¿Ser leal a los demás es ser una buena persona?
En 2012, cuando era líder de la iglesia, Zheng Xin atrajo y desorientó a algunos hermanos y hermanas para competir por el puesto de liderazgo, me catalogó de falso líder y pidió que me destituyeran, lo que desató el caos dentro de la iglesia. Por aquel entonces, Wang Chen se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, me lo comentó inmediatamente y, juntos, hablamos con los hermanos y hermanas para discernir y diseccionar la naturaleza de los actos de Zheng Xin. Ellos pudieron discernir a Zheng Xin y la calma volvió finalmente a la iglesia. A partir de entonces, me sentí agradecido con Wang Chen. Si no me hubiese ayudado a acabar con aquel caos, me habrían reprimido y atormentado realmente, me habrían destituido de mi cargo y habría perdido mi deber. En 2019, la policía nos perseguía a mi mujer y a mí, y no podía interactuar con los hermanos y hermanas, por lo que perdí el contacto con la iglesia. No fue sino hasta el 2021 que ellos se pusieron en contacto conmigo y me transfirieron a otra iglesia. El líder de la iglesia que vino a buscarnos fue ni más ni menos que Wang Chen, que dispuso que volviésemos a las reuniones y empezásemos a cumplir con nuestros deberes. Entonces me sentí todavía más agradecido y sentí que me había beneficiado Lo consideré como alguien de mi familia y pensé: “No sé cómo puedo agradecérselo. Tengo que retribuírselo cuando tenga la oportunidad”.
Más adelante, me eligieron líder de la iglesia y trabajé con Wang Chen y Chen Mo. Tras un tiempo, me di cuenta de que Wang Chen siempre analizaba por demás a las personas y las cosas, y que le gustaba sembrar cizaña. Chocaba con Chen Mo y nunca reflexionaba ni trataba de conocerse a sí mismo. Incluso, durante las reuniones, hacía comentarios malvados sobre sus prejuicios y descontento con Chen Mo, lo que provocaba que los hermanos y hermanas se viesen envueltos en las disputas, se pusiesen de su parte y juzgaran a Chen Mo. Además, nunca practicaba la verdad y siempre se relacionaba con los demás basándose en filosofías para asuntos mundanos. Cuando los hermanos y hermanas se enfrentaban a dificultades en sus deberes, no hablaba sobre la verdad para resolverlas, sino que siempre era considerado con la carne de los hermanos y les decía que no fueran demasiado duros consigo mismos, lo que hacía que se consintiesen y se amoldasen a sus debilidades. También me di cuenta de que Wang Chen casi nunca preguntaba por las tareas ni las revisaba, y tampoco resolvía los problemas cuando los detectaba. Si los nuevos fieles no podían acudir a las reuniones, no les prestaba atención. No preparaba de forma adecuada a los divulgadores del evangelio y, en el trato con los líderes superiores, recurría a engaños y mentiras, a la vez que les ocultaba cosas a sus inferiores. Cuando los hermanos y hermanas le señalaban sus problemas, él no los asumía, ponía distintas excusas e intentaba justificarse. Incluso creaba un ambiente negativo entre ellos y decía que había sufrido mucho en su deber a lo largo de los años y que no había ganado nada, y que tal vez fuera mejor no creer en Dios y disfrutar de una vida carnal mundana. Por aquel entonces, algunos nuevos creyentes no eran capaces de discernir cómo era, por lo que él los desorientó y ya no quisieron cumplir con sus deberes. Durante ese período, Wang Chen perturbaba continuamente la vida de la iglesia y afectaba a todos los hermanos y hermanas en el cumplimiento de sus deberes. En ese momento, los líderes superiores se dieron cuenta de que Wang Chen era un falso líder que no hacía ningún trabajo real y se prepararon para destituirlo. Pero, a través de mis interacciones con Wang Chen, me di cuenta de que no solo era un falso líder, sino también un incrédulo. Tenía serios problemas y había que destituirlo y echarlo pronto, de lo contrario, seguiría perturbando la vida de la iglesia. Pensé en informar a los líderes superiores sobre sus comportamientos, que eran los de un incrédulo. Pero luego, me vi inundado por los recuerdos de cuando Wang Chen me había ayudado a devolverle la calma a la iglesia y me había asignado mi deber. Esto me puso la duda en el corazón y pensé: “Si informo sobre sus problemas, ¿me acusará de no tener conciencia y de ser un ingrato?”. Estos pensamientos me hicieron sentir desasosiego en el corazón durante mucho tiempo. Si realmente lo echaran, eso supondría el final de su trayecto en la senda de la fe, ¡por lo que seguramente me guardaría rencor! Me sentía realmente conflictuado y no me atrevía a escribir el informe. Pensé, “¿Quizás debería ayudarlo de nuevo? Si cambiase un poco y dejase de ocasionar trastornos y perturbaciones, ¿tal vez no haga falta echarlo?”. Con esos pensamientos en la cabeza, me abstuve de informar sobre los problemas de Wang Chen. Cuando volví a ver a Wang Chen, compartí la palabra de Dios con él y lo insté a reflexionar y a que intentara conocerse mejor a sí mismo cuando le sucedieran cosas. Pero, por más que hablásemos, él no lo tomaba en serio y seguía perturbando la iglesia como lo hacía antes e impedía que los hermanos y hermanas tuvieran una vida de iglesia normal, afectando su entrada en la vida. Me sentí fatal, me culpé a mí mismo y pensé: “¿Cómo pude ser tan atolondrado? ¿Por qué no puedo ponerme del lado de Dios y proteger la obra de la iglesia?”. Fue entonces cuando comencé a buscar la verdad y a reflexionar sobre mí mismo.
Un día, encontré un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué caracteriza a los sentimientos? Desde luego, nada positivo. Es un enfoque en las relaciones físicas y en satisfacer las predilecciones de la carne. El favoritismo, defender los defectos de otros, malcriar, mimar y consentir, todo ello entra dentro del ámbito de los sentimientos. Algunas personas les dan mucha importancia a los sentimientos, reaccionan a cualquier cosa que les ocurra basándose en ellos; en su corazón, saben muy bien que esto está mal, y aun así son incapaces de ser objetivos, y mucho menos de actuar según los principios. Cuando los sentimientos constriñen siempre la conducta de las personas, ¿acaso son capaces de practicar la verdad? ¡Esto resulta extremadamente difícil! La incapacidad de muchas personas para practicar la verdad se reduce a los sentimientos; consideran que estos son especialmente importantes, las ponen en primer lugar. ¿Se trata de personas que aman la verdad? Por supuesto que no. ¿Qué son los sentimientos, en esencia? Son una clase de carácter corrupto. Las manifestaciones de los sentimientos pueden describirse utilizando varias palabras: tener favoritismo, proteger a los demás sin atenerse a los principios, mantener relaciones físicas y tener parcialidad; eso son los sentimientos” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). Después de leer las palabras de Dios, desperté un poco de mi ensueño. Durante esa época, había estado viviendo acorde a mis sentimientos y actuaba sin principios. Me había dado cuenta claramente de que Wang Chen no solo era un falso líder que no hacía ningún trabajo real, sino que también era un incrédulo. Debería haber desenmascarado sus comportamientos para que los viesen los líderes superiores. Sin embargo, no podía dejar de pensar que me había beneficiado y me siguió importando nuestra supuesta amistad, así que no informé sobre sus problemas y le permití seguir haciendo el mal en la iglesia y perturbando la vida de la iglesia. Estaba actuando con base en sentimientos, protegiéndolo y encubriéndolo. Al querer mantener a un incrédulo en la iglesia, estaba confabulado con Satanás y convirtiéndome en su cómplice. ¡En efecto, estaba haciendo el mal! El gran dragón rojo hace arrestos, persecuciones y perturba el trabajo de la iglesia, y yo estaba ahí protegiendo a un incrédulo dentro de ella, haciendo lo que el gran dragón rojo quería, pero no podía hacer. ¿No era eso rebelarse contra Dios y enfrentarse a Él? ¡Estaba actuando como el escudo de Satanás! A través de lo que revelaron los hechos, finalmente vi cómo vivía basándome en sentimientos, incapaz de distinguir lo correcto de lo incorrecto o lo bueno de lo malo, sin tener ningún sentido de la rectitud y permitiendo que un incrédulo perturbara la vida de la iglesia. ¡Me había rebelado demasiado contra Dios! Recordé que Dios dijo: “Los sentimientos son enemigos de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 28). Sentí un profundo remordimiento y autocrítica, y decidí informar a los líderes superiores de los problemas de Wang Chen.
Unos días después, cuando los líderes superiores vinieron a destituir a Wang Chen, les informé sobre su situación. Tras verificarlo, vieron que Wang Chen era, en efecto, un incrédulo y me pidieron que escribiera sobre sus comportamientos para ayudar a recabar el material necesario para echarlo. Cuando pensé que echarían a Wang Chen, no pude evitar recordar todas las veces que me había ayudado en el pasado y pensé: “Él me benefició y ahora estoy a punto de escribir una evaluación para que lo echen. Si se llega a enterar, ¿me acusará de devolverle su amabilidad con odio y de no tener conciencia? ¿Cómo haré luego para mirarlo a la cara?”. Pero, cuando pensé en las veces que se comportó como incrédulo, mi conciencia me dijo que debía atenerme a los principios y escribir sobre sus comportamientos. Sin embargo, no era capaz de superar ese obstáculo que llevaba dentro y sentía que estaba en un dilema. Cuanto más pensaba en ello, más dolor sentía, así como una oscuridad y abatimiento en mi interior. Y así, tras procrastinar durante más de diez días, aún no había escrito nada sobre los comportamientos de Wang Chen. Durante ese período, tuve un dolor de muelas muy fuerte y, a veces, me dolía tanto que empezaba a sudar. No me atrevía a comer ni podía dormir. Me di cuenta de que eso podía ser la disciplina de Dios, así que le oré: “Dios, Wang Chen es un incrédulo, por lo que yo debería escribir sobre sus comportamientos y echarlo según los principios. Pero cuando pienso en que me benefició, no quiero escribir nada. ¡Mi corazón es demasiado intransigente, demasiado rebelde! Dios, quiero regresar a Ti. Te ruego que me ilumines y me guíes para que me conozca a mí mismo, me atenga a los principios y proteja los intereses de la iglesia”.
Después, reflexioné constantemente y pensé: “¿Qué es lo que me impide atenerme a los principios y proteger los intereses de la iglesia?”. Durante una reunión, encontré la respuesta en las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “En el fondo del corazón de la gente todavía hay muchas nociones y figuraciones, diversos pensamientos, ideas y ponzoñas provenientes de la cultura tradicional y muchas cosas que son hostiles hacia Dios. Estos elementos están ocultos en su interior y aún tienen que salir a la luz. Son el origen de las revelaciones de sus actitudes corruptas y provienen del interior de la esencia-naturaleza del hombre. Por este motivo, cuando Dios haga algo que no concuerde con tus nociones, te resistirás y te opondrás a Él. No entenderás por qué Él ha actuado de esa manera y, aunque sepas que hay verdad en todo lo que Dios hace y desees someterte, no serás capaz de hacerlo. ¿Por qué no puedes someterte? ¿Cuál es la razón de tu oposición y resistencia? El motivo es que hay muchas cosas en los pensamientos y las ideas del hombre que son hostiles hacia Dios, hacia los principios según los que Él actúa y hacia Su esencia. Es difícil que la gente conozca estas cosas” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). “Digo todo esto para que la gente se dé cuenta de que la raíz y la esencia de la naturaleza rebelde del hombre proviene principalmente de sus pensamientos e ideas, que se forman a partir de la educación que recibió de la familia y la sociedad, así como de la cultura tradicional. Una vez que estas cosas se instalan poco a poco en lo profundo del corazón de la gente, a través de las convenciones familiares o de la influencia de la sociedad y la formación académica, las personas comienzan a vivir conforme a ellas. Empiezan inconscientemente a creer que esta cultura tradicional es correcta e irreprochable, que no se puede criticar y que solo pueden ser personas reales si actúan de acuerdo con las exigencias de la cultura tradicional. Si no lo hacen, sentirán que no tienen conciencia, que son contrarias a la humanidad y carentes de ella, y que no podrán asumir esta situación. ¿Acaso no son estos pensamientos e ideas del hombre completamente ajenos a la verdad? Todas las cosas que componen las ideas y los pensamientos humanos y los objetivos que la gente persigue se dirigen hacia el mundo, hacia Satanás. El requisito de Dios para el hombre de perseguir la verdad se dirige hacia Él, hacia la luz. Son dos direcciones y metas distintas. Si actúas según los objetivos y los requisitos de Dios para el hombre, tu humanidad será más normal, tendrás mayor semejanza humana y te acercarás más a Dios. Si te comportas de acuerdo con los pensamientos y las ideas de la cultura tradicional, perderás cada vez más conciencia y razón, serás incluso más falso y farsante, seguirás las tendencias del mundo aún más y pasarás a formar parte de las fuerzas del mal. A partir de ese momento, vivirás completamente en la oscuridad, bajo el poder de Satanás. Habrás vulnerado la verdad y traicionado a Dios por completo” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Las palabras de Dios me dieron claridad. Me di cuenta de que había actuado basándome en mis sentimientos y no quería documentar los comportamientos de Wang Chen por miedo a que lo echaran, sobre todo porque estaba atado y restringido por las ideas y opiniones que Satanás me había inculcado, como “hay que ser leal”, “no hay que ser insensible ni ingrato” y “la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud”, entre otras. Al estar bajo el control de estas ideas y opiniones, siempre ponía primero la amabilidad de las personas, e incluso la ponía por encima de practicar la verdad y los intereses de la iglesia. Cuando pensaba en informar sobre las veces que Wang Chen se había comportado como un incrédulo, no podía evitar recordar cómo me había ayudado en el pasado y pensaba que informar sobre sus comportamientos era ser ingrato y no tener corazón, y que los demás me despreciarían. Al estar limitado por estas ideas y opiniones, nunca fui capaz de practicar la verdad ni atenerme a los principios. Incluso cuando los líderes me pidieron que escribiera sobre los comportamientos de Wang Chen, dudé en hacerlo debido a que me había beneficiado y le permití seguir haciendo el mal y perturbando a los hermanos y hermanas en la iglesia. La iglesia es un lugar para que ellos cumplan con sus deberes y persigan la verdad. Solo eliminando sin demora a los incrédulos de la iglesia se puede proteger la vida de la iglesia de los hermanos y hermanas. Escribir sobre las veces que Wang Chen se había comportado como un incrédulo era practicar la verdad y algo positivo, pero yo lo percibía como una traición y una falta de conciencia. No podía distinguir realmente el bien del mal ni entender lo que amar y lo que odiar, y no tenía ningún principio ni postura alguna. Si hubiera informado sin demora sobre los problemas de Wang Chen, quizás lo habrían echado antes de la iglesia, pero como no practiqué la verdad y lo protegí, eso le permitió seguir perturbando y trastornando a la iglesia, lo que ocasionó pérdidas a la entrada en la vida de los hermanos y hermanas y también retrasó el trabajo de la iglesia. Como líder, no solo no tuve en cuenta las vidas de los hermanos y hermanas ni protegí los intereses de la iglesia, sino que también encubrí a Wang Chen basándome en sentimientos, demostrando lealtad y conciencia hacia un incrédulo. Estaba mordiendo la mano que me daba de comer y ayudando a un extraño, haciendo el papel de lacayo de Satanás. Antes, vivía según las ideas y opiniones que Satanás me había inculcado y pensaba que estaba siendo noble y leal. Solo ahora me doy cuenta de que esas ideas y opiniones se oponían a Dios. Me habían impedido practicar la verdad, lo que me había costado la conciencia y la razón y me había despojado de mi humanidad. Al vivir según esas ideas y opiniones, solo era capaz de hacer el mal, resistirme a Dios y hacer que me desdeñara y descartara. Si no hubiera sido por la oportuna disciplina de Dios al hacerme enfermar, no habría pensado en reflexionar sobre mí mismo. No podía seguir rebelándome más; tenía que regresar pronto a Dios.
Leí otro pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a cambiar mis opiniones falaces. Dios Todopoderoso dice: “Dios usa a veces los servicios de Satanás para ayudar a la gente, pero en esos casos debemos asegurarnos de darle las gracias a Dios y no devolverle la amabilidad a Satanás; se trata de una cuestión de principios. Cuando la tentación llega en la forma de una persona malvada que brinda amabilidad, lo primero que debes tener claro exactamente es quién te está ayudando y ofreciéndote asistencia, cuál es tu propia situación y si hay otras sendas que puedas tomar. Debes lidiar con tales casos de manera flexible. Si Dios quiere salvarte, sin importar los servicios de quién utilice para lograrlo, primero debes agradecer a Dios y aceptarlo de parte de Él. No debes dirigir tu gratitud únicamente hacia las personas, por no hablar de ofrecer tu vida a alguien en agradecimiento. Esto es un grave error. Lo fundamental es que tu corazón esté agradecido a Dios y que lo aceptes de parte de Él” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Qué significa perseguir la verdad (7)). Después de leer las palabras de Dios, finalmente entendí que siempre había visto la ayuda de Wang Chen como amabilidad humana. No la había aceptado de Dios ni había reconocido Su soberanía o pensado en cómo retribuir el amor de Dios. ¡Realmente estaba tan atolondrado! Cuando se desató el caos en la iglesia, Wang Chen me ayudó a devolver la calma y luego me asignó un deber adecuado. Ese era el deber y la responsabilidad que debía cumplir y no suponía una amabilidad de su parte. Además, Dios orquestó y dispuso todo eso. Debí haberlo aceptado de Dios, agradecerle y retribuirle Su amor, pero consideré el amor y la protección que Dios da al hombre como una amabilidad humana. Estaba tan ciego. Al darme cuenta de esto, sentí un profundo remordimiento y oré a Dios, dispuesto a arrepentirme y a practicar la verdad para satisfacerlo.
Más tarde, encontré los principios de práctica en las palabras de Dios y llegué a comprender lo que constituye ser una persona con una verdadera buena humanidad. Dios Todopoderoso dice: “Debe haber un estándar para tener buena humanidad. No consiste en tomar la senda de la moderación, no apegarse a los principios, esforzarse por no ofender a nadie, ganarse el favor dondequiera que se vaya, ser suave y habilidoso con todo el que se encuentre y hacer que todos hablen bien de ti. Este no es el estándar. Entonces, ¿cuál es el estándar? Es ser capaz de someterse a Dios y a la verdad. Consiste en acercarse al deber propio y a toda clase de personas, acontecimientos y cosas desde los principios y un sentido de responsabilidad. Esto es evidente para todos; todos lo tienen claro en su interior. Además, Dios escruta el corazón de la gente y conoce su situación, a todos y cada uno; sean quienes sean, nadie puede engañar a Dios. Algunas personas alardean de poseer buena humanidad, de jamás hablar mal de los demás, jamás perjudicar los intereses de otros, y sostienen que jamás han codiciado los bienes del prójimo. Cuando hay una disputa sobre los intereses, incluso prefieren perder a aprovecharse de los demás, y todos piensan que son buenas personas. Sin embargo, cuando llevan a cabo sus deberes en la casa de Dios, son maliciosos y escurridizos, siempre maquinando para sí mismas. Nunca piensan en los intereses de la casa de Dios, nunca tratan como urgentes las cosas que Dios considera urgentes ni piensan como Dios piensa, y nunca pueden dejar a un lado sus propios intereses a fin de llevar a cabo su deber. Nunca abandonan sus propios intereses. Aunque ven a las personas malvadas hacer el mal, no las exponen; no tienen principio alguno. ¿Qué clase de humanidad es esta? No es humanidad buena. No prestes atención a lo que dice la gente así; debes ver qué vive, qué revela y cuál es su actitud cuando lleva a cabo sus deberes, así como cuál es su condición interna y qué ama. Si su amor por su propia fama y ganancia excede su lealtad a Dios, si su amor por su propia fama y ganancia excede los intereses de la casa de Dios, o excede la consideración que muestra por Dios, entonces ¿acaso esta gente posee humanidad? No se trata de personas con humanidad. Tanto los demás como Dios pueden observar su comportamiento. Es muy difícil que tales personas ganen la verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entregando el corazón a Dios, se puede obtener la verdad). Antes, siempre pensaba que quienes devolvían la amabilidad y valoraban la lealtad eran personas con buena humanidad. Solo después de leer las palabras de Dios me di cuenta de que tenía una opinión bastante absurda de las cosas. Una persona con una verdadera buena humanidad es la que comparte lo que piensa y lo que le preocupa a Dios, tiene un corazón honesto, es una persona recta, ama las cosas positivas, posee un sentido de la rectitud, puede defender los principios-verdad y entiende lo que amar y lo que odiar. En cuanto a mí, en un intento de preservar mi buena imagen de persona leal a los ojos de los demás, no dudé en perjudicar los intereses de la iglesia. Preferí ver cómo Wang Chen perturbaba la vida de la iglesia e impedía que los hermanos y hermanas hiciesen su deber antes que permitir que lo echaran. ¿Cómo se me podía considerar una persona con buena humanidad? Era sencillamente una persona sin humanidad, alguien egoísta y despreciable. Al darme cuenta de esto, dejé de pensar que tenía buena humanidad. Luego, encontré otro pasaje de las palabras de Dios y obtuve algunas sendas para practicar. Dios Todopoderoso dice: “¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Al leer las palabras de Dios, llegué a entender algo de Su intención. Dios requiere que las personas amen lo que Él ama y odien lo que Él odia, que se pongan de Su lado cuando suceden las cosas y defiendan los principios-verdad. Cuando uno ve que los hermanos y hermanas que sinceramente creen en Dios y persiguen la verdad tienen problemas en sus deberes, debe hablar sobre la verdad con ellos, apoyarlos con amor y practicar la poda cuando sea necesario. En cuanto a las personas malvadas, los incrédulos y anticristos, uno debe practicar desenmascararlos y denunciarlos, rehuirlos y rechazarlos. Solo esas prácticas son conformes a la intención de Dios. Ahora que Wang Chen había sido revelado como un incrédulo y alguien de la calaña de Satanás, mantenerlo en la iglesia solo perturbaría el trabajo de la iglesia. Ya no podía seguir actuando con base en sentimientos; tenía que poner por escrito sus comportamientos de persona incrédula y echarlo de la iglesia lo antes posible. Luego, oré a Dios: “Dios, me has beneficiado tanto y me has dado la oportunidad de ser líder, pero no he protegido los intereses de la iglesia en absoluto. Estoy dispuesto a arrepentirme ante Ti, practicar la verdad y proteger la obra de la iglesia”. Después de orar, puse por escrito los comportamientos de Wang Chen. Tras una investigación, los líderes superiores descubrieron que Wang Chen era, en efecto, un incrédulo y lo echaron de la iglesia. Al ver este desenlace, mi corazón estuvo en paz y feliz, ya que finalmente pude practicar la verdad y ser considerado con la intención de Dios.
Más tarde, cuando los líderes superiores analizaron las razones por las que habíamos obtenido malos resultados en nuestro trabajo, volví a recordar todas las veces que no había protegido el trabajo de la iglesia. Como líder de la iglesia, actuar basándome en mis sentimientos y permitir que un incrédulo permaneciera en la iglesia y ocasionara una perturbación en la vida de la iglesia era una transgresión ante Dios y una mancha. Como líder de la iglesia, ni siquiera había cumplido con mi propio deber y responsabilidad. Al pensar en esto, me sentí culpable y me culpé a mí mismo, ya que pensaba que no era digno de ser líder de la iglesia, así que le dije a los líderes superiores que iba a renunciar. Al oír esto, el líder superior habló conmigo y me dijo: “Dios juzga y desenmascara a las personas para purificarlas del carácter satánico que tienen dentro y que se resiste a Dios, con el fin de que puedan arrepentirse de verdad. Esa es la intención sincera de Dios; no lo malinterpretes”. Me sentí realmente agradecido con Dios. Cuando fui intransigente y rebelde, Dios me disciplinó a través de la enfermedad para que reflexionase sobre mí mismo y, ahora, tras demostrar mi deseo de arrepentirme, Dios me tuvo misericordia y me dio la oportunidad de seguir haciendo mi deber. Eso me conmovió profundamente.
A través de esta experiencia, he llegado a entender que muchas de mis opiniones sobre las cosas no son conformes a la verdad y que necesito con urgencia el juicio y la purificación de Dios. En mis futuras experiencias, deseo practicar más la verdad, intentar ser una persona que se somete a Dios y hacer bien mi deber.
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