16. La palabra de Dios es mi fuerza
Desde niña sigo la fe de mi familia en el Señor, leyendo la Biblia y asistiendo a los servicios con frecuencia. Compartí el evangelio del Señor Jesús con mi suegra una vez casada, y desde entonces ella ya no perdía los estribos ante lo que le sucediera ni actuaba a su antojo como antes. Las relaciones en nuestra familia comenzaron a mejorar en general. Al ver los cambios en su madre, mi esposo también empezó a creer en el Señor en 2015 e iba conmigo a la iglesia cada semana. Mi familia estaba en paz tras aceptar el evangelio del Señor y, cuando lo comprobé, supe que esta era la gracia del Señor, la cual le agradecí de todo corazón.
Un día de febrero de 2017, mientras estaba en el trabajo, una clienta me vio y se entusiasmó enormemente. Me apartó a un lado y me dijo: “Te pareces muchísimo a una amiga mía. ¿Puedo presentártela? Acaba de llegar a Canadá y apenas conoce a nadie; ¿te gustaría conocerla y quedar con ella si tienes tiempo?”. La verdad es que me sorprendió lo que oí, y pensé: “¿Será posible? ¿En serio su amiga se parece tanto a mí?”. No obstante, comprendí que la benévola voluntad del Señor está en todas las cosas y que entre Sus enseñanzas también se encuentra la de ayudar con amor a los demás, por lo que accedí a su petición. Días después conocí a su amiga Xiao Han, que sí se parecía muchísimo a mí; los que nos veían me preguntaban si éramos hermanas gemelas. No sé si porque nos parecíamos tanto o porque el Señor lo había arreglado de antemano, nada más verla me sentí muy próxima a ella. Quedamos unas cuantas veces y nos convertimos en una especie de hermanas que podían hablar de cualquier cosa. Lo que más me sorprendió fue que por medio de Xiao Han oí el evangelio del Señor Jesús retornado en los últimos días.
Un día, Xiao Han me llevó a casa de su tía, donde esta compartió el evangelio del reino de Dios Todopoderoso con nosotras. Nos mandó leer las palabras pronunciadas por Dios en los últimos días y nos habló de Su voluntad al crear a Adán y Eva, de Sus propósitos e intenciones cuando pidió a Noé que construyera el arca, del dolor de Su corazón cuando destruyó al pueblo en época de Noé y más cosas. Nos dijo que todos estos misterios están revelados en las palabras de Dios de los últimos días; de lo contrario, nadie los comprendería. Yo la creí, pues solo el propio Dios podría explicar los propósitos de todo cuanto hace. Si Dios no hubiera venido personalmente a hablar y obrar, ¿quién más podría explicar detalladamente los propósitos e intenciones de Dios? Las palabras de Dios me atrajeron profundamente y decidí estudiar en serio la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. En la época en que la estaba estudiando, le planteaba a la tía de Xiao Han numerosas cuestiones que nunca había entendido con la lectura de la Biblia y ella me daba respuestas basadas en las palabras de Dios Todopoderoso; las respuestas eran muy exhaustivas, claras y comprensibles para mí. A medida que iba leyendo las palabras de Dios, poco a poco quedó zanjada la confusión dentro de mi corazón y logré entender que, en los últimos días, Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra del juicio por medio de Sus palabras, lo que cumple la profecía bíblica que afirma que “El juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Esta etapa de la obra de Dios supone un progreso y una profundización de la obra del Señor Jesús y es la etapa final de la obra de Dios en los últimos días para purificar y salvar a la humanidad. Tras investigar durante un tiempo, tuve la certeza de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, acepté con gusto Su obra de los últimos días y comencé a asistir a reuniones con mis hermanos y hermanas.
Transcurridos algo más de tres meses, una mañana estaba reunida con otras hermanas como siempre, cuando de repente el celular empezó a pitar. Lo miré y vi una notificación de que estaban tratando de localizar mi posición por medio de mi iPhone. Me quedé muy sorprendida y no sabía qué estaba pasando, pero acto seguido mi marido me envió un mensaje de WeChat en el que me preguntaba: “¿Dónde estás?”. Lo observé y dudé un poco; recordé que, más de un mes antes, tras regresar de un servicio religioso, mi esposo me había contado que el pastor había dicho muchas cosas negativas de la Iglesia de Dios Todopoderoso y había advertido a los creyentes que estuvieran alerta y no tuvieran ningún contacto con gente del Relámpago Oriental. En aquel momento temí que el pastor y el anciano engañaran a mi esposo y sus rumores lo volvieran en contra de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Quería esperar hasta que entendiera mejor la verdad y supiera dar testimonio claro de la obra de Dios de los últimos días para compartir el evangelio con él, por lo que nunca me atrevía a hablarle de mis reuniones con las hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Habida cuenta de ello, le respondí: “Voy de camino al trabajo”. Sin embargo, cuando lo pensé de nuevo, noté que algo iba mal: “Nunca me envía mensajes a esta hora. ¿Por qué, de repente, me pregunta dónde estoy hoy? ¿Qué está pasando?”.
Cuando llegué del trabajo aquella noche vi a mi esposo sentado en la cama con mala cara. Había encontrado el libro de las palabras de Dios que yo había escondido en casa y lo había puesto sobre el escritorio. Al verlo me quedé muy desconcertada, pero sin que me diera tiempo a pensarlo, mi marido me preguntó: “¿Cuándo empezaste a creer en Dios Todopoderoso? Hay muchas cosas negativas en Internet sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso, ¿no lo sabes? Hoy me has mentido. No ibas de camino al trabajo esta mañana. ¿Dónde estabas?”. Le respondí con cierta indignación: “Así que cuando mi teléfono empezó a pitar hoy, ¡eras tú el que intentaba localizarme!”. Me dijo: “Esta mañana, durante mi descanso en el trabajo, quería saber dónde estabas, así que busqué tu ubicación y descubrí que no estabas donde habías dicho”. Suavizó el tono y continuó: “El Gobierno chino anunció en Internet que los límites entre hombres y mujeres no se mantienen de forma clara entre los creyentes en Dios Todopoderoso, y también había otras cosas negativas de todo tipo. ¿Me haces el favor de cortar el contacto con ellos? Sería mucho mejor que simplemente asistieras a los servicios de la iglesia; podría ir contigo todas las semanas. ¿Por qué guardas relación con ellos?”. Después de decirme esto, se conectó a Internet y buscó mucha información negativa sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso para que yo la leyera. Tras leer esos rumores carentes de fundamento, comenté airadamente: “Estas personas nunca han tenido contacto alguno con la Iglesia de Dios Todopoderoso. ¿Por qué hablan de ella con esa suficiencia? Todo esto es completamente infundado, son habladurías. ¡Son mentiras y rumores y carecen de toda credibilidad! Llevo unos meses con los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso y lo que he comprobado es que su vestimenta es sencilla y de buen gusto, además de que hablan y se comportan con decoro. Hay límites definidos entre los hermanos y hermanas y unos principios en su manera de relacionarse. No se parecen en nada a los rumores que difunden el Gobierno del PCCh y los pastores y ancianos. Uno de los decretos administrativos de Dios Todopoderoso para la Era del Reino establece claramente que ‘El hombre tiene un carácter corrupto y, además, posee emociones. Por tanto, queda absolutamente prohibido que dos miembros del sexo opuesto trabajen juntos, solos, en el servicio a Dios. Cualquiera que sea descubierto haciendo eso será expulsado, sin excepción’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino). Dios es santo y justo y nada aborrece más que la conducta licenciosa. Por lo tanto, Dios ha emitido estrictos decretos administrativos para Su pueblo elegido y quien los infrinja será expulsado de la Iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso acatan estrictamente los decretos administrativos de Dios y nadie se atreve a infringirlos. Esto es lo que he visto y vivido personalmente. ¡El rumor, difundido por el Gobierno del PCCh y los pastores y ancianos, de que los límites entre hombres y mujeres no son claros en la Iglesia de Dios Todopoderoso no es sino una mentira y una calumnia!”. No obstante, dijera lo que dijera, mi esposo, sencillamente, no me escuchaba e insistía en que dejara de asistir a reuniones con los hermanos y hermanas. Ante su inflexibilidad empecé a sentir cierta negatividad, pues la única persona que tenía cerca en el extranjero era mi marido y no quería pelear con él. Además, tenía miedo de que se lo contara a mi familia en China y al pastor, lo que únicamente me traería más problemas. Así pues, cuando insistió en que no fuera a reuniones, accedí, pero le dije que quería seguir leyendo las palabras de Dios en casa, y aceptó. Entonces amainó la tormenta por el momento.
Como solo leía las palabras de Dios en casa, había muchas cosas que no entendía, por lo que contactaba a través del celular con una hermana cuando mi marido estaba en el trabajo, lo que me permitió seguir congregándome con las hermanas. Cuando les conté que mi esposo me había impedido ir a reuniones, una de ellas me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la interferencia de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla. […] Cuando Él y Satanás luchan en el ámbito espiritual, ¿cómo deberías satisfacer a Dios? Y ¿cómo deberías mantenerte firme en el testimonio de Él? Deberías saber que todo lo que te ocurre es una gran prueba y es el momento en que Dios necesita que des testimonio” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Mi hermana me enseñó lo siguiente: “Cuando nos encontramos con este tipo de cosas tras aceptar a Dios Todopoderoso, desde fuera parece que nuestra familia se interpone en nuestro camino y nos impide ir a reuniones, pero si lo miramos a través de las palabras de Dios, lo que subyace es la perturbación de Satanás: esta es una batalla espiritual. Dios quiere salvarnos, pero Satanás no quiere darse por vencido tan fácilmente, por lo que va detrás de Dios para perturbarnos y utiliza a quienes nos rodean para evitar que nos presentemos ante Dios. Satanás tiene por objeto destruir nuestra buena relación con Dios y hacernos sentir negativos y débiles para que nos distanciemos de Dios, lo traicionemos, acabemos regresando al campo de acción de Satanás y perdamos la ocasión de ser salvados por Dios. Por eso debemos aprender a discernir, enfocar las cosas de acuerdo con las palabras de Dios, descubrir las trampas de Satanás, orar y confiar en Dios en mayor medida y tener auténtica fe en Él. Entonces podremos contemplar los actos de Dios por medio de la fe”. Después de oír la palabra de Dios y las enseñanzas de la hermana, caí en la cuenta: “Mi esposo es un obstáculo para que yo crea y siga a Dios porque Satanás lo está utilizando para perturbarme y hacer que traicione a Dios, al igual que la prueba por la que pasó Job. Satanás trató de tentar a Job por todos los medios. Le hizo perder su inmensa riqueza y sus rebaños de vacas y ovejas, lo llenó de terribles llagas y utilizó a sus amigos para perturbarlo y atacarlo. Utilizó incluso a su esposa con el fin de tentarlo para que abandonara a Dios. Satanás intentó de manera arrogante anular la fe de Job en Dios para que lo negara y rechazara. ¡Satanás es verdaderamente maligno y despreciable!”. Estos pensamientos llenaron mi corazón de odio por Satanás, pero entonces pensé: “Aunque Satanás estaba enloquecido acosando a Job, jamás se habría atrevido a herirlo de muerte sin permiso de Dios; así pues, ¿eso no quiere decir que lo que yo estoy pasando también está en manos de Dios? Siempre que recurra a Dios y me ampare en Él con sinceridad, seguro que me guiará para que venza las tentaciones de Satanás”. Aquel pensamiento me aportó más fe en Dios y decidí mantener el contacto con las hermanas y seguir congregándome y hablando con ellas por el celular.
Una noche dejé el teléfono en la mesa sin esperarme que mi esposo lo tomaría para examinarlo: vio el historial de mis conversaciones con la hermana. Muy airado, me dijo: “Todavía estás en contacto y hablas con ellos dos horas seguidas”. Después me bombardeó con más propaganda negativa de Internet y comenzó a vigilarme por distintos medios. Ya no podía ponerme en contacto con mi hermana por teléfono, de modo que perdí otra vez mi vida de iglesia y no podía recibir ayuda de la hermana. Posteriormente, mi marido empezó a enviarme rumores que encontraba en Internet un día sí y otro también, y además me atosigaba e impedía todo contacto con mis hermanos y hermanas. Ante el agobio y los impedimentos de mi marido, me sentía totalmente desgraciada y no pude evitar debilitarme de nuevo. Pensé: “¿Por qué mi esposo se opone tanto a que crea en Dios Todopoderoso? Solamente quiero creer en Dios; ¿por qué es tan difícil? ¿Cuándo podré practicar la fe sin que me atosigue tanto? ¿Esta va a ser mi vida de ahora en adelante?”. Al pensarlo no pude contener las lágrimas de ninguna manera: me sentía especialmente sola e indefensa. No sabía cómo seguir. He perdido la cuenta de cuántas veces lloré por eso. En medio de mi desgracia, lo único que pude hacer fue orar a Dios: “Dios mío, no sé qué hacer frente a los obstáculos de mi marido ni cómo resolver esto, pero creo que en toda situación está Tu benévola voluntad. Te pido que me guíes y des fe para superar esto”.
Milagrosamente, justo cuando terminé de orar recibí de la hermana dos pasajes de la palabra de Dios: “Al hacer la guerra contra Dios, y al ir detrás de Él, el objetivo de Satanás es demoler toda la obra que Dios quiere hacer, ocupar y controlar a aquellos a los que Dios quiere ganar, extinguirlos por completo. Si esto no ocurre, pasan a ser posesión de Satanás para ser usados por él; esta es su meta” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). “Debes poseer Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen. Sin embargo, por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna fuerza oscura. Confía en Mi sabiduría para caminar el camino perfecto; no permitas que ninguna de las conspiraciones de Satanás se apodere de ti. Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón delante de Mí y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Meditando las palabras de Dios aprendí a discernir un poco las siniestras intenciones de Satanás. Dios obra para salvar a la humanidad mientras Satanás se devana los sesos para destruir la obra de Dios y competir con Él por las personas, por lo que difunde todo tipo de rumores en Internet para despistarlas y engañarlas. Además, utiliza a nuestras familias para estorbarnos y acosarnos con el fin de que no podamos presentarnos ante Dios y recibir la salvación. A mi esposo lo habían cegado y engañado los rumores difundidos por Satanás porque no conocía la verdad, motivo por el cual se obstinaba en obstaculizar mi fe. Satanás también se había valido de mi debilidad para aprisionarme y hacerme daño. Satanás sabía que mi punto débil eran las emociones, por lo que me atacaba utilizando mis sentimientos hacia mi marido para que renunciara a seguir a Dios porque me importaban mis apegos carnales y mi deseo de preservar la armonía familiar y, en consecuencia, para que abandonara el camino verdadero y perdiera la ocasión de que me salvara Dios. ¡Satanás es verdaderamente despreciable! Al mismo tiempo sentía que Dios me consolaba con Sus palabras, que me animaban a no rendirme a las oscuras fuerzas de Satanás. Dios, asimismo, me estaba ofreciendo una senda de práctica. Como afirmó, “Confía en Mi sabiduría para caminar el camino perfecto”. En semejante entorno, ¿cómo podía cooperar con Dios y emplear Su sabiduría para ir a reuniones? Recordé aquella última ocasión en que mi esposo había usado mi teléfono para rastrearme, así que ya no podía ir a las reuniones en casa de la hermana ni congregarme con ella por teléfono, pero podría verme con ella en una zona de descanso del centro comercial. Si mi marido me preguntaba de nuevo, podría decir que me iba de compras. Por tanto, con la guía de Dios pude volver a quedar con ella. Una vez que logró entender mis dificultades, me habló de las palabras de Dios, me consoló y me animó. Cuando comprendí la verdad, mi negatividad se disipó rápidamente.
Un día llegué a casa de trabajar y quise leer las palabras de Dios; revisé en vano cada uno de los cajones y armarios donde normalmente guardaba el libro. Estaba tremendamente nerviosa y pensé: “Ya está: mi marido debe de haberme tirado el libro. Es una persona muy cautelosa, así que, por supuesto, no lo habrá tirado a la basura, donde yo podría encontrarlo. Si se ha deshecho de él en su oficina, nunca lo encontraré”. La idea me entristeció y no supe qué hacer.
Días después acompañé mi esposo a examinarse para el permiso de conducir y allí vi a una de las hermanas. Disimuladamente le di a entender que mi libro de las palabras de Dios había desaparecido. Me dijo que rezara más, confiara en Dios e hiciera otra búsqueda exhaustiva. Dios controla y gobierna todas las cosas, afirmó, por lo que, lo hubiera tirado mi esposo o no, eso estaba en las manos de Dios y yo no debía dejar volar mi imaginación y apresurarme a juzgar. Cuando llegué a casa envié un mensaje a otra hermana, la cual me dijo lo mismo. Tras haber oído las mismas palabras de dos hermanas distintas, creí que detrás de todo esto debían estar las buenas intenciones de Dios. ¿Estaba utilizando Dios a las hermanas para recordármelo? Entonces me acordé de un pasaje de Sus palabras: “¡Dios Todopoderoso domina todas las cosas e incidentes! Mientras lo admiremos de corazón en todo momento y entremos en el espíritu y nos comuniquemos con Él, entonces nos mostrará todas las cosas que buscamos, y de seguro Su voluntad nos será revelada. Nuestros corazones entonces estarán alegres y en paz, firmes con perfecta claridad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 7). De las palabras de Dios deduje que Él siempre está ahí para que la gente se apoye y encuentre auxilio en Él. Cuando nos enfrentamos a un problema y no tenemos salida, siempre que recurramos sinceramente a Dios, Él nos dará esclarecimiento y guía y nos ayudará a superar las dificultades. Gracias al esclarecimiento y la guía de las palabras de Dios, mi fe en Él se fortaleció otra vez y retomé una senda de práctica. También comprendí que no encontraría mi libro extraviado de las palabras de Dios esforzándome en solitario. Dios es omnipotente y, siempre y cuando me amparara en Él, recurriera a Él y cooperara con Él de forma práctica para buscar el libro, confiaba en que me guiaría y ayudaría. Así pues, me presenté ante Dios y le oré sinceramente: “Dios mío, no encuentro mi libro de Tus palabras. Al principio me basé en mis nociones y fantasías para adivinar lo que podía haber sucedido. No te puse por encima de todo ni me daba cuenta de que todo está bajo Tu control. Ahora deseo recurrir a Ti, encomendarte este asunto y cooperar contigo en mi próxima búsqueda. Tanto si encuentro el libro como si no, ello tendrá lugar con Tu permiso. Te pido que me guíes”.
Después de rezar, de repente me dieron ganas de ir al trastero a buscar un par de zapatos. Para mi sorpresa, al arrodillarme para agarrarlos me encontré una bolsa blanca y, de pronto, me vino a la mente un pensamiento muy claro: “El libro de las palabras de Dios está en esta bolsa”. Lo tomé, lo miré, ¡y así era! Sorprendida y encantada, no pude evitar gritar: “¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!”. Fue entonces cuando me di cuenta de que era Dios quien me había guiado hasta encontrar el libro. Comprobé verdaderamente que todo está gobernado por Dios, que Él incluso dispone los pensamientos e ideas de la gente y que nada es imposible cuando nos apoyamos en Él y recurrimos a Él. Sin pérdida de tiempo, me llevé el libro de vuelta al dormitorio y lo metí cuidadosamente en mi cajón. Aquella noche, cuando mi esposo regresó, descubrió que había encontrado el libro de las palabras de Dios escondido en el trastero y me exigió que se lo entregara. En ese momento confié sinceramente en Dios y le pedí confianza y fuerza. Me negué a hacer más concesiones a mi esposo, quien, en vista de mi determinación, no me presionó más.
Más adelante, la hermana me dio un celular exclusivamente para escuchar sermones, en el cual también había descargadas muchas palabras de Dios; con ello pretendía que me resultara más fácil asistir a reuniones y hacer mis devocionales. En una ocasión, al cambiar de bolso me dejé ese teléfono en casa por descuido y mi marido se enteró de que estaba yendo a reuniones otra vez. Me envió un mensaje en el que me preguntaba: “¿Por qué sigues en contacto con ellos? ¿Por qué vas a reuniones a escondidas?”. Estaba tan enfadada como preocupada cuando vi estos mensajes, pero luego rememoré mis últimas experiencias: cómo, cada vez que mi esposo trataba de interponerse en mi camino o agobiarme, siempre cedía, me retiraba o me sentía negativa y débil, y que mi mayor carencia era la capacidad de confiar en Dios y dar testimonio de Él. Sabía que esta vez no podía rendirme ante Satanás. Confiaría en Dios, recurriría a Él, vencería a Satanás con fe y me mantendría firme en el testimonio de Dios. Recordé algunas de Sus palabras: “No importa dónde o cuándo, o cuán adverso sea el entorno, Yo te haré ver claramente y Mi corazón te será revelado si me miras con el tuyo; de esta forma, correrás por el camino que tienes por delante, y nunca te perderás” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). Entonces oré a Dios: “Dios mío, Tú ya me has elegido para que siga Tus huellas. Si no busco con todas mis fuerzas, si me someto a las fuerzas de Satanás, perderé la oportunidad de salvarme. Oh, Dios, deseo encomendarte mis dificultades actuales. Aunque mi esposo le hable a mi familia o al pastor sobre mi fe en Dios Todopoderoso o me haga cualquier otra cosa, me someteré a Ti. Esta vez me ampararé en Ti para mantenerme firme en el testimonio de Ti y humillar a Satanás”.
Después de orar, poco a poco empecé a estar mucho más tranquila. Tomé el teléfono y le envié una respuesta: “Sí, de nuevo asisto a reuniones. Sentémonos a hablarlo en persona mañana por la noche”. Una vez enviado el mensaje, todavía sentía que estaba siendo refinada: ¿Por qué me perturban cada vez que quiero buscar en serio la verdad? En ese momento me vino a la mente la experiencia de Job, que las hermanas habían compartido conmigo muchas veces, y también recordé lo manifestado por Dios: “¿Y qué hizo Dios cuando Job fue sometido a este tormento? Observó, vio y esperó el desenlace. ¿Cómo se sentía mientras observaba y miraba? Apesadumbrado, por supuesto” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II). Sopesé las palabras de Dios y recapacité sobre la experiencia de Job. Se pasó la vida temiendo a Dios y evitando el mal, pero a Satanás no le complacía que Dios conquistara a Job, por lo que lo tentó muchas veces. Sin embargo, mientras Satanás tentaba a Job, Dios lo observaba y vigilaba todo y le puso a Satanás un límite estricto: no podría quitarle la vida a Job, con lo cual le garantizó a este su seguridad. Comprobé que Dios aprecia a las personas y no quiere que suframos ni caigamos bajo la influencia de Satanás y que este nos haga daño. Además, el hecho de que Dios permitiera que Satanás tentara a Job encerraba Su benévola voluntad. Dios tenía la esperanza de que Job diera testimonio de Él y de perfeccionar la fe de Job y su obediencia hacia Él. ¿No era precisamente esa la situación en que me hallaba yo? Aunque Satanás me tentó una y otra vez, Dios jamás me abandonó y me había guiado hasta entonces. Dios dispuso esas circunstancias con la esperanza de que madurara en la vida, me mantuviera firme en el testimonio de Él y humillara a Satanás, por lo que sabía que en aquel momento tenía que luchar por mantenerme firme en el testimonio de Dios y humillar a Satanás. Una vez más, sentí una mayor fe en Dios y estaba decidida a someterme a lo que Él había dispuesto, a permanecer a Su lado y no hacer concesiones a Satanás nunca más.
La noche siguiente, cuando llegué a casa del trabajo, mi marido ya estaba allí esperándome. Cuando me senté, me dijo: “¿Puedes renunciar a tu fe en Dios Todopoderoso?”. Luego se puso a hablarme de todo tipo de propaganda negativa que había visto en Internet sobre la Iglesia de Dios Todopoderoso. Mi respuesta fue: “No, no puedo. ¿Qué sabes realmente de la Iglesia de Dios Todopoderoso? Todo lo que has visto en Internet son meros rumores inventados por el Gobierno del PCCh para difamar, calumniar y condenar a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Nada de eso es cierto. El PCCh es un partido político ateo que, en concreto, odia la verdad y a Dios, por lo que hace todo lo posible por inventar y difundir todo tipo de rumores para engañar al pueblo. Espera en vano embaucarlo para que se oponga a Dios y acabe destruido con ellos. Esa es la siniestra intención del Gobierno del PCCh. Sin embargo, yo no he hecho nada malo por creer en Dios ni nada para defraudarte. Mi senda de fe es la correcta en la vida y he optado por continuar en ella. Ya lo he pensado lo suficiente y he decidido que adelante, puedes llamar al pastor y a los predicadores para que me condenen en sus sermones y luego me expulsen de la iglesia. También puedes llamar a mis padres para que se metan conmigo y me agobien. No obstante, hagas lo que hagas, no cambiaré de idea. Ya he aceptado la obra de Dios de los últimos días y, gracias a la lectura de las palabras de Dios y a las situaciones dispuestas por Él, tengo la certeza de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado. Defenderé mi decisión pase lo que pase”. Mi marido me dijo: “Te das cuenta de que estás traicionando al Señor, ¿verdad? El Señor te ha otorgado una enorme gracia. ¿Cómo has podido traicionarlo?”. Yo señalé: “Creer en Dios Todopoderoso no es traicionar al Señor, sino seguir las huellas del Cordero, pues Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son el mismo Dios. Precisamente por haber gozado tanto de la gracia del Señor Jesús, cuando me enteré de que ya había regresado supe que debía investigarlo, y después lo acepté. El Señor Jesús ya ha regresado encarnado para declarar nuevas palabras y explicar la totalidad de la obra y la voluntad de Dios. He oído la voz de Dios, por lo que debo trabajar aún más en mi búsqueda, ir a más reuniones y devolver a Dios Su amor por mí”. Al final, mi esposo contestó: “¡Bueno, olvídalo! ¡Haz lo que quieras! Iba a decirle al pastor que te convenciera de que volvieras a la iglesia e iba a llamar a tus padres también, pero tenía miedo de que se disgustaran tanto que se pusieran enfermos. De ahora en adelante, cree en lo que quieras; yo no me voy a meter”.
Estaba exultante al oír decir a mi esposo que ya no obstaculizaría mi fe en Dios Todopoderoso. Sabía que esto se debía a la guía de Dios y que el corazón y la mente de mi marido también estaban en las manos de Dios. Que semejantes palabras salieran de su boca era consecuencia del gobierno de Dios; era Dios quien me había allanado el camino. Con esta experiencia comprobé que Dios quiere mi corazón y, cuando realmente confío en Él, recurro a Él y lo arriesgo todo por satisfacerlo, veo Sus actos y que siempre me ha guiado y ayudado en silencio. Recordé Sus palabras: “Siempre que Satanás corrompe al hombre o le inflige un daño desenfrenado, Dios no se queda ahí ocioso ni tampoco se echa a un lado, ni hace la vista gorda con aquellos que Él ha elegido. Dios entiende con toda claridad todo lo que Satanás hace. Independientemente de lo que haga Satanás, de la tendencia que haga surgir, Dios sabe todo lo que él está intentando hacer y no abandona a Sus elegidos. En cambio, sin llamar la atención, en secreto, silenciosamente, Dios hace todo lo necesario” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Me conmovió mucho la meditación de estas palabras. Pensé en lo que había vivido en aquella época: cuando Satanás utilizó a mi esposo para perturbarme y agobiarme con el fin de impedirme ir a reuniones, Dios me permitió descubrir las trampas de Satanás y salir de mi negatividad gracias a las enseñanzas de los hermanos y hermanas sobre las palabras de Dios; cuando mi esposo me escondió el libro de Sus palabras y trató de impedirme que creyera, confié en Él y recurrí a Él de forma sincera, entonces presencié Sus maravillosos actos; una vez que decidí permanecer junto a Dios y estuve dispuesta a arriesgarlo todo por seguirlo, Satanás fue humillado y se retiró. Con mis experiencias comprendí que Dios verdaderamente está de mi parte y dispone las cosas en función de mi estatura. Dios no me dio una carga que no pudiera soportar. Recordé cómo en el pasado, antes de entregar sinceramente mi corazón a Dios, siempre estaba preocupada por los afectos carnales, me apoyaba en los medios humanos para hacer frente a los problemas y no me atrevía a abandonar a Satanás. En consecuencia, Satanás explotó mi punto más débil, aprovechando para atacarme una y otra vez y atormentarme hasta el infinito. Sin embargo, cuando realmente confié en Dios y estuve dispuesta a arriesgarlo todo, Él me abrió un camino y Satanás fue humillado en la derrota sin posibilidad alguna. Tras pasar por todo esto llegué a entender verdaderamente la omnipotencia y soberanía de Dios, así como mi propio carácter rebelde. Aumentaron mi fe y obediencia a Dios, aprendí a discernir las tramas de Satanás y vi su naturaleza maligna y despreciable. Surgió en mí un auténtico odio hacia él. Logré comprender todo esto gracias a la guía y el esclarecimiento de Dios. ¡Le estoy sinceramente agradecida!
Obtuve una gran cosecha de lo que viví en aquella época. Durante la misma experimenté la debilidad y la negatividad, pero la guía de las palabras de Dios y el apoyo y la ayuda de mis hermanas me dieron la fe para vencer las tentaciones y los ataques de Satanás y para continuar hasta el día de hoy. Con mis experiencias prácticas he percibido el amor de Dios y que Él me ha guiado y en ningún momento se ha apartado de mi lado. Cuando entregamos sinceramente nuestro corazón a Dios, recurrimos a Él y nos amparamos en Él, podemos contemplar Sus maravillosos actos y salir del sufrimiento. ¡A partir de hoy únicamente deseo experimentar más la obra de Dios y aspirar a conocerlo de verdad!