Práctica (6)

Hoy, muchas personas no pueden ni siquiera conseguir la razón que Pablo poseía, por no mencionar la razón de Pedro. Ni siquiera tienen la conciencia de sí mismas que tenía Pablo. Aunque él fue derribado por el Señor porque perseguía al Señor Jesús, después tuvo la determinación de obrar y sufrir por el Señor. Jesús le dio una enfermedad y, más adelante, Pablo siguió sufriéndola una vez comenzó a obrar. ¿Por qué dijo que tenía un aguijón en su carne? En realidad, el aguijón era la enfermedad y, para Pablo, era una debilidad fatal. Independientemente de lo mucho que obrara o de lo grande que fuera su determinación de sufrir, él nunca pudo deshacerse de esa espina. Pero Pablo era de un calibre mucho mejor que vosotros, las personas de hoy; y también tenía conciencia de sí mismo y poseía más razón que vosotros. Después de que Jesús derribara a Pablo, este dejó de perseguir a los discípulos de Jesús y empezó a predicar y sufrir por Jesús. ¿Y qué le inspiró a soportar sufrimiento? Pablo creía que, como había visto la gran luz, debía dar testimonio del Señor Jesús, no perseguir más a los discípulos de este ni oponerse más a la obra de Dios. Pablo era una figura de muy elevada posición en la religión. Era muy entendido y dotado, miraba a la mayoría de las personas corrientes por encima del hombro, y tenía una personalidad más fuerte que la mayoría. Pero después de que la “gran luz” resplandeciera sobre él, fue capaz de trabajar para el Señor Jesús, tomar la determinación de sufrir por Dios y ofrecerse a Él, lo que demostró que tenía razón. En el momento en que estaba persiguiendo y arrestando a los discípulos, Jesús se le apareció y le preguntó: “Pablo, ¿por qué me persigues?”. Pablo se postró inmediatamente y dijo: “¿Quién eres, Señor?”. Una voz del cielo respondió: “Yo soy Jesús a quien tú persigues”. Inmediatamente, Pablo despertó, y sólo entonces supo que Jesús era Cristo, que Él era Dios. “Debo obedecer. Dios me ha dado esta gracia, yo lo perseguí así, pero Él no me derribó ni me maldijo; debo sufrir por Él”. Pablo reconoció que había perseguido al Señor Jesucristo y que ahora estaba matando a Sus discípulos, que Dios no lo había maldecido, sino que hizo que la luz resplandeciera sobre él. Esto lo inspiró y él dijo: “Aunque yo no vi Su rostro, oí Su voz y observé Su gran luz. Solo ahora veo realmente que Dios me ama de verdad y que el Señor Jesucristo es, en efecto, el Dios que tiene misericordia del hombre y perdona sus pecados por la eternidad. Veo realmente que soy un pecador”. Aunque, más adelante, Dios usó los dones de Pablo para obrar, olvida esto por el momento. Su determinación en ese tiempo, su razón humana normal y su conciencia de sí mismo, son cosas que sois incapaces de lograr. Hoy, ¿no habéis recibido mucha luz? ¿No han observado muchas personas que el carácter de Dios es de majestad, ira, juicio y castigo? Muchas veces han sobrevenido a las personas maldiciones, pruebas y refinamiento; ¿y qué han aprendido? ¿Qué habéis conseguido al recibir disciplina y trato? Te han sobrevenido palabras duras, golpes y juicio en muchas ocasiones, pero no les prestas atención. Ni siquiera tienes la poca razón que tenía Pablo; ¿no estás extremadamente atrasado? También había muchas cosas que Pablo no veía con claridad. Él sólo sabía que la luz había resplandecido sobre él, pero no era consciente de que había sido derribado; él creía personalmente que, después de que la luz hubiera resplandecido sobre él, debía erogarse a sí mismo por Dios, sufrir por Él, hacer todo lo posible por allanar el camino para el Señor Jesucristo y ganar más pecadores para ser redimidos por el Señor. Esta era su determinación y el único objetivo de su obra; pero cuando él obró, la enfermedad siguió sin abandonarlo hasta su muerte. Pablo obró durante más de veinte años. Sufrió mucho y experimentó muchas persecuciones y tribulaciones, aunque, por supuesto, fueron muchas menos que las pruebas de Pedro. ¡Qué lástima si ni siquiera tenéis la razón de Pablo! Así, ¿cómo podría Dios embarcarse en una obra aún mayor en vosotros?

Cuando difundió el evangelio, Pablo sufrió un gran tormento. La obra que hizo, su determinación, su fe, su lealtad, su amor, su paciencia y su humildad en ese momento, y las otras muchas cosas externas que vivió, fueron más elevados que vosotros. Dentro de vosotros, dicho de forma más severa, no hay razón normal; ni siquiera poseéis conciencia ni humanidad. ¡Carecéis de muchas cosas! Así pues, gran parte del tiempo, en lo que vivís no se puede encontrar razón normal alguna, ni señal de conciencia de vosotros mismos. Aunque Pablo sufría una enfermedad física en aquel momento, él seguía orando y buscando: “¿Qué es esta enfermedad, en verdad? He hecho toda esta obra para el Señor, ¿por qué no me deja esta aflicción? ¿Podría ser que el Señor Jesús me esté probando? ¿Me ha derribado Él? Si me hubiera derribado, yo habría muerto entonces, habría sido incapaz de hacer toda esta obra por Él y no habría podido recibir tanta luz. Él también perfeccionó mi determinación”. Pablo siempre sintió que esta enfermedad era Dios que lo ponía a prueba, que la misma estaba templando su fe y su fuerza de voluntad; así es como lo veía Pablo. En realidad, su enfermedad era una secuela de cuando el Señor Jesús lo derribó. Eso lo puso bajo presión emocional y controló su rebeldía. Si os encontrarais en las circunstancias de Pablo, ¿qué haríais? ¿Podrían ser vuestra determinación y habilidad para sufrir iguales que las de Pablo? Hoy, si se os inflige alguna enfermedad o si experimentáis una gran prueba y se os hace sufrir, quién sabe cómo seríais. Si os encerraran en una jaula y se os diese constantemente todo, estaríais bien. Si no, seríais como lobos carentes de humanidad. Así que, cuando sufrís una pequeña limitación o dificultad es bueno para vosotros; si se os pusiera todo fácil, estaríais arruinados y entonces, ¿cómo podríais estar protegidos? Hoy, se os da protección, porque sois castigados, juzgados y maldecidos. Se os protege, porque habéis sufrido mucho. De no ser así, el hombre habría caído hace mucho en la depravación. Esto no es dificultaros las cosas intencionadamente; la naturaleza del hombre es difícil de cambiar y tiene que ser así para que su carácter sea cambiado. Hoy, ni siquiera poseéis la conciencia o la razón que tenía Pablo ni tenéis su conciencia de sí mismo. Siempre tenéis que ser presionados, y siempre tenéis que ser castigados y juzgados con el fin de despertar vuestro espíritu. El castigo y el juicio son lo mejor para vuestra vida. Y cuando sea necesario, también debe producirse el castigo de la llegada de los hechos a vosotros; solo entonces os someteréis del todo. Vuestra naturaleza es tal que sin castigo y maldición no estaríais dispuestos a bajar la cabeza ni a someteros. Sin los hechos ante vuestros ojos, no habría efecto. ¡Sois demasiado inferiores e inútiles en personalidad! Sin castigo y juicio, sería difícil que se os conquistara y sería duro vencer vuestra injusticia y desobediencia. Vuestra vieja naturaleza está muy profundamente arraigada. Si se os colocara sobre el trono, no tendríais idea de la altura del cielo y la profundidad de la tierra, y menos aún de adónde os dirigíais. Ni siquiera sabéis de dónde vinisteis, ¿cómo podríais conocer al Señor de la creación? Sin el oportuno castigo y las maldiciones de hoy, vuestro día final habría llegado hace mucho. Eso por no decir nada de vuestro destino; ¿no correría un mayor peligro inminente? Sin este castigo y juicio oportunos, quién sabe lo arrogantes y lo depravados que os volveríais. Este castigo y juicio os han traído hasta hoy y han preservado vuestra existencia. Si se os siguiera “educando” usando esos mismos métodos que los de vuestro “padre”, ¡quién sabe a qué mundo entraríais! No tenéis la menor capacidad de autocontrol y autorreflexión. Para las personas como vosotros, si solo seguís y obedecéis sin causar ninguna interferencia o interrupción, Mis objetivos se cumplirán. ¿No haríais mejor en aceptar el castigo y el juicio de hoy? ¿Qué otras elecciones tenéis? Cuando Pablo vio al Señor Jesús hablando y obrando, siguió sin creer. Más adelante, después de que el Señor Jesús hubiera sido clavado en la cruz y después resucitado, supo de este hecho, pero continuó persiguiendo y oponiéndose. Esto es lo que significa pecar deliberadamente y por eso fue derribado. Al principio, él sabía que había un Rey entre los judíos al que llamaban Jesús; lo había oído. Más adelante, mientras daba sermones en el templo y predicaba por la tierra, fue contra Jesús, rechazando con altivez obedecer a ningún hombre. Estas cosas se convirtieron en un tremendo obstáculo para la obra en ese momento. Cuando Jesús estaba obrando, Pablo no perseguía ni arrestaba a las personas directamente, sino que usaba la predicación y las palabras para demoler la obra de Jesús. Posteriormente, después de que el Señor Jesucristo fuese clavado en la cruz, él comenzó a arrestar a los discípulos, apresurándose de un lugar a otro y haciendo todo lo que podía para perseguirlos. Solo después de que la “luz” resplandeciera sobre él se despertó y experimentó un gran arrepentimiento. Después de ser derribado, su enfermedad nunca lo abandonó. En ocasiones, sentía que su aflicción había empeorado y era incapaz de levantarse de la cama. Él pensaba: “¿Qué está ocurriendo? ¿He sido derribado realmente?”. La enfermedad nunca lo abandonó y fue debido a ella por lo que hizo mucha obra. Puede decirse que Jesús puso esta enfermedad en Pablo por su arrogancia y terquedad; fue un castigo para Pablo, pero también se hizo para utilizar los dones de Pablo en la obra de Dios, para que Su obra pudiera expandirse. De hecho, no era la intención de Dios salvar a Pablo, sino usarlo. Pero el carácter de Pablo era demasiado altivo y terco y, por tanto, se le impuso un “aguijón”. Finalmente, allá por la época en la que Pablo terminó su obra, la enfermedad ya no era un gran tormento para él y así fue capaz de pronunciar las palabras cuando su obra estaba terminando: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia”, y esto lo dijo, porque no conocía la obra de Dios. Hay muchos entre vosotros que son como Pablo, pero si tenéis verdaderamente la determinación de seguir el camino hasta el final, no seréis maltratados. No hablaremos aquí acerca de las maneras en las que Pablo fue rebelde y se resistió; ciñámonos a la parte de él que era positiva y encomiable: tenía conciencia y, después de recibir la “luz”, pudo dedicarse a Dios y sufrir por Él. Este fue un punto fuerte suyo. Sin embargo, si hay quienes creen que, porque tenía un punto fuerte, él era alguien bendecido, si creen que él no fue necesariamente castigado, estas son palabras de personas que carecen de sentido.

Cuando oran y leen las palabras de Dios, muchas personas dicen que están dispuestas a someterse a Dios, pero entonces se vuelven disolutas en privado y no lo consideran importante. Las palabras de Dios son expresadas una y otra vez, revelando una capa tras otra, y solo cuando queda expuesta la capa del fondo de las personas estas “encuentran paz” y se hacen menos altivas y tercas, menos insufriblemente arrogantes. En los estados en que os encontráis hoy, debéis seguir siendo abatidos sin piedad, dejados al descubierto y juzgados al detalle, de forma que no tengáis ni una oportunidad de tomar aliento. Para vosotros es más adecuado que el castigo y el juicio severos no os dejen, y que las condenas y maldiciones no estén lejos de vosotros, permitiendo que veáis que la mano de los decretos administrativos de Dios nunca se aparta de vosotros. Como en la Era de la Ley, cuando Aarón observó que Jehová nunca lo abandonó (lo que observó era la dirección y la protección constantes de Jehová; la dirección de Dios que contempláis hoy es el castigo, las maldiciones y el juicio). Hoy, la mano de los decretos administrativos de Jehová tampoco os abandona. Sin embargo, hay una cosa sobre la que podéis relajaros: independientemente de cómo os opongáis, os rebeléis y emitáis juicios, vuestra carne no sufrirá ningún daño en absoluto. Pero si hay personas que van demasiado lejos en su oposición y obstaculizan la obra, esto no es aceptable; existe un límite. No interrumpas ni alteres la vida de la iglesia, ni interrumpas la obra del Espíritu Santo. Por lo demás, puedes hacer lo que quieras. Si dices que no quieres buscar la vida y que deseas volver al mundo, ¡date prisa entonces y ve! Podéis hacer lo que deseéis, siempre que no obstaculice la obra de Dios. Pero hay una cosa más que debéis saber: al final, esos pecadores obstinados serán todos descartados. Hoy no se te reprocha nada, pero al final solo una parte de las personas será capaz de dar testimonio, y el resto estará en peligro. Si no deseas estar en esta corriente, está bien. Se trata a las personas de hoy con tolerancia; Yo no te limito, siempre que no tengas miedo del castigo de mañana. Pero si estás en esta corriente, debes dar testimonio y ser castigado. Si quieres negarlo y volver al mundo, está bien, ¡nadie te detiene! Pero si haces una obra que sea destructiva y que interrumpa la obra de Dios; ¡simplemente no se te puede perdonar por eso! En cuanto a lo que ven tus ojos y oyen tus oídos sobre qué personas son castigadas y las familias de quién son maldecidas, para esto existen límites y fronteras. El Espíritu Santo no hace las cosas a la ligera. Según los pecados que hayáis cometido, si se os tratara y tomara en serio según vuestra propia injusticia, ¿quién de vosotros podría sobrevivir? Todos sufriríais calamidades, y ninguno de vosotros tendría un buen final. Pero hoy, se trata a muchas personas con tolerancia. Aunque juzguéis, os rebeléis y os opongáis, mientras no interrumpáis, os enfrentaré con una sonrisa. Si verdaderamente estáis buscando la vida, debéis sufrir un pequeño castigo y soportar el dolor de separaros de aquello que amáis para acudir a la mesa de operaciones para una cirugía; debes soportar el dolor, como Pedro aceptó las pruebas y el sufrimiento. Hoy, estáis ante el trono del juicio. En el futuro, debéis pasar por la “guillotina”, que será cuando os sacrifiquéis.

Durante esta última etapa de la obra de los últimos días, quizás creas que Dios no destruirá tu carne, y puede decirse que tal vez no sufras enfermedad alguna, aunque te opongas a Él y lo juzgues; pero cuando las duras palabras de Dios vengan sobre ti, cuando tu rebeldía, resistencia y feo semblante queden todos al descubierto, no podrás esconderte. Estarás lleno de pánico, sin saber que hacer. Hoy, debéis tener un poco de conciencia. No hagáis el papel de los que se oponen y rebelan contra Dios. Debes darles la espalda a tus viejos antepasados; esta es la estatura que deberías tener y esta es la humanidad que debes poseer. Siempre eres incapaz de dejar de lado tus propias perspectivas futuras o los disfrutes de hoy. Dios dice: “Mientras hagáis todo lo que podáis para seguirme y busquéis la verdad, Yo os perfeccionaré sin duda. Cuando seáis hechos perfectos, tendréis un destino hermoso; se os traerá a Mi reino para disfrutar de las bendiciones conmigo”. Se os ha prometido un destino hermoso, pero nunca se les puede restar importancia a los requisitos para vosotros. También hay una condición: independientemente de si seréis conquistados o hechos perfectos, hoy debéis ser sometidos a algún castigo y algún sufrimiento; debéis ser heridos y disciplinados; debéis escuchar Mis palabras, seguir Mi camino y hacer la voluntad de Dios; esto es lo que vosotros los seres humanos deberías hacer. Independientemente de cómo busques, debes oír claramente este camino. Si tienes opiniones verdaderamente genuinas, puedes continuar siguiendo. Si crees que no hay perspectivas de futuro o esperanzas aquí, puedes irte. Estas palabras se te han hablado con claridad, pero si realmente deseas irte, solo muestra que no tienes la más mínima conciencia; esta acción tuya es suficiente para demostrar que eres un demonio. Aunque digas que lo dejas todo en manos de las orquestaciones de Dios, en función de tu carne y lo que vives, sigues viviendo bajo el campo de acción de Satanás. Aunque este también está en las manos de Dios, tú mismo le perteneces todavía y Dios aún tiene que salvarte verdaderamente, porque sigues viviendo bajo la influencia de Satanás. ¿Cómo debes buscar, para ser salvo? La elección es tuya, debes escoger el sendero que debes tomar. En última instancia, si puedes decir: “No tengo nada mejor, yo devuelvo el amor de Dios con mi conciencia y debo tener un poco de humanidad. No puedo lograr nada más elevado ni mi calibre es tan alto; no entiendo las visiones y el sentido de la obra de Dios, solo devuelvo Su amor, hago lo que Él pide y todo lo que puedo. Llevo a cabo mi obligación correctamente como criatura de Dios”, entonces me sentiré gratificado. Este es el testimonio más elevado del que eres capaz. Este es el estándar más alto exigido a una parte de las personas: llevar a cabo el deber de una criatura de Dios. Solo haz todo de lo que seas capaz; las exigencias de Dios para ti no son demasiado elevadas. Siempre y cuando hagas todo lo que puedas, este es tu testimonio.

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