34. Lo que aprendí de presumir

Por Ding Nian, China

En octubre de 2016, estaba llevando a cabo el deber de predicadora. En ese momento, debido a las perturbaciones y el sabotaje que causaban los anticristos, el trabajo de varias iglesias de las que era responsable se había estancado. Mis dos hermanas colaboradoras y yo recién asumíamos este deber y no conocíamos a las personas de estas iglesias, y como el rango de trabajo del que era responsable era tan amplio, estaba perdida y sentía que no podía asumir toda esta responsabilidad. Entonces quise dar marcha atrás, pero luego pensé: “He comido y bebido tanto de las palabras de Dios, pero cuando más importa, quiero abandonar mi puesto. ¿No es esto una señal de humillación?”. Entonces cambié mi mentalidad, y mis hermanas colaboradoras y yo nos apoyamos y compartíamos enseñanzas entre nosotras y les pedimos ayuda a los hermanos y hermanas que conocían mejor la situación. Después de un periodo de colaboración, nos encargamos de la banda de los anticristos, y el trabajo empezó a mostrar señales de mejoría. Después de atravesar esta experiencia, vi que esto era verdaderamente algo que no podría haber logrado sola y que todo esto era resultado de la obra del Espíritu Santo. Poco después, la iglesia fue sometida a los arrestos y la persecución desenfrenados del PCCh. Las casas donde se quedaban los hermanos y hermanas que estaban cumpliendo con sus deberes se volvieron inseguras y había que reubicar a esas personas con urgencia. Cuando me enteré de esa noticia, estaba devastada y sentí que sería imposible mover a esas personas en ese momento. Muchos hermanos y hermanas que estaban cumpliendo con sus deberes debían ser reubicados, pero ¿dónde podría encontrar tantas casas de acogida que los reciban a todos a la vez? Estaba en una situación difícil y verdaderamente no sabía qué hacer, pero luego pensé: “Este es un asunto que involucra la seguridad de los hermanos y hermanas y los intereses de la iglesia. No trasladarlos simplemente no es opción”. Luego, leí las palabras de Dios: “Debes creer que todo está en manos de Dios, y que la gente solo coopera. Si eres sincero, Dios lo verá y te ofrecerá una salida en cada situación. Ninguna dificultad es insuperable, esa es la fe que has de tener(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. En la fe en Dios, lo principal es practicar y experimentar Sus palabras). Al leer esto, sentí que veía un rayo de luz en la oscuridad. Mi corazón en seguida se iluminó y mi fe se hizo más fuerte. Hablé del tema de buscar casas de acogida con mis hermanas colaboradoras. Tres días después, me escribió una hermana de una iglesia para decirme que habían encontrado varias casas de acogida, y que los hermanos y hermanas seguían ofreciendo activamente sus casas. Me emocioné tanto que empezaron a rodar lágrimas por mi rostro. No esperaba que esta iglesia pudiera brindar tantas casas de acogida a la vez, y verdaderamente sentí que Dios estaba a nuestro lado guiándonos, y que, mientras colaboráramos sinceramente, podríamos ver las obras de Dios. Después de esto, nuestra fe se volvió aun más fuerte, y completamos la tarea de la reubicación sin problemas. Cuando vi que el trabajo progresaba correctamente a pesar de las reiteradas dificultades, me sentí muy feliz. Mientras le agradecía a Dios, también empecé a contar todo lo que yo había contribuido. Creía que aunque este resultado realmente había sido logrado por la obra de Dios, no habría sido posible sin mi esfuerzo y mi colaboración. Aunque no hacía mucho que creía en Dios, que se hubieran logrado tales resultados en este trabajo demostraba que yo tenía algunas realidades-verdad. Si no, ¿cómo podría haberse logrado una tarea tan difícil con tanto éxito? Cuanto más pensaba así, más pensaba que mis contribuciones eran fantásticas y que yo tenía un talento singular. Sobre todo cuando el líder nos elogió por nuestra capacidad para el trabajo, me convencí aun más de que tenía realidades-verdad, y que nadie en la iglesia era tan buena como yo. Después de eso, caminaba con la frente en alto. Siempre que tenía la oportunidad, relataba mis experiencias y les contaba a todos sobre ellas con detalles vívidos, porque quería que los hermanos y hermanas supieran que yo tenía realidades-verdad y que sabía cómo experimentar las cosas a las que me enfrentaba.

Una vez, estaba en una reunión con líderes de varias iglesias y durante la implementación del trabajo, una líder dijo con impotencia: “No saben cómo son las cosas en nuestra iglesia. Es difícil incluso elegir un diácono. ¡Este trabajo es tan difícil!”. Yo pensé: “¿A eso le llamas dificultades? Los desafíos que yo atravesé fueron mucho más grandes que los tuyos. Necesito compartir contigo cómo superé mis dificultades para que veas que yo tengo realidades-verdad y sé cómo experimentar las cosas a las que me enfrento”. Entonces compartí que cuando asumí mi deber y me encontré con dificultades, alcé mi mirada a Dios, confié en Él y Él me guio. Expliqué todo, de principio a fin. No quería omitir ningún detalle. Mientras hablaba de todo eso, minimicé mi propia negatividad y debilidad durante estos tiempos difíciles, porque no quería que los hermanos y hermanas vieran que tenía deficiencias. Cuando terminé de hablar, todas las hermanas me vieron con admiración. Una de ellas dijo con envidia: “Tú realmente sabes cómo confiar en Dios y experimentar las cosas a las que te enfrentas. Yo me odio por ser tan estúpida. Cuando me enfrento a alguna dificultad, no sé cómo confiar en Dios o cómo experimentarla”. Las otras hermanas asintieron. Me sentí muy feliz. Pensé: “Soy mejor que todas ustedes. Haber podido superar esas dificultades fue puramente por mi liderazgo, si no, no podría haber sido predicadora”. Sin embargo, mantuve la apariencia de calma y le dije a la hermana: “Dios no favorece a ninguna persona más que a la otra. Mientras lo busques, Él te guiará. ¡No podemos solamente andar cantando eslóganes sin ponerlos en práctica!”. Como yo estaba tan enfocada en presumir y no enseñé las intenciones de Dios o la senda de la práctica en relación a las dificultades que estaban enfrentando los hermanos y hermanas, después de la reunión, seguían sin saber cómo practicar.

Durante ese periodo, noté que la hermana que nos hospedaba solía presumir y que, a veces, nos menospreciaba. Decía que no hacía mucho que creíamos en Dios y que nos faltaban experiencias. Una vez, se enojó mucho con nosotras por un asunto menor. Mis hermanas colaboradoras hablaron con ella, pero cuanto más le hablaban, más se enojaba. Incluso dijo: “No puedo seguir haciendo este deber. Tendrán que encontrar a alguien más”. Después, la hermana anfitriona se me acercó pidiendo disculpas por haber perdido los estribos ese día. Sentí que su enojo no era simplemente por este incidente, pero no comprendía del todo cuál era el problema. Cuando le hablé, finalmente descubrí que todo esto era porque no estaba conforme con que le hubieran asignado el deber de acogida y no el de líder de grupo. Le señalé que ella presumía y nos menospreciaba y constreñía. Cuando mis hermanas colaboradoras volvieron, les sonreí y alardeé de haber discernido y expuesto a la hermana anfitriona. También les reproché a mis hermanas colaboradoras: “¿No se dieron cuenta de que no las escuchaba cuando ustedes hablaron con ella? Pero ustedes igual siguieron hablándole”. Ellas me admiraron mucho y dijeron que yo era realmente capaz de resolver los asuntos. Me sentí muy satisfecha y pensaba que yo entendía la verdad y tenía discernimiento. Otra vez, fui a una reunión con la supervisora del trabajo relacionado con textos. Pensé: “No conozco muy bien a esta supervisora, y ella no sabe de mi capacidad de trabajo. Necesito encontrar un tema que me permita hablar de cómo sé discernir a las personas y así ella tenga una buena opinión de mí”. En ese momento, ella me mencionó el tema de la hermana anfitriona, así que usé ese tema para decirle: “Hacía tiempo que había calado la esencia de su búsqueda de estatus, pero mis hermanas colaboradoras insistían en hablar con ella”. La supervisora asintió. Luego, cada vez que surgía algo, la supervisora lo hablaba directamente conmigo, e incluso después de hablar las cosas con mis hermanas colaboradoras, igual buscaba mi opinión. Naturalmente asumí la función de liderazgo y terminé organizando la mayor parte del trabajo. Una vez, una hermana me dijo: “¿Por qué siento que cuando las tres colaboran juntas, tú eres la que manda?”. Me sorprendió escuchar esto: “¿Cómo pudo decir eso? Se supone que las tres colaboramos. ¿Cómo dice que yo soy la que manda? ¿Puede ser que soy demasiado arrogante y siempre estoy presumiendo? ¿Dios está usando a esta hermana para advertirme?”. Sentí un poco de miedo, pero no reflexioné sobre mí y seguí comportándome de la misma manera, presumiendo donde fuera.

Al vivir en este estado, sentía que Dios había ocultado Su rostro de mí. Durante las enseñanzas en las reuniones, sentía que mi espíritu se había agotado y no podía ver ningún tema con claridad. Mi trabajo también estaba lleno de errores. Los líderes superiores me expusieron por exaltarme y presumir constantemente, por convertir a mis dos hermanas colaboradoras en meras figuras y por tomar todas las decisiones del trabajo sola. Dijeron que estaba yendo por la senda de los anticristos y me despidieron. Tras perder mi deber, me sentí desesperanzada y con mucho dolor. Sentí que, de un momento a otro, había caído del cielo a la tierra, y no podía aceptarlo. Por más que lo pensara, no podía comprender por qué despedirían a alguien como yo, con un sentido de la carga y realidades-verdad. Pensé que siempre había estado al frente del trabajo de la iglesia, y sin embargo, terminaba de esta manera. Me sentía tan agraviada y amargada que de noche no podía dormir. En mi dolor, continuamente acudía a Dios en oración y le pedía que me guiara y me iluminara para comprender Sus intenciones para que pudiera aprender una lección.

Un día, durante mis devocionales, leí las palabras de Dios: “La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Se enaltece y da testimonio sobre sí misma alardeando y menospreciando a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de perversidad? (Sí). Este es un carácter perverso(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Las palabras de Dios expusieron exactamente mi estado. Reflexioné y vi que cuando iba a las reuniones con los líderes de la iglesia, al ver que tenían dificultades, aprovechaba la oportunidad de resolver problemas a través de las enseñanzas para exaltarme y presumir, y hacía hincapié en los detalles de cómo yo buscaba la verdad y oraba a Dios, pero escondía la negatividad y la debilidad que sentía cuando encontraba dificultades, sin mencionar nada de eso. Para hacer que mis hermanas colaboradoras me admiraran, en el asunto de discernir a la hermana anfitriona, minimicé deliberadamente mi incapacidad de comprender el tema y solo hablé de cómo lo había discernido. Lo hacía para que mis hermanas colaboradoras pensaran que comprendía la verdad, que podía discernir los asuntos y que era mejor que ellas. Cuando me encontré con la supervisora del trabajo relacionado con textos, fui aun más calculadora y busqué las oportunidades de presumir. En las cosas que decía, también menospreciaba intencionalmente a mis dos hermanas colaboradoras, e insinuaba que eran inferiores a mí para yo poder elevarme. Como yo no paraba de presumir frente a mis hermanos y hermanas, ellos dejaron de mirar a Dios o de buscar los principios-verdad cuando enfrentaban problemas. En cambio, dependían de mí para las enseñanzas y soluciones. Esto hizo que mis hermanas colaboradoras se volvieran meras figuras. Para ganarme la admiración de los demás, nunca perdía la oportunidad de presumir. Cada acción y palabra mías eran impulsadas por mis intenciones ocultas. ¡Era verdaderamente despreciable y malvada! El corazón de una persona es el templo de Dios, y las personas deberían alabar a Dios. Pero yo quería hacer que los demás me alabaran a mí. ¿No estaba actuando como una bandida? ¡Merecía ser maldecida y castigada por mis acciones y actos! Pero Dios no me castigó por mis acciones. En cambio, me dio la oportunidad de arrepentirme. Mi corazón estaba lleno de arrepentimiento y culpa.

Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios: “En lo que se refiere a la obra, el hombre cree que consiste en correr de un lado a otro para Dios, predicar por todas partes y esforzarse por Él. Aunque esta creencia es correcta, es demasiado parcial; lo que Dios le pide al hombre no es únicamente que corra de un lado a otro para Él; más allá de esto, esta obra tiene que ver con el ministerio y la provisión dentro del espíritu. […] Hay muchas personas que solo se centran en correr de aquí para allá para Dios y en predicar por todas partes, pero pasan por alto su experiencia individual y descuidan su entrada a la vida espiritual. Esto es lo que ha llevado a quienes sirven a Dios a convertirse en quienes se resisten a Él. Estas personas, que han estado sirviendo a Dios y pastoreando al hombre todos estos años, han considerado, simplemente, la obra y la predicación como entrada y ninguno ha tomado su experiencia espiritual individual como una entrada importante. Más bien, han tomado el esclarecimiento que obtienen de la obra del Espíritu Santo como capital a partir del cual enseñar a otros. Cuando predican, sienten mucha carga y reciben la obra del Espíritu Santo, y a través de esto liberan la voz del Espíritu Santo. En ese momento, quienes obran se llenan de autocomplacencia, como si la obra del Espíritu Santo se hubiera convertido en su experiencia espiritual individual; sienten que todas las palabras que pronuncian le pertenecen a su ser individual, pero luego, una vez más, como si su propia experiencia no fuera tan clara como la han descrito. Es más, antes de hablar, no tienen idea de lo que van a decir, pero cuando el Espíritu Santo obra en ellos, sus palabras vienen desbordándose en una corriente interminable. Después de que hayas predicado así una vez, sientes que tu estatura real no es tan pequeña como creías, y como en una situación donde el Espíritu Santo ha obrado en ti varias veces, determinas que ya posees estatura y, erróneamente, crees que la obra del Espíritu Santo es tu propia entrada y tu propio ser. Cuando constantemente experimentas de esta manera, te vuelves laxo respecto a tu propia entrada, caes en la pereza sin darte cuenta y dejas de darle importancia a tu entrada individual. Por esta razón, cuando estés pastoreando a otros, debes distinguir con claridad entre tu estatura y la obra del Espíritu Santo. Esto facilitará más tu entrada y traerá un mayor beneficio a tu experiencia. Cuando el hombre considera a la obra del Espíritu Santo como su experiencia individual, esto se vuelve una fuente de depravación. Por eso digo que, cualquiera que sea el deber que llevéis a cabo, debéis considerar vuestra entrada como una lección vital(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (2)). A partir de las palabras de Dios, comprendí que aunque yo podía trabajar, predicar, tener cierto discernimiento y resolver algunos problemas, todos esos eran resultados de la obra del Espíritu Santo y no representaban mi verdadera estatura. Pensé en cuando recién me hice predicadora. El trabajo de varias iglesias se había estancado y, en ese momento, no tenía idea de qué hacer. A través de la oración sincera y el clamor a Dios, Él nos ayudó usando a los hermanos y hermanas, y, con la colaboración de todos, desechamos con éxito a la banda de los anticristos. Más tarde, debido a los arrestos del PCCh, tuvimos que organizar la reubicación de los hermanos y hermanas. Estábamos atravesando dificultades, y fue la guía de las palabras de Dios lo que nos dio fe, y fueron los hermanos y hermanas quienes activamente brindaron hogares de acogida. Era Dios salvaguardando Su propia obra. Tuve aun más carencias en lo relativo al discernimiento. Luego, fue cuando Dios dispuso estas circunstancias, me reveló las cosas y me guio a través de Sus palabras que yo pude discernir a la hermana anfitriona. Todos esos fueron resultados de la obra de Dios, pero yo me lo atribuí todo a mí misma y presumía y alardeaba de mí misma donde fuera. ¡Realmente había hecho que Dios me detestara! Ahora había perdido la obra del Espíritu Santo, estaba en la oscuridad, incapaz de ver nada claramente, y la efectividad de diversos temas del trabajo había disminuido notablemente. Aunque trabajaba más que antes para resolver los problemas, no paraba de cometer errores y el trabajo estaba lleno de fallas. Había estado supervisando y entrenando en estas iglesias durante un año. Sin embargo, así era como terminaba mi trabajo. Vi que no tenía realidades-verdad. Había sido tonta y ciega, sin poder reconocer la obra del Espíritu Santo. Había cometido el error de tomar los resultados de la obra del Espíritu Santo como mi verdadera estatura, porque pensaba que tenía realidades-verdad, entonces usé estas cosas como capital para presumir frente a otros. ¡Realmente no tenía vergüenza! Al ver cómo había perjudicado el trabajo, me sentí profundamente arrepentida y culpable. Rápidamente oré a Dios: “Dios, hice tanto mal sin darme cuenta. Si Tu reprensión y disciplina no hubieran caído sobre mí, no habría reflexionado sobre mí misma. ¡Ser despedida verdaderamente me salvó! Dios, reflexionaré sobre mí profundamente y me arrepentiré ante Ti”.

Luego, leí un pasaje de las palabras de Dios: “Después de la corrupción de la humanidad por parte de Satanás, la naturaleza de las personas ha empezado a deteriorarse y han perdido, poco a poco, la razón que tiene la gente normal. Ahora ya no actúan como seres humanos en la posición del hombre, sino que están llenas de aspiraciones descabelladas; más allá de la posición del hombre. Sin embargo, anhelan algo más elevado. ¿Qué quiere decir eso de ‘más elevado’? Desean sobrepasar a Dios, los cielos y todo lo demás. ¿A qué se debe que la gente revele este carácter? Después de todo, la naturaleza del hombre es demasiado arrogante. La mayoría entiende el significado de la palabra ‘arrogancia’. Es un término peyorativo. Si alguien revela arrogancia, los demás creen que no es buena persona. Cuando alguien es increíblemente arrogante, los demás siempre presuponen que es una persona malvada. Nadie quiere que lo relacionen con este término. Sin embargo, de hecho, todo el mundo es arrogante y todos los humanos corruptos tienen esa esencia. Algunas personas dicen: ‘No soy en absoluto arrogante. Nunca he querido ser el arcángel ni he querido superar a Dios o a todo lo demás. Siempre me he comportado especialmente bien y he sido responsible’. No es necesariamente así; estas palabras son incorrectas. Cuando las personas se vuelven arrogantes en naturaleza y esencia, pueden a menudo rebelarse contra Dios y oponerse a Él, no prestar atención a Sus palabras, generar nociones acerca de Él, hacer cosas que lo traicionan y que las enaltecen y dan testimonio de sí mismas. Dices que no eres arrogante, pero supongamos que te entregaran una iglesia y te permitieran dirigirla; supongamos que Yo no te podara ni nadie de la casa de Dios te criticara o ayudara, tras liderarla durante un tiempo, pondrías a la gente a tus pies y harías que te obedecieran incluso hasta el punto de admirarte y venerarte. ¿Y por qué habrías de hacer eso? Esto vendría determinado por tu naturaleza; no sería sino una revelación natural. No tienes necesidad alguna de aprender esto de otros, ni ellos tienen necesidad de enseñártelo. No es preciso que te lo impongan o te obliguen a hacerlo. Este tipo de situación surge de manera natural. Todo lo que haces es para que la gente te enaltezca, te alabe, te idolatre, te obedezca y te haga caso en todo. Permitirte ser un líder hace surgir de manera natural esta situación, y eso no se puede cambiar. ¿Y cómo surge esta situación? Está determinada por la naturaleza arrogante del hombre. La manifestación de la arrogancia consiste en la rebelión contra Dios y la oposición a Él. Cuando las personas son arrogantes, vanidosas y sentenciosas establecerán sus propios reinos independientes y a hacer las cosas de cualquier manera que quieran. También traerán a otras personas a sus manos y a sus brazos. Que la gente pueda hacer cosas así de arrogantes solo demuestra que la esencia de su naturaleza arrogante es la de Satanás, la del arcángel. Cuando su arrogancia y vanidad alcanzan cierto nivel, ya no tendrá un lugar para Dios en el corazón y lo dejará de lado. Desea entonces ser Dios, hacer que la gente la obedezca, y se convierte en el arcángel. Si tienes una naturaleza satánica así de arrogante, no llevas a Dios en el corazón. Aunque creas en Dios, Él ya no te reconoce, te considera una persona malvada y te descartará(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Una naturaleza arrogante es la raíz de la resistencia del hombre a Dios). A partir de las palabras de Dios, vi que después de ser corrompidas por Satanás, las personas desarrollaban una naturaleza satánica, y que la arrogancia las hacía perder la razón y no estaban dispuestas a pararse en la posición de un ser creado para alabar a Dios. Gobernada por mi naturaleza arrogante, me gustaban los elogios y la admiración de los demás. Después de resolver algunos problemas en unas pocas iglesias, empecé a creer que tenía realidades-verdad y me volví arrogante. Sin importar con quién interactuara, siempre buscaba la oportunidad de presumir y alardear de mí misma. Esto hacía que mis hermanas colaboradoras me admiraran, y, siempre que surgía algún problema, dependían de que yo encontrara la solución. Yo sabía que este estado de ellas era incorrecto, pero no las ayudé ni les enseñé. Al contrario, me gustaba que me admiraran. Cuando los hermanos y hermanas se enfrentaban a problemas y dificultades, no buscaba la verdad ni hablaba con ellos para resolverlos, sino que presumía de mis dones, mi calibre, y mostraba solo mis logros y los buenos aspectos de mí, y no mencionaba nada sobre mi estado negativo o débil. Incluso me elevaba frente a mis hermanos y hermanas, y menospreciaba a mis dos hermanas colaboradoras para que todos pensaran que yo era mejor que ellas y me admiraran. Cuando surgían problemas, acudían a mí para que tomara la decisión final, y eventualmente, terminaba haciendo que mis hermanas colaboradoras quedaran como meras figuras. Incluso en ese momento, no sentí miedo. Al contrario, disfrutaba todo esto. Pensaba que estaba bien que mis hermanos y hermanas me admiraran e incluso cuando la hermana me advirtió, tampoco reflexioné sobre mí misma. Era solo un ser creado, humilde e insignificante, pero no reconocía mi identidad ni mi estatus. En lugar de pararme en la posición de un ser creado para alabar a Dios, trataba de atraer a la gente a mí presumiendo. ¡Era tan arrogante que había perdido la razón! Incluso después de cometer tanto mal, me seguía admirando a mí misma. ¡Era verdaderamente descarada, vil y despreciable! Quería que me tragara la tierra. Me sentía demasiado avergonzada para enfrentar a Dios y a mis hermanos y hermanas. En ese momento, finalmente me di cuenta de que haber sido despedida me había protegido. Si no hubiera sido despedida ni hubieran frenado mis actos malvados, habría seguido viviendo según mi carácter arrogante y transitando por la senda equivocada de perseguir el estatus. Eventualmente, habría ofendido el carácter de Dios y habría sido arrojada al infierno para ser castigada. Vi que este despido era en realidad una forma de salvación, y mi corazón se llenó de gratitud a Dios.

Luego, busqué cómo podía exaltar a Dios y dar testimonio de Él. Leí las palabras de Dios: “Cuando deis testimonio de Dios, principalmente debéis hablar de cómo Él juzga y castiga a las personas, y de las pruebas que utiliza para refinar a las personas y cambiar su carácter. También debéis hablar de cuánta corrupción se ha revelado en vuestra experiencia, de cuánto habéis sufrido, de cuántas cosas hicisteis por resistiros a Dios y de cómo Él os conquistó finalmente. Debéis hablar de cuánto conocimiento real de la obra de Dios tenéis y de cómo debéis dar testimonio de Dios y retribuirle Su amor. Debéis poner sustancia en este tipo de lenguaje, al tiempo que lo expresáis de una manera sencilla. No habléis sobre teorías vacías. Hablad de una manera más práctica; hablad desde el corazón. Esta es la manera en la que debéis experimentar las cosas. No os equipéis con teorías vacías aparentemente profundas en un esfuerzo por alardear; eso hace que parezcáis arrogantes e irracionales. Debéis hablar más sobre cosas reales a partir de vuestra verdadera experiencia y hablar más de corazón; esto es lo más beneficioso para los demás y es lo más apropiado de ver(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo persiguiendo la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). Las palabras de Dios señalaban una senda por la que podía exaltar a Dios y dar testimonio de Él, hablando de la corrupción que revelé cuando enfrentaba problemas, cómo me resistía y me rebelaba contra Dios, cómo busqué la verdad para comprenderme, abriendo y exponiendo mi corrupción y esencia-naturaleza, y dando testimonio de cómo Dios usó Sus palabras para purificarme y cambiarme. Compartir de esta manera exaltaría a Dios y daría testimonio de Él. Al hablar de mis experiencias, debía mencionar la negatividad y la debilidad en mi corazón y cómo Dios me iluminó y me guio, y lo que comprendí sobre mí misma y las sendas de práctica que encontré. Esto iba a permitir que mis hermanos y hermanas vieran que sin la guía de Dios, el hombre no puede lograr nada, y que Dios es el soberano sobre todo, lo que permite que las personas lleguen a conocerlo. Solo esto exaltaría verdaderamente a Dios y daría testimonio de Él. A reflexionar sobre cómo hablaba de mis experiencias, me di cuenta de que mis intenciones eran que los demás me admiraran y de que minimizaba deliberadamente mi estado negativo y débil y hablaba mucho de cómo admiraba a Dios y confiaba en Él en tiempos de dificultad y de que Dios me guiaba. Como resultado, mis hermanos y hermanas veían que yo sabía cómo experimentar las cosas a las que me enfrentaba y me admiraban, pero no obtenían ningún conocimiento de Dios. Constantemente me exaltaba y presumía, ¡y eso hizo que Dios me detestara! Sentí un profundo arrepentimiento y oré a Dios: “Dios, fueron Tus golpes y tu disciplina los que despertaron mi corazón adormecido y finalmente me hicieron ver que me había estado resistiendo y rebelando contra Ti todo este tiempo. Si tengo otra oportunidad para cumplir con mis deberes en el futuro, sin dudas cambiaré mi búsqueda errónea, me pararé en el lugar que me corresponde y actuaré obedientemente como un ser creado”.

En mayo de 2021, los líderes dispusieron que fuera a una iglesia a resolver un problema. Había una persona malvada en la iglesia llamada Ma Li, que había atacado al líder recién elegido y eso hizo que el líder se volviera negativo. Al llegar, me enteré de que Ma Li había sido aislada para reflexionar en 2018 por atacar a un líder, pero seguía de la misma manera. Sentía que era una persona malvada, pero tenía miedo de cometer un error, así que les informé sobre su conducta constante a los líderes superiores. Los líderes me respondieron compartiendo que, según los principios, Ma Li era una persona malvada y había que organizar el material sobre ella y echarla. Entonces hablé sobre el discernimiento con todos y eché a esta persona malvada. Después de eso, la vida de iglesia de estos hermanos y hermanas volvió a la normalidad y el trabajo de la iglesia volvió a funcionar como de costumbre. Durante una reunión, la hermana Fang Xin me dijo: “Realmente tienes realidades-verdad. Pudiste discernir que Ma Li era una persona malvada en cuanto llegaste y resolviste este asunto a tiempo. Si no hubieras venido, yo realmente no habría podido hacer este trabajo”. Cuando la escuché decir esto, pensé: “Si yo no hubiera venido, realmente no habrían podido manejar a esta persona malvada y la vida de iglesia no habría podido volver a la normalidad”. Pero al pensar eso, inmediatamente me di cuenta de que fue la obra del Espíritu Santo la que había generado este resultado, pero yo me estaba admirando a mí misma y robando la gloria de Dios. Así era como había fallado antes, y ya no podía permitirme presumir. Entonces le dije que al principio no pude calar este asunto de Ma Li, por lo que les escribí una carta a los líderes superiores para pedirles guía, y solo después de que ellos me compartieron según los principios, pude ver claramente que Ma Li era una persona malvada. Después de esa enseñanza, Fang Xin comprendió y dijo que tenía una tendencia a idolatrar a las personas y que debía revertir eso.

Me sentí llena de gratitud hacia Dios por haber atravesado esa experiencia. Si no fuera por esta falla y este tropiezo y la exposición de las palabras de Dios, no me habría dado cuenta de que iba por la senda equivocada ni habría logrado una comprensión verdadera de mi naturaleza arrogante que se resistía a Dios. Esta experiencia se volvió un tesoro precioso en mi entrada a la vida, ya que marcó un punto de inflexión en mi camino de fe y corrigió mi búsqueda equivocada. Al mismo tiempo, esto me ayudó a comprender un poco más la verdad de exaltar y dar testimonio de Dios, y obtuve una senda de práctica de esto.

Anterior: 33. Después de ser testigo de la puesta en evidencia y el descarte de muchos

Siguiente: 35. Ser artero y traicionero te impide cumplir bien con tu deber

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro

Introduce tus palabras clave de búsqueda

Índice
Ajustes
Libros
Buscar
Vídeos