b. Por qué el Señor Jesús maldijo a los fariseos y cuál era la esencia de los fariseos

Palabras de la Biblia

“Entonces se acercaron a Jesús algunos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan. Y respondiendo Él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición? Porque Dios dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y: ‘Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera’. Pero vosotros decís: ‘Cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado”, no necesitará más honrar a su padre o a su madre’. Y así invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros cuando dijo: ‘Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí. Mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres’” (Mateo 15:1-9).

“Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros.

¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: ‘No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación’. ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? También decís: ‘No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación’. ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas’. Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno? Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación” (Mateo 23:13-36).

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, solo creían en su venida, pero no buscaban la verdad vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es el camino de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse al mero nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No es esta creencia absurda y ridícula?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra

¿Cómo se manifiestan las partes perversas de los fariseos? Primero, empecemos nuestro debate hablando sobre cómo trataban los fariseos al Dios encarnado, y entonces puede que comprendáis un poco más. Hablando de Dios encarnado, primero debemos hablar sobre en qué clase de familia y entorno nació Dios encarnado hace dos mil años. Para empezar, el Señor Jesús no nació para nada en una familia opulenta. Su linaje no era muy distinguido. Su padrastro, José, era carpintero, y Su madre, María, era una creyente corriente. La identidad y el estatus social de Sus padres representan el contexto familiar en el que nació el Señor Jesús, y está claro que nació en una familia común. […] ¿Qué mensaje le transmite esto a las generaciones futuras? Esta persona corriente y normal, que era Dios encarnado, no contó con la oportunidad ni las condiciones para recibir una educación superior. Era igual que la gente corriente, vivía en un entorno social común, en una familia ordinaria, y no había en Él nada de especial. Precisamente por eso, tras oír hablar de los sermones y acciones del Señor Jesús, aquellos escribas y fariseos se atrevieron a alzarse y juzgarlo, a blasfemar contra Él y condenarlo. ¿Con qué base contaban para esa condena? Sin duda, se basaba en las leyes y preceptos del Antiguo Testamento. Primero, el Señor Jesús incitó a Sus discípulos a no observar el sabbat; Él trabajaba ese día. Asimismo, no observaba las leyes y preceptos ni acudía al templo, y cuando se encontraba con pecadores, algunos le preguntaban cómo lidiar con ellos, pero Él no lo hacía según la ley, sino que, en su lugar, les mostraba algo de misericordia. Ninguno de estos aspectos de las acciones del Señor Jesús se conformaba a las nociones religiosas de los fariseos. Dado que no amaban la verdad y, por tanto, odiaban al Señor Jesús, aprovecharon el pretexto de que Él vulneraba la ley para condenarlo con fervor, y decidieron qué debía morir. Si el Señor Jesús hubiera nacido en una familia prominente y distinguida, si hubiera tenido una educación superior, y si hubiera mantenido una estrecha relación con esos escribas y fariseos, en aquel momento su desenlace no habría sido el que fue; podría haber sido diferente. Los fariseos lo condenaron precisamente por ser corriente, por Su normalidad y por el contexto de Su nacimiento. ¿Con qué base contaban para condenar al Señor Jesús? La de esos preceptos y leyes a los que se aferraban, que creían que no cambiarían jamás en toda la eternidad. Los fariseos consideraban conocimiento a las teorías teológicas que comprendían y eran para ellos una herramienta con la que valorar y condenar a la gente, incluso las aplicaron al Señor Jesús. De esta forma condenaron al Señor Jesús. La manera en la que valoraban o trataban a una persona nunca dependía de la esencia de esta, ni de si lo que predicaba era la verdad, y menos aún del origen de las palabras que decía. La manera en la que los fariseos valoraban y condenaban a una persona solo dependía de los preceptos, palabras y doctrina que captaban en el Antiguo Testamento de la Biblia. Aunque los fariseos sabían en su corazón que lo que decía y hacía el Señor Jesús no era pecado ni vulneraba la ley, lo condenaron igualmente, porque las verdades que Él expresó y las señales y prodigios que realizó provocaron que mucha gente lo siguiera y lo alabara. Los fariseos lo odiaban cada vez más, e incluso querían borrarlo del mapa. No reconocieron que el Señor Jesús fuera el Mesías cuya venida esperaban, ni tampoco que Sus palabras contenían la verdad, y menos todavía que Su obra se ciñera a la verdad. A su juicio, el Señor Jesús decía palabras presuntuosas y expulsaba demonios a través de Belcebú, el príncipe de los demonios. El hecho de que le adjudicaran estos pecados al Señor Jesús muestra cuánto odio le tenían. Por tanto, se esforzaban con fervor en negar que Dios hubiera enviado al Señor Jesús, que fuera el Hijo de Dios y fuera el Mesías. Lo que querían decir era: “¿Haría dios las cosas de esta manera? Si dios se encarnara, lo haría en una familia de extraordinario estatus. Y tendría que aceptar el tutelaje de los escribas y fariseos. Debería estudiar las escrituras de manera sistemática, poseer algo de conocimiento sobre ellas, y estar dotado de toda clase de conocimientos al respecto antes de poder llevar el nombre de ‘dios encarnado’”. Sin embargo, el Señor Jesús no estaba dotado de este conocimiento, así que lo condenaron y dijeron: “Para empezar, no cuentas con esa cualificación, así que no puedes ser dios; en segundo lugar, sin este conocimiento espiritual, no puedes realizar la obra de dios, y mucho menos serlo; en tercero, no debes obrar fuera del templo, ahora no obras dentro de este, sino que siempre andas entre los pecadores, así que la obra que haces queda fuera del ámbito de las escrituras, por lo que es incluso menos posible que seas dios”. ¿De dónde proviene la base de su condena? De las escrituras, de la mente del hombre y de la educación teológica que han recibido. Como de los fariseos rebosaban nociones, figuraciones y conocimiento, creían que tal conocimiento era cierto, era la verdad, que suponía una base válida, y en ningún momento Dios podría contravenir estas cosas. ¿Buscaban la verdad? No. ¿Qué buscaban? Un dios sobrenatural que apareciera en la forma de un cuerpo espiritual. Por tanto, determinaron los parámetros para la obra de Dios, negaron Su obra y juzgaron si Dios estaba equivocado o en lo cierto según las nociones, las figuraciones y el conocimiento del hombre. ¿Y cuál fue el resultado final de esto? No solo condenaron la obra de Dios, sino que clavaron a Dios encarnado en la cruz. Esto es lo que provocó que se sirvieran de sus nociones y figuraciones y de su conocimiento para evaluar a Dios, y es lo que tienen de perversos.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (III)

Los fariseos eran los mejores al predicar la doctrina y entonar consignas. Solían pararse en las esquinas y gritar “¡Oh, Dios poderoso!”, o “¡Venerable Dios!”. Para el resto de las personas, ellos parecían particularmente devotos y no hacían nada en contra de la ley, pero ¿acaso Dios los elogió? No lo hizo. ¿De qué modo los condenó? Al darles un título: los hipócritas fariseos. En tiempos pasados, los fariseos eran una clase respetada de Israel; así pues, ¿por qué esa denominación se ha convertido ahora en una etiqueta? Porque los fariseos se han convertido en representativos de un tipo de persona. ¿Cuáles son las características de este tipo de persona? Son hábiles para fingir, para presentarse a sí mismos, para simular; exhiben gran nobleza, santidad, rectitud y visible decencia, y las consignas que gritan suenan bien, pero, en realidad, no practican la verdad en lo más mínimo. ¿Qué buena conducta tienen? Leen las escrituras y predican; enseñan a los demás a respetar las leyes y normas y a no oponerse a Dios. Son todas buenas conductas. Todo lo que dicen suena bien, pero, a espaldas de los demás, en secreto roban las ofrendas. El Señor Jesús dijo que “coláis el mosquito y os tragáis el camello” (Mateo 23:24). Esto significa que todo su comportamiento parece bueno en la superficie; cantan consignas ostentosamente, hablan de teorías elevadas, y sus palabras suenan agradables; sin embargo, sus acciones son un caos desordenado, y son totalmente opuestas a Dios. Su comportamiento externo es todo fingido, un absoluto fraude; en sus corazones no tienen el menor amor por la verdad ni por las cosas positivas. Detestan la verdad, las cosas positivas y todo lo que viene de Dios. ¿Qué es lo que aman? ¿Aman la honestidad y la justicia? (No). ¿Cómo puedes decir que no aman estas cosas? (El Señor Jesús difundió el evangelio del reino de los cielos, el cual no solo rehusaron aceptar, sino que lo condenaron). Si no lo hubieran condenado, ¿habría sido posible advertirlo? No. La aparición y la obra del Señor Jesús fue lo que puso en evidencia a todos los fariseos, y únicamente mediante su condena y resistencia al Señor Jesús es que otros pudieron advertir su hipocresía. Si no hubiera sido por la aparición y la obra del Señor Jesús, nadie habría discernido a los fariseos, y si las personas simplemente observaran la conducta manifiesta de los fariseos, incluso sentirían envidia. ¿No fue deshonesto y taimado por parte de los fariseos emplear una buena conducta falsa para ganarse la confianza del pueblo? ¿Pueden esas personas tan taimadas amar la verdad? De ninguna manera. ¿Cuál era el fin detrás de sus exhibiciones de buena conducta? Por un lado, embaucar al pueblo. Por otro lado, engañar y ganarse al pueblo para que este tuviera un buen concepto de ellos y los venerara. Y, por último, querían obtener recompensas. ¡Qué gran estafa! ¿Aquellos eran trucos hábiles? ¿Esas personas amaban la equidad y la justicia? Ciertamente no lo hacían. Lo que amaban era el estatus, la fama, la ganancia, y lo que querían eran recompensas y una corona. Nunca ponían en práctica las palabras que Dios le enseñó al pueblo y nunca vivían las realidades verdad en lo más mínimo. Solo se ocultaban detrás de la buena conducta, embaucando y ganándose al pueblo de maneras hipócritas para garantizar su propio estatus y reputación, lo que luego utilizaban para obtener capital y vivir de ello. ¿Eso no es despreciable? A partir de todas sus conductas, lo que puedes ver es que, en esencia, ellos no amaban la verdad, dado que nunca la ponían en práctica. ¿Qué demuestra que no ponían en práctica la verdad? Lo más importante de todo: que el Señor Jesús vino a realizar la obra de redención, y que todas las palabras que el Señor Jesús pronunció son la verdad y tienen autoridad. ¿Cómo reaccionaron los fariseos ante eso? Aunque reconocieron que las palabras del Señor Jesús tenían autoridad y poder, no solo no las aceptaron, sino que además las condenaron y profanaron. ¿Y por qué esto fue así? Porque no amaban la verdad, y, en sus corazones, estaban hartos de la verdad y la odiaban. Reconocían que el Señor Jesús estaba acertado en todo lo que decía, que Sus palabras tenían autoridad y poder, que Él no se equivocaba de ninguna manera y que ellos no tenían ninguna ventaja sobre Él. Pero querían condenar al Señor Jesús, por eso debatían y conspiraban, y por eso dijeron “Crucifíquenlo; es Él o nosotros”, y así es como los fariseos desafiaron al Señor Jesús. En ese entonces, nadie comprendía la verdad ni podía reconocer al Señor Jesús como el Dios encarnado. No obstante, desde el punto de vista humano, el Señor Jesús expresaba muchas verdades, echaba fuera demonios y sanaba a los enfermos. Producía milagros, alimentaba a 5000 con cinco rodajas de pan y dos peces, realizaba incontables buenas acciones y concedía muchísima gracia al pueblo. Hay muy pocas personas tan bondadosas y justas como Él, entonces ¿por qué los fariseos querían condenar al Señor Jesús? ¿Por qué estaban tan decididos a crucificarlo? El hecho de que prefiriesen liberar a un criminal antes que al Señor Jesús demuestra cuán malvados y malintencionados eran los fariseos del mundo religioso. ¡Eran tan retorcidos! La diferencia entre el semblante malvado que los fariseos revelaban y su benevolencia manifiesta fingida era tan grande, que muchas personas no podían discernir qué era verdadero y qué era falso, pero la aparición y la obra del Señor Jesús dejó todo aquello en evidencia. Los fariseos generalmente se camuflaban tan bien, y externamente parecían tan piadosos, que nadie habría imaginado que podrían oponerse y perseguir al Señor Jesús con tanta crueldad. Si los hechos no hubieran quedado tan expuestos, nadie habría podido verlos tal como ellos eran. ¡La expresión de la verdad del Dios encarnado revela mucho sobre el hombre!

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

En la Biblia, la valoración que los fariseos hicieron del propio Jesús y de las cosas que hizo fue: “[…] decían: Está fuera de sí. […] Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios” (Marcos 3:21-22). El juicio del Señor Jesús de parte de escribas y fariseos no fue una mera copia de lo dicho por otras personas ni una conjetura infundada; fue la conclusión a la que llegaron a partir de lo que vieron y oyeron sobre Sus acciones. Aunque su conclusión fue ostensiblemente hecha en nombre de la justicia y a las personas les pareció bien fundamentada, la arrogancia con la que juzgaron al Señor Jesús fue difícil de refrenar, incluso para ellos. La frenética energía de su odio por el Señor Jesús puso de manifiesto sus propias ambiciones disparatadas y sus satánicos rostros malvados, así como la malévola naturaleza con la que se resistían a Dios. Las cosas que dijeron en su juicio del Señor Jesús fueron impulsadas por sus ambiciones disparatadas, su envidia y la naturaleza horrible y malévola de su hostilidad hacia Dios y hacia la verdad. No investigaron el origen de las acciones del Señor Jesús ni la esencia de lo que dijo o hizo. En cambio, atacaron y desacreditaron ciegamente lo que Él había hecho, en un estado de agitación enloquecida y con malicia deliberada. Llegaron incluso al punto de desacreditar intencionadamente a Su Espíritu, esto es, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios. Esto es lo que quisieron decir con las palabras “Está fuera de sí”, “Beelzebú” y “el príncipe de los demonios”. Es decir, dijeron que el Espíritu de Dios era Beelzebú y el príncipe de los demonios. Definieron como locura la obra del Espíritu de Dios encarnado, que se había vestido de la carne. No solo blasfemaron tachándolo de Beelzebú y príncipe de los demonios, sino que también condenaron la obra de Dios y condenaron y blasfemaron al Señor Jesucristo. La esencia de su resistencia y su blasfemia de Dios fue exactamente la misma que la esencia de la resistencia y blasfemia de Dios por parte de Satanás y los demonios. No solo representaban a seres humanos corruptos, sino que más bien eran la representación de Satanás. Eran un canal para Satanás en medio de la humanidad y eran sus cómplices y lacayos. La esencia de su blasfemia y su denigración del Señor Jesucristo fue su lucha contra Dios por el estatus, su competencia con Él y la eterna puesta a prueba de Dios. La esencia de su resistencia a Dios y su actitud de hostilidad hacia Él, así como sus palabras y sus pensamientos, fue directamente una blasfemia y algo que hizo enfadar al Espíritu de Dios. Así pues, Dios determinó un juicio razonable basado en lo que dijeron e hicieron y determinó que sus hechos constituían un pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. Este pecado es imperdonable tanto en este mundo como en el venidero, tal como dice el siguiente pasaje de las Escrituras: “la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada”, y “al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero”.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III

Los fariseos judíos usaron la ley de Moisés para condenar a Jesús. No buscaron la compatibilidad con el Jesús de esa época, sino que diligentemente siguieron la ley al pie de la letra, hasta el grado de que, después de haberlo acusado de no seguir la ley del Antiguo Testamento y de no ser el Mesías, al final crucificaron al inocente Jesús. ¿Cuál era su sustancia? ¿No era que no buscaban el camino de la compatibilidad con la verdad? Se obsesionaron con todas y cada una de las palabras de las Escrituras mientras que no prestaron atención a Mi voluntad ni a los pasos ni métodos de Mi obra. No eran personas que buscaran la verdad, sino que se aferraban rígidamente a las palabras; no eran personas que creyeran en Dios, sino que creían en la Biblia. En esencia, eran los perros guardianes de la Biblia. Con el fin de salvaguardar los intereses de la Biblia, de sostener la dignidad de la Biblia y de proteger la reputación de la Biblia, llegaron tan lejos que crucificaron al misericordioso Jesús. Lo hicieron solamente en aras de defender la Biblia y por el bien de mantener el estatus de todas y cada una de las palabras de la Biblia en los corazones de las personas. Así que prefirieron abandonar su futuro y la ofrenda por el pecado para condenar a muerte a Jesús, que no se conformaba a la doctrina de las Escrituras. ¿No fueron todos lacayos de todas y cada una de las palabras de las Escrituras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo

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