11. La detención de mi hija me puso en evidencia
En la tarde del 14 de octubre de 2023, una hermana me informó que la policía había arrestado a una líder de la Iglesia de Xinguang. Me quedé atónita al escuchar la noticia y pensé: “¡Oh, no! ¿Habrá sido a mi hija?”. Abrí de inmediato la carta que me habían dado, donde ponía: “Min Jing ha sido arrestada…”. Sentí que se me helaba la sangre de repente y pensé: “¡Han arrestado a mi hija! Esos policías son tremendamente malvados y despreciables. Son capaces de hacer cualquier cosa para perseguir brutalmente a los creyentes. ¿Cómo hará mi hija para soportarlo? Es carne de mi carne. ¿Cómo podré aguantar que sufra semejante tormento?”. Sentí como si me clavaran un cuchillo en el corazón y lo retorcieran y deseé desesperadamente padecer ese sufrimiento en lugar de mi hija. Estaba especialmente preocupada porque, si la policía sabía que mi hija era una líder, seguramente la presionarían para que revelara información sobre la iglesia. Temía que, si no contaba esa información, la policía le diera unas palizas que la dejaran discapacitada. Si quedaba impedida tan joven, ¿cómo haría para seguir adelante con su vida? Si la mataban a golpes, perdería a mi hija para siempre. Mi hija llevaba solo dos años asistiendo a reuniones, por lo que aún había mucha verdad que no comprendía. ¿Cómo había permitido Dios que la policía la arrestara? Además, mi hija había abandonado su carrera y su matrimonio para dedicar todo su tiempo a entregarse a Dios. ¿Por qué Dios no la había protegido? ¿Acaso no ama Él al hombre? Comencé a quejarme de Dios y, cuanto más pensaba en todo el asunto, más angustiada me sentía. No podía evitar que se me cayeran las lágrimas. Quería leer las palabras de Dios para rectificar mi estado, pero no era capaz de hacerlo. Pensé en dos hermanas con las que había colaborado anteriormente. Después de que las arrestaran, las presionaron para que traicionaran a los líderes y obreros, las adoctrinaron a la fuerza. Al final, traicionaron a Dios y se convirtieron en Judas. Estaba segura de que la policía también presionaría a mi hija para que traicionara la iglesia y, si también le lavaban el cerebro y la terminaban desorientando para que se comportara como una Judas, ¡perdería por completo su oportunidad de obtener la salvación! Al pensarlo, no pude evitar quejarme en mi fuero interno y pensé: “¿Por qué no protegió Dios a mi hija? ¿Por qué permitió que le sucediera algo así?”. También culpé a la hermana que la acogía por no haber tomado suficientes precauciones, no haberse dado cuenta de lo peligrosa que se había vuelto la situación y por no haber trasladado a tiempo a mi hija a otro hogar de acogida. Después de eso, estuve varios días en un estado terrible. No podía comer, dormir ni concentrarme en mi deber, y ni siquiera prestaba atención cuando la hermana con la que colaboraba compartía las palabras de Dios conmigo. No podía dejar de imaginarme lo peor. Sabía que, si seguía así, mi deber se retrasaría y mi vida se vería afectada, así que fui a orarle a Dios: “¡Dios mío! Desde que arrestaron a mi hija, me he vuelto muy negativa y débil, e incluso me he quejado de Ti y te he malinterpretado. No sé qué lección debo aprender de esta situación. Te ruego que me guíes para que entienda Tu intención”.
Tras eso, la hermana con la que colaboraba me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “La gente debe examinar con frecuencia lo que hay en su interior que es incompatible con Dios, o que es un malentendido sobre Él. ¿Cómo surgen los malentendidos? ¿Por qué la gente malinterpreta a Dios? (Porque se ve afectado su interés personal). Una vez que la gente conoce los hechos acerca del exilio de los judíos de Judea, se siente herida y dice: ‘Al principio, Dios amaba mucho a los israelitas. Los guio para que salieran de Egipto y a través del Mar Rojo, les brindó el maná desde los cielos y agua de manantial para que bebieran, y luego personalmente les impartió leyes que los guiaran y les enseñó a vivir. El amor de Dios por el hombre era desbordante; ¡cuántas bendiciones recibió la gente de aquella época! ¿Cómo pudo la actitud de Dios hacia ella dar un giro de ciento ochenta grados en un abrir y cerrar de ojos? ¿Adónde se fue todo Su amor?’. Los sentimientos de la gente no logran superarlo, y esta comienza a dudar y dice: ‘¿Dios es amor o no? ¿Por qué ya no es visible Su actitud original hacia los israelitas? Su amor ha desaparecido sin dejar rastro. ¿Acaso tiene algo de amor?’. Aquí es donde comienzan los malentendidos de la gente. ¿En qué contexto los crean? ¿Será porque las acciones de Dios no son compatibles con sus nociones y figuraciones? ¿Es esto lo que hace que la gente malinterprete a Dios? ¿Acaso las personas no malinterpretan a Dios porque restringen su manera de definir Su amor? Piensan: ‘Dios es amor. Por tanto, Él debería velar por la gente y protegerla, y regarla de gracia y bendiciones. ¡Eso es el amor de Dios! Me gusta cuando Dios ama así a las personas. En particular, pude ver cuánto amaba Dios a las personas cuando las condujo a través del Mar Rojo. ¡Cuántas bendiciones recibía la gente de esa época! Desearía ser uno de ellos’. Cuando te enamoras de esta historia, consideras que el amor que Dios reveló en ese instante era la suprema verdad y el único indicador de Su esencia. Restringes tu forma de definirlo en tu interior, y piensas que todo cuanto Dios hizo en aquel momento era la suprema verdad. Crees que ese es el aspecto más hermoso de Dios y el que más obliga a la gente a respetarlo y temerlo, y que ese es el amor de Dios. En realidad, las acciones de Dios en sí eran positivas, pero debido a tus definiciones acotadas, se convirtieron en nociones en tu mente y en la base sobre la cual defines a Dios. Hacen que malinterpretes Su amor, como si este no fuera más que misericordia, cuidado, protección, guía, gracia y bendiciones, como si el amor de Dios se limitara a eso. ¿Por qué valoras tanto estos aspectos del amor? ¿Porque están atados a tu interés personal? (Sí, así es). ¿A qué intereses personales están atados? (A los placeres de la carne y a una vida cómoda). Cuando la gente cree en Dios, quiere recibir estas cosas de Él, pero no otras. No quiere pensar en el juicio, el castigo, las pruebas, el refinamiento, en sufrir por Dios, renunciar a las cosas y esforzarse, o en, incluso, sacrificar su propia vida. La gente solo quiere gozar del amor de Dios, de Su cuidado, protección y guía, así que definen Su amor como la única característica de Su esencia, y como Su única esencia. Las cosas que hizo Dios cuando guio a los israelitas a través del Mar Rojo, ¿no se convirtieron en la fuente de las nociones de la gente? (Sí, así es). Esto generó un contexto en el cual la gente desarrolló nociones acerca de Dios. En tal caso, ¿podrán lograr una comprensión genuina de la obra y el carácter de Dios? Es evidente que no solo no los comprenderán, sino que los malinterpretarán y crearán nociones al respecto. Esto demuestra que la comprensión del hombre es demasiado acotada y, además, falsa, ya que no se trata de la verdad, sino de un tipo de amor y comprensión de parte de Dios que la gente analiza e interpreta según sus propias nociones, figuraciones y deseos egoístas; no es compatible con Su verdadera esencia. ¿De qué otras maneras ama Dios a la gente, además de a través de la misericordia, la salvación, el cuidado, la protección y escuchando sus oraciones? (A través de la reprensión, la disciplina, la poda, el juicio, el castigo, las pruebas y la refinación). Correcto. Dios demuestra Su amor de numerosas maneras: golpeando, disciplinando, reprochando, y mediante el juicio, el castigo, las pruebas, la refinación, etc. Todos estos son aspectos del amor de Dios. Esta es la única perspectiva integral y acorde a la verdad. Si lo entiendes, cuando te examinas a ti mismo y te das cuenta de que tienes malentendidos sobre Dios, ¿no eres capaz de reconocer tus distorsiones y de reflexionar de manera adecuada sobre aquello en lo que te equivocaste? ¿No puede ayudarte esto a resolverlos? (Sí). A fin de lograrlo, debes buscar la verdad. Siempre que la gente busque la verdad, puede eliminar sus malentendidos acerca de Dios, y una vez que los haya eliminado, puede someterse a todos Sus arreglos” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al entender la verdad se pueden conocer los hechos de Dios). Al leer las palabras de Dios, me di cuenta de que estaba viviendo en un estado en el que malinterpretaba a Dios porque había circunscrito Su amor. En mis nociones e imaginaciones, creía que el amor de Dios consistía en misericordia, bondad, protección y bendiciones. La persecución, las adversidades, las pruebas y los refinamientos no encajaban con mi noción, y creía que no eran amor de Dios Por lo tanto, cuando arrestaron a mi hija, me quejé de Dios, lo malinterpreté y fui incapaz de someterme a la situación que Él había orquestado. Reflexioné sobre cómo, en el pasado, me había visto obligada a abandonar mi hogar debido a que la policía me perseguía. Por ese entonces, mi hija aún era bastante joven y pudo crecer con buena salud, bajo el cuidado y la protección de Dios. Pensé que el amor de Dios consistía en eso. Después de empezar a creer en Dios, mi hija comenzó a hacer su deber en la iglesia. Pensé que, como toda nuestra familia se entregaba a Dios, seguramente tendríamos buenos desenlaces y destinos, así que me convencí aún más de que eso era el amor de Dios y se lo agradecí con el corazón. Ahora, habían arrestado mi hija y era muy probable que la fueran a torturar. Si no podía soportar esa persecución y se convertía en una Judas, perdería su oportunidad de obtener la salvación. Eso me hizo cuestionar el amor de Dios, culparlo de no haber protegido a mi hija y empezar a malinterpretarlo en mi fuero interno. Mi percepción del amor de Dios se basaba completamente en lo que me favorecía. Si Dios se aseguraba de que todo transcurriera sin contratiempos y en paz para mi familia y de que los resultados fueran favorables para ella, yo decía que Dios es amor. Pero cuando las situaciones no concordaban con mis nociones y no favorecían a mi familia, rechazaba el amor de Dios. Yo pensaba que Su amor consistía en misericordia, bondad, protección y bendiciones, pero esa era mi noción e imaginación, y no estaba de acuerdo con la verdad. El amor de Dios no consiste solo en la misericordia y la bondad amorosa, sino también en el juicio, el castigo, las pruebas y los refinamientos. La detención de mi hija podía parecer algo malo, pero si era capaz de buscar la verdad y mantenerse firme en su testimonio, su fe y su voluntad para soportar el sufrimiento se perfeccionarían. En realidad, eso sería algo bueno para mi hija. Además, su detención ayudó a poner en evidencia mis nociones, imaginaciones y las exigencias irracionales que le hacía a Dios, lo que me permitió reflexionar sobre mi corrupción y mis impurezas. También entendí que uno no debe buscar la gracia y las bendiciones en su fe, sino centrarse en lo más importante: experimentar la obra y las palabras de Dios, alcanzar la verdad, despojarse de la corrupción y lograr transformar su carácter. Vi que todo lo que Dios hace es siempre una manifestación de Su salvación y Su amor.
Luego, seguí indagando sobre mi problema. Cuando arrestaron a mi hija, no dejaba de exigir a Dios y quejarme contra Él en mi corazón… ¿Cuál era la naturaleza de mi problema? Durante mi búsqueda, encontré un pasaje de las palabras de Dios: “Algunos padres ignorantes no son capaces de comprender la vida ni el porvenir, no reconocen la soberanía de Dios y tienden a manifestar comportamientos ignorantes respecto a sus hijos. Por ejemplo, una vez que estos se independizan, puede que se encuentren con ciertas situaciones especiales, adversidades o grandes incidentes. Algunos afrontan enfermedades, otros, se ven involucrados en demandas judiciales, se divorcian, los engañan o los estafan, a otros los secuestran, les hacen daño, les dan brutales palizas o se enfrentan a la muerte. Algunos hijos, incluso, caen en el abuso de drogas y en otras cosas. ¿Qué deberían hacer los padres en estas situaciones especiales y significativas? ¿Cuál es la típica reacción de la mayoría de ellos? ¿Hacen lo que les corresponde como seres creados con identidad de padres? No es común que se enteren de este tipo de asuntos y reaccionen como si le hubiera pasado a un extraño. La mayoría de los padres se pasa la noche en vela hasta que su cabello se vuelve gris, pierde el sueño una noche tras otra, no tiene apetito durante el día, se devana los sesos pensando. Algunos incluso lloran con amargura, al punto que se les enrojecen los ojos y se quedan sin lágrimas. Oran con fervor a Dios, para que tenga en cuenta su fe y proteja a sus hijos, les muestre Su favor y los bendiga, para que sea misericordioso con ellos y les perdone la vida. En esa situación, quedan de manifiesto sus debilidades y vulnerabilidades humanas y sentimientos hacia sus hijos. ¿Qué más se pone de manifiesto? Su rebeldía contra Dios. Le imploran y le oran, le suplican que aleje a sus hijos de las desgracias. Si ocurre alguna catástrofe, oran para que sus hijos no mueran, puedan escapar del peligro, los malhechores no les hagan daño, sus enfermedades se alivien y no se agraven, etcétera. ¿Para qué oran en realidad? (Dios, estas oraciones son exigencias hacia Él, con un matiz de queja). Por una parte, están extremadamente descontentos con la difícil situación de sus hijos, se quejan de que Dios no debería haber permitido que les sucedieran tales cosas. Su insatisfacción se mezcla con la queja y le piden a Dios que cambie de opinión, que no actúe así, que aparte a sus hijos del peligro, que los mantenga a salvo, que cure su enfermedad, los ayude a escapar de los litigios, a evitar el desastre cuando ocurra, etcétera. En resumen, que todo vaya bien. Al orar así, por una parte, le reclaman a Dios, y por otra, le hacen exigencias. ¿Acaso no manifiestan rebeldía? (Sí). Dicen de manera implícita que lo que Dios hace no es correcto ni bueno, que no debería actuar así. Como se trata de sus hijos y creen en Dios, consideran que Él no debería permitir que les pasaran estas cosas. Sus hijos son diferentes a los demás, deberían tener preferencia a la hora de recibir bendiciones de Dios. Su fe en Él es motivo para que Dios bendiga a sus hijos y, si no lo hace, se angustian, lloran, cogen una rabieta y ya no quieren seguirlo. Si su hijo muere, sienten que ellos tampoco pueden seguir viviendo. ¿Es ese el sentimiento que tienen en mente? (Sí). ¿No se trata de una forma de protestar contra Dios? (Sí). Es protestar contra Él” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (19)). Dios pone en evidencia cómo los padres le hacen peticiones irrazonables cuando sus hijos enfrentan desgracias, creen que Dios debería actuar de una u otra manera y le echan la culpa si no lo hace. Eso es protestar contra Dios. Yo estaba exactamente en ese estado. Apenas me enteré de que habían arrestado a mi hija, tenía miedo y estaba preocupada de que la policía la torturara y atormentara, y me preocupaba aún más que ella vendiera a sus hermanos y hermanas, se convirtiera en una Judas y no tuviera un buen desenlace. Sin darme cuenta, empecé a quejarme de Dios y pensé: “Al fin y al cabo, mi hija abandonó su carrera para entregarse a Dios a tiempo completo. ¿Cómo es que Dios no la protegió?”. Siempre malinterpretaba a Dios o le hacía exigencias irrazonables. ¡Qué equivocada estaba! Pensé en cómo Dios dispone todas las situaciones que enfrentamos cada día y es soberano sobre ellas. Sin embargo, yo no entendía la soberanía de Dios y, cuando arrestaron a mi hija, me volví irracional y antagonista hacia Dios. Además, cuando la hermana con la que colaboraba trataba de compartir las palabras de Dios conmigo, ni siquiera la escuchaba ni aceptaba las palabras de Dios. Si no resolvía mi estado y algo terrible le sucedía a mi hija, seguramente me quejaría e incluso podía llegar a rebelarme contra Dios y traicionarlo. Pensé en que, cuándo Job pasó por las pruebas, perdió todos sus bienes y a sus hijos, y su cuerpo se cubrió de llagas. Él reconoció que Dios le había dado sus bienes y a sus hijos, y que fue con el permiso de Dios que los había perdido. Por lo tanto, no se quejó de Dios ni discutió con Él, pudo someterse a Su soberanía y Sus arreglos, e incluso alabó Su nombre. En cuanto a mí, cuando enfrenté la detención de mi hija, comencé a dudar de la omnipotencia, soberanía y autoridad de Dios, estaba siempre preocupada y asustada, e incluso le hacía exigencias a Dios y discutía con Él. ¡Estaba rebelándome contra Dios y resistiéndome a Él! Al darme cuenta de esto, ya no quise rebelarme contra Dios ni resistirme más. Independientemente de lo que le sucediera a mi hija, tanto si la torturaban como si tenía un buen destino y desenlace, no me quejaría de Dios y me sometería en todo a Su soberanía y arreglos.
Más tarde, encontré unos pasajes de las palabras de Dios: “A ojos de Dios, las vidas de los hijos y los padres son independientes. No pertenecen el uno al otro, tampoco mantienen una relación jerárquica. Por supuesto, no se trata en absoluto de una relación en la que uno posee y el otro es poseído. Sus vidas provienen de Dios y Él es soberano sobre su sino. Simplemente, los hijos nacen de sus padres; los padres son mayores que los hijos y los hijos más jóvenes que sus padres. Sin embargo, según esta relación, este fenómeno superficial, la gente cree que los hijos son los accesorios y la propiedad privada de sus padres. No observan el asunto desde la raíz, sino que solo lo miran desde la superficie, desde la carne y sus afectos. Por tanto, esta manera de considerarlo es en sí misma equivocada y una perspectiva errónea. ¿No es así? (Sí)” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (19)). “Además del nacimiento y la crianza, la responsabilidad de los padres en la vida de sus hijos es simplemente proveerle un entorno formal para que crezca en él, porque nada excepto la predestinación del Creador tiene influencia sobre el porvenir de la persona. Nadie puede controlar qué clase de futuro tendrá una persona; se ha predeterminado con mucha antelación, y ni siquiera los padres de uno pueden cambiar su porvenir. En lo que respecta a este, todo el mundo es independiente, y tiene el suyo propio. Por tanto, los padres no pueden evitar el porvenir de uno ni ejercer la más mínima influencia sobre el papel que uno desempeña en la vida. Podría decirse que la familia en la que uno está destinado a nacer, y el entorno en el que crece, no son nada más que las condiciones previas para cumplir su misión en la vida. No determinan en modo alguno el sino de la persona en la vida ni la clase de sino en el que cumplirá su misión. Y, por tanto, los padres no pueden ayudarle en el cumplimiento de su misión en la vida ni tampoco puede ningún familiar ayudarle a asumir su papel en la vida. Cómo cumple uno su misión y en qué tipo de entorno desempeña su papel está totalmente determinado por el sino de uno en la vida” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). A través de las palabras de Dios, me di cuenta de que estaba equivocada al considerar a mi hija como mi “bien personal” solo por ser carne de mi carne. La vida del hombre proviene de Dios: es Él quien le da al hombre el aliento de vida. El papel de los padres es solo traer al mundo a sus hijos y criarlos hasta la adultez. Una vez completada esta labor, hemos cumplido nuestra misión. Cada persona es independiente. Los padres y los hijos tienen sus propias suertes, y cada uno debe vivir y cumplir con sus responsabilidades según la trayectoria que ordena el Creador. También comprendí que la razón por la que me preocupaba el sufrimiento carnal que podía padecer mi hija y, como soy su madre, la razón por la que quería sufrir en su lugar era que yo no entendía la soberanía de Dios. En realidad, las experiencias que viviremos, el sufrimiento que padeceremos y el papel que desempeñaremos en la vida han sido predestinados, así que mi preocupación era innecesaria. Por mucho que me preocupara, no cambiaría nada ni tendría ninguna influencia en el futuro y la suerte de mi hija. Si, después de que la arrestaran, mi hija actuaba con cobardía y hacía todo lo que fuera necesario para aferrarse a la vida, traicionaba a sus hermanos y hermanas para proteger sus propios intereses, se convertía en una Judas y la expulsaban, eso lo habría determinado su esencia-naturaleza y la senda que eligió. Nadie podría cambiarlo. Al darme cuenta de esto, lo vi todo más claro al instante. Sabía que debía entregar a mi hija a Dios, someterme a Su soberanía y arreglos, esforzarme en mi trabajo y cumplir bien con mi deber. Más tarde, después de comer y beber algunas de las palabras de Dios, conseguí darme cuenta de que la obra de Dios en los últimos días es perfeccionar, revelar y descartar a las personas. Dios usa al gran dragón rojo para purificar la iglesia. Quienes persiguen la verdad, independientemente de los planes siniestros que trame el PCCh o de los rumores o falacias que se invente, no se dejarán desorientar, no rechazarán ni traicionarán a Dios y podrán mantenerse firmes en su testimonio de Él. En cuanto a aquellos que no persiguen la verdad y no son de Dios, estos entornos los pondrán en evidencia y serán descartados. Dios usa estas circunstancias adversas para verificar a las personas: los que se mantienen firmes en su testimonio son el trigo, mientras que los que no pueden hacerlo son la paja abandonada. Este es uno de los métodos del proceso de Dios para verificar a las personas y es la sabiduría de Su obra. Que mi hija pudiera superar esa verificación y dar testimonio dependía de cómo hubiera perseguido la verdad durante épocas normales, así como de su esencia-naturaleza y de la senda que hubiera escogido. Si conseguía mantenerse firme en su testimonio de Dios, eso demostraría que tenía verdadera fe en Él. Si, durante esa prueba, rechazaba y traicionaba a Dios, esa sería la forma en que Dios la pondría en evidencia. Dios es justo con todas las personas. Tras darme cuenta de esto, me sentí liberada y tranquila.
Han pasado dos meses desde que arrestaron a mi hija y todavía no he recibido noticias sobre su situación, pero sé que su suerte está en manos de Dios y no me siento limitada por dicha situación. Además, me he dado cuenta de que debo valorar la oportunidad que aún tengo para cumplir con mi deber y desempeñar bien mis responsabilidades. Una vez que dejé de preocuparme y angustiarme por mi hija, pude poner todo mi corazón en mi deber.