25. No me arrepiento de dejar mi empleo fijo

Por Zheng Ze, China

Vengo de entorno rural y toda mi familia dependía de la agricultura para subsistir. Mi esposo y yo nos pasábamos el día entero de cara a los amarillos depósitos de limo y dando la espalda al cielo, y trabajábamos duro todo el año por una pequeña recompensa. Dependíamos de hacer trabajos ocasionales para poder solventar los gastos cotidianos de nuestra familia. Vivíamos muy ajustados. Luego, un familiar usó algunos contactos y me consigió un puesto temporario en una destilería del estado cercana. Los trabajadores formales de la fábrica hacían el trabajo ligero, mientras que los trabajadores temporarios se encargaban del trabajo sucio y cansador. Sin embargo, nuestros sueldos eran la mitad que los de los empleados formales. En la temporada baja de producción, a los trabajadores temporarios incluso nos despedían y tenía que buscar otros empleos. Como no poseía habilidades, la mayoría de los empleos que encontraba involucraban esfuerzo físico y no eran fijos. Un día tenía trabajo, pero al día siguiente tal vez no había nada para hacer y quedaba desocupada. No tenía dinero. A menudo pensaba: “Sería muy bueno tener un empleo estable. No tendría que preocuparme de encontrar trabajo y podría ganar más dinero y disfrutar una vida más próspera”. Poco después, la destilería planificó una expansión. Parte de la tierra de nuestra aldea fue expropiada sin ninguna compensación. Sin embargo, si una familia contaba con diez integrantes, se le asignaría un puesto de trabajo formal en la destilería. En nuestra familia éramos más de doce, y yo fui la única que consiguió empleo en la destilería. Los vecinos tenían mucha envidia. Me sentía muy afortunada y pensaba: “Soy joven y ya me he convertido en empleada formal de un empresa estatal. Este es un empleo fijo y codiciado. Me pagan a tiempo y no solo tengo asegurado mi sustento, sino que tendré una jubilación en la vejez y beneficios como seguros de pensión y médico. Debo trabajar duro y mantener este empleo que tanto costó ganar”. En el trabajo, me esforzaba muchísimo. Nunca era escurridiza ni holgazaneaba. Poco después, me eligieron como líder de equipo con un sueldo un poco mejor que el de otros empleados. Valoré aún más mi empleo fijo. A menudo trabajaba más de diez horas al día, sobre todo en la temporada alta cuando había mucho que hacer en la destilería. Estaba muy cansada y me dolían la cintura y la espalda. Me sentía débil por el agotamiento. Sin embargo, en cuanto pensaba que los salarios eran mucho más altos que lo normal y en los beneficios como el bono de fin de año, sentía que el agotamiento valía la pena. Trabajé de esta forma por diez años.

En el otoño de 2005, mi cuñada me predicó el evangelio de Dios de los últimos días. Al comer y beber las palabras de Dios, descubrí que las personas fueron creadas por Él, que es soberano sobre el porvenir de toda la humanidad y que todas las personas deben creer en Dios y adorarlo. Después, comencé a reunirme con frecuencia con hermanos y hermanas para comer y beber las palabras de Dios y cantar himnos en Su alabanza. Lo disfrutaba mucho y mi corazón se sentía liberado. Poco después, pude cumplir deberes y era responsable de las reuniones de tres grupos. En ese momento, era temporada baja de ventas en la destilería y solo trabajaba media jornada. También podía tener los domingos libres. Mi empleo no me impedía asistir a reuniones ni cumplir mi deber.

Cuando llegó el otoño de 2006, había mucho trabajo en la destilería. Tenía que trabajar por lo menos diez horas por día. En las reuniones, el gerente de la destilería a menudo decía: “Esta es la temporada del pico de producción. Como líderes de equipo, tienen que encontrar formas de completar su objetivo de producción en el plazo establecido. ¡Durante este tiempo no deben tomarse licencias, llegar tarde ni irse temprano! Si no trabajan duro, ¡estarán acabados!”. Cuando oí esto, me sentí limitada en mi corazón. Temía ser despedida si se hacía algo mal en el trabajo. Aunque quería asistir a las reuniones y cumplir mi deber, no lograba encontrar el tiempo. Me sentía sumamente conflictuada y pensaba: “Estoy tan atareada que ni siquiera puedo asistir a las reuniones. ¿Así debería ser alguien que cree en Dios? Si me tomo muchas licencias para asistir a las reuniones, mi trabajo se retrasará y me despedirán. Si pierdo este empleo fijo, ¿cómo podré garantizar mi sustento en el futuro? No puede suceder. Debo mantener este empleo, pase lo que pase. Pensaré en las reuniones cuando haya pasado el pico de la temporada alta”. Luego, me dediqué de lleno al trabajo. Trabajaba desde las siete de la mañana hasta la medianoche, todos los días. A veces, hacía horas extras hasta la una o dos de la madrugada. Estaba tan cansada que el agotamiento me debilitaba. Cuando llegaba a casa, me quedaba dormida en cuanto mi cabeza tocaba la almohada. Ni siquiera tenía tiempo para la oración o las devociones espirituales. Día tras día, todos mis pensamientos estaban dedicados a alcanzar el objetivo de producción dentro del plazo estipulado. Trabaja sin descanso como una máquina. De a poco, mi corazón se fue alejando cada vez más de Dios.

Durante este tiempo, me sucedieron algunas cosas desagradables. Como no me gustaba la adulación y no invitaba a cenar al director, solo me asignaban trabajo sucio y cansador. Cuando los miembros de mi equipo veían que los demás equipos hacían trabajos más sencillos, a menudo se quejaban conmigo: “Mira a los otros líderes de equipo. Ellos saben qué decir para mantener contento al director y les dan los trabajos fáciles. Tú eres demasiado rígida y no haces obsequios al director ni cultivas tu relación con él. No intentas hacerlo feliz. Nosotros tenemos que hacer todo este trabajo sucio y cansador solo por estar en tu equipo”. A veces, llegaban deliberadamente a hacer huelga para retrasar las cosas, así que el progreso del trabajo era muy lento. Cuando el director veía esta situación, me reprendía por liderar un equipo que retrasaba su trabajo. Estaba muy angustiada. Para empezar, me sentía extremadamente cansada por la pesada carga diaria de trabajo, y se sumaban las quejas tanto de los empleados como del director. El tormento me dejaba física y mentalmente exhausta. Sentía que la vida era demasiado cansadora. A veces, llegaba a enojarme tanto que no quería seguir haciendo ese trabajo, pero no tenía otra opción más que soportarlo por la seguridad que me ofrecía. Me sentía indefensa y tenía que continuar.

En un abrir y cerrar de ojos, pasó la temporada pico y el trabajo en la destilería disminuyó. Mi idea inicial había sido descansar bien, pero acabé enfermándome. Tenía una febrícula que no se iba, me faltaba energía en todo el cuerpo y no me hacían efecto los remedios ni las inyecciones. Solo podía recuperarme en casa. Cada vez que regresaba a casa del hospital, veía las multitudes que fluían constantemente en la calle y envidiaba su buena salud. ¿Cuál era el sentido de estar ocupada, esforzarme y ganar un poco de dinero si no tenía buena salud? De repente me di cuenta de que, por mucho dinero que ganara, no era tan importante como gozar de buena salud. Recordé cuando iba a las reuniones y cumplía mi deber con mis hermanos y hermanas. Mi corazón se sentía muy en calma entonces. Luego miré mi enfermizo estado de ese momento, cómo era incapaz de hacer ningún trabajo, y me sentí desolada e indefensa. En ese momento de angustia, la hermana Jiang Yu vino a casa para darme su apoyo y me pidió que asistiera a las reuniones. Avergonzada, dije: “¿Hace cuánto que no voy a una reunión? ¿Todavía puedo asistir?”. Jiang Yu dijo que sí y organizó que varios hermanos y hermanas de reunieran en mi casa. Acepté con alegría. El día de la reunión, me arrodillé y oré a Dios. En ese momento, me sentí como una niña traviesa y desobediente que se había perdido lejos de casa y sufría amargamente hasta que, en medio de la confusión y el desconcierto, regresaba al abrazo de sus padres. Sentimientos de alegría, vergüenza y deuda se entremezclaban y no sabía cómo expresarlos. Derramé lágrimas de dolor y oré a Dios: “Dios mío, me he alejado mucho de Ti y me he rebelado demasiado en Tu contra. No sé cómo hablar de la deuda que tengo contigo. En lo único en lo que pensé durante todo este tiempo fue en el trabajo. Dejé completamente de lado las reuniones y comer y beber las palabras de Dios, y me limitaba a trabajar constantemente todo el día como una máquina. Agoté mi cuerpo y mi mente y soporté sufrimientos atroces. Recién ahora que estoy enferma comprendo que vivir lejos de Tu cuidado y protección es vivir como un cadáver andante; es una vida de vacío y dolor. Pero Tú no recordaste mis transgresiones e incluso usaste a mi hermana para ayudarme y brindarme apoyo. ¡Gracias por la tolerancia y la misericordia que me has mostrado! Estoy dispuesta a regresar a Ti, juntarme con mis hermanos y hermanas para comer y beber Tus palabras, y cumplir mi deber lo mejor que pueda”. Vi que entre mis hermanos y hermanas no había barrreras ni conflictos; no había comparación con las feroces rivalidades que había en la destilería. Sentía que eran dos mundos diferentes y mi corazón se sintió en paz y en calma. Un mes después, mi enfermedad se fue casi sin darme cuenta. En mi corazón, estaba muy agradecida a Dios.

Luego, Jiang Yu vino a casa a verme. Cuando oyó mi experiencia, me cantó el himno de las palabras de Dios: “El porvenir del hombre está en manos de Dios”: “La suerte del hombre está controlada por las manos de Dios. Tú eres incapaz de controlarte a ti mismo: a pesar de que el hombre siempre va apresurado y se ocupa de sus propios asuntos, sigue siendo incapaz de controlarse. Si pudieras conocer tu propia perspectiva, si pudieras controlar tu propio sino, ¿seguirías siendo un ser creado? En resumen, independientemente de cómo obre Dios, toda Su obra es por el bien del hombre. Considera, por ejemplo, los cielos y la tierra, y todas las cosas que Dios creó para que sirvieran al hombre: la luna, el sol y las estrellas que Él hizo para el hombre; los animales y las plantas, la primavera, el verano, el otoño y el invierno, etc., todo está hecho para la existencia del hombre. Y así, independientemente de cómo Dios castigue y juzgue al hombre, todo es por el bien de la salvación de este. Aunque despoje al hombre de sus esperanzas carnales, es por el bien de su purificación, y su purificación es para que él pueda sobrevivir. El destino del hombre está en manos del Creador, por tanto, ¿cómo podría el hombre controlarse a sí mismo?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Jiang Yu me contó su experiencia. Antes, había estado muy ocupada a fin de ganar dinero en el mundo y luego llegó a la casa de Dios después de chocarse contra una pared. También dijo: “Los humanos somos seres creados y simplemente no podemos controlar nuestro propio porvenir. Aunque estemos ocupados, nos esforcemos y confiemos en nuestra propia fuerza, el resultado no será necesariamente el que deseamos. Ahora, Dios se ha encarnado y ha venido al mundo humano para obrar para la salvación de las personas. Satanás también está usando los beneficios monetarios y los placeres de la carne para ganarse a las personas y desorientarlas. Esto hace que sus corazones estén dedicados a la carne y el dinero y, al final, caen en la red de Satanás. Debemos equiparnos con más verdad y solo así calaremos los planes de Satanás”. Cuando escuché hablar así a Jiang Yu, me conmoví mucho. Siempre había querido confiar en mi propio esfuerzo para hacer bien mi trabajo, ganarme la confianza del director y aferrarme a mi empleo fijo; de esa forma, me aseguraría el sustento en el futuro. Debido a esto, no asistía a las reuniones ni cumplía mi deber. Me tapaba de trabajo duro constantemente y mi corazón estaba ocupado de lleno por el dinero. Como resultado, no solo no gané la apreciación del director, sino que también soporté el tormento de la enfermedad. Este calvario me dejó física y mentalmente exhausta y me llevó a un sufrimiento atroz. Solo entonces comprendí que, sin importar cuánto planeara, calculara o cuán duro trabajara, era incapaz de cambiar mi porvenir. Vivía con total dependencia de las reglas satánicas de “Contruye una vida feliz con tus propias manos” y “Más vale empleo fijo que empleo lucrativo”. Quería alcanzar la vida que deseaba por medio de mis propios esfuerzos, pero, al final, me chocaba contra la pared y me frustraba a cada paso. En definitiva, terminaba en fracaso. Como dice Dios: “A pesar de que el hombre siempre va apresurado y se ocupa de sus propios asuntos, sigue siendo incapaz de controlarse”. ¡Era verdaderamente demasiado ciega e ignorante y no era consciente de mis propias habilidades! Mi corazón adormecido había despertado nuevamente gracias a lo que las palabras de Dios dejaban en evidencia. Finalmente, comprendí que la enfermedad y el dolor con los que me había encontrado eran la reprensión y la displina a manos de Dios. Más que eso, eran la salvación de Dios para mí. De otra forma, aún estaría atada por el dinero, habría caído en la red de Satanás y me sería imposible liberarme.

En abril de 2007, me eligieron líder en la iglesia. En ese momento, todavía era temporada baja. El trabajo era relativamente sencillo y calmo, así que no me impedía asistir a las reuniones o cumplir mi deber. Luego, sucedió algo que me afectó mucho. Como el trabajo en la destilería requería que pasáramos mucho tiempo agachados, moviendo objetos pesados y en contacto con agua fría, algunos de los empleados de mayor edad acabaron con enfermedades ocupacionales. La mayoría tenía hernias de disco, reumatismo, espondilosis cervical, entre otras. Algunas personas fueron gravemente afectadas y terminaron inmovilizadas en la cama, incapaces de cuidar de sí mismas. En una ocasión, estábamos muy atareados y tensos preparando los materiales para la producción, cuando vi que un empleado estaba acostado en el suelo con el rostro ceniciento y una mirada de desolación e indefensión. Mis colegas me dijeron que él estaba sufriendo un ataque de espondilosis cervical. Estaba mareado, vomitaba y casi se desmaya. En el pasado, había sido un trabajador vigoroso. Nunca pensé que un ataque de espondilosis cervical podría afectar tanto a alguien de un momento a otro. Esto me hizo comprender que, sin importar lo fuerte que sean las personas, son incapaces de resistir cuando enfrentan la enfermedad. ¡Son realmente insignificantes y frágiles! Pensé que, aunque estos empleados mayores ganaron algo de dinero, habían dedicado la mitad de sus vidas a ello. Por muy buenos que fueran los beneficios o la remuneración, nunca serían capaces de recuperar su salud, ni mucho menos podrían aliviar el dolor provocado por el tormento de la enfermedad. Aunque tuvieran todo el dinero del mundo, ¿de qué les serviría? ¿Sus vidas no seguirían reducidas al dolor y el vacío? Mis vértebras cervicales y lumbares no estaban en muy buen estado y tenía reumatismo. Si seguía así, ¿algún día terminaría inmovilizada en la cama? Estos empleados mayores habían trabajado duro durante gran parte de sus vidas para ganar dinero. No habían disfrutado una buena vida y les había quedado un dolor insoportable debido al tormento de la enfermedad. Esto me recordó algo. Si las personas no adoran a Dios y no cuentan con Su protección, Satanás puede dañarlas en cualquier momento. Aferrarse a un empleo fijo no puede traer felicidad. Comencé a dudar: “¿Realmente quiero continuar haciendo este trabajo?”.

Poco después, me eligieron como predicadora. Los líderes me preguntaron si estaba dispuesta a cumplir este deber. Consideré que, siendo predicadora, estaría aún más ocupada y apenas tendría tiempo para ir a trabajar. ¿Debería renunciar a mi empleo? Si lo hacía, tendría una vida dura, pero ir a trabajar dificultaría el trabajo de la iglesia. Pensé que ya estaba en deuda por haber abandonado mi deber anterior por estar muy ocupada con el trabajo. Si rechazaba mi deber una vez más, ¿no sería demasiada rebeldía? En conflicto, oré a Dios varias veces para buscar la manera más apropiada de practicar. Luego, leí las palabras de Dios: “Este es el momento en el que Mi Espíritu lleva a cabo una gran obra y es el momento en el que comienzo Mi obra entre las naciones gentiles. Más aún, es el momento en el que clasifico a todos los seres creados, poniendo a cada uno en su categoría respectiva, para que Mi obra pueda proceder con mayor rapidez y efectividad. Y, así, lo que os pido sigue siendo que cada uno ofrezca todo su ser a toda Mi obra y, además, te pido que disciernas claramente y tengas la certeza de toda la obra que Yo he realizado en ti, y que pongas todas tus fuerzas en Mi obra para que esta pueda ser más efectiva. Esto es lo que debes entender. Desistid de pelear entre vosotros, de buscar una senda de retorno o las comodidades de la carne, las cuales retrasarían Mi obra y tu maravilloso futuro. Lejos de protegerte, hacer eso traería destrucción sobre ti. ¿No sería esto una necedad de tu parte? Aquello que hoy disfrutas con avidez es, precisamente, lo que está arruinando tu futuro, mientras que el dolor que hoy sufres es justamente lo que te protege. Debes ser claramente consciente de estas cosas a fin de evitar caer preso de las tentaciones de las que te será difícil liberarte y evitar tropezar en la densa niebla y ser incapaz de encontrar el sol. Cuando la densa niebla se disipe, te encontrarás en medio del juicio del gran día(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de difundir el evangelio es también la obra de salvar al hombre). Las palabras de Dios me hicieron comprender que nos encontramos en un punto crucial de la difusión del evangelio del reino. Si solo pienso en aferrarme a mi empleo fijo y perseguir una vida de prosperidad y abundancia, al final, caeré en la carne, Satanás me devorará y perderé la oportunidad de que Dios me salve. Reflexioné sobre cómo en el pasado, aunque había creído en Dios y asistido a reuniones, no me había centrado en perseguir la verdad ni en cumplir las responsabilidades de un ser creado haciendo bien mi deber. En lo único que pensaba era en perseguir una buena vida de prosperidad y abundancia. Pensaba que, si tenía un empleo fijo, no tendría que preocuparme por el costo de la vida cotidiana y tendría un amparo en la vejez. Entonces, dedicaba todo mi esfuerzo y mi tiempo al trabajo, corriendo de aquí para allá y trabajando duro de sol a sol. Me aterrorizaba que, si no cumplía mi objetivo de ventas a tiempo, perdería mi empleo fijo. Siempre que había un conflicto entre el trabajo y cumplir mi deber, ignoraba por completo el trabajo de la iglesia. Abandonaba las reuniones y mi deber y dedicaba todo mi tiempo y esfuerzo a asegurar mi empleo. Como resultado, no solo no encontré tranquilidad y paz mental, sino que sufrí el tormento de la enfermedad, terminé exhausta física y mentalmente y me alejé cada vez más de Dios. Pensé que Dios me había honrado con la oportunidad de prepararme como predicadora por el bien del crecimiento de mi propia vida, pero yo, sin saber lo que era bueno para mí, rechacé mi deber porque aún deseaba saciarme con placeres carnales. ¡Carecía totalmente de conciencia y razón! Pensé en mi colegas no creyentes de la destilería. Ellos no habían recibido el riego y el sustento de las palabras de Dios, y trabajaban duro y se esforzaban constantemente. Como resultado, no solo no conseguían la vida que deseaban, sino que algunos incluso terminaban paralizados en cama y atormentados por la agonía de las enfermedades que envolvían sus cuerpos. ¡Estas lecciones de infortunios pasados de los demás eran advertencias y recordatorios para mí! Si persistía en mi obstinada ignoracia y ponía la mano en el arado mirando atrás, perdería la oportunidad única de ser salvada por Dios en los últimos días. Cuando llegaran las grandes catástrofes, caería en la oscuridad junto con los incrédulos, gimiendo y rechinando los dientes. Durante ese tiempo, cuando encontraba dificultades al cumplir mi deber, oraba para buscar la verdad. Mi vida progresó un poco y llegué a comprender algunas verdades. Estas eran ganancias que nunca antes había tenido. Cuando pensé en eso, acepté el deber de predicadora.

Tras asumir ese rol, estuve cada vez más atareada. Después de un tiempo, llegó nuevamente la temporada alta. Los horarios de mis reuniones a menudo coincidían con el trabajo y se me hizo cada vez más difícil pedir retirarme. Una vez, el director me dijo para nada contento: “¡Si vas a pedir licencias todos los días, mejor renuncia!”. Cuando oí al director decir esto, me sentí limitada en mi corazón y comencé a dudar: “Si quiero cumplir bien mi deber, tengo que renunciar. Pero aún me siento un poco reacia a perder este empleo fijo. Llegué a convertirme en empleada formal de esta empresa estatal después con mucha dificultad. Si sugiero renunciar ahora, mi familia nunca estará de acuerdo, pase lo que pase. En un par de años, mi hijo necesitará comprar una casa y casarse. ¡Se avecinan muchos gastos! Si renuncio realmente, tendré una vida en la pobreza de aquí en adelante. Cuando sea anciana, pasaré apuros para cubrir hasta los gastos más básicos”. Mientas titubeaba, oré a Dios varias veces para buscar. Pensé en lo que había dicho el Señor Jesús: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?(Mateo 6:26). También recordé las palabras de Dios: “Mantén tus pensamientos en la obra de la iglesia. Deja de lado las perspectivas de tu propia carne, sé decidido en los asuntos familiares, conságrate sin reservas a la obra de Dios y ponla en primer lugar y, tu propia vida, en segundo. Esta es la decencia de un santo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino). Dios dio a las aves los medios para su supervivencia. No necesitan pasarse el día atareadas de aquí para allá meramente para existir; pueden sobrevivir todo el año sin trabajar duro. Luego, pensé en mí misma: la cantidad de dinero que mi hijo gastará en casarse y si me costará conseguir alimento y vestimenta cuando sea anciana, está todo bajo la soberanía de Dios. ¿Qué sentido tiene pensar tanto en el futuro? Recordé que, cuando Moisés guió a los israelitas para salir de Egipto y llegaron al desierto, no tenían nada para comer. Dios les dio maná y codornices para que pudieran comer hasta saciarse. Algunas personas, por miedo a pasar hambre en el futuro, escondieron algo de maná para comer después. Pero, al día siguiente, el maná se había echado a perder. Sin embargo, aquellos que obedecieron las palabras de Dios con inocencia y lo siguieron donde Él los conducía, terminaron llegando a la tierra prometida de Canaán. En ese momento, yo no tenía ninguna carencia básica: debía contentarme con tener suficiente comida y qué vestir. Sin embargo, me preocupaba constantemente que podría no tener forma de sustentarme en el futuro; tenía muy poca fe en Dios. Ahora Dios está ansioso por salvar a las personas y difundir el evangelio es un asunto de máxima prioridad. No solo debemos traer ante Él a más personas que aún estén luchando amargamente en la oscuridad; los recién llegados también necesitan de riego oportuno para poder echar raíces sólidas en el camino verdadero. Debería priorizar mi deber y dedicarle todo mi corazón. Solo esto está de acuerdo con la intención de Dios. Entonces, oré fervorosamente a Dios sobre renunciar a mi empleo. Pensé que, si renunciaba por iniciativa propia, mi familia sin duda estaría en desacuerdo y se opondrían con firmeza y me impedirían cumplir mi deber. De casualidad, mi vértebra lumbar me generaba algunas molestias, así que lo usé como excusa para pedir una licencia por enfermedad a largo plazo. Después de eso, ya no fui a trabajar y pude dedicar todo mi tiempo al deber.

Luego, leí las palabras de Dios: “Como alguien que es normal y que busca el amor por Dios, la entrada al reino para convertirse en uno del pueblo de Dios es tu verdadero futuro, y es una vida que tiene el mayor valor y significado; nadie está más bendecido que vosotros. ¿Por qué digo esto? Porque los que no creen en Dios viven para la carne y viven para Satanás, pero hoy vivís para Dios y vivís para seguir la voluntad de Dios. Es por esto que digo que vuestras vidas tienen el mayor significado. Solo este grupo de personas, que Dios ha seleccionado, puede vivir una vida con gran significado: nadie más en la tierra puede vivir una vida de tal valor y significado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra más reciente de Dios y seguir Sus huellas). Hoy, Dios me ha concedido la gracia de llevarme ante Él. Tengo la suerte de haber oído las declaraciones y palabras del Creador, haber comprendido algunas verdades, calado algunas cosas y ganado algo de discernimiento sobre el daño y las consecuencias de perseguir el dinero. Dejé atrás los días de vacío y dolor, de esforzarme por el dinero; cumplí bien el deber de un ser creado y me embarqué en la senda de vida correcta. Todo esto es la salvación de Dios para mí. Aunque tengo menos placeres materiales, siento el corazón en calma, claro y esclarecido. Al predicar el evangelio, experimenté que traer más creyentes en Dios ante Él para obtener Su salvación es lo más valioso y significativo que existe.

Luego, puse mi sustento futuro en manos de Dios y dejé de planear y hacer cálculos. Mi corazón ya no estaba limitado por esas cuestiones y podía aquietarlo y cumplir mi deber. Durante ese período, al leer las palabras de Dios, llegué a comprender muchas verdades, entendí mi propia naturaleza satánica y mis actitudes corruptas fueron cambiando poco a poco. Esto me dio más fe para seguir a Dios. Lo que no me esperaba era que, en 2015, casi una década después de dejar la destilería, la empresa pagara subsidios por un total de 60000 yuanes a antiguos empleados. Otros empleados habían gastado mucho dinero en obsequios y entretenimiento y habían ido de aquí para allá para conseguirlo, pero yo lo recibí sin gastar nada. Esto me hizo ver con más claridad que Dios es soberano sobre todo esto y que no es algo que las personas puedan planear por sí mismas. ¡Gracias Dios!

Anterior: 24. Reflexiones sobre el gusto por las comodidades

Siguiente: 28. ¿Pueden los padres cambiar el destino de los hijos?

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

45. Vivir ante Dios

Por Yongsui, Corea del SurDios Todopoderoso dice: “Para entrar en la realidad, uno debe enfocar todo hacia la vida real. Si, al creer en...

85. Un tiempo de tortura brutal

Por Chen Hui, ChinaCrecí en una familia normal en China. Mi padre era militar y, como me había moldeado e influido desde temprana edad,...

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro

Introduce tus palabras clave de búsqueda

Índice
Ajustes
Libros
Buscar
Vídeos