Punto 15: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo (II)

Hoy vamos a continuar la charla sobre el decimoquinto elemento de las diversas manifestaciones de los anticristos: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo. En nuestra charla anterior, dividimos este tema en dos partes. La primera son las diversas manifestaciones de la incredulidad de los anticristos respecto a la existencia de Dios, que además dividimos en dos elementos. El primero era que los anticristos niegan la identidad y esencia de Dios, el segundo, que los anticristos niegan la soberanía de Dios sobre todas las cosas. La última vez compartimos sobre todo acerca de que los anticristos no reconocen la esencia de Dios ni Su carácter, así como tampoco reconocen que todo lo que hace Dios es la verdad y representa Su identidad, y de que lo cierto es que los anticristos no aceptan el significado ni la verdad detrás de todo lo que hace Dios. Los anticristos idolatran a Satanás, lo consideran como a Dios y se sirven de todos sus enunciados y puntos de vista como la base y el criterio según los que miden Su identidad, Su esencia y todo lo que hace Dios. Por tanto, en su corazón, no paran de exaltar e idolatrar lo que hace Satanás, ensalzan y alaban sus acciones y usan a Satanás como sustituto de la identidad y la esencia de Dios. Peor aún, a raíz de su reconocimiento de todo lo que hace Satanás, continuamente se cuestionan las palabras y la obra de Dios y se forman nociones y juicios respecto a ellas y las acaban condenando. Por tanto, durante el proceso de seguir a Dios, los anticristos no aceptan las palabras de Dios como su vida, su verdad o su rumbo y objetivo en la vida. En cambio, se oponen a Él a cada momento y evalúan Su identidad y esencia tomando como referencia sus nociones y figuraciones, la lógica y los pensamientos de Satanás, así como el carácter y los métodos de este. En el proceso de seguir a Dios, no paran de dudar y sospechar de Él, así como de vigilarlo, lo juzgan constantemente y lo desprecian, lo condenan y lo niegan en su corazón. Todo esto que hacen los anticristos y sus diversas manifestaciones son pruebas fehacientes de que no son seguidores de Dios, auténticos creyentes ni amantes de la verdad y las cosas positivas, y que, en su lugar, son enemigos de la verdad y de Dios. Cuando vienen a la casa de Dios, a la iglesia, no están aquí para recibir Su salvación ni para acudir ante Él y aceptar Sus palabras como la vida. Así, ¿qué han venido a hacer? Cuando llegan a la casa de Dios, en primer lugar, cuanto menos, tratan de satisfacer su curiosidad; en segundo lugar, desean seguir esta tendencia y, en tercero, quieren bendiciones. Estas son sus intenciones y sus propósitos, no hay más. A juzgar por la esencia-naturaleza de los anticristos, ellos nunca tratan de aceptar las palabras de Dios como su vida, nunca planean tomar Sus palabras como principios de práctica ni como su rumbo y objetivo en la vida. Tampoco entra nunca en sus planes cambiar o abandonar sus propias opiniones ni transformar ni renunciar a sus propias nociones, ni presentarse ante Dios a fin de mostrar un hondo arrepentimiento y postrarse ante Él y aceptarlo como su Salvador. No tienen tales intenciones. Se limitan a alardear delante de Dios acerca de lo grandes, competentes, poderosos, dotados y talentosos que son, de cómo se pueden convertir en un pilar y en la columna vertebral de la casa de Dios y cosas así, con la intención de lograr de ese modo su objetivo de que se les tenga en alta consideración, de que Dios los reconozca y de ascender en Su casa, para así satisfacer sus ambiciones y deseos. No solo eso, sino que además quieren satisfacer su ambición, deseo y plan de “recibir el céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero”. ¿Han abandonado alguna vez estas ambiciones, deseos y planes? ¿Son capaces de entender, abandonar y resolver estos asuntos de manera subjetiva? Hacerlo nunca se halla entre sus planes. Da igual lo que digan las palabras de Dios o lo que expongan, aunque perciban que estas guardan relación con ellos, aunque sepan que sus planes, pensamientos e intenciones se oponen a las palabras de Dios y no concuerdan con ellas, que van en contra de los principios-verdad y son manifestaciones del carácter de los anticristos, se siguen aferrando a sus propias opiniones, ambiciones y deseos. No se halla entre sus planes cambiar, modificar su opinión, abandonar sus ambiciones y deseos y acudir ante Dios para aceptar que Él los desenmascare, los juzgue, los castigue y los pode. Estas personas no solo son intransigentes en su corazón, sino que además son arrogantes y vanidosas. Su arrogancia llega a tal punto que resulta completamente irracional. Al mismo tiempo, en el fondo de su corazón sienten una profunda aversión y odian cada palabra pronunciada por Dios; odian que Él desenmascare la esencia-naturaleza de la especie humana corrupta y sus diversas actitudes corruptas. Odian a Dios y la verdad sin ninguna buena razón e incluso odian a los que persiguen la verdad y a los que Dios ama. Esto es una demostración absoluta de que el carácter de los anticristos es sin duda perverso. Su odio, hostilidad, oposición, juicio y negación de Dios y la verdad, no provocados, también demuestran que, en efecto, los anticristos cuentan con un carácter cruel.

Las diversas actitudes de los anticristos son ejemplos por antonomasia de los que posee la humanidad corrupta; la gravedad de las diversas actitudes de los anticristos supera a la de cualquier individuo corrupto normal. Da igual cuán profunda o concretamente Dios desenmascare las actitudes corruptas del género humano, los anticristos lo niegan y lo rechazan, no lo aceptan como la verdad ni como la obra de Dios. Solo reconocen y creen que ser lo bastante malvado, despiadado, perverso, siniestro y mezquino es la única manera de mantenerse firme y de destacar y permanecer hasta el final en esta sociedad y entre las tendencias malvadas. Esta es la lógica de los anticristos. Por tanto, albergan hostilidad y odio hacia la esencia justa y santa de Dios, hacia Su fidelidad y omnipotencia y hacia otras cosas positivas como estas. Con independencia de cómo dé testimonio la gente de la identidad, de la esencia de Dios y de toda Su obra, y sin que importe la concreción y la autenticidad con que lo hagan, los anticristos no lo aceptan, no reconocen que es la obra de Dios, que en su interior hay verdad digna de buscar ni que es el mejor material educativo y el mejor testimonio para que la humanidad conozca a Dios. En contraste, ante cualquier nimiedad que haga Satanás, ya sea de manera consciente o inconsciente, los anticristos se postran admirados. En cuanto a las cosas que hace Satanás, los anticristos las aceptan, las creen, las idolatran y las siguen unánimemente, con independencia de si la especie humana las considera nobles o humildes. Sin embargo, hay algo que inquieta a los anticristos: Buda dijo que puede hacer que la gente transcienda a la tierra pura y los anticristos piensan: “Esta tierra pura parece inferior al reino de los cielos y al cielo del que habla dios, no es del todo ideal. Aunque Satanás sea poderoso y capaz de aportarle infinitos beneficios a la gente y de satisfacer todas sus ambiciones y deseos, lo que no puede es hacer a los seres humanos una promesa, la de permitirles entrar en el reino de los cielos y obtener la vida eterna. Satanás no se atreve a hacer tal declaración ni puede lograr tal cosa”. En el fondo de su corazón, los anticristos sienten que eso es impensable y, al mismo tiempo, les parece de lo más lamentable. Y, por tanto, mientras siguen a Dios con reticencia, conspiran constantemente para obtener mayores bendiciones y para ver quién puede satisfacer sus deseos y ambiciones. No paran de hacer cálculos y al final no les queda otro remedio que ceder en pos de un bien mayor a permanecer en la casa de Dios. Basándonos en estas manifestaciones de los anticristos, ¿cuál es su actitud y punto de vista hacia Dios? ¿Poseen un ápice de creencia auténtica? ¿Tienen verdadera fe en Él? ¿Reconocen Sus acciones, aunque sea ligeramente? ¿Pueden decir “amén” desde el fondo de su corazón al hecho de que las palabras de Dios son la verdad, la vida y el camino? Dios ha realizado una gran obra entre la especie humana, ¿pueden los anticristos alabar el poder y el carácter justo de Dios desde el fondo de su corazón? (No). Es precisamente porque los anticristos niegan la identidad, la esencia y toda la obra de Dios, que se exaltan y dan testimonio de sí mismos sin parar mientras siguen a Dios, además de intentar ganarse el favor y el corazón de la gente; llegan incluso a tratar de controlar y tomar prisionero el corazón de las personas y compiten con Dios por Sus escogidos. Todas esas manifestaciones demuestran que los anticristos nunca reconocen la identidad y esencia de Dios ni admiten que la humanidad y todas las cosas están bajo la soberanía del Creador. Esto es lo que diseccionamos la última vez respecto a las opiniones, manifestaciones y revelaciones que tienen los anticristos en cuanto a la existencia de Dios. Ya que tienen estos puntos de vista y manifestaciones sobre Su existencia, ¿cuál es su actitud hacia Cristo, Dios encarnado? ¿Pueden creer realmente en Él y reconocerlo, seguirlo y someterse realmente a Él? (No). A juzgar por el trato que le dan los anticristos a la existencia de Dios, albergan esta clase de actitud hacia Su Espíritu, así que no hace falta decir que su actitud respecto a Dios encarnado ha de ser incluso más detestable que la que tienen hacia Su Espíritu, con manifestaciones más acentuadas y graves.

II. Los anticristos niegan la esencia de Cristo

Hoy vamos a hablar de cómo tratan los anticristos a Cristo, a Dios encarnado, a partir de su incredulidad respecto a la existencia de Dios. Es un hecho reconocido ampliamente que los anticristos no creen en la existencia de Dios. Después de toda esta charla, de dejarlos en evidencia y diseccionarlos, ¿habéis obtenido un entendimiento concreto de las actitudes y manifestaciones de los anticristos? Con independencia de si aceptan la obra que ha realizado Dios encarnado o el hecho de que Dios se haga carne, en realidad, niegan la existencia de Dios. Por tanto, ¿qué clase de personas son exactamente? Para ser precisos, son unos incrédulos oportunistas, son fariseos. Algunos se muestran claramente malvados, mientras que otros aparentan humildad, un comportamiento refinado, digno y noble; son fariseos de manual. En lo que respecta a estos dos tipos de personas —los que parecen ser malvados y los que no, los que, en cambio, aparentan piedad—, si en lo fundamental no creen en la existencia de Dios, ¿podemos decir que son incrédulos? (Sí). Hoy vamos a compartir acerca de los puntos de vista y actitudes que tienen los incrédulos respecto a Cristo, qué manifestaciones exhiben hacia los diversos aspectos de Cristo y cómo podemos comprender la esencia de los anticristos por medio de dichas manifestaciones.

A. Cómo consideran los anticristos el origen de Cristo

En lo que respecta a Cristo, que es una persona corriente con una identidad especial, ¿qué suele importarle más a la gente respecto a Él? Ante todo, ¿no es cierto que a muchos les importa Su origen? Ese es uno de los focos de atención de la gente. Por tanto, hablemos primero de cómo consideran los anticristos el origen de Cristo. Antes de compartir sobre esto, hablemos de cómo planeó Dios los diversos aspectos del origen de Su carne cuando se encarnó. Como es bien sabido, durante la Era de la Gracia, el Espíritu Santo concibió a Cristo, que nació de una virgen. Vino al mundo en el seno de una familia sumamente corriente y normal, en lo que en lenguaje actual se llamaría un hogar de personas comunes. Cristo no nació en el seno de una familia adinerada, oficial o eminente; hasta nació en un pesebre, algo bastante impensable y que a cualquiera le resultaría difícil de imaginar. Al observar todos los aspectos del origen de la primera encarnación de Dios, la familia en la que se crio Dios encarnado era muy corriente. María, Su madre, también era normal, no era una persona destacable ni, desde luego, poseía poderes especiales ni talentos extraordinarios ni singulares. Sin embargo, es digno de reseñar que no era una incrédula ni una no creyente, sino que seguía a Dios. Eso es muy importante. José, el marido de María, era carpintero. Un carpintero es un artesano y tenía unos ingresos promedio, pero no era rico ni le sobraba el dinero. Sin embargo, estaba lejos de ser pobre y podía satisfacer las necesidades básicas de su familia. El Señor Jesús nació en esta clase de familia; a juzgar por los estándares actuales de ingresos y condiciones de vida, a duras penas se podría considerar de clase media. Entre la humanidad, ¿a esa familia se la consideraría noble o humilde? (Humilde). Por tanto, la familia en la que nació el Señor Jesús distaba mucho de ser famosa, rica o ilustre y más si cabe de lo que se considera hoy en día clase alta. Cuando los niños de familias ricas o de alto estatus salen a la calle, la gente suele rodearlos y agolparse a su alrededor, pero la familia del Señor Jesús era todo lo contrario. Nació en una familia sin condiciones de vida lujosas ni un estatus notable. Se trataba de una familia muy corriente que pasaba desapercibida y a la que la gente ignoraba, sin que nadie la alabara ni se agolpara a su alrededor. En el contexto y entorno social de aquel tiempo, ¿se hallaba Cristo en posición de recibir una educación superior o de verse influenciado e infectado por los diversos estilos de vida, pensamientos, puntos de vista y otros aspectos propios de la alta sociedad? Está claro que no, recibió una educación común, leía las Escrituras en casa, escuchaba historias de Sus padres y asistía a los servicios de la iglesia con ellos. En todos los aspectos, el origen del Señor Jesús y el contexto en el que creció no eran prestigiosos ni nobles, como podría imaginar la gente. El entorno en el que creció era el mismo que el de una persona corriente. Su día a día era sencillo y común, sus condiciones de vida similares a las de la persona promedio, no tenían nada de especial y carecía de las condiciones de vida exclusivas y superiores propias de las altas esferas de la sociedad. Este era el contexto en el que nació la primera encarnación de Dios y el entorno en el que se crio.

Aunque en esta ocasión el género de Dios encarnado es totalmente diferente del anterior, Su origen familiar es de igual modo corriente y sin un estatus notable. Hay quien pregunta: “¿Hasta qué punto es corriente?”. En la era actual, corriente significa un entorno de vida común. Cristo nació en el marco de una familia trabajadora, es decir, que depende del salario para el sustento, que puede cubrir sus propias necesidades básicas, pero no es tan acomodada como la de los ricos. Cristo entabló contacto con personas corrientes y estuvo expuesto a las vidas de la gente normal; vivía en esta clase de entorno, sin nada especial. En general, ¿se hallan los hijos de las familias obreras en posición de aprender destrezas artísticas? ¿Cuentan con la oportunidad de exponerse a los diversos puntos de vista que prevalecen en la alta sociedad? (No). No solo es que no se hallen en la posición de aprender diversas habilidades, es más, no les surgen oportunidades de relacionarse con personas, acontecimientos y cosas de la alta sociedad. Desde tal óptica, la familia en la que Dios encarnado nació esta vez es muy corriente. Sus padres son personas que pasan sus días de manera respetable, cuyo sustento depende de su trabajo y sus labores y que cuentan con unas condiciones de vida promedio. Tales condiciones son muy comunes en la sociedad moderna. Desde la óptica de los no creyentes, en el entorno del nacimiento de Cristo no se daban unas condiciones superiores y no había nada de lo que presumir en Su entorno familiar o en su calidad de vida. Algunas celebridades nacen en familias eruditas, sus ancestros son educadores e intelectuales de alto nivel. Se criaron en este entorno, con el estilo y el porte propios de una familia de eruditos. ¿Eligió Dios un entorno familiar parecido para Su encarnación? No. En esta ocasión, Dios encarnado también carece de un entorno familiar distinguido y de un estatus social prominente, y menos aún disfrutó de un entorno de vida superior; la Suya es una familia completamente normal. No discutamos todavía por qué Dios encarnado eligió una familia, un entorno de vida y un origen semejantes donde crecer; no hablaremos sobre el significado de esto por ahora. Decidme, ¿acaso no le preocupa a cierta gente que Cristo haya asistido o no a la universidad? Os contaré la verdad: dejé la escuela antes de hacer el examen de acceso a la universidad y me fui de casa a los 17 años. ¿Fui entonces a la universidad? (No). ¿Para vosotros es una buena o una mala noticia? (Considero que saber esto no cambia nada, no es relevante para seguir a Dios). Esa es la óptica correcta. Nunca he mencionado esto antes, no porque quiera ocultarlo o encubrirlo sino porque no es necesario decirlo, dado que son cosas que carecen de la menor relevancia a la hora de conocer y seguir a Dios. Aunque el trasfondo del nacimiento de Dios encarnado, Su entorno familiar y el entorno en el que creció no tienen relevancia alguna en lo que respecta a conocer a Dios o a Dios encarnado y, en realidad, no guardan relación con este asunto, ¿por qué abordo estas cuestiones? Es algo que atañe a uno de los puntos de vista de los anticristos acerca de Cristo que estamos diseccionando hoy. Dios no eligió un estatus prominente, una identidad noble ni una familia y un contexto social distinguidos para Su encarnación, y menos aún eligió un entorno superior, despreocupado, opulento y lujoso en el que crecer. Dios tampoco eligió un entorno familiar donde pudiera recibir una educación superior o verse expuesto a la alta sociedad. Al considerar estos aspectos de la elección que hizo Dios cuando se encarnó, ¿afectarán a la obra que Cristo vino a hacer? (No). A la vista del proceso, la naturaleza y los resultados de Su obra posterior, estos aspectos no perjudican de ninguna manera al plan, los pasos o los resultados de la obra de Dios, sino que, al contrario, haberlos elegido así supone cierta ventaja; es decir, que Él elija nacer en tal entorno es más beneficioso para la salvación del pueblo escogido de Dios, ya que el 99 % de este proviene de contextos similares. La gente debe entender este aspecto relativo a la importancia del origen de Dios encarnado.

Acabo de hablar con palabras simples y generales sobre el trasfondo y el entorno del nacimiento de Cristo para proporcionaros un entendimiento básico al respecto. A continuación, vamos a diseccionar cómo tratan los anticristos el origen de Dios encarnado. Primero, los anticristos desprecian y desafían en secreto el entorno y el contexto del nacimiento de Cristo. ¿Por qué? Porque en su interior albergan pensamientos y nociones. ¿Desde qué perspectiva lo ven? “Dios es el creador, es supremo sobre todo, se encuentra por encima de los cielos y de la especie humana y de todos los demás seres creados. Si él es dios, debería alzarse hasta el lugar más alto entre la humanidad”. ¿Qué quieren decir con alzarse hasta el lugar más alto entre la humanidad? Que él debe sobresalir muy por encima de los demás, que debe nacer en una gran familia noble y distinguida sin que le falte de nada; que debe nacer en cuna de oro, poseer un poder absoluto, además de autoridad e influencia, y ser especialmente acaudalado y millonario. Al mismo tiempo, debe tener una educación superior y aprender todo lo que han de saber los humanos en este mundo. Por ejemplo, como un príncipe coronado, debe recibir clases particulares, asistir a escuelas de élite y gozar de la vida propia de la clase alta. No debería ser el hijo de una familia corriente. Ya que cristo es la encarnación, su educación debe estar por encima de la de los demás y sus materiales de estudio ser diferentes a los de la gente corriente. Creen que, como Cristo ha venido y reinará como un rey, debe aprender el arte del liderazgo, así como a gobernar y controlar a la humanidad y estudiar las 36 estratagemas, y aprender muchos idiomas y algunas habilidades artísticas, de modo que se pueda servir de todo ello en su obra venidera y sea capaz de gobernar a todo tipo de personas en el futuro. Para ellos, solo un cristo así sería noble, grande y competente para salvar a las personas, pues tendría suficientes conocimientos y talentos, así como la habilidad de leerles la mente a fin de poder controlarlas. Los anticristos albergan tales nociones sobre el origen de la encarnación de Dios y se aferran a ellas mientras aceptan a Dios encarnado. Para empezar, no dejan de lado sus nociones ni llegan a entender ni comprender de una manera nueva desde el fondo de su corazón lo que hace Dios. No niegan sus propias nociones y puntos de vista, no entienden las falacias que albergan ni llegan a conocer a Cristo ni a la encarnación de Dios; tampoco aceptan todo lo que Cristo dice y hace con una actitud y un principio de someterse a la verdad. En su lugar, valoran todo lo que dice Cristo a partir de sus propias nociones y puntos de vista. “Este enunciado de cristo es ilógico; ese otro no está bien expresado; hay un error gramatical en esto; se ve que cristo no tiene estudios superiores. ¿Acaso no habla como una persona común? ¿Cómo puede hablar así cristo? No es su culpa. De hecho, él también quiere ser distinguido, que los demás lo estimen, pero eso no es posible; no proviene de una buena familia. Sus padres no eran más que gente corriente y eso ha influido para que él sea esa misma clase de persona. ¿Cómo pudo hacer esto dios? ¿Por qué las palabras y los modales de cristo no parecen muy nobles y elegantes? ¿Por qué no posee el discurso y los modales de los eruditos y los intelectuales refinados de la sociedad, de las princesas y los príncipes de las clases altas de la sociedad? ¿Por qué las palabras de cristo y sus acciones parecen tan poco coherentes con su identidad?”. Los anticristos albergan este tipo de perspectiva y esta clase de actitud observadora respecto a su manera de contemplar a Cristo y todas Sus palabras y obra, cómo trata a las personas y Su discurso y modales, por lo que es inevitable que en su corazón surjan nociones. No solo no se someten a Cristo, además no aciertan a tratar Sus palabras con corrección, se preguntan: “¿Puede ser mi salvador una persona tan corriente, tan común? ¿Puede bendecirme? ¿Puedo obtener algún beneficio de él? ¿Se pueden cumplir mis deseos y aspiraciones? Esta persona es demasiado corriente, hasta tal punto que la miras por encima del hombro”. Mientras más perciben los anticristos a Cristo como alguien ordinario y corriente y lo consideran muy normal, más se sienten ellos mismos superiores y nobles. Al mismo tiempo, algunos anticristos llegan a hacer comparaciones: “Eres joven y no sabes vestir ni hablar con la gente. No sabes sonsacarles las cosas. ¿Por qué eres tan directo? ¿En qué se asemeja a dios algo de lo que dices? ¿De qué modo cualquier cosa que digas es representativa de que seas dios? ¿En qué se parecen a dios tus acciones, discurso, comportamiento, modales y vestimenta? No creo que te parezcas a él en ninguno de estos aspectos. Cristo debe tener una educación superior, conocer la Biblia como la palma de su mano y hablar con elocuencia; sin embargo, tú siempre te repites y a veces usas palabras inadecuadas”. Tras muchos años de seguir a Cristo, los anticristos no solo no han aceptado en su interior las palabras de Dios ni la verdad, tampoco el hecho de que Cristo es la encarnación de Dios. Esto equivale a que no aceptan a Cristo como su Salvador. En cambio, en su corazón desprecian incluso más a la encarnación de Dios, a esta persona corriente. Dado que no ven nada especial en Cristo, ya que Su origen es muy común y corriente y, como parece que no puede aportarles ningún beneficio en la sociedad ni entre la humanidad, así como tampoco capacitarlos para disfrutar de ninguna ventaja, empiezan a juzgarlo abierta e indecentemente: “¿Acaso no eres solo un hijo de tal o cual familia? ¿Qué tiene de malo que te juzgue? ¿Qué me puedes hacer tú? Si tuvieras una familia ilustre o unos padres funcionarios, puede que te tuviera miedo. ¿Cómo voy a tenerte miedo siendo como eres? Entonces, aunque seas cristo, la encarnación de la que dios dio testimonio, ¡no te tengo miedo! De igual manera voy a emitir un juicio sobre ti a tus espaldas y a hacer comentarios respecto a ti con libertad. Cada vez que tenga oportunidad, indagaré sobre tu familia y tu lugar de nacimiento”. Estos son los motivos favoritos de los anticristos para armar alboroto. Nunca buscan la verdad y juzgan una y otra vez cualquier cosa que no encaje con sus nociones y figuraciones y se resisten a ella. Esta gente sabe muy bien que lo que expresa Cristo es la verdad, así que, ¿por qué no persiguen la verdad? ¡Son realmente irracionales!

Los anticristos idolatran especialmente el poder y el estatus. Si Cristo proviniera de una familia rica y poderosa, no se atreverían a decir nada. Sin embargo, como viene de una familia corriente y sin poder, no le tienen ningún miedo, les parece que pueden estudiar y juzgar a la ligera a Dios, a Cristo, cosa que hacen con total indiferencia. Si de verdad reconocieran y creyeran que esta persona es la encarnación de Dios, ¿serían capaces de actuar de tal modo? ¿Haría esto alguien con un corazón un poco temeroso de Dios? ¿Acaso no se contendría? (Sí). ¿Qué clase de gente es capaz de actuar así? ¿No es este el comportamiento de los anticristos? (Sí). Si reconoces que la esencia de Cristo es Dios mismo y que la persona a la que sigues es Dios, ¿cómo has de tratar todo lo relacionado con Cristo? ¿No debe la gente tener principios? (Sí). Entonces, ¿por qué se atreven a vulnerar estos principios sin la más mínima duda? ¿No es esta una manifestación de hostilidad hacia Cristo? Como Cristo nació en una familia corriente, al tiempo que se sienten insatisfechos con Él, los anticristos además albergan hostilidad hacia Su familia y sus miembros. Y mientras que esta hostilidad surge en ellos, no se detienen ni descansan, en cambio permanecen en la casa de Cristo y hacen indagaciones cada vez que tienen ocasión, como si se dedicaran a una ocupación legítima: “¿Ha regresado cristo? ¿Ha cambiado en algo la vida de la familia desde que surgió cristo?”. Meten la nariz en estos asuntos a la menor oportunidad. ¿Acaso no son detestables tales personas? ¿No son repugnantes? ¿No son despreciables? ¡Son sumamente despreciables y sórdidas! Dejemos de lado por ahora cómo es su fe en Dios y solo consideremos esto: ¿qué clase de calidad humana ha de poseer la gente que hace esas cosas y alberga pensamientos tan sórdidos? Debe tener una calidad humana vil. ¡Son todos de baja estofa, despreciables y sórdidos hasta el extremo! Si no crees en Cristo, puedes decírmelo con claridad: “No te pareces a dios; no eres más que una persona. He emitido juicios sobre ti a tus espaldas, ¿qué puedes hacer al respecto? Te he negado, ¿qué puedes hacer al respecto?”. Si no crees, no voy a obligarte ni nadie va a insistir en que lo hagas. Sin embargo, no hay necesidad de que participes en secreto en estas acciones tan mezquinas. ¿Para qué sirven? ¿Te pueden ayudar a aumentar tu fe? ¿Pueden ayudar a que tu vida progrese o a que entiendas más a Dios? No sirven para nada de eso, ¿para qué participar en ellas entonces? Cuando menos, los que se involucran en estas acciones tienen una humanidad extremadamente despreciable, no creen en la esencia de Cristo ni reconocen Su identidad. Si no crees, pues no creas. ¡Vete! ¿Por qué demorar tu estancia en la casa de Dios? Los anticristos no creen en Dios, pero aún así quieren bendiciones y albergan ambiciones y deseos, hasta tal punto son despreciables. Al ser tan sumamente despreciables, son capaces de acciones muy “excepcionales”. Pasé 20 años lejos de casa y esta gente “cuidó bien” de mi hogar durante ese tiempo; estuve fuera 30 años y ellos lo “cuidaron”. Me preguntaba por qué eran tan “amables” y estaban tan inactivos. Hallé la respuesta a esta cuestión, y es que quieren oponerse a Dios hasta el final. No creen en la esencia de Dios ni en todo lo que Él ha hecho. De puertas para fuera, parecen curiosos y preocupados, pero en el fondo, vigilan y buscan sacar ventaja; por dentro son hostiles, niegan y condenan. ¿Por qué creen todavía estas personas? ¿Qué sentido tiene que crean en Dios? ¡Deberían dejar de creer y salir rápidamente de aquí! La casa de Dios no necesita esa clase de personas. ¡No deberían ponerse en ridículo! ¿Haríais vosotros lo mismo en circunstancias y condiciones similares? Si lo hicierais, seríais igual que ellos, un grupo de anticristos decididos a oponerse a Dios hasta el final, incansables hasta la muerte, que tratan de buscar algo en contra de Dios, pruebas con las que negarlo a Él, a Su esencia y a Su identidad.

Haga lo que haga, Dios nunca se equivoca. Con independencia de que Él naciera en un entorno y un contexto común y corriente o en uno distinguido, eso no tendría nada de malo ni abriría un resquicio para que la gente buscara algo que usar en Su contra. Si tratas de encontrar en Dios encarnado algún fallo o alguna prueba para probar que no es Cristo y que carece de la esencia de Dios, te aconsejo que no te molestes en intentarlo ni tampoco hace falta que te molestes en creer. Márchate y ya está, ¿acaso no te ahorras así problemas? ¿Para qué complicarte la vida? Tratar de encontrar fallos o pruebas en Cristo para acusarlo, negarlo o condenarlo no es tu profesión legítima, tu deber ni tu responsabilidad. Fuera cual fuera la familia en la que nació Cristo, el entorno en el que se crio o la humanidad que posee, fue elección de Dios mismo, el Creador, y no tiene nada que ver con nadie. Cualquier cosa que hace Dios es correcta, es la verdad y se hace por el bien del género humano. Si Dios no hubiera nacido en una familia ordinaria sino en un palacio, ¿hubiera tenido una persona corriente o alguien de clase social baja oportunidad alguna de relacionarse con Él? No la hubieras tenido. Por tanto, ¿hay algo de malo en que Dios elija tal manera de nacer y crecer? Este es un amor sin igual en el mundo, es la cosa más positiva. Sin embargo, los anticristos ven lo más positivo que ha hecho Dios como una señal de que es fácil acosarlo y jugar con Él, así que quieren vigilarlo constantemente y buscar algo que usar en Su contra. ¿Qué vigilas? Si ni siquiera puedes confiar en la calidad humana y la humanidad de Cristo, y lo sigues a Él como Dios, ¿acaso no te estás tirando piedras contra tu propio tejado? ¿No te estás complicando las cosas? ¿Por qué jugar a este juego? ¿Es divertido? Más adelante, observé que la mayoría de las personas que aceptaron a Dios Todopoderoso más tarde, podían abordar este asunto correctamente. Algunas se mostraban curiosas cuando se relacionaban conmigo, pero a esas las evitaba e ignoraba. Si puedes aceptar la verdad, somos una familia. Si no eres capaz y siempre tratas de hacer indagaciones respecto a Mi información personal, entonces vete. No te reconozco; no somos familia, sino enemigos. Si después de escuchar tantas palabras de Dios y de recibir Su obra y Su pastoreo durante tantos años, la gente todavía alberga tales pensamientos sobre la encarnación de Dios e incluso los pone en práctica, hay que decir que poseen un carácter antagónico hacia Él. Son enemigos natos de Dios, incapaces de aceptar las cosas positivas.

Hace dos mil años, Pablo se empleó a fondo para resistirse al Señor Jesús, lo persiguió, juzgó y condenó con desenfreno. ¿Por qué? Porque el Señor Jesús nació en el seno de una familia corriente, era uno más entre el populacho y no había recibido la supuesta educación, impacto o influencia de los escribas y fariseos. A ojos de Pablo, esa persona no era digna de llamarse Cristo. ¿Por qué no? Porque tenía una identidad humilde, una condición social no muy buena y pertenecía a la clase más baja de la sociedad humana, así que no era digno de llamarse Cristo ni el Hijo del Dios vivo. Debido a esto, Pablo se atrevió a esforzarse al máximo para resistirse al Señor Jesús, usó su influencia y su carisma y también recurrió al Gobierno para condenarlo y resistirse a Él, desmantelar Su obra y arrestar a Sus seguidores. Mientras se resistía al Señor Jesús, Pablo creía que defendía la obra de Dios, que sus acciones eran rectas, como lo era la fuerza a la que representaba. Pensaba que se estaba oponiendo a una persona corriente, no a Dios. Precisamente por considerar que el origen de Cristo era inferior y no era especial, por eso mismo se atrevía a juzgar y condenar a Cristo sin escrúpulos ni prudencia, y se sentía especialmente en paz y firme en su corazón respecto a sus acciones. ¿Qué clase de criatura era? Aunque ni siquiera se diera cuenta de que el Señor Jesús era la encarnación de Dios ni supiera que Sus sermones y palabras procedían de Él, ¿merecía una persona tan corriente ese ataque tan brutal? ¿Merecía una agresión tan maliciosa? ¿Merecía que Pablo se inventara rumores y mentiras para engañar a los demás y competir con Él por las personas? ¿Acaso no carecían de base las mentiras de Pablo? ¿Afectaban cualquiera de las acciones del Señor Jesús a los intereses o el estatus de Pablo? No. El Señor Jesús predicaba y daba sermones entre las clases más bajas y, al mismo tiempo, bastante gente lo seguía. Era un mundo completamente diferente al del entorno de vida de una persona como Pablo, ¿por qué este persiguió entonces al Señor Jesús? Así se manifiesta su esencia de anticristo. Pensaba: “No importa lo geniales, correctos o aceptados que sean tus sermones, si yo digo que no eres cristo es que no lo eres. Si no me gustas, te voy a perseguir, te acusaré de manera arbitraria y te haré pagar”. Como estas cosas que poseía Cristo dentro de Su humanidad normal no satisfacían los requisitos de Pablo ni las hacía ni poseía en conformidad con las nociones y figuraciones de este, los anticristos como Pablo eran capaces de juzgar, negar y condenar a Cristo sin ningún escrúpulo. ¿Qué pasó al final? Después de que el Señor Jesús lo derribara, Pablo finalmente reconoció: “¿Quién eres, Señor?”. El Señor Jesús dijo entonces: “Yo soy Jesús, a quien tú te resistes”. A partir de entonces, Pablo dejó de creer que Jesús fuera una persona corriente o alguien que no era como Cristo debido a Su origen humilde. ¿Por qué? Porque la luz del Señor Jesús podía cegar a la gente, Él tenía autoridad y Sus palabras eran capaces de derribar a las personas y fulminar sus almas. Pablo pensó para sí: “¿Podría esta persona llamada Jesús ser dios en realidad? ¿Podría ser el hijo del dios vivo? Puede derribar a la gente, así que debe ser dios. Pero una cosa: aquel que derriba a la gente no es esta persona corriente a la que llaman cristo, sino el espíritu de dios. Por tanto, pase lo que pase, mientras te llames Jesús no me voy a inclinar ante ti para idolatrarte. Solo idolatro al dios en el cielo, al espíritu de dios”. Después de que lo derribara, Pablo pensó algo. Aunque era malo que lo derribara, le había hecho darse cuenta de que una persona llamada cristo tenía una identidad especial y que convertirse en cristo era un gran honor, y que cualquiera que se convirtiera en cristo podría convertirse en el hijo del dios vivo, acercarse a dios y cambiar su relación con él, convertir a esa persona corriente en especial y transformar su identidad en la del hijo de dios. Pensó: “Aunque tú, Jesús, eres el hijo del dios vivo, ¿qué tiene eso de impresionante? Tu padre era un carpintero pobre y tu madre un ama de casa corriente. Te criaste entre el pueblo llano y la condición social de tu familia era baja, además de que tú mismo no cuentas con habilidades especiales. ¿Has predicado alguna vez en un templo? ¿Te reconocen los escribas y fariseos? ¿Qué educación has recibido? ¿Poseen tus padres un alto nivel de conocimiento? No tienes nada de esas cosas, sin embargo, sigues siendo el hijo del dios vivo. Por tanto, puesto que tengo un nivel tan alto de conocimiento y me relaciono con las personas en la alta sociedad y mis padres son muy intelectuales y educados, y proceden de cierto contexto, ¿no me resultaría fácil convertirme en cristo?”. ¿Qué insinuaba? “Si alguien como Jesús puede ser cristo, ¿acaso yo, Pablo, no soy incluso más capaz de ser cristo, el hijo del dios vivo, ya que soy tan extraordinario, carismático, entendido y poseo un estatus social alto? Cuando Jesús estaba vivo, se limitó a predicar, leer las escrituras, difundir el camino del arrepentimiento, caminar por todas partes, curar a la gente de sus enfermedades, expulsar demonios y dar muchas señales y hacer muchos prodigios. Eso es todo, ¿verdad? Después de eso, se convirtió en el hijo del dios vivo y ascendió al cielo. ¿Qué tiene eso de difícil? Yo, Pablo, estoy lleno de conocimiento y tengo un estatus social y una identidad nobles. Si camino más entre las personas, como hizo Jesús, aumento mi fama, logro más seguidores y beneficio a más gente, y si puedo soportar sufrimientos, pagar el precio, bajar de condición social, predicar más sermones, hacer más obra y ganar a más gente, ¿no cambiaría entonces mi identidad? ¿No me trasformaré de hijo del hombre a hijo de dios? ¿No es cristo el hijo de dios? ¿Qué tiene de complicado ser cristo? ¿No es cristo el hijo del hombre que nació de un ser humano? Si Jesús se pudo hacer cristo, ¿por qué no yo, Pablo? ¡Es muy fácil! Hiciera lo que hiciera Jesús, eso haré yo; dijera lo que dijera, eso diré; si caminó entre la gente, haré lo mismo. ¿No poseeré entonces la misma identidad y posición que Jesús? ¿No cumpliré los requisitos para que dios me apruebe, tal como los cumplió Jesús?”. Por consiguiente, no es difícil ver a partir de las cartas de Pablo cuál era su comprensión y percepción de la identidad de Jesús. Creía que el Señor Jesús era una persona ordinaria que mediante la obra y el pago del precio, y, sobre todo, después de ser crucificado, obtuvo la aprobación del Padre celestial y se convirtió en el Hijo del Dios vivo, que Su identidad cambió más adelante. Así, la gente como Pablo nunca reconoce en su mente a Jesús como el cuerpo carnal que viste Dios en la tierra, como la encarnación de Dios entre la humanidad. Nunca reconocen la esencia de Cristo.

Los anticristos actuales son como Pablo. Para empezar, comparten los mismos pensamientos, ambiciones y métodos, así como una cosa más: el rasgo común de la estupidez. ¿De dónde proviene esta estupidez? De sus ambiciones y deseos. Cuando los anticristos miran la encarnación de Dios, da igual desde qué ángulo, no logran percibir la esencia de Dios en Cristo. La miren como la miren, no pueden ganar la verdad ni entender el carácter de Dios a partir de esa encarnación. La miren como la miren, siempre creen que Cristo es una persona corriente. Creen que si cristo hubiera descendido directamente del cielo para que todos lo vieran, él no sería corriente; creen que si cristo no tuviera en absoluto un origen ni un contexto y hubiera aparecido de la nada entre la gente, ¡eso sería muy inusual y extraordinario! Las cosas que la gente no puede comprender, que son extraordinarias, son exactamente las que satisfacen las ambiciones, los deseos y la curiosidad de los anticristos. Seguirían antes a un cristo como ese que a una persona corriente que puede expresar la verdad y concederles la vida. Precisamente porque Cristo nació de los seres humanos y de veras es una persona corriente —una persona normal, práctica, que no atrae mucha atención ni habla de una manera que sacude los cielos y la tierra—, cuando los anticristos lo han observado durante un tiempo, creen que no hay nada de especial en todo lo que hace Cristo. Después de hacer un compendio de algunos patrones, empiezan a imitar a Cristo. Imitan Su tono, Su manera de hablar y Su entonación. Algunos incluso imitan las palabras concretas que usa, hasta los sonidos que hace al respirar y toser. Hay quienes preguntan: “¿Se debe esta imitación a la ignorancia?”. No. ¿Cuál es la causa? Cuando los anticristos ven a una persona tan corriente como Cristo, alguien que dice palabras tan normales, posee tantos seguidores y al que mucha gente se somete, ¿no surgen en el fondo de su corazón algunos pensamientos respecto a este asunto? ¿Se regocijan por Dios, se sienten felices por Él y lo alaban o bien se sienten indignados, resentidos, hostiles, envidiosos y celosos? (Envidiosos y celosos). Piensan: “¿Cómo te has convertido tú en dios? ¿Por qué no soy yo dios? ¿Cuántos idiomas sabes hablar? ¿Eres capaz de dar señales y hacer prodigios? ¿Qué puedes aportar a la gente? ¿Qué dones y talentos posees? ¿Qué habilidades tienes? ¿Cómo lograste que tanta gente te siguiera? Si tus habilidades fueron lo único que hizo falta para que tanta gente te siguiera, me seguirán todavía más a mí con las que yo poseo”. Así pues, los anticristos quieren concentrar sus esfuerzos en esto. Por tanto, coinciden plenamente con la opinión de Pablo de que convertirse en cristo es un sueño alcanzable.

Cuando Dios le dice a la gente que sean humanos y seres creados obedientes, los anticristos sienten un especial desprecio por estas palabras, aseguran: “Todo lo que dice dios es bueno y correcto, pero que no se nos permita convertirnos en cristo es un error. ¿Por qué no se puede convertir la gente en cristo? ¿Acaso cristo no es solo alguien con la vida de dios? Por tanto, si aceptamos sus palabras, recibimos su riego y pastoreo y poseemos la vida de dios, ¿no podemos convertirnos también en cristo? Eres una persona corriente nacida de humanos, igual que nosotros. ¿Qué base hay para que tú seas cristo pero nosotros no podamos serlo? Además, ¿no te convertiste en cristo con cierta edad? Si sufrimos y pagamos el precio, leemos más de sus palabras, poseemos la vida de dios, decimos las mismas palabras que él dice, hacemos lo que él quiere hacer y lo emulamos, ¿no podemos convertirnos también en cristo? ¿Qué tiene de complicado?”. A los anticristos no les contenta seguir a Cristo y convertirse en simples seguidores de Cristo ni ser seres creados bajo el dominio del Creador. Sus deseos y ambiciones los apremian: “No seas una persona corriente. Seguir y obedecer a cristo a cada momento es una manifestación de incompetencia. Más allá de las palabras de cristo y de las promesas de dios, debes tener aspiraciones más altas, como esforzarte por convertirte en un hijo de dios, el primogénito, cristo mismo, para que dios haga un gran uso de ti o seas un pilar en su reino. ¡Qué objetivos más grandes e inspiradores!”. ¿Qué te parecen estas ideas? ¿Merece la pena promoverlas? ¿Son algo que la gente normal debe poseer? (No). Los anticristos tienen esta clase de comprensión de la identidad y esencia de Cristo y por eso precisamente no se toman en serio sus palabras y acciones de resistirse, juzgar, verificar, negar y condenar a Cristo. Piensan: “¿Por qué iba a dar miedo juzgar a una persona? Solo eres una persona, ¿no? Admites que tú eres una persona, ¿qué tiene de malo que te juzgue, te evalúe o te condene? ¿Qué tiene de malo que yo te vigile o te estudie? ¡Soy libre de hacer estas cosas!”. No consideran esto resistirse a Dios ni oponerse a Él, lo cual es un punto de vista muy peligroso. Así pues, muchos anticristos se han opuesto a Cristo de esta manera durante 20 o 30 años, en su corazón siempre han competido contra Él. Seré sincero: eres libre de hacer lo que haces, pero si como seguidor de Dios tratas a Dios encarnado sin ningún escrúpulo, entonces una cosa es cierta y es que no solo se lo estás haciendo pasar mal a una persona, sino que clamas abiertamente contra Dios y te pones en Su contra: te posicionas en contra de Él. Cualquier cosa que afecte a la esencia, el carácter, las acciones y en especial a la encarnación de Dios tiene relación con los decretos administrativos. Si tratas a Cristo sin ningún escrúpulo y lo juzgas y lo condenas de esa manera, permíteme que te diga que tu desenlace ya está fijado. No esperes que Dios te salve. Dios no puede salvar a alguien que clama abiertamente contra Él y se erige sin escrúpulos en Su contra. Esa persona es un enemigo de Dios, es un Satanás y un diablo y Dios no la va a salvar. Apresúrate y acude a quien creas que pueda salvarte. La casa de Dios no te va a retener, sus puertas están abiertas de par en par. Si crees que Pablo puede salvarte, acude a él; si crees que puede hacerlo un pastor, vete con él. Sin embargo, una cosa es cierta; Dios no va a salvarte. Eres libre de hacer lo que quieras, pero Dios es libre de salvarte o de no hacerlo y Él tiene la última palabra. ¿Cuenta Dios con este poder? ¿Posee tal dignidad? (Sí). Dios encarnado vive entre los humanos, da testimonio de que Él es Cristo, viene a hacer la obra de los últimos días. Algunos reconocen la esencia de Dios y lo siguen de todo corazón y lo tratan y se someten a Él como Dios. Otros quieren resistirse a Él con terquedad hasta el final: “Da igual cuánta gente crea que eres cristo, yo no me lo creo. Da igual lo que digas, no voy a considerar de todo corazón que eres dios. Solo cuando vea que dios habla realmente y da testimonio de ti, cuando el dios en el cielo me diga personalmente con una voz atronadora: ‘¡Esta es mi encarnación, mi amado, mi querido hijo!’, te reconoceré y te aceptaré como dios. Solo te aceptaré cuando yo mismo lo oiga y vea al dios en el cielo hablar y dar testimonio de ti, ¡de otro modo es imposible!”. ¿Acaso no son anticristos estas personas? Cuando de veras llegue ese día, aunque reconozcan a Cristo como Dios, será su día de castigo. Se resistieron a Dios, clamaron contra Él y se mostraban hostiles hacia Él en todo momento, ¿es posible descartar estas acciones de un plumazo? (No). Por tanto, aquí hay una afirmación que es cierta, que Dios pagará a cada persona conforme a sus acciones. Estas personas no solo afrontarán la retribución, sino que tampoco oirán a Dios dirigirse a ellos en persona. ¿Lo merecen? Dios desea dar testimonio de Él mismo a los humanos, aparecerse ante ellos y ante los auténticos seres creados, revelar Su persona real y hablar y hacer declaraciones. No se les aparece a los diablos ni les habla ni les hace declaraciones. Por tanto, los anticristos nunca tendrán la ocasión de ver la persona real de Dios ni de oír Sus palabras y declaraciones con sus propios oídos. Nunca contarán con esta oportunidad. ¿Lo pasarán mal entonces en el futuro? (Sí). ¿Por qué? Los anticristos, estos seres desvergonzados, se oponen a Dios y claman contra Él continuamente y desprecian, condenan e incluso se burlan de todo lo que Él hace. Así pues, ¿cómo los va a tratar Dios? ¿Los tratará con amabilidad y los perdonará? ¿Los bendecirá? ¿Les entregará Su promesa? ¿Los salvará? En la práctica, ¿pueden esas personas recibir el esclarecimiento y la guía de Dios? En esta vida, no recibirán el esclarecimiento ni la iluminación de Dios, así como tampoco Su reprensión y disciplina ni Su provisión para su vida. No se salvarán y, en el mundo venidero, pagarán durante toda la eternidad un elevado precio por sus malas acciones. Este es su desenlace. Los anticristos obtendrán el mismo resultado que Pablo.

B. Cómo consideran los anticristos la normalidad y practicidad de Cristo

Acabamos de compartir y diseccionar la primera manifestación de que los anticristos niegan la esencia de Cristo, que es la forma en que consideran los anticristos el origen de Cristo, qué puntos de vista y comprensiones tienen y qué acciones emprenden. Hemos diseccionado las diversas manifestaciones de los anticristos para identificar la esencia de tales personas. En cuanto a otro aspecto de Cristo, Su normalidad y practicidad, ¿qué puntos de vista tienen los anticristos, qué acciones realizan y qué actitudes y esencias exhiben? A continuación, vamos a diseccionar la segunda manifestación de que los anticristos niegan la esencia de Cristo, que es cómo consideran los anticristos la normalidad y practicidad de Cristo. En lo que respecta a normalidad y practicidad, la mayoría de la gente debe tener ciertas ideas y comprensiones. Por ejemplo, no beber agua ni comer durante tres días, pero no sentir hambre ni sed, y, de hecho, sentirse físicamente más fuerte y con más energía que antes. ¿Cuenta esto como normalidad y practicidad? La gente normal se cansa tras caminar cuatro o cinco kilómetros; si Cristo no se cansa ni cuando camina 40 kilómetros, no le duelen los pies y parece incluso más ligero que el viento, con más energía, ¿se puede considerar esto normal y práctico? Si Cristo no se constipa cuando pasa frío y nunca se pone enfermo en ninguna circunstancia; si Sus ojos pueden emitir una luz que es varias docenas de veces más fuerte que cualquier luz intensa a la que alguien se exponga y no se le cansa la vista ni padece de miopía aunque pase muchas horas delante del ordenador; si no le deslumbra la luz del sol por mucho rato que la mire ni necesita una linterna cuando camina de noche, aunque los demás sí requieran de ella; y si Sus ojos se vuelven más brillantes a medida que transcurre el día, ¿se considera a esto normalidad y practicidad? Nada de esto lo es, se trata de un conocimiento común con el que la gente entra a menudo en contacto. La normalidad y la practicidad significan tener sed cuando no bebes agua durante mucho tiempo, sentirte cansado después de hablar mucho, que te duelan los pies tras caminar largo rato y estar apenado y derramar lágrimas al oír noticias tristes y desoladoras. Esto es normalidad y practicidad. Por tanto, ¿cuál es exactamente la definición precisa de normalidad y practicidad? La definición de normalidad y practicidad es la de aquello que se ajusta a las necesidades normales y a los instintos de la carne y no supera este margen. Lo que se ajusta a las capacidades y al ámbito de la humanidad normal, a la racionalidad y las emociones de esta, es decir, a la felicidad, la rabia, la pena y la alegría, entra en el ámbito de la normalidad y la practicidad. Cristo es el cuerpo carnal que viste Dios en la tierra; Él, como cualquier persona normal, tiene un discurso y un comportamiento normales, una rutina de vida y un horario normales. Si no duerme durante tres días con sus noches, tendrá sueño y deseará dormir incluso de pie; si no come en todo el día, tendrá hambre; y si camina durante mucho tiempo, se encontrará fatigado y nada le gustaría más que poder descansar pronto. Por ejemplo, yo también me siento cansado después de reunirme y compartir con vosotros tres o cuatro horas y necesito descansar. Esta es la normalidad y practicidad de la encarnación, se ajusta por completo a las características de la carne y a las diversas manifestaciones e instintos de la humanidad normal, no tiene nada de sobrenatural. Por tanto, un cuerpo carnal así tiene muchas manifestaciones y revelaciones de humanidad y el estilo y la rutina de vida externos de la humanidad de esta encarnación no difieren de los que manifiesta y revela cualquier persona normal y corriente, son exactamente los mismos. Dios creó a la especie humana y la encarnación de Dios posee las mismas características y los instintos vitales prácticos y normales que la especie humana. Él no tiene nada de sobrenatural. Los humanos no pueden atravesar paredes ni puertas cerradas y lo mismo sucede con Dios encarnado. Hay quien dice: “¿No eres tú dios encarnado? ¿No eres cristo? ¿No posees la esencia de dios? ¿De verdad te limita una puerta cerrada? Deberías ser capaz de atravesar puertas cerradas. La gente se cansa tras caminar cinco kilómetros, pero tú no deberías cansarte ni aunque anduvieras 40 kilómetros; la gente come tres veces al día, pero tú deberías poder pasarte 30 días sin hacerlo, comer solo cuando te venga en gana y no hacerlo si no, y aun así ser capaz de predicar en las reuniones y vivir más animadamente que otros. Enfermar forma parte de la vida humana, pero tú no deberías hacerlo. Como eres cristo, debería haber una parte de ti que difiera de la gente corriente, solo entonces serás digno de que se te llame cristo, es lo único que probaría que posees la esencia de dios”. ¿Es esto correcto? (No). ¿Qué tiene de incorrecto? Se trata de nociones y figuraciones humanas, no de la verdad.

Dios encarnado es normal y práctico, todas las actividades que desempeña Su humanidad normal, así como Su vida, discurso y conducta diarios, son las realidades de las cosas positivas. Desde el comienzo, cuando Dios creó a los humanos, los dotó de estos instintos normales, prácticos; por tanto, la encarnación de Dios, de igual modo, nunca contravendría estas leyes. Esta es la razón y la base por la que la normalidad y la practicidad de Cristo son cosas positivas. Dios creó a la humanidad y adaptó todos sus instintos y manifestaciones exactamente a Sus deseos. Dios les proporcionó a los seres humanos estos instintos y son estas las leyes de su vida cotidiana. ¿Haría Dios que Su encarnación contraviniera estas leyes de normalidad y practicidad? Está claro que Dios no haría eso. Dios creó a la especie humana y Él es también la esencia de la encarnación; provienen de la misma fuente, así que los principios y propósitos de sus acciones son también los mismos. Debido a las manifestaciones de normalidad y practicidad de Cristo, Él, de manera natural, parece una persona de lo más corriente a juicio de las masas. En muchas cosas, Él carece de los poderes de anticipación y previsión que la gente imagina que posee y no puede hacer que las cosas aparezcan o desaparezcan, como la gente imagina, y menos aún puede superar a las personas corrientes, exceder las capacidades e instintos de la carne ni llegar más allá del pensamiento normal de los humanos para hacer ciertas cosas de las que nadie es capaz, como la gente imagina. Al contrario que estas imaginaciones, para los seres humanos esta persona ordinaria no ha revelado ni manifestado ni un solo indicio de Dios desde el comienzo de Su obra hasta el presente. A simple vista, aparte de Su discurso y Su obra, los humanos no pueden observar indicios de Dios ni revelaciones de Su identidad y esencia en ninguna de Sus actividades humanas normales. Lo mire como lo mire la gente, Él siempre parece una persona corriente. ¿Por qué? La razón es única: lo que el ser humano ve es correcto, la encarnación de Dios es realmente una persona normal y práctica, un cuerpo carnal normal y práctico. Un cuerpo carnal que es en apariencia tan normal y práctico experimenta la persecución y la búsqueda del gran dragón rojo igual que otras personas, sin un lugar donde descansar ni adonde ir. En esto Él no difiere de ningún otro humano ni es una excepción. Mientras experimenta esa persecución, también se esconde cada vez que le es posible; no puede volverse invisible ni escapar bajo tierra, no posee poderes sobrenaturales para evadirse de estos peligros. Lo único que puede hacer es obtener información sobre ellos por adelantado y luego apresurarse a escapar. Al enfrentarse a situaciones peligrosas, la gente se siente nerviosa y asustada, ¿creéis que Cristo siente miedo? ¿Pensáis que se pone nervioso? (Sí). Estáis en lo cierto, ¿cómo lo sabéis? (Cualquier persona normal se pondría nerviosa en esa situación). Eso es. Lo habéis expresado muy bien. Entendéis de verdad la normalidad y la practicidad, habéis entendido esto a la perfección. Cristo también se sentirá nervioso y asustado en estas situaciones, pero ¿mostrará cobardía? ¿Le aterrorizará el partido en el poder? ¿Transigirá con él? No. Solo se pondrá nervioso y tendrá miedo y deseará escapar rápidamente de esta guarida de demonios. Todas estas son manifestaciones de la normalidad y practicidad de Cristo. Por supuesto, hay bastantes más manifestaciones de la normalidad y practicidad de Cristo, como que a veces sea olvidadizo, no recuerde el nombre de alguien si hace mucho que no lo ve y cosas así. La normalidad y la practicidad son meras características, instintos, señales y marcadores de una persona normal y corriente. Precisamente porque Cristo posee una humanidad normal y práctica, instintos de supervivencia y todas las características de la carne, es por lo que puede hablar y obrar con normalidad, relacionarse con normalidad con las personas, conducirlas de una manera normal y práctica y también guiarlas y asistirlas para que desempeñen sus deberes de una manera normal y práctica. Precisamente por la normalidad y practicidad de Cristo, todos los seres humanos sienten en mayor medida la practicidad de la obra de Dios, se benefician y reciben ganancias más tangibles y ventajosas de ella. La normalidad y practicidad de Cristo son rasgos de la humanidad normal, son necesarias para que Su encarnación participe en toda la obra, las actividades y la vida humana normales. Es más, son algo que necesitan todos aquellos que siguen a Dios. Sin embargo, los anticristos no entienden la normalidad y practicidad de Dios de este modo. Los anticristos creen que Cristo es solo una persona corriente porque es normal y práctica y demasiado similar a un ser humano, lo cual significa que no es digno de llamarse el hijo de dios, la personificación de dios entre los humanos, ni tampoco cristo, pues es demasiado normal y práctico, tan práctico que nadie es capaz de percibir ni un indicio de dios ni de su esencia en él. Los anticristos dicen: “¿Puede un dios así salvar a las personas? ¿Es un dios semejante digno de llamarse cristo? ¡Este dios es demasiado diferente a dios! Carece de diversos elementos de las nociones humanas de dios, como son, en primer lugar, ser sobrenatural, extraordinario y misterioso; en segundo lugar, tener superpoderes y la capacidad de exhibir un inmenso poder; tercero, tener una apariencia semejante a Dios, poseer Su identidad, dignidad y esencia, entre otras cosas. Si no se puede observar en él ninguno de estos elementos, ¿cómo puede ser dios? ¿El hecho de que diga unas cuantas palabras y lleve a cabo un poco de obra significa que sea dios? Entonces, convertirse en dios es demasiado fácil, ¿verdad? ¿Cómo puede un cuerpo carnal normal y corriente ser dios?”. Esto es algo que los anticristos no van a aceptar nunca.

Mientras padecía la persecución del gran dragón rojo en la China continental, Yo, junto a varios hermanos y hermanas, debíamos escondernos a menudo dondequiera que fuésemos, carecíamos de libertad personal. A veces, al tener noticias de que había peligro, teníamos que salir corriendo rápidamente. En estas circunstancias, nadie de los que me acompañaban se sintió débil. ¿Por qué razón? ¿Eran estúpidos? ¿Eran simples? No, es que habían reconocido con firmeza la esencia de Dios encarnado. No solo es que no albergaran nociones ni condenaran la normalidad y practicidad de Cristo, sino que además mostraban consideración y entendimiento hacia estas cualidades y las comprendían de la manera correcta. Fuera cual fuera el sufrimiento que padeciera Cristo, ellos lo sufrían junto a Él y por mucha persecución y búsqueda que Cristo experimentara, ellos lo seguían sin quejarse, no caían en la debilidad a causa de estas circunstancias. Cuando iba a ciertos lugares, algunos individuos —al saber que había huido a toda prisa para evitar ambientes peligrosos y que era muy probable que no existiera otro lugar donde pudiera quedarme ni nadie que me acogiera— pensaban para sus adentros: “¡Uf! Aseguras ser cristo, la encarnación de dios, sin embargo, mira el lamentable estado en el que te encuentras. ¿Cómo vas a ser apto para ser cristo? ¿En qué te pareces a él? ¿Crees que puedes salvar a los demás? ¡Deberías darte prisa y salvarte primero a ti mismo! ¿Seguirte puede acarrear bendiciones? ¡Eso parece imposible! ¿Cómo van a salvar tus palabras a los demás si no pueden salvarte a ti? Mírate ahora, ni siquiera tienes adonde ir y has de pedirnos ayuda a nosotros, los humanos, a gente poderosa. Si eres dios, no deberías dar tanta pena. Si eres dios encarnado, ¡deberías disponer de un sitio al que llamar tu hogar!”. Por tanto, las personas así no llegan nunca a dilucidar este asunto. Si un día ven que el evangelio del reino se difunde en el extranjero, que muchas personas de diversos países lo aceptan y ven que el gran dragón rojo ha caído, que los seguidores de Dios van con la cabeza alta y ya no los persiguen, que gobiernan y ostentan el poder sin que nadie se atreva a intimidarlos, seguro que cambian por completo su típica actitud y ya no albergan nociones sobre que Dios reine en la carne. ¿Por qué se produciría un cambio tan repentino? Estos individuos solo confían en lo que ven con sus ojos, no creen que las palabras de Dios sean la verdad, que Él sea todopoderoso o que todo lo que diga vaya a ocurrir. ¿Cree esa gente en Dios? ¿En qué creen? (En el poder). ¿Tiene poder Cristo? Entre la humanidad corrupta, Cristo no tiene poder. Algunas personas dicen: “¿No tiene autoridad dios? Si la esencia de cristo es dios, ¿por qué no posee la autoridad de dios? La autoridad es mucho más grande que el poder, así que, ¿no debería tener también poder?”. ¿Cuál es el objetivo de la obra de Dios encarnado? ¿Cuál es el deber de Dios encarnado? ¿Es acaso ostentar poder? (No). Así pues, como cualquier persona normal, sufre el rechazo, los insultos, las calumnias y la hostilidad de este mundo. Cristo ha de soportar todas estas cosas, no se libra de ellas.

Aquellos que persiguen la verdad con sinceridad no solo carecen de nociones sobre la normalidad y practicidad de Cristo, al contrario, también ven la hermosura de Dios en estas cualidades y obtienen un mejor entendimiento de la verdadera esencia de Dios y del Creador a través de ellas. Su entendimiento de Dios se vuelve más profundo, práctico, auténtico y preciso. En contraste, los anticristos se sienten a menudo poco dispuestos a seguir a Cristo de esta manera debido a toda Su normalidad y practicidad, piensan que carece de habilidades sobrenaturales y no destaca entre la gente corriente y además experimenta los mismos entornos de vida que la especie humana. Los anticristos no solo son incapaces de aceptar todo esto felizmente y de entender el carácter de Dios a partir de ello, además lo condenan y se protegen de ello y, es más, lanzan acusaciones al respecto. Por ejemplo, cuando alguien hace algo que va en contra de los principios, si no pregunto y nadie me habla de ello, no me voy a enterar. ¿Acaso no es esta una manifestación que recae dentro del ámbito de la normalidad y practicidad? (Sí). Aquellos que poseen una comprensión correcta y una humanidad normal me explicarían el asunto a fondo y con claridad y luego me permitirían encargarme de ellos como creyera oportuno. Los anticristos hacen justo lo contrario, me observan con sus ojos y me tientan sonsacándome las cosas. Luego piensan para sus adentros: “Como no sabes de este tema, es fácil ocuparse de él. Tenía preparada una intriga para encargarme de ti en caso de que te enteraras y otra distinta en caso de que no. Si se tratara de un problema importante, haría que pareciera menor para luego reducirlo a la nada total, que no te enteraras y el asunto acabara en el olvido. Como no tienes ni idea de este asunto, no hace falta que sepas nada al respecto ni has de saberlo de ahora en adelante. Me encargaré de ello. Cuando cierto día te acabes enterando, ya se habrá desarrollado como yo pretendo, ¿y qué me vas a poder hacer entonces?”. ¿Quién trata a Cristo de esta manera? ¿Son buenas personas? ¿Persiguen la verdad? ¿Poseen humanidad e integridad? (No). Hubo algunos líderes que hicieron ciertas cosas. Ascendieron de manera arbitraria en la iglesia a algunos individuos, despilfarraron las ofrendas y realizaron compras excesivas e indiscriminadas, y por mucho dinero que gastaran o muchas cuestiones importantes que surgieran, no dijeron ni una palabra al respecto. Fui allí muchas veces y nunca me consultaron ni me preguntaron acerca de tales asuntos, se limitaron a tomar decisiones por su cuenta. Tampoco me permitieron realizar comprobaciones y tuve que sacarles información a la fuerza. Me trataban como a un extraño: “Ya que estás aquí, nos limitaremos a informarte y a explicarte lo que ves delante de ti. En cuanto a lo que hemos hecho a tus espaldas, más vale que no se te ocurra tratar de averiguar nada. No vamos a permitir que intervengas ni hagas indagaciones”. No importa cuántas veces los visitara, nunca me permitieron hacer indagación alguna. Como temían que pudiera empezar a hacer preguntas, ocultaron la verdad a conciencia por medio de palabras falsas y bonitas, incurrieron en el engaño. Conspiraban, alcanzaban consensos e intercambiaban miradas significativas entre ellos; eran un frente unido y no informaban de los problemas de los demás, se protegían unos a otros. Cuando me enteré de lo que hacían a Mis espaldas y quise que rindieran cuentas, siguieron protegiéndose mutuamente, no dijeron quién era responsable, se hicieron los tontos y me hablaron con juegos de palabras. ¿Qué error cometieron? Pensaron: “Aparte de su pensamiento simple y normal y su humanidad normal y corriente, cristo, esta persona común, no tiene nada de lo que jactarse ni poderes extraordinarios. Ya que esto es así, podemos hacer algunos pequeños movimientos a tus espaldas y sentirnos cómodos cuando nos embarcamos en nuestras propias iniciativas. Controlamos el dinero de la iglesia, así que vamos a comprar lo que queramos. Cuando sea necesaria una firma, no hace ninguna falta que busquemos, podemos autorizar las compras de manera arbitraria, sin que sea necesario revisarlas, y gastar dinero a la ligera. ¿Acaso cristo no es dios? ¿Puedes controlar estas cosas? Haremos lo que nos apetezca, salvo cuando estés por aquí, ¡el resto del tiempo todo esto son nuestros dominios!”. ¿Cómo trataban la normalidad y practicidad de Cristo? ¿Acaso no lo consideraban alguien fácil de intimidar? Pensaban: “Mientras poseas humanidad normal, no nos da miedo intimidarte. Si no posees una humanidad sobrenatural, no te tenemos miedo”. ¿Qué clase de personas eran? Si se las juzgara en términos de humanidad, ¿se las consideraría buenas personas? ¿Se consideraría que son personas con moral y humanidad? ¿Se las consideraría personas que poseen una noble integridad? ¿Qué eran en realidad? ¿Acaso no eran una banda de rufianes? ¿A quién representaban cuando trabajaban en la casa de Dios? Ni siquiera representaban a los seres humanos, sino a Satanás. Hacían cosas por Satanás, eran sus lacayos y cómplices; estaban aquí para perturbar y destruir la obra de la casa de Dios, no cumplían su deber, sino que cometían maldades. ¿En qué se diferenciaba este grupo de cómplices de Satanás del gran dragón rojo que captura, persigue y maltrata al pueblo escogido de Dios? El gran dragón rojo ve que la encarnación de Dios es solo una persona corriente, que, no da ningún miedo, así que trata de manera arbitraria de capturarlo y, una vez lo haya conseguido, intentará matarlo. ¿No tratan a Cristo de la misma manera estos cómplices de Satanás, estos anticristos? ¿Acaso su esencia no es la misma? (Sí). ¿Cómo consideraban a Cristo según sus creencias? ¿Creían en Él como Dios o como humano? Si consideraran a Cristo como a Dios, ¿lo tratarían de esa manera? (No). Solo hay una explicación. Veían a Cristo como a un humano, alguien al que podían, con indiferencia, juzgar y engañar como si nada, jugar con Él, burlarse de Él y tratarlo a su antojo; esto significa que eran muy atrevidos. Si catalogamos a esta gente tan audaz, ¿se la puede colocar en la categoría y grupo de los seres creados, del pueblo escogido de Dios, de Sus seguidores, de aquellos a los que Él puede perfeccionar y a los que puede salvar? (No). ¿Dónde se debería colocar a esta basura? En el bando de Satanás. A los de este grupo se los clasifica como anticristos. Trataron a Cristo como a una persona corriente y se comportaron de manera obstinada e imprudente y ejercieron el poder absoluto dentro del ámbito de su influencia, pensaban: “Da igual de qué problema se trate, mientras no busque de ti ni te informe al respecto, no tienes derecho a interferir y nunca te vas a enterar”. Decidme, ¿tiene derecho Cristo a encargarse de ellos? (Sí). ¿Cuál sería la manera adecuada de hacerlo? (Expulsarlos de la iglesia). Así es como se ha de lidiar con los anticristos y los satanases; no se debe mostrar clemencia. Cuando la gente así cree en Dios, independientemente de lo que Él haga, de cómo provea a la gente de la verdad o de qué obra lleve a cabo, ellos no le prestan atención alguna. Si carecen de poder, piensan en maneras de obtenerlo y, una vez que lo ostentan, buscan ponerse al mismo nivel que Cristo, repartirse el mundo con Él, competir para ver quién es superior y pugnar con Él por el estatus. Dentro del ámbito de su influencia, quieren desafiar a Cristo y dicen: “Quiero ver qué palabra tiene más peso, la tuya o la mía. Esta iglesia es mi territorio; gastaré el dinero en ella como yo desee, compraré lo que quiera y me encargaré de los asuntos como me plazca. Quien yo decida que no es bueno, es que no es bueno. Usaré a quien yo quiera y a nadie le está permitido tocar a aquellos que yo elija emplear. Si alguien lo hace, no dejaré pasar nunca el asunto; aunque sea dios el que tenga intención de hacerlo, ¡no lo voy a consentir!”. ¿No es esto cortejar a la muerte?

Si la gente llega a entender mejor la hermosura de Dios y a obtener un entendimiento más claro y preciso de la practicidad y esencia de Dios por medio de la humanidad normal y práctica de Dios encarnado, entonces se trata de personas que persiguen la verdad y de aquellos que poseen humanidad. Sin embargo, algunas personas no consideran a Cristo como Dios debido a Su lado normal y práctico. Se muestran más insolentes y atrevidos ante Él, se sienten envalentonados para actuar con mayor libertad y les invaden más pensamientos relacionados con superar a Cristo y controlar al pueblo escogido de Dios. Sienten que tienen capital con el que despreciar a Cristo y competir con Él, y que cuentan con pruebas a partir de las que considerar a Cristo un humano. Piensan que después de obtener estas pruebas no han de temer a Cristo y que pueden criticarlo con libertad, conversar y reír con Él distendidamente y colocarse a Su mismo nivel, así como comentar con Él sus cuestiones domésticas y sus preocupaciones personales. Los hay que incluso dicen: “He compartido contigo lo que pienso en mi interior, mis debilidades y mis actitudes corruptas, así que háblame de tu estado. Te he hablado de mis experiencias anteriores y posteriores a creer en Dios y acerca de cómo acepté su obra, así que comparte conmigo tus experiencias”. ¿Qué pretenden? ¿Acaso no ven a Dios encarnado como demasiado normal y corriente y desean convertirlo en un miembro de su familia, un colega, un amigo o un vecino? Con independencia de lo normal y práctico que sea Cristo, Su esencia nunca va a cambiar. No importan Su edad o dónde nació, ni la comparación de Sus cualificaciones y experiencias con las tuyas; ya te parezca elevado o insignificante, nunca olvides que Él siempre será diferente a ti. ¿Por qué es así? Él es Dios, que vive en un cuerpo carnal en apariencia normal y práctico; Su esencia es eternamente diferente a la tuya; Su esencia es la del Dios supremo que siempre y para toda la eternidad se halla por encima de todo el género humano. No olvides esto. Visto desde fuera, parece una persona normal y corriente, se llama Cristo y tiene la identidad de Cristo, pero si lo consideras un humano según tus creencias y lo contemplas como a una persona corriente y un miembro de la humanidad corrupta, estás en peligro. La identidad y la esencia de Cristo nunca cambian. Su esencia es la de Dios, y Su identidad es siempre la de Dios. El hecho de que viva ataviado de un cuerpo carnal normal y práctico no significa que sea un miembro de la especie humana corrupta, tampoco que los humanos puedan manipularlo o controlarlo ni que puedan ser iguales que Él o competir con Él por poder. La gente que lo considera humano y lo valora conforme a maneras y ópticas humanas e intenta convertirlo en un amigo, un compañero, un colega o un oficial veterano, se coloca en una posición peligrosa. ¿Por qué es peligrosa? Si ves a Cristo como a un humano normal y corriente, empezarán a surgir tus actitudes corruptas. Desde el momento que consideres humano a Cristo, tus malas acciones empezarán a ponerse al descubierto. ¿No es esta la parte peligrosa? Mientras la gente vea a Cristo como humano y piense que Él es normal y práctico, que es fácil de engañar y que es igual que la especie humana, no le tendrá miedo a Dios y desde ese momento su relación con Él cambiará. ¿En qué se convierte dicha relación? Deja de ser la de un ser humano creado y el Creador, ya no es la de un seguidor y Cristo ni la del objeto de salvación y Dios, en cambio, se convierte en la relación de Satanás y el Soberano de todas las cosas. Las personas mantienen su oposición a Dios y se tornan Sus enemigos. Cuando contemplas a Cristo como humano, transformas además tu propia identidad ante Dios y tu valor a Sus ojos; destruyes por completo tus expectativas y tu destino con tu autocomplacencia, rebeldía, perversidad y arrogancia. Dios solo te reconocerá, te guiará y te concederá vida y la oportunidad de lograr la salvación siempre que seas un ser creado, un seguidor de Cristo y una persona que ha aceptado la salvación de Dios. En caso contrario, tu relación con Él cambiará. Cuando la gente ve como una persona a Dios, a Cristo, ¿están bromeando? La gente no suele considerar que esto sea un problema, piensan: “Cristo ha dicho que es una persona normal y corriente, ¿qué tiene de malo entonces tratarlo como tal?”. En realidad, no tiene nada de malo, pero conlleva graves consecuencias. Tratar a Cristo como a una persona te acarrea muchos beneficios. Por un lado, eleva tu posición, por otro, acorta la distancia entre Dios y tú y, además, no te mostrarás tan reservado en presencia de Dios, te sentirás relajado y libre. Poseerás tus derechos humanos, tu libertad y un sentido del valor de tu existencia y sentirás tu propia presencia; ¿acaso eso no es bueno? No tiene nada de malo tratar de esta manera a una persona real, demuestra que tienes dignidad e integridad. Un humano no debería inclinarse con tanta facilidad; la gente no se debe arrodillar, ceder ni admitir su inferioridad a la ligera ante cualquier persona; ¿no son estas las leyes de la supervivencia humana y las reglas de juego de los seres humanos? Muchos aplican estas leyes y reglas de juego en sus interacciones con Cristo. Eso implica problemas y es muy probable que ofenda el carácter de Dios. Esto es porque la esencia-naturaleza de todos los miembros de la humanidad, al margen de su raza, es la misma. Solo Cristo es diferente al género humano. Aunque Cristo parece tener normalidad y practicidad y posee los estilos de vida y rutinas de la humanidad normal y práctica, Su esencia es diferente a la de cualquier humano corrupto. Precisamente por esto, Él está capacitado para exigir que Sus seguidores lo traten de la manera que Él requiera. Aparte de Cristo, nadie está cualificado para usar estos métodos y criterios para imponer requisitos a las personas. ¿Por qué? Porque la esencia de Cristo es Dios mismo y porque Cristo, esta persona normal y corriente, es un cuerpo carnal normal con el que se viste Dios y Su encarnación entre los humanos. Si solo nos basamos en esto, considerar a Cristo como una persona es incorrecto y lo es incluso más tratarlo como tal; peor aún es engañarlo, jugar con Él y luchar contra Él como si se tratara de una persona. Los anticristos, esta pandilla de individuos perversos que detestan la verdad, siempre permanecen ajenos a este importante problema, a este claro error. ¿Por qué? Porque su esencia-naturaleza es la esencia de un anticristo. Se pelean con Dios en el reino espiritual, compiten con Él por estatus, nunca se dirigen a Él como a Dios ni lo tratan como tal. En la casa de Dios, repiten este comportamiento, tratan a Cristo de la misma manera. Sus ancestros trataban así a Dios, no es una sorpresa que no puedan evitar actuar de este modo. Ya que esto les resulta inevitable y se ha constatado su esencia-naturaleza, ¿puede todavía salvar Dios a estas personas? ¿Acaso no hay que echarlas y expulsarlas de la casa de Dios? ¿Es que no los va a rechazar todo el pueblo escogido de Dios? (Sí). ¿Aún tenéis nociones acerca de que la casa de Dios condene, eche y descarte a tales individuos? (No). ¿Son dignos de compasión? (No). ¿Por qué no? Son odiosos y detestables, por eso no merecen compasión.

C. Cómo consideran los anticristos la humildad y la ocultación de Cristo

Cómo consideran los anticristos la normalidad y practicidad de Cristo se manifiesta de muchas maneras y acabamos de exponer algunos ejemplos específicos. Concluiremos aquí nuestra charla acerca de este aspecto. En cuanto a otro aspecto de Cristo, Su humildad y ocultación, los anticristos aún exhiben su singular esencia-carácter y poseen las mismas manifestaciones y enfoques esenciales que hacia su manera de considerar la normalidad y practicidad de Cristo. Siguen sin poder aceptar estas cosas de Dios ni considerarlas positivas; en cambio, las desprecian, incluso se burlan de ellas y las condenan, y luego las niegan. Es una serie de tres partes: primero, observan, luego condenan y al final niegan. Todas ellas son acciones habituales de los anticristos y vienen determinadas por su esencia. ¿Qué son la humildad y la ocultación? No debería resultar complicado entenderlo en términos literales. Significa que a uno no le agrade alardear ni jactarse, que no llame la atención y mantenga el anonimato. Esto guarda relación con el carácter de Dios encarnado y la personalidad intrínseca de Dios. En virtud de las apariencias, a la gente no le debería resultar difícil darse cuenta de que Cristo no tiene ambición, no intenta hacerse con el poder ni tiene deseos de este, no toma prisionero el corazón de la gente ni estudia cómo se leen las mentes. Cristo habla con simplicidad, sencillez, claridad, sin usar palabras indiscretas ni trucos para sonsacarles a las personas sus verdaderos pensamientos. Si desean decir algo, pueden hacerlo; si no, Él no las obliga. Cuando Cristo desenmascara las actitudes corruptas y los diversos estados de la gente, habla de una manera directa y los señala con claridad. Además, la manera de Cristo de lidiar con las cosas es muy simple. Aquellos que se han relacionado conmigo deberían tener esta impresión y decir: “Eres bastante directo, no empleas tácticas para los asuntos mundanos. A pesar de tener estatus, no parece que te sientas superior en ningún grupo”. No cabe duda de que esta afirmación es acertada. No me agrada ser el centro de atención ni incrementar Mi fama delante de los demás. Si realmente careciera de este estatus y Dios no hubiera dado testimonio de Mí, es inherente a Mi personalidad permanecer en segundo plano, no desear que me vean, no querer que los demás se enteren siquiera de que tengo algunas habilidades especiales, porque si lo supieran, me seguirían a todas partes, lo cual resulta molesto y difícil de manejar. Por eso, vaya donde vaya, en cuanto la gente empieza a seguirme, procuro buscar la manera de alejarla, trato los asuntos cuando es necesario y, cuando no lo es, devuelvo a esas personas rápidamente al lugar que les corresponde para que hagan lo que deben hacer. Esto les resulta inconcebible a los corruptos: “¡Nosotros, los humanos, te amamos y te apoyamos mucho! ¡Estamos muy prendados de Ti! ¿Por qué no aceptas nuestro afecto?”. ¿A qué viene eso? Ya he dicho lo que te tenía que decir, te he ordenado lo que debía, así que ve a hacer lo que debes hacer, no revolotees a Mi alrededor, no me gusta. La gente piensa: “Dios, al haber hecho una obra tan grande, ¿no te sientes a menudo satisfecho contigo mismo? Con tantos seguidores, ¿no te sientes siempre superior? ¿No deseas gozar de un trato especial?”. Yo contesto que nunca me he sentido así; no soy consciente de tener tantos seguidores, no me siento superior y no percibo lo elevada que es Mi posición. Decidme, ¿cuán eufórica estaría a diario una persona normal si se hallara en semejante posición? No sabría ni qué comer ni qué ropa ponerse, ¿verdad? ¿No se pasaría el día en las nubes? ¿No estaría siempre esperando que la gente la siguiera? (Sí). En concreto, aquellos que poseen algunas capacidades siempre encontrarían la manera de celebrar reuniones, de disfrutar de la atención y de los aplausos durante los discursos, lo considerarían más gozoso que comer carne y beber vino. Me pregunto por qué Yo no me siento igual. ¿Por qué no me parece que sea bueno? ¿Por qué no me gusta esa sensación? En la escena musical del mundo, a aquellos con un poco de talento, en especial a los que saben cantar y bailar, se los llama diosas, dioses, reyes de la música, reinas de la música e incluso padres, madres y abuelos. Estos no son buenos títulos. Además, alguna gente se siente insatisfecha cuando se la llama “Xiao[a] Wang” o “Xiao Li”, pues creen que rebaja su jerarquía, así que buscan maneras de cambiar el nivel de esta, a fin de que la gente los llame rey o reina en el futuro. Así es la raza humana corrupta. Tras empezar a creer en Dios, algunas personas dicen que los creyentes no deben ser tan insolentes como los no creyentes, que no se los debería llamar dios, rey o reina, que deben ser discretos y humildes. Creen que llamarse a sí mismos “Humilde” directamente es un tanto vulgar, que no es algo lo bastante pequeño ni modesto, así que se autodenominan Diminuto, Minúsculo, Polvo, Pequeño y algunos hasta Grano de Arena y Nanómetro. No se centran en la verdad, sino que se pierden en la vulgaridad con nombres como Hierbajo, Brote e incluso Tierra, Barro, Estiércol y demás. Cada uno de estos apelativos es más desagradable y degradante que el anterior, pero ¿sirven para cambiar algo? A Mi modo de ver, las personas con estos nombres también son muy arrogantes, malas y algunas incluso malvadas. Los que se llaman así no solo no se han vuelto más pequeños o humildes, sino que siguen siendo insolentes, perversos y malévolos.

La primera vez que Dios se hizo carne para obrar en la tierra, Su obra fue simple y breve, pero fue una etapa de obra indispensable e importante para la salvación de la humanidad. Sin embargo, después de que crucificaran al Señor Jesús, Él volvió a la vida y ascendió al cielo, y no se volvió a aparecer a los seres humanos. ¿Por qué no lo hizo? Esta es la humildad y la ocultación de Dios. De acuerdo con la lógica humana normal, Dios se hizo carne y sufrió treinta y tres años y medio, soportó entre otras cosas el rechazo, las calumnias, la condena y los insultos de la especie humana, y debería haber regresado entre la gente para disfrutar de los frutos de Su victoria y gloria después de ser crucificado y volver a la vida. Debería haber vivido otros treinta y tres años y medio o incluso más, disfrutar de que la especie humana lo adorara y lo admirara, del estatus y del trato que merecía. Sin embargo, Dios no hizo tal cosa. En esta etapa de la obra, Él llegó con calma y en silencio, sin ninguna ceremonia y, a diferencia de los humanos que buscan hacer notar su presencia en cuanto poseen algo de habilidad, Dios no quería proclamar al mundo: “¡Estoy aquí, soy Dios mismo!”. Dios no declaró ni una sola palabra sobre Sí mismo de ese modo, sino que nació discretamente en un pesebre. Aparte de los tres reyes magos que vinieron a adorar a Dios, el resto de la vida del Señor Jesucristo estuvo llena de dificultades y sufrimiento, que solo terminaron con Su crucifixión. Dios obtuvo gloria y perdonó los pecados de los seres humanos, esto significa que llevó a cabo una gran acción para la especie humana porque ayudó a la gente a escapar del pecado y del mar de sufrimiento y es el Redentor de la humanidad. Por tanto, sería razonable que Dios hubiera disfrutado de la adoración, admiración y postración de la especie humana. Sin embargo, Dios se marchó con calma y en silencio, sin hacer ruido. En los últimos dos mil años, la obra de Dios no ha parado de expandirse. El proceso de esta expansión ha estado lleno de dificultades, de derramamiento de sangre y de la condena y calumnia de toda la especie humana. Sin embargo, al margen de la actitud de esta hacia Dios, Él ha seguido expresando la verdad y nunca ha abandonado Su obra de salvar al hombre. Es más, en estos dos mil años, Dios nunca se ha proclamado a Él mismo con palabras claras, no ha dicho que el Señor Jesús es Su encarnación y que la especie humana debería adorarlo y aceptarlo. Dios se limita a usar el método más simple, el de mandar a Sus sirvientes a predicar el evangelio del reino del cielo a todas las naciones y lugares, permitir que más gente se arrepienta, acuda ante Dios y acepte Su salvación, para así obtener el perdón de sus pecados. Dios nunca ha empleado ninguna palabra superflua para afirmar que Él es el Mesías venidero. En cambio, ha demostrado con hechos que todas sus acciones son la obra de Dios mismo, que la salvación del Señor Jesús es la propia salvación de Dios, que el Señor Jesús redimió a toda la humanidad y que es Dios mismo. En esta encarnación, Dios vino entre la gente de la misma manera y forma. La venida de Dios en un cuerpo carnal es una enorme bendición para la especie humana, una oportunidad increíblemente excepcional y, más aún, para ella supone una suerte. Sin embargo, ¿qué significa para Dios mismo? Es lo más doloroso. ¿Entendéis esto? La esencia de Dios es Dios. Dios, que posee la identidad de Dios, carece de arrogancia de manera inherente y en su lugar es fiel, santo y justo. Al venir entre la humanidad, debe afrontar las diversas actitudes corruptas del ser humano, lo cual significa que todas estas personas que Él desea salvar son aquellas a las que odia y encuentra repugnantes. Dios carece de un carácter arrogante, de perversidad y falsedad. Ama las cosas positivas, es justo y santo, pero a lo que se enfrenta es precisamente a un grupo de humanos que es contrario y hostil a Su esencia. ¿Qué es lo que más entrega Dios? Su amor, paciencia, misericordia y tolerancia. El amor, la misericordia y la tolerancia de Dios son Su humildad y ocultación. La especie humana corrupta piensa: “Dios hace una gran obra, obtiene una gran gloria y es soberano sobre muchas cosas, así que ¿por qué no se anuncia ni se proclama a Él mismo?”. Esto a los humanos les parece tan fácil como chasquear los dedos. Cuando hacen una buena acción, la exageran multiplicándola por diez; cuando hacen algo bueno lo inflan hasta dos o tres veces su tamaño, lo magnifican hasta el infinito y creen que, mientras con más detalle lo hagan, mejor. Sin embargo, estas cosas no forman parte de la esencia de Dios. Al margen de lo que Él haga, en ello no entra ninguna de las llamadas “transacciones” de los seres humanos. Dios no quiere pedir nada, no “busca remuneración”, como lo llaman los humanos. Dios no tiene el deseo de estatus de la especie humana corrupta, no dice: “Soy Dios, hago lo que quiero y, haga lo que haga, debéis recordar Mi bondad, tomaros en serio lo que hago y elogiarme siempre”. Dios carece precisamente de esta clase de esencia; no tiene ambición ni el carácter arrogante de la especie humana corrupta ni se proclama a Él mismo. Hay quien dice: “Si no te proclamas a Ti mismo, ¿cómo puede saber la gente que eres Dios? ¿Cómo pueden darse cuenta de que tienes el estatus de Dios?”. Es innecesario, eso lo consigue la esencia de Dios. Dios posee la esencia de Dios, no importa lo humilde y oculto que esté, lo secretamente que obre, cómo muestre misericordia y tolerancia a la especie humana, el efecto último de Sus palabras, obra, acciones y demás sobre las personas está destinado a que los humanos creados acepten la soberanía del Creador, se postren ante Él y lo adoren y se sometan de manera voluntaria a la soberanía y arreglos del Creador. Esto viene determinado por la esencia de Dios. Y lo que los anticristos no pueden lograr es precisamente esto. Tienen ambiciones y deseos, además de actitudes arrogantes, crueles y perversas, les falta la verdad y sin embargo siguen queriendo poseer y controlar a las personas y obligarlas a que se sometan y los idolatren. A juzgar por la esencia de los anticristos, ¿no son perversos? Los anticristos compiten con Dios por Su pueblo escogido, ¿luchará Dios contra ellos? ¿Posee Él esta esencia? ¿Obtiene Dios la adoración y sumisión de los humanos creados luchando contra los anticristos? (No). ¿Cómo la obtiene? Dios ha hecho a los seres creados, solo el Creador sabe lo que necesita la humanidad, lo que ha de poseer y cómo debe vivir. Por ejemplo, digamos que una persona crea una máquina. Solo su inventor conoce sus defectos y fallos y cómo arreglarlos, cualquiera que intente crear una falsificación de esa máquina los desconoce. De igual manera, Dios creó a la humanidad, solo Él sabe qué necesitan las personas, solo Dios puede salvar a la especie humana y solo Él puede transformar a los humanos corruptos en verdaderos humanos. Dios no hace esto mediante Su autoridad, Sus propias declaraciones o Sus propias justificaciones, ni reprimiendo, desorientando o controlando a las personas. Dios no se sirve de estos medios ni de estos métodos, eso solo lo hacen Satanás y los anticristos.

Después de tantas enseñanzas, ¿cuál es vuestra comprensión de la humildad y ocultación de Dios? ¿Qué es la humildad y ocultación de Dios? ¿Es ocultación esconder de manera deliberada Su identidad, ocultar de manera intencionada Su esencia y Sus verdaderas circunstancias? (No). ¿La humildad es algo fingido de manera artificial? ¿Es autocontrol? ¿Es una farsa? (No). Hay quienes dicen: “Eres Dios encarnado, ¿cómo alguien con un estatus tan noble lleva ropa tan corriente?”. Yo respondo que solo soy una persona normal que vive una vida normal; todo en Mí es corriente, ¿por qué no voy a llevar ropa corriente? Algunos dicen: “Eres Cristo, el Dios encarnado. Tu estatus es noble, no te infravalores”. Yo contesto, ¿cómo que me infravaloro? Ni me sobrevaloro ni me infravaloro, soy quien soy, hago lo que debo y digo lo que debo, ¿qué tiene eso de malo? Ni sobrevalorar ni infravalorar es correcto; sobrevalorar es arrogancia, infravalorar es fingir y engañar. Hay quien asegura: “El Dios encarnado debe tener el porte de una celebridad y Tu discurso y comportamiento debe ser elegante. Mira los peinados, las ropas y el maquillaje de esas mujeres poderosas en la sociedad, ¡son personas con estatus, es a ellas a las que la gente tiene en alta consideración!”. Yo replico, ¿qué es el estatus? ¿Qué importancia tiene que la gente me admire? No me gusta, me repugna y me da náuseas que me admires. No debes admirarme de ninguna manera. Otros afirman: “Fíjate en esas mujeres emprendedoras en la sociedad, visten con gran nobleza y elegancia. Se puede ver de un solo vistazo que son poderosas, personajes de la élite, ¿por qué no aprendes de ellas?”. ¿Por qué he de aprender algo que no me gusta? Llevo ropa acorde con Mi edad, ¿por qué debo fingir? ¿Por qué he de aprender de nadie? Yo soy Yo, ¿para quién finjo? ¿No es eso un engaño? Decidme, ¿qué clase de semejanza, apariencia, discurso y comportamiento debe tener Dios encarnado para coincidir con Su identidad? ¿Disponéis de criterios sobre esto? Debéis tenerlos, porque si no, no contemplaríais a Cristo de esta manera. Yo tengo Mis criterios, ¿superan estos el ámbito de los principios-verdad? (No). ¿Por qué algunas personas siempre tienen nociones sobre cualquier cosa que vista o que coma, por qué no paran de hacer informes y emitir veredictos sobre Mí? ¿No es repugnante? ¿Por qué me ven así? A sus ojos, cualquier cosa que haga Cristo está mal, todo es negativo, siempre hay algo sospechoso en ello. ¡Qué perversos deben ser! A juzgar por esta serie de identidades diferentes, de ópticas distintas de Dios —de la esencia del Espíritu de Dios y de Dios mismo a la humanidad del Dios encarnado—, no hay arrogancia ni ninguna de las ambiciones y deseos de Satanás en la esencia de Dios y menos aún el supuesto afán de estatus del ser humano. Aparte de Su propia esencia, la característica más destacada de lo que Dios posee, desde el Espíritu de Dios hasta Su encarnación, es Su humildad y ocultación. La humildad no se finge, la ocultación no es una evasión deliberada; esta es la esencia de Dios, este es Dios mismo. Ya se halle Dios en el reino espiritual o encarnado como humano, Su esencia no cambia. Si alguien es incapaz de ver que el Cristo encarnado posee la esencia de Dios basándose en esto, ¿qué clase de persona es? Le falta entendimiento espiritual, es un incrédulo. Al fijarse en Su esencia de humildad y ocultación, la gente piensa: “Dios no parece tener tanta autoridad. Decir que Dios es todopoderoso no parece muy creíble, es más seguro decir que Dios es poderoso. Ya que no tiene esa gran autoridad, ¿cómo puede tener Él soberanía sobre la especie humana? Ya que nunca muestra el estatus y la identidad de Dios, ¿puede derrotar a Satanás? Se dice que Dios tiene sabiduría, ¿puede decidirlo todo la sabiduría? ¿Qué es más grande, la sabiduría o la omnipotencia? ¿Puede la sabiduría influenciar en la omnipotencia? ¿Puede la sabiduría influir en la omnipotencia?”. La gente reflexiona sobre esta cuestión, pero no puede dilucidarla ni entenderla. Algunos albergan dudas en su corazón y luego las digieren poco a poco, buscan de manera constante e intentan entender este asunto por medio de sus experiencias y obtienen sin saberlo algo de conocimiento perceptivo. Solo los anticristos, tras dudar de todos estos aspectos de la esencia de Dios, de todas estas manifestaciones y de todas Sus acciones, no solo no llegan a entender que esta es la humildad y la ocultación de Dios, que esto es lo que es digno de amar en Dios, sino que, por el contrario, les entran más dudas sobre Dios y lo condenan con mayor severidad. Dudan de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, de que Dios pueda derrotar a Satanás, dudan de que Él pueda salvar a la humanidad, de que el plan de gestión de seis mil años de Dios se pueda completar con éxito e, incluso más aún, del hecho de que Dios se vaya a revelar a todas las personas con Su glorificación. ¿Qué hacen tras dudar de estas cosas? Las niegan. Por tanto, los anticristos dicen: “La humildad y la ocultación de cristo no significan nada, no merecen alabanza ni exaltación y no son la esencia de dios. Dios no posee tal humildad y ocultación; la humildad y ocultación de cristo son manifestaciones de su impotencia. En el mundo, en cuanto alguien tiene un poco de estatus, es declarado rey, marqués o emperador. Cristo ha establecido su reino y tiene muchos seguidores, al tiempo que prospera la obra de expansión del evangelio; ¿no significa eso que se está incrementando el poder de cristo? Sin embargo, a juzgar por sus acciones, no pretende incrementar su poder ni poseerlo siquiera. Es como si no contara con la capacidad de poseer este poder, de poseer el reino de cristo. ¿Puedo obtener bendiciones por seguirlo? ¿Puedo convertirme en el amo de la próxima era? ¿Puedo gobernar todas las naciones y pueblos? ¿Es él capaz de destruir este viejo mundo, esta corrupta especie humana? En vista de la apariencia corriente de cristo, ¿cómo es capaz de lograr grandes cosas?”. Tales dudas siempre surgen en el corazón de los anticristos. La humildad y ocultación son cosas que todos los humanos corruptos, especialmente los anticristos, son incapaces de aceptar, aprobar o ver; los anticristos se toman la humildad y la ocultación de Dios como evidencia de sus dudas acerca de la identidad y esencia de Dios, como pruebas y argumentos para negar Su autoridad, de modo que niegan la identidad y esencia de Dios y la esencia de Cristo. Después de negar la esencia de Cristo, los anticristos empiezan a actuar en contra del pueblo escogido de Dios dentro de su jurisdicción, sin misericordia, sin clemencia y sin miedo, y, al mismo tiempo, no niegan ni dudan en lo más mínimo de sus propias capacidades, destrezas o ambiciones. Dentro de su esfera de influencia, del ámbito donde pueden actuar, los anticristos sacan sus garras, controlan a aquellos a los que pueden controlar y desorientan a aquellos a los que pueden desorientar; dejan a Cristo y a Dios completamente al margen, rompiendo a conciencia con Dios, con Cristo y con la casa de Dios.

¿De qué estamos hablando principalmente en lo que respecta a este aspecto de cómo consideran los anticristos la humildad y la ocultación de Cristo? La humildad y la ocultación de Dios, que la gente debe entender, son las condiciones más ventajosas a ojos de los anticristos para hacer cualquier cosa que quieran y establecer un reino independiente en la casa de Dios. Dios está oculto en la carne y esta etapa de obra en los últimos días difiere en cuanto a forma de la Era de la Gracia. Aunque Dios no hace milagros y prodigios en esta etapa, ha pronunciado muchas más palabras, innumerables. Obre como obre Dios, mientras esté encarnado, el desempeño de Su obra viene acompañado de una tremenda humillación. Solo un Dios así, que posee una esencia divina, puede realmente ser humilde y ocultarse para convertirse en una persona corriente a fin de realizar Su obra, ya que posee la esencia de humildad y ocultación. A modo de contraste, Satanás es absolutamente incapaz de esto. ¿Qué clase de cuerpo carnal vestiría Satanás para hacer obra entre los humanos? Primero, tendría una apariencia imponente y sería cruel, falso y perverso; luego, debería dominar varias estrategias y técnicas con el fin de jugar con las personas y manipularlas, además de usar diversas falsas artimañas, ha de ser lo bastante implacable y malévolo. Debe dejarse ver constantemente entre la gente y destacar en todas partes, pues teme que alguien no lo conozca, y siempre debe tratar de incrementar su fama y promocionarse. Cuando por fin lo llamen rey o emperador, estará satisfecho. Lo que hace Dios es exactamente lo opuesto a lo que hace Satanás. Dios sigue ejerciendo la paciencia y se oculta, y, mientras hace esto, obra Sus palabras y Su vida en las personas, para lo que hace uso de la misericordia y el cariño del Creador, a fin de que las personas entiendan la verdad, se salven y se conviertan en auténticos seres creados con una humanidad y una vida humana normales. Aunque lo que hace Dios tiene un valor incalculable para la especie humana, Dios lo considera Su propia responsabilidad. Por tanto, se convierte personalmente en carne e, incansable, provee, ayuda, apoya, esclarece e ilumina a las personas como una madre o un padre. Por supuesto, Él además castiga, juzga, reprende y disciplina a las personas y observa cómo día a día cambian, viven una vida normal de iglesia y crecen en la vida. Así, todo lo que hace Dios es la realidad de las cosas positivas. Entre la humanidad, los humanos alaban los precios que ha pagado Dios, Su gran poder y Su gloria, pero en palabras de Dios, ¿cuándo les ha dicho Él alguna vez: “He hecho esto y aquello por la especie humana, he sacrificado mucho; la gente debe alabarme y ensalzarme”? ¿Tiene Dios esas exigencias hacia la especie humana? No. Es Dios mismo. Dios nunca ha puesto condiciones para hacer intercambios con la gente ni ha dicho: “He puesto a Cristo entre vosotros, debéis tratarlo bien, escuchar Sus palabras, someteros a Él y seguirlo. No causéis perturbaciones ni trastornos, haced cualquier cosa que Él os diga que hagáis, de la manera que os diga que la hagáis, y una vez que todo se haya conseguido, se os recompensará a todos”. ¿Ha dicho Dios tal cosa alguna vez? ¿Es esta la intención de Dios? No. Al contrario, son los anticristos los que siempre intentan servirse de diversos métodos para seducir, limitar, controlar y dominar todo lo relacionado con las personas, para hacer que estas dejen a Dios y se presenten ante ellos. Son los anticristos los que proclaman y anuncian por todas partes cada pequeña acción que hacen. Los anticristos no solo no son capaces de entender, aceptar, alabar ni ensalzar la humildad y ocultación de Dios; en su lugar, además desprecian estas cosas y blasfeman contra ellas. Esto lo determina la esencia-carácter de los anticristos.

Hoy hemos compartido las tres manifestaciones de cómo los anticristos niegan la esencia de Cristo. Concluyamos aquí nuestra charla sobre esto. ¿Tenéis alguna pregunta? (No). Muy bien, ¡adiós!

21 de noviembre de 2020

Nota al pie:

a. Los hablantes de chino colocan “Xiao” delante del apellido de una persona que es más joven que ellos.

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Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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