Las consecuencias de una fe fundamentada en nociones y figuraciones
Por Qi Zhao, China En 2004, Dios me eligió para venir a Su casa. En las reuniones con los hermanos y hermanas, a veces los oía compartir...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
Me eligieron diaconisa de riego en agosto de 2021. En esa época regaba a los nuevos fieles y predicaba el evangelio. Al carecer de experiencia evangelizadora, no obtenía buenos resultados de evangelización. Un día, el líder dispuso que la hermana Janine fuera mi compañera de seguimiento de la predicación. Enseguida captó la hermana Janine los problemas que tenían todos en la evangelización, reunió a los hermanos para hablar y analizar las cosas, y luego compartió algunas experiencias y enfoques de éxito. Poco a poco, se volvieron más entusiastas en la evangelización y dominaron algunos principios del trabajo. Poco después, más de 20 personas de nuestra aldea habían aceptado la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, y cada vez lo aceptaba más gente en otros sitios también. Pronto fundamos una nueva iglesia. Yo pensaba que Janine era creyente desde hacía mucho, tenía gran aptitud y era capaz en el trabajo. Desde que llegó, la evangelización había mejorado bastante. La admiraba mucho. Me parecía una obrera capaz y que perseguía la verdad. Yo le daba buena impresión. Según ella, era responsable y llevaba una carga, y alababa mi aptitud y mi capacidad delante de los demás. Me sorprendía mucho que dijera eso. Resultaba que me tenía en gran estima y, al parecer, yo ocupaba un lugar importante en su corazón. Yo estaba muy contenta. Posteriormente, me eligieron líder y seguí siendo compañera de Janine en mi deber.
En junio de 2022 me hice predicadora, Janine fue elegida líder y yo me encargué de su trabajo, pero su labor evangelizadora no estaba mejorando y yo no sabía por qué. No se centraba en cultivar a los nuevos, no se reunía con los obreros evangelizadores y no hablaba ni resolvía los estados o dificultades de nadie. Me preocuparon mucho estos problemas y le mandé un mensaje para preguntarle por su trabajo y, aunque ella lo leyó, no contestó. Pensé: “Eres líder; ¿por qué eres tan irresponsable con la labor de la iglesia?”. Estaba hecha una furia. Tenía muchas ganas de podarla y exponerle sus problemas, pero pensé en lo bien que habíamos colaborado antes, la buena impresión que tenía de mí y cómo afirmaba que yo era una buena líder. Si la podaba, ¿se desvanecería su buena impresión de mí? Me pareció mejor callar para preservar nuestra relación. Con esta idea, opté por no decir nada. Tan solo le mandé las responsabilidades de los líderes y obreros para que las leyera y le informé del alcance de sus responsabilidades y del trabajo que debía hacer para darle una sensación de carga. Creía haberle aclarado las cosas, que debía saber qué hacer a continuación y que, poco a poco, su labor evangelizadora debería mejorar. Pero, pasado un tiempo, su trabajo aún no daba resultados. Esto me inquietó mucho. Si ella antes no era así, ¿por qué lo era ahora? Tenía muchas ganas de podarla, de señalarle que era irresponsable en el deber y que no hacía un trabajo real, para que pronto enmendara su actitud en el deber. No obstante, reflexioné, “Siempre me ha considerado buena líder y a menudo ha alabado la carga que llevo por el trabajo de la iglesia y lo paciente y compasiva que soy. Si expongo su problema, se desvanecerá su buena impresión de mí”. Teniéndolo presente, le dije unas palabras reconfortantes y la animé a encontrar más tiempo para reunirse y para seguir el trabajo de la iglesia. Cuando lo oyó Janine, respondió que tenía que enmendar su actitud hacia el deber y expresó que quería cumplir bien con él en lo sucesivo. Exultante, pensé: “Claro que Janine va a cumplir bien con el deber esta vez. Con ella como líder de los evangelizadores, seguro que mejoran sus resultados”. No mucho después, mi compañera me dijo: “Como líder, Janine no hace seguimiento del trabajo ni cultiva a las personas. Solo es líder en teoría y nunca hace un trabajo real. Es una falsa líder. Propongo su destitución y que se elija a otro líder. Así podrá mejorar el trabajo de la iglesia”. Otra hermana me señaló que, como Janine no hacía un trabajo real, ya se había demorado la labor de la iglesia, y que había que destituirla pronto. Pero yo aún creía que Janine era capaz y tenía aptitud, que solamente estaba pasando por un bache por la persecución familiar y que, si cambiaba su estado, la labor evangelizadora mejoraría. Por tanto, pospuse su destitución. Más adelante, el desempeño de Janine siguió flaqueando y otras personas no paraban de denunciar que era igual que antes: que decía algo agradable, pero no hacía nada. Los informes de los hermanos y hermanas me entristecieron mucho, y sentía que no veía claro cómo era. Oré a Dios para pedirle que me guiara para aprender a discernir.
Después leí estas palabras de Dios: “¿Cómo debería uno juzgar si un líder cumple con las responsabilidades de los líderes y obreros o si es un falso líder? Lo más básico es observar si sabe hacer un trabajo real, si tiene o no este calibre. Luego, hay que ver si tiene la carga para hacer bien este trabajo. Ignora lo bien que suenan las cosas que él dice, lo mucho que parece que entiende las doctrinas y la cantidad de talento y dones que posee al tratar asuntos externos; estas cosas no son importantes. Lo más crucial es si es capaz de llevar a cabo correctamente los asuntos más fundamentales de la obra de la iglesia, si es capaz de resolver problemas utilizando la verdad, y si puede conducir a la gente a la realidad-verdad. Este trabajo es el más importante y esencial. Si es incapaz de realizar estos asuntos de trabajo real, no importa lo bueno que sea su calibre, el talento que tenga, cuánto pueda soportar la adversidad y pagar un precio: no deja de ser un falso líder. Algunas personas dicen: ‘Olvida que no hace ningún trabajo real actualmente. Tiene un buen calibre y es capaz. Si se forma durante un tiempo, seguro que podrá hacer un trabajo real. Además, no ha hecho nada malo y no ha cometido ninguna maldad ni ha causado trastornos ni perturbaciones; ¿cómo puedes decir que es un falso líder?’. ¿Cómo explicar esto? No importa el talento que tengas, el nivel de calibre y formación que poseas, la cantidad de consignas que seas capaz de gritar, las palabras y doctrinas que seas capaz de entender; no importa lo ocupado o cansado que estés un día, lo lejos que hayas viajado, el número de iglesias que hayas visitado, el riesgo que asumas ni el sufrimiento que soportes: nada de esto importa. Lo que importa es si realizas tu trabajo según los arreglos del trabajo, si pones en marcha esos arreglos con precisión, si participas en cada trabajo concreto del que seas responsable durante tu etapa como líder y la cantidad de problemas reales que hayas resuelto, el número de individuos que hayan llegado a entender los principios-verdad gracias a tu liderazgo y orientación y cuánto haya avanzado y progresado la obra de la iglesia; lo que importa es si has obtenido estos resultados. Al margen del trabajo concreto en el que participes, lo que importa es si sigues y diriges de manera constante el trabajo en lugar de actuar con petulancia y dar órdenes. Además de esto, lo que también importa es si tienes o no entrada en la vida mientras cumples tu deber, si puedes tratar estos asuntos según los principios, si puedes aportar un testimonio de poner en práctica la verdad y si puedes tratar y resolver los problemas reales a los que se enfrenta el pueblo escogido de Dios. Todas estas cosas, y otras similares, son criterios para evaluar si un líder u obrero ha cumplido o no sus responsabilidades” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (9)). Las palabras de Dios me hicieron darme cuenta de que no podía juzgar si un líder era competente o falso escuchando si hablaba bien o no ni analizando su aptitud, sus habilidades o su número de buenas conductas. Lo principal que hay que mirar es si hace un trabajo real, si es responsable y si sabe cumplir bien con el deber de líder. Janine tenía cierta aptitud y era una obrera capaz, pero solo decía cosas bonitas y realmente no actuaba ni hacía un trabajo real. No hacía el trabajo que debía hacer un líder. No parecía que hiciera nada malo ni malvado, pero, como líder, solamente enviaba mensajes y coreaba consignas. En realidad, nunca se fijaba en la labor de la iglesia ni la seguía. No cultivaba a los nuevos fieles que estaban empezando en su deber. Cuando otros tenían dificultades y problemas de evangelización, ella no hablaba para resolverlos, y a menudo se saltaba su deber. Le advertí muchas veces durante este tiempo que enmendara su actitud hacia el deber y, aunque accedía a cambiar, continuaba como antes. La evangelización se frenó y otros proyectos no estaban logrando resultados. Ella no hacía introspección, sino que esquivaba a los hermanos y hermanas con excusas. Su actitud hacia el deber y sus diversas conductas evidenciaban que era una falsa líder que no hacía un trabajo real, como revelaba Dios, y que debería haber sido destituida antes. Sin embargo, yo no veía las cosas ni discernía a la gente según la palabra de Dios. Solo veía la inteligencia, la aptitud y la capacidad de Janine. Creía que podía trabajar, pero no miraba si hacía trabajo real ni qué clase de resultados lograba. Todavía tenía esperanza en ella. Como esperaba que lograra mejorar el trabajo de la iglesia como antes, no dejaba de darle oportunidades. ¡Qué necia e ignorante era! Mi compañera me había informado sobre la situación de Janine y me había propuesto su destitución, pero yo me aferraba a mis ideas porque quería darle oportunidades y sustentarla más, por lo que no la destituí enseguida, cosa que afectó al trabajo de la iglesia. Vi que yo no había supervisado bien en mi deber, lo que había afectado al trabajo de la iglesia. ¿No era esta también la conducta de una falsa líder? Oré a Dios para pedirle que me guiara para conocer mi corrupción.
Un día leí estas palabras de Dios: “Cuando un líder de la iglesia ve que los hermanos y hermanas llevan a cabo los deberes de manera superficial, puede que no se lo recrimine, aunque debería. Cuando tiene claro que se están menoscabando los intereses de la casa de Dios, no se preocupa por ello, no hace averiguaciones de ningún tipo ni hace la menor ofensa a los demás. De hecho, en realidad no muestra consideración por las debilidades de las personas; en lugar de eso, su intención y objetivo es ganarse el corazón de la gente. Es totalmente consciente de que: ‘Mientras haga esto y no ofenda a nadie, pensarán que soy un buen líder. Tendrán una opinión buena y elevada de mí. Me darán su aprobación y seré de su agrado’. No le importa cuánto daño se haga a los intereses de la casa de Dios, cuántas pérdidas sufra la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni en qué medida la vida de iglesia de este se vea perturbada, sino que se limita a insistir en su filosofía satánica y a no ofender a nadie. No existe nunca autorreproche en su corazón. Cuando ve que alguien causa trastornos y perturbaciones, como mucho puede intercambiar algunas palabras con esa persona al respecto, con lo que minimiza el asunto y se lo quita de encima. No hablará sobre la verdad ni le indicará a esa persona la esencia del problema, y menos aún diseccionará su estado ni compartirá nunca cuáles son las intenciones de Dios. Un falso líder nunca pone al descubierto ni disecciona los errores que las personas cometen a menudo ni las actitudes corruptas que estas suelen revelar. No resuelve ningún problema real, sino que siempre consiente las prácticas erróneas y revelaciones de corrupción de las personas, y por muy negativas o débiles que sean estas, no se lo toma en serio. Se limita a predicar algunas palabras y doctrinas y a pronunciar unas cuantas exhortaciones para gestionar la situación de manera superficial e intentar mantener la armonía. En consecuencia, el pueblo escogido de Dios no sabe cómo reflexionar sobre sí mismo ni autoconocerse, no se resuelven las actitudes corruptas que revelan, sean cuales sean, y viven entre palabras y doctrinas, nociones y figuraciones, sin ninguna entrada en la vida. En su fuero interno llegan a creer: ‘Nuestro líder tiene incluso una mayor comprensión de nuestras debilidades que Dios. Nuestra estatura es demasiado pequeña para estar a la altura de los requerimientos de Dios. Nos basta con cumplir con los requerimientos de nuestro líder; al someternos a él, nos estamos sometiendo a Dios. Si llega un día en el que lo Alto despida a nuestro líder, nos haremos oír; a fin de mantenerlo en su puesto e impedir que lo despidan, negociaremos con lo Alto y lo obligaremos a aceptar nuestras exigencias. Así es como haremos lo correcto por nuestro líder’. Cuando la gente tiene esos pensamientos en su interior, cuando han establecido esa relación con su líder y ha surgido en su corazón esa clase de dependencia, envidia y adoración hacia este, llegan a tener incluso mayor fe en el líder y siempre quieren escuchar sus palabras, en lugar de buscar la verdad en las palabras de Dios. Un líder semejante casi ha ocupado el lugar de Dios en el corazón de la gente. Si un líder está dispuesto a mantener este tipo de relación con el pueblo escogido de Dios, si eso le produce una sensación de gozo en el corazón y cree que el pueblo escogido de Dios debería tratarlo así, entonces no hay diferencia entre ese líder y Pablo, ya ha tomado la senda de un anticristo y este ya ha desorientado al pueblo escogido de Dios, que carece por completo de discernimiento” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 1: Tratan de ganarse el corazón de la gente). La palabra de Dios exponía mis despreciables intenciones en el deber. Vi que Janine no hacía un trabajo real, pero no expuse ni diseccioné su problema ni la destituí enseguida. Solo la toleré y le di oportunidades de arrepentirse, pero no por tener en consideración su debilidad ni por deseos de ayudarla y apoyarla; mis intenciones reales eran preservar la impresión de Janine sobre mí como buena líder y ganarme su estima. Habíamos sido compañeras en el deber y ella siempre había tenido una buena impresión de mí. Solía alabar lo responsable que era yo en el trabajo de la iglesia y lo buena líder que era delante de los demás. Si le exponía y señalaba sus problemas y la podaba, nuestra relación podría malograrse y su buena impresión de mí desaparecería. Para preservar esta impresión que Janine tenía de mí como buena líder, no expuse sus problemas, no la podé ni diseccioné sus actos y conductas, lo cual la habría hecho consciente de sus problemas y le habría permitido enmendarse enseguida. Solo le transmití unas palabras de consuelo y consejo, la animé a asistir a más reuniones y a hacer seguimiento del trabajo y pasé por encima de las cosas. Mi compañera me instó varias veces a destituir a Janine según los principios, pero, dado que me preocupaba ofenderla por ello y que ya no tuviera una buena impresión de mí, demoré su destitución. Dios pone al descubierto que los anticristos trabajan y hablan en pro de su reputación y estatus, que, cuando otros vulneran los principios en el deber, ellos no se lo señalan ni los podan. Su objetivo es que la gente los lleve en el corazón, ganarse la estima ajena y atraer a la gente ante ellos. Yo era exactamente así. Por preservar la impresión que otros tenían de mí, ignoré la labor de la iglesia y, cuando descubrí que una falsa líder no hacía un trabajo real, no la expuse, no la podé ni la destituí. Esto lo hice para que la gente me llevara en el corazón y para que todos creyeran que era compasiva, paciente y buena líder. No ayudaba ni edificaba a mis hermanos y hermanas con esta manera de cumplir con mi deber, y esto no hacía que comprendieran la verdad ni los llevaba ante Dios, sino que hacía que me admiraran e idolatraran. Con esto desorientaba a la gente y me la ganaba, con lo que yo iba por la senda de un anticristo. Me acordé de los anticristos en la iglesia, desenmascarados y descartados uno por uno. De seguir así, sin arrepentirme ni transformarme, sería expulsada y descartada como ellos. Al comprender esto, oré a Dios para pedirle que me guiara para reflexionar sobre mí misma.
Luego leí un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando algo te sucede, vives conforme a filosofías para los asuntos mundanos y no practicas la verdad. Siempre tienes miedo de ofender a los demás, pero no de ofender a Dios, e incluso sacrificarás los intereses de la casa de Dios para proteger tus relaciones interpersonales. ¿Qué consecuencias tiene actuar así? Protegerás bastante bien tus relaciones interpersonales, pero habrás ofendido a Dios y Él te desdeñará y estará enfadado contigo. Sopésalo, ¿qué es mejor? Si no lo sabes, entonces estás completamente confundido; demuestra que no tienes la más mínima comprensión de la verdad. Si continúas así, sin llegar a despertar, el riesgo es ciertamente grande y eres incapaz de alcanzar la verdad. Al final, serás tú el que sufra una pérdida. Si no buscas la verdad en este asunto y fracasas, ¿podrás buscar la verdad en el futuro? Si sigues sin poder hacerlo, ya no será cuestión de sufrir una pérdida; al final, serás descartado. Si tienes las motivaciones y la perspectiva de una ‘complaciente’, entonces, en todos los asuntos, serás incapaz de practicar la verdad y acatar los principios, y fracasarás y caerás siempre. Si no despiertas y no buscas nunca la verdad, entonces eres un incrédulo, y nunca obtendrás la verdad y vida. Así pues, ¿qué deberías hacer? Cuando te enfrentes con esas cosas, debes orar a Dios y llamarle, suplicando salvación y pidiéndole que te otorgue más fe y fuerza, y te permita acatar los principios, hacer lo que debas hacer, manejar las cosas de acuerdo con los principios, mantenerte firme en la posición que debes defender, proteger los intereses de la casa de Dios y evitar que entre algo perjudicial en la obra de la casa de Dios. Si puedes rebelarte contra tus propios intereses, tu orgullo y tu punto de vista de complaciente y si haces lo que debes hacer con un corazón honesto e íntegro, entonces habrás derrotado a Satanás y habrás ganado este aspecto de la verdad. Si siempre continúas viviendo según la filosofía de Satanás, proteges tus relaciones con los demás, nunca practicas la verdad y no te atreves a acatar los principios, ¿podrás entonces practicar la verdad en otros asuntos? Seguirás sin tener fe ni fuerza. Si nunca eres capaz de buscar o aceptar la verdad, entonces ¿esa fe en Dios te permitirá obtener la verdad? (No). Y si no puedes obtener la verdad, ¿puedes ser salvado? No puedes. Si siempre vives según la filosofía de Satanás, totalmente desprovisto de la realidad-verdad, entonces nunca podrás ser salvado. Debe quedarte claro que obtener la verdad es una condición indispensable para la salvación. ¿Cómo, entonces, puedes obtener la verdad? Si eres capaz de practicar la verdad, si puedes vivir según ella, y si esta se convierte en la base de tu vida, entonces obtendrás la verdad y tendrás vida, y así serás uno de los que se salven” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Con las palabras de Dios entendí que siempre protegía mi estatus, mi imagen y mis relaciones e ignoraba el trabajo de la iglesia principalmente porque estaba muy influenciada por filosofías para los asuntos mundanos de complaciente. Me influían filosofías satánicas como “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” y “Llévate bien con aquellos a quienes no puedas evitar”. Creía que, para caer bien y que te admiraran, tenías que ser apacible y amable y no contestar bruscamente nunca; que, ante los problemas de otra gente, estaba bien pasar por encima de ellos, que no debías ser demasiado severo; así caerías bien a todos. Vivía conforme a esas ideas complacientes y, al ver que Janine no hacía un trabajo real, no la expuse, podé ni destituí. Había preservado mi estatus e imagen, pero, por no haber expuesto los problemas de Janine ni haberla destituido enseguida, la obra de la iglesia se había demorado. Había puesto mi reputación, mi estatus y mi relación por encima del deber y, por preservar mi imagen y estatus, no había sido nada considerada con la labor de la iglesia. Era verdaderamente egoísta y despreciable. Por vivir conforme a estas ideas complacientes, me había vuelto cada vez más escurridiza y falsa, y carente de toda semejanza humana. Dicen las palabras de Dios: “Los que caminan por el sendero del medio son las personas más insidiosas de todas. No ofenden a nadie, son hábiles y astutos, saben seguir el juego en todas las situaciones y nadie puede ver sus defectos. Son como satanases vivientes” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto). Dios odia y aborrece a la gente complaciente. Uno nunca podrá alcanzar la verdad ni salvarse si vive acorde a ideas complacientes. Me asustó bastante percatarme de esto. Sabía que había cometido transgresiones ante Dios y que, si no enmendaba este estado y me arrepentía de verdad. Dios me abandonaría y descartaría al final. Las palabras de Dios también me señalaban una senda de práctica: cuando quisiera preservar mi reputación y mi estatus, debía orar más a Dios, pedirle fortaleza para poder practicar la verdad, actuar con principios y aprender a cumplir con el deber con un corazón honesto. Esto no solo favorece la entrada en la vida de los hermanos y hermanas, sino también la labor de la iglesia. Oré a Dios para decirle que practicaría la verdad, actuaría con principios y protegería los intereses de la iglesia.
Luego leí más palabras de Dios: “Estar al día de las circunstancias de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes y cambiar sus deberes o destituirlos de inmediato según sea necesario para evitar o paliar las pérdidas causadas por emplear a gente inapropiada y garantizar la eficacia y buena marcha del trabajo” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (1)). “Los líderes y los obreros deben entender con claridad a los supervisores de distintos trabajos y al personal responsable de diversas tareas importantes. Captar las circunstancias de estos forma parte de las responsabilidades de los líderes y los obreros. Pero ¿quién es este personal? Principalmente, líderes de iglesia, así como supervisores de equipo y líderes de varios grupos. ¿Acaso no es fundamental y de gran importancia entender y captar circunstancias, como si los supervisores de distintos trabajos y el personal responsable de diversas tareas importantes poseen la realidad-verdad, actúan según los principios y pueden hacer bien la obra de la iglesia? Si los líderes y los obreros captan por completo las circunstancias de los principales supervisores de distintos trabajos e introducen ajustes adecuados en el personal, eso es lo mismo que si llevan a cabo un control adecuado de cada aspecto del trabajo y equivale a que cumplan sus responsabilidades y deberes. Si no se introducen ajustes correctos en este personal y surge algún problema, la obra de la iglesia se verá muy afectada. Si este personal tiene buena humanidad, posee una base en su creencia en Dios, es responsable a la hora de tratar los asuntos y es capaz de buscar la verdad para resolver problemas, ponerlos a cargo del trabajo ahorrará muchos problemas y, lo más importante, permitirá que dicho trabajo progrese sin contratiempos. Pero, si los supervisores de diversos equipos no son confiables, tienen una humanidad deficiente, no se portan bien ni ponen en práctica la verdad y, además, son responsables de causar trastornos y perturbaciones, esto influirá en el trabajo del que son responsables y en la entrada en la vida de los hermanos y las hermanas que dirigen. Por supuesto, el grado de esa influencia puede ser fuerte o leve. Si los supervisores simplemente son negligentes en sus deberes y no se ocupan de hacer el trabajo que les corresponde, es probable que esto solo cause algunos retrasos en el trabajo; el progreso será un poco más lento y el trabajo, un poco menos eficaz. No obstante, si son anticristos, el problema será grave: no será una cuestión de que el trabajo sea un poco más ineficaz o ineficiente, sino que perturbarán y perjudicarán la obra de la iglesia de la que son responsables y causarán daños graves. Por eso, estar al día de las circunstancias de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes y realizar a tiempo reasignaciones y destituciones al descubrir que alguien no hace ningún trabajo real no son obligaciones que los líderes y los obreros puedan eludir; es un trabajo muy serio e importante. Si los líderes y los obreros logran conocer rápido la calidad humana de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes, junto a su actitud hacia la verdad y sus deberes, así como sus estados y su rendimiento durante cada período y en cada etapa, y si pueden realizar ajustes con prontitud o lidiar con esas personas según las circunstancias, el trabajo puede proseguir con fluidez. En cambio, si esa gente se descontrola, hace cosas malas y no realiza ningún trabajo real en la iglesia, y si los líderes y los obreros no son capaces de identificarlo rápido y de llevar a cabo reasignaciones a tiempo, sino que esperan a que hayan brotado problemas de todo tipo, incurriendo en pérdidas sustanciales para la obra de la iglesia, antes de intentar de manera informal lidiar con esa gente, hacer reasignaciones, rectificar y salvar la situación, esos líderes y obreros son pura basura. Son auténticos falsos líderes a los que hay que destituir y descartar” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (3)). Con las palabras de Dios entendí que un líder está obligado a estudiar cuanto antes el estado del supervisor de cada proyecto y de otro personal importante y a destituir o reasignar cuanto antes a cualquier persona no apta que descubra para garantizar el desarrollo satisfactorio de los proyectos de la iglesia. Cuando descubra que un supervisor, líder u obrero no hace un trabajo real y eso afecte y retrase la labor de la iglesia, es preciso que hable con él cuanto antes, y si este no cambia y ni siquiera vale la pena que rinda servicio, ha de reasignarlo o destituirlo enseguida. Esto favorece la labor de la iglesia. Mantén a quienes sean aptos para ser usados y destituye a los que no; enseña y ayuda a quienes lo necesiten, poda a aquellos a los que haya que podar y cultiva a quienes persigan la verdad. Janine siempre había sido superficial, irresponsable y libre de cargas en el deber. Los líderes le habían hablado muchas veces, pero nunca cambiaba. Eso afectaba gravemente al trabajo de la iglesia. En efecto, era una falsa líder que no hacía un trabajo real, y había que destituirla inmediatamente y cultivar a una persona responsable y de buena humanidad. Con esto se favorecería el trabajo de la iglesia y se desarrollaría sin problemas la evangelización. Al pensarlo, mi corazón se sintió totalmente despejado y luminoso, y le hice una promesa a Dios: “Cuando vuelva a toparme con un problema así, practicaré según los principios y cumpliré con mis responsabilidades”. También le pedí a Dios que me guiara en la práctica de la verdad.
Después le planteé a Janine cada uno de sus problemas y la puse en evidencia como una falsa líder que no hacía un trabajo real. La vi enfurecida y no me atreví a añadir nada más. Pensé: “Si expongo otros problemas que tiene, nuestra relación se estancará y se malogrará la buena impresión que tiene de mí”. Me di cuenta de que estaba volviendo a las andadas, por lo que oré a Dios: “Dios mío, quiero practicar la verdad, cumplir bien mi deber, hablar lo que tenga que hablar y dejar de preocuparme por la imagen que otros tengan de mí. Te pido fortaleza para superar las limitaciones de mi carácter corrupto”. Tras orar, continué hablando con Janine, planteándole un problema cada vez y poniendo en evidencia su falta de trabajo real. Aunque enfadada en ese momento, al final me dijo que, sin mi desenmascaramiento y mis críticas, ella no habría descubierto sus problemas. Admitió la gravedad de su corrupción y afirmó querer transformarse y que aceptaría el modo en que la iglesia quisiera ocuparse de ella. Di gracias a Dios cuando se lo oí decir. Al practicar las palabras de Dios, mis relaciones no se rompieron como yo había imaginado, y tuve una gran sensación de paz y tranquilidad. Después de destituir a Janine, elegimos a otro hermano para supervisar la evangelización. Él cargaba de veras con su deber y guiaba a los demás en la difusión del evangelio. Con el tiempo empezó a mejorar la labor evangelizadora.
Con esta experiencia me di cuenta de que apoyarse en un carácter satánico para cumplir con el deber no solo te perjudica a ti, sino que también afecta al trabajo de la iglesia. Lo único acorde con las intenciones de Dios es cumplir tu deber según Sus palabras y los principios-verdad.
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