85. Cómo liberarse de las ataduras del dinero

Por Mengfan, China

Mis padres fallecieron cuando yo todavía era niña. Éramos muchos hermanos en casa, éramos muy pobres y los vecinos nos menospreciaban. A veces, cuando iba a jugar con los hijos de los vecinos, los padres buscaban una excusa para echarme. Me sentía muy triste y pensaba que la gente nos menospreciaba porque éramos pobres. Una primavera, cuando estaba empezando a hacer calor, no tenía ropa de temporada para cambiarme, así que seguía usando una chaqueta y unos pantalones de algodón a los que se les salía el relleno. Cuando caminaba por la calle, la gente me señalaba y decía: “¡Mira a esa pobre niña huérfana!”. Me daba mucha envidia ver que los demás comían y se vestían bien, y pensaba: “Cuando crezca, voy a ganar mucho dinero para poder comer lo que se me antoje y ponerme lo que quiera, y nunca más nadie me menospreciará”. Más adelante, me casé, pero la familia de mi esposo también era pobre. Nuestros familiares y vecinos nos miraban por encima del hombro, pero pensé: “Si trabajamos duro, seguro que podremos cambiar nuestra situación y hacernos ricos”. Mi esposo y yo hacíamos trabajos temporales, teníamos pequeños negocios y vendíamos productos agrícolas. No importaba de qué se tratara, si nos enterábamos de alguna manera de ganar dinero, lo intentábamos. Sin embargo, después de algunos años, apenas lográbamos sobrevivir y no habíamos ahorrado mucho dinero. Una vez, durante una comida con amigos, uno de ellos se burló de nosotros: “No es que los menosprecie, pero, por más que trabajen diez años más, no podrán vivir como yo lo hago ahora”. Sus palabras me enfurecieron. Sentí como si me hubieran dado una bofetada, me ardía el rostro. Pensé: “Cierra la boca. Como dice el refrán: ‘Pobre porfiado saca mendrugo’. La riqueza y la pobreza no son inmutables. Si trabajamos duro, no seremos pobres para siempre”. Le dije a mi esposo: “No podemos dejar que nos tire abajo, tenemos que superarlo y hacerle admitir que estaba equivocado”.

Pedimos un préstamo para abrir un negocio de venta al por mayor de productos de uso diario. Para satisfacer a nuestros clientes, les entregábamos la mercancía a domicilio y mi esposo y yo transportábamos los productos y los vendíamos de puerta en puerta. Para conseguir clientes, vendíamos a precios bajos o a crédito. Algunos clientes nos decían cosas desagradables, pero, para ganar dinero, teníamos que estar siempre sonrientes. Trabajaba al menos diez horas al día y, durante el día, estaba tan cansada que no podía evitar quedarme dormida. Aun así, no me daba el lujo de descansar. A medida que el negocio mejoró, expandimos nuestras operaciones. Para ahorrar gastos, no contratamos a ningún empleado y hacíamos toda la carga y descarga nosotros mismos. Al final de cada día, estábamos tan agotados que ni siquiera teníamos energía para hablar. Después de varios años así, finalmente ganamos algo de dinero, pagamos los préstamos y compramos un vehículo para hacer repartos. Hasta construimos una casa y nos hicimos algo famosos en nuestra zona. Nuestros familiares y amigos nos admiraban y nos elogiaban por ser tan hábiles y competentes. Todos esos elogios de nuestros amigos y familiares me hacían sentir orgullosa, y pensaba: “Los días en los que nos menospreciaban han terminado y ahora puedo ir con la cabeza en alto. ¡Tener dinero es fantástico! Mientras sea joven y fuerte para trabajar, quiero ganar aún más dinero, comprar una casa y un coche mejores, y llevar una vida acomodada que haga que la gente me admire aún más”. Después de eso, trabajé aún más duro y estaba tan ocupada que ni siquiera tenía tiempo para comer. Cuando me acostaba por la noche, seguía dándole vueltas a los asuntos del negocio en la cabeza y, a veces, pasaba toda la noche sin poder dormir y ni siquiera los somníferos me ayudaban. Antes del amanecer, recibía llamadas para hacer entregas y salía a hacerlas a toda prisa. Estaba al límite cada día. Como algunos de los productos eran inflamables, a veces, cuando dormía por la noche y las luces de los coches relumbraban dentro de la casa, pensaba que se había producido un incendio, me levantaba de un salto y salía corriendo a comprobarlo. Estaba siempre con el alma en vilo. Era agotador vivir así. Pero cuando veía cuánto dinero había ganado, me sentía feliz y pensaba en ganar aún más dinero para humillar a quienes me habían menospreciado.

Un día, cuando mi esposo no estaba en casa, descargué por mi cuenta un camión lleno de mercancía y esa noche, me dolió mucho la espalda mientras dormía. A la mañana siguiente, me dolía tanto la espalda que no podía agacharme y hasta me costaba caminar. Fui al hospital, y el médico me diagnosticó una hernia de disco. Dijo que tenía que descansar, que ya no podía hacer trabajos pesados y que, si volvía a forzar la espalda, podría empeorar y quedarme paralizada. Las palabras del médico me aterrorizaron. Pensé en dejar el negocio en manos de mi esposo y descansar un tiempo, pero luego recordé lo descuidado que era él. No prestaba atención a los precios de compra ni de venta de los productos de la tienda y, sin mí, la tienda no podía funcionar. El negocio iba tan bien que faltar un solo día significaba perder mucho dinero. Pensé que seguiría trabajando hasta que pudiera, y que solo pararía si me desplomaba. Así que seguí trabajando, mientras hacía tratamientos cuando podía. Más tarde, desarrollé una cardiopatía, fibromas uterinos, rinitis alérgica y neurastenia. A veces, no podía dormir en toda la noche. Me volví muy irritable, todo y todos a mi alrededor me molestaban y solía estallar en ira. A pesar de tener dinero, el tormento de la enfermedad me hacía sentir que la vida no valía la pena. Un recuerdo que se me quedó grabado en la mente es de la víspera de una fiesta de primavera, cuando ya era muy tarde. Todas las tiendas de la calle estaban cerradas y la mía era la única que estaba abierta. Vi que había una enorme pila de mercancía frente a la tienda que debía meter adentro, pero estaba tan agotada que ni siquiera tenía fuerzas para caminar. Sentí una oleada de soledad y desolación y se apoderó de mí la sensación de lo dura y agotadora que era mi vida. Con lágrimas en los ojos, miré al cielo y clamé: “¡Por todos los cielos! Estoy tan cansada de vivir así. ¿Es que la vida consiste solo en ganar dinero? ¿Cuál es el verdadero propósito de la vida?”.

Mientras estaba sumida en ese dolor y esa confusión, en la primavera de 2014, mi hija acababa de aceptar la obra de Dios de los últimos días y me predicó el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. En ese momento, leí un pasaje de las palabras de Dios que tocó profundamente mi corazón. Dios Todopoderoso dice: “El Todopoderoso tiene misericordia de estas personas que han sufrido profundamente. Al mismo tiempo, siente aversión hacia estas personas que no tienen ninguna conciencia en absoluto, porque ha tenido que esperar demasiado para obtener una respuesta por parte de la gente. Él desea buscar, buscar tu corazón y tu espíritu, y traerte alimento y agua para que te despiertes y ya no tengas sed ni hambre. Cuando estés cansado y cuando sientas algo de la desolación de este mundo, no estés perdido, no llores. Dios Todopoderoso, el Vigilante, acogerá tu llegada en cualquier momento. Está vigilando a tu lado, esperando que des marcha atrás. Está esperando el día en el que recuperes la memoria de repente: cuando seas consciente del hecho de que viniste de Dios, que, en un momento desconocido, perdiste el rumbo, en un momento desconocido, perdiste el conocimiento a lo largo del camino y en un momento desconocido, adquiriste un ‘padre’. Además, cuando te des cuenta de que el Todopoderoso ha estado siempre vigilando en ese lugar, esperando durante mucho, mucho tiempo tu regreso. Él ha estado vigilando con un anhelo desesperado, esperando una respuesta sin tenerla. Su vigilancia y espera no tienen precio y son por el corazón y el espíritu de los seres humanos. Tal vez esta vigilancia y espera sean indefinidas y, quizá, ya estén llegando a su fin. Pero tú debes saber exactamente dónde se encuentran tu corazón y tu espíritu en este momento(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El suspiro del Todopoderoso). Después de leer las palabras de Dios, me sentí profundamente conmovida y no pude contener las lágrimas. Resulta que Dios siempre había estado a mi lado, esperando que regresara. Me había agotado y enfermado por perseguir el dinero. Me pasaba los días con los nervios de punta y sentía que mi vida era muy dolorosa y estaba vacía. Dios usó a mi hija para predicarme el evangelio, lo que me permitió escuchar la voz de Dios y regresar a Su casa. En ese momento, sentí como si hubiera vuelto al lado de mis padres y mi corazón se llenó de paz, tranquilidad y la sensación de tener a alguien en quien confiar.

Después de encontrar a Dios, mi salud mental mejoró cada vez más y, de a poco, mi ritmo cardíaco volvió a la normalidad. También se alivió mi rinitis alérgica y pude dormir por las noches. Sabía que Dios había curado mi enfermedad y mi corazón se llenó de gratitud hacia Él. Más tarde, asumí el deber de regar a los nuevos fieles en la iglesia. De este modo, cumplía mi deber mientras dirigía mi negocio, pero mi corazón seguía centrado en este último la mayor parte del tiempo. Pensaba que estaba bien así, mientras no retrasara las reuniones con los nuevos fieles. A veces, la noche antes de una reunión, venían clientes a recoger mercancía y, para vender más, no paraba de mostrarles más productos. Para cuando llegaba a casa, ya era muy tarde, estaba tan cansada que me dolía todo el cuerpo y me quedaba dormida mientras oraba de rodillas. Como no había descansado bien, al día siguiente me sentía somnolienta en las reuniones con los nuevos fieles. En esa época, una hermana a la que estaba regando también estaba ocupada con su negocio. Siempre llegaba tarde a las reuniones, pero yo solo le hablaba de palabras y doctrinas y no de resolver su estado. A veces, durante las reuniones, pensaba en regresar de prisa a casa para entregar mercancía a los clientes y me preocupaba que, si entregaba algo tarde, los clientes ya no lo quisieran. No podía calmar mi corazón y solo deseaba que las reuniones acabaran rápido. En otra ocasión, mi esposo viajó fuera de la ciudad para comprar mercancía y estuvo fuera varios días. Durante esos días, tenía que regar a los nuevos fieles y, si salía a cumplir mi deber, tenía que cerrar la tienda. Pensé: “Puedo ganar más de mil yuanes al día. ¿Cuánto dinero perderé si cierro la tienda por varios días?”. Así que le dije a la líder con falsedad: “Si dejo la tienda cerrada, los vecinos empezarán a sospechar que creo en Dios, lo que podría suponer un riesgo para la seguridad”. De este modo, hice que la líder organizara las reuniones con los nuevos fieles en mi casa. Una noche, después de cenar, sentí un repentino mareo y cierto malestar en el estómago, lo que me hizo vomitar toda la comida que acababa de comer. Al principio, pensé que tal vez había comido algo en mal estado, pero, después de vomitar, el mareo empeoró. Mi esposo me llevó al hospital. Yo no paraba de orar a Dios en mi corazón: “Dios, has permitido que esta enfermedad me aflija hoy. Te ruego que me esclarezcas para que pueda entender Tu intención y ver en qué me he equivocado. Estoy dispuesta a arrepentirme”.

En mi búsqueda, recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Si en estos momentos colocase dinero en frente de vosotros, y os diera la libertad de escoger, y si no os condenara por vuestra elección, la mayoría escogería el dinero y renunciaría a la verdad. Los mejores de entre vosotros renunciarían al dinero y de mala gana elegirían la verdad, mientras que aquellos que se encuentran en medio tomarían el dinero con una mano y la verdad con la otra. ¿No se haría evidente de esta manera vuestra verdadera esencia? Al elegir entre la verdad y cualquier cosa a la que sois leales, todos tomaríais esa decisión, y vuestra actitud seguiría siendo la misma. ¿No es así? ¿Acaso no hay muchos entre vosotros que han fluctuado entre lo correcto y lo incorrecto? En todas las luchas entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro —entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la armonía y la fractura, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser rechazados, y así sucesivamente— seguramente sois conscientes de las elecciones que habéis hecho. Entre una familia armoniosa y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla; entre el lujo y la pobreza, elegisteis lo primero; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, una vez más, elegisteis la primera. Al enfrentarme a toda forma de acciones malvadas de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros. Estoy absolutamente asombrado de que vuestro corazón sea tan incapaz de ablandarse. La sangre del corazón que he gastado durante muchos años sorprendentemente solo me ha traído vuestro abandono y resignación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, continuáis buscando cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis analizado detenidamente esto alguna vez? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo lo primero? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Seguirían vuestros corazones teniendo solo un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón? En este momento, ¿qué escogéis?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?). Reflexioné sobre las palabras de Dios y pensé en mi comportamiento. ¿No era yo exactamente la persona de la que Dios hablaba, que trataba de aferrarse al dinero con una mano y a la verdad con la otra? Aunque creía en Dios y cumplía mi deber, aún tenía la mente ocupada todos los días con el negocio y siempre pensaba en cómo ganar más dinero. Pasaba todo mi tiempo persiguiendo el dinero y rara vez comía o bebía las palabras de Dios. Trataba mi deber como algo para hacer en mi tiempo libre y lo realizaba de manera superficial y para salir del paso. Dios me había elevado para poder formarme en mi deber de regar a los nuevos fieles y yo debía reflexionar seriamente sobre cómo cumplir bien con mi deber y cómo resolver los estados y las dificultades de mis hermanos y hermanas. Sin embargo, no había considerado mi deber como una responsabilidad y tenía la mente centrada solo en cómo ganar más dinero. Me quedaba despierta hasta tarde todos los días por mi negocio, lo que hacía que estuviera somnolienta en las reuniones con los nuevos fieles al día siguiente y solo compartiera palabras y doctrinas. Aunque tenía tiempo en las reuniones para compartir más con los hermanos y hermanas, temía que si las reuniones terminaban tarde, retrasarían mis ventas así que las terminaba a las apuradas. Hasta mentí a la líder para ganar más dinero y le pedí que me sustituyera como anfitriona en las reuniones con los nuevos fieles. Antes de encontrar a Dios, estaba todos los días ocupada intentando ganar dinero, lo que me había extenuado y hecho enfermar. Estaba atormentada y sufría un dolor insoportable, hasta el punto de que incluso perdí el deseo de vivir. Fue Dios quien me salvó y me permitió oír Su voz. Debía estar agradecida por Su salvación y aprovechar esta oportunidad única en la vida para cumplir bien con mi deber y complacer a Dios. Pero mi mente seguía llena de pensamientos sobre cómo ganar más dinero, y cada vez que mi deber entraba en conflicto con mis intereses personales, siempre dejaba de lado mi deber. ¡Había sido realmente egoísta y despreciable, y carecía de humanidad! Dios dice: “Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo lo primero?” Antes, solo me centraba en perseguir el dinero y no cumplía bien con mi deber, pero Dios me dio otra oportunidad para elegir. Estaba dispuesta a confiar en Dios, dejar de lado la búsqueda del dinero, comer y beber más de Sus palabras, perseguir la verdad y dedicarme a mi deber de corazón.

Más tarde, leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Las personas gastan su vida persiguiendo el dinero y la fama; se agarran a un clavo ardiendo, pensando que son sus únicos apoyos, como si teniéndolos pudiesen seguir viviendo, eximirse de la muerte. Pero solo cuando están cerca de morir se dan cuenta de cuán lejos están estas cosas de ellas, cuán débiles son frente a la muerte, cuán fácilmente se hacen añicos, cuán solas y desamparadas están, sin ningún lugar adónde ir. Son conscientes de que la vida no puede comprarse con dinero ni fama, que no importa cuán rica sea una persona, no importa cuán elevada sea su posición, todas son igualmente pobres e insignificantes frente a la muerte. Se dan cuenta de que el dinero no puede comprar la vida, que la fama no puede borrar la muerte, que ni el dinero ni la fama pueden alargar un solo minuto, un solo segundo, la vida de una persona(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Las palabras de Dios tocaron mi corazón. Trabajaba sin descanso solo para ganar dinero y que los demás me admiraran, y creía que ganar dinero me lo daría todo. Pero cuando llegó el sufrimiento de la enfermedad, el dinero no hizo nada para paliar mi dolor. Solo entonces me di cuenta: “Si pierdo la vida, ¿de qué me servirá ganar más dinero? Si muero, ¿de qué me servirán la fugaz admiración y los elogios de los demás?”. Pensé en mis dos vecinas adineradas. Una contrajo leucemia en la treintena y, a pesar de gastar mucho dinero, no pudo curarse. Al final, falleció y dejó dos hijos pequeños. Otra vecina sufrió una hemorragia cerebral a los cuarenta, quedó en estado vegetativo y murió poco tiempo después. Al ver esto, comprendí que no hay suma de dinero que pueda alargar la vida de una persona y supe que no podía arriesgar mi vida solo para ganar dinero. A partir de entonces, empecé a centrarme en mi deber. Más allá de mis deberes, practicaba el sosiego ante Dios, comía y bebía Sus palabras y me equipaba con la verdad. De a poco, los resultados de mi deber mejoraron y también descubrí que disfrutaba mucho de vivir la vida de iglesia con todos.

Un día, después de terminar mi deber, volví a la tienda, mi esposo me entregó el albarán de ventas y noté que faltaban algunos artículos. Cuando lo comprobé con el cliente, me di cuenta de que mi esposo había registrado menos productos de los que debía. También había una factura en la que debía cargar quinientos yuanes, pero solo había apuntado cincuenta. Pensé: “Siempre supe que mi esposo era descuidado, solía cobrar de menos y regalaba mercancía extra. A este ritmo, con los clientes que vienen todos los días a comprar productos, no hay suma de dinero que cubra nuestras pérdidas. Parece que la tienda realmente no puede funcionar sin mí”. Me costó dejar de lado este asunto. En ese momento, me di cuenta de que volvía a centrarme en el dinero, así que reflexioné: “Yo sé que Dios predestina la cantidad de dinero que una persona tiene, entonces, ¿por qué siempre me cuesta tanto renunciar a la búsqueda de dinero?”. Leí que las palabras de Dios dicen: “‘El dinero mueve el mundo’ es una filosofía de Satanás. Prevalece en toda la humanidad, en cada sociedad humana; podríais decir que es una tendencia. Esto se debe a que se ha introducido en el corazón de cada persona que, al principio, no aceptaba este dicho, pero luego lo aceptó tácitamente cuando entró en contacto con la vida real, y empezó a sentir que estas palabras eran de hecho ciertas. ¿Acaso no es este un proceso por el que Satanás corrompe al hombre? Quizás las personas no entiendan este dicho en el mismo grado, pero cada uno tiene diferentes grados de interpretación y reconocimiento de este dicho en base a cosas que han acontecido a su alrededor y a sus propias experiencias personales, ¿no es ese el caso? Independientemente de cuánta experiencia tenga alguien con este dicho, ¿cuál es el efecto negativo que puede producir en el corazón de alguien? Algo es revelado por medio del carácter humano de las personas en este mundo, incluyéndoos a todos y cada uno de vosotros. ¿Qué es? Es la adoración al dinero. ¿Es difícil eliminar esto del corazón de alguien? ¡Es muy difícil! ¡Parece que la corrupción del hombre por parte de Satanás es realmente profunda! Satanás utiliza el dinero para tentar a la gente y la corrompe para que adore el dinero y venere las cosas materiales. ¿Cómo se manifiesta esta adoración por el dinero en las personas? ¿Os parece que no podríais sobrevivir sin dinero en este mundo, que pasar un solo día sin dinero sería imposible? El estatus de las personas y el respeto que imponen se basan en el dinero que tienen. Las espaldas de los pobres se encorvan por la vergüenza, mientras que los ricos disfrutan de su elevada posición. Se alzan llenos de soberbia, hablando en voz alta y viviendo con arrogancia. ¿Qué aportan a las personas este dicho y esta tendencia? ¿No es cierto que mucha gente realiza cualquier sacrificio en su búsqueda del dinero? ¿No sacrifican muchos su dignidad y su integridad en la búsqueda de más dinero? ¿No pierde mucha gente la oportunidad de cumplir con su deber y seguir a Dios por culpa del dinero? ¿Acaso perder la oportunidad de recibir la verdad y ser salvadas no es la mayor pérdida de todas para las personas? ¿No es Satanás siniestro al usar este método y este dicho para corromper al hombre hasta ese punto?(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V). Después de leer las palabras de Dios, comprendí que buscar la riqueza para conseguir admiración no es algo positivo y que es un método que Satanás usa para corromper a las personas. Las personas viven para el dinero y, una vez que lo tienen, quieren más. Su deseo de obtener riquezas solo aumenta y, al final, acaban muriendo por el dinero y se pierden su oportunidad de perseguir la verdad y obtener la salvación. Cuando era joven, nuestra familia era pobre y la gente a nuestro alrededor se burlaba de nosotros, así que me sentía inferior a los demás. Cuando crecí y aún no podía ganar dinero, mis amigos y familiares me menospreciaban, y sentí aún con mayor fuerza que la vida sin dinero era insoportable. Así que convertí ganar dinero en el objetivo de mi vida. Vivía según los venenos: “El dinero no da la felicidad, pero ayuda”, “El dinero mueve el mundo”, “El hombre muere por la riqueza como las aves por el alimento”, y otros venenos que Satanás inculca en las personas. Mientras pudiera ganar dinero, estaba dispuesta a soportar cualquier sufrimiento, y ni siquiera descansé cuando estuve al borde de quedar paralizada por una hernia de disco. Me preocupaba que no trabajar significara ganar menos dinero, así que seguía esforzándome al máximo, como si estuviera montando en bicicleta y no fuera capaz de detenerme hasta caer. Al final, mi enfermedad me causó tanto dolor que ya no quería seguir viviendo. Incluso después de encontrar a Dios, seguí viviendo según esos venenos satánicos. Aunque cumplía mis deberes, mi corazón aún estaba centrado en cómo ganar más dinero y solo iba a las reuniones por inercia y perdía el tiempo. Esto hizo que la entrada en la vida de mis hermanos y hermanas sufriera pérdidas y que yo no progresara. Vivir según los venenos de Satanás solo me trajo dolor y me hizo transgredir al cumplir mis deberes. La búsqueda de la riqueza para lograr admiración es la forma en que Satanás controla a las personas y las lleva a la destrucción. Ya no quería que Satanás me tentara ni desperdiciar mi tiempo en la búsqueda de riquezas. Tenía que dedicar mi energía a comer y beber las palabras de Dios y cumplir mis deberes. Después de eso, me preocupé menos por el negocio, visité la tienda con menos frecuencia y me sentí mucho más relajada, tanto física como mentalmente. Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “Como alguien que es normal y que busca el amor por Dios, la entrada al reino para convertirse en uno del pueblo de Dios es tu verdadero futuro, y es una vida que tiene el mayor valor y significado; nadie está más bendecido que vosotros. ¿Por qué digo esto? Porque los que no creen en Dios viven para la carne y viven para Satanás, pero hoy vivís para Dios y vivís para seguir la voluntad de Dios. Es por esto que digo que vuestras vidas tienen el mayor significado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra más reciente de Dios y seguir Sus huellas). Antes, vivía para la carne y el dinero, perseguía la admiración de los demás y recorría una senda hacia la destrucción. Ahora podía seguir a Dios, perseguir la verdad y cumplir bien con mi deber como ser creado. Esta es la vida que tiene más sentido y la más valiosa. Debo centrar mis pensamientos en la búsqueda de la verdad y en mis deberes, y debo cumplirlos bien para retribuir el amor de Dios.

Un día, mi esposo llegó a casa y me dijo que habían abierto un hipermercado en nuestra zona, y que el departamento de marketing quería atraer a mayoristas para impulsar el negocio. Estaban ofreciendo condiciones muy favorables a los mayoristas como nosotros y nos daban tres años de alquiler gratuito y espacio de almacén sin costo. Mi esposo habló conmigo sobre el asunto. Quería abastecerse de mercancía para que yo la vendiera allí y decía que eran ganancias seguras. Me sentí un poco tentada y pensé: “¿No es esta una oportunidad de oro que nos ha caído del cielo? Ahora pagamos decenas de miles de yuanes en alquiler cada año. Si hiciéramos venta mayorista y minorista en este nuevo mercado, seguro que nuestro negocio prosperaría y, una vez que ganemos más, podríamos comprarnos una casa mejor y un coche más bonito. ¡Esto haría que nuestros familiares y amigos nos admiraran y envidiaran aún más!”. Sin embargo, si aceptaba, mi esposo y yo tendríamos que encargarnos de tiendas independientes y, aunque ganaríamos mucho más dinero, no cabía duda de que estaríamos aún más ocupados y agotados que antes. Pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la perturbación humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la perturbación de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). Al reflexionar sobre las palabras de Dios, comprendí: “¿No es esto una tentación de Satanás? Si abrimos otra tienda, podríamos ganar más dinero y mejorar nuestra reputación, pero, entonces, no tendría tiempo para comer y beber las palabras de Dios ni para cumplir mis deberes. ¿No arruinaría eso mi oportunidad de salvarme?”. Pensé en lo que dijo el Señor Jesús: “Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?(Mateo 16:26). Esto era absolutamente cierto. No importa cuánto dinero gane, ¿de qué me servirá si al final pierdo la vida? Dios ya me había bendecido lo suficiente, así que no podía seguir dedicando todo mi tiempo y energía a ganar dinero. Al comprender la intención de Dios, convencí a mi esposo de abandonar la idea de abrir una tienda en el nuevo mercado. Para mi sorpresa, estuvo de acuerdo y sentí una profunda sensación de paz en mi corazón. ¡Me he liberado de las ataduras del dinero gracias a que las palabras de Dios han obrado en mí!

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