Pregunta 3: Dicen que Cristo es la verdad, el camino y la vida. Ese es el testimonio del Espíritu Santo y es incuestionable. Pero la Biblia también recoge las palabras de algunos grandes eruditos espirituales y de apóstoles del Señor Jesús. ¿Sus manifestaciones se consideran palabra de Dios? Si lo que dicen también se considera palabra de Dios, ¿no son ellos también la verdad, el camino y la vida? Que yo sepa, no hay diferencia entre sus palabras y las del Señor Jesús, todas se consideran palabra de Dios. ¿Por qué no se consideran ellos la verdad, el camino y la vida?
Respuesta: Si los creyentes reconocen en verdad que Cristo es la verdad, el camino y la vida, eso es verdaderamente valioso y demuestra que esos creyentes conocen la esencia de Cristo. Se puede afirmar que sólo una persona así conoce a Dios de verdad. Cristo es el Dios práctico encarnado. Sólo conocen realmente a Dios aquellos que reconocen a Cristo y lo obedecen, pues la verdad, el camino y la vida provienen de Dios, provienen de las expresiones de Cristo encarnado. Además de Cristo, no hay otro de quien se pueda afirmar que es la verdad, el camino y la vida, muy poca gente entiende esto. Dios utiliza la capacidad del hombre para reconocer Su encarnación como norma para ponerlo a prueba. Sólo quienes cumplen esta norma de fe pueden recibir el elogio de Dios. Quienes aceptan y obedecen a la encarnación de Dios son los vencedores arrebatados ante Él para ser perfeccionados primero. Aquellos que no acepten ni obedezcan a Cristo tendrán que soportar el sufrimiento de las calamidades, pues no reconocen la encarnación de Dios y se les considera vírgenes insensatas. Igual que cuando vino el Señor Jesús, Él llevó a la cima de la montaña a aquellos que amaban la verdad, aceptaban Su palabra y lo seguían fielmente; guiándolos y enseñándoles personalmente, sin prestar la menor atención al mundo religioso ni a quienes sólo creían en Dios para su propio beneficio, pues ellos sólo creían en el Dios ambiguo de las alturas celestiales y no aceptaban la encarnación de Dios. Estaban ciegos y eran incapaces de reconocerlo. Así que, solo quienes acepten y obedezcan a Cristo encarnado, recibirán el elogio de Dios y serán perfeccionados por Él. ¿Por qué sólo Cristo es la verdad, el camino y la vida? Leamos un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso. “El camino de la vida no es algo que cualquiera pueda poseer y tampoco es algo que cualquiera pueda conseguir con facilidad. Esto se debe a que la vida solo puede proceder de Dios, es decir, solo Dios mismo posee la esencia de la vida y solo Dios mismo tiene el camino de vida. Y, así, solo Dios es la fuente de la vida y el manantial del agua viva de la vida que siempre fluye. Desde que creó el mundo, Dios ha hecho mucha obra que implica la vitalidad de la vida, ha hecho mucha obra que le da vida al hombre y ha pagado un gran precio para que el hombre pueda alcanzar la vida. Esto se debe a que Dios mismo es la vida eterna y Dios mismo es el camino por el cual el hombre resucita. […] sólo Dios posee el camino de la vida. Ya que Dios es inmutable, por eso es vida eterna; ya que solo Dios es el camino de la vida, por eso Él mismo es el camino de la vida eterna” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). En la palabra de Dios Todopoderoso vemos que la verdad, el camino y la vida provienen de Dios. Sólo el propio Dios tiene el camino de la vida. La Biblia dice: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). El Verbo es Dios. El Verbo es la palabra de Dios. El Verbo es la verdad, el camino y la vida. El Verbo hecho carne se refiere al Espíritu de Dios materializado en la carne, o sea, que la verdad, el camino y la vida han venido en la carne. Como dice Dios Todopoderoso: “La Palabra se ha hecho carne y que el Espíritu de la verdad se ha hecho realidad en la carne; que toda la verdad, el camino y la vida han llegado en la carne, el Espíritu de Dios realmente ha llegado a la tierra y el Espíritu ha llegado en la carne” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (4)). Las dos encarnaciones de Dios dan testimonio de que Él es la verdad, el camino y la vida. Esto le dio al hombre una profunda revelación, le mostró que sólo Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las palabras y la obra de Cristo y todo lo que tiene y es, son la verdad, el camino y la vida. Esta es la esencia de Cristo. Cuando Cristo expresa la palabra de Dios, lo hace como el propio Dios realizando Su obra y concluye la era anterior para iniciar una nueva, realizando la obra de toda una era para toda la humanidad. La palabra de Dios expresada por Cristo es la totalidad de Su palabra en una etapa de la obra. Es en verdad la expresión del carácter de Dios, de todo lo que Dios tiene y es, del misterio de Su plan de gestión y de Sus exigencias e intenciones para la humanidad. Toda Su palabra es la verdad. No sólo constituye la vida del hombre, sino que también provee de vida al hombre. Es lo mismo que cuando vino el Señor Jesús: Él expresó toda la verdad que el hombre necesitaba en la Era de la Gracia; le permitió confesar sus pecados, arrepentirse y volverse hacia Dios, preparándolo para orar a Dios y venir ante Él para disfrutar de Su gracia, y ver Su misericordia y Su amor. Este fue el resultado de la obra de redención. La obra del Señor Jesús permitió que se le perdonaran los pecados al hombre, redimiéndolo del pecado. El Señor Jesús llevó a cabo una etapa de la obra de redención de la humanidad, inició la Era de la Gracia y concluyó la Era de la Ley. El Dios Todopoderoso encarnado de los últimos días ha venido, ha expresado todas las verdades que purifican y salvan a la humanidad y ha llevado a cabo la obra del juicio que comienza por la casa de Dios, permitiendo que el hombre vea el carácter justo, la omnipotencia y la sabiduría de Dios, y purificando y transformando el carácter vital del hombre para que tema a Dios, se aparte del mal, y se libere completamente de la influencia de Satanás, para regresar ante Dios y ser ganado por Él. La obra de Dios Todopoderoso inicia la Era del Reino y concluye la Era de la Gracia. Esto nos demuestra que todo lo que Cristo dice, hace, expresa y manifiesta es toda la verdad. Sólo Cristo puede señalar al hombre el buen camino y suministrarle la provisión de vida y la salvación, ningún hombre tiene ni puede expresar esas cosas. Cristo es la fuente de la vida del hombre, la aparición de Dios. Él es la verdad, el camino y la vida, la única redención y salvación del hombre. Aparte de Cristo, ningún hombre posee la verdad, el camino y la vida, ¡este es un hecho fácil de ver!
Cristo es la encarnación de Dios, por lo que tiene esencia divina, mientras que los profetas y apóstoles no son la encarnación de Dios y sólo tienen esencia humana; así que no podemos poner a los profetas y apóstoles al mismo nivel que Cristo. Dios encarnado es la personificación de la verdad y la fuente de la palabra de Dios, por lo que puede expresar la verdad directamente para proveer de vida al hombre, mientras que los profetas y apóstoles sólo pueden transmitir la palabra de Dios o, esclarecidos por el Espíritu Santo, decir palabras que coincidan con la verdad, pero su esencia es humana, ellos no son Dios encarnado. Por eso, ellos no tienen la verdad ni pueden expresarla. Únicamente son las personas que Dios utiliza para regar, proveer y guiar a Sus elegidos, cumpliendo con sus deberes humanos; y desde luego, no son aptos para hablar directamente con la voz del Espíritu Santo. Leamos más pasajes de la palabra de Dios Todopoderoso.
“La palabra de Dios no puede hacerse pasar por la del hombre, y menos aún puede hacerse que la palabra del hombre sea la de Dios. Un hombre usado por Dios no es el Dios encarnado, y el Dios encarnado no es un hombre usado por Dios. En esto, hay una diferencia esencial. […] Las palabras del Dios encarnado abren una nueva era, guían a toda la humanidad, revelan misterios y le muestran al ser humano la dirección que ha de tomar en la nueva era. El esclarecimiento obtenido por el hombre no es otra cosa que simples instrucciones para la práctica o el conocimiento. No puede guiar a toda la humanidad a una nueva era ni revelar los misterios de Dios mismo. A final de cuentas, Dios es Dios, y el hombre es el hombre. Dios tiene la esencia de Dios y el hombre la del hombre. Si este considera las palabras habladas por Dios como un simple esclarecimiento del Espíritu Santo y toma las de los apóstoles y profetas como palabras habladas personalmente por Dios, eso sería un error por parte del hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio).
“Esto quiere decir que la comunicación de las personas difiere de la palabra de Dios. Lo que el hombre comparte transmite sus perspectivas y sus experiencias individuales, expresándolas sobre la base de la obra de Dios. Su responsabilidad consiste en averiguar, a partir de lo que Dios obra o habla, lo que se debe practicar o en lo que se debe entrar, y después transmitírselo a los seguidores. […] Todo lo que Dios expresa es lo que Él mismo es, y esto está fuera del alcance del hombre; es decir, está fuera del alcance de su pensamiento. Él expresa Su obra de liderar a toda la humanidad, y esto no tiene relación con los detalles de la experiencia humana, pero sí tiene que ver con Su propia gestión. Lo que el hombre expresa es su experiencia, mientras que Dios expresa Su ser, que es Su carácter inherente fuera del alcance del hombre. La experiencia del hombre es su perspectiva y el conocimiento que adquiere basándose en la expresión que Dios hace de Su ser. Tal perspectiva y conocimiento se llaman el ser del hombre, y la base de su expresión es el carácter inherente del hombre y su calibre; por este motivo también se le llama el ser del hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre).
“Tomemos a Pablo y a Pedro como ejemplo. Ellos no tuvieron sus propias experiencias personales antes de que Jesús guiara la senda. Fue sólo después de que Jesús guiara el camino, que ellos experimentaron las palabras pronunciadas por Jesús y la senda guiada por Él; a partir de esto Pablo y Pedro adquirieron muchas experiencias y escribieron las epístolas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad).
La palabra de Dios Todopoderoso se distingue claramente entre las palabras y la esencia de los hombres utilizados por Dios y las del propio Cristo. Cristo es la expresión directa del Espíritu Santo, por lo que todo lo que Cristo expresa es la palabra de Dios y es la verdad. En cuanto a los apóstoles y eruditos espirituales, en sus cartas, palabras y escritos, sólo reflejan su experiencia y comprensión personales de la palabra de Dios. Pese a que la mayor parte de lo que dicen concuerda con la verdad, a ello no se le puede llamar palabra de Dios. Aún existe una gran distancia entre esos escritos y las verdades expresadas por Cristo. La gente cree que lo que ellos dicen concuerda con la verdad porque han sido esclarecidos e iluminados por el Espíritu Santo y tienen experiencia y comprensión de la palabra de Dios. Pero, sin la expresión de la verdad de Cristo, los apóstoles y eruditos espirituales no tendrían ninguna experiencia ni comprensión de la palabra de Dios; es decir, la palabra y la obra de Cristo les sirven de base para su trabajo. Sólo cuando Cristo expresó la verdad pudieron los apóstoles obtener experiencia y comprensión de ella. Por lo tanto, en el contexto de la obra de Dios, sólo Cristo puede expresar Su palabra. Las palabras de aquellos a quienes Dios utiliza sólo reflejan su comprensión y experiencia personales, son el testimonio y la difusión de la palabra expresada por Cristo. Ninguno de los conocimientos de los que hablan puede ir más allá del alcance de la palabra de Cristo y nada de lo que dicen puede alcanzar el nivel de profundidad de Su palabra. Así que, por mucho que su palabra coincida con la verdad, nunca podrá alcanzar la esencia de la verdad de la palabra de Dios. Esto es así.
La verdad expresada por Cristo es inagotable. Es la fuente eterna del agua de vida para el hombre. Aunque los profetas reciben las enseñanzas de Dios y transmiten Su palabra, la palabra de Dios que transmiten es muy diferente a la que expresa Dios en Su obra. Los profetas no pueden realizar la obra de Dios; sólo pueden transmitir Su palabra en circunstancias especiales. Ellos expresan advertencias a los elegidos de Dios cuando se presentan circunstancias o acontecimientos especiales, también exhortan, consuelan y comunican profecías para guiar al pueblo de Israel. Los profetas simplemente son las personas utilizadas por Dios en la Era de la Ley, elevadas por Él en distintas épocas. Ellos pudieron transmitir la palabra de Dios a través de las enseñanzas de Jehová Dios. Ellos simplemente ayudaban a Dios a completar trabajos menores, y todo lo que hacían era cumplir con sus deberes humanos. Sin las instrucciones de Dios, ellos perderían su función de transmitir Su palabra. Esto demuestra que los profetas no tienen la verdad, el camino de la vida. Eso es innegable. Cuando Dios realiza la obra de iniciar una era, todo el trabajo es hecho directamente por Su encarnación. y Él expresa toda la voluntad de Dios para la humanidad y la obra que va a realizar. Es decir, sólo Cristo puede expresar directamente la palabra de Dios, sólo Cristo puede cumplir la obra de “La Palabra manifestada en Carne”. Los mensajes fragmentados de los profetas no constituyen la obra de Dios para el inicio de una era. Eso es incuestionable. Por muchas epístolas y tomos que escribieran los apóstoles y eruditos espirituales, al final, lo que expresaban sólo era su experiencia y su comprensión personales, su testimonio individual, no puede compararse con la expresión de la palabra de Dios por parte de Cristo. No importa si son personas utilizadas por Dios, los apóstoles o los eruditos espirituales, no se pueden considerar como la verdad, el camino y la vida; ni ellos mismos se atreverían a decir que son la verdad, el camino y la vida, ni a decir que las palabras que ellos pronunciaban eran las palabras de Dios o eran la verdad. Todos nos damos cuenta de que por muchos años que trabajen los apóstoles y los eruditos espirituales, están limitados en lo que pueden hacer. Ellos no pueden salvar ni perfeccionar a la humanidad. Sólo Cristo puede salvarla y perfeccionarla, esto es un hecho. Por eso, sólo Cristo es la verdad, el camino y la vida. Ninguno de los apóstoles y eruditos espirituales es la verdad, el camino y la vida.
Extracto del guion de la película de “El misterio de la piedad”