44. He vuelto a casa
Creí en el Señor durante más de una década y serví dos años en la iglesia, pero luego la dejé atrás para ir al extranjero a trabajar. Estuve en bastantes lugares, incluido Singapur, y gané una cantidad decente de dinero, pero vivía mi existencia en esta sociedad moderna donde impera el poder, todos conspiramos unos contra otros y hay perfidia en todas partes. Enfrentado a todo tipo de complejos tratos interpersonales, siempre estaba en guardia contra los demás. Ellos también estaban siempre en guardia contra mí, lo que me hacía sentir en lo más hondo de mi ser que era incapaz de hallar un lugar estable donde asentarme. Esa clase de vida dejó exhaustos a mi cuerpo y mi espíritu. Lo único que me consolaba era el diario que llevaba conmigo, en el que había copiado algunos pasajes de las escrituras. A veces los leía y llenaban el vacío en mi alma. Llevaba varios años sin acudir a una reunión de la iglesia, pero durante el año anterior solo había tenido una cosa en mente: encontrar una iglesia en la que pudiera servir al Señor con sinceridad. Más adelante, aproveché un poco de mi tiempo libre para visitar varias iglesias en Malasia, grandes y pequeñas, pero cada vez que entraba alegremente en una de ellas, salía sintiéndome abatido. Tenía la perenne sensación de que me faltaba algo dentro, pero era incapaz de expresar con palabras qué era exactamente. Ante esta disyuntiva, me coloqué en el otro extremo: el de limitarme a jugar a videojuegos y ver películas en internet. A veces me quedaba despierto hasta el amanecer viendo una película tras otra. Mis horarios de sueño eran un desastre. Cuando empecé con esa dinámica me remordió la conciencia, sentía que el Señor no estaría complacido, pero poco a poco me fui aletargando. Por aquella época, perdí el teléfono. En ese momento, me sentí realmente contrariado: me había quedado sin teléfono y había perdido un montón de datos, además de que no tenía forma de iniciar sesión en Facebook. En apariencia era algo malo, pero nunca hubiera esperado que fuera un punto de inflexión en mi vida. Fue como el viejo dicho, “una bendición disfrazada”.
Compré un teléfono nuevo a principios de 2017. Un día a finales de febrero, me conecté a Facebook y luego, sin darme cuenta, hice clic en el timeline de un perfil en inglés, y vi que había pasajes de las escrituras en sus publicaciones. También vi citas que no eran de la Biblia, pero que me resultaron realmente inspiradoras y me absorbieron emocionalmente. Le eché un ojo a esa cuenta de Facebook los días siguientes, e incluso dediqué tiempo a buscar algunas palabras. Finalmente, terminé de leer la publicación que me interesaba. Al acabar de leerla me di cuenta de que el contenido principal de esta era una interpretación del pasaje de las escrituras en el que el Señor Jesús dice: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos” (Mateo 7:21). Me pareció que era una interpretación única, llena de inspiración y luz. No había añadido a esa persona como amiga, así que aunque quería ver más publicaciones de su timeline, no era posible. Lo que sí vi en su timeline, sin embargo, era que esta usuaria de Facebook vivía en Corea del Sur y era una hermana llamada Susan. Le envié una solicitud de amistad, pero probablemente no estaba conectada en ese momento y no la aceptó de inmediato. Dos días después, agregué a una persona de habla china en Facebook llamada Qi Fei, otra cristiana de Corea del Sur. Ella conversó conmigo sobre algunas de sus experiencias en la fe, y me gustó mucho lo que me contó. Para mi sorpresa, la hermana Qi Fei también era amiga de la hermana Susan, así que esta vez nos añadimos como amigos. Al leer sus publicaciones en Facebook y mediante nuestras charlas ocasionales, llegué a sentir que ellas entendían mucho acerca de la fe en Dios.
Después de pasar un tiempo discutiendo sobre la Biblia y charlando acerca de cosas de nuestras vidas, de verdad sentí que su enfoque para ayudarme a tratar algunos de mis problemas era realmente único y que había mucha razón y perspicacia en lo que decían. Me di cuenta de primera mano que eran diferentes al resto de personas. Me sentía más estable y en paz en mi corazón al estar en contacto con ellas, y aunque no las conocía muy bien, casi sin darme cuenta, había empezado a pensar en ellas como amigas cercanas debido a su simplicidad y honestidad. Quería desnudar mi corazón ante ellas. Poco a poco, empecé a hacer algunos cambios en mi manera de vivir la vida.
Alrededor de una semana después, la noche del 11 de marzo, entré en Facebook y vi que Susan estaba en línea. Primero hablé con ella acerca de algunas cosas del trabajo, y luego le conté el deseo en mi corazón de encontrar una iglesia en la que servir y mi interés en conocer sus sugerencias. La hermana Susan me dijo que todo está arreglado y gobernado por Dios, y que debería orar más y dedicarme a la búsqueda de este asunto. Me dijo que todo tiene un tiempo marcado por Dios, y que todos debemos aprender a esperar y someternos. Luego sacó a relucir la situación actual en muchas de las iglesias. A los predicadores no les queda nada que predicar, algunas iglesias no tienen a nadie que asista a las reuniones y, en otras, aunque tengan gente, de lo que hablan allí es de hacer dinero, contactos de negocios u otras cosas que no tienen nada que ver con la fe. Me dijo que todo eso es en realidad la manifestación de que las iglesias ya no tienen la obra del Espíritu Santo, y que se han vuelto desoladas. Me identifiqué mucho con todo lo que dijo. Cuando serví en la iglesia, los colaboradores luchaban por hacerse un nombre y ganar algo de dinero para sí mismos, conspirando unos contra otros, difamándose entre ellos y tratando de dominar sus propios pequeños territorios. Incluso se producían comportamientos licenciosos. Al ver que tales cosas sucedían una y otra vez, me sentí deprimido e indignado. En ese momento, le pregunté al pastor y a algunos de mis colaboradores cómo debía plantearme todo aquello, pero no pudieron ofrecerme una explicación clara. Para mi enorme sorpresa, fue la hermana Susan la que resolvió esta confusión que me llevaba irritando tanto tiempo. Sentí una felicidad inexpresable en el corazón.
También exploramos el tema de los diversos desastres y guerras que estaban teniendo lugar en ese momento, y a juzgar por las señales que anunciaban desastres y guerras inminentes en todo el mundo, las profecías bíblicas de la segunda venida del Señor se habían cumplido básicamente en su totalidad, y el Señor regresaría pronto. Aquello me recordó a un creyente que conocí en internet al mediodía y me dijo que el Señor había regresado en 1991, pero en realidad tenía mis dudas al respecto. Sin duda, tenía que preguntarle a Susan sobre aquello. Cuando me preguntó qué pensaba de ello, le dije: “De ninguna manera. Cuando el Señor regrese, Él sin duda descenderá sobre una nube a la vista de todos. Pero no hemos visto al Señor descender sobre una nube, así que ¿cómo puede decir nadie que el Señor ya ha regresado?”.
Susan respondió: “Hermano, tú conoces bien la Biblia. Si examinas las palabras de la Biblia de cerca, estoy seguro de que encontrarás la respuesta. De hecho, hay muchas profecías diferentes con respecto a la segunda venida del Señor. Cualquiera puede ver que las profecías bíblicas se dividen principalmente en dos categorías. Una la acabas de describir, las que profetizan que el Señor descenderá abiertamente sobre una nube y será visto por todos. En las de la otra categoría se profetiza el advenimiento secreto del Señor, del cual solo un cierto grupo de personas será consciente. Como dijo el Señor Jesús: ‘He aquí, vengo como ladrón’ (Apocalipsis 16:15) ‘Pero a medianoche se oyó un clamor: «¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo»’ (Mateo 25:6). ‘Como ladrón’ y ‘Pero a medianoche se oyó un clamor’ quiere decir que será silencioso y en quietud, sin que nadie lo sepa. Los cielos no harán ruido y la tierra no temblará, no será algo a la vista de todos. Solo existe un pequeño grupo de personas capaces de oír la voz del Señor, que son capaces de darle la bienvenida. Estas son las profecías sobre la venida del Señor en secreto. Si nos aferramos solo a las profecías en las que el Señor desciende abiertamente sobre una nube pero descuidamos las profecías en las que el Señor viene en secreto, ¿es eso lo correcto? Entonces, ¿no dejaríamos de escuchar la voz del Señor y perderíamos nuestra oportunidad de darle la bienvenida y ser elevados al reino celestial?”.
La pregunta de Susan me dejó perplejo. Leí estos dos pasajes una y otra vez, y pensé: “¿Puede haber contradicciones dentro de la Biblia? ¡No, no, no! ¿Cómo puede ser? Pero, de hecho, ¡hay dos categorías de profecías bíblicas referentes a cómo regresará el Señor! ¿Qué explicación tiene esto?”. Confundido, le pedí que continuara con su comunicación. Susan dijo: “En las profecías de la Biblia podemos ver que la segunda venida del Señor ocurrirá de dos maneras diferentes. Una es el advenimiento oculto, y la otra apareciendo abiertamente. En los últimos días, Dios se hará carne en el mundo como Hijo del hombre, y Cristo aparecerá con el aspecto de una persona común y corriente, como el Señor Jesús en la carne. Él poseerá humanidad y comerá, vestirá, vivirá y actuará como una persona normal. Él vivirá entre los hombres, y desde nuestro punto de vista esto se considera oculto, porque nadie verá que Él es Dios, y nadie conocerá Su verdadera identidad. Cuando el Hijo del hombre comience a obrar y hablar, aquellos que sean capaces de oír la voz de Dios verán la expresión de Su carácter a través de las palabras y la obra del Hijo del hombre. Ellos verán la autoridad y el poder de Dios, y reconocerán que el Señor ha venido. Así se cumplirá la profecía del Señor Jesús: ‘Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen’ (Juan 10:27). Aquellos que son incapaces de discernir la voz de Dios tratarán a Dios encarnado como una persona corriente basándose en Su apariencia externa. Negarán, rechazarán e incluso se opondrán, condenarán y blasfemarán a Cristo de los últimos días. Es igual que cuando el Señor Jesús vino a hacer Su obra: en su aspecto externo, parecía ser un Hijo del hombre común y corriente, por lo que la mayoría de la gente lo negó, se le opuso y lo condenó. Solo un pequeño grupo de personas reconoció en Sus palabras y Su obra que el Señor Jesús era Cristo encarnado, que Él era la manifestación de Dios, y entonces siguió al Señor Jesús y obtuvo Su redención”. Al escuchar la comunicación de la hermana, me pareció que tenía mucho sentido porque todos se basaba en hechos. Fue realmente así cuando el Señor Jesús vino a realizar Su obra. Pero volví a pensar en ello: dice en el Apocalipsis que cuando el Señor regrese descenderá abiertamente sobre una nube, y eso es lo que dicen también todos los pastores y ancianos. Con esto en mente, le pregunté inmediatamente a Susan, lleno de convicción: “El Señor Jesús Mismo dijo que su segunda venida sería sobre una nube. ¿Cómo iba a ser una encarnación? ¿Cómo puedes negar esas palabras de la Biblia?”. La hermana Susan replicó: “Solo necesitas investigar la Biblia con mucha atención y descubrirás que en muchos lugares se profetiza claramente que el Señor volverá encarnado”. A la luz de lo que dijo la hermana Susan, encontré algunos pasajes de las escrituras y comencé a leer: “Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).
Al terminar de leer estos pasajes de las escrituras, la hermana Susan me dijo: “Estas profecías mencionan que ‘el Hijo del Hombre viene’ y ‘así será también el Hijo del hombre’. El ‘Hijo del hombre’ nace de un ser humano y posee una humanidad normal. Si Él se manifestara en un cuerpo espiritual, entonces no podríamos referirnos a Él como el Hijo del hombre, así como Jehová Dios es el Espíritu y no puede ser llamado el Hijo del hombre. La gente también ha visto ángeles, que son seres espirituales y por lo tanto tampoco pueden ser considerados como el Hijo del hombre. Todos los que tienen forma humana pero son seres espirituales no pueden ser llamados el Hijo del hombre. El Señor Jesús encarnado es llamado el Hijo del hombre y Cristo porque Él fue la encarnación natural del Espíritu de Dios, y la realización del Espíritu en la carne. Se convirtió en un hombre común y corriente, y vivió entre los hombres. El Señor Jesús era el Hijo del hombre, la encarnación de Dios, así que cuando el Señor Jesús dijo que volvería como el Hijo del hombre, quiso decir que vendría de nuevo en un cuerpo físico como el Hijo del hombre, y no en forma espiritual. Por lo tanto, cuando el Señor Jesús dijo que vendría de nuevo, quiso decir que regresaría en la forma de una encarnación. Además, en las escrituras dice: “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación”. Esto prueba aún más que cuando el Señor regrese será como una encarnación. Piénsalo: si el Señor se nos apareciera a Su regreso en un cuerpo espiritual en lugar de en un cuerpo natural, no sufriría tanto, y ni mucho menos sería rechazado por esta generación. ¿Quién se atrevería a rechazar al Espíritu de Dios? ¿Quién lo haría sufrir? Por lo tanto, en cuanto a si el Señor regresará encarnado o vendrá en un cuerpo espiritual, ¿acaso hace falta siquiera decirlo?”.
Me sorprendió leer las palabras “Hijo del hombre”. En el pasado había considerado la cuestión del “Hijo del hombre”, pero nunca me había quedado claro. La explicación de la hermana Susan resolvió completamente todas mis dudas, y me llenó de emoción cuando la escuché. Se había hecho tarde, así que nos despedimos y cerramos la sesión. Estaba tan emocionado esa noche que no me pude dormir hasta muy tarde. Pensé que llevaba muchos años creyendo en el Señor, pero nunca había oído una comunicación tan maravillosa. Estaba aturdido, y tenía una especie de claridad dichosa en el corazón que no podía expresar con palabras.
Al día siguiente, el 12 de marzo, sentí una especie de esperanza difusa y una excitación insondable. Esto se debía a que la noche anterior Susan y yo habíamos tratado a fondo el tema del Hijo del hombre y la encarnación. Aunque pude establecer una conexión entre ambas cosas, y sabía en teoría que el Señor Jesús no es otro que Cristo encarnado, tenía muchas ganas de conocer las respuestas a preguntas como qué es realmente la encarnación, qué es Cristo o sobre qué base se puede decir con certeza que Dios se ha encarnado, entre otras cosas. Pero como tanto Susan como yo trabajábamos durante el día y solo estábamos libres de noche, mi único deseo era que el tiempo pasara un poco más rápido.
Por fin llegó la noche y ambos nos conectamos. Nada más entrar, la primera pregunta que le hice a la hermana Susan fue sobre la encarnación. Me envió algunos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso y me pidió que los leyera. Y entonces empecé a leer: “La ‘encarnación’ es la aparición de Dios en la carne; Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios). “El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso; Él es la personificación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial). “Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Al terminar de leer, sentí que estas palabras explicaban muy claramente el misterio de la encarnación, especialmente en lo que se refiere a la definición de Cristo: “El Dios encarnado se llama Cristo”. ¡Era tan claro, simple y elocuente! Aunque llevaba creyendo en el Señor más de una década y sabía que Jesús era Cristo, nunca había entendido los misterios de la verdad, como por qué decimos que el Señor Jesús es Cristo. Ese día, aprendí de esos pasajes de las palabras de Dios que Susan me había enviado que el Dios encarnado es en realidad lo que llamamos Cristo, y Cristo es en quien Dios se encarna. Medité estas palabras muy cuidadosamente, y cuanto más lo hacía, más resplandecía mi corazón.
La hermana Susan me contó entonces que estas eran las palabras de Dios Todopoderoso; también me dijo que la palabra de Dios es la verdad, y que solo Dios Mismo es capaz de expresarla. Cuando mencionó las palabras “Dios Todopoderoso”, me quedé sin saber qué decir durante un rato, aunque no me sorprendió del todo porque ya había adivinado que la hermana podría pertenecer a la Iglesia de Dios Todopoderoso. También había leído algunos rumores en la red sobre esta iglesia. Pero me veía a mí mismo como cristiano, y debía tener un corazón de reverencia hacia Dios, así que no quería llegar a ninguna conclusión a la ligera antes de entender la verdad del asunto. Así evitaba pecar con mis palabras y ofender a Dios. Además, había estado pensando los días anteriores que la hermana Susan y yo habíamos hablado unas cuantas veces, y aunque no veía a la persona con mis propios ojos, la verdad que me comunicaba era de mucha utilidad para resolver mi confusión. A partir de nuestras discusiones y de leer las publicaciones de su timeline, me parecía que ella y Qi Fei eran personas sinceras, cálidas y buenas. El contenido de su comunicación me resultaba realmente edificante y era beneficioso para mí. Está escrito en la Biblia que se puede conocer a un árbol por su fruto; los buenos árboles producen buenos frutos, mientras que los malos árboles producen malos frutos. Así que, a través de mi contacto con las hermanas Susan y Qi Fei, dejé que se apagaran poco a poco mis dudas y la aprensión en mi corazón, y le pedí a Susan que continuara con la comunicación.
La hermana Susan dijo: “Puesto que Él es Dios encarnado, tiene las expresiones de Dios, es decir, declara Sus palabras. Dios encarnado de los últimos días ha venido principalmente a expresar la verdad para juzgar, purificar y salvar a la gente. Todos los que oyen la voz del Señor retornado, y que pueden buscar y aceptar la verdad, son las vírgenes prudentes que asisten al banquete con el Señor, y esto cumple la profecía declarada por el Señor Jesús: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). Las vírgenes prudentes escuchan la voz de Dios y salen a Su encuentro. Sin darse cuenta, son elevados al trono de Dios para encontrarse cara a cara con el Señor; aceptan el juicio y la purificación de Dios en los últimos días. A través del juicio de las palabras de Dios, su carácter corrupto se transforma y purifica, y Dios los hace vencedores antes de los desastres. Esta es la fase en la que Dios Todopoderoso está obrando actualmente en secreto para salvar y perfeccionar al hombre. Cuando se crea un grupo de vencedores, la obra oculta de Dios encarnado llegará a su fin, y los desastres acaecerán en el mundo. Dios comenzará a recompensar al bueno y a castigar al malvado, y luego se dará a conocer a todos los países y pueblos del mundo. En ese momento, se cumplirá la profecía del Señor descendiendo sobre una nube, en Apocalipsis 1:7: “He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él”. Uno podría decir razonablemente que cuando la gente vea al Señor descender sobre una nube, manifestándose ante todas las personas, todo el mundo se pondrá loco de alegría. Pero las escrituras dicen que todos los linajes de la tierra se lamentarán. ¿Por qué es esto? Porque cuando Dios se manifieste públicamente, la obra oculta de salvación de Dios encarnado ya habrá terminado y Él comenzará la obra de recompensar a los buenos y castigar a los malvados. En ese momento, todos los que rechazaron la obra oculta de Dios perderán totalmente la oportunidad de lograr la salvación, y los que lo perforan -aquellos que se resisten y condenan a Dios Todopoderoso, Cristo de los últimos días- verán que Dios Todopoderoso, a quien se han opuesto y condenado, no es otro que el Señor Jesús regresado. Piénsalo un poco, ¿cómo no van a darse golpes en el pecho, llorar y rechinar los dientes? Este es el contexto de las palabras ‘todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él’”.
Al oír la comunicación de la hermana Susan, regresó de nuevo el sentimiento de satisfacción y emoción. En realidad, cuando era miembro de mi antigua iglesia nunca había entendido estos pasajes, más allá de su significado literal, me limitaba a pensar que el regreso del Señor sería sobre una nube y a la vista de todos. Solo entonces comprendí que Dios viene primero en secreto para realizar una etapa de la obra de juzgar y salvar al hombre. Solo cuando crea un grupo de vencedores se manifiesta luego abiertamente a todas las naciones y pueblos del mundo. Si nos aferramos ciegamente a la idea de que el Señor descenderá sobre una nube cuando regrese, si nos negamos a aceptar la obra oculta de Dios encarnado y esperamos a que el Señor descienda abiertamente sobre una nube, entonces estaremos abocados al infierno, porque la obra de Dios de salvar a la humanidad ya habrá terminado. Demos gracias al Señor por su guía. Había llegado a comprender mucho en el breve tiempo que la hermana Susan llevaba compartiendo su comunicación conmigo.
Entonces la hermana Susan me preguntó si quería aceptar a Dios Todopoderoso como mi Salvador. La primera vez que me lo preguntó, no contesté, y cuando volvió a hacerlo, un indescriptible sentimiento de excitación estalló dentro de mí y comencé a llorar. Con toda sinceridad, contesté: “¡Quiero… aceptarlo!”. Una vez pronunciadas estas palabras, me sentí como un hijo pródigo que había estado vagando por el desierto durante mucho tiempo y al fin había regresado a un hogar acogedor. En mi corazón, me sentía lleno de alegría y tranquilidad.
Después de haber aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, volví a subir algunas de las publicaciones de la hermana Susan. Poco después, cinco o seis amigos de Facebook me enviaron mensajes diciéndome que “despertara” y me mandaban algunos enlaces a páginas llenas de ataques, acusaciones y difamaciones contra la Iglesia de Dios Todopoderoso. Sabía que esto era la interrupción de Satanás, y no dejé que me afectara. Al día siguiente, un pastor me vio conectado y, después de un rato de charla, me preguntó: “¿De verdad crees en Dios Todopoderoso? ¿Por qué quieres creer en Dios Todopoderoso?”. Aquello me molestó de verdad, así que le pregunté: “Las ovejas de Dios escuchan Su voz. He reconocido en las palabras de Dios Todopoderoso que todo lo expresado por Él es la verdad, que es la voz de Dios, así que ¿por qué no debería creer en Dios Todopoderoso? ¿Por qué?”. Probablemente no esperaba que le fuera a preguntar algo así y pasó un rato sin contestar. Así que le pregunté de nuevo: “Pastor, ¿has estudiado la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días? ¿Has leído las palabras de Dios Todopoderoso? Como pastor, ¿cómo puedes negarte a buscar y estudiar y solo te limitas a hacer juicios y acusaciones al azar?”. Para mi sorpresa, titubeó sin dar una respuesta clara y luego se desconectó repentinamente. Al verlo tan nervioso, sentí una indescriptible sensación de felicidad y la satisfacción de haber triunfado sobre una de las pruebas de Satanás. De hecho, lo único que había hecho era usar algunas de las cuestiones que las hermanas Susan y Qi Fei habían planteado a menudo en nuestras discusiones; me limité a decir lo que había entendido de las palabras de Dios Todopoderoso. Nunca hubiera esperado que un pastor tan importante se quedara perplejo ante mis preguntas. Aquella pequeña experiencia me dio mucha confianza. ¡Demos gracias a Dios!
Pasaron más de cinco meses en un abrir y cerrar de ojos. Al asistir a las reuniones y leer las palabras de Dios, obtuve comprensión sobre qué es la encarnación, qué tipo de gente puede entrar en el reino de los cielos y otros aspectos de la verdad. A lo largo de este periodo, experimenté las molestias causadas por todo tipo de rumores difundidos por pastores y ancianos. A veces era negativo y débil porque no discernía los engaños de Satanás, pero Dios nunca se apartó de mí. Mediante las palabras de Dios que me leyeron las hermanas, así como su paciente comunicación sobre la verdad, pude ganar algo de discernimiento sobre la naturaleza satánica de los ancianos y pastores y su esencia de hostilidad a la verdad y oposición a Dios. También empecé a tener algún discernimiento sobre su despreciable impulso a hacer todo lo posible para evitar que los creyentes busquen y estudien el verdadero camino. Nunca más me llevarán por el mal camino ni me controlarán. Ser capaz de romper la influencia oscura de Satanás y de ser elevado ante el trono de Dios fue la gracia y bendición que Él me concedió. ¡Demos gracias a Dios Todopoderoso! Dios predestinó y arregló hace mucho que pudiera volverme hacia Él. ¡Confiaré en Dios y seguiré adelante sin reparos! Cuando entré en la casa de Dios, el primer himno que aprendí fue “Caminar en el sendero correcto de la vida humana”: “Las palabras de Dios son la verdad, cuanto más las leo, más se ilumina mi corazón. Las palabras de Dios revelan el misterio de la vida. De repente veo la luz. Todo lo que tengo viene de Dios. Todo se debe a la gracia de Dios. Yo sigo a Cristo, busco la verdad y la vida; voy caminando por el sendero correcto de la vida humana” (“Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Y ahora predico el evangelio y doy testimonio de Dios con mis hermanos y hermanas en la iglesia. ¡Quiero entregarme a mi deber y retribuir el amor de Dios!