19. Descubrí que siempre había impurezas tras mis palabras
Me encargaba de supervisar el trabajo de riego en la iglesia. Pasados más de tres meses, el trabajo de cultivar a los regadores todavía progresaba con lentitud. Mi compañero, el hermano Wang Lei, me recordaba a menudo que buscara y reflexionara sobre este problema, pero cada vez que él lo hacía, yo sentía resistencia en mi corazón, pensaba que no había sido perezoso y había trabajado con afán para resolver los problemas de los regadores. Me preguntaba: “¿Por qué ha sido siempre tan lento su progreso? No sé por qué puede ser. Supongo que se debe a que su calibre es escaso y sus actitudes corruptas son demasiado graves”. Así que cada vez que el hermano Wang Lei me recordaba resumir el trabajo, esta era la actitud que adoptaba. Me parecía que, como había hecho mucho trabajo, no me hacía falta reflexionar. Pero luego pensé: “Después de tanto tiempo, todavía no se dan resultados en el trabajo de cultivar a las personas y los regadores aún progresan despacio. Seguro que los líderes y supervisores están observando el tema y, si no puedo resumir problemas concretos, ¿qué pensarán de mí? ¿Pensarán que estoy completamente entumecido, que he sido ineficaz en mi deber y ni siquiera reflexiono sobre mí mismo? Sin embargo, en realidad no sé cuáles son mis problemas. Podría tomar la iniciativa y hablar sobre los problemas y decir que me he estado enfrentando a dificultades y quiero buscar una senda hacia delante. De esta manera, los líderes no solo no me podarán, sino que pensarán que soy honesto y que cuando aparecen problemas en mi trabajo, no los escondo, sino que tomo la iniciativa de buscar ayuda, y considerarán además que soy una persona que busca la verdad”. Cuando pensé en esto, me sentí bastante satisfecho, pues había encontrado una solución mágica a mis problemas. Así que redacté mis dificultades en un informe de trabajo y me preocupé de añadir al final: “Continuaré buscando; si encuentran algún problema, espero que me lo comuniquen y me lo señalen”. Después de enviar el informe, me sentí complacido.
Un día, Wang Lei dijo: “Los líderes han escrito para preguntar por qué no has obtenido ningún resultado en tu trabajo de cultivar regadores”. Pensé que unos pocos días antes había buscado ayuda de los líderes en mi informe sobre el trabajo y que, al pedirle a Wang Lei que indagara sobre mi situación, ellos probablemente intentaban ayudarme a identificar los problemas. Pero después pensé: “Los líderes están haciendo esto para indagar en mi situación. ¿Van a empezar a investigarme porque piensan que, en efecto, hay problemas con mi deber? ¡He desempeñado mi deber durante mucho tiempo sin obtener ningún resultado, quién sabe lo que descubrirán! Si observan que he tenido demasiados problemas en mi deber o que algunos son graves, ¿me podarán? ¿Pensarán que mi calibre es escaso y no puedo hacer trabajo real y luego me despedirán? ¡Eso sería del todo humillante!”. Ante estos pensamientos, sentí una oleada de pánico: “No esperaba que las cosas llegaran a este punto. ¿Es que no implica cavar mi propia tumba? ¿Qué debería hacer al respecto?”. Hiciera lo que hiciera, no era capaz de calmarme de ninguna manera. De noche, cuando escuchaba a Wang Lei aporreando el teclado, pensaba: “¿Cuántos de mis problemas está denunciando? ¿Qué pensarán de mí los líderes?”. Me sentía un tanto inquieto y no me podía concentrar en el trabajo. Así que acudí a Dios y oré: “Dios, parece que esta situación realmente ha afectado mi estado y no sé qué lección debería aprender de ello. Por favor, guíame a buscar la verdad en este asunto y a llegar a conocer mi carácter corrupto”.
A la mañana siguiente, después del desayuno, empecé a leer las palabras de Dios y reflexioné sobre mi estado. Leí las palabras de Dios: “Es maravilloso que puedas aceptar que la casa de Dios te supervise, te observe e intente entenderte. Te ayuda a cumplir bien tu deber, a ser capaz de hacerlo de una manera que cumpla con el estándar y de satisfacer las intenciones de Dios. Te beneficia y te ayuda sin que esto suponga ningún inconveniente en absoluto. Una vez que has comprendido este principio, ¿acaso no deberías dejar de tener entonces algún sentimiento de resistencia o cautela contra la supervisión de los líderes, los obreros y el pueblo escogido de Dios? Aunque a veces alguien trate de comprenderte, observarte y supervisar tu trabajo, no te lo debes tomar como algo personal. ¿Por qué digo esto? Porque las tareas que ahora son tuyas, el deber que desempeñas y cualquier trabajo que hagas no son asuntos privados o un trabajo personal de cualquiera; todo ello atañe a la obra de la casa de Dios y tiene relación con una parte de la obra de Dios. Por lo tanto, cuando alguien dedica algo de tiempo a supervisarte u observarte, o logra entenderte a un nivel profundo, trata de conversar contigo de corazón a corazón y averiguar tu estado durante este tiempo; e incluso a veces, cuando su actitud es algo más dura y te poda, disciplina y te reprueba un poco, hace todo esto porque tiene una actitud meticulosa y responsable hacia el trabajo de la casa de Dios. No deberías albergar ningunos pensamientos ni emociones negativos al respecto” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que, cuando la casa de Dios supervisa e indaga en el trabajo, lo hace para ayudar a la gente a corregir las desviaciones y hacer bien sus deberes y que no debía tener sentimientos de resistencia o cautela, dado que esto no se ajusta a las intenciones de Dios. Pensé que, durante esta época, aunque había estado ocupado todos los días con mi deber, compartiendo a menudo con los hermanos y hermanas en las reuniones, al final no había logrado ningún buen resultado. Debía haber muchos problemas en mi trabajo de los que no era consciente y, si no los identificaba y resolvía a tiempo, seguirían demorando el trabajo. Cuando los líderes consultaban con los hermanos y hermanas sobre los problemas en mi deber, lo hacían para ayudarme a encontrar las razones de estos problemas y sería beneficioso tanto para mi trabajo como para mi entrada en la vida. No debía vivir en un estado de resistencia y cautela por miedo a perder imagen o siquiera lamentar sacar a relucir mis propios problemas. Tenía que aceptar la supervisión de mis hermanos y hermanas y, con independencia de qué problemas me señalaran, debía tener un corazón honesto y una actitud de aceptar la verdad. Esto es lo que se conforma a las intenciones de Dios. Al pensar en ello, me sentí un tanto liberado.
Después seguí buscando y me pregunté: “Está claro que quería encontrar la razón por la que no había obtenido ningún resultado en mi deber, ¿pero por qué me puse tan sensible y se desbocaron mis pensamientos cuando los líderes indagaron de veras en mi trabajo?”. Al reflexionar, me di cuenta de que había sido realmente falso. Leí las palabras de Dios: “Al haber sido corrompida por Satanás, toda la humanidad vive en un carácter satánico. Como Satanás, las personas se disfrazan y se engalanan a sí mismas en todos los aspectos, y acuden al engaño y a las artimañas en todos los asuntos. No hay nada en lo que no acudan al engaño y a las artimañas. Alguna gente incluso se presta a juegos falsos en actividades tan comunes como ir de compras. Por ejemplo, puede que se hayan comprado un conjunto de lo más a la moda, pero —aunque realmente les encanta— no se atreven a llevarlo en la iglesia, por miedo a que sus hermanos y hermanas hablen de ellos y les llamen superficiales. Así que se lo ponen a espaldas de los demás. ¿Qué clase de comportamiento es ese? Es la revelación de un carácter falso y engañoso. ¿Por qué alguien compraría un atuendo a la moda, pero no se atrevería a llevarlo delante de sus hermanos y hermanas? En su corazón, les gustan las cosas de moda, y siguen las tendencias del mundo tal como lo hacen los no creyentes. Temen que los hermanos y hermanas los descubran, que vean lo superficiales que son, que se den cuenta de que no son personas respetables e íntegras. En su corazón, persiguen lo que está a la moda y les supone un problema renunciar a ello, así que solo pueden ponerse estas prendas en casa y temen que los vean sus hermanos y hermanas. Si las cosas que les gustan no pueden ver la luz del día, entonces, ¿por qué no pueden renunciar a ellas? ¿Acaso no los controla un carácter satánico? Dicen constantemente palabras y doctrinas, y parecen entender la verdad, sin embargo, no son capaces de poner en práctica la verdad. Es una persona que vive según el carácter satánico. Si alguien siempre es fraudulento en su discurso y sus acciones, si no permite que otros lo vean por cómo es, y si siempre proyecta la imagen de una persona piadosa delante de otros, entonces, ¿cuál es la diferencia entre él y un fariseo? Estas personas quieren llevar la vida de una ramera, pero también que se construya un monumento a su castidad. Sabían perfectamente que no podían llevar su exótico atuendo en público, así que ¿por qué lo compraron? ¿No era tirar el dinero? Es solo porque les gusta ese tipo de cosas y lo deseaban con todo su corazón, así que sintieron que tenían que comprarlo. Pero una vez que lo han comprado, ya no pueden usarlo. Al cabo de unos años, se arrepienten de haberlo comprado y se dan cuenta de repente: ‘¿Cómo he podido ser tan necio, tan repugnante como para hacer eso?’. Incluso a ellos les repugna lo que hicieron. Pero no pueden controlar sus actos, porque son incapaces de desprenderse de las cosas que les gustan y buscan. Así que adoptan tácticas ambiguas y engaños para satisfacerse a sí mismos. Si revelan un carácter falso en un asunto tan insignificante, ¿serán capaces de practicar la verdad cuando se trate de algo más grande? Les resultaría imposible. Es evidente que su naturaleza es falsa, y la falsedad es su talón de Aquiles” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La práctica más fundamental de ser una persona honesta). A partir de las palabras de Dios, entendí que cuando la gente vive con actitudes falsas, no puede aceptar el escrutinio que Él hace de sus palabras y acciones, y en su lugar, se comporta de una manera delante de los demás y de otra a sus espaldas. Emplean constantemente trucos para camuflarse, con lo que dificultan que otros vean la verdad. Esto es lo que significa ser una persona realmente falsa. Recordé el momento anterior, cuando informé sobre el trabajo. En realidad, no pensaba que tuviera ningún problema al cultivar a las personas y creía que había hecho mucho trabajo, e incluso cuando el hermano con el que colaboraba me recordó que resumiera mis desviaciones, no consideré reflexionar sobre mí mismo. Sin embargo, el hecho de que los resultados fueran pobres ya saltaba a la vista, por tanto, ¿qué pensarían de mí los líderes y el supervisor si no podía descubrir las razones de esto? A fin de salvar mi imagen, dije adrede que me había encontrado dificultades y quería buscar una solución. Aunque parecía sincero en lo que decía, como si tuviera un gran sentido de la responsabilidad en el trabajo, en realidad, no tenía ninguna intención de buscar la verdad para resolver el problema y solo levantaba una fachada a la vista de los demás, para que los líderes me vieran como una persona que parecía tener un gran deseo de buscar y era honesta. Pero cuando los líderes indagaron de veras en las desviaciones y los problemas en mi deber, quedé revelado. Temía que se dejaran en evidencia problemas graves en mi trabajo y que los líderes pensaran que tenía escaso calibre y carecía de capacidad de trabajo, o incluso que me despidieran. Por eso vivía con sentimientos de resistencia, al tiempo que lamentaba haber buscado orientación con mis problemas; llegué incluso a pensar que denunciar los problemas cavaría mi propia tumba. Vi que mi búsqueda en relación con los problemas no había sido para resolverlos, sino a fin de mantener mi estatus e imagen en el corazón de los líderes. ¿Acaso no me limitaba a intentar embaucar a los demás y engañarlos? Esto era realmente lo que Dios dejaba en evidencia: el hecho de tener dos caras y querer llevar la vida de una fulana, pero que también se hiciera un monumento a mi castidad. Pensé en los fariseos de la Antigüedad. Aunque parecían muy piadosos y que anhelaban la llegada del Mesías, cuando el Señor Jesús vino de veras para obrar, por muchos milagros que hiciera o muchas verdades que expresara, no los aceptaron. Incluso se resistieron y condenaron al Señor Jesús para proteger su estatus y su medio de vida. Parecían piadosos en su anhelo por la llegada de Dios, pero en realidad solo intentaban desorientar a las personas y no eran más que unos hipócritas. ¿En qué difería mi comportamiento del de los fariseos?
Una mañana durante mis prácticas devocionales espirituales, pensé en una frase de las palabras de Dios: “Fingen una cosa mientras hacen otra para lograr sus intenciones ocultas”. Sentí que esto se ajustaba bastante a mi estado, así que busqué este pasaje de las palabras de Dios para leerlo. Dios Todopoderoso dice: “¿Cuál es la característica principal de la perversidad? Es que sus palabras suenan especialmente agradables y todo aparenta ser correcto a primera vista. No parece que haya ningún problema y las cosas aparentan estar bastante bien desde todo punto de vista. Cuando hacen algo, no los ves usar ningún medio en particular ni muestran señales externas de tener puntos débiles o defectos; sin embargo, logran su objetivo. Hacen las cosas con un secretismo extremo. Así es como los anticristos desorientan a la gente. Esa clase de personas y asuntos son los más difíciles de discernir. Hay quienes suelen decir lo correcto, dan buenas excusas, emplean ciertas doctrinas y dichos o realizan actos que concuerdan con los afectos humanos para dar gato por liebre. Fingen una cosa mientras hacen otra para lograr sus intenciones ocultas. Eso es la perversidad, pero la mayoría de las personas cree que estos comportamientos son falsos. La gente tiene una comprensión y disección relativamente limitadas de la perversidad. Lo cierto es que la perversidad es más difícil de discernir que la falsedad, debido a que es más furtiva y sus métodos y acciones son más sofisticados. Si alguien tiene un carácter falso, lo habitual es que los demás puedan detectar su falsedad a los dos o tres días de relacionarse con esa persona o que puedan percibir la revelación del carácter falso a partir de sus actos y palabras. Sin embargo, si esa persona es perversa, no se puede discernir tal perversidad en unos pocos días, ya que sin que suceda un acontecimiento importante o que se den circunstancias especiales en un breve período, no es fácil discernir nada con tan solo escucharla hablar. Siempre dice y hace lo correcto y presenta una doctrina correcta tras otra. Después de unos días de relacionarte con ella, puede que pienses que esa persona es bastante buena, que es capaz de renunciar a cosas y de esforzarse, que tiene comprensión espiritual, un corazón amante de Dios y que actúa tanto con conciencia como con razón. Pero después de que se ocupan de algunos asuntos, ves que sus palabras y actos se mezclan con demasiadas cosas y demasiadas intenciones diabólicas. Te das cuenta de que esa persona no es honesta, sino falsa: es un ser perverso. Con frecuencia, esas personas dicen las palabras correctas y frases agradables que se ajustan a la verdad y poseen afecto humano para relacionarse con la gente. En un sentido, consolidan su reputación mientras que, en otro, desorientan a los demás y consiguen prestigio y estatus entre la gente. Tales individuos son increíblemente desorientadores y, una vez que obtienen poder y estatus, pueden desorientar y dañar a mucha gente. Las personas con un carácter perverso son sumamente peligrosas. ¿Hay personas así a vuestro alrededor? ¿Sois vosotros mismos así? (Sí). Entonces, ¿cuán serio es esto? Hablar y actuar sin principios-verdad, depender totalmente de tu naturaleza perversa para actuar, querer siempre desorientar a los demás y vivir detrás de una máscara para que no puedan calarte ni reconocerte y tengan gran estima y admiración por tu humanidad y estatus: eso es la perversidad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 5: Desorientan, atraen, amenazan y controlan a la gente). Dios deja en evidencia que las personas con un carácter perverso hablan y actúan de manera extremadamente secreta. Las cosas que dicen parecen adecuadas y sus acciones impecables, pero detrás de todo esto, esconden intenciones perversas y se centran constantemente en su reputación y estatus. Para obtener la admiración de los demás, usan palabras halagadoras y acciones correctas para desorientar a la gente, afianzar una buena imagen de sí mismos ante los demás e impedirles descubrir sus intenciones malévolas. ¡Esto es realmente perverso! Tras una cuidadosa reflexión, ¿acaso no me estaba comportando yo igual? Claramente no estaba buscando la verdad para resolver mis problemas, sino que me comportaba como si fuera muy humilde y tuviera un gran deseo de buscar. Mi propósito al hacerlo no era solo encubrir mis problemas, sino también afianzar ante los demás una buena imagen propia como alguien que perseguía la verdad. Sabía que el trabajo de cultivar a las personas no había dado buenos resultados, que los regadores no habían hecho grandes progresos y que estas cosas estaban a la vista de todos. Si no resumía ni reflexionaba sobre mis problemas, ¿qué pensaría todo el mundo sobre mí? ¿Dirían que no reflexionaba sobre mí mismo, ni siquiera al no obtener ningún resultado en mi deber? ¿Pensarían que no perseguía la verdad y que estaba totalmente entumecido? En ese caso, mejor sería que tomara la iniciativa de alzar la voz. De esta manera, no tendrían una impresión negativa de mí porque el trabajo no diera ningún resultado y tal vez incluso me consideraran una persona honesta. Mis palabras estaban unidas a mis propias motivaciones intrigantes. Había intentado usar mi aparente búsqueda de la verdad para establecer una buena imagen de mí mismo en el corazón de los líderes. Descubrí que mi naturaleza era realmente perversa. Como dijo Dios: “Hay quienes suelen decir lo correcto, dan buenas excusas, emplean ciertas doctrinas y dichos o realizan actos que concuerdan con los afectos humanos para dar gato por liebre. Fingen una cosa mientras hacen otra para lograr sus intenciones ocultas. Eso es la perversidad”. En realidad, no había obtenido ningún resultado en mi deber en bastante tiempo, así que debía reflexionar sobre mí mismo y buscar la verdad para resolverlo. Sería beneficioso tanto para el trabajo de la iglesia como para mi propia entrada en la vida. Sin embargo, no me preocupaban ni me ponían nervioso los obstáculos en mi trabajo, sino que no hacía más que pensar en cómo evitar perder imagen e, incluso en asuntos relativos al trabajo de la iglesia y a la búsqueda de la verdad, actuaba de manera deshonesta y era falso. Esto había provocado que Dios me detestara de veras.
Más adelante, cada vez que tenía un descanso de mi trabajo, reflexionaba sobre mi estado. Recordé que Dios había compartido que, en la conducta propia, una persona debe aceptar Su escrutinio en todas las cosas y que todas las acciones y hechos se deben llevar ante Dios. Así que me apresuré a buscar palabras de Dios relativas a esto. Leí las palabras de Dios: “Ser creyente en Dios significa que todo lo que haces debe ser llevado delante de Él y sometido a Su escrutinio. […] Hoy, todos aquellos que no pueden aceptar el escrutinio de Dios no pueden recibir Su aprobación, y aquellos que no conocen a Dios encarnado no pueden ser perfeccionados. Mira todo lo que haces y ve si puede ser llevado delante de Dios. Si no puedes llevar delante de Dios todo lo que haces, esto muestra que eres un hacedor de maldad. ¿Pueden los hacedores de maldad ser perfeccionados? Todo lo que haces, cada acción, cada intención y cada reacción deben ser llevados delante de Dios. Incluso tu vida espiritual diaria —tus oraciones, tu cercanía con Dios, el comer y beber las palabras de Dios, tu charla con tus hermanos y hermanas y tu vida dentro de la iglesia—, además de tu servicio en cooperación, pueden ser llevados ante Dios para Su escrutinio. Es esta práctica la que te ayudará a crecer en la vida. El proceso de aceptar el escrutinio de Dios es el proceso de la purificación. Cuanto más puedas aceptar el escrutinio de Dios, más eres purificado y más estás de acuerdo con las intenciones de Dios, de modo que no serás atraído hacia el libertinaje y tu corazón vivirá en Su presencia. Cuanto más aceptes Su escrutinio, mayor es la humillación de Satanás y tu capacidad de rebelarte contra la carne. Así pues, la aceptación del escrutinio de Dios es una senda de práctica que las personas deben seguir. No importa lo que hagas, incluso cuando compartes con tus hermanos y hermanas, puedes llevar tus actos ante Dios y buscar Su escrutinio e intentar someterte a Dios mismo; esto hará que tu práctica sea mucho más correcta. Solo si llevas todo lo que haces delante de Dios y aceptas Su escrutinio, puedes ser alguien que vive en la presencia de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conformes a Sus intenciones). Después de leer las palabras de Dios entendí que, si una persona acepta Su escrutinio en todo, no hay ocultación ni falsedad en sus actos y acciones y puede llevar tales cosas ante Dios, entonces esta persona vive en la luz, es de veras honesta y puede recibir la aprobación de Dios. Sin embargo, si alguien no puede aceptar el escrutinio de Dios, sino que, en cambio, se dedica al engaño y la falsedad constantes, entonces es realmente perverso y detestable para Dios. Encontré también una senda de práctica a partir de las palabras de Dios. El trabajo de cultivar a las personas ya llevaba mucho tiempo sin obtener resultados y había llegado a afectar al progreso del trabajo de riego. Si continuaba engañando y ocultando cosas, esos problemas no se resolverían, los regadores no realizarían ningún progreso en sus deberes ni serían capaces de regar bien a los recién llegados y de permitirles sentar rápidamente unas bases en el camino verdadero, lo cual llevaría a incluso mayores pérdidas en el trabajo de riego. Los líderes estaban indagando en los problemas y las desviaciones en mi trabajo para ayudarme a hacer bien mi deber. Con independencia de los problemas que señalaran, no debía considerar mi propio orgullo o estatus y tenía que aceptar el escrutinio de Dios y ser una persona honesta. Tenía que reflexionar sobre mí mismo con seriedad en lo relativo a los problemas en mi trabajo, corregir mis desviaciones de inmediato y hacer bien mi deber.
Unos pocos días más tarde, recibí una carta de la líder y aún estaba un poco nervioso, pues me preocupaba que pudiera haber descubierto problemas graves en mi deber y me podara. Oré en silencio a Dios y le dije que, sin importar qué problemas me señalara la líder, ya no consideraría más mi propio orgullo, no me seguiría resistiendo, no ocultaría las cosas y además debía aceptar y reflexionar adecuadamente sobre mí mismo. Cuando abrí la carta, vi que la líder sí señalaba problemas en mi deber pero no me podaba. En cambio, se basaba en su propia experiencia para guiarme a reflexionar sobre las razones de los malos resultados en mi deber. Después de leer la enseñanza de la líder, obtuve algo de entendimiento sobre mi reciente estado y mis problemas. Vi que había estado viviendo con un carácter corrupto todo el tiempo y que, ante los malos resultados en mi trabajo, no reflexionaba sobre mí mismo, sino que seguía poniendo excusas. Pensaba que me había pasado los días ocupado en compartir soluciones con los hermanos y hermanas y que ya lo había hecho lo mejor posible. Por tanto, creí que su falta de progreso no era mi problema, sino que se debía a su escaso calibre. El trabajo no estaba dando buenos resultados, pero en vez de reflexionar sobre mis propios problemas, seguí eludiendo la responsabilidad. ¡Había sido realmente rebelde e intransigente! Además, al reflexionar, me di cuenta de que, en efecto, mi trabajo de cultivar a las personas durante este tiempo contenía desviaciones. Me conformaba con tener tareas que hacer y no estar inactivo cada día, pero nunca buscaba en serio cómo hacer mi deber de una manera que diera resultados. Al cultivar a los regadores, no resumí ni comuniqué en función de sus problemas reales y en su lugar solo seguí un enfoque de aprendizaje irreflexivo y mecánico. Por consiguiente, incluso tras meses de cultivo, no se produjeron resultados. Al descubrir tantos problemas y desviaciones en mi trabajo, supe que necesitaba corregirlos rápidamente. Cuando reflexioné sobre cómo había fingido buscar la verdad, ¡me sentí muy abochornado y avergonzado! Si de veras hubiera tenido un corazón que aceptara y buscara a Dios, tales problemas tal vez se habrían descubierto y resuelto antes, y esto podría haber beneficiado a los hermanos, a las hermanas y al trabajo de la iglesia. ¡De ahora en adelante, estoy dispuesto a dejar de lado mi vanidad y orgullo, a buscar más la verdad en todos los asuntos y a hacer mi deber con los pies en la tierra! ¡Gracias a Dios!