86. Las lecciones que aprendí al escribir una evaluación
En noviembre de 2022, los líderes superiores me enviaron una carta para pedirme que escribiera una evaluación sobre Wang Qi. Al recibir la carta, no pude sino pensar: “¿Por qué tengo que escribir una evaluación sobre Wang Qi? La transfirieron a otra iglesia hace solo dos meses. ¿Será que los líderes superiores quieren ascenderla? ¿O quizás quieren evaluar su desempeño y puede que la destituyan? ¿Qué pretenden realmente los líderes con esto?”. Había oído que Wang Qi había abandonado a su familia y su carrera para cumplir su deber, y que hace dos años, cuando la iglesia enfrentó una gran operación represiva, ella había lidiado con las consecuencias sin demora y había demostrado ciertas capacidades de trabajo. Sin embargo, era bastante difícil llevarse bien con ella y, por nuestras interacciones, había notado que solía juzgar a las personas y a menudo tenía una actitud un tanto arrogante, lo que hacía que los demás se sintieran limitados. Pensar en su actitud y en cómo me había limitado me hizo sentirme agraviada y molesta. Pero luego pensé: “Los líderes han estado escribiéndole para conocer su estado y guiarla para que se conozca a sí misma, así que tal vez piensen ascenderla. Si ese es el caso, debería escribir sobre sus buenos atributos en la evaluación. Si escribo sobre cómo limita a las personas, ¿cómo me verán los líderes? ¿Dirán que estoy siendo quisquillosa y que no he aprendido lecciones o que no supe colaborar bien con ella? Ella tiene buena aptitud y capacidades de trabajo, abandonó a su familia y su carrera para cumplir con su deber y, cuando la destituyeron, reflexionó y adquirió cierto entendimiento. Si los líderes quieren ascenderla, pero yo escribo sobre su mala conducta, ¿cómo me verán ellos?”. Después de pensarlo, concluí que los líderes iban a ascenderla, así que escribí que Wang Qi perseguía la verdad, comprendía puramente la palabra de Dios, tenía capacidades de trabajo y podía abandonar a su familia y su carrera. Para dar una buena impresión a los líderes, pasé por alto su comportamiento que limitaba a las personas y dije que tenía sentido de la justicia y que me había brindado orientación y ayuda. Después de escribir la evaluación, se la entregué a los líderes.
Unos días después, recibí otra carta de los líderes en la que me preguntaban si, en mis relaciones con Wang Qi, ella había mostrado signos de reprimir, juzgar o limitar a los demás. Pensé en las veces que había colaborado con ella y en cómo había limitado a los demás: Y me dije: “¿Será que tiene serios problemas en este aspecto y que los líderes quieren investigar su comportamiento? En mi carta, solo escribí sobre sus buenos atributos y no mencioné cómo limitaba o juzgaba a los demás. ¿Debería escribir sobre estos comportamientos esta vez?”. Luego, volví a pensar: “Si escribo sobre estos comportamientos ahora, ¿cómo me verán los líderes? ¿Dirán que antes no fui honesta y que los estaba engañando? Tal vez debería limitarme a decir que no sé nada de esas cosas. Pero si digo eso, ¿pensarán los líderes que me falta discernimiento?”. Seguía dándole vueltas en la cabeza, sin saber qué hacer. Pensé: “Solo colaboré con ella por menos de un mes, así que decir que no sé nada de esas cosas no sería descabellado y es probable que los líderes no digan nada al respecto”. En ese momento, me sentí inquieta y me di cuenta de que estaba siendo falsa. Así que oré a Dios. Recordé las palabras del Señor Jesús: “Sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). También recordé que Dios dijo: “Debéis saber que a Dios le gustan los que son honestos”. Abrí de inmediato las palabras de Dios para leerlas. Dios dice: “Debéis saber que a Dios le gustan los que son honestos. En esencia, Dios es fiel, y por lo tanto siempre se puede confiar en Sus palabras. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables, razón por la cual a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar tu corazón a Dios; ser auténtico y abierto con Dios en todas las cosas, nunca esconder los hechos, no tratar de engañar a aquellos por encima y por debajo de ti, y no hacer cosas solo para ganarte el favor de Dios. En pocas palabras, ser honesto es ser puro en tus acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre. Lo que hablo es muy simple, pero es doblemente arduo para vosotros. Mucha gente preferiría ser condenada al infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro trato reservado para aquellos que son deshonestos” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias). “En todo lo que hagas, debes examinar si tus intenciones son correctas. Si puedes actuar conforme a los requisitos de Dios, entonces tu relación con Dios es normal. Este es el estándar mínimo. Observa tus intenciones, y si descubres que han surgido intenciones incorrectas, sé capaz de rebelarte contra ellas y actúa conforme a las palabras de Dios; así te convertirás en alguien que es correcto delante de Dios, que a la vez demuestra que tu relación con Dios es normal, y que todo lo que haces es en aras de Dios y no en aras de ti. En todo lo que hagas y digas, sé capaz de enderezar tu corazón y sé recto en tus acciones y no te dejes llevar por tus sentimientos ni actúes conforme a tu propia voluntad. Estos son principios por los cuales los que creen en Dios deben comportarse” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cómo es tu relación con Dios?). La lectura de las palabras de Dios me permitió entender lo que Él exige a las personas. Dios es fiel, ama a las personas honestas y odia a las falsas. Dios exige a las personas que digan la verdad, sin engaños ni ocultamientos. Este es el carácter de Dios. Escribir una evaluación también requiere entrar en la verdad de ser una persona honesta y aceptar el escrutinio de Dios. Reflexioné sobre mi estado cuando redactaba la evaluación de Wang Qi y me di cuenta de que no escribí lo que sabía ni dije la verdad. En su lugar, primero especulé sobre las intenciones de los líderes y pensé que tal vez querían ascender a Wang Qi, así que oculté y encubrí su mala conducta y hasta justifiqué que me limitara, diciendo que era por su sentido de la justicia, lo cual, en realidad, era de naturaleza falsa. Cuando los líderes me pidieron que escribiera otra evaluación de Wang Qi, me plantee rehuir la evaluación para que no me atraparan mintiendo. Esto era otra muestra de falsedad. Dios es fiel y escruta lo más íntimo del hombre. Yo podía engañar a las personas, pero no a Dios. Si seguía mintiendo y engañando para proteger mi orgullo, solo lograría que Dios me aborreciera y odiara. Tenía que ser una persona honesta de acuerdo con lo que Dios exige y dejar de adivinar las intenciones de los líderes. Independientemente de cómo ellos llegaran a verme, tenía que aceptar el escrutinio de Dios. Tras eso, escribí con honestidad sobre cómo Wang Qi limitaba y juzgaba a las personas y envié la carta a los líderes. Solo entonces me sentí en paz. Poco tiempo después, los líderes enviaron una carta describiendo el comportamiento de Wang Qi en otra iglesia, que decía que había limitado constantemente a las personas, sacaba partido a los defectos de sus compañeros de trabajo y a menudo disciplinaba a los demás por ser impulsivos. También había estado formando facciones y juzgando a sus compañeros de trabajo a sus espaldas, lo que había hecho que se sintieran negativos y se cohibieran. Engañaba a quienes estaban por encima y por debajo de ella y no hacía trabajo real. Cuando los hermanos y hermanas compartían con ella, no lo aceptaba. La destituyeron debido a este comportamiento sistemático. Al oír la noticia, me arrepentí aún más de no haber practicado antes la verdad y me odié a mí misma por ser tan falsa.
Más tarde, reflexioné sobre por qué había escrito una evaluación de la misma persona de dos maneras distintas en tan poco tiempo. ¿Qué naturaleza me impulsaba a actuar de esa manera? Oré a Dios con sentido de carga y busqué: “Dios, cuando los líderes me pidieron que escribiera una evaluación de Wang Qi, especulé sobre sus intenciones y quise escribir la evaluación en función de ellas, en lugar de detallar todos los hechos que conocía. ¿Qué lección debo aprender de esto? Dios, te ruego que me guíes para conocerme a mí misma”.
Durante mis prácticas devocionales, leí las palabras de Dios: “Los anticristos están ciegos respecto a Dios, Él no tiene cabida en sus corazones. Cuando se encuentran con Cristo, no lo tratan de manera diferente a una persona normal, se fijan constantemente en Su expresión y tono, cambiando la tonada según la situación, sin decir lo que realmente sucede, sin decir nada sincero, solo pronunciando palabras y doctrinas vacías, tratando de engañar y embaucar al Dios práctico que tienen ante sus ojos. No tienen un corazón temeroso de Dios en absoluto. Ni siquiera son capaces de dirigirse a Él de corazón, de decir algo real. Hablan como una serpiente que se desliza con rumbo sinuoso e indirecto. El estilo y la orientación de sus palabras son como una planta trepadora ascendiendo por un poste. Por ejemplo, cuando dices que alguien tiene aptitud y podrían promoverlo, inmediatamente hablan de lo bueno que es y de lo que se manifiesta y revela en él; y si dices que alguien es malo, se apresuran a hablar de lo malo y malvado que es, de cómo causa perturbación y trastorno en la iglesia. Cuando preguntas por algunas situaciones reales, no tienen nada que decir; andan con evasivas mientras esperan que tú saques una conclusión, atentos al significado de tus palabras, para así ajustar sus palabras a tus pensamientos. Todo lo que dicen son palabras bonitas, lisonjas y servilismo; de su boca no sale ni una palabra sincera. Así es como interactúan con las personas y como tratan a Dios, son así de falsos. Ese es el carácter de un anticristo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 10 (II)). “La humanidad de los anticristos es deshonesta, lo que significa que no son en absoluto sinceros. Todo lo que dicen y hacen está adulterado y contiene sus propias intenciones y objetivos, y en todo ello se esconden sus innombrables e indecibles trucos e intrigas. Así que las palabras y acciones de los anticristos están demasiado contaminadas y demasiado llenas de falsedad. Por mucho que hablen, es imposible saber cuáles de sus palabras son verdaderas, cuáles son falsas, cuáles son acertadas y cuáles son equivocadas. Se debe a que son deshonestos y su mente es extremadamente compleja, está llena de intrigas perversas y cargada de trucos. No dicen nada directamente. No dicen que uno es uno, dos es dos, sí es sí y no es no. En lugar de eso, se van por las ramas en todos los asuntos y dan varias vueltas a las cosas en su cabeza, calculando las consecuencias, sopesando los méritos y los inconvenientes desde todos los ángulos. Luego, alteran lo que quieren decir por medio del lenguaje, de tal modo que todo lo que dicen suena muy engorroso. La gente honesta nunca entiende lo que dicen y es fácilmente engañada y embaucada por ellos, y cualquiera que habla y comunica con personas así considera la experiencia extenuante y laboriosa. Nunca dicen que uno es uno y dos es dos, nunca dicen lo que piensan ni describen las cosas tal y como son. Todo lo que dicen es indescifrable, y los objetivos e intenciones de sus acciones son muy complejos. Si la verdad sale a la luz —si otras personas logran calarlos y desentrañar cómo son—, rápidamente inventan otra mentira para solucionarlo. […] El principio y el método según los cuales estas personas se comportan y lidian con el mundo consisten en engañar a la gente con mentiras. Tienen dos caras y hablan para adaptarse a su público; interpretan cualquier papel que exija la situación. Son hábiles y astutas, se les llena la boca de mentiras y no son de fiar. Cualquiera que está en contacto con ellos durante un tiempo se desorienta o perturba y no puede recibir provisión, ayuda o edificación” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión cuatro: Resumen de la calidad humana de los anticristos y de su esencia-carácter (I)). Dios pone al descubierto que los anticristos son muy falsos y perversos, que observan constantemente las reacciones de los demás a todo lo que dicen y hacen, prestan mucha atención a cómo dicen las cosas, buscan mensajes ocultos y modifican su comportamiento según la situación. Dicen y hacen lo que los beneficia, su carácter es escurridizo y falso, y no tienen ninguna credibilidad. Cuando reflexioné sobre mi comportamiento al escribir la evaluación de Wang Qi, vi que mi carácter era como el de un anticristo. Antes de escribir la evaluación, especulé sobre las intenciones de los líderes y, al suponer que los líderes querían ascenderla, solo escribí cosas positivas. Cuando los líderes me preguntaron si Wang Qi había limitado o juzgado a las personas, me preocupó que, si escribía la verdad, la mentira que había dicho en la primera evaluación quedaría expuesta. Por miedo a que los líderes me acusaran de engañarlos, sopesé decir que no sabía nada al respecto, pero también tenía miedo de que los líderes dijeran que me faltaba discernimiento si no escribía sobre ello. Para mantener una buena imagen ante los líderes, gasté mi energía en intrigas y falsedades y no tuve un ápice de honestidad en mi corazón. Una persona con conciencia y humanidad abordaría la evaluación con un corazón temeroso de Dios y escribiría las cosas con honestidad. Pero para proteger mi orgullo y estatus, mis pensamientos se volvieron demasiado enrevesados y todo lo que decía y hacía giraba en torno a mis intenciones y objetivos personales. Seguí el principio de conducta de Satanás, “Solo dile a la gente lo que quiere escuchar”, evalué las expresiones de los demás, fui sofisticada y hábil para mentir y engañar con los ojos bien abiertos. Realmente fui escurridiza, falsa y completamente deshonesta. Solo pensé en mí misma e ignoré el trabajo de la iglesia. No pensé en que, si se ascendía a alguien a quien no se debería ascender, eso perjudicaría gravemente el trabajo de la iglesia y la entrada en la vida de los hermanos y hermanas. ¡Fui verdaderamente egoísta! Al darme cuenta de esto, mi conciencia me condenó y me sentí culpable y arrepentida. Estaba dispuesta a arrepentirme ante Dios y a actuar de acuerdo con Sus exigencias.
Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “Cuando digo ‘seguir el camino de Dios’: ¿a qué se refiere el ‘camino de Dios’? Significa temer a Dios y evitar el mal. ¿Y qué es temer a Dios y evitar el mal? Cuando haces una valoración de alguien, por ejemplo, esto tiene que ver con temer a Dios y evitar el mal. ¿Cómo lo valoras? (Debemos ser honestos, justos y ecuánimes, y no debemos basar nuestras palabras en los sentimientos). Cuando dices exactamente lo que piensas y has visto, estás siendo honesto. Ante todo, la práctica de ser honesto coincide con seguir el camino de Dios. Esto es lo que Él enseña a la gente; es el camino de Dios. ¿Cuál es el camino de Dios? Temer a Dios y evitar el mal. ¿Acaso ser honesto no forma parte de temer a Dios y evitar el mal? ¿Y no supone seguir el camino de Dios? (Sí, así es). Si no eres honesto, entonces lo que has visto y lo que piensas no es lo mismo que sale por tu boca. Alguien te pregunta: ‘¿Qué opinas de tal persona? ¿Es responsable con la obra de la iglesia?’, y tú respondes: ‘Es estupendo. Es más responsable que yo, su calibre es mejor que el mío, y su humanidad también es buena. Es maduro y estable’. Pero ¿es esto lo que piensas de corazón? Lo que de verdad observas es que, aunque esta persona tiene calibre, es poco fiable, bastante falsa y muy calculadora. Esto es lo que realmente tienes en mente, pero cuando llega el momento de hablar, se te ocurre eso: ‘No puedo decir la verdad, no debo ofender a nadie’, así que enseguida dices otra cosa, y buscas cosas agradables que decir de él, pero nada de lo que dices es lo que realmente piensas; es todo mentira y falsedad. ¿Indica esto que sigues el camino de Dios? No. Has tomado el camino de Satanás, el camino de los demonios. ¿Cuál es el camino de Dios? Es la verdad, es la base conforme a la cual deben comportarse las personas, y es el camino para temer a Dios y evitar el mal. Aunque le hables a otra persona, Dios también escucha; Él observa y escudriña tu corazón. La gente escucha lo que dices, pero Dios escudriña tu corazón. ¿Son las personas capaces de escudriñar los corazones del hombre? En el mejor de los casos, la gente puede ver que no estás diciendo la verdad; ven lo que hay en la superficie, pero solo Dios es capaz de ver el fondo de tu corazón. Solo Él puede ver lo que estás pensando, lo que estás tramando, y qué ardides, qué métodos traicioneros y pensamientos activos tienes dentro de tu corazón. Cuando Dios ve que no dices la verdad, ¿qué opinión tiene Él de ti y cómo te evalúa? Que no has seguido el camino de Dios en esto porque no has dicho la verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Después de leer las palabras de Dios, entendí los principios que debía aplicar al escribir evaluaciones. Al valorar a alguien, la evaluación se debe basar en hechos y no tiene que exagerar las fortalezas ni encubrir las debilidades. Debe ser rigurosa y objetiva, y debe contener todo lo que sepamos. Una evaluación debe servir como referencia fiable y ser digna de confianza. Además, tanto si es para promover y cultivar a alguien como si es para destituirlo, se debe escribir basándose en principios y hechos y debe reflejar con objetividad tanto las fortalezas como las debilidades de cada persona. Una evaluación justa y objetiva puede ayudar a los líderes y obreros a organizar y gestionar a las personas de manera razonable, lo que permite asignar, sin demora, funciones adecuadas para su formación a quienes se puede ascender y cultivar. Asimismo, también hace posible encargarse de inmediato de aquellos a quienes hay que destituir o echar de la iglesia. Esto garantiza que no se trate injustamente a ninguna persona buena y que ninguna persona malvada pase desapercibida. Si una evaluación falsa permite que una persona malvada o un anticristo permanezca en la iglesia, eso afectará el orden de la vida de iglesia y trastornará y perturbará el trabajo de la iglesia, lo que es una acción malvada. Al darme cuenta de esto, oré a Dios y me arrepentí: “Dios, Tu revelación me ha permitido ver lo escurridizo y falso de mi carácter satánico. Para preservar mi orgullo y estatus, intenté engañarte tanto a Ti como a los líderes e ignoré los intereses de la iglesia. Merezco que me maldigas. Dios, no me has tratado según mis transgresiones, sino que me has dado la oportunidad de arrepentirme y estoy dispuesta a hacerlo y cambiar. Cuando tenga que escribir evaluaciones de nuevo, estoy dispuesta a practicar según los principios con un corazón temeroso de Dios y aportaré toda la información que conozco basándome en los hechos”.
Más tarde, los líderes me dieron algunos nombres más para que los evaluara. Vi que eran personas que los líderes planeaban recomendar para deberes en otras localidades y volví a tener ciertas inquietudes. “Estas son personas que los líderes ven con buenos ojos, así que, si escribo lo que sé y mis opiniones difieren de las de los líderes, ¿cómo me percibirán ellos? ¿Dirán que me falta discernimiento? Tal vez debería limitarme a mencionar sus fortalezas y pasar por alto sus debilidades. Podría decir simplemente que no los conozco lo suficiente y evitar escribir algo que no esté de acuerdo con la opinión de los líderes y que les haga tener una opinión negativa de mí”. En ese momento, me di cuenta de que estaba intentando ser falsa de nuevo para proteger mi orgullo y estatus, así que oré a Dios de inmediato y le pedí que me guiara para corregir mi estado erróneo, entrar en los principios de ser una persona honesta y aceptar Su escrutinio. Después, escribí en detalle todo lo que entendía sobre esas personas. Escribí todo lo que sabía. Hacer esto me dio tranquilidad.
A través de escribir evaluaciones, vi con claridad lo escurridizo y falso de mi carácter satánico y también me di cuenta de que vivir por el orgullo y el estatus es realmente agotador y doloroso, mientras que practicar la honestidad y decir la verdad conforme a las palabras de Dios trae paz y alegría. ¡Agradezco a Dios por haberme guiado para realizar esta transformación!