7. Las dudas que me impidieron poner al descubierto los problemas de los demás

Por Deve, Filipinas

A principios de julio de 2023, me eligieron líder de distrito y me hicieron la principal encargada del trabajo evangélico. Sé que, como líder era mi responsabilidad supervisar y dar seguimiento al trabajo de todos los hermanos y hermanas que estaban a mi cargo. Sin embargo, el progreso de dar seguimiento al trabajo y ponerlo en práctica era muy lento, ya que tendía a implementar un tema a la vez y esperar a que los hermanos y hermanas terminaran antes de pasar al siguiente. Lo hacía para que no se sintieran abrumados o frustrados por la cantidad de trabajo. Quería que todos sintieran que yo tenía empatía, que los entendía y era comprensiva con ellos, así que tenía mucho cuidado cuando supervisaba y hacía el seguimiento del trabajo, ya que temía que los hermanos y hermanas dijeran que era demasiado estricta, poco empática y una mala líder.

En una ocasión, hacía el seguimiento al trabajo de una supervisora evangélica llamada Crisanta. En un principio, tenía previsto dar seguimiento y entender el trabajo de cada uno de los trabajadores evangélicos que ella tenía a cargo, así como la situación de cada destinatario potencial del evangelio. Pero como ella acababa de terminar una reunión, pensé: “Acaba de terminar su reunión, así que tal vez necesite un descanso. Si hago el seguimiento de su trabajo ahora ¿pensará que no tengo comprensión?”. No quería que se sintiera presionada por mi supervisión. “Como quizá ya haya revisado el trabajo de los trabajadores evangélicos durante la reunión, le resultará más fácil responder a preguntas sobre este tema, así que por ahora no le preguntaré sobre los otros asuntos. De esta manera, no se quejará de que le hago demasiadas preguntas y sentirá que tengo en cuenta su situación y que soy comprensiva y empática”. Yo creía que una buena líder debía entender a sus hermanos y hermanas y tener en cuenta sus sentimientos. Por lo tanto, en ese momento, solo le pregunté a Crisanta sobre el trabajo y los planes de los trabajadores evangélicos y no indagué sobre la situación de los destinatarios potenciales del evangelio. Más tarde, cuando realizaba su deber, ella solo hizo el seguimiento del trabajo de los trabajadores evangélicos y no supervisó el progreso de otros trabajos ni la situación de los destinatarios potenciales del evangelio. No entendió esos detalles a tiempo, lo que se tradujo en una escasa eficacia en el cumplimiento de su deber. Tuve el mismo problema al dar seguimiento a Bella, otra supervisora evangélica. Bella hacía poco que estaba a mi cargo. Una vez, cuando le pregunté sobre algunos trabajadores evangélicos, me respondió: “Todavía no he empezado a hacer el seguimiento. No conozco mucho a esas personas y aún estoy familiarizándome con ellas”. Pensé: “Han pasado cinco días, ¿realmente hace falta tanto tiempo para entender a los trabajadores evangélicos?”. Quería recordarle que ese enfoque es ineficaz y retrasaría el trabajo, pero luego pensé: “Si señalo sus problemas cuando acaba de llegar, puede que piense que no soy comprensiva ni empática y que no tengo en cuenta sus dificultades. No quiero causarle mala impresión. Si le digo estas cosas, temo que más adelante no colabore activamente conmigo cuando necesite su ayuda o que ponga en práctica un trabajo. Además, también me preocupa que pueda señalar mis problemas y deficiencias en el futuro”. Con todo esto en mente, no señalé los problemas de Bella y, como resultado, el trabajo evangélico bajo su responsabilidad progresaba muy lentamente. Debido a que no realicé mi deber de líder de supervisar y hacer el seguimiento del trabajo evangélico, el trabajo evangélico bajo mi responsabilidad avanzaba a paso de tortuga.

Cuando resumimos el trabajo juntas, Bella dijo con franqueza: “Estoy esperando a que la líder me señale mis deficiencias en el cumplimiento de mi deber”. Al oírla decir esto, me di cuenta de que no había cumplido adecuadamente con mis responsabilidades como líder, no había dado seguimiento a su trabajo ni había señalado los problemas en su deber. Me sentí muy culpable, así que me sinceré y hablé sobre mi estado. Tras mi plática, la supervisora, Lina, compartió un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “La conducta de las personas y sus formas de lidiar con el mundo deben estar basadas en las palabras de Dios; este es el principio más básico para la conducta humana. ¿Cómo pueden las personas practicar la verdad si no entienden los principios de la conducta humana? Practicar la verdad no consiste en decir palabras vacías ni gritar consignas. Más bien consiste en cómo, independientemente de lo que la gente encuentre en la vida, siempre que tenga que ver con los principios de la conducta humana, sus perspectivas sobre las cosas, o el cumplimiento de sus deberes, se enfrenta a una elección y debe buscar la verdad, encontrar un fundamento y principios en las palabras de Dios, y luego debe encontrar una senda de práctica. Aquellos capaces de practicar de este modo son personas que persiguen la verdad. Ser capaz de perseguir la verdad de este modo, por muy grandes que sean las dificultades que uno encuentre, es recorrer la senda de Pedro, la senda de búsqueda de la verdad. Por ejemplo: ¿Qué principio debe seguirse a la hora de relacionarse con los demás? Tal vez tu perspectiva original sea que ‘La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud’, que debes mantenerte en una posición en la que agrades a todos, evitar que los demás queden mal y no ofender a nadie, con lo que logras tener buenas relaciones con ellos. Constreñido por esta perspectiva, guardas silencio cuando presencias que otros hacen cosas malas o vulneran los principios. Preferirías que la obra de la iglesia sufriera pérdidas antes que ofender a nadie. Tratas de estar del lado de todos, sin importar quiénes sean. Tan solo piensas en los sentimientos humanos y en guardar las apariencias cuando hablas, y siempre pronuncias palabras que suenan bien para complacer a los demás. Incluso si descubres que otros tienen problemas, optas por tolerarlos y te limitas a hablar sobre ellos a sus espaldas, pero a la cara respetas la paz y mantienes la relación. ¿Qué opinión te merece tal conducta? ¿Acaso no corresponde a la de una persona complaciente? ¿No es muy poco fiable? Vulnera los principios de la conducta humana. ¿No es una bajeza comportarse de esa forma? Quienes actúan así no son buenas personas, esa no es una manera noble de comportarse. Da igual lo mucho que hayas sufrido y cuántos precios hayas pagado, si te comportas sin principios, entonces habrás fracasado a este respecto, y tu conducta no será reconocida, recordada ni aceptada ante Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para cumplir bien con el deber, al menos se ha de tener conciencia y razón). Luego, Lina compartió conmigo: “Descuidas el seguimiento del trabajo para preservar tus relaciones con los demás y, aunque las has conservado, el trabajo se ha retrasado. Por lo que Bella acaba de decir, en realidad, ella esperaba que dieras seguimiento a su trabajo para poder tener una dirección y una senda en sus deberes. Pero haces las cosas con una mentalidad complaciente y no señalabas sus problemas para intentar proteger tu imagen y conservar la relación. Al final, no hiciste bien tus deberes y el trabajo de Bella no tiene rumbo debido a que no le has dado seguimiento y orientación, lo que causó de forma directa que el trabajo evangélico fuera ineficaz. ¡Debes reflexionar seriamente sobre tu problema de ser complaciente!”. Después de escuchar a la hermana, me sentí muy avergonzada. Era cierto que tenía una mentalidad complaciente en mis interacciones con los demás. No quería ofender a nadie ni perjudicar mis relaciones con mis hermanos y hermanas y tampoco que pensaran que era una desconsiderada. Al principio, quería dar seguimiento a una gran cantidad del trabajo de Crisanta, pero temía que pensara que no era comprensiva si le daba demasiado seguimiento y la evaluaba demasiado, así que elegí hacer el seguimiento de las tareas más fáciles para Crisanta e indagar sobre ellas, pero no hice el seguimiento de las tareas más complicadas, que representaban una carga física, ni le pregunté por ellas. Pensé que, de esa manera, no se quejaría ni tendría una mala opinión de mí. Como consecuencia, el trabajo evangélico bajo su responsabilidad se volvió ineficaz. Di seguimiento al trabajo de Bella de la misma manera. Vi que su eficiencia en sus deberes era baja y retrasaba el trabajo, pero no quise señalárselo por temor a ofenderla. Mis acciones y actos eran lo que Dios expuso cuando dijo: “[…] mantenerte en una posición en la que agrades a todos, evitar que los demás queden mal y no ofender a nadie”. Solía pensar que actuaba bien al comportarme así y que evitaba conflictos con mis hermanos y hermanas. Pensaba que siempre era considerada con los sentimientos y las dificultades de los demás y que era una buena persona, pero Dios dice que eso va en contra de los principios de cómo debe comportarse una persona. Haber consentido de forma reiterada a mis hermanas causó que el trabajo evangélico progresara lentamente y ya había perjudicado el trabajo de la iglesia. No era una buena persona en absoluto, sino alguien complaciente y falso. Si no cambiaba mi mentalidad complaciente, todo lo que hiciera sería en vano, porque no practicaba la verdad ni satisfacía a Dios, y Él no me aprobaría. Al darme cuenta de esto, quise cambiar. Tenía que señalar cualquier problema o deficiencia que viera en el desempeño de los deberes de mis hermanos y hermanas, y debía compartir con ellos, ayudarlos y dejar de tener en cuenta mi orgullo. Ya no quería proteger mis relaciones con los demás. Así que oré a Dios: “Dios Todopoderoso, veo que solo trataba de conservar mis relaciones con mis hermanos y hermanas y no ponía los intereses de la casa de Dios en primer lugar. Ahora tengo algo de entendimiento sobre mí misma y estoy dispuesta a arrepentirme, practicar la verdad, actuar según los principios y cumplir bien con mis deberes como líder”. Después de orar, sentí que me invadía una sensación de valentía. Más tarde, cuando hice el seguimiento del trabajo de mis hermanos y hermanas, les comenté los problemas que veía. Cuando practiqué de acuerdo con la verdad, mis hermanos y hermanas no se enojaron conmigo, como pensaba que harían, y nuestras relaciones no se deterioraron. De hecho, estaban dispuestos a aceptar que los guiara. Quería seguir esforzándome al máximo para ser una persona honesta y señalar problemas u ofrecer sugerencias a mis hermanos y hermanas. Sin embargo, practicar la verdad no es fácil, y el simple hecho de conocer la verdad no significa que uno pueda practicarla. Dios dispuso otro entorno para revelar mi corrupción.

El 13 de julio, una iglesia celebró una elección en la que se eligió a la hermana Awua líder de la iglesia. Aproximadamente una semana después, me dijo de repente que había conseguido un trabajo, porque tenía que pagar unas deudas. Su horario de trabajo era de 5 a. m. a 9 p. m. Me sorprendió mucho, ya que apenas llevaba unos días como líder y, sin embargo, había conseguido un trabajo con jornadas muy largas, que no le dejaban nada de tiempo para cumplir con sus deberes. Compartí con ella, pero me dijo: “Realmente tengo que trabajar para poder pagar mis deudas”. Pensé: “Esta hermana tiene dificultades y no puede cumplir bien con sus deberes, así que ya no es la persona adecuada para ser líder de la iglesia. Debo informárselo a la supervisora para reasignar su deber”. Pero luego pensé: “Si digo esto y la reasignan a otro deber, podría herir su autoestima y puede que piense que no entiendo sus dificultades y que no le estoy dando una oportunidad, por lo que se distanciará de mí”. Quería mantener mi relación con ella, así que no informé a la supervisora sobre su situación. Pensé que ella no debía mucho dinero y que, tal vez, si trabajaba durante un mes, podría pagar lo que debía y luego tendría tiempo para cumplir sus deberes. Durante su horario de trabajo, podría ayudarla a dar seguimiento a algunas tareas. Tras eso, Awua trabajaba todo el día y no hacía ningún trabajo de la iglesia, lo que lo retrasó mucho.

Una semana después, la supervisora, Lina, vio que Awua no estaba realizando sus deberes y me preguntó sobre su situación. Solo entonces le hablé del trabajo de Awua. Lina compartió conmigo: “Basándonos en el comportamiento de Awua, ya no puede cumplir sus deberes como líder. El liderazgo en la iglesia implica el progreso de la obra general de la iglesia. Un buen líder puede asumir el trabajo de la iglesia, mientras que un líder irresponsable puede perjudicarlo. La verdad es que ya habías visto la situación de esta iglesia, así que sabías que Awua simplemente no es capaz de realizar un trabajo de líder. Deberías haber informado de inmediato sobre este problema y resolverlo apenas lo descubriste, pero no tomaste ninguna medida. No reasignaste su deber a tiempo ni informaste de sus problemas, simplemente le permitiste que se quedara dónde estaba. Acciones como estas retrasan el trabajo de la iglesia”. Después de escuchar la plática de la hermana, me sentí fatal. Había visto el problema, pero había actuado según mis propias ideas en lugar de practicar la verdad y no había considerado si eso retrasaría el trabajo de la iglesia. ¡Qué idiota había sido! La hermana Lina me leyó algunas palabras de Dios Todopoderoso: “Cuando algunos líderes de la iglesia ven a los hermanos y hermanas llevar a cabo los deberes de manera superficial, no se lo recriminan, aunque deberían. Cuando tiene claro que se están menoscabando los intereses de la casa de Dios, no se preocupa por ello, no hace averiguaciones de ningún tipo ni hace la menor ofensa a los demás. De hecho, en realidad no muestra consideración por las debilidades de las personas; en lugar de eso, su intención y objetivo es ganarse el corazón de la gente. Es totalmente consciente de que: ‘Mientras haga esto y no ofenda a nadie, pensarán que soy un buen líder. Tendrán una opinión buena y elevada de mí. Me darán su aprobación y seré de su agrado’. No le importa cuánto daño se haga a los intereses de la casa de Dios, cuántas pérdidas sufra la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni en qué medida la vida de iglesia de este se vea perturbada, sino que se limita a insistir en su filosofía satánica y a no ofender a nadie. No existe nunca autorreproche en su corazón. Cuando ve que alguien causa trastornos y perturbaciones, como mucho puede intercambiar algunas palabras con esa persona al respecto, con lo que minimiza el asunto y se lo quita de encima. No hablará sobre la verdad ni le indicará a esa persona la esencia del problema, y menos aún diseccionará su estado ni compartirá nunca cuáles son las intenciones de Dios. Los falsos líderes nunca dejan en evidencia ni diseccionan los errores que las personas cometen a menudo ni las actitudes corruptas que estas suelen revelar. No resuelve ningún problema real, sino que siempre consiente las prácticas erróneas y revelaciones de corrupción de las personas, y por muy negativas o débiles que sean estas, no se lo toma en serio. Se limita a predicar algunas palabras y doctrinas y a pronunciar unas cuantas exhortaciones para gestionar la situación de manera superficial e intentar mantener la armonía. En consecuencia, el pueblo escogido de Dios no sabe cómo reflexionar sobre sí mismo ni autoconocerse, no se resuelven las actitudes corruptas que revelan, sean cuales sean, y viven entre palabras y doctrinas, nociones y figuraciones, sin ninguna entrada en la vida. En su fuero interno llegan a creer: ‘Nuestro líder tiene incluso una mayor comprensión de nuestras debilidades que Dios. Nuestra estatura es demasiado pequeña para estar a la altura de los requerimientos de Dios. Nos basta con cumplir con los requerimientos de nuestro líder; al someternos a él, nos estamos sometiendo a Dios. Si llega un día en el que lo Alto despida a nuestro líder, nos haremos oír; a fin de mantenerlo en su puesto e impedir que lo despidan, negociaremos con lo Alto y lo obligaremos a aceptar nuestras exigencias. Así es como haremos lo correcto por nuestro líder’. Cuando la gente tiene esos pensamientos en su interior, cuando han establecido esa relación con su líder y ha surgido en su corazón esa clase de dependencia, envidia y adoración hacia este, llegan a tener incluso mayor fe en el líder y siempre quieren escuchar sus palabras, en lugar de buscar la verdad en las palabras de Dios. Un líder semejante casi ha ocupado el lugar de Dios en el corazón de la gente. Si un líder está dispuesto a mantener este tipo de relación con el pueblo escogido de Dios, si eso le produce una sensación de gozo en el corazón y cree que el pueblo escogido de Dios debería tratarlo así, entonces no hay diferencia entre ese líder y Pablo, ya ha tomado la senda de un anticristo […]. Un anticristo no hace ningún trabajo real, no habla sobre la verdad para resolver problemas, no guía a la gente para que coma y beba las palabras de Dios y entre en la realidad-verdad. Solo trabaja para conseguir estatus, fama y ganancia, solo le importa hacerse un sitio, proteger el lugar que ocupa en el corazón de la gente y hacer que todo el mundo lo idolatre, lo admire y lo siga todo el tiempo; esos son los objetivos que quiere alcanzar. Así es como un anticristo intenta ganarse el corazón de la gente y controlar al pueblo escogido de Dios. ¿Acaso no es perversa esa manera de obrar? ¡Es sencillamente repugnante!(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 1: Tratan de ganarse el corazón de la gente). Dios pone al descubierto que cuando los líderes y obreros hacen la vista gorda a los problemas en el trabajo y se limitan a proteger su imagen y las relaciones con sus hermanos y hermanas, son falsos líderes y recorren la senda de un anticristo. Yo era exactamente el tipo de persona que Dios ponía al descubierto. Tenía claro que Bella no hacía sus deberes con eficacia, pero no tuve el valor de señalar sus problemas. Solo quería que sintiera que entendía sus dificultades para que no tuviéramos conflictos y pudiéramos mantener una buena relación. Awua no había podido cumplir adecuadamente sus responsabilidades como líder debido a su trabajo, por lo que yo debería haber informado a los líderes superiores sobre su situación para que reasignaran sus deberes a tiempo. Sin embargo, temía que ella tuviera una opinión negativa de mí si se enteraba, así que no informé a los líderes superiores. Ni siquiera me importó si eso retrasaba el trabajo de la iglesia. Solo quería el reconocimiento y apoyo de mis hermanos y hermanas para que tuvieran una buena impresión de mí, así que siempre dejaba a un lado los intereses de la casa de Dios. Mi comportamiento fue verdaderamente perverso, y Dios lo aborrecía. Oré a Dios: “Dios, me doy cuenta de que no he sido considerada con los intereses de la iglesia en mis deberes y que siempre he pensado en mis relaciones con mis hermanos y hermanas, ya que quería que me vieran como una buena líder y que me respetaran. Mis actos no están de acuerdo con la verdad y han afectado el trabajo de la iglesia. No he cumplido mis deberes como líder y estoy recorriendo la senda de un anticristo. Gracias, Dios Todopoderoso, por disponer que la hermana Lina viera mis desviaciones y señalara mis deficiencias. De ahora en adelante, estoy dispuesta a practicar la verdad, ya no protegeré mi relación con Awua y tendré en consideración los intereses de la iglesia”. Esa tarde, compartí con Awua y ella admitió que no había cumplido bien con sus deberes y que había retrasado la obra de la iglesia. Sin embargo, no podía dejar su empleo, así que reasigné sus deberes.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Hay un dogma en las filosofías para los asuntos mundanos que dice: ‘Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena’. Esto significa que, para preservar una relación amistosa, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente, que debe respetar los principios de no pegarle a la gente en la cara ni llamarle la atención por sus defectos. Han de engañarse mutuamente, ocultarse el uno del otro, intrigar contra el otro; y aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar su relación amistosa. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del propio grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Al saber que alguien se convertirá en tu enemigo y te perjudicará después de que le hayas llamado la atención por sus defectos o le hayas hecho daño, y al no desear colocarte en esa situación, empleas el dogma de las filosofías para los asuntos mundanos que dice que ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿consideran que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden expresar sus sentimientos, tener intercambios profundos ni hablar sobre lo que les venga en gana. No pueden decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en el otro, ni tampoco palabras que puedan beneficiar al otro. En cambio, optan por decir cosas agradables para conservar el favor del otro. No se atreven a decir la verdad ni a defender los principios por temor a suscitar la animadversión de los demás hacia ellos. Cuando nadie amenaza a una persona, ¿acaso esta no vive en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven el dicho ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de existencia taimada y engañosa, con un elemento defensivo, cuyo objetivo es la propia preservación. Las personas que viven así no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles lo que quieran. Están a la defensiva unos con otros, se explotan mutuamente y se superan en astucia unos a otros, y cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es evitar ofender a otros y ganarse así enemigos, protegerse no causando daño a nadie. Se trata de una técnica y un método que uno adopta para evitar ser lastimado. Si observamos estas facetas diversas de su esencia, ¿es noble exigir de la conducta moral de la gente ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? ¿Es positivo? (No). Entonces, ¿qué es lo que enseña esto a la gente? Que no debes ofender ni herir a nadie para que no seas tú el que termine herido; asimismo, que no se debe confiar en nadie. Si haces daño a un buen amigo tuyo, la amistad empezará a cambiar sutilmente; pasará de ser un buen amigo, un amigo íntimo, a ser un desconocido o un enemigo. ¿Qué problemas se resuelven enseñando a las personas a actuar así? Aunque al actuar de esta manera no te crees enemigos e incluso pierdas unos cuantos, ¿acaso esto hará que la gente te admire o te apruebe y te tenga siempre como amigo? ¿Con esto se alcanza plenamente el estándar de conducta moral? En el mejor de los casos, no es más que una filosofía para los asuntos mundanos(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Después de leer las palabras de Dios, finalmente entendí que “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” es una de las filosofías de Satanás para los asuntos mundanos. La mayoría de las personas usan esta filosofía para mantener buenas relaciones con los demás, y esta había sido mi forma de relacionarme con las personas. Con tal de que me vieran como una amiga considerada y amable, había sido muy comedida con los demás. No daba mi opinión, aunque viera que tenían problemas, ya que pensaba que si actuaba de ese modo no me crearía enemigos ni ofendería a nadie. En realidad, si descubrimos que los demás tienen problemas, pero no los señalamos por el bien de nuestros propios intereses y, si no decimos la verdad y no actuamos como personas honestas para protegernos entre nosotros, eso no se puede llamar una amistad verdadera. Usar esa filosofía satánica para mantener relaciones con los demás solo lleva a la desconfianza mutua. No es más que un comportamiento falso y traicionero. Me di cuenta de que no había considerado a Crisanta, Bella y Awua como mis hermanas en la iglesia y de que no había hecho nada para ayudarlas a reconocer sus problemas. Solo buscaba su aprobación y no quería que tuvieran una opinión negativa de mí. Para proteger mis intereses, incluso cuando veía que no cumplían bien con sus deberes y retrasaban el trabajo, no se lo señalaba ni compartía para resolverlo. No amaba de verdad a mis hermanos y hermanas. Siempre pensé que, mientras no señalara sus problemas, podríamos seguir colaborando y hasta podríamos tener una buena relación. Pero, en realidad, aferrarme a la filosofía mundana de “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” no dio buenos resultados. No solo retrasé el trabajo de la iglesia, sino que tampoco resolví los problemas de mis hermanos y hermanas ni los ayudé a cumplir bien con sus deberes. Entonces entendí que, como líder, debo señalar los problemas que los hermanos y hermanas tienen en sus deberes y guiarlos para que se conozcan a sí mismos y corrijan sus errores. Eso es lo que los verdaderos hermanos y hermanas deberían hacer.

Más tarde, vi que las palabras de Dios mencionan las responsabilidades de los líderes y obreros:

1. Guiar a la gente para que coma y beba de las palabras de Dios, las entienda y entre en su realidad.

2. Conocer los estados de cada tipo de persona y resolver diversas dificultades que afronten en su vida real en relación con su entrada en la vida.

3. Compartir los principios-verdad que se han de entender para ejecutar correctamente cada deber.

4. Estar al día de las circunstancias de los supervisores de distintos trabajos y del personal responsable de diversas tareas importantes y cambiar sus deberes o destituirlos de inmediato según sea necesario para evitar o paliar las pérdidas causadas por emplear a gente inapropiada y garantizar la eficacia y buena marcha del trabajo.

5. Mantenerse al día en la captación y la comprensión del estado y el progreso de cada aspecto del trabajo, y saber resolver con prontitud los problemas, corregir las desviaciones y poner remedio a los fallos en el trabajo para que marche sin contratiempos.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (1)

Después de leer las palabras de Dios, vi con mayor claridad que mis actos no cumplían con los estándares de liderazgo que Dios exige, ya que no había cumplido bien con mis deberes y responsabilidades como líder. Ser líder de iglesia significa que uno debe guiar a los hermanos y hermanas para que coman, beban y entiendan las palabras de Dios, lo que les permite practicar la verdad y ganar la entrada en la vida. Como líder, una de mis responsabilidades era supervisar todos los aspectos del trabajo de la iglesia, desde el estado del personal hasta el progreso del trabajo. Si había algún aspecto singular del trabajo que obstaculizara el trabajo global de la iglesia, había que resolverlo de inmediato. Eso era algo que no había hecho antes. Las palabras de Dios me permitieron entender cómo cumplir bien con mis deberes como líder.

Un día de febrero de 2024, el hermano Erven me informó que la hermana Stacey, una líder de la iglesia, hablaba sin sabiduría cuando predicaba el evangelio. Por ejemplo, dejaba en evidencia la religión, a los pastores y a los ancianos en cuanto se relacionaba con destinatarios potenciales del evangelio, lo que hacía que estos últimos tuvieran nociones y no quisieran seguir asistiendo a reuniones. Yo también percibí que Stacey hablaba sin sabiduría y era consciente de que debía hablar sobre ese problema con ella, pero pensé: “Es cierto que Stacey es muy directa, pero lleva tiempo predicando el evangelio. ¿Aceptará que la guíe? Si no lo acepta, ¿tendrá una opinión negativa de mí?”. Pero también pensé que, si no señalaba sus problemas, el desempeño de sus funciones no daría buenos resultados; tenía que señalar sus problemas. Unos días después, prediqué el evangelio con Stacey y, cuando estábamos por finalizar, oré en silencio: “Dios Todopoderoso, te ruego que me des el valor para señalar los problemas de Stacey. Tengo un poco de miedo de que no acepte lo que le diga y se lleve una mala impresión de mí, pero no quiero que mi carácter corrupto me limite ni quiero perjudicar el trabajo evangélico solo por mantener buenas relaciones con los demás. Dios, te ruego que me des valentía”. Después, resumí los problemas que habíamos encontrado durante el trabajo evangélico y señalé algunos de los problemas de Stacey. Stacey dijo: “Gracias por señalar mis deficiencias y problemas. Esto me ayuda mucho”. Tras eso, ella practicó de a poco para corregir esos problemas.

Al experimentar de forma práctica estos entornos que Dios dispuso, entendí que “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” es una filosofía satánica para los asuntos mundanos que desorienta y corrompe a las personas. Además, no está realmente de acuerdo con la verdad. La obra de Dios de los últimos días es muy práctica y se lleva a cabo para salvarnos y permitirnos despojarnos de las opiniones y filosofías satánicas que tenemos. Si no hubiera experimentado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, seguiría viviendo según esa filosofía satánica y seguiría intentando engañar a los demás con falsas apariencias sin darme cuenta. Las palabras de Dios me guiaron para que entendiera estos principios de cómo debe comportarse una persona. Es una verdadera bendición aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, ya que me ha dado la oportunidad de cambiar mi carácter corrupto. ¡Estoy verdaderamente agradecida a Dios Todopoderoso!

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