64. Cómo librarse del fango de la riqueza y el renombre

Por Shen Jie, China

En mi juventud, mi familia era pobre y la gente solía menospreciarnos. Así que pensaba: “Cuando crezca, debo ganar mucho dinero para que me tengan en alta estima”. Más adelante, me casé, pero la familia de mi esposo también era pobre. Buscaba formas para ganar dinero donde podía y nunca dejaba pasar ninguna oportunidad. Lo intentamos conduciendo un taxi y vendiendo verduras, pero no ganábamos mucho dinero. Sin embargo, no me rendía. Vi que a mi prima le iba bien cultivando champiñones ostra y había construido una bonita casa en muy poco tiempo. Así que decidí aprender a cultivar champiñones con ella. Trabajamos mucho desde el otoño a la primavera, pero, cuando nuestros champiñones llegaron al mercado, había un exceso de oferta y estaban en todos lados. Al final no ganamos nada. Nuestro esfuerzo de medio año había sido en vano. Las largas horas que trabajé agachada me provocaron una hernia discal. Gasté mucho dinero en buscar tratamientos médicos por todas partes, lo cual empeoró aún más nuestra situación económica. Sin embargo, no me rendía. Un día, vi una noticia sobre una importante granja de cría de palomas que generaba millones de yuanes al año. Se me iluminaron los ojos: “¡Millones! No hay granjas de cría de palomas por aquí. Si empiezo ahora, podría ser jefe en algunos años”. Pedimos un préstamo para empezar a criar palomas. Ver las palomas crecer me hacía sentir enérgica y motivada. Pero, justo cuando estábamos listos para vender el primer grupo, hubo un brote de gripe aviar y perdimos más de 20000 yuanes. Pensar en que había perdido dinero tras un año de tanto trabajo fue como una puñalada en el corazón. Por la noche, cuando estaba en la cama, lloré y me pregunté: “¿Por qué es tan duro mi destino? ¿Por qué me resulta tan difícil ganar dinero cuando otros parecen conseguirlo con tanta facilidad?”. El estrés le pasó factura a mi salud. No podía dormir ni comer y tenía problemas estomacales. Adelgacé hasta pesar poco más de cuarenta kilogramos y me tambaleaba cuando caminaba. Aun así, me negaba a rendirme y pensé: “Tengo un cerebro y dos manos como los demás. No soy menos inteligente que otros. ¡No puedo creer que no pueda ganar dinero! ¡Debo intentarlo de nuevo!”. Más adelante, me enteré de que vender carne a la barbacoa era rentable. A pesar de mi delicada salud, me fui a otra ciudad para aprender el oficio. Cuando volví a casa, abrí un restaurante asador. Debido a la fuerte competencia, el negocio no duró y tuve que cerrarlo. No podía entender por qué los demás podían ser exitosos en el mismo negocio y ganar 3000 yuanes por noche, mientras que yo no podía ganar nada. Recordé que mi madre solía decirme que yo tenía “grandes ambiciones, pero un frágil sino”. Pensé en cómo mi hermana había ganado una fortuna en unos años con su negocio de verduras y se había construido una bonita casa, con cientos de miles en ahorros, mientras que yo había luchado y fracasado por más de una década. ¿Ese era mi porvenir? Cuanto más pensaba en eso, más angustiada me sentía. Caí en la desesperación, me sentí abatida y enferma durante días, sin querer moverme, y deseaba dormir para siempre y no despertar nunca más. Esa vida era demasiado dura. Mi marido ahogaba sus penas en alcohol a diario.

Después, abrimos un restaurante de desayunos. Para mi sorpresa, el negocio iba muy bien. Teníamos que levantarnos a la 1 a. m. todos los días y trabajar hasta las 10 a. m. antes de que nosotros mismos pudiéramos desayunar. Pasar hambre de esa manera empeoró mis problemas estomacales y tuve reflujo ácido e hipoglucemia. Además, le produjo espondilosis cervical a mi esposo, por lo que sus brazos se entumecían y le dolían. El médico le recomendó que se tomara unos días libres para hacer una terapia intravenosa. Pero él pensaba que era una gran pérdida de tiempo conectarse a un goteo intravenoso todos los días y que sería una gran pena perder un ingreso diario de mil yuanes. En cambio, optó por analgésicos y planeó buscar un tratamiento adecuado cuando el negocio estuviera más tranquilo. Su estado empeoró con el tiempo. Necesitaba cada vez más analgésicos y pasó de tomar una píldora a dos o tres por vez. Cuando el dolor empeoró, me insultaba y su temperamento se volvió cada vez más irritable. Casi no nos comunicábamos más que para discutir. El dolor físico y la represión de mi mente y mi espíritu me hicieron sentir perdida. ¿De qué servía todo este arduo trabajo? Me sentía como una máquina que trabajaba de la mañana a la noche. Estaba tan agotada que me dolían la cintura y la espalda. Ganábamos dinero, pero no teníamos tiempo para disfrutarlo. Solíamos decir que el dinero nos traería felicidad, pero ¿por qué me sentía más triste a pesar de tener dinero?

Un año después, regresamos a nuestro pueblo natal para construir una nueva casa. Me sentía realizada al pensar que por fin podríamos vivir en una bonita casa después de haber luchado durante una docena de años o más. Nuestros vecinos, parientes y amigos elogiaron nuestras habilidades y agallas, e incluso nos ayudaron activamente a conseguir los materiales necesarios para la construcción. El secretario de la rama del Partido del pueblo también nos brindó una ayuda especial, ya que consiguió la aprobación para nuestras obras de construcción. Me sentía diferente teniendo mucho dinero y todo parecía fluir con más facilidad. Pero, luego, justo cuando las cosas comenzaban a mejorar para nosotros, nos golpeó la tragedia. Tras la demolición de nuestra vieja casa, mi esposo se quejó de un fuerte dolor de cuello y decidió ir al hospital del pueblo. Cuando llegué, el médico me dijo de inmediato: “¡Llega justo a tiempo! ¡Su esposo se encuentra en estado crítico!”. Me quedé en blanco. Pensé: “Es imposible. Mi esposo siempre ha tenido buena salud, incluso se ha resfriado pocas veces desde que nos casamos. ¿Cómo puede estar muriéndose ahora?”. Me apresuré hacia la sala y vi a mi esposo tendido allí. Su rostro estaba oscuro y tenía los ojos cerrados. Le tomé la mano y exclamé su nombre entre sollozos, pero nunca más despertó. El médico explicó que mi esposo había sufrido un derrame cerebral agudo, probablemente relacionado con la afección de su columna cervical, que comprimía sus vasos sanguíneos e impedía la circulación. La muerte repentina de mi marido me dejó aturdida. “¿Cómo me las arreglaré yo, una mujer con dos hijos, para vivir?”. Pensé: “Todo lo que quería era mejorar nuestras vidas y que no me menospreciaran. Después de años de mucho trabajo, justo cuando las cosas comenzaban a ir mejor, mi marido falleció de repente. ¿Por qué todo lo que deseo parece tan lejano y fuera de mi alcance?”. Me encerré en mi habitación, lloraba todo el tiempo. Mis hermanas, preocupadas de que pudiera hacerme daño, se turnaban para visitarme a diario. Pero solo podían brindarme algunas palabras de consuelo, que no disipaban el dolor de mi corazón en absoluto.

Más adelante, un familiar trajo a una hermana para compartir el evangelio conmigo. La hermana me leyó un pasaje de las palabras de Dios: “El Todopoderoso tiene misericordia de estas personas que han sufrido profundamente. Al mismo tiempo, siente aversión hacia estas personas que carecen de conciencia, porque ha tenido que esperar demasiado para obtener una respuesta por parte de los humanos. Él desea buscar, buscar tu corazón y tu espíritu, traerte alimento y agua para despertarte, de modo que ya no tengas sed ni hambre. Cuando estés cansado y cuando comiences a sentir algo de la lúgubre desolación de este mundo, no estés perdido, no llores. Dios Todopoderoso, el Vigilante, acogerá tu llegada en cualquier momento. Está vigilando a tu lado, esperando que des marcha atrás. Está esperando el día en el que recuperes la memoria de repente: cuando seas consciente del hecho de que viniste de Dios, que, en un momento desconocido, te perdiste, en un momento desconocido, perdiste el conocimiento a lo largo del camino y en un momento desconocido, adquiriste un ‘padre’. Además, cuando te des cuenta de que el Todopoderoso ha estado siempre vigilando en ese lugar, esperando durante mucho, mucho tiempo tu regreso. Él ha estado vigilando con un anhelo desesperado, esperando una respuesta sin tener una. Su vigilancia y espera no tienen precio y son por el corazón y el espíritu de los seres humanos. Tal vez esta vigilancia y espera sean indefinidas y, quizá, ya estén llegando a su fin. Pero tú debes saber exactamente dónde se encuentran tu corazón y tu espíritu ahora mismo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El suspiro del Todopoderoso). A medida que escuchaba las palabras: “Cuando estés cansado y cuando comiences a sentir algo de la lúgubre desolación de este mundo, no estés perdido, no llores. […] Está vigilando a tu lado, esperando que des marcha atrás”, las lágrimas recorrían mi rostro sin que me diera cuenta. Reflexioné sobre las dificultades que había soportado a lo largo de los años y el tormento indescriptiblemente doloroso que había pasado. Mis padres habían fallecido y mi esposo también había muerto. ¿A quién podía expresarle el dolor que tenía dentro? ¿Quién podía entenderlo? Las palabras de Dios tocaron mi corazón y me reconfortaron. Tenía muchas ganas de expresar en voz alta todo el dolor que había acumulado en mi corazón, pero no sabía por dónde comenzar. Solo seguía llorando. La hermana dijo: “Entiendo cómo te sientes. Lo que te digamos solo puede consolarte, pero no remediará de verdad tu dolor. Solo Dios puede resolver nuestro dolor”. Le pregunté: “¿De dónde viene todo este dolor? ¿Puede Dios realmente resolverlo?”. Luego, la hermana me leyó un pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso: “Hay un enorme secreto en tu corazón del que nunca has sido consciente porque has estado viviendo en un mundo sin luz. El maligno se ha llevado tu corazón y tu espíritu. Tus ojos están cubiertos de oscuridad y no puedes ver el sol en el cielo ni esa estrella brillante de la noche. Tus oídos están tapados con palabras engañosas y no escuchas la estruendosa voz de Jehová ni el sonido de las aguas que fluyen del trono. Has perdido todo lo que te pertenece legítimamente y todo lo que el Todopoderoso te confirió. Has entrado en un mar infinito de aflicción, sin fuerza para salvarte y sin esperanza de supervivencia y solo puedes luchar y moverte afanosamente… A partir de ese momento, estuviste condenado a estar afligido por el maligno, muy lejos de las bendiciones del Todopoderoso, fuera del alcance de las provisiones del Todopoderoso, andando por un camino sin regreso. Un millón de llamados difícilmente pueden despertar tu corazón y tu espíritu. Duermes profundamente en las manos del maligno, quien te ha tentado hacia un reino ilimitado, sin dirección, sin señales en el camino. A partir de entonces, perdiste tu pureza e inocencia originales y comenzaste a huir del cuidado del Todopoderoso. Dentro de tu corazón, el maligno te dirige en todos los asuntos y se ha convertido en tu vida. Ya no le temes, ni lo evitas ni dudas de él. Más bien, lo tratas como el dios en tu corazón. Comenzaste a consagrarlo y adorarlo, y los dos os hicisteis inseparables como uña y carne, comprometidos a vivir y morir juntos. No tienes ni idea de dónde viniste, por qué naciste ni por qué morirás. Miras al Todopoderoso como un extraño; no conoces Sus orígenes y mucho menos todo lo que Él ha hecho por ti(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El suspiro del Todopoderoso). La hermana me dijo: “Dios ha expuesto el motivo principal del sufrimiento humano. En el comienzo, Dios creó a los humanos y los dejó vivir en el Jardín del Edén. En aquel entonces, las personas escuchaban a Dios, vivían sin preocupaciones y no padecían estos dolores y problemas. Sin embargo, después de que Satanás los tentara y corrompiera, los humanos traicionaron a Dios, se alejaron de Su cuidado y protección, y cayeron bajo el poder de Satanás. Ahora la gente vive en pecado, conspiran, se confabulan, pelean y se tienden trampas entre sí por dinero, estatus, fama y ganancias, y algunos incluso contemplan el suicidio. Todo ese sufrimiento lo provocó Satanás. Durante miles de años, Satanás ha inculcado a los humanos muchas filosofías para los asuntos mundanos y numerosas falacias, como: ‘El dinero mueve el mundo’, ‘Crea una vida mejor con tus propias manos’ y ‘El porvenir de una persona está en sus propias manos’. Las personas prefieren creer estas palabras endiabladas de Satanás antes que en la soberanía de Dios, viven y llevan a cabo su búsqueda según estas reglas de supervivencia de Satanás. Sin el liderazgo ni la guía de Dios, las personas se dejan llevar pasivamente por las tendencias malvadas de la sociedad, persiguen arduamente el dinero, el estatus, la fama y las ganancias año tras año, sin entender el significado de la vida ni de dónde vienen o hacia dónde van. Todo esto las hace sentir vacías y angustiadas. Si bien los humanos han traicionado a Dios, Él no ha renunciado a salvarlos. Dios ha guiado y salvado a los humanos a lo largo de los 6000 años de Su obra y espera que la gente regrese a Él. En los últimos días, Dios Todopoderoso, el Salvador, ha bajado a la Tierra en persona y ha expresado verdades para salvar a los humanos. Solo al aceptar las verdades que Dios expresa los seres humanos pueden discernir las artimañas de Satanás y escapar de su corrupción y tormento”. Escuchar a la hermana me conmovió profundamente. ¿No era esa exactamente mi situación? Había trabajado incansablemente día y noche, solo para ganar más dinero con la esperanza de que un día pudiera sobresalir del resto y ganarme el respeto de la gente. Sin embargo, después de todo, había terminado exhausta y enferma y todavía me sentía vacía y angustiada. Pero nunca me pregunté si vivir así estaba mal. Porque había sido así durante generaciones, ¿no? ¿Cómo podía ser yo la excepción? Recién entonces entendí que todo ese sufrimiento era causado por la corrupción y el tormento de Satanás. Si no hubiera sido por Dios Todopoderoso, que expuso la realidad de la corrupción que Satanás provocaba en los humanos, nunca me habría dado cuenta de todo esto, seguiría desorientada por Satanás y luchando con el dolor.

Después, leí más de las palabras de Dios Todopoderoso: “Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el sino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el sino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su porvenir. Pero nunca pueden tener éxito y se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo de su alma, les causa profundo dolor y este dolor se les mete en los huesos y, al mismo tiempo, los hace desperdiciar su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, la forma en que eligen vivir su vida. […] si las personas no pueden reconocer realmente el hecho de que el Creador tiene soberanía sobre el sino humano y sobre todos los asuntos humanos, si no pueden someterse realmente a Su dominio, entonces será difícil para ellas no verse impulsadas y coartadas por la idea de que ‘el porvenir de uno está en sus propias manos’. Será difícil para ellas deshacerse del dolor de su intensa lucha contra el sino y la autoridad del Creador, y no hace falta decir que también será difícil para ellas estar verdaderamente liberadas y libres, convertirse en personas que adoran a Dios(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). A medida que leía las palabras de Dios, me caían lágrimas por el rostro y recordaba vívidamente mis experiencias pasadas. Para evitar que me menospreciaran, me había devanado los sesos y había intentado desesperadamente ganar dinero, creyendo que con perseverancia y trabajo duro podría cambiar mi porvenir por mí misma. Cada vez que fracasaba, mantenía una mentalidad desafiante y pensaba que, si otros podían hacerse ricos con un cerebro y dos manos, yo también podría si me esforzaba. Después de todo, yo misma tenía un cerebro y dos manos y no era menos inteligente que ellos. Pensaba que mis fracasos pasados se debían a la falta de experiencia o de una oportunidad adecuada. Había creído que ciertas falacias, como: “Soporta las mayores adversidades para convertirte en el mejor” y “Cambia tu destino con tus propias manos” eran dichos sabios y, sin importar cuántas veces fracasaba, había luchado persistentemente contra mi porvenir con la mentalidad de que no debía rendirme nunca. Creía que el trabajo duro podía alterar el porvenir y me esforzaba tenazmente por ser superior a los demás. Esto me había dejado con muchas dolencias e, incluso, le había costado la vida a mi esposo. ¡Todo eso se debía a la corrupción y el tormento de Satanás! En el pasado, solía culpar al porvenir por ser injusto conmigo. Solo entonces me di cuenta de que no era que Dios me tratara injustamente o que mi porvenir fuera malo. En cambio, era que la senda y la forma de vida que había elegido eran incorrectas. No había reconocido la soberanía de Dios y no podía someterme a Sus orquestaciones y arreglos. Siempre había querido cambiar mi situación actual y mi porvenir por mí misma. Para obtener dinero, fama y ganancia había luchado y sufrido más de una década. Solo entonces me di cuenta de que todo ese sufrimiento se debía a que había sido corrompida y atormentada por Satanás debido a que ignoraba la verdad. A partir de ese momento, cada vez que tenía tiempo, leía las palabras de Dios, siempre deseosa de comprender más verdades.

Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios: “En realidad, independientemente de lo nobles que sean los ideales del hombre, de lo realistas que sean sus deseos o de lo adecuados que puedan ser, todo lo que el hombre quiere lograr, todo lo que busca está inextricablemente vinculado a dos palabras. Ambas son de vital importancia para la vida de cada persona y son cosas que Satanás pretende infundir en el hombre. ¿Qué dos palabras son? Son ‘fama’ y ‘ganancia’. Satanás usa un tipo de método muy suave, un método muy de acuerdo con las nociones de las personas, que no es radical en absoluto, a través del cual hace que las personas acepten sin querer su forma de vivir, sus normas de vida, y para establecer metas y una dirección en la vida y, sin saberlo, también llegan a tener ambiciones en la vida. Independientemente de lo grandes que estas ambiciones parezcan, están inextricablemente vinculadas a la ‘fama’ y la ‘ganancia’. Todo lo que cualquier persona importante o famosa y, en realidad, todas las personas, siguen en la vida solo se relaciona con estas dos palabras: ‘fama’ y ‘ganancia’. Las personas piensan que una vez que han obtenido la fama y la ganancia, pueden sacar provecho de ellas para disfrutar de un estatus alto y de una gran riqueza, y disfrutar de la vida. Piensan que la fama y ganancia son un tipo de capital que pueden usar para obtener una vida de búsqueda del placer y disfrute excesivo de la carne. En nombre de esta fama y ganancia que tanto codicia la humanidad, de buena gana, aunque sin saberlo, las personas entregan su cuerpo, su mente, todo lo que tienen, su futuro y su sino a Satanás. Lo hacen de manera sincera y sin dudarlo ni un momento, ignorando siempre la necesidad de recuperar todo lo que han entregado. ¿Pueden las personas conservar algún control sobre sí mismas una vez que se han refugiado en Satanás de esta manera y se vuelven leales a él? Desde luego que no. Están total y completamente controladas por Satanás. Se han hundido de un modo completo y total en un cenagal y son incapaces de liberarse a sí mismas(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, me di cuenta de que el dinero, la fama y las ganancias son formas en las que Satanás corrompe a las personas. Satanás usa las influencias sociales y la educación familiar para inculcarme muchas creencias falsas, como: “El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo”, “Apunta a destacarte y sobresalir” y “El dinero es lo primero”. Como había crecido en la pobreza y sufrido discriminación, adopté fácilmente esos puntos de vista. Creía que, con dinero, fama y ganancias, me admirarían y respetarían, que podría hablar con confianza y vivir una vida digna y valiosa. A fin de obtener fama y ganancia, me devané los sesos para encontrar oportunidades de negocios, trabajé a pesar de estar enferma e, incluso, dejé atrás a mi hijo de un año para viajar miles de kilómetros y aprender un oficio. Todo para obtener fama y ganancias. A pesar de estar demasiado ocupada para comer y de que me mareara y me desmayara de hambre, lo cual dañó mi salud, nunca dudé en hacer sacrificios. Mi esposo, impulsado por los mismos deseos, no dejó el negocio y prefirió tomar analgésicos en lugar de buscar un tratamiento médico. Al final, se hizo rico, pero perdió la vida. ¿No era todo este sufrimiento causado por la búsqueda de dinero, fama y ganancias? Sin comprender la verdad ni tener discernimiento, confundí las herejías y falacias que Satanás emplea para corromper al hombre con las leyes de supervivencia y las metas de vida. ¡Era realmente necia y ciega! Cuando comprendí esto, decidí dedicarme a creer en Dios y perseguir la verdad, en lugar de perseguir el dinero, la fama y las ganancias, como había hecho en el pasado. Dediqué más tiempo a leer las palabras de Dios a diario y participé activamente en las reuniones. Tres meses después, asumí mi deber en la iglesia: practicar el riego de los nuevos creyentes.

Mis parientes, al advertir que había dejado de dirigir mi negocio, expresaron sus preocupaciones. Dijeron que, con niños pequeños y muchos gastos futuros, debía continuar con el negocio de desayunos. También me llamó el propietario y dijo que a muchas personas les gustaba nuestra comida, que esperaba que volviéramos a abrir el comercio y que él y su familia me ayudarían si no podía hacerlo sola. Sus palabras agitaron mi mente: “Es verdad. Con dos niños en la escuela, mi salario apenas cubre los gastos básicos para vivir. Si no gano más dinero, seguirán menospreciándonos a mis hijos y a mí. El negocio de desayunos podría generar miles de yuanes al día. Es difícil deshacerme de él. ¿Quizás podría contratar a alguien para que me ayude y retomar el negocio?”. Comencé a planificar y considerar esta opción. Sin embargo, sabía que reabrir el negocio de desayunos requeriría un esfuerzo importante y me dejaría poco tiempo para cumplir con mis deberes en la iglesia. Me bastaría con asegurarme de asistir a las reuniones. Dirigir un negocio siempre había requerido mi atención. Sería un desafío concentrarme en leer las palabras de Dios y perseguir la verdad, y mi vida espiritual seguramente sufriría pérdidas. Me sentía dividida y conflictuada. Eso me quitaba el sueño en aquel entonces. Un día, leí algunas de las palabras de Dios: “La mayoría de las personas tienen los siguientes deseos: trabajar menos y ganar más, no trabajar al sol ni bajo la lluvia, vestir bien, resplandecer y brillar en todas partes, estar por encima de los demás y honrar a sus ancestros. La gente anhela la perfección, pero cuando dan sus primeros pasos en el viaje de su vida, llegan a darse cuenta poco a poco de lo imperfecto que es el porvenir humano, y por primera vez comprenden realmente la realidad de que, aunque uno pueda hacer planes atrevidos para su futuro y, aunque pueda albergar audaces fantasías, nadie tiene la capacidad ni el poder para materializar sus propios sueños y nadie está en posición de controlar su propio futuro. Siempre habrá alguna distancia entre los sueños y las realidades a las que se debe hacer frente; las cosas nunca son como a uno le gustaría que fuesen, y frente a tales realidades las personas no pueden conseguir satisfacción ni contentamiento. Algunas personas llegarán hasta un punto inimaginable, realizarán grandes esfuerzos y sacrificios por el bien de su sustento y futuro, intentando cambiar su propio porvenir. Pero al final, aunque puedan materializar sus sueños y sus deseos a través de su propio trabajo duro, nunca pueden cambiar su suerte. Por muy obstinadamente que lo intenten nunca podrán superar lo que la suerte les ha asignado. Independientemente de las diferencias de capacidades, inteligencia y la fuerza de voluntad, las personas son todas iguales ante la suerte, que no hace distinción entre grandes y pequeños, altos y bajos, eminentes y humildes. A qué ocupación se dedica uno, qué se hace para vivir y cuánta riqueza se amasa en la vida es algo que no deciden los padres, los talentos, los esfuerzos ni las ambiciones de uno: es el Creador quien lo predestina(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). “Si uno tiene una actitud positiva hacia la soberanía de Dios sobre el sino humano, cuando mira atrás a su viaje, cuando experimenta verdaderamente la soberanía de Dios, deseará someterse con más sinceridad a todo lo que Dios ha organizado, tendrá más determinación y confianza para dejar que Dios orqueste su porvenir, para dejar de rebelarse contra Dios. Esto es porque ve que, cuando la gente no sabe en qué consiste el sino ni entiende la soberanía de Dios, está forcejeando y tropezando a través de la niebla basándose en su propia voluntad, y que el viaje es demasiado arduo, demasiado descorazonador. Por tanto, cuando las personas se dan cuenta de que Dios es soberano sobre el sino humano, los inteligentes escogen conocer y aceptar la soberanía de Dios y decir adiós a los dolorosos días de ‘intentar construir una buena vida con sus propias manos’, en lugar de seguir luchando contra el sino y persiguiendo a su propia manera los supuestos objetivos de la vida. Cuando una persona no tiene a Dios, cuando no puede verlo, cuando no puede conocer claramente la soberanía de Dios, cada día carece de sentido y es en vano e indescriptiblemente doloroso. Independientemente de dónde esté una persona y de cuál sea su trabajo, sus medios de subsistencia y los objetivos que persigue no le traen otra cosa que una angustia infinita y un dolor que es difícil de superar, de forma que no puede soportar echar la vista atrás hacia su pasado(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Tras leer las palabras de Dios rompí en llanto. Al reflexionar sobre los dolorosos días en los que luchaba contra el porvenir antes de conocer a Dios, me di cuenta de que mi agonía provenía de no reconocer la soberanía de Dios y de resistirme a mi porvenir con actitudes corruptas. Todavía recordaba vívidamente el tormento de no lograr lo que deseaba. Otros podían ganar millones con el mismo negocio, mientras que yo terminé sin nada e incluso con deudas enormes. Esto demuestra que la cantidad de dinero que ganamos y si somos ricos o pobres está predestinado por Dios. No es algo que se pueda lograr solo con esfuerzo. En el mundo actual, los desastres son cada vez más serios. Si priorizaba ganar dinero, buscar fama, ganancias y estatus, renunciando a la oportunidad de perseguir la verdad y obtener la salvación, ¿no sería necia e ignorante? Incluso si el negocio del desayuno generaba miles de yuanes al día, el vacío y sufrimiento que me produciría estar lejos de Dios no se podrían compensar con dinero. Puede que ahora no sea rica, pero, aun así, puedo vivir una vida normal. Y lo que es más importante, he llegado a comprender algunas verdades y el sentido de la vida. También puedo cumplir mis deberes en la iglesia, lo cual me ha traído paz y alegría. Cuando me di cuenta de esto, decidí dejar el negocio y centrarme en mis deberes. Vendí a bajo precio los utensilios de cocina de mi tienda a otras personas.

Más adelante, leí más de las palabras de Dios: “Si las personas no pueden reconocer realmente el hecho de que el Creador tiene soberanía sobre el sino humano y sobre todos los asuntos humanos, si no pueden someterse realmente a Su dominio, entonces será difícil para ellas no verse impulsadas y coartadas por la idea de que ‘el porvenir de uno está en sus propias manos’. Será difícil para ellas deshacerse del dolor de su intensa lucha contra el sino y la autoridad del Creador, y no hace falta decir que también será difícil para ellas estar verdaderamente liberadas y libres, convertirse en personas que adoran a Dios. Pero existe una forma muy simple de liberarse de este estado, que es decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y diseccionar el estilo de vida, la visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales anteriores y compararlos después con las intenciones y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si todos ellos son acordes con estas, si todos ellos transmiten los valores correctos de la vida, llevan a uno a un mayor entendimiento de la verdad, y le permiten vivir con humanidad y la semejanza de un ser humano. Cuando investigas repetidamente y diseccionas cuidadosamente los diversos objetivos que las personas persiguen en la vida y sus miles de formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador con el que creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; todos son trampas que provocan que las personas se vuelvan depravadas y que las llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, es intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, vivir sin tener elección personal y convertirte en una persona que lo adora a Él(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). “Aquellos que buscan conocer a Dios son capaces de dejar de lado sus deseos, están dispuestos a someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; intentan ser la clase de personas sumisas a la autoridad de Dios y satisfacer las intenciones de Dios. Tales personas viven en la luz, en medio de las bendiciones de Dios; serán elogiadas sin duda por Dios(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). “Eres un ser creado, debes por supuesto adorar a Dios y buscar una vida con significado. Si no adoras a Dios, sino que vives en tu carne inmunda, ¿no eres solo una bestia, vestida de humano? Como eres un ser humano, ¡te debes gastar para Dios y soportar todo el sufrimiento! El pequeño sufrimiento que estás experimentando ahora, lo debes aceptar con alegría y con confianza y vivir una vida significativa como Job y Pedro. En este mundo, el hombre usa la ropa del diablo, come la comida del diablo, trabaja y sirve bajo el campo de acción del diablo, pisoteado completamente por él en su inmundicia. Si no captas el significado de la vida u obtienes el camino verdadero, entonces, ¿qué significado tiene vivir así? Vosotros sois personas que buscáis la senda correcta, los que buscáis mejorar. Sois personas que os levantáis en la nación del gran dragón rojo, aquellos a quienes Dios llama justos. ¿No es esa la vida con mayor sentido?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (2)). Las palabras de Dios me revelaron qué búsquedas son verdaderamente significativas y valiosas en la vida. Tuve la suerte de encontrar la obra del Creador para la salvación del hombre, lo que es una oportunidad única en la vida, y escuchar la voz del Creador es algo con lo que muchos sueñan. Entonces, decidí no ir nunca más tras el dinero, la fama y las ganancias, sino someterme a la soberanía de Dios y vivir de acuerdo a Sus exigencias. Pensé en Pedro. Al escuchar el llamado del Señor Jesús, dejó sin dudarlo sus redes de pesca para seguirlo y, con el tiempo, llegó a conocer a Dios y a someterse a Él y a amarlo. Job también lo perdió todo, pero, aun así, alababa a Dios, dio un hermoso testimonio de Dios ante Satanás y, finalmente, fue bendecido al ver la aparición de Dios. A lo largo de la historia, muchos santos han renunciado a todo, incluso a sus vidas, para difundir el evangelio de Dios, que es la forma más significativa y valiosa de vivir. Con estos ejemplos en mente, supe que debía estar contenta de tener ropa y comida y dedicar más energía a perseguir la verdad y cumplir mis deberes. Buscar conocer a Dios es lo más valioso. Después de dejar por completo mi negocio, además de trabajar y cumplir con mis deberes, dedicaba el resto de mi tiempo a leer las palabras de Dios y cantar himnos para alabarlo junto a mis hijos. Cada día me sentía en paz y estable y disfrutaba. Unos meses después, me curé de mi malestar estomacal de larga data, supe que había sido por la misericordia de Dios. Mis hijos se volvieron más autosuficientes en sus estudios y rutinas diarias. Eran particularmente obedientes y sensatos. Al comer y beber las palabras de Dios y cumplir con mis deberes, sentí el esclarecimiento y la guía de Dios. De a poco, comprendí algunas verdades. Gané una comprensión más profunda de la omnipotencia y soberanía de Dios y cómo Satanás corrompió a las personas y Dios salvó a los humanos. También aprendí cómo debería vivir la gente y qué búsquedas son verdaderamente significativas y valiosas. La confusión de mi corazón disminuyó muchísimo. ¡Estoy profundamente agradecida por la salvación de Dios!

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