Solo con sumisión sincera puede tenerse verdadera confianza

¿Qué es la fe en Dios? Esta es la pregunta más práctica, así como la verdad más básica que debe entender un creyente. ¿Es la fe en Dios una especie de convicción o es una dirección y un objetivo en la vida de una persona? ¿Cuál es el fin último de la fe en tu corazón? ¿Por qué quieres tener fe en Dios? Es decir, ¿cuál es tu creencia? ¿Cuál es la base y el fundamento de tu fe en Dios? ¿Cuál es tu motivación? En otras palabras, ¿cuál es tu intención y fin al creer en Dios? ¿Para qué sirve en definitiva? Estas son las preguntas más prácticas. Puede decirse que las personas creen en Dios y lo aceptan a fin de obtener bendiciones. Creen en Dios para tener algo en que depositar sus esperanzas, anhelar y buscar en el ámbito del pensamiento y el espíritu. Esta es la intención original que subyace en la fe en Dios de todo el mundo. Sin embargo, al empezar a creer en Él, una vez que entran en contacto con las palabras de Dios, con la verdad, con la obra de Dios y con todas las diversas personas, acontecimientos y cosas bajo Su soberanía, los puntos de vista de estas personas sobre la fe cambian de manera inconsciente y estas adquieren cierta comprensión de la verdad; es recién en ese momento que se dan cuenta de que la fe en Dios es lo que les permite acceder a ella, que la fe es lo más significativo, que, de hecho, puede transformar a las personas en muchos aspectos y resolver, en definitiva, el problema de la corrupción humana. Para tener fe en Dios, primero debes entender las siguientes cuestiones: ¿Por qué creen las personas en Dios? ¿Cuál es el fin de creer en Dios? ¿Cuál es la motivación para creer en Dios? ¿Cuál es el deseo y la aspiración inicial al hacerlo? ¿Cuánto habéis pensado en estas cuestiones? ¿Tenéis las respuestas correctas? (Al principio, creía en Dios por un deseo de obtener bendiciones. Al experimentar algo del juicio y castigo de las palabras de Dios, me di cuenta de que solo buscaba bendiciones, de que en realidad no tenía conciencia ni razón y era demasiado egoísta. Me parecía que Satanás me había corrompido profundamente, y por eso anhelaba ser alguien que tuviera conciencia y razón, alguien que pudiera asumir el lugar adecuado de un ser creado y seguir a Dios. En este momento, apenas tengo este escaso conocimiento). Cuando alguien empieza a creer en Dios, siempre quiere obtener gracia, bendiciones y beneficios, satisfacer diversas necesidades y deseos del espíritu y la carne. Desde el comienzo de su fe, cuando buscaba esas cosas, ha sufrido mucho y ahora entiende que el significado de la fe va más allá. El significado de la fe es demasiado profundo y práctico, y los beneficios que recibe son demasiados para resumirlos en pocas palabras. Para tener fe en Dios, uno debe primero resolver los problemas del carácter corrupto y el pecado del hombre, además de lograr someterse y conocer a Dios. Solo de esta manera puede alguien desechar de verdad el carácter corrupto y escapar de la influencia de Satanás para volverse por completo a Dios. El fin de creer en Dios y seguirlo es obtener de Él la verdad y vida, y, en definitiva, convertirse en una persona que concuerda con las intenciones de Dios y es capaz de someterse a Él y adorarlo. Este es el verdadero significado de la fe. Al ver cómo las personas entienden la fe, podemos observar que sus puntos de vista, intenciones y motivaciones respecto a ella han atravesado un gran cambio. ¿Qué motivó este cambio? (Es el resultado de la expresión de la verdad por parte de Dios y de toda la obra que Él ha realizado en las personas). Correcto. Este cambio no es consecuencia del mero paso del tiempo y no te lo impone nadie, ni tampoco es el resultado de la influencia o el contagio de ninguna enseñanza religiosa, y mucho menos, la bondad de tu corazón provocó que el cielo te transformara en una persona mejor y con más semejanza humana. Todo esto son nociones y figuraciones humanas. De hecho, el beneficio más práctico que se obtiene es que, con la guía de las palabras de Dios, con el riego y pastoreo de Sus palabras, las personas logran entender la verdad y las intenciones de Dios, pueden ver con claridad la oscuridad y el mal entre los hombres, y sus ideas y puntos de vista cambian enormemente. ¿Qué hace que se produzcan tales cambios? Son el resultado de experimentar la obra y las palabras de Dios de un modo gradual y paulatino. Entonces, ¿qué conllevan estos cambios? Se refieren a la cuestión más importante de la fe, la de la salvación. Se trata del significado primordial de la fe del hombre. De hecho, las personas no exigen mucho de la fe. Su objetivo es simplemente obtener la gracia y buscar la paz. Entonces, esto se transforma en el deseo de ser buenas personas en lugar de malas y, al final, solo quieren recibir un buen destino. Sin embargo, aquí radica la cuestión más importante: ¿qué efecto quiere lograr Dios en realidad en Su obra de juicio y purificación y en Su salvación del hombre? Esto es lo que la gente ha de entender. En la obra de Dios para salvar al hombre, ¿de qué se sirve Él para lograr la salvación? Se sirve del entendimiento que tiene el hombre de la verdad y de Sus palabras, y luego de la experiencia de juicio y castigo, de las pruebas y refinamientos, liberándolo así del pecado y de la influencia de Satanás. A fin de cuentas, ¿cuál es el significado principal de la fe de las personas? Salvarse, tan simple como eso. ¿Y qué significado tiene salvarse? Quiero que todos lo penséis y me digáis qué significa realmente salvarse. (Significa que podemos liberarnos de la oscura influencia de Satanás, volvernos completamente a Dios y, en última instancia, sobrevivir). (Aquellos que viven bajo el poder de Satanás merecen la muerte, pero los que se salven al experimentar la obra de Dios no morirán). Todos entendéis esto y podéis explicarlo a partir de la doctrina, pero sencillamente no sabéis qué es salvarse. ¿Desechar vuestro carácter corrupto es salvarse? ¿Salvarse significa no mentir, ser una persona honesta y dejar de rebelarse contra Dios? ¿Cómo es la gente después de salvarse? Dicho de manera simple, salvarse significa que podrás seguir viviendo, que se te ha devuelto la vida. Antes vivías en pecado y estabas abocado a la muerte; Dios te veía como a una persona muerta. ¿En qué se basa esta afirmación? Antes de alcanzar la salvación, ¿la gente vive bajo el poder de quién? (El de Satanás). ¿Y de qué dependen para vivir bajo el poder de Satanás? De su naturaleza y sus actitudes corruptas satánicas. Entonces, en todo su ser, tanto en la carne como en todos los demás aspectos, como en su espíritu y sus pensamientos, ¿están vivos o muertos? Desde el punto de vista de Dios, están muertos, son cadáveres andantes. Desde fuera, parece que respiras y piensas, pero lo único que te ronda la mente es la maldad, desafiar a Dios y rebelarte contra Él, diriges todos tus pensamientos a cosas que Dios detesta, odia y condena. A ojos de Dios, todas esas cosas no solo pertenecen a la carne, sino que pertenecen por completo a Satanás y a los diablos. Por tanto, a ojos de Dios, ¿es siquiera humana la humanidad corrupta? No, son bestias, diablos y satanases, ¡son satanases vivos! Todo el mundo vive según la naturaleza y el carácter de Satanás, y Dios los ve como satanases vivos, vestidos de carne humana, como diablos de carne y hueso. Dios los describe como cadáveres andantes, como muertos. Actualmente, Él está haciendo la obra de salvación, lo que significa que tomará a los cadáveres andantes que viven según el carácter corrupto de Satanás y su esencia corrupta, los muertos, y los convertirá en personas vivas. Eso significa salvarse. Uno cree en Dios para salvarse, ¿y qué es salvarse? Cuando uno logra la salvación de Dios, es como el muerto que vive. Aquel que una vez perteneció a Satanás, que estaba destinado a morir, ahora ha cobrado vida como alguien que pertenece a Dios. El que es capaz de someterse a Dios, conocerle y postrarse ante Él en adoración cuando cree y sigue a Dios, si no tiene más resistencia y rebeldía contra Él en su corazón y no va a resistirse ni atacarle más, y puede someterse realmente a Él, entonces, a ojos de Dios, es una persona viva real. ¿Es una persona viva alguien que meramente reconoce a Dios de palabra? (No). ¿De qué clase es entonces una persona viva? ¿Cuáles son sus realidades? ¿Qué debe poseer? Contadme vuestras opiniones. (Los que pueden aceptar la verdad son personas vivas. Cuando los puntos de vista ideológicos y las opiniones de las personas sobre las cosas cambian y se ajustan a la palabra de Dios, se trata de personas vivas). (Las personas vivas son aquellas que entienden la verdad y pueden practicarla). (Alguien que teme a Dios y evita el mal como Job es una persona viva). (Son aquellas que conocen a Dios, pueden vivir según Sus palabras y son capaces de vivir la realidad-verdad; esas son las personas vivas). Todos habéis hablado de un tipo de manifestación. Para que alguien en definitiva se salve y se convierta en una persona viva, debe al menos prestar atención a las palabras de Dios, ser capaz de pronunciar palabras de conciencia y razón, y debe pensar y discernir, ser capaz de entender la verdad y practicarla, de someterse a Dios y adorarle. Así es una persona viva auténtica. ¿Qué suelen pensar y hacer las personas vivas? Pueden hacer un poco de lo que deben hacer las personas normales. Sobre todo, cumplen bien con sus deberes, y temen a Dios y evitan el mal en lo que piensan y revelan, en lo que dicen y hacen de manera regular. Esa es la naturaleza de lo que suelen pensar y hacer. Para ser un poco más precisos, como poco, lo que dicen y hacen coincide en gran medida con la verdad. Dios no lo condena ni lo desdeña, sino que lo reconoce y aprueba. Eso es lo que hacen las personas vivas, y es lo que deben hacer. Si meramente reconoces a Dios de palabra y crees en tu corazón, ¿puedes lograr la aprobación y salvación de Dios? (No). ¿Por qué no? Hay quien dice: “Creo que hay un Dios”. “Creo en la soberanía de Dios sobre todas las cosas y sobre el destino de la humanidad”. “Creo que todo lo relacionado conmigo está en manos de Dios, que Él me ha guiado durante la mayor parte de mi vida, y que puede igualmente guiarme en mi senda futura”, y “Creo que Dios puede cambiar mi destino”. ¿Tener semejante “fe” significa que esa persona se ha salvado? (No). Entonces, ¿qué clase de fe implica que alguien ha obtenido la verdadera salvación? (La fe que le permite temer a Dios y evitar el mal, igual que Job). ¿Cómo puede llegar alguien a poseer una fe tan auténtica? ¿Puede una fe basada en el reconocimiento verbal y en creer en el fuero interno dar lugar a un corazón que tema a Dios y evite el mal? ¿Creer así implica que se trata de personas con conocimiento de Dios? ¿Permite esa creencia alcanzar la sumisión a Dios? ¿Se puede lograr la salvación? ¿Qué elementos faltan aquí? Estas cuestiones se han de considerar y entender.

¿Hay alguna diferencia entre creencia, convicción y auténtica fe? (Sí). No cabe duda de que existen diferencias y has de averiguar cuáles son en concreto. Si no eres capaz de distinguir tales cosas, es posible que te parezca que tienes auténtica fe en Dios, pero solo tengas una creencia o convicción vagas. ¿Cómo puede una vaga convicción reemplazar a tu auténtica fe en Dios? De hecho, en lugar de tener verdadera confianza, mantienes tus propias convicciones y creencias. Si tu fe en Dios no es más que una creencia o una convicción, entonces nunca eres capaz de acudir de verdad ante Dios, y Él no aprueba una fe como la tuya. ¿Cuál es la diferencia entre creencia, convicción y auténtica fe? La creencia y la convicción no son fáciles de explicar con claridad, así que hablemos primero de la auténtica fe. ¿Qué es la auténtica fe en Dios? (Creer que todos los acontecimientos y todas las cosas están bajo la soberanía de Dios). ¿Es eso auténtica fe o una creencia? (Una creencia). (La auténtica fe se funda en el conocimiento de Dios. Solo cuando la gente conoce a Dios puede poseer auténtica fe). Esta apreciación solo es correcta en parte. ¿Cómo puede alguien llegar a poseer auténtica fe? ¿Cuáles son las manifestaciones de esta? Si tiene auténtica fe, ¿malinterpretará a Dios o se quejará de Él? ¿Mostrará oposición hacia Él? (No). Si tiene auténtica fe, ¿se rebelará contra Dios? ¿Puede satisfacer a Dios cuando intenta hacer el bien y ser buena persona en base a sus propias nociones y figuraciones? (No). Dejemos de lado estos tres conceptos de creencia, convicción y auténtica fe para hablar primero sobre un asunto. Antes de ser salvado y perfeccionado, ¿qué cosa bien conocida hizo Pedro? (Negó tres veces al Señor). ¿Qué más hizo Pedro antes de negar tres veces al Señor? Cuando el Señor Jesús dijo que le iban a crucificar, ¿qué respondió Pedro? (“¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá” [Mateo 16:22]). ¿Fue la auténtica fe lo que llevó a Pedro a decir esto? (No). ¿Entonces qué fue? Fueron las buenas intenciones del hombre, y se trató de un trastorno a la obra de Dios. ¿De dónde sacó Pedro esta clase de buena intención? (De la voluntad humana). ¿Por qué albergaba esa voluntad humana? No entendía la intención de Dios, no entendía en qué consistía el ministerio del Señor Jesús y no tenía una verdadera comprensión de Él. Simplemente seguía al Señor por admiración. Adoraba al Señor en su corazón, así que quería amarlo y protegerlo. Pensó: “Esto nunca debe sucederte. ¡No puedes sufrir ese dolor! Si lo que se busca es sufrimiento, seré yo el que lo padezca. Lo haré yo en Tu lugar”. No conocía la intención de Dios y disponía de algunas de las buenas intenciones que provienen de la voluntad humana y quería impedir que tal cosa ocurriera. Entonces, ¿qué le llevó a actuar de ese modo? Por una parte, se debió a su impulsividad, a la voluntad humana y a la incapacidad para entender. Por otra, a que no entendía la obra de Dios. ¿Hizo esto motivado por una verdadera confianza? (No). Entonces, ¿por qué llegó a tener tan buenas intenciones? ¿Concuerdan estas con la verdad? ¿Constituyen buenas obras? Aunque buscaba hacer el bien y obraba desde las buenas intenciones y la sinceridad, ¿cuál era la naturaleza de sus acciones? ¿Se trataba de comportamientos y acciones surgidos de la auténtica fe? (No). Ahora que está claro, la respuesta es que desde luego que no. ¿Es esto entonces una creencia? (Sí). Usemos esto para hablar sobre qué es la creencia. La creencia es una especie de buen anhelo y deseo que se ajusta mucho a las nociones y figuraciones humanas. Es algo que la humanidad considera generalmente bueno, correcto y positivo. Una especie de buen pensamiento, de buena idea, de buena práctica y de buena motivación que se ajusta por completo a las nociones y sentimientos humanos. Es lo que anhelan los seres humanos. Eso es una creencia. No es auténtica fe. Proviene por entero de la voluntad humana y no concuerda con los estándares que requiere Dios, así que la creencia no es verdadera confianza. Pedro fue sin duda un buen hombre. Poseía buena humanidad y era sencillo, honesto, apasionado y sincero en su búsqueda. En su interior no albergaba dudas respecto a la identidad del Señor Jesús. Así, desde el fondo de su corazón, pudo pronunciar estas palabras: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá”. Su humanidad y su integridad quedan demostradas en el hecho de que pudiera decir tal cosa. Aunque esto es una especie de deseo, de buena intención, y se trata solo de una clase de comportamiento, de práctica y demostración que surge de cierta creencia, notamos que Pedro tiene una humanidad bondadosa. Mantuvo unas creencias positivas y correctas, pero por desgracia, a causa de su escasa estatura, sabía demasiado poco sobre Dios, desconocía Su plan de gestión, la obra que Él pretendía hacer, y no entendía Su intención. Hizo una necedad basada por completo en la voluntad humana y trastornó la obra de Dios. Era una acción humana que provenía de la creencia, y resulta obvio que no se trataba de auténtica fe. Si alguien ostenta tales creencias, que provocan buenos comportamientos y causan que tenga algunas buenas intenciones, ¿recordará Dios las cosas que hace? Dios no recuerda tales cosas, así que se hacen en vano. En cambio, Dios dijo lo siguiente: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (Mateo 16:23). Reflexionad sobre ello. ¿Por qué el Señor Jesús pronunció palabras que la gente encuentra tan desconsideradas? ¿Por qué no fue comprensivo cuando vio las buenas intenciones de Pedro? ¿Qué postura adoptó Dios ante este asunto? ¿Aprobó esta buena intención de Pedro? (No). Dios escrutó el corazón de Pedro y vio que no escondía intenciones malvadas, así que no necesitaba dejar en evidencia la esencia de este asunto. ¿Eso está bien? (No). ¿Por qué? ¿Qué piensa Dios de las buenas intenciones, las creencias y las cosas que la gente cree que son buenas, pero no se ajustan a las intenciones de Dios? Dice que tales cosas provienen de Satanás y suponen una resistencia hacia Él. Eso cree Dios. ¿Pensar eso contradice las formas de pensar humanas? (Sí). Si actuara desde el afecto humano, ¿qué haría una persona corriente respecto a Pedro? Le permitiría salvar las apariencias y tener margen de maniobra, pensando en su corazón: “Las intenciones de Pedro son buenas y quiere protegerte. Recriminarle de tal manera parece desconsiderado”. Pero los actos de Dios no concuerdan con las nociones humanas. ¿Cuál es la naturaleza de las palabras que dijo Dios? En un sentido, son una puesta al descubierto, en otro, una condena y, en un tercer sentido, son un juicio. ¿Cómo se sintió Pedro al oír estas palabras? Castigado, como si le hubieran clavado un cuchillo en el corazón. Se sentía fatal y, sin comprenderlo, pensó para sí: “¡Oh, Dios, te amo sinceramente! Creo mucho en Ti, te amo profundamente y quiero protegerte con toda mi alma, pero ¿por qué me tratas así? Dices que soy Satanás y me ordenas que me quite de delante de Ti. ¿Cómo que soy Satanás? ¿Acaso no soy alguien que te sigue sinceramente? Entonces, ¿cómo puedes verme como Satanás? Es más, eres muy desconsiderado al decirme que me quite de delante de Ti. Es muy doloroso, ¡demasiado!”. ¿Sois capaces de observar la postura de Dios ante la creencia humana a partir de cómo maneja y trata las cosas de esta manera? (Condena, juzga y pone al descubierto). Es cierto. A Dios no solo le disgustan estas cosas, sino que las aborrece y, lo que es más grave, las condena. ¿Habéis visto el carácter de Dios a partir de lo que ha revelado? (El carácter de Dios es justo). No cabe duda. ¿Y qué más? Para Dios, aunque la tolerancia, la misericordia, la paciencia y la bondad son muy beneficiosas para la gente, si bien son las partes de lo que Dios tiene y es que las personas encuentran más fáciles de aceptar, y aunque se trate de cosas que siempre se revelan en Dios y que Él concede a la gente, en cuanto alguien ofende el carácter de Dios y vulnera Sus principios, ¿cómo lidia Él con esa persona? ¡Dios la condena! No le lanza a la gente enunciados ambiguos, diciendo: “Esto lo ha hecho con buenas intenciones y sin motivaciones ocultas, así que esta vez lo dejaré pasar”. Al contrario que el hombre, Dios no se queda a medio camino y no permite adulteración alguna respecto a la voluntad humana. Al pan, pan, y al vino, vino. Lo correcto, es correcto, lo que está mal, está mal. Para Dios no existen ambigüedades. Al diseccionar lo que Pedro le dijo al Señor Jesús: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá”, cualquiera puede ver qué es la creencia. ¿Son capaces de satisfacer a Dios las personas con creencias? ¿Pueden las creencias generar auténtica fe? ¿Pueden sustituir a la auténtica fe en Dios? (No). No, eso es absolutamente cierto.

¿Qué son las creencias, al fin y al cabo? Son una especie de figuración y noción, son anhelos positivos, objetivos loables e ideales elevados que establecen las personas. Después de haberlos establecido, corren en esa dirección, los persiguen y los alcanzan al confiar en cosas humanas tales como las buenas intenciones, el esfuerzo y la voluntad de sufrir, o en más buenas obras. ¿Qué es lo que falta aquí? ¿Por qué no pueden satisfacer a Dios aquellos que albergan creencias? (Cuando se rige por sus creencias, la gente trastorna y perturba la obra de Dios). Este es un aspecto que resulta obvio. Además, cuando la gente hace las cosas conforme a sus creencias, ¿hay algo de verdad en aquello que hace? (No). Diseccionemos lo que hizo Pedro. Dijo: “¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá”. ¿Hay verdad en estas palabras? (No). ¿Qué quiso decir cuando dijo “eso nunca te acontecerá”? ¿Por qué no puede acontecerle eso a Dios? ¿Acaso es posible que no se encuentre todo ello bajo Su soberanía? ¿No tiene Él la última palabra en todo? Si Dios lo permite, será. Si Él no permite que sea, ¿acaso no se evitará? ¿Pueden las palabras de Pedro “eso nunca te acontecerá” servir para cambiar todo esto? ¿Quién determinó el devenir, la progresión y el desenlace de todo este asunto? (Lo determinó Dios). Así pues, ¿qué son estas palabras que dijo Pedro? Se trata de palabras necias dichas desde la ignorancia, son palabras pronunciadas en nombre de Satanás. Es la consecuencia derivada de las creencias humanas. ¿Es este un problema grave? (Sí). ¿Cómo de grave? (Supone resistirse a Dios y actuar como emisario de Satanás). Correcto. Es actuar como emisario de Satanás, lo que implica resistirse a Dios y destruir Su obra en representación de Satanás. Si el Señor Jesús hiciera lo que dijo Pedro respecto a este asunto, ¿no se echaría a perder Su obra de redención de la humanidad? ¿Cuál es la naturaleza de estas palabras que dijo Pedro? (Trastornan la obra de Dios). Por este motivo pronunció Dios sin misericordia estas palabras tan airadas: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”. Estas palabras son una condena, además de un juicio. En ellas reside el carácter de Dios. Cuando la gente ostenta tales creencias, las cuales se entremezclan con buenas intenciones, anhelos y preciosos deseos humanos, y todo eso que la humanidad considera positivo, correcto y bueno, ¿da Dios Su aprobación? (No). ¿Por qué no las aprueba Dios si se trata de cosas que las personas consideran buenas? Por una parte, se debe a que estas carecen de un auténtico conocimiento de Dios. Esa suele ser la causa. Además, desde un punto de vista práctico, no se someten realmente a las palabras que dice Dios ni a los actos que realiza, ni tampoco los comprenden. Sobre la base del pensamiento humano, siempre quieren que Dios no haga esto o aquello. Siempre piensan: “En realidad no es bueno que Dios actúe así. No es lo que cabría esperar, no muestra gran consideración hacia las personas”. Cuando se encuentran con tales cosas, suelen desarrollar nociones, se llenan de figuraciones creadas por el hombre y recurren a toda clase de métodos humanos para encargarse de ellas. No hay sumisión, conocimiento real ni auténtico temor a Dios en nada de esto, solo el trastorno y la destrucción de la obra de Dios. Carece de cualquier elemento de auténtica fe. Por tanto, se juzgó a Pedro tras decir esas palabras. ¿Ganó algo después de que se le juzgara? (Fue capaz de entender un poco más sobre sí mismo y sobre el carácter de Dios). ¿Es ese juicio bueno o malo? Como poco, fue una fuerte llamada de atención que le hizo pararse a pensar: “Señor, ¿soy yo Satanás? Creo realmente en Ti, te amo, soy Tu fiel seguidor. ¿Cómo voy a ser Satanás?”. Al considerarlo de nuevo, pensó: “El Señor Jesús me reprendió con palabras muy claras y sencillas. Me dijo que me quitara de delante de Él y me reprendió por ser Satanás. Eso significa que actué en nombre de Satanás en este asunto. ¿Qué clase de persona es capaz de actuar en representación de Satanás? Alguien que no es compatible con Dios. Tal persona puede resistirse y traicionar a Dios en cualquier momento y lugar, es capaz de destrozar Su obra, perturbarla y destruirla, y convertirse así en Su enemigo. ¡Es algo terrible! En ese caso, me quitaré a toda prisa de delante de Dios y cerraré la boca”. ¿Acaso no muestra esto que Pedro entró lentamente en razón, obtuvo entendimiento y fue consciente de la gravedad del problema? Se dio cuenta de que el hombre siempre es hombre y Dios siempre es Dios, y de que entre el hombre y Dios existe una distancia. Cuando el hombre obra sobre la base de las buenas intenciones, Dios lo ve como un trastorno y una perturbación. Al proceder poco a poco de este modo, ¿resulta ser bueno el juicio de Dios respecto al hombre? (Sí). Entonces, ¿es malo que una persona revele un poco de necedad? Visto así, no es malo, resulta algo bueno. ¿Por qué decimos que es bueno? (La gente se beneficia de ello). Cierto, la gente obtiene algunos beneficios. ¿Cómo se producen tales beneficios? Cuando estás sujeto al juicio de Dios y te sometes a él, te examinas a ti mismo y aceptas todo lo que viene de Dios —todas Sus expresiones, Sus revelaciones y todo lo que Él requiere de ti— y eso se convierte en tu realidad y en tu vida, sin siquiera darte cuenta, tu corrupción termina desapareciendo. Entonces, ¿es malo o bueno que te juzguen? (Es bueno). ¿Estáis dispuestos a recibir el juicio? (Sí). Así pues, ¿sería adecuado que se os juzgara a diario? Eso no te dejaría comer, dormir ni descansar con normalidad. Cuando sucediera algo, Dios te diría que dieras un paso atrás. Te juzgaría cuando encontrara el momento de hacerlo. ¿Estaría bien eso? ¿Podrías soportarlo? La gente no podría soportar esto, y Dios no haría tal cosa. El deseo sincero de Dios es que crezcas y madures rápidamente. Por eso hay tantas etapas en el juicio de Dios. A veces se enfada, y luego te ofrece algo de consuelo. Puede que en ocasiones te golpee, y luego te ofrece misericordia. Aunque Dios se enfada a menudo, se producen intervalos en Su rabia que permiten a la gente recuperar el aliento. Lo único que ayudará al crecimiento de las personas en la vida es que Dios las juzgue y condene directamente de esta manera. Merece la pena sufrir un poco para obtener la verdad.

Aquellos que solo profesan creencias distan mucho de poder satisfacer las intenciones de Dios, y las creencias no son ni mucho menos un sustituto adecuado de la auténtica fe en Él. Si su fe en Dios se basa en una creencia, nunca podrán presentarse ante Él con sinceridad, y menos aún someterse a Él de ese modo ni tener un corazón temeroso de Dios. ¿Por qué ocurre esto? Las creencias de las personas no tienen nada que ver con la verdad, y distan mucho de cumplir con los requerimientos de Dios. Que alguien tenga creencias no significa que entienda la verdad. La gente no entenderá nunca la obra de Dios por medio de una fe con base en la creencia, y solo puede provocar trastornos y perturbaciones en Su obra. La fe fundada en la creencia no significa que alguien sea considerado con las intenciones de Dios, y mucho menos que se someta a Él. Entonces, ¿qué ocurrió después con Pedro? Antes de que lo crucificaran, el Señor Jesús le dijo lo siguiente: “En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mateo 26:34). ¿Qué respondió Pedro? (“Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré” [Mateo 26:35]). Esto contrarió a Pedro, que negó que fuera a hacer lo que decía el Señor, pero los hechos al final corroboraron las palabras del Señor Jesús. ¿Era la confianza de Pedro en ese momento mayor o menor que la vuestra? (Mayor, le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote para proteger al Señor). Eso fue una muestra de impulsividad. Su conocimiento del Señor Jesús y la admisión de Su identidad son representativos del grado de fe de Pedro en Él. Esto le permitió luchar a la desesperada por el Señor Jesús, y dijo: “Arriesgaré la vida para luchar contra cualquiera que toque a mi Señor”. Su fe había alcanzado este punto, pero ¿es la impulsividad del hombre lo que quiere Dios? Desde luego que no. La fe de Pedro alcanzó tal nivel que hubiera entregado su vida por el Señor, pero entonces, ¿por qué lo negó tres veces igualmente? ¿Porque la profecía del Señor Jesús le destinaba a hacerlo? (No). ¿Cuál fue si no la razón? ¿Por qué fue tan cobarde? Era capaz de arriesgar su vida para luchar contra cualquiera por el Señor Jesús y de cortarle la oreja a alguien. Por amor al Señor Jesús, fue capaz de decir esas palabras desde el fondo del corazón y obrar en consecuencia, lo que demostraba su excepcional sinceridad. Entonces, llegado el momento, ¿por qué no se atrevió a reconocer al Señor? (Porque conocía las consecuencias. Si los soldados romanos lo hubieran capturado en ese momento, lo habrían condenado a muerte. Temía que lo atraparan y también tenía miedo de morir). El motivo principal era su deseo de salvar la vida. Es cierto que Pedro tenía creencias, pero ¿contaba con los elementos de una auténtica fe? Por aquel entonces, Pedro ya se había dado cuenta de que el Señor Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios vivo y Dios mismo. La fe que profesaba Pedro era muy auténtica, así que ¿por qué continuaba siendo tan cobarde? (Le faltaba estatura). Apreciaba su vida y temía la muerte, el sufrimiento y la tortura física. Fuera cual fuera la razón, al final negó al Señor tres veces. Fue como dijo el Señor Jesús: “Esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”. En efecto, Pedro convirtió en realidad estas palabras. ¿Cómo pudo el Señor Jesús decir tales cosas y llegar a esas conclusiones sobre Pedro? (Dios escruta lo más hondo del corazón de las personas). ¿Qué escrutó Dios en el corazón de Pedro? (Su estatura y su fe en Él). El Señor Jesús vio la estatura de Pedro y su grado de confianza. Con tan poca estatura, ¿sorprende que negara tres veces al Señor? Resulta inevitable que actuara como lo hizo ante esa situación, dada su estatura. ¿Por qué tenía Pedro tan poca confianza en ese momento? (Había seguido al Señor Jesús durante tres años, así que había experimentado demasiado poco de la obra de Dios). Su confianza no podía ser tan grande pasados solo tres años de seguirlo. Esa era su estatura en aquel momento. Logró hacerla crecer mediante la continua profundización en su experiencia.

¿Es adecuado seguir a Dios sin tener verdadera confianza? ¿Qué significa en realidad para las personas tener auténtica fe en Dios? En los términos más sencillos posibles, se trata de la dimensión de tu confianza en todas las palabras de Dios y en Su obra y de hasta qué punto eres capaz de creer de veras. En concreto, es la medida en que eres capaz de creer y reconocer en tu corazón el cumplimiento y los medios para que se cumplan las palabras pronunciadas por Dios, las cosas que Él ha ordenado, Su soberanía, las instrumentaciones y arreglos de Dios, la forma en que Él dispone los destinos futuros de las personas y otras cosas por el estilo, así como hasta qué punto tienes verdadera confianza en tales cosas. En ese momento, Pedro ni siquiera se atrevió a reconocer el nombre del Señor Jesús ni a admitir su relación con Él. Apenas tenía confianza, y eso era indicativo de su estatura real. ¿Cuál era su estatura real? (Solo admitía que el Señor Jesús era el Cristo, pero sabía poco de Dios). Su estatura era muy reducida y no llegaba a más. En cuanto a vosotros, ¿hasta qué punto tenéis fe en Dios en estos momentos? ¿Es vuestra fe más fuerte que la de Pedro? ¿Es más débil? ¿Es más o menos igual? (Es igual en lo que se refiere a reconocer a Cristo. Entendemos un poco más de la verdad que Pedro, pero todavía tenemos que entrar en muchas de estas verdades). Si la fe en Dios consiste solo en admitir que Él es Dios, en reconocer que Él lo puede instrumentar y disponer todo, y que tiene soberanía sobre todas las cosas, sobre tu destino y sobre tu vida; si esto es lo único que admites, pero dispones de pocos elementos de fe e incluso menos, casi ninguno, de sumisión, y ninguno en absoluto relacionado con esperar y buscar a Dios, ¿qué clase de fe es esa? Siempre dices que crees en Dios, crees que es soberano sobre todas las cosas y lo instrumenta todo, que concede la vida a las personas y que harás cualquier cosa que Él te pida, incluso entregar la vida por Él. Pero entonces te topas con una situación como la que experimentó Pedro, donde alguien pregunta: “¿Es ese tu Dios?”. Reflexionarás sobre el asunto, y pensarás: “Estoy rodeado de no creyentes, ¿acaso no me arrestarán si digo que lo conozco? Dios ha dicho que podemos recurrir a la sabiduría en momentos cruciales y evitar reconocerlo, así que actuaré con sabiduría y Dios no me lo reprochará”. Si aprecias tu vida y eres un cobarde, no te atreverás a reconocer a Dios, e incluso puede que lo niegues. En un momento semejante, ¿dónde queda la confianza según la cual crees que Dios es soberano sobre todas las cosas? (No existe). ¿Era real la confianza que creías tener en los momentos normales o era falsa? (Era falsa). Cuando sucede algo que vulnera especialmente tus nociones o gustos, y la intención de Dios en el asunto todavía no ha sido del todo revelada, Él requiere que te sometas. Ha dispuesto el entorno para que puedas aprender una lección. ¿Qué haces tú entonces? Por ejemplo, supongamos que destacas por la fortaleza de tu fe, y también por ser piadoso y sincero, pero Dios dispone un entorno que no se ajusta a tus nociones; te trata como si fueras un no creyente. Al sentirte agraviado, se te llenarán los ojos de lágrimas y te quejarás ante Dios, al que dirás de corazón: “Oh, Dios, creo en Ti, vivo por Ti, pero has dispuesto un entorno como este, me has colocado entre los no creyentes y me has mezclado con espíritus impuros. ¿Acaso no me acabaré contaminando? Se me ha señalado como a una persona santa, alguien que pertenece a Dios. No deberías haber dispuesto esto. ¿Tienes idea de cuánto te extraño, de cuánto te amo? No puedo estar separado de Ti. No puedes tratarme de esta manera, ¡no es justo!”. ¿Qué ocurre? Cuando te encuentras con cosas que no se corresponden con tus nociones, ¿dónde queda tu sumisión? (No existe). ¿Por qué la sustituyes? (Por quejas, malentendidos y resistencia). ¿Es eso auténtica confianza? ¿Qué debe poseer la auténtica fe? ¿De qué modo se manifiesta? (Buscando las intenciones de Dios y sometiéndose a Él). Basta un solo incidente para revelar si alguien tiene o no verdadera confianza.

Vamos a hablar sobre un asunto que choca mucho con las nociones humanas. Moisés vivió en el desierto durante cuarenta años. Eso es gran parte de la vida de una persona. Si alguien vive hasta los ochenta, cuarenta años es la mitad de su vida. ¿Qué clase de entorno para vivir es el desierto? No solo el desierto era un entorno en extremo desfavorable para vivir, con muchas dificultades a las que Moisés tuvo que enfrentarse, sino que el problema más importante fue que no entabló contacto con los israelitas durante esos cuarenta años, y Dios tampoco se le apareció. Dios dispuso este entorno para Moisés con el objetivo de refinarlo. ¿Concuerda esto con las nociones humanas? Si alguien carece de auténtica fe, ¿cómo se manifestará eso en términos generales? Durante los dos primeros años, le quedará algo de fuerza en el corazón y pensará: “Dios me está probando, pero no tengo miedo. ¡Tengo a Dios! Siempre que Él no permita que muera, viviré mientras me quede aliento. Vivo por Dios. Tengo confianza. ¡Debo satisfacer a Dios!”. Posee esta determinación porque todavía le acompañan las ovejas. Sin embargo, pasados unos cuantos años, las ovejas disminuyen cada vez más y el viento sopla todo el día, aullante. En la quietud de la noche, se siente solo. No tiene a nadie con quién compartir lo que alberga en su corazón. Cuando alza los ojos hacia el cielo, lo único que ve son estrellas y la luna. Se siente incluso más solo las noches nubosas y con lluvia, cuando hasta la luna está oculta a la vista. Inconscientemente, su confianza va menguando. Cuando esto sucede, asoma un corazón rebosante de quejas y malinterpretaciones. Justo después, su estado interno se vuelve cada vez más depresivo y la vida poco a poco pierde sentido. Siempre siente que Dios no repara en él y le ha abandonado. La existencia de Dios tiene ahora para él un signo de interrogación, y su confianza disminuye cada vez más. Si careces de auténtica fe, no resistirás la prueba del paso del tiempo o del entorno. Si no puedes resistir la prueba que te ha puesto Dios, Él no va a hablarte ni se te va a aparecer. Dios quiere ver si crees en Su existencia, si la reconoces y si tienes auténtica fe en tu corazón. Así es como escruta Él la profundidad del corazón de las personas. ¿Están en manos de Dios quienes viven entre el cielo y la tierra? Todos están en manos de Dios. Es exactamente así. No importa que estés en el desierto o en la luna, estás en manos de Dios. Así es exactamente como es. Si Dios no ha aparecido ante ti, ¿cómo puedes ver la existencia y soberanía de Dios? ¿Cómo puedes permitir que en tu corazón arraigue y nunca se desvanezca la verdad de que “Dios existe y es soberano sobre todas las cosas”? ¿Cómo puedes hacer de este enunciado tu vida, la fuerza que impulsa tu cotidianeidad y la confianza y la fortaleza que permite que sigas viviendo? (Orando). Eso es práctico. Es la senda de práctica. Cuando te hallas en tu momento más difícil, cuando eres menos capaz de percibir a Dios, cuando sientes más dolor y soledad, cuando te parece estar lejos de Él, ¿qué es lo que debes hacer por encima de cualquier otra cosa? Llamar a Dios. Llamar a Dios te da fuerzas. Llamar a Dios te permite sentir Su existencia. Llamar a Dios te permite sentir Su soberanía. Cuando llamas a Dios, le oras y pones tu vida en Sus manos, sientes que Él está a tu lado y no te ha abandonado. Cuando sientas que Dios no te ha abandonado, cuando de verdad percibas que está a tu lado, ¿crecerá tu confianza? Si tienes confianza real, ¿se desgastará y desvanecerá con el paso del tiempo? En absoluto. ¿Se resuelve así el problema de la confianza? ¿Puede la gente tener verdadera confianza simplemente llevando encima la Biblia y memorizando versículos con rigidez palabra por palabra? Todavía hay que orarle a Dios y confiar en Él para resolver este problema. ¿Cómo superó Moisés aquellos cuarenta años en el desierto? En aquella época no existía la Biblia y había poca gente a su alrededor. Únicamente le acompañaban ovejas. Sin duda, Dios guiaba a Moisés. Aunque la Biblia no registra cómo le guio Dios, si se le apareció, le habló o le hizo entender por qué le obligó a vivir en el desierto durante cuarenta años, resulta un hecho innegable que Moisés sobrevivió todo ese tiempo en el desierto. Es un hecho que no se puede negar. Sin nadie a su alrededor con quien compartir lo que tenía en el corazón, ¿cómo pudo sobrevivir solo en el desierto durante cuarenta años? Sin auténtica fe, a cualquiera le resultaría imposible. Sería un milagro. Por más que la gente reflexione sobre este asunto, piensa que esto nunca podría suceder. Es demasiado incongruente con las nociones y figuraciones humanas. Sin embargo, no se trata de una leyenda ni de un cuento fantástico, sino de un hecho real, inmutable e innegable. ¿Qué le demuestra la existencia de este hecho a la gente? Si tienes auténtica fe en Dios, Él no te abandonará mientras te quede aliento. Este es un hecho de la existencia de Dios. Si posees tanta confianza real y comprensión verdadera de Dios, entonces dicha confianza es lo bastante grande. No importa el entorno en el que te encuentres, ni cuánto tiempo pases en él, tu confianza no va a desgastarse.

Moisés pasó cuarenta años en el desierto. Dios nunca se le apareció ni le proveyó de la verdad. Moisés no tenía en sus manos ningún libro con las palabras de Dios, no contaba a su lado con nadie de Su pueblo escogido, ni tampoco con alguien con quien compartir lo que albergaba en el corazón. Al vivir solo en el desierto, sobrevivir únicamente era posible si confiaba en la oración a Dios. A la postre, esto le permitió a Moisés lograr verdadera confianza. Entonces, ¿por qué hizo esto Dios? Él iba a confiarle una comisión a Moisés, iba a hacer buen uso de este, y necesitaba obrar en él, así que lo templó. ¿Qué templó Dios en Moisés? (Su confianza). Dios quería perfeccionar su confianza, no templarla. Lo que Dios templa son las buenas intenciones del hombre, su determinación, como así se le llama, además de sus habilidades y destrezas y de su impulsividad. ¿Por qué se marchó Moisés de Egipto en aquel momento? (Porque había matado a un egipcio a causa de su impulsividad). ¿Lo podría haber usado Dios en aquel momento? (No). ¿Qué habría pasado si Dios lo hubiera usado entonces? Moisés odiaba a los egipcios y siempre tendía a actuar impulsivamente. Si mataba a otra persona, ¿acaso no generaría eso problemas? Si Dios le hubiera pedido que sacara a los israelitas de Egipto y Moisés hubiera actuado con impulsividad cuando el faraón no se mostrara de acuerdo, ¿no habrían sobrevenido dificultades? Dios diría: “¿Puedes representar a Dios si actúas de este modo?”. Por tanto, debido a su impulsividad, Dios no podía hacer uso de él. La impulsividad es un importante tabú para los humanos. Si eres impulsivo, si siempre quieres hacer las cosas según tu naturalidad y tus impulsos, y pretendes constantemente resolver los problemas con métodos humanos; si no tienes auténtica fe en Dios y no confías en Él ni crees en Su soberanía desde esa auténtica fe, Dios no podrá valerse de ti. Si lo intentara, no solo no conseguirías nada, sino que en realidad estropearías las cosas. Por consiguiente, cuando Moisés mató al egipcio, huyó al desierto. Dios se sirvió de ese entorno para templar su voluntad, su impulsividad, sus buenas intenciones, su fervor y sus impulsos, además del heroísmo que lo llevó a defender los intereses de su pueblo y a luchar contra la injusticia. Todas estas cosas pertenecen a la voluntad humana, la impulsividad y la naturalidad. ¿Por qué no dispuso Dios que unos cuantos israelitas acompañaran a Moisés? Si hubiera contado con una persona a su lado, tal vez no habría confiado en Dios, sino en esta. ¿Tras refinarse, en qué clase de persona se convirtió finalmente Moisés en semejante entorno? Pudo someterse a Dios y tuvo auténtica confianza. Esto demuestra que su impulsividad natural se había desgastado. Cuando salió del desierto, ¿seguía conservando su impulsividad y heroísmo? (No). ¿En qué se evidenciaba esto? (Moisés dijo que ya no era un buen orador). Ya no sabía hablar, ¿mantenía entonces aún sus propias intenciones e impulsos? (No). Visto así, cuando Dios quiere perfeccionar a una persona, la confianza de esta en Él, con independencia de que haga uso de ella o no, Dios perfeccionará en esta persona el entendimiento de la verdad y de Sus intenciones, y le permitirá someterse a Dios con sinceridad y por completo, sin adulteración alguna, sin lo que se denomina heroísmo humano, sin impulsos, ambición ni pasiones elevadas, sin impulsividad ni las buenas intenciones y el entusiasmo de los seres humanos; sin esas supuestas creencias. Todo el mundo admira y persigue esas cosas que provienen de la voluntad humana; son las que, en términos relativos, se consideran positivas, buenas y correctas en el corazón de las personas. Son aquellas conforme a las cuales todo el mundo está dispuesto a vivir. Se trata de las creencias de las personas. Cuando no las tienen, pueden someterse de veras a Dios y no harán nada fundado en las figuraciones y la bondad humanas, ni hablarán en esos términos. Cuando se presenten de nuevo ante Dios, contarán con un mayor número de elementos de la auténtica fe en Él. ¿Cuáles son los elementos de la auténtica fe? ¿Acaso seguirán aconsejándole a Dios y dirán: “Dios, las cosas que haces no concuerdan con las nociones humanas y a las personas les cuesta mucho aceptar Tus actos. En serio, tienes que hacerlo de este otro modo”, y “Dios, eso que dices no suena bien. El tono no es el adecuado, el enfoque es erróneo y las palabras que usas no son las correctas”? Estas cosas ya se han desgastado en ellos y dejarán de darle consejos a Dios. Tendrán la sincera capacidad de someterse a Él, de poseer razón y temor de Dios. Cuarenta años de templanza en el desierto provocaron que Moisés percibiera de veras la existencia de Dios. En un entorno donde la simple supervivencia era imposible para un individuo, confió en Dios para sobrevivir día tras día, se aferró a la esperanza año tras año y llegó hasta el final. En realidad, vio a Dios. No fue casualidad, tampoco una leyenda. No tuvo nada de accidental ni de repentino. Todo fue cierto. Contempló la verdadera existencia de Dios y que Su soberanía sobre todas las cosas es real. Una vez que la obra de Dios consigue tal efecto en las personas, su corazón sufre un cambio. Sus nociones y figuraciones desaparecen y les parece que por sí mismas no son nada, que no pueden hacer nada sin Dios. En consecuencia, no querrán insistir en hacer las cosas a su propia manera. Llegado ese momento, ¿acaso van a decir algo como “¡Señor! Eso nunca te acontecerá”? (No). Se puede decir que, en este momento, nadie hablará según las nociones humanas para entorpecer a Dios, ni hará las cosas desde la voluntad humana o insistirá en hacerlas como le viene en gana. ¿Sobre qué base viven ahora las personas? ¿Qué es lo que viven? De forma subjetiva, pueden someterse a la soberanía y los arreglos de Dios. De manera objetiva, pueden dejar que la naturaleza siga su curso, aguardar y buscar las intenciones de Dios, y someterse a Él en todo lo que les pida sin tomar decisiones individuales.

Cuando Dios envió a Moisés para que sacara a los israelitas de Egipto, ¿cuál fue la reacción de Moisés cuando Dios le encomendó tal comisión? (Dijo que no era elocuente, más bien lento de palabra y de lengua). Tenía ese pequeño recelo, que no era elocuente, sino lento de palabra y de lengua. Pero ¿se resistió a la comisión de Dios? ¿Cómo la trató? Se postró. ¿Qué significa postrarse? Significa someterse y aceptar. Se postró completamente ante Dios, ignorando sus preferencias personales, y no mencionó ninguna de las dificultades que pudo haber tenido. Cualquier cosa que Dios le pidiera hacer, la hacía de inmediato. ¿Por qué fue capaz de aceptar la comisión de Dios, aunque creyera que no podía hacer nada? Dado que albergaba auténtica confianza en su interior. Ya había tenido alguna experiencia de la soberanía de Dios sobre todas las cosas y asuntos, y en los cuarenta años que pasó en el desierto, alcanzó a saber que la soberanía de Dios es todopoderosa. Por lo tanto, aceptó la comisión de Dios sin demora, y se puso en marcha para hacer lo que Dios le había encomendado sin decir ni una palabra más. ¿Qué quiere decir que se puso en marcha? Que tenía auténtica confianza en Dios, dependencia y sumisión reales hacia Él. No fue cobarde, y no eligió por su cuenta ni trató de negarse. En cambio, creyó plenamente y se dispuso a ponerse manos a la obra con la comisión que le había encargado Dios, lleno de confianza. Creía que: “Si Dios me ha encargado esto, entonces todo se hará como Dios dice. Dios me ha dicho que saque a los israelitas de Egipto, así que eso haré. Como esto es lo que Dios ha encargado, Él se pondrá a obrar y me dará fuerzas. Solo tengo que cooperar”. Esa es la perspectiva que adoptó Moisés. Aquellos que carecen de comprensión espiritual creen que pueden hacer por su cuenta las cosas que les encomienda Dios. ¿Acaso poseen esas habilidades? Por supuesto que no. Si alguien es cobarde, carecerá del coraje para enfrentarse al faraón de Egipto. En su corazón, dirá: “El faraón de Egipto es un rey diablo. Tiene a un ejército a su mando y podría matarme con una sola palabra. ¿Cómo voy a poder sacar a tantos israelitas? ¿Me escucharía el faraón?”. Estas palabras son sinónimo de rechazo, resistencia y rebelión. Demuestran que no tiene fe en Dios, y eso no es auténtica confianza. Las circunstancias de la época no eran favorables para los israelitas ni para Moisés. Sacar a los israelitas de Egipto era, desde el punto de vista del hombre, una tarea sencillamente imposible, porque Egipto estaba aislado por el Mar Rojo, y cruzarlo supondría un enorme desafío. ¿Acaso Moisés no sabía lo difícil que sería cumplir esta comisión? En su corazón, lo sabía, pero se limitó a decir que era lento de palabra y de lengua, que nadie prestaría atención a sus palabras. No rechazó, en el fondo, el encargo de Dios. Cuando Dios le dijo a Moisés que sacara a los israelitas de Egipto, se postró y lo aceptó. ¿Por qué no mencionó las dificultades? ¿Es que, después de cuarenta años en el desierto, no conocía los peligros del mundo de los hombres, o el estado al que habían llegado las cosas en Egipto, o la grave situación que atravesaban los israelitas? ¿No podía ver tales cosas con claridad? ¿Es eso lo que pasaba? Desde luego que no. Moisés era inteligente y sabio. Conocía todas esas cosas, pues las había sufrido y experimentado personalmente en el mundo de los hombres, y nunca las olvidaría. Conocía muy bien esas cosas. Entonces, ¿sabía lo difícil que era la comisión que Dios le había asignado? (Sí). Si lo sabía, ¿cómo pudo aceptar esa comisión? Tenía confianza en Dios. Con su experiencia de toda la vida, creía en la omnipotencia de Dios, así que aceptó esta comisión de Dios con un corazón lleno de confianza y sin la más mínima duda. ¿Qué experiencias tuvo? Decidme. (En su experiencia, cada vez que llamó a Dios y se acercó a Él, Dios lo dirigió y lo guio. Moisés se dio cuenta de que Dios nunca se había retractado de Su palabra, y tenía auténtica confianza en Él). Este es un aspecto. ¿Algo más? (Durante los cuarenta años que pasó en el desierto, no cabe duda de que Moisés había visto la soberanía de Dios al llamarlo y orarle. Pudo sobrevivir y superarlo, y poseía auténtica fe en la soberanía de Dios). ¿Algo más? (Dios ya había realizado mucha obra en Moisés. Moisés sabía algo sobre cómo creó Dios los cielos, la tierra y todas las cosas, cómo usó el diluvio para destruir el mundo en los tiempos de Noé, y sobre Abraham y otras cosas semejantes. Las escribió todas en el Pentateuco, lo cual demuestra que adquirió perspectiva de todos estos hechos de Dios y supo que Él es omnipotente y omnisciente. Por tanto, creía que, como Dios le guiaba, la empresa sin duda tendría éxito. Quería observar las obras de Dios, ver lo que Dios haría a través de él, y cómo Dios le ayudaría y le guiaría. Esta era la confianza que tenía). Así es como sucedió. Decidme, en sus cuarenta años en el desierto, ¿pudo Moisés experimentar que con Dios nada es difícil y que el hombre está en manos de Dios? En gran medida, esa fue su experiencia más verdadera. En sus cuarenta años en el desierto, acontecieron muchas cosas que supusieron un peligro mortal para él, y no sabía si sobreviviría a ellas. Cada día, luchó por su vida y le oró a Dios para que lo protegiera. Ese era su único deseo. En esos cuarenta años, lo que experimentó con mayor profundidad fue la soberanía y la protección de Dios. Más tarde, cuando aceptó la comisión de Dios, su primer sentimiento debió ser: “Nada es difícil con Dios. Si Él dice que se puede hacer, entonces desde luego que se puede. Ya que Dios me ha encargado semejante comisión, sin duda Él se encargará de que se cumpla; es Él quien lo hará, y no ningún hombre”. Antes de pasar a la acción, las personas deben planificar y hacer los preparativos por adelantado. Han de ocuparse primero de los detalles preliminares. ¿Debe Dios hacer estas cosas antes de actuar? No es necesario. Todo ser creado, por muy influyente, capaz o poderoso, o por muy fanático que sea, está en manos de Dios. Moisés tenía confianza, conocimiento y experiencia de esto, por lo que no había ni una pizca de duda o miedo en su corazón. Por eso, su confianza en Dios era especialmente pura y auténtica. Se puede decir que se encontraba lleno de confianza.

Acabo de hablar sobre qué es la auténtica fe. Decidme, en última instancia, ¿qué quiere Dios de las personas, sus creencias o su auténtica fe? (Quiere su auténtica fe). Eso es. ¿Qué es la auténtica fe? Dicho de la manera más sencilla y directa, se trata de la verdadera confianza de la gente en Dios. En la práctica, ¿qué apariencia tiene la verdadera confianza? ¿Qué relación tiene con todas las actividades en la vida real de las personas? (Estas creen que Dios es soberano y ordena todas las cosas. Creen en la soberanía de Dios sobre todo aquello que se encuentran y que a Él nada le resulta difícil). (La gente cree que toda palabra que dice Dios se hará realidad). Reflexionad más sobre esto. ¿De qué otro modo se muestra la verdadera confianza? (La confianza de Moisés es distinta a la de los creyentes corrientes. Cuando escribió el Génesis, pensaba que Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas por medio de Sus palabras, creía que todo ello surgió mediante las palabras de Dios, que todo lo que Él dice será y que si Dios lo ordena así se hará, y que todas Sus palabras sucederían y se cumplirían. En este sentido, tenía verdadera confianza en Dios. No solo creía que la existencia de Dios es un hecho. Creía que Dios creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Creía de todo corazón que, sin duda, las palabras de Dios lo lograban todo y creía en Su omnipotencia. Si hubiera carecido de semejante confianza en Dios, nunca podría haber escrito el Génesis. El Espíritu Santo también inspiró o reveló estas palabras, y Moisés fue capaz de ver con claridad). Decidme, ¿es la verdadera existencia de Dios un hecho porque la gente cree en ella? (No). ¿Qué clase de hecho es la verdadera existencia de Dios? (Dios existe, lo crea o no la gente, y lo hace por sí mismo y es eterno). Como mínimo, la confianza en Dios debe basarse en el siguiente fundamento: Dios no existe porque tú admitas verbalmente Su existencia, ni dejará de hacerlo si no la admites. Más bien, Dios existe con independencia de que creas en Él o lo reconozcas. Dios es eternamente el Creador y es soberano sobre todas las cosas. ¿Por qué hace falta que las personas lleguen a este entendimiento? ¿Qué puede cambiar en ellas? Hay quien dice: “Si creemos en Ti, Tú eres Dios, pero si no creemos en Ti, no lo eres”. ¿Qué son estas palabras? Son rebeldes y falaces. Dios dice: “Aunque no creas en Mí, sigo siendo Dios y ejerciendo la soberanía sobre tu destino. Es algo que no puedes cambiar”. Se trata de un hecho que nadie puede negar. Por más que un ateo niegue o se resista a Dios, su destino sigue bajo Su soberanía y no puede librarse del castigo de Dios. Si aceptas y te sometes por completo a la instrumentación y los arreglos de Dios y puedes aceptar todas las verdades que Él expresa, Sus palabras pueden cambiar tu modo de vida, tus metas en ella y el rumbo de tu búsqueda, pueden cambiar la senda que eliges y el significado de tu vida. Hay quienes afirman de palabra que creen en la existencia de Dios y que Él es soberano sobre todas las cosas y todo lo que existe, pero no son capaces de someterse a las instrumentaciones y arreglos de Dios, y no alcanzan a ver que Él hace arreglos diferentes para cada individuo. Siempre quieren perseguir sus propias ambiciones y deseos y hacer grandes cosas, pero se encuentran con múltiples contratiempos y acaban vapuleados, rotos y lastimados. Solo entonces se rinden. ¿Actuarían de ese modo si de veras creyeran en la soberanía de Dios? Les resultaría imposible. ¿Cómo deben proceder? Para empezar, han de entender la intención de Dios. En la obra de Dios para la salvación de la humanidad, Él ayuda a las personas a despojarse de sus actitudes corruptas y a liberarse de la influencia de Satanás, a recorrer la senda correcta de la vida y a vivir según las palabras de Dios. Si realmente entienden la intención de Dios, seguirán Sus requerimientos durante su búsqueda de la verdad y en su afán por entender a Dios, y lograrán someterse a Su soberanía y Sus arreglos. Solo de este modo se pueden ajustar a Su intención. Muchos creen en Dios, pero no son capaces de someterse a Él. Siempre quieren perseguir sus propios deseos, pero todos acaban fallando. Solo entonces dicen lo que guardan en su corazón: “Esto es el destino, y nadie puede cambiar lo que ha ordenado Dios”. Llegado este momento, cuando repiten: “Creo en la existencia de Dios y que Él lo sostiene todo entre Sus manos”, ¿difieren esas palabras de las que dijeron antes? Son mucho más prácticas que las doctrinas de las que hablaban. Antes solo admitían y creían de palabra que Dios era soberano sobre todas las cosas, pero cuando les sucedía algo, no podían someterse a Dios ni practicar la verdad según Sus palabras. En su interior pensaban que podían hacer realidad sus ideales por su cuenta. De este modo, las palabras de Dios en las que creían de corazón y las doctrinas que salían de su boca no podían convertirse en los principios para sus acciones. Es decir, no creían que todas las palabras de Dios son la verdad y que todo lo pueden. Les parecía entender la verdad, pero no eran capaces de someterse a la soberanía y los arreglos de Dios, así que solo entendían doctrinas y palabras, no la realidad-verdad. De su boca salía que creían en la soberanía de Dios, pero no podían someterse a Él en la vida real. Siempre recorrían su propia senda, perseguían sus propios deseos y vulneraban los requerimientos de Dios. ¿Es eso verdadera sumisión? ¿Hay aquí creencia y confianza verdaderas? (No). Ninguna en absoluto, ¡qué lástima! ¿Cuáles son las manifestaciones de la verdadera confianza en Dios? Aquellos con verdadera confianza al menos creen que las palabras de Dios son la verdad y que se van a hacer realidad y se van a cumplir, y creen que practicar conforme a los requerimientos de Dios es la senda correcta en la vida. Oran a Dios y confían en Él en su vida, trasladan Sus palabras a la vida real, practican según las palabras de Dios en todas las cosas, buscan ser personas honestas y viven la realidad de Sus palabras. No solo creen en la existencia y soberanía de Dios, sino que además buscan someterse a Sus instrumentaciones y arreglos en la vida real. Si son rebeldes, pueden hacer introspección, aceptar la verdad, la disciplina de Dios y alcanzar la sumisión a Él. Si practicas de este modo, la verdad que crees y reconoces se convertirá en tu realidad-vida. Esta verdad podrá guiar tus pensamientos, tu vida y el rumbo que tome toda ella. Llegado ese punto, serás capaz de hacer surgir una verdadera confianza en Dios. Cuando de verdad crees en Él y tienes sumisión genuina, eso genera confianza real. Esta confianza es auténtica fe en Dios. ¿De dónde procede esta auténtica fe? Se obtiene al practicar y experimentar las palabras de Dios y, a partir de ahí, llegar a entender la verdad. Mientras más entiende la gente la verdad, mayor es su confianza en Dios, más sabe sobre Él y más se somete a Él con sinceridad. Así es como llega la gente a tener auténtica fe.

¿Qué hace Dios durante el proceso mediante el cual la gente llega a tener auténtica fe en Él? (Esclarece, guía, instrumenta entornos y luego toma la verdad y la infunde en las personas). Cuando Pedro recibió la reprimenda del Señor Jesús fue porque Dios lo dejó en evidencia, lo juzgó y lo condenó. ¿Han de experimentar las personas estas cosas antes de obtener verdadera confianza en Dios? (Sí). ¿Por qué tienen que experimentarlas? ¿Resultaría imposible sin ellas? ¿Se puede pasar por alto el juicio, el desenmascaramiento, el reproche, la disciplina, la reprimenda e incluso la maldición? (No). Supongamos que el Señor Jesús hubiera discutido el tema con Pedro de manera amistosa, en lugar de reprenderle, y le hubiera dicho: “Pedro, sé que guardas buenas intenciones en lo que dices, pero no vuelvas a hablar así. No entorpezcas Mi plan con buenas intenciones humanas. No hables en nombre de Satanás ni actúes como su emisario. Ten más cuidado en el futuro y no digas tonterías. Antes de hablar, medita si tus palabras son correctas y si van a apenar o enfadar a Dios”. ¿Funcionaría hablar de este modo? (No). ¿Por qué no? Satanás ha corrompido demasiado profundamente al hombre, y la raíz del carácter corrupto de este es muy honda. El hombre vive conforme a su carácter corrupto. Todos sus pensamientos, actos, figuraciones y nociones, todos los objetivos y los rumbos en su vida y la motivación para todo lo que dice y hace proviene de su carácter corrupto. ¿Es adecuado que Dios no le reprenda nada? ¿Se dará cuenta el hombre de la gravedad de este problema? ¿Se puede erradicar la causa principal de su pecado? (No). Si no es así, ¿puede la gente someterse a Dios? (No). ¿Tienes ahora claro si es bueno o malo que Dios condene y maldiga a las personas? (Es bueno). ¿Es bueno que Dios las revele? (Sí). ¿Qué es lo que pone en evidencia de ellas? (Él revela su debilidad, su estatura y su confianza en Dios). Las revela por completo. Dios no aprueba las doctrinas que defiendes, las consignas que repites sin cesar, tus creencias, tu aparente fervor ni tus buenas intenciones. Él no quiere nada de eso. Da igual lo fervoroso que seas o lo lejos que viajes, ¿muestra eso que posees la verdad? ¿Acaso demuestra que tienes auténtica fe en Dios? (No). Estas no son las cosas que aprueba Dios. La bondad y las figuraciones humanas son inútiles. Para obtener la aprobación de Dios y poseer auténtica fe en Él, debes experimentar los diversos métodos según los que obra: dejar en evidencia, juzgar, condenar, maldecir; y a veces incluso hace falta disciplinar y castigar. ¿Se han de temer estas cosas? No son cosas a las que tenerles miedo. En ellas residen la intención, la atenta consideración y el amor de Dios. ¡Merece la pena soportar esta dificultad! Dios hace estas cosas y emplea estos métodos para obrar en las personas. Eso demuestra que Él alberga la expectativa y el deseo de ganar algo de ellas. Dios no hace tales cosas al azar, sin razón o con base en figuraciones. Estas reflejan plenamente la intención de Dios. ¿Cuál es la intención de Dios? Él desea conducir a la gente hacia la auténtica fe en Dios y hacer que acepten la verdad, desechen sus actitudes corruptas y alcancen la salvación.

Decidme, después de que Pedro negara tres veces al Señor, ¿reflexionó sobre su propia fe? (Sí). Las personas con humanidad normal, aquellas que persiguen la verdad, harán introspección cuando se topen con fallos y reveses. Sin duda, Pedro habría realizado una introspección semejante. Los que no aman la verdad nunca reflexionarán sobre sí mismos. Si se encuentran con una situación como la de Pedro, dirán: “Aunque he negado al Señor tres veces, se trataba de circunstancias excepcionales. ¿Quién no se sentiría preocupado, asustado y débil al enfrentarse a ellas? No es para tanto. Mi amor por el Señor sigue siendo grande, el corazón me arde con fervor, mi espíritu es fuerte y nunca me marcharé ni abandonaré al Señor. Negar tres veces al Señor es solo una pequeña mancha, y lo más probable es que Dios no la recuerde. Después de todo, mi confianza en Él es bastante considerable”. ¿Qué clase de reflexión es esta? ¿Se trata de una postura de aceptación de la verdad? ¿Es esta la manera de lograr verdadera confianza? (No). Imaginemos que Pedro pensara esto: “Señor Jesús, conoces muy bien a la gente, pero ¿cómo pudiste aventurar que yo haría algo así? No debías haber predicho que te negaría. En cambio, debiste predecir que admitiría tres veces que te conocía. Eso hubiera sido genial, y entonces te habría seguido con la cabeza alta. Además, habría demostrado mi gran confianza en Ti y Tu predicción hubiera resultado ser acertada. Ambos estaríamos satisfechos con ella. Creo en Ti con gran sinceridad. Debes perfeccionarme y darme mi dignidad. No deberías reprenderme. No deberías tratarme de esa manera. Soy el digno Pedro. Nunca debí haber pronunciado palabras que negaran a Dios. Es demasiado humillante y vergonzoso. ¿Por qué me cargaste con algo así? ¿Por qué no a otro? ¡Lo que hiciste no fue justo! Aunque admito que te negué, ¿tuviste que revelarme de ese modo para que todo el mundo contemplara mi humillación? ¿Qué haré a partir de ahora? ¿Aún puedo recibir un buen destino en el futuro? ¿Acaso no significa que has renunciado a mí? Siento en el corazón que esto no es justo”. ¿Está bien o mal razonar con Dios de esta manera? (Está mal). ¿De qué clase de estado se trata? Pedro muestra aquí desobediencia y formula quejas. Se queja de que la obra de Dios no se ajuste a sus nociones y sus gustos. Esto deteriora su imagen y reputación, de tal modo que no puede llevar la cabeza alta. Aquí alberga elecciones humanas, y tiene quejas, desobediencia, resistencia y rebeldía humanas. Todas ellas son actitudes corruptas. Pensar de esta forma, actuar así y mantener una postura y un estado semejantes es un error evidente. Si las personas piensan y actúan de tal modo y Dios no se lo reprocha, ¿acaso pueden desarrollar auténtica fe después de que las revelen? ¿Pueden tener verdadera confianza en Dios? (No). ¿Qué clase de resultado está reservado a aquellos que se quejan, se rebelan, se resisten y rechazan lo que Dios revela de ellos y el hecho de que Dios los trate de esa manera? ¿Qué aporta esto a la vida de las personas? Lo primero que acarrea es pérdida. ¿Qué implica la “pérdida”? Tal como lo ve Dios, tratar contigo es demasiado problemático. Te suceda lo que te suceda, siempre tienes elección y siempre cuentas con tus propios gustos, tu propia voluntad, tus propias opiniones, figuraciones, nociones y conclusiones. Entonces, ¿por qué sigues creyendo en Dios? Para ti, Dios es simplemente el objeto de tu convicción y tu apoyo espiritual. No necesitas a Dios ni tampoco Sus palabras, Su verdad ni Su provisión de vida, y desde luego no te hace falta que Dios realice ninguna clase de obra de juicio sobre ti que te cause un gran dolor. A modo de respuesta, Dios dice: “Es fácil, no tengo que hacerte nada. Solo una cosa: has de dejarme. Tú tienes derecho a tus elecciones y Yo también a las Mías. Puedes elegir no aceptar Mi manera de salvarte, igual que Yo puedo optar por no salvarte a ti”. ¿Significa esto que Dios y tú no tenéis nada que ver el uno con el otro? ¿Es esta la libertad de Dios? (Sí). ¿Tiene derecho Dios a hacer tal cosa? (Sí). ¿Tienen las personas el derecho a elegir no aceptar la salvación de Dios? (Sí). También poseen ese derecho. Puedes renunciar o rechazar la salvación que te brinda Dios, pero al final eres tú el que sale perdiendo. No solo es que Dios no vaya a perfeccionarte, sino que también te va a desdeñar y descartar. Al final, se te castigará por partida doble. Ese es el desenlace que te aguarda. ¡Es el problema que tienes reservado para ti! Por tanto, aquellos que deseen salvarse deben elegir someterse a la obra de Dios. Solo así se puede desarrollar una verdadera confianza en Dios y alcanzar una auténtica fe en Él. Semejante fe se genera poco a poco durante el proceso de sumisión a la soberanía y los arreglos de Dios.

El carácter corrupto de las personas se oculta en las intenciones que hay detrás de su discurso y sus actos, en su visión sobre las cosas, en todos sus pensamientos e ideas y en sus puntos de vista, su entendimiento, sus nociones, perspectivas, deseos y exigencias relativos a la verdad, a Dios y a Su obra. Se revela a partir de las palabras y los actos de las personas, sin que estas se den cuenta. Entonces, ¿cómo trata Dios aquello que reside en el interior de ellas? Él dispone diversos ambientes para ponerte en evidencia. No solo te pondrá en evidencia, sino que también te juzgará. Cuando reveles tu carácter corrupto, cuando tengas pensamientos e ideas que desafíen a Dios, cuando tengas estados y puntos de vista que compitan con Él, cuando tengas estados a través de los cuales malinterpretes a Dios o te resistas y te opongas a Él, Dios te reprenderá, te juzgará y te sancionará, e incluso algunas veces Él te disciplinará y te castigará. ¿Cuál es el objetivo de que te discipline y te reprenda? (Hacer que nos arrepintamos y cambiemos). Sí, el objetivo es que te arrepientas. Lo que se consigue al disciplinarte y reprenderte es permitirte cambiar de rumbo. Es hacer que entiendas que tus pensamientos son las nociones del hombre y están equivocados; tus motivaciones nacen de Satanás, se originan en la voluntad humana, no concuerdan con la verdad, son incompatibles con Dios, no pueden satisfacer Sus intenciones, Él las detesta y las odia, incitan Su ira e incluso despiertan Su maldición. Una vez que te das cuenta de esto, tienes que cambiar tus motivaciones y tu actitud. ¿Y cómo las cambias? En primer lugar, debes someterte a la forma en que Dios te trata, a los entornos y personas, acontecimientos y cosas que Él te plantea. No seas quisquilloso, no pongas excusas objetivas y no eludas tus responsabilidades. En segundo lugar, busca la verdad que la gente ha de practicar y en la que debe entrar cuando Dios hace lo que hace. Dios te pide que entiendas estas cosas. Él quiere que reconozcas tu carácter corrupto y tu esencia satánica para que seas capaz de someterte a los ambientes que Él dispone para ti y, finalmente, para que puedas practicar de acuerdo con Sus intenciones y Sus requisitos para ti. Entonces habrás superado la prueba. Una vez que dejes de resistirte y oponerte a Dios, dejarás de discutir con Él y podrás someterte. Cuando Dios dice: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”, respondes: “Si Dios dice que soy Satanás, lo soy. Aunque no entiendo lo que he hecho mal o por qué dice Dios que soy Satanás, Él ordena que me ponga detrás de Él, así que no dudaré. Debo buscar los deseos de Dios”. Cuando Dios afirma que la naturaleza de tus acciones es satánica, tú dices: “Reconozco lo que Dios dice, lo acepto todo”. ¿Qué actitud es esta? Es sumisión. ¿Es sumisión cuando eres capaz de aceptar a regañadientes que Dios diga que eres un diablo y Satanás, pero no puedes aceptar —y eres incapaz de someterte— que Él te diga que eres una bestia? Sumisión significa total conformidad y aceptación, no discutir ni establecer términos. Significa no analizar la causa y el efecto, independientemente de las razones objetivas, y solo preocuparse por la aceptación. Cuando las personas han alcanzado una sumisión como esta, se hallan cerca de la genuina fe en Dios. Cuanto más actúe Dios y cuanto más tú experimentes, más real te resultará Su soberanía sobre todas las cosas, mayor será tu confianza en Dios y más sentirás que: “Todo lo que Dios hace es bueno, nada de ello es malo. No debo escoger, sino que debo someterme. Mi responsabilidad, mi obligación, mi deber, es someterme. Eso es lo que debo hacer como ser creado. Si ni siquiera puedo someterme a Dios, entonces ¿qué soy? ¡Soy una bestia, soy un diablo!”. ¿Acaso no muestra esto que ahora tienes genuina fe? Una vez que hayas llegado a este punto, estarás sin mácula, y así a Dios le resultará fácil usarte, y a ti también te será fácil someterte a las instrumentaciones de Dios. Cuando cuentes con la aprobación de Dios, podrás recibir Sus bendiciones. Por tanto, hay muchas lecciones que aprender de la sumisión.

Pedro poseía auténtica sumisión a Dios. Cuando Dios dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”, guardó silencio e hizo introspección. Las personas de hoy son incapaces de hacerlo. Si Dios dice: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”, ellos dirán: “¿A quién llamas Satanás? No está bien que digas que soy Satanás. Di que me ha escogido Dios, eso estaría bastante bien, lo aceptaría y me sometería. Si dices que soy Satanás, no puedo someterme”. Si no eres capaz de someterte, ¿confías entonces de verdad en Dios? ¿Posees verdadera sumisión? (No). ¿Qué relación existe entre la sumisión y la verdadera confianza? Solo cuando tienes auténtica fe puedes poseer verdadera sumisión. Solo cuando puedes someterte con sinceridad a Dios es posible que surja poco a poco en ti verdadera confianza. La obtienes durante el proceso de someterte con sinceridad a Dios, pero si careces de verdadera confianza, ¿puedes someterte con sinceridad a Dios? (No). Estas cosas están conectadas y no es una cuestión de preceptos o de lógica. La verdad no es filosofía, no es lógica. Las verdades están interrelacionadas y son completamente inseparables. Si dices: “Para someterte a Dios, debes tener confianza en Él, y si tienes confianza en Dios, debes someterte a Él”, esto es un precepto, una frase, una teoría y una opinión altisonante. Las cuestiones de la vida no son preceptos. Sigues admitiendo de palabra que Dios Todopoderoso es tu único Salvador y el único Dios verdadero, pero ¿tienes verdadera confianza en Dios? ¿En qué confías para mantenerte firme cuando afrontas la adversidad? Muchos aceptan a Dios Todopoderoso porque ha expresado muchas verdades. Lo aceptan para entrar en el reino de los cielos. Sin embargo, cuando se han de enfrentar al arresto y las tribulaciones, muchos se retiran, otros se esconden en sus casas y no se atreven a cumplir con sus deberes. En ese momento, las palabras que dijiste —“Creo en la soberanía de Dios, creo que Él controla el destino del hombre y que mi destino se halla en Sus manos”— hace tiempo que han desaparecido sin dejar rastro. Eran una mera consigna para ti. Ya que no te atreves a practicar y experimentar estas palabras y no vives según ellas, ¿acaso tienes verdadera confianza en Dios? La esencia de tener fe en Dios no es solo creer en Su nombre, sino en el hecho de que es soberano sobre todas las cosas. Debes convertir este hecho en tu vida, en el testimonio real de tu cotidianeidad. Has de vivir según estas palabras. Eso significa permitir que guíen tu comportamiento y el rumbo y los objetivos de tus actos a la hora de enfrentarte a las situaciones. ¿Por qué tienes que vivir según estas palabras? Por ejemplo, supongamos que tienes la posibilidad de ir a otro país a creer en Dios y cumplir tu deber, y te parece una idea bastante buena. No existe la ley del gran dragón rojo en el extranjero, ni tampoco se persiguen las creencias; tener fe en Dios no pone tu vida en peligro, así que no hay riesgos. En cambio, los creyentes en Dios de la China continental corren peligro de que los arresten en cualquier momento, viven en la guarida del diablo, y eso resulta muy peligroso. Entonces, Dios dice un día: “Hace varios años que crees en Dios en el extranjero y has obtenido algo de experiencia de vida. En la China continental hay un lugar donde los hermanos y hermanas no tienen madurez en cuanto a la vida. Deberías regresar allí y pastorearlos”. ¿Qué harías al enfrentarte con esta responsabilidad? (Someterme y aceptarlo). Podrías aceptarlo en apariencia, pero sentirías inquietud en el corazón. Llorarías de noche en la cama y orarías a Dios: “Dios, Tú conoces mi debilidad. Mi estatura es demasiado escasa. Aunque regrese al continente, no sería capaz de pastorear al pueblo escogido de Dios. ¿Puedes elegir a otro para que vaya? Me ha llegado esta comisión y quiero aceptarla, pero temo que, si lo hago, no la llevaré bien a cabo, que no cumpliré con mi deber con éxito y no lograré estar a la altura de Tus intenciones. ¿Puedo quedarme dos años más en el extranjero?”. ¿Qué elección estás haciendo? No te niegas del todo a ir, pero tampoco llegas a acceder. Se trata de una evasión tácita. ¿Es eso someterse a Dios? Es una rebelión muy clara contra Él. Que no quieras regresar implica que albergas sentimientos de resistencia. ¿Sabe esto Dios? (Sí). Él dirá: “No vayas. No estoy siendo duro contigo. Solo te estoy poniendo a prueba”. De este modo, te ha revelado. ¿Amas a Dios? ¿Te sometes a Él? ¿Posees verdadera confianza? (No). ¿Se trata de debilidad? (Tampoco). Es rebeldía, es oponerse a Dios. La prueba ha puesto en evidencia que no tienes verdadera confianza en Dios ni sumisión a Él, y que no crees que Dios sea soberano sobre todas las cosas. Dices: “El hecho de tener miedo justifica mi decisión de no ir. Mientras mi vida esté en peligro, puedo negarme a ir. No estoy obligado a aceptar la comisión y puedo elegir mi propia senda. Puedo colmarme de quejas y agravios”. ¿Qué clase de confianza es esta? No tiene nada de verdadera. Por muy elevadas que sean las consignas que entonas, ¿tendrán ahora algún efecto? Ninguno. ¿Causarán efecto alguno tus juramentos? ¿Hará algún bien que otros compartan la verdad y actúen para persuadirte? (No). Aunque se esfuercen por convencerte y viajes al continente a pesar de tus reticencias, ¿sería eso auténtica sumisión? Dios no quiere que te sometas de ese modo. Si viajas contra tu voluntad, todo será en vano. Dios no obrará en ti y no obtendrás nada de ello. Él no fuerza a nadie a hacer nada. Debes estar dispuesto. Si no quieres ir, prefieres una tercera opción y siempre buscas una vía de escape, negarte y evadirte, entonces no es necesario que vayas. Cuando tu estatura sea lo bastante grande y alcances esa confianza, solicitarás ir voluntariamente, dirás: “Iré, aunque no vaya nadie más. Esta vez no tengo ningún miedo y voy a arriesgar mi vida. ¿Acaso no concede Dios la vida? ¿Por qué da tanto miedo Satanás? ¡Es un juguete en manos de Dios y yo no le tengo miedo! Si no me arrestan, será por la gracia y la misericordia de Dios. Si las circunstancias son tales que acabo detenido, es porque Dios lo permite. Aunque tenga que morir en prisión, ¡debo dar testimonio de Dios! He de tener esta determinación; le entregaré mi vida a Dios. Les llevaré a esos hermanos y hermanas que carecen de entendimiento y conocimiento lo que he entendido, experimentado y llegado a conocer en mi vida, y lo compartiré con ellos. De ese modo, podrán tener la misma confianza y determinación que yo, y presentarse ante Dios y dar testimonio de Él. He de ser considerado con las intenciones de Dios y llevar esta pesada carga. Aunque hacerlo requiera correr riesgos y sacrificar mi vida, no tengo miedo, ya no pienso en mí mismo; tengo a Dios, mi vida está en Sus manos y me someto voluntariamente a Sus instrumentaciones y arreglos”. Una vez que regreses, tendrás que sufrir en ese entorno. Puede que envejezcas rápido, se te ponga el pelo gris y el rostro surcado de arrugas. Puede que enfermes o te arresten y te persigan, o incluso que te halles en peligro mortal. ¿Cómo deberías afrontar esos problemas? Esto vuelve a implicar verdadera confianza. Algunas personas pueden regresar en un arranque de determinación, pero ¿qué pasará cuando se enfrenten a semejantes dificultades tras su regreso? Debes lanzarte a creer en la soberanía de Dios. Incluso si tu envejecimiento es visible o te pones un poco enfermo, son asuntos triviales. Si pecas contra Dios y rehúsas Su comisión, perderás la oportunidad de que Él te perfeccione en esta vida. Si pecas contra Dios y rechazas Su comisión, ¡eso será una mancha eterna en tu vida! Si pierdes esa oportunidad, es imposible recuperarla ni a cambio de muchos años de tu juventud. ¿Para qué sirve tener un cuerpo sano y fuerte? ¿De qué sirve tener un rostro agraciado y una bonita figura? Incluso si vives hasta los ochenta años y mantienes la mente despierta, si no eres capaz de comprender el significado de una sola frase pronunciada por Dios, ¿no resultaría eso patético? ¡Sería patético hasta el extremo! Entonces, ¿qué es lo más importante y preciado que debe obtener alguien cuando se presenta ante Dios? Auténtica fe en Él. Te ocurra lo que te ocurra, si ante todo te sometes, aunque en ese momento albergues algunas ideas equivocadas sobre Dios o no entiendas muy bien por qué Él actúa de esa manera, no mostrarás negatividad ni debilidad. Como dijo Pedro: “Aun si Dios estuviera jugando con los seres humanos como si fueran juguetes, ¿qué queja tendrían estos?”. Si careces siquiera de esta poca confianza, ¿podrías seguir siendo tan sumiso como Pedro? En muchas ocasiones, lo que te hace Dios es apropiado y razonable, concuerda con tu estatura, figuraciones y nociones. Dios obra conforme a tu estatura. Si sigues siendo incapaz de aceptarlo, ¿puedes lograr la sumisión de Pedro? Eso resultaría más imposible si cabe. Por tanto, tienes que avanzar en esta dirección y hacia este objetivo. Solo entonces podrás alcanzar la auténtica fe en Dios.

¿Pueden someterse a Dios aquellos que carecen de auténtica fe? Es difícil de decir. Solo pueden someterse a Dios con sinceridad si tienen verdadera confianza en Él. Es así de simple. Si no te sometes a Dios con sinceridad, no dispondrás de más oportunidades de recibir Su esclarecimiento, guía o perfección. Has desechado todas estas oportunidades para que Dios te perfeccione. No las quieres. Las rehúsas, las evitas y las esquivas constantemente. Siempre eliges un entorno en el que cuentas con las comodidades de la carne y que está libre de sufrimiento. ¡Eso supone un problema! No puedes experimentar la obra de Dios. Tampoco Su guía, liderazgo y protección. No eres capaz de ver las obras de Dios. Por tanto, no obtendrás la verdad ni tampoco verdadera confianza, ¡no obtendrás nada! Si no puedes obtener la verdad ni la palabra de Dios para convertirla en tu vida, ¿puede ganarte Dios? Desde luego que no. ¿Qué es lo primero que pretendes obtener a partir del esclarecimiento, la guía y el perfeccionamiento de Dios? La verdad y la palabra de Dios. Es decir, la palabra de Dios se convierte en tu realidad, en el origen de tu vida y el principio, base y criterio para tus actos. Cuando esto es así, ¿qué vives? ¿Todavía un carácter corrupto? (No). ¿Acaso te dirá Dios: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”? (No). ¿Qué te dirá? ¿Cómo definió Dios a Job? (Teme a Dios y evita el mal, es una persona perfecta). Es adecuado citar aquí estas palabras. Si queréis aspirar a ese título y definición que Dios hizo de Job, ¿resultará fácil conseguirlo? (No). No es fácil. Has de satisfacer el corazón de Dios en todas las cosas, buscar Sus intenciones en todas partes, actuar según las intenciones de Dios y someterte a Sus instrumentaciones y arreglos. Si te limitas a decir que te vas a someter a las instrumentaciones y arreglos de Dios, pero luego buscas analizar por qué te encuentras con ciertas circunstancias, personas, acontecimientos y cosas, formulas quejas y caes en malentendidos y malinterpretas las intenciones de Dios, ¡a Él eso le resultaría muy doloroso! Si no quieres a Dios, Él no te quiere a ti. No tendréis nada que ver el uno con el otro. ¿No supondría un problema que las cosas continuaran así? Dado que no eres un ser creado, Él no es tu Soberano ni tu Dios. ¿Cómo te acabará definiendo Él? “Apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad”. ¿Queréis que se os dediquen semejantes palabras? (No). ¿Qué implica que se os diga esto? (Que Dios nos condena, descarta y castiga). ¡Eso no es nada bueno! Cuando Dios te condena y te descarta, no es igual que si lo hiciera un líder o alguien en un puesto de autoridad, ¡se trata de Dios! Él te concede la vida y te la sustenta. Ahora que Dios no te quiere, ¿es posible que sigas viviendo? (No). ¿Qué significa esto? Implica tu desenlace definitivo, lo cual no es nada bueno. No es en absoluto una buena señal. Si digo que una persona teme a Dios y evita el mal y es perfecta, eso es una buena señal, y sin duda la bendición de Dios llegará a ella. ¿Cómo deberíais tomaros las palabras con las que Dios evaluó a Job? Si piensas en lo que comía Job, la vestimenta que usaba, cómo caminaba y qué temperamento tenía, y tratas de imitar tales cosas, lo estás abordando mal. Tienes que reflexionar de inmediato y buscar, al tiempo que piensas: “¿Cómo lo hizo Job? ¿Qué vivió para recibir la aprobación de Dios? Dios dijo que Job temía a Dios y evitaba el mal, era una persona perfecta. No es poca cosa. Eso es lo que dijo Dios mismo. Debo seguir el ejemplo de Job, buscar el camino para temer a Dios y evitar el mal, y esforzarme para convertirme también en una persona que teme a Dios y evita el mal. Eso servirá para que Dios me apruebe y me asigne también ese título. Quiero ser una persona perfecta a Sus ojos”. Semejante pensamiento concuerda con las intenciones de Dios.

30 de diciembre de 2016

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