Palabras diarias de Dios: Conocer a Dios | Fragmento 79
16 Mar 2021
Las palabras de Jesús a Sus discípulos después de Su resurrección
(Juan 20:26-29) Y después de ocho días, Sus discípulos estaban dentro incluyendo a Tomás. Entonces Jesús apareció cuando las puertas estaban cerradas; se paró en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Luego le dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira Mis manos; estira tu mano y ponla en Mi costado, y no carezcas de fe pero cree. Y Tomás le respondió diciendo: Mi Señor y mi Dios. Jesús le dijo: Tomás, crees porque me has visto; benditos los que no han visto pero aun así creen.
(Juan 21:16-17) Le dijo por segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Él le respondió: Sí, Señor, Tú sabes que te amo. Él le dijo: Alimenta a Mis ovejas. Le dijo una tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro estaba triste porque le había preguntado por tercera vez: ¿Me amas? Y le dijo: Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Alimenta a Mis ovejas.
Estos pasajes narran algunas cosas de las que el Señor Jesús hizo y les dijo a Sus discípulos después de Su resurrección. En primer lugar, echemos un vistazo a las posibles diferencias en el Señor Jesús antes y después de resucitar. ¿Seguía siendo el mismo que en el pasado? Las escrituras contienen el siguiente versículo que le describe después de aquel acontecimiento: “Entonces Jesús apareció cuando las puertas estaban cerradas; se paró en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros”. Es evidente que, en aquel tiempo, Él ya no era un cuerpo de carne, sino espiritual. Esto se debe a que Él había trascendido los límites físicos, y cuando la puerta estaba cerrada, todavía Él pudo ponerse en medio de las personas y permitirles que lo vieran. Esta es la mayor diferencia entre el Señor Jesús posterior a la resurrección y el que vivió en la carne antes de ella. Aunque no había diferencia entre el aspecto del cuerpo espiritual de aquel momento y cómo era Él antes, ahora era un extraño para las personas, porque se había convertido en un cuerpo espiritual después de resucitar de entre los muertos; comparado con Su cuerpo anterior de carne, este cuerpo espiritual era más desconcertante y confuso para las personas. También creaba más distancia entre Él y ellas, quienes sentían en su corazón que el Señor Jesús se había vuelto más misterioso en ese tiempo. Esas interpretaciones y sentimientos por parte de ellas los transportó, de repente, a una era de creencia en un Dios que no podía verse ni tocarse. Por tanto, lo primero que Él hizo tras Su resurrección fue permitir que todos lo vieran, confirmar Su existencia y el hecho de Su resurrección. Además, restauró Su relación con las personas para que volviera a ser como la que tuvo con ellas cuando obraba en la carne y era el Cristo que ellos podían ver y tocar. De este modo, uno de los resultados es que nadie tuvo dudas de que Él hubiera resucitado de la muerte después de haber sido clavado a la cruz, y que no se dudara de la obra del Señor Jesús para redimir a la humanidad. Otro resultado es que, al aparecerse tras la resurrección y permitir que lo vieran y lo tocaran proporcionaba una firme garantía a la humanidad en la Era de la Gracia. Desde ese momento en adelante, no se podría regresar a la época precedente, la Era de la Ley, por la “desaparición” o la “deserción” del Señor Jesús, sino que seguirían adelante, siguiendo las enseñanzas del Señor Jesús y la obra que Él había realizado. Una nueva fase se había abierto, pues, de manera formal en la obra de la Era de la Gracia. Quienes habían estado bajo la ley salieron debidamente de debajo de ella, desde ese instante, y entraron a una nueva era, con un nuevo comienzo. Estos son los múltiples significados de la aparición del Señor Jesús a la humanidad, después de Su resurrección.
Siendo Él un cuerpo espiritual, ¿cómo podían tocarlo o verlo? Esto está relacionado con la relevancia de que el Señor Jesús se apareciera a la humanidad. ¿Habéis notado algo en estos pasajes de las escrituras? Por lo general, los cuerpos espirituales no pueden verse ni tocarse; además, la obra que el Señor Jesús había asumido después de resucitar ya había llegado a su fin. Por tanto, en teoría ya no tenía necesidad alguna de regresar entre las personas en Su imagen original para encontrarse con ellas, pero que se apareciera en Su cuerpo espiritual a seres humanos como Tomás hace que su relevancia sea más concreta y penetró con mayor profundidad en el corazón de las personas. Cuando se acercó a Tomás, dejó que el dubitativo Tomás tocara Su mano y le indicó: “estira tu mano y ponla en Mi costado, y no carezcas de fe pero cree”. Estas palabras y estos actos no eran cosas que el Señor Jesús quisiera decir o hacer después de haber resucitado solamente, sino también antes de ser clavado a la cruz. Es evidente que antes de la crucifixión Él ya sabía que existían personas como Tomás. ¿Qué podemos ver en esto? Él seguía siendo el mismo después de resucitar. Su esencia no había cambiado. Las dudas de Tomás no acababan de empezar, sino que le habían acompañado todo el tiempo que él había seguido al Señor Jesús; pero Él era el Señor Jesús que había resucitado de entre los muertos y que había regresado del mundo espiritual con Su imagen y Su carácter originales y con la comprensión de la humanidad que tenía en Su época en la carne. De modo que fue primero en busca de Tomás para que este tocara Su costado, para que no sólo viera Su cuerpo espiritual después de la resurrección, sino que pudiera tocar y sentir la existencia de Su cuerpo espiritual y se deshiciera de todas sus dudas. Antes de que el Señor Jesús fuera clavado a la cruz, Tomás siempre dudó de que fuera el Cristo y no podía creerlo. Su creencia en Dios sólo se cimentaba en aquello que él podía ver con sus propios ojos, en lo que podía tocar con sus propias manos. El Señor Jesús entendía muy bien cómo era la fe de este tipo de persona. Ellos sólo creían en el Dios del cielo, y no creían en absoluto ni aceptaban al enviado por el Dios ni en el Cristo encarnado. Con el fin de que le reconocieran y creyeran en la existencia del Señor Jesús, y que de verdad era Dios encarnado, Él permitió que Tomás le tocara el costado. ¿Dudó Tomás de forma distinta antes y después de la resurrección del Señor Jesús? Siempre estaba dudando y, excepto el cuerpo espiritual del Señor Jesús que se le apareció personalmente y le permitió a Tomás que tocara las marcas de los clavos en Su cuerpo, nadie pudo resolver sus dudas ni consiguió que se deshiciera de ellas. Por tanto, desde el momento en que el Señor Jesús le permitió tocar Su costado y le dejó palpar la existencia de las marcas de los clavos, y la duda de este desapareció; supo realmente que el Señor Jesús había resucitado y reconoció y creyó que Él era el verdadero Cristo, que era Dios encarnado. Aunque en ese momento Tomás ya no dudó, había perdido para siempre la oportunidad de encontrarse con Cristo, de estar con Él, de seguirle, de conocerle; había perdido la oportunidad de que Cristo lo perfeccionara. La aparición del Señor Jesús y Sus palabras proveyeron una conclusión, y un veredicto sobre la fe de quienes estaban llenos de dudas. Usó Sus palabras y Sus actos prácticos para decirles a los que dudaban, a los que sólo creían en el Dios del cielo, pero no en Cristo: Dios no elogió la creencia de ellos ni que le siguieran llenos de dudas. El día que creyeran por completo en Dios y en Cristo sólo podría ser el día en que Dios completara Su gran obra. Por supuesto, también sería el día en que su duda recibiría un veredicto. Su actitud hacia Cristo determinó su destino, y su obstinada duda significaba que su fe no había producido resultados, y su intransigencia indicaba que sus esperanzas eran en vano. Al estar su creencia en el Dios del cielo alimentada de ilusiones, y su duda hacia Cristo era en realidad su verdadera actitud hacia Dios, incluso aunque tocaran las marcas de los clavos en el cuerpo del Señor Jesús, su fe seguía siendo inútil y su resultado sólo puede describirse como golpear el viento: inútil. Lo que el Señor Jesús le dijo a Tomás también le indicaba claramente a todas las personas: El Señor Jesús resucitado es el Señor Jesús que había pasado con anterioridad treinta y tres años y medio entre la humanidad. Aunque había sido clavado a la cruz y experimentado el valle de sombra de muerte y la resurrección, Su aspecto no había sufrido cambio alguno. Aunque ahora tenía marcas de clavos en Su cuerpo y había resucitado y salido de la tumba, Su carácter, Su comprensión de la humanidad y Sus intenciones hacia esta no se había modificado en lo más mínimo. Asimismo, les estaba diciendo a todos que Él había bajado de la cruz, triunfado sobre el pecado, sobre las dificultades y sobre la muerte. Las marcas de los clavos sólo eran la prueba de Su victoria sobre Satanás, de haber sido la ofrenda por el pecado para redimir con éxito a toda la humanidad. Estaba proclamando que ya había cargado con los pecados de esta y que había completado Su obra de redención. Cuando regresó para ver a Sus discípulos, les dijo con Su aparición: “Sigo vivo, sigo existiendo; hoy estoy verdaderamente delante de vosotros para que podáis verme y tocarme. Siempre estaré con vosotros”.El Señor Jesús también quería usar el ejemplo de Tomás como advertencia para la gente futura: Aunque creas en el Señor Jesús, no puedes verle ni tocarle; sin embargo, puedes ser bendecido por medio de tu fe verdadera y puedes verle a través de ella; este tipo de persona es bendecida.
Estas palabras, registradas en la Biblia, que el Señor Jesús habló cuando se le apareció a Tomás son de gran ayuda para todas las personas de la Era de la Gracia. Su aparición y lo que le dijo a este discípulo han tenido un profundo impacto en las generaciones futuras, y tienen una relevancia eterna. Tomás representa a un tipo de persona que cree en Dios, aunque duda de Él. Esta clase de persona tiene una naturaleza sospechosa, un corazón siniestro, son traicioneros y no creen en las cosas que Dios puede lograr. No creen en la omnipotencia divina ni en Su gobierno, ni tampoco en el Dios encarnado. Sin embargo, la resurrección del Señor Jesús fue una bofetada para ellos, y les proporcionó así la oportunidad de descubrir y reconocer su propia duda, de aceptar su propia traición, creyendo de verdad en Su existencia y Su resurrección. Lo que ocurrió con Tomás fue una advertencia y un aviso para las generaciones posteriores, para que más personas pudieran tener cuidado de no dudar como Tomás, y que si lo hacían se hundirían en la oscuridad. Si sigues a Dios, pero sólo como Tomás, siempre quieres tocar el costado del Señor y sentir Sus marcas de los clavos para confirmar, verificar, especular si Dios existe o no, Dios te abandonará. Por tanto, el Señor Jesús requiere que las personas no sean como Tomás, que sólo creen lo que ven con sus propios ojos, sino que sean una persona pura, sincera que no albergue dudas hacia Dios, y que sólo crean en Él y le sigan. Este tipo de persona es bendecida. Este es un requisito muy pequeño que el Señor Jesús tiene para las personas y una advertencia para Sus seguidores.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III
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