¿Por qué no pude practicar la verdad?
Cuando era líder, algunos hermanos y hermanas informaron que Yang Li, la líder de una iglesia bajo mi responsabilidad, no estaba haciendo ningún trabajo real. Mediante una investigación práctica, averigüé que Yang Li se pasaba el día ocupándose de asuntos generales. Por eso no le quedaba tiempo para hacer ninguna de las tareas de un líder de la iglesia. Cuando iba a una reunión de grupo, siempre decía que estaba ocupada, y, cuando terminaba de hacer los arreglos necesarios, siempre se marchaba a toda prisa. Casi nunca hablaba con sus hermanos y hermanas en las reuniones. Tampoco comprendía ni resolvía de verdad los problemas y dificultades que enfrentaban en el cumplimiento de sus deberes. Varios diáconos también informaron que Yang Li solo se reunía con ellos una vez cada varios meses. Los problemas y dificultades de sus hermanos y hermanas no se resolvían a tiempo. Y se habían vuelto negativos y pasivos en sus deberes, lo cual perjudicaba su entrada en la vida. Además, algunos hermanos y hermanas carecían de sentido de la responsabilidad y constantemente salían del paso en sus deberes. Y Yang Li no hablaba con ellos, no los ayudaba ni los despedía a tiempo. Había una persona malvada que estaba trastornando y perturbando la vida de la iglesia, pero Yang Li no hizo la depuración en el momento adecuado. Como Yang Li no hacía un trabajo real, la vida de la iglesia se había visto afectada. Y varias actividades no daban resultados, lo que llevó todo a un estado de parálisis. Cuando hablé con Yang Li y expuse sus problemas, no solo se negó a aceptar lo que yo decía, sino que incluso me respondió tratando de justificarse, e intentó culpar a su compañera por la falta de resultados de la obra de la iglesia. Basándome en el comportamiento de Yang Li, y viendo que se negaba por completo a aceptar la verdad o a arrepentirse, consideré que era una falsa líder que no hacía ningún trabajo real, por lo que había que despedirla inmediatamente. Pero dudé. Algunos hermanos y hermanas no veían quién era realmente Yang Li. Sentían que tenía cierta aptitud y don. Decían que tenía una mente ágil y que se le daba bien hablar en las reuniones. Que trabajaba muchas horas al día para cumplir con su deber y que, realmente, era responsable. La adoraban y la defendían. Ya que todo el mundo parecía pensar tan bien de ella, sentí que si la despedía tan pronto como llegué, quizá me considerarían arrogante. ¿Pensarían que me negué a darle una oportunidad de arrepentirse? O, tal vez, que solo tenía ganas de hacer cambios audaces para afirmar mi nueva autoridad sobre todos y así establecer mi prestigio. Me dije: “Tal vez los hermanos y hermanas deberían escribir sus propias evaluaciones sobre Yang Li primero. Entonces, podré juzgar si la despido o no”. Pero los hermanos y hermanas no veían quién era realmente. Y sus evaluaciones tenían poco valor como referencia. La persecución del PCCh era tan severa en ese momento que era imposible reunirse con los hermanos y hermanas para hablar y discernir quién era ella. Si esperaba a hablar con ellos antes de despedirla, entonces la obra de la iglesia se retrasaría quién sabe cuánto tiempo. Pensé: “Sería mejor despedirla primero, luego hablar y discernir su comportamiento con los hermanos y hermanas más tarde”. Pero seguía preocupada. Me preguntaba: “Si no les daba la oportunidad a los hermanos y hermanas de escribir una evaluación antes de su despido, ¿acaso sería posible ganármelos? Había otra opción: podía escribir una carta a la líder para informar sobre la situación de Yang Li. Si la líder estaba de acuerdo, entonces la despediría. De ese modo, aunque no tuviera la aprobación de los hermanos y hermanas, no tendría que asumir la responsabilidad exclusiva de la decisión. Todo el mundo sabría que no fui solo yo quien decidió esta forma de actuar, y así no dirían cosas tan negativas de mí”. Estos pensamientos daban vueltas en mi cabeza, y finalmente decidí escribirle a la líder al día siguiente.
A la mañana siguiente, le conté la situación de Yang Li a la hermana que colaboraba conmigo. También creía que Yang Li era una falsa líder y que había que despedirla lo antes posible. Sugirió despedirla mientras escribía la carta para informar a la líder. Pensé que esta también era una forma de actuar apropiada… pero, cuando estaba por implementarla, volví a dudar y pensé: “Todo esto se basa en lo que he visto del comportamiento de Yang Li. Sin una evaluación de los hermanos y hermanas, ¿estarían todos realmente de acuerdo en despedirla? Cuando llegue el momento, ¿protestarán en nombre de Yang Li? ¿Dirán que soy arrogante o que no sé tratar a la gente de manera justa? Si a los hermanos y hermanas no les convence mi decisión y me denuncian por ello, entonces sí que perderé prestigio”. Cuanto más pensaba en ello, más confundida me sentía. Mi hermana vio mi cara de preocupación y me preguntó: “¿Te preocupan los demás hermanos y hermanas? ¿Crees que si despides a Yang Li sin su evaluación, no lo aceptarán? Despedimos a los falsos líderes según los principios, para proteger la obra de la iglesia. ¿Por qué te preocupa tanto esto?”. Al oír lo que decía, pensé: “Es verdad. La casa de Dios nos exige claramente que despidamos a los líderes y obreros que se andan descontrolados y que no hacen ningún trabajo real, para evitar retrasar la obra de la iglesia. Ya vi que Yang Li es una falsa líder, pero sigo queriendo el consentimiento de los hermanos y hermanas antes de despedirla. ¿Por qué?”. Me di cuenta de que ese estado no era el correcto. Así que, junto con mi hermana, traté de resolver este problema. Y vimos dos pasajes de las palabras de Dios que decían: “Si, como líderes y obreros, ignoráis los problemas que surgen en el cumplimiento de los deberes e incluso buscáis diversos pretextos y excusas para eludir la responsabilidad, y no resolvéis algunos problemas que sabéis resolver, y no informáis de los problemas que no sabéis resolver a lo Alto, como si no tuvieran nada que ver con vosotros, ¿no es eso un incumplimiento del deber? ¿Es inteligente o insensato tratar de este modo el trabajo de la iglesia? (Es una insensatez). ¿Acaso no son escurridizos esos líderes y obreros? ¿No están desprovistos de todo sentido de la responsabilidad? Cuando afrontan problemas, los ignoran; ¿acaso no son personas inconscientes? ¿No son astutas? Las personas astutas son las más insensatas. Debes ser una persona honesta, debes tener sentido de la responsabilidad al enfrentarte a los problemas e intentar por todos los medios posibles buscar la verdad para resolverlos. No debes ser una persona astuta bajo ningún concepto. Si solo te preocupas de eludir la responsabilidad y de lavarte las manos cuando surgen problemas, incluso los no creyentes te condenarían por este comportamiento, ¡ya no digamos en la casa de Dios! Él va a condenar y maldecir este comportamiento con total seguridad, y el pueblo escogido de Dios lo detesta y rechaza. A Dios le gustan los honestos y detesta a los falsos y escurridizos. Si eres una persona astuta y te comportas de manera escurridiza, ¿acaso Dios no te detestará? ¿La casa de Dios dejará que eludas las consecuencias? Tarde o temprano tendrás que rendir cuentas. A Dios le agradan los honestos y le desagradan los astutos. Todo el mundo debería entender esto claramente y dejar de ser atolondrado y de hacer tonterías. La ignorancia momentánea es excusable pero, si una persona no acepta la verdad en absoluto, entonces es demasiado obstinada. Los honestos pueden asumir la responsabilidad. No se preocupan de sus propios beneficios y pérdidas, solo salvaguardan la obra y los intereses de la casa de Dios. Tienen un corazón bondadoso y honesto que es como un recipiente de agua cristalina cuyo fondo puede verse de un vistazo. También hay transparencia en sus actos. Una persona falsa se comporta de una manera escurridiza, se dedica siempre a fingir, se oculta y esconde cosas, y se enmascara increíblemente bien. Nadie puede desentrañar a esta clase de persona. La gente no puede dilucidar los pensamientos en tu interior, pero Dios puede escrutar lo más profundo de tu corazón. Cuando Él ve que no eres una persona honesta, que eres algo escurridiza, que nunca aceptas la verdad, que siempre te dedicas a engañarlo y nunca le entregas tu corazón, no le gustas a Dios, te detesta y te abandona” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus sentimientos y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se satisfagan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que sigue Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa en ellas a menudo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). Las palabras de Dios expusieron mis intenciones despreciables con la precisión de un martillo sobre un clavo. Me di cuenta, entonces, que era una persona traicionera. Yo había confirmado claramente que Yang Li era una falsa líder, que no hacía ningún trabajo real. Y que los hermanos y hermanas no veían realmente quién era ella, y que incluso la adoraban y defendían. Pero, en lugar de despedirla lo antes posible, de acuerdo con los principios, usaba mi astucia para proteger mi reputación y mi estatus. Sabía muy bien que los hermanos y hermanas no veían quién era de verdad, y que no tenía ningún propósito real hacerles escribir una evaluación. Pero aún así, estaba dispuesta a perder el tiempo en este proceso porque temía que me llamaran arrogante después de despedir a Yang Li, y que esto afectara mi estatus e imagen. Encubrí mis despreciables intenciones con el pretexto de conseguir la aprobación de los hermanos y hermanas e incluso quise pedir la opinión de la líder antes de despedirla… Así, aunque los hermanos y hermanas se opusieran a su despido, podría decir simplemente que la líder lo había aceptado, para no tener que cargar yo sola con esa responsabilidad. Pensé en todo lo que podía hacer para protegerme, incluso trucos y artimañas para conseguir lo que quería. ¡Cuánta astucia! Era mi responsabilidad, y el mandato de la casa de Dios, despedir rápidamente a los líderes falsos e inadecuados. Pero evadí mi responsabilidad al ser indecisa; solo pensaba en cómo proteger mi imagen y estatus. No consideré que, si no despedía a esta falsa líder de manera oportuna, esto significaría un obstáculo y una pérdida considerables, tanto para la obra de la iglesia como para la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. Observé cómo la falsa líder dañaba a la iglesia, y en vez de ponerme firme para desenmascararla, despedirla y proteger los intereses de la iglesia, seguí anteponiendo mis propios intereses. Incluso encontré la manera de excusarme de la situación. ¡Fui tan egoísta y despreciable! Cuanto más lo pensaba, más sentía que no era digna de este deber, y mucho menos de enfrentarme a mis hermanos y hermanas.
Reflexioné sobre todo esto. Creía en Dios, comía y bebía Sus palabras todos los días y cumplía con mi deber. Entonces, ¿por qué, cuando me enfrenté con un problema, dejé de practicar la verdad? ¿Por qué no podía salvaguardar los intereses de la iglesia? ¿Cuáles fueron exactamente los motivos? Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios, y llegué a comprender un poco más este problema. Las palabras de Dios dicen: “¿Alguno de vosotros cree de corazón solo en el Dios vago en el cielo, y sin embargo siempre tiene nociones sobre el Dios encarnado? En caso de existir personas así, se trata de creyentes en la religión. Los creyentes en la religión no reconocen al Dios encarnado en el corazón y, aunque lo hagan, siempre tienen nociones sobre Él y nunca son capaces de someterse. ¿Acaso no es así? En el sentido estricto, esas personas no son creyentes en Dios. Aunque puedan afirmar creer en Él, en realidad no se diferencian mucho de los creyentes en la religión. En su corazón, solo creen en el Dios vago, y siguen las nociones y los preceptos religiosos. Por tanto, cualquiera que no persiga la verdad, que se centre únicamente en tener una buena conducta y en cumplir los preceptos, que no practique la verdad y cuyo carácter no se transforme lo más mínimo, lo que hace es creer en la religión. ¿Qué característica distingue a los que creen en la religión? (Solamente se centran en las prácticas externas y en aparentar buena conducta). ¿Cuáles son los principios y fundamentos de sus acciones? (Las filosofías satánicas para los asuntos mundanos). ¿Qué filosofías satánicas para los asuntos mundanos y actitudes satánicas corruptas existen? La tortuosidad y la falsedad; hacer lo que a uno le da la gana; la arrogancia y el engreimiento; tener la última palabra en todo; no buscar nunca la verdad ni compartir con los hermanos y las hermanas; y al actuar, pensar siempre en los intereses, el orgullo y la posición de uno; todo esto es actuar de acuerdo con un carácter satánico. Es seguir a Satanás. Si uno cree en Dios, pero no presta atención a Sus palabras ni acepta la verdad ni se somete a Sus arreglos e instrumentaciones; si únicamente exhibe determinadas buenas conductas, pero es incapaz de rebelarse contra la carne y no cede nada en su orgullo o sus intereses; pese a que en apariencia cumple el deber, si sigue viviendo según sus actitudes satánicas, no ha renunciado en absoluto a las filosofías y maneras de vivir de Satanás ni las ha cambiado, ¿cómo es posible que crea en Dios? Eso es creer en la religión. Las personas que son así renuncian a las cosas y se esfuerzan superficialmente, pero para fijarse en la senda que recorren y en el origen y el punto de partida de todo lo que hacen no se fundamentan en las palabras de Dios ni en la verdad; por el contrario, siguen actuando según sus nociones y figuraciones, sus suposiciones subjetivas y sus ambiciones y deseos. Las filosofías y actitudes de Satanás continúan sirviendo de base para su existencia y sus actos. En los asuntos en los que no entienden la verdad, no la buscan; en los asuntos en los que sí la entienden, no la practican ni la valoran ni honran la grandeza de Dios. Aunque creen en Dios y lo reconocen, tanto aparente como explícitamente, y a pesar de que pueda parecer que son capaces de cumplir un deber y seguir a Dios, viven de acuerdo con su carácter satánico en todo lo que dicen y hacen. Todas las cosas que dicen y hacen son revelaciones de un carácter corrupto. No verás que practiquen o experimenten las palabras de Dios, y mucho menos que manifiesten buscar y someterse a la verdad en todas las cosas. En sus acciones, piensan primero en sus propios intereses, y satisfacen sus propios deseos y propósitos antes que nada. ¿Acaso son personas que siguen a Dios? (No). […] Nunca prestan atención a cuáles son las intenciones o los requisitos de Dios ni a cómo se debe practicar para satisfacerlo. Aunque en alguna ocasión tal vez oren ante Dios y compartan con Él, simplemente hablan consigo mismos, sin buscar sinceramente la verdad. Cuando oran a Dios y leen Sus palabras, no las relacionan con las cosas que se encuentran en la vida real. Por tanto, en el entorno que Dios ha dispuesto, ¿cómo tratan Su soberanía, Sus arreglos y Sus instrumentaciones? Al enfrentarse a cosas que no satisfacen sus deseos, las evitan y se resisten a ellas en el corazón. Al afrontar cosas que causan una pérdida en sus intereses o impiden que estos se satisfagan, intentan buscar una salida por todos los medios, se esfuerzan por maximizar sus beneficios y procuran evitar cualquier agravio. No buscan satisfacer las intenciones de Dios, sino únicamente sus propios deseos. ¿Es eso tener fe en Dios? ¿Tienen las personas así una relación con Dios? No. Viven de manera vulgar, despreciable, intransigente y horrible. No solo no tienen ninguna relación con Dios, sino que también van en contra de Su soberanía y Sus arreglos constantemente” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. No es posible salvarse por creer en la religión ni participar en ceremonias religiosas). Cuando reflexioné sobre las palabras de Dios, mi corazón se agitó como el océano en una tormenta. Al pensar en mi comportamiento, me di cuenta de que era una de esas personas expuestas por Dios: una creyente en la religión. Aunque parecía capaz de renunciar a cosas y entregarme, no busqué los principios-verdad cuando me encontré con un problema. Solo pensé en mis propios intereses, y viví según reglas satánicas de supervivencia como “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” y “El sensato se protege nada más que para no equivocarse”. Estas reglas se habían arraigado profundamente en mi corazón… Sentía que la gente debía vivir para sí misma, y que los que no pensaban en sí mismos eran tontos. Había tomado estas reglas para guiar mi conducta personal, y así me había vuelto cada vez más egoísta, astuta, falsa y despreciable. Aunque había leído tantas palabras de Dios después de comenzar a creer en Él, seguía sin aceptar la verdad. No vivía según las palabras de Dios, sino según las filosofías de Satanás. En cuanto al despido de Yang Li, sabía que lo que debía hacer era practicar la verdad, y que esto sería beneficioso para la obra de la iglesia y la vida de los hermanos y hermanas. Pero, para salvar mi imagen y mi estatus, y evitar que los hermanos y hermanas me llamen arrogante, opté por dejar mis acciones en pausa y limitarme a observar mientras una falsa líder seguía perjudicando y retrasando la obra de la iglesia. ¿No estaba protegiendo a esta falsa líder al dar mi consentimiento tácito a sus acciones malvadas? Si una persona que realmente cree en Dios y tiene un sentido de rectitud notara que se está obstaculizando la obra de la iglesia, actuaría de acuerdo con las palabras de Dios y se pondría firme para salvaguardar los intereses de la iglesia. Pero cuando me encontré con una situación así, no practiqué la verdad. En vez de eso, viví según las filosofías mundanas de Satanás. ¿Cómo podría ser una creyente en Dios? Pensaba que creía en Dios, que podía renunciar a cosas y entregarme, y que podía sufrir y pagar el precio por mi fe. Pensé que podía someterme a cualquier deber que la iglesia me asignara. Pero ahora me daba cuenta de que todo esto era una buena conducta superficial. Al enfrentarme a este problema, había quedado en evidencia. No tenía la realidad de practicar la verdad, y al cumplir con mi deber, me encontraba atada a mi carácter corrupto y las filosofías satánicas. No creía en Dios, sino en la religión. Dios no aprobaba mi fe, sino que la despreciaba y aborrecía. Si no me arrepentía, el resultado sería ser castigada y descartada.
Leí más palabras de Dios: “En la casa de Dios, al margen del deber que desempeñes, debes entender los principios y ser capaz de practicar la verdad. De esa manera, tendrás principios. Si no puedes desentrañar algo, si no estás seguro de cuál es la forma apropiada de actuar, deberías buscar y compartir para alcanzar un consenso. Una vez que hayas determinado lo que es beneficioso para la obra de la iglesia y para los hermanos y hermanas, hazlo. No dejes que te limite ningún precepto ni te retrases ni esperes ni seas un observador pasivo. Si siempre eres un observador pasivo y nunca tienes opinión propia, si siempre esperas a que otra persona haya tomado una decisión antes de hacer nada y si solo das largas y esperas cuando nadie ha tomado una decisión, ¿cuál será la consecuencia? Todos los trabajos se paralizarán y no se hará nada. Deberías aprender a buscar la verdad o, al menos, a actuar según tu conciencia y tu razón. Deberías practicar en función de que puedas ver claramente la manera apropiada de hacer algo y la mayoría de la gente también piense que ese método es factible. No temas asumir responsabilidades ni ofender a otros ni cargar con las consecuencias. Si alguien no hace nada real, si siempre está calculando y teme asumir responsabilidades y si no se atreve a mantener los principios en sus acciones, esto demuestra que es demasiado escurridizo y falso y que alberga demasiadas argucias astutas. Qué falta de virtud es desear disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios y, a la vez, no hacer nada real. Él desprecia a las personas taimadas y falsas más que a nadie. Al margen de lo que pienses, si no practicas según la verdad, si no tienes lealtad, si siempre te corrompen las adulteraciones personales y si siempre tienes tus propios pensamientos e ideas, Dios escruta todas estas cosas y las conoce. ¿Piensas que Él no las sabe? ¡En ese caso, eres muy estúpido! Y si no te arrepientes de inmediato, no tendrás la obra de Dios. ¿A qué se debe eso? A que Él escruta las profundidades del corazón de las personas. Dios ve, con absoluta claridad, todos sus astutos pequeños planes y que en su corazón han levantado un muro ante Él, que no son un corazón con Él. ¿Cuáles son las principales cosas que alejan el corazón de la gente de Dios? Sus pensamientos, sus intereses, su orgullo, su estatus y sus astutos pequeños planes. Es un problema cuando estas cosas forman en el corazón de las personas un muro que las separa de Dios, cuando ocultan secretos constantemente y cuando siempre tienen sus propios motivos. Si tienes un calibre algo deficiente y poca experiencia, pero estás dispuesto a perseguir la verdad, siempre eres un corazón con Dios y puedes entregarte sin reservas a aquello que Él te ha encomendado, sin hacer trampas, Dios lo verá. Si siempre tienes en el corazón un muro ante Dios, albergas argucias mezquinas, vives para tus propios intereses y tu orgullo y calculas estas cosas en el corazón y te poseen, Dios no estará satisfecho contigo ni te esclarecerá ni te iluminará, sino que te ignorará, y en tu corazón habrá cada vez más tinieblas. Esto quiere decir que cuando cumplas tu deber o hagas algo, lo harás mal y nada de ello valdrá la pena. Eso se debe a que eres tan egoísta y despreciable que siempre tramas argucias para tu propio beneficio, sin ser sincero con Dios, y osas ser falso e intentas hacerle trampas y no solo no aceptas la verdad, sino que cumples tu deber con astucia; lo cual no es entregarse a Dios con sinceridad. Y dado que no cumples tu deber de corazón, que solo te esfuerzas un poco y utilizas esto como una oportunidad para obtener más beneficios y puesto que también deseas conspirar para lograr fama, ganancias y estatus, sin aceptar ni obedecer cuando te podan, es probable que ofendas el carácter de Dios. Él escruta las profundidades del corazón de la gente. Si no te arrepientes, estarás en peligro y, probablemente, Dios te descartará, en cuyo caso nunca más volverás a tener la oportunidad de recibir Su aprobación” (La comunión de Dios). Las palabras de Dios me señalaron una senda de práctica. Cuando te encuentras con problemas que no puedes ver con claridad, puedes recurrir a los hermanos y hermanas que entiendan la verdad para hablar, para lograr un consenso antes de actuar para resolverlo. Si ves con claridad que las acciones están conformes con los principios-verdad y serán beneficiosas para la obra de la iglesia, entonces debes llevarlas a cabo a su debido tiempo. Pero si eres indeciso, si siempre esperas la aprobación de un líder antes de tomar una decisión, es probable que se frene la obra de la iglesia. De hecho, al despedir a líderes u obreros inadecuados, también sería conforme con los principios comprender las evaluaciones de los hermanos y hermanas para hacer una evaluación exhaustiva y luego tomar una decisión. Esta podría ser una buena manera de evitar cometer errores al reasignar a líderes y obreros. Pero los principios no son reglas. Deben utilizarse con flexibilidad, en función de las circunstancias. En el caso del despido de Yang Li, mi compañera y yo ya habíamos confirmado que ella era una falsa líder de acuerdo con los principios. Y que si no la despedía inmediatamente, se retrasaría la obra de la iglesia. No era necesario esperar a las evaluaciones de los hermanos y hermanas para despedirla. Además, los hermanos y hermanas no discernían sobre Yang Li. Ella los había desorientado. Aunque les hubiera pedido que escribieran una evaluación, no hubiera tenido sentido. Hubiese sido una mera formalidad y una pérdida de tiempo. Debería haberla despedido directamente y expuesto que no hacía ningún trabajo real. Así podría haberles proporcionado a los hermanos y hermanas cierto discernimiento sobre ella y liberarlos de su desorientación. Esa hubiera sido la única forma de cumplir con mi responsabilidad como líder. Pero en este asunto, había vivido según la filosofía de Satanás, había usado el engaño para protegerme. No había practicado la verdad y no había asumido ni una pizca de responsabilidad. Si seguía cumpliendo con mi deber así, Dios me desdeñaría. Sabía que Yang Li era una falsa líder, pero no me atrevía a despedirla directamente porque temía que la gente me llamara arrogante. Esto demostró que no entendía lo que era la arrogancia, ni tampoco sabía lo que era el sentido de la rectitud ni respetar los principios. A través de la búsqueda y la contemplación, llegué a comprender que la arrogancia de uno delata su carácter satánico. Cuando las personas no buscan los principios-verdad, sino que siempre son obstinadas, insisten en sus propias ideas y puntos de vista y hacen que todo el mundo les obedezca, eso es vanidad, arrogancia y sentenciosidad. Tener sentido de la rectitud significa defender la verdad y salvaguardar la obra de Dios. A través de la búsqueda y la oración, uno puede confirmar qué acciones se ajustan a la verdad y a la palabra de Dios. Y así puede defender la verdad, salvaguardar la obra de la iglesia y persistir en ello hasta el final, independientemente de lo que piensen o digan los demás. Esta es una manifestación de tener sentido de la rectitud. De hecho, nuestra determinación de que Yang Li era una falsa líder se basaba en principios. Despedirla habría sido beneficioso para la obra de la iglesia. Y habría concordado con los principios y demostrado un sentido de la rectitud. Pero tenía miedo de que, al despedir a Yang Li sin el respaldo de los hermanos y hermanas, la gente pensara que era arrogante. No podía distinguir entre arrogancia y tener sentido de la rectitud… Veía algo positivo como algo negativo. Esto hizo que fuera incapaz de liberarme y que rehuyera de hacer lo que era correcto. Me di cuenta de que mi comprensión estaba completamente distorsionada. Si los hermanos y hermanas no podían discernir a una falsa líder, yo podía hablar con ellos. No podía dejar que el temor al juicio de los demás me impidiera defender los principios. Tenía que aceptar el escrutinio de Dios y proteger los intereses de la iglesia, sin importar lo que pensaran. Así, al día siguiente, despedimos a Yang Li.
Después, mi compañera y yo hablamos con los hermanos y hermanas basándonos en las palabras de Dios, y diseccionamos el desempeño de Yang Li: que fallaba repetidamente en hacer un trabajo real y que no quería aceptar la verdad. Después de la conversación, los hermanos y hermanas reconocieron que Yang Li los había engañado con su aparente entusiasmo, y entendieron cómo discernir si un líder era competente o no. Comprendieron que, para ello, no había que fijarse en los dones, ni en la facilidad de palabra, ni en su apariencia de ocupada. Más bien había que ver si perseguía o no la verdad, si hacía trabajo real, si resolvía problemas reales, y lograba resultados reales en su trabajo. Ver a los hermanos y hermanas adquirir esos conocimientos me alegró, y aprendí que si cumples con tu deber según los principios-verdad, puedes obtener la guía de Dios. Antes, me preocupaba que si despedía directamente a Yang Li, los hermanos y hermanas no lo aceptaran y dijeran que era arrogante. Pero vi que todo eso era fruto de mi imaginación, y cuando actué según los principios-verdad, los hermanos y hermanas no me juzgaron. En cambio, aprendieron a tener discernimiento gracias a esta situación. Al poco tiempo, la iglesia eligió a una líder adecuada, los hermanos y hermanas comenzaron a llevar una vida de iglesia normal y la obra volvió a funcionar con normalidad. Ver todo esto me hizo muy feliz, y aprendí que actuar y cumplir con el deber propio de acuerdo con los principios-verdad es la única manera de obtener la aprobación de Dios. Después, me desprendí conscientemente de mis intereses personales y empecé a hacer cosas basadas en los principios-verdad, una práctica que me dio paz en el corazón y me liberó.
Esta experiencia me mostró que fui egoísta y falsa. Para proteger mi propia reputación y estatus, dejé de lado los intereses de la iglesia. Y si no hubiera sido por la exposición a las palabras de Dios, no habría comprendido mi propia naturaleza y no habría cambiado. Además, ahora comprendo lo importante que es buscar los principios-verdad en todo lo que hago. Y que solo buscando la verdad y actuando según los principios puedo cumplir con mi deber acorde al estándar.
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