14. Cómo debo tratar a quienes son mejores que yo

Por Kaoshen, China

A finales de 2016, trabajé con la hermana Yi Xin en la obra de la iglesia. Tras un tiempo colaborando juntas, descubrí que Yi Xin tenía buen calibre y que comprendía rápidamente las palabras de Dios. Era capaz de captar los puntos clave cuando hablaba de la verdad y de resolver algunas dificultades de los hermanos y hermanas. Yo pensaba: “Llevo poco tiempo creyendo en Dios y no comprendo mucho de la verdad, así que, cooperando con Yi Xin, la obra de la iglesia se hará realmente bien, de seguro”. Estaba muy contenta, llena de determinación y entusiasmo. Siempre que no entendía algo, le preguntaba a Yi Xin. Entonces ella tomaba las riendas del trabajo y yo nunca me oponía porque sentía que ella era mejor que yo.

Después de un tiempo, escuché a los hermanos y hermanas decir que Yi Xin tenía buen calibre, que podía calar las cosas y resolver los problemas que tenían, y que sus charlas eran realmente esclarecedoras. Al principio, pude gestionar bien esta situación, pero, al escuchar estas cosas con frecuencia, empecé a sentirme un poco avergonzada y molesta y pensaba: “Ambas somos líderes y hacemos juntas el trabajo. Todos los hermanos y hermanas la elogian. ¿Acaso no quedo yo como una incompetente?”. Concordaba con los hermanos y hermanas verbalmente y decía: “Sí, Yi Xin tiene buen calibre”, pero, por dentro, no podía aceptarlo y pensaba: “También lidero muchas reuniones para los hermanos y hermanas y también puedo resolver algunos de sus problemas y dificultades. ¿Por qué no me alaba nadie? ¿Realmente estoy tan por debajo de Yi Xin? Esto no puede ser así. Tengo que leer más de las palabras de Dios para hablar con más claridad en las reuniones y debo intentar esforzarme por alcanzar el nivel de Yi Xin, ¡para que los hermanos y hermanas vean que no soy inferior a ella!”. Después de eso, empecé a trabajar duro, a ir a las reuniones durante el día y a leer y a prepararme con las palabras de Dios por la noche. Anotaba cualquier pasaje de las palabras de Dios que pudiese resolver ciertos estados, a fin de poder encontrarlos rápidamente a la hora de resolver problemas. Cuando los líderes superiores se reunían con nosotras, les consultaba cualquier cosa que no comprendiese porque quería entenderlo todo mejor, estar mejor preparada y superar a Yi Xin.

Una vez, durante una reunión de los líderes de equipo, Yi Xin tenía que asistir a otra cosa y me hizo ir a mí primero a la reunión. Estaba bastante contenta, ya que Yi Xin siempre había venido conmigo antes y liderado cada reunión, pero hoy, por fin era mi turno de hablar con los hermanos y hermanas yo sola. Tenía que utilizar esta oportunidad para hacerlo bien y demostrar que mi calibre no era muy inferior al de Yi Xin. Durante la reunión, comencé por comprender el estado reciente de cada líder de equipo y las dificultades que estaban teniendo en sus deberes. Cuando habló una hermana, la escuché atentamente mientras mi mente trabajaba a toda velocidad para pensar bien en qué pasajes de las palabras de Dios podría encontrar para abordar su estado. Pensé: “No puedo estropear esto de ninguna manera. Si no puedo resolver este problema, estaré para siempre a la sombra de Yi Xin. ¡Qué vergonzoso y humillante sería eso!”. Cuando la hermana terminó de describir su estado, encontré los pasajes pertinentes de las palabras de Dios y hablé mientras observaba sus reacciones. Al ver que la hermana asentía con la cabeza, sentí una sensación repentina de satisfacción y pensé que lo estaba haciendo bien. Pero, justo cuando estaba charlando con entusiasmo, entró Yi Xin, que ya había terminado su tarea. Todos los hermanos y hermanas, que habían estado mirándome a mí, dirigieron su atención a Yi Xin. Por sus miradas, sentí que todos habían estado esperando con ansias a que ella llegara. Me sentí algo decepcionada. Después de eso, Yi Xin comenzó a buscar y a hablar de las palabras de Dios según los problemas que tuvieran los líderes de equipo. De hecho, la charla de Yi Xin fue bastante clara y sentí muchos celos. Pensé: “Llegaste, asumiste el mando y me quitaste el protagonismo. De eso, nada. No puedo quedarme aquí sentada y dejar que acapares la atención. Tengo que encontrar una oportunidad para hablar”. Me devané los sesos pensando en qué pasajes de las palabras de Dios utilizar y cómo compartir de manera más clara que Yi Xin. Como tenía tantas ganas de presumir, cuando Yi Xin se detuvo un instante, entré al momento a tomar el relevo de la conversación con la líder de equipo, y dije: “Hermana, yo también he encontrado un pasaje de las palabras de Dios con respecto a tu estado. Hablemos de él”. Entonces comencé a leer, pero, según iba leyendo, descubrí que el pasaje seleccionado no encajaba del todo con el estado de la hermana. Mi cabeza empezó a murmurar y pensé: “Oh, no. ¿Lo he estropeado? Estaba esperando que los hermanos y hermanas me admiraran, pero, ¿cometer un error tan básico como este no demuestra que soy una incompetente? ¡Qué humillante!”. Me sentí muy muy incómoda y avergonzada, me puse colorada y solo quería que me tragara la tierra. Yi Xin continuó su charla y los hermanos y hermanas escuchaban con atención. Sentí que me habían marginado y estaba increíblemente dolida e incómoda, como si estuviese en ascuas. En mi interior empezó a crecer el resentimiento y pensé: “¿Qué papel estoy desempeñando? ¿Solo estoy aquí para elogiar a Yi Xin? ¡Yo parezco tan insuficiente solamente porque ella está aquí! Mi humillación de hoy es todo por su culpa. Si no estuviera aquí, ¿me habría entrado tanta ansiedad que no habría encontrado los pasajes adecuados de las palabras de Dios? ¿Me habrían humillado así?”. Me sentí un payaso allí sentada y solo quería marcharme de inmediato. Cuando por fin terminó la reunión, me fui a casa y me tumbé en la cama, pero, cuando pensaba en lo que había pasado en la reunión, mi corazón se enturbió con una tormenta de angustia y me sentí muy molesta y frustrada. Pensé en todo el esfuerzo que había hecho para mejorar mis habilidades de resolución de problemas últimamente, en que había estado asistiendo a las reuniones de día, preparándome con las palabras de Dios de noche y quedándome despierta hasta medianoche, pero daba igual lo mucho que lo intentara: ante Yi Xin, me quedaba corta. Al pensar en esto, empecé a sentir rencor por Yi Xin y ya no quería trabajar con ella en las reuniones. No quería ni verla. Al día siguiente, cuando Yi Xin y yo fuimos a la reunión, me enfurruñé y guardé silencio mientras pensaba: “No puedo competir con ella, ¡así que mantendré la boca cerrada y escucharé!”. Pero, aunque no compitiese, seguía sintiéndome molesta, frustrada y enfadada. Cuando intenté hablar, se me quedó la mente en blanco y no supe qué decir. Así que comencé a quejarme y a pensar: “¿Por qué Dios le ha concedido un calibre tan bueno? ¿Por qué a mí me ha dado un calibre tan malo y nos ha hecho cumplir juntas nuestro deber? Con ella aquí, es como si yo no estuviera”. Deseaba que, un día, muy pronto, nos separasen. En las siguientes reuniones, hablé menos y participé menos en los debates de trabajo. Mi estado seguía empeorando y me sentía cada vez más dolida y reprimida. Oré a Dios: “¡Dios! Tengo celos de Yi Xin constantemente y siempre me estoy comparando con ella. Vivir en este estado es muy doloroso. ¡Dios! Esclaréceme y guíame para comprender mi carácter corrupto”.

Después, leí un pasaje de las palabras de Dios: “En todo lo que involucre la reputación, el estatus o una oportunidad de destacar —por ejemplo, cuando os enteráis de que la casa de Dios planea promover diversos tipos de individuos con talento—, el corazón de cada uno de vosotros salta de emoción y queréis haceros un nombre y poneros en el centro. Todos queréis pelear por el estatus y la reputación. Esto os avergüenza, pero os sentiríais mal si no lo hacéis. Sentís envidia, odio y se queja cuando veis que alguien sobresale, os parece injusto: ‘¿Por qué yo no puedo sobresalir? ¿Por qué siempre se llevan otros el foco? ¿Por qué no me toca nunca a mí?’. Y cuando sentís resentimiento, tratáis de reprimirlo, pero no podéis. Oráis a Dios y os sentís mejor un rato, pero cuando os encontráis nuevamente con este tipo de situación, seguís sin poder superarla. ¿No es esta una manifestación de una estatura inmadura? Cuando se sume la gente en semejantes estados, ¿no ha caído en la trampa de Satanás? Estos son los grilletes de la naturaleza corrupta de Satanás que atan a los humanos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Las palabras de Dios ponían al descubierto exactamente mi estado. Vi que, cuando todos los hermanos y hermanas admiraban a Yi Xin, yo me sentía inadecuada, surgían los celos y empezaba a competir con ella. Para hacer que todos me admirasen, me levantaba temprano y me acostaba tarde para leer las palabras de Dios y prepararme con verdades, porque quería demostrar que yo no era inferior a Yi Xin. En la reunión de líderes de equipo, cuando llegó Yi Xin, los hermanos y hermanas dirigieron su atención a ella y su charla fue bastante buena. Me sentí celosa y reacia a aceptarlo, y me devané los sesos para encontrar pasajes más adecuados de las palabras de Dios para hablar. Pero los pasajes que encontré no encajaban en absoluto con el estado de la líder de equipo. Me sentí humillada y volqué mi resentimiento sobre Yi Xin y pensaba que, mientras ella siguiese ahí, yo no me destacaría, así que me mostraba reacia a cooperar con ella. Estaba demasiado preocupada por mi reputación y estatus. Siempre que algo involucraba mi orgullo o estatus, no podía evitar querer competir y, si no lo lograba, sentía rencor, odio y prejuicios hacia ella y pensaba que era todo su culpa. Yo era una persona muy mezquina, despreciable y miserable. Pensé en Zhou Yu, del Romance de los Tres Reinos, que tenía tantos celos de los talentos de Zhuge Liang que murió de enfado siendo joven. También yo me pasaba los días enfadada y sintiendo rencor por culpa de los celos que le tenía a Yi Xin, y vivía en la oscuridad y en el dolor, e incluso sin poder cumplir mis deberes. ¿Acaso esto no iba a revelarme y hacer que me descartasen más rápido? En realidad, Yi Xin era capaz de comprender asuntos rápidamente, hablar de la verdad con iluminación y resolver los problemas de los hermanos y hermanas. Esto era beneficioso tanto para la obra de la iglesia como para los hermanos y hermanas, y también compensaba mis defectos. Era algo bueno. No obstante, estaba celosa de los talentos de mi hermana y no podía soportar ver que me superaba. Solo pensaba en competir con mi hermana por fama, ganancia y posición y, si no ganaba, me volvía negativa, holgazana y descargaba mi frustración en mi deber. ¡Había sido realmente egoísta! Oré a Dios en silencio: “Dios, ya no quiero vivir en este estado de celos, ¡vivir así es muy doloroso y represivo! Estoy dispuesta a arrepentirme y a buscar la verdad para resolver este carácter corrupto. Guíame, por favor”.

En mi búsqueda, recordé algunas de las palabras de Dios: “Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y caprichosos. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aún, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?). “Satanás usa fama y ganancia para controlar los pensamientos del hombre hasta que todas las personas solo puedan pensar en ellas. Por la fama y la ganancia luchan, sufren dificultades, soportan humillación, y sacrifican todo lo que tienen, y harán cualquier juicio o decisión en nombre de la fama y la ganancia. De esta forma, Satanás ata a las personas con cadenas invisibles y no tienen la fuerza ni el valor de deshacerse de ellas. Sin saberlo, llevan estas cadenas y siempre avanzan con gran dificultad. En aras de esta fama y ganancia, la humanidad evita a Dios y le traiciona, y se vuelve más y más perversa. De esta forma, entonces, se destruye una generación tras otra en medio de la fama y la ganancia de Satanás(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, comprendí que el dolor con el que había estado viviendo estaba provocado por la corrupción y el daño de Satanás. Reflexioné sobre el modo en que la sociedad y las enseñanzas de mi familia me habían influenciado desde pequeña para vivir bajo venenos satánicos como: “Yo soy el único soberano del universo”, “Solo puede haber un macho alfa” y “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”. Había sido extremadamente egoísta, despreciable, arrogante y vanidosa. Si alguien me superaba o amenazaba mi reputación y estatus, me sentía molesta y me volvía celosa y odiosa, me sentía increíblemente reprimida y con un dolor insoportable. Recuerdo a una compañera de clase que era cercana a mí y que era mejor que yo en los estudios. Cuando veía a otros compañeros orbitando a su alrededor haciéndole preguntas, me sentía abandonada, tenía celos de ella y quería superarla. Más adelante, cuando, a pesar de mis esfuerzos estudiando no pude alcanzar su nivel, dejé de ser amiga de ella y nuestra relación terminó. Tras casarme, cuando vi que mis vecinos ganaban más y vivían mejor, sentí celos y trabajé muy duro para ganar más dinero, pero, en última instancia, seguía sin poder competir, así que dejé de querer relacionarme con ellos. Incluso tras empezar a creer en Dios, seguí viviendo según estos venenos. Cuando vi que el calibre y la comprensión de Yi Xin eran mejores que los míos, sentí celos y me esforcé para ser mejor que ella y, cuando no pude, sentí una incomodidad insoportable y no quería verla e incluso me quejé a Dios por haberme dado un calibre tan bajo, volqué mi frustración en mis deberes y no participé en la obra de la iglesia. Vi que estaba siendo irracional y que no tenía humanidad en absoluto. La reputación y el estatus me habían atado a un sufrimiento insoportable que no solo me hacía daño a mí sino también a los demás. Mi entrada en la vida también se vio alterada y perdí muchas oportunidades de alcanzar la verdad. Me di cuenta de que perseguir la fama, la ganancia y el estatus no era la senda correcta, y que seguir persiguiendo esas cosas solo me alejaría de Dios y, en última instancia, Él me descartaría. Al darme cuenta de esto, me dispuse a cambiar y a querer dejar de perseguir la reputación o el estatus.

Más adelante, leí más de las palabras de Dios: “Las funciones no son las mismas. Solo hay un cuerpo. Cada cual cumple con su obligación, cada uno en su lugar y haciendo su mejor esfuerzo, por cada chispa hay un destello de luz, y buscando la madurez en la vida. Así estaré satisfecho(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 21). “Debéis conseguir una cooperación armoniosa a efectos de la obra de Dios, para beneficio de la iglesia y para estimular a vuestros hermanos y hermanas. Debéis coordinaros con otros, corrigiéndoos mutuamente y alcanzando un mejor resultado de trabajo, con el fin de mostrar consideración con las intenciones de Dios. Esta es la verdadera cooperación y solo aquellos que se dediquen a ella lograrán la verdadera entrada. Mientras cooperas, puede que algunas de tus palabras sean inadecuadas, pero no importa. Háblalo después y hazte una idea clara; no lo descuides. Cuando lo hayas hablado, podrás subsanar los defectos de tus hermanos o hermanas. Esta manera de profundizar cada vez más en tu trabajo es lo que te permitirá lograr mejores resultados. Cada uno de vosotros, como personas que sirven a Dios, debe ser capaz de defender los intereses de la iglesia en todo lo que haga, en lugar de tener en cuenta únicamente sus propios intereses. Es inaceptable actuar en solitario, desestabilizándoos unos a otros. ¡Las personas que se comportan así no son aptas para servir a Dios!(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Servid como lo hacían los israelitas). Tras leer las palabras de Dios, comprendí que Dios le da a cada persona un calibre distinto y tiene distintas exigencias con cada una de ellas. Independientemente de si el calibre de una persona es bueno o es malo, siempre y cuando cumpla sus deberes con las intenciones adecuadas, busque la verdad, actúe de acuerdo con los principios y lo haga lo mejor que puedan, Dios la aprobará. Dios me ha dado este calibre, que fue Su predestinación y soberanía, así que tenía que someterme, hacer todo lo que pudiera lograr lo mejor posible y cumplir bien mis deberes. Pensé en que llevaba poco tiempo creyendo en Dios y en que mi entrada en la vida era superficial, que no podía hacer bien el trabajo por mí misma. La charla sobre la verdad de Yi Xin era más clara y sus fortalezas compensaban mis defectos. Trabajar juntas nos permitió hacer bien el trabajo. ¿Acaso no era eso algo bueno? Tenía que desprenderme de mis celos, cooperar adecuadamente con mi hermana y hacerle más preguntas sobre cosas que no comprendía, para poder crecer rápido. Al darme cuenta de esto, dejé de quejarme sobre mi calibre bajo y me dispuse a someterme y a cumplir mi parte. En poco tiempo, ya había otra reunión y me abrí sobre la corrupción que había revelado hacia Yi Xin y le pedí disculpas. Yi Xin también se abrió y habló conmigo, y tuve un gran sentimiento de liberación en mi corazón desde esta reunión. Gracias al esclarecimiento y a la guía de las palabras de Dios, gané cierta comprensión sobre mi carácter corrupto y conseguí algunos cambios. ¡Gracias a Dios por Su salvación!

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