué protegerá sus intereses personales, qué le beneficiará. Son especialmente viles y egoístas. ¿No había actuado yo también como un anticristo? Había descubierto hacía mucho tiempo que Liliana era una persona con poca humanidad y que no perseguía la verdad. Ella odiaba a quienes le ofrecían sugerencias, les buscaba defectos y los utilizaba para juzgarlos y atacarlos. Si no era reemplazada de inmediato, seguiría perturbando la obra de la iglesia. Sin embargo, como tenía algo en mi contra, me preocupaba que los hermanos y hermanas pensaran que solo buscaba vengarme al investigarla. Podrían hasta pensar que era una falsa líder. Sentí que mi posición podría peligrar. Y a causa del carácter de Liliana, me preocupaba que, si la destituía, me denigraría por detrás o encontraría algún pretexto para condenarme o denunciarme. Sentía que enfrentarme a ella solo iría en mi detrimento y podría afectar fácilmente mi reputación y posición, así que opté por una actitud de espera y no hice nada. Fui muy astuta y egoísta. Cuando anteriormente durante el trabajo de depuración había descubierto a personas de las que nos debíamos deshacer o que debíamos expulsar, había sido capaz de hacerlo de acuerdo con los principios. Eso se debía a que no conocía a la mayoría de ellos, y lo que es más importante, no constituían una amenaza para mi reputación y mi estatus. Si hacía que los echaran o expulsaran de la iglesia, los hermanos y las hermanas me considerarían una líder que entendía la verdad, tenía discernimiento y realizaba un trabajo real. Pero al enfrentarme al problema de Liliana, que afectaba directamente a mi posición, simplemente preferí usar la técnica del avestruz para proteger mis propios intereses. En el pasado me había ceñido a los principios porque mis intereses personales no estaban en juego, en lugar de hacerlo por un deseo genuino de realizar bien la obra de la iglesia. Las palabras de Dios me mostraron que trabajar para proteger tu prestigio y estatus personal es, básicamente, una forma de sabotear y trastornar la obra de la iglesia. Interfiere en el desarrollo normal del trabajo. Por querer proteger mi reputación y posición, no manejé rápidamente a una persona malvada. La naturaleza de ese problema es muy grave. No se trata solo de poner en evidencia un pequeño acto de corrupción, sino de encubrir a una persona malvada, y consentir que trastornara la obra de la iglesia. Es actuar como subordinado de Satanás y también hacer el mal. Estas palabras de Dios son especialmente pertinentes: “Deberías aislar o echar a los malvados tan pronto descubras que tienen la esencia de las personas malvadas, antes de que puedan hacer un gran mal. De esta manera se minimizará el daño que cometan; es la opción inteligente. Si los líderes y obreros esperan a que una persona malvada cause algún tipo de desastre para ocuparse de ella, son pasivos. Eso demostraría que los líderes y obreros son muy estúpidos y que carecen de principios en sus acciones(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (14)). Pensar en las palabras de Dios me hizo sentir fatal y muy culpable. Como líder, mi trabajo era proteger al pueblo escogido de Dios de la opresión y perturbaciones de las personas malvadas y salvaguardar la vida normal de iglesia para que la obra pueda avanzar de manera adecuada y ordenada. Pero, cuando apareció una persona malvada en la iglesia, fui lenta y no hice nada. No cumplí con las responsabilidades de un líder, lo que resultó en que los hermanos y hermanas fueran constreñidos y atacados por la persona malvada y que su entrada en la vida fuera dañada. Esto perjudicó también a obra de la iglesia. Lo que hice fue aborrecible para Dios.

Posteriormente, reflexioné sobre todas estas cuestiones. Sabía que, cuando una persona malvada trastornaba la obra de la iglesia, ocuparse del asunto con rapidez se ajusta a los principios. ¿Por qué, entonces, tenía miedo de que los demás malinterpretaran la situación y dijeran que la estaba atormentando? ¿Qué es realmente atormentar a alguien? Leí esto en las palabras de Dios: “¿Qué otras manifestaciones son comunes cuando obran los anticristos? (Los anticristos oprimen y atormentan a las personas por el bien de su propio estatus). Es algo de lo más común que los anticristos atormenten a los demás, y es una de sus manifestaciones concretas. Para mantener su estatus, los anticristos siempre exigen que todos los obedezcan y les presten atención. Si descubren que alguien no les hace caso o es antipático con ellos y se opone a ellos, adoptarán las tácticas para reprimir y atormentar a esa persona, para así someterla. Los anticristos suelen reprimir a aquellos cuyas opiniones son diferentes a las suyas. A menudo reprimen a las personas que persiguen la verdad y cumplen lealmente con sus deberes. Suelen reprimir a las personas de relativa decencia y rectitud que no los adulan ni ceden ante ellos. Reprimen a aquellos con los que no se llevan bien o no se rinden ante ellos. Los anticristos no tratan a los demás con base en los principios-verdad. Son incapaces de tratar a la gente con justicia. Cuando alguien les cae mal, cuando alguien les parece que no ha cedido ante ellos de corazón, hallan oportunidades y excusas, e incluso salen con diversos pretextos, para atacar y atormentar a esa persona, llegando a enarbolar el estandarte de hacer la obra de la iglesia para reprimirla. No ceden hasta que la gente se ha vuelto maleable y no se atreven a decirles que no; no ceden hasta que la gente ha reconocido su estatus y su poder, les saluda con una sonrisa, expresa su aprobación y docilidad hacia ellos, y no se atreven a sacar ninguna conclusión sobre ellos. En cualquier situación, en cualquier grupo, la palabra ‘imparcialidad’ no existe en el trato que un anticristo da a los demás, y la palabra ‘amoroso’ no existe en su trato hacia los hermanos y hermanas que creen realmente en Dios. Consideran a cualquiera que constituya una amenaza para su estatus como un aguijón en su ojo y una espina en su costado, y encontrarán oportunidades y pretextos para atormentarlos. Si esa persona no cede, la atormentan y no se detienen hasta que está sometida. Lo que hacen los anticristos queda bastante fuera de los principios-verdad, y se enemista con la verdad, así que ¿deben ser podados? No solo eso, nada menos que exponerlos, discernirlos y clasificarlos será suficiente. Un anticristo trata a todo el mundo según sus propias preferencias, sus propias intenciones y objetivos. Bajo su autoridad, cualquiera que tenga un sentido de la rectitud, cualquiera que pueda hablar con justicia, cualquiera que se atreva a luchar contra la injusticia, cualquiera que se adhiera a los principios-verdad, cualquiera que sea auténticamente talentoso y culto, cualquiera que pueda dar testimonio de Dios: todas esas personas se encontrarán con los celos del anticristo, y serán reprimidas, excluidas e incluso pisoteadas bajo el pie del anticristo hasta el punto de no poder volver a levantarse. Tal es el odio con el que el anticristo trata a la gente buena y a aquellos que persiguen la verdad. Se puede decir que más o menos la mayoría de aquellos hacia los que un anticristo tiene celos y reprime son figuras positivas y personas buenas. La mayoría son personas a las que Dios salvará, a las que Dios puede utilizar, a las que Dios hará perfectas. Al aplicar tales tácticas de represión y exclusión contra aquellos a quienes Dios salvará, utilizará y perfeccionará, ¿acaso los anticristos no son enemigos de Dios? ¿No son personas que se oponen a Dios?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 11). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, entendí que atormentar a alguien y adherirse a los principios son dos asuntos distintos. Debemos considerar los motivos que subyacen a nuestras acciones y también evaluar si la forma en que tratamos a alguien se basa en las palabras de Dios. Según los principios, si identificamos a alguien como una persona malvada o anticristo basándonos en los principios-verdad, entonces deshacerse de ella o expulsarla es librar a la iglesia de una plaga. Eso no es tormento. Pero cuando los anticristos y las personas malvadas suprimen y atormentan a la gente, se debe completamente a sus motivos crueles. Tienen celos de los que persiguen la verdad y tienen sentido de la justicia. Odian a los que tienen discernimiento sobre ellos y se atreven a llamarles la atención. Eliminan a los disidentes para proteger su propio poder y estatus. Se aferran al más mínimo error de los demás y lo convierten en un gran problema. Distorsionan los hechos y calumnian, lanzando todo tipo de acusaciones para que los expulsen o los echen. Sus motivos e intenciones son adversos a Dios y a la verdad. Dios los condena y maldice. Yo expuse y destituí a Liliana en base a mi discernimiento de ella como una persona malvada de acuerdo con las palabras de Dios. No se debía a un rencor personal, ni la atormenté. Estaba viendo las cosas de manera superficial y no entendía lo que realmente significaba atormentar. Sentía que tratar un problema relacionado con alguien que guardaba resentimiento hacia mí equivalía a atormentarla. No consideré si esa persona era una malvada ni qué papel desempeñaba en la iglesia. Como resultado de mi perspectiva errónea, me quedé paralizada. ¡Qué insensata! Entender todo esto fue muy liberador.

Después de esto, practiqué a propósito cumplir con mi deber según los principios. Especialmente en el trabajo de depuración, si se decidía que alguien merecía que lo echaran o expulsaran, aunque tuvieran algo contra mí, lo manejaba de acuerdo a los principios. Cuando puse esto en práctica me sentí mucho más en paz. Mi experiencia personal me ha enseñado que, al cumplir con un deber, debemos dejar de lado las preocupaciones sobre la reputación y el estatus, mantenernos firmes en los principios y proteger la obra de la iglesia; de este modo, encontraremos paz y gozo.

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