Palabras diarias de Dios: La entrada en la vida | Fragmento 561
25 Feb 2021
Satanás ha corrompido a toda la humanidad y está en la naturaleza del hombre traicionar a Dios. Sin embargo, entre todos los seres humanos corrompidos por Satanás, algunos son capaces de someterse a la obra de Dios y aceptar la verdad; son aquellos que pueden recibir la verdad y alcanzar la transformación de su carácter. También hay quienes no se centran en la búsqueda de la verdad. Se contentan simplemente con comprender las doctrinas; oyen una buena doctrina, la cumplen y, una vez que la comprenden, pueden cumplir con el deber… hasta cierto punto. Estas personas hacen lo que les mandan y tienen una humanidad mediocre. Están dispuestas, en cierta medida, a entregarse, a abandonar la mundanalidad y soportar el sufrimiento. Sin embargo, no son sinceras respecto a la verdad; creen que es suficiente con que no cometan pecados y nunca llegan a entender la esencia de la verdad. Si al final esas personas son capaces de mantenerse firmes, también pueden ser perdonadas, pero no transformar su carácter. Si deseas purificarte de la corrupción y someterte a una transformación de tu carácter vital, debes tener amor por la verdad y la capacidad de aceptarla. ¿Qué significa aceptar la verdad? Aceptar la verdad significa que sean cuales sean el tipo de carácter corrupto que tengas o los venenos del gran dragón rojo presentes en tu naturaleza, lo reconoces cuando lo revelan las palabras de Dios y te sometes a estas palabras; las aceptas incondicionalmente, sin excusas ni vacilación, y llegas a conocerte a partir de lo que Él dice. Esto significa aceptar las palabras de Dios. Diga lo que diga, por mucho que Sus palabras se te claven en el corazón y sean cuales sean las palabras que emplee, puedes aceptarlas siempre que lo que Él diga sea la verdad y reconocerlas siempre que se ajusten a la realidad. Puedes someterte a las palabras de Dios sin importar la profundidad con las que las entiendas, y aceptas y te sometes a la luz revelada por el Espíritu Santo y compartida por tus hermanos y hermanas. Cuando una persona así ha buscado la verdad hasta cierto punto, puede recibirla y alcanzar la transformación de su carácter. Aunque los que no aman la verdad tengan una humanidad decorosa, cuando se trata de la verdad están confundidos y no se la toman en serio. Aunque sean capaces de realizar algunas buenas acciones, de esforzarse por Dios y renunciar, no pueden conseguir transformar su carácter. A modo de comparación, la humanidad de Pedro era parecida a la de los demás apóstoles y a la de sus hermanos y hermanas, pero destacaba en su ferviente búsqueda de la verdad; reflexionaba a conciencia acerca de todo lo que decía Jesús. Jesús le preguntó: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?”. Pedro respondió con sinceridad: “Solamente amo al Padre que está en el cielo, pero no he amado al Señor en la tierra”. Luego lo comprendió, y pensó: “Esto no es correcto; el Dios de la tierra es el Dios del cielo. ¿No es el mismo Dios así en el cielo como en la tierra? Si únicamente amo al Dios del cielo, mi amor no es verdadero; debo amar al Dios de la tierra, pues solo entonces será verdadero mi amor”. De este modo, Pedro llegó a entender verdadero significado de lo dicho por Jesús reflexionando sobre Sus palabras. Para amar a Dios y que este amor sea verdadero, hay que amar al Dios encarnado en la tierra. Amar a un Dios vago e invisible no es realista ni práctico, mientras que amar al Dios práctico y visible es la verdad. A partir de las palabras de Jesús, Pedro recibió la verdad y entendió la voluntad de Dios. Evidentemente, la fe de Pedro en Dios se había centrado exclusivamente en la búsqueda de la verdad; en última instancia, consiguió amar al Dios práctico, al Dios de la tierra. Pedro era especialmente concienzudo al buscar la verdad. Cada vez que Jesús le aconsejaba, reflexionaba concienzudamente acerca de Sus palabras. Puede que reflexionara sobre ellas durante meses, un año y hasta años antes de que el Espíritu Santo le diera esclarecimiento y entendiera el significado de las palabras de Dios; así, Pedro entró en la verdad y, posteriormente, su carácter de vida se transformó y renovó. Si una persona no busca la verdad, nunca la entenderá. Puedes enunciar las letras y doctrinas diez mil veces, pero no seguirán siendo nada más que letras y doctrinas. Dicen algunos: “Cristo es la verdad, el camino y la vida”. Aunque repitas estas palabras diez mil veces, seguirá siendo inútil; no entiendes su significado. ¿Por qué se dice que Cristo es la verdad, el camino y la vida? ¿Puedes expresar el conocimiento que has adquirido acerca de esto por experiencia? ¿Has entrado en la realidad de la verdad, del camino y de la vida? Dios ha declarado Sus palabras para que puedas experimentarlas y adquirir conocimiento; la mera manifestación de letras y doctrinas no sirve de nada. Solo podrás conocerte a ti mismo una vez que hayas entendido y entrado en las palabras de Dios. Si no las entiendes, no puedes conocerte. Solo eres capaz de discernir cuando tienes la verdad; sin ella, no sabes discernir. Solo comprendes del todo un asunto cuando tienes la verdad; sin ella, no lo puedes comprender. Solo puedes conocerte a ti mismo cuando tienes la verdad; sin ella, no puedes conocerte. Tu carácter solo puede transformarse cuando tienes la verdad; sin ella, no puedes transformarte. Solo cuando tienes la verdad puedes servir de acuerdo con la voluntad de Dios; sin la verdad no puedes servir de acuerdo con la voluntad de Dios. Solo cuando tienes la verdad puedes adorar a Dios; sin ella, tu adoración no será más que una representación de ritos religiosos. Todas estas cosas dependen de que recibas la verdad de las palabras de Dios.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre
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