Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 472

28 Feb 2021

Dios hace que experimentes toda clase de tempestades, adversidades, dificultades y numerosos reveses y fracasos para que, en última instancia, mientras experimentas estas cosas, llegues a descubrir que todo lo que Dios dice es correcto y que tus creencias, nociones, imaginaciones, conocimientos, teorías filosóficas, filosofías, todo lo que has aprendido en el mundo y todo lo que te han enseñado tus padres, es incorrecto. Nada de eso puede llevarte por la senda correcta en la vida; nada de eso puede guiarte para comprender la verdad y presentarte delante de Dios, y la senda que sigues es la senda del fracaso. Esto es lo que Dios hará que comprendas al final. Para ti, esto es un proceso necesario y lo que debes obtener en el proceso de experimentar la salvación. Pero esto también entristece a Dios: como las personas son rebeldes y poseen actitudes corruptas, deben pasar por este proceso y experimentar estos reveses. Pero si alguien ama realmente la verdad, si en verdad está dispuesto a ser salvado por Dios, si está dispuesto a aceptar los diferentes métodos de salvación de Dios —por ejemplo, pruebas, disciplina, juicio y castigo—, si está decidido a sufrir de esta manera, si está dispuesto a pagar este precio, Dios, de hecho, no quiere que sufra tantas dificultades; no desea que experimente tantos reveses y fracasos. Pero la gente es demasiado rebelde. Desea tomar el mal camino; está dispuesta a sufrir estas dificultades. El ser humano es así, y Dios no tiene otra opción más que entregar a las personas a Satanás y ponerlas en diversas situaciones para que las templen constantemente para que obtengan todo tipo de experiencias y aprendan diferentes lecciones de estas situaciones, y reconozcan la esencia de todo tipo de cosas malas. Posteriormente, mirarán atrás y descubrirán que las palabras de Dios son la verdad, reconocerán que las palabras de Dios son la verdad, que solo Dios es la realidad de todas las cosas positivas, que Dios es el único que ama verdaderamente al hombre y que nadie es mejor ni más bondadoso con el hombre que Él. Al final, ¿hasta qué punto se templa a las personas? Hasta que dices: “He experimentado todo tipo de situaciones y no hay ninguna circunstancia, persona, asunto u objeto que pueda hacerme comprender la verdad, disfrutar la verdad, entrar en la realidad-verdad. Solo puedo practicar con obediencia siguiendo las palabras de Dios, permanecer obedientemente en el lugar del hombre, atenerme a la posición y a los deberes de un ser creado, aceptar con obediencia la soberanía y las disposiciones de Dios y presentarme delante del Creador sin reclamos ni elecciones, sin demandas ni deseos propios”. Una vez que han alcanzado este nivel, las personas se inclinan sinceramente ante Dios y Dios ya no necesita crear otras situaciones para que las experimenten. Así pues, ¿qué camino quieres seguir? En sus deseos internos, nadie quiere sufrir dificultades, nadie desea experimentar reveses, fracasos, adversidades, frustraciones y tempestades. Pero no hay otra forma. Todo lo que hay en el interior del hombre —su esencia-naturaleza, su rebeldía, sus pensamientos y perspectivas— es demasiado complejo; cada día, se mezcla, se entrelaza y se agita en su interior. Entras un poco en la realidad-verdad, comprendes un poco de la verdad y te falta fuerza para vencer la esencia de tu carácter corrupto, tus nociones e imaginaciones. Por tanto, no te queda más opción que aceptar el otro enfoque: experimentar constantemente el fracaso y la frustración, caer constantemente, ser sacudido por las dificultades, revolcarte en la inmundicia, hasta que llegue un día en el que digas: “Estoy cansado, estoy harto; no quiero vivir así. No quiero pasar por estos fracasos; quiero presentarme delante del Creador con obediencia. Escucharé las palabras de Dios; haré lo que Él dice. Esta es la única senda correcta en la vida”. Hasta el día que admitas plenamente tu derrota, te presentarás delante de Dios. ¿Has aprendido algo sobre el carácter de Dios a partir de esto? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia el hombre? Haga lo que haga, Dios quiere lo mejor para el hombre. No importa qué entorno disponga o qué te pida hacer, siempre desea que el resultado sea el mejor. Digamos que pasas por una situación en la que encuentras reveses y fracasos. Dios no quiere verte fracasar y, entonces, crees que estás acabado, que Satanás te ha atrapado. A partir de este momento, nunca podrás volver a levantarte y te hundirás en el abatimiento, y Dios no quiere eso. ¿Qué es lo que quiere Dios? Aunque hayas fracasado en este asunto, puedes buscar la verdad, encontrar la razón de tu fracaso. Aceptas que has fracasado y aprendes algo de ello, aprendes una lección, comprendes que esa forma de actuar fue un error, que la única forma correcta de actuar es hacerlo de acuerdo con las palabras de Dios. Te das cuenta: “Soy malo y tengo actitudes satánicas corruptas. Hay rebeldía en mí, estoy lejos de los justos de los que Dios habla y no poseo un corazón temeroso de Dios”. Comprendes un fenómeno, el meollo del asunto, y entiendes las cosas y creces a través de este revés y este fracaso. Eso es lo que Dios desea ver. ¿Qué significa “crecer”? Significa que Dios puede ganarte y que tú puedes alcanzar la salvación. Significa que puedes entrar en la realidad-verdad, que estás un paso más cerca de entrar en la senda del temor de Dios y de rechazo al mal. Eso es lo que Dios quiere ver. Dios obra con buena intención y todos Sus actos contienen Su amor oculto, que la gente a menudo no sabe apreciar. El hombre es estrecho de miras y mezquino y su corazón es tan estrecho como el ojo de una aguja; cuando Dios no lo reconoce o no tiene gracia o bendiciones para él, culpa a Dios. Sin embargo, Dios no discute con el hombre; dispone entornos que le permiten al hombre saber cómo obtener gracia y provecho, lo que significa la gracia para el hombre y lo que este puede sacar de ella. Supón que te gustara comer algo bueno que Dios dice que, en exceso, es malo para la salud. En vez de hacer caso, te empeñas en comerlo y Dios te permite decidirlo libremente. A resultas de ello, enfermas. Tras pasar por esto varias veces, consigues entender que las palabras de Dios tienen razón, que todo lo que Él dice es verdad y que debes practicar de acuerdo con Sus palabras. Esta es la senda correcta. Así pues, ¿en qué se convierten esos reveses, fracasos y aflicciones que las personas experimentan? Aprecias la meticulosa intención de Dios y también crees firmemente que las palabras de Dios son correctas; tu fe en Dios crece. Pero hay algo más: al experimentar ese período de fracaso, llegas a comprender la veracidad y la exactitud de las palabras de Dios, ves que las palabras de Dios son la verdad y comprendes el principio de practicar la verdad. Así pues, es bueno que las personas experimenten el fracaso; aunque también es algo doloroso, algo que las templa. Pero si, al final, ser templado de esa forma te hace regresar delante de Dios, aceptar Sus palabras y tomarlas como la verdad, entonces ese templado, esos reveses y esos fracasos no habrán sido en vano. Esto es lo que Dios desea ver.

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