24. Reflexiones sobre el gusto por las comodidades

Por Ding Xin, China

En agosto de 2022, estaba a cargo del trabajo de regar a los nuevos fieles de la iglesia. Le estaba muy agredecida a Dios por poder llevar a cabo un deber tan importante, y en secreto decidí que lo desempeñaría bien sin ninguna duda. Como nunca había sido responsable del trabajo de riego y no captaba los principios, estudié a conciencia y me esforcé en familiarizarme con los principios relevantes. Si los nuevos fieles estaban atravesando algún estado o problema, me apresuraba a compartir y resolverlos con la hermana con la que colaboraba. Aunque los días eran ajetreados, sentía mucha energía en mi corazón y resolvía algunos problemas. Después de un tiempo, descubrí que esta labor implicaba muchos detalles. No solo tenía que solucionar los diversos problemas y dificultades de los nuevos fieles en forma oportuna, sino que también tenía que revisar y hacer un seguimiento del trabajo de los regadores, así como resolver sus inconvenientes, descubrir personas con talento, cultivar regadores, etcétera. Desempeñar bien este trabajo empezaba a parecerme demasiado complicado. Requería mucha reflexión y pagar un alto precio. ¡Era muy agotador! Así que siempre esperaba toparme con menos problemas para que la labor fuera más relajada. Más adelante, me vi sometida a una presión aún mayor, pues cada vez eran más los nuevos fieles que necesitaban riego. Pensé para mis adentros: “Regar bien a todos los recién llegados y ocuparme de todo como es debido requerirá mucho tiempo y esfuerzo. ¡Es demasiado agotador!”. Por lo tanto, empecé a reunirme solo con los regadores. Dejé en sus manos la responsabilidad de todos los nuevos fieles con un mayor número de nociones y no me preocupé demasiado por ellos. A veces, preguntaba por el trabajo de los regadores, pero solo actuaba por inercia. Después de un tiempo, empezaron constantemente a surgir contratiempos en el trabajo de riego. Algunos nuevos fieles eran negativos y débiles y no se reunían con regularidad; otros estaban desorientados por los rumores infundados y las falacias de los pastores religiosos. Y a otros más sus familias les ponían trabas y los acosaban, por lo que no se reunían con regularidad; etcétera. Los regadores también atravesaban apuros y eran algo negativos. Los líderes me enviaron una carta para pedirme que descubriera rápido el motivo y revirtiera las desviaciones. Asimismo, me recordaban que yo personalmente debía regar a aquellos nuevos fieles que, aunque tuvieran nociones, fueran de buen calibre. Tenía que participar realmente en la resolución de sus problemas y ayudarlos a echar raíces en el camino verdadero. Al ver que los líderes decían esto, me sentí triste en mi corazón. Sentía que era el resultado de no hacer un trabajo real. Después, me apresuré a compartir sobre los problemas de los nuevos fieles y los resolví, pero los resultados no fueron muy buenos. Empezaba a parecerme que este trabajo era demasiado complicado, y que estaría bien poder cambiar mi deber por algo un poco más sencillo. Una vez, los regadores señalaron varios problemas y dificultades en el trabajo. Quise buscar algunos principios y luego discutir con ellos cómo resolver estos contratiempos, pero luego pensé: “Se necesita demasiado tiempo y esfuerzo para encontrar principios. La hermana con la que colaboro es de buen calibre y sabe compartir bien y resolver problemas. Haré que vaya ella a ocuparse”. Así que no busqué los principios que debería haber buscado, ni compartí lo que debería haber compartido. Me limité a esperar a que mi hermana resolviera la situación. Más tarde, cuando nos sucedieron cosas, puse como excusa mi pobre calibre para pasarle todas las tareas más problemáticas y difíciles a mi compañera, como si eso fuera perfectamente razonable y natural. Asumía cada vez menos cargas en cuanto al desempeño de mi deber. Me limitaba a completar las tareas diarias, trabajaba de forma mecánica. Durante esa época, sentía una constante falta de paz y tranquilidad en mi corazón. Como los resultados seguían en declive, los líderes hacían un seguimiento frecuente del trabajo para entender qué ocurría. Me sentía reprimida e inquieta, como si hubiera demasiados problemas y dificultades que necesitaban solución. Me sentía sometida a demasiada presión y había demasiadas cosas de las que preocuparme. A menudo me sentía angustiada y me quejaba: “No llevo mucho tiempo desempeñando este deber. ¿Por qué no me entienden los líderes? ¿Por qué están tan pendientes del trabajo?”. De verdad que tenía la esperanza de que no surgieran más problemas en el trabajo.

Un día, contraje COVID. De repente me subió la fiebre y me dolía todo el cuerpo. No tenía energías para nada. No podía tragar la comida ni dormir por la noche. En mi corazón, oraba a Dios constantemente: “Dios mío, esta enfermedad y este dolor me han sobrevenido con Tu intención. Pero sigo sin saber qué lección debo aprender. Te ruego que me guíes para comprender mis propios problemas”. Después de orar, reflexionaba sobre mi estado y condición a la hora de cumplir con mi deber durante este período. Me di cuenta de que el deber que desempeñaba era significativo, pero ¿por qué me sentía a menudo reprimida y angustiada? ¿Cómo había llegado a esta condición mientras hacía mi deber? Más tarde, leí las palabras de Dios: “Si las personas buscan sin cesar la comodidad física y la felicidad, si esto es lo que persiguen sin tener deseo alguno de sufrir, entonces bastará con un poco de sufrimiento físico, con sufrir un poco más que los demás o sentirse un poco más sobrecargadas de trabajo que de costumbre para sentirse reprimidas. Esta es una de las causas de la represión. Si las personas no consideran que un pequeño sufrimiento físico sea un gran problema, y no buscan la comodidad física, sino que persiguen la verdad y tratan de cumplir con sus deberes para satisfacer a Dios, entonces a menudo no sentirán sufrimiento físico. Incluso si de vez en cuando se sienten un poco ocupadas, cansadas o agotadas, después de irse a dormir se despertarán sintiéndose mejor, y continuarán con su trabajo. Se concentrarán en sus deberes y en su trabajo; no considerarán que un poco de fatiga física sea un problema importante. Sin embargo, cuando surge un problema en el pensamiento de las personas y buscan sin parar la comodidad física, cada vez que sus cuerpos físicos se vean ligeramente agraviados o no puedan hallar satisfacción, surgirán en ellas ciertas emociones negativas. Entonces, ¿por qué este tipo de persona, que siempre quiere hacer lo que le apetece y dar rienda suelta a su carne y disfrutar de la vida, se encuentra a menudo atrapada en esta emoción negativa de represión cada vez que se siente insatisfecha? (Porque busca la comodidad y el disfrute físico). Eso es así en el caso de algunas personas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (5)). Tras meditar sobre las palabras de Dios, comprendí que el motivo de que hubiera estado viviendo con represión y angustia no era que el trabajo fuera complicado. El motivo principal radicaba en que tenía un problema con mis pensamientos y puntos de vista. Lo que perseguía no era obtener la verdad, ni tampoco cumplir bien con el deber de un ser creado. En su lugar, había perseguido la comodidad física. Solo había pensado en cómo poder reducir mis preocupaciones y facilitarme las cosas. Cuando la carga de trabajo era pesada y tenía que poner más cuidado, sufrir más adversidades y pagar un mayor precio, refunfuñaba y oponía resistencia. Cuando encontraba muchos problemas y complicaciones en el trabajo, los veía como una gran molestia y me quejaba de lo difícil que me resultaba todo, o se los pasaba a otros hermanos y hermanas para que los manejaran y los resolvieran ellos. Incluso quise cambiar mi deber por algo más sencillo para poder escapar de este entorno. Sabía perfectamente que cuando los líderes hacen un seguimiento del trabajo están compliendo con sus responsabilidades, pero cuando empezaron a vigilarme de cerca, lo cual afectaba a los intereses de mi carne, sentí que me estaban agobiando y exigiendo demasiado, y refunfuñaba por esto y me quejaba de aquello. En verdad, me quejaba realmente de que el entorno arreglado por Dios no era bueno. Esto era porque estaba descontenta con Dios y me resistía a Él. ¡Me estaba oponiendo a Dios! ¡Había sido realmente demasiado rebelde y carecía por completo de un corazón temeroso de Dios!

Más tarde, continué buscando la verdad y reflexionando sobre mí misma. Leí las palabras de Dios: “Las personas siempre se quejan de las dificultades mientras hacen su deber, no quieren esforzarse, y en cuanto tienen un poco de tiempo muerto, descansan, charlan distraídas o disfrutan del ocio y el entretenimiento. Y cuando el trabajo se intensifica y rompe el ritmo y la rutina de sus vidas, se sienten infelices e insatisfechas por ello. Gruñen y se quejan, y se vuelven negligentes al hacer su deber. Esto es codiciar las comodidades de la carne, ¿verdad? […] Por muy ajetreado que sea el trabajo de la iglesia o por muy entretenidos que sean sus deberes, la rutina y la normalidad de sus vidas jamás se ven interrumpidas. Nunca descuidan ninguno de los pequeños detalles de la vida de la carne y los controlan perfectamente; son muy estrictas y serias al respecto. Sin embargo, al abordar el trabajo de la casa de Dios, por muy importante que sea el asunto, y aunque este pueda afectar a la seguridad de los hermanos y hermanas, lo abordan negligentemente. Ni siquiera se preocupan de aquellas cosas que competen a la comisión de Dios ni al deber que han de hacer. No asumen ninguna responsabilidad. Esto es entregarse a las comodidades de la carne, ¿no? ¿Son las personas que se entregan a las comodidades de la carne aptas para desempeñar un deber? En cuanto alguien saca el tema de hacer su deber o habla de pagar un precio y de sufrir penurias, no paran de negar con la cabeza. Tienen demasiados problemas, les embargan las quejas y están llenas de negatividad. Esas personas son inútiles, no están cualificadas para hacer su deber y se las debería descartar(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (2)). Tras leer las palabras de Dios, comprendí por fin que el problema de disfrutar de la comodidad y ser irresponsable en la ejecuión del deber propio es de una naturaleza gravísima. La gente que constantemente disfruta de la comodidad es astuta y escurridiza en cuanto al cumplimiento de su deber, elige las partes fáciles y teme las difíciles, y no quiere sufrir adversidades ni pagar un precio. Cada vez que ven dificultades huyen y buscan diversos pretextos y excusas para endosarle a otros las tareas que entrañan gran complicación o numerosos problemas. Este tipo de persona no digna de confianza ni apta para asumir el trabajo. Yo había sido exactamente este tipo de persona. Sabía perfectamente que era responsable del trabajo de riego y que debía regar a los nuevos fieles y resolver sus problemas y nociones con prontitud para que pudieran echar raíces en el camino verdadero cuanto antes. Esto era el cometido básico de mi deber y las responsabilidades que debía cumplir. Sin embargo, me había quejado de que los nuevos fieles tenían un montón de problemas y que resolverlos era demasiado engorroso y agotador. Así que había buscado excusas para endosarles los nuevos fieles con nociones y dificultades a los regadores y despreocuparme de ellos por completo, como un jefe poco involucrado. Esto había supuesto que los problemas de los nuevos fieles no se resolvieran con prontitud y entorpeció el progreso del trabajo de riego. Cuando los regadores se topaban con dificultades y problemas en su trabajo, yo estaba descadarademente preocupada por la carne y poco dispuesta a resolverlos. Pero había sido muy astuta, me había inventado la excusa de que era de pobre calibre, para poder justificar que la hermana con la que colaboraba se encargara de todas las dificultades y problemas. Como me preocupaba por la carne, disfrutaba de la comodidad y no llevaba a cabo ningún trabajo real, los resultados del trabajo de riego no eran buenos. A pesar de esto, no reflexionaba sobre mí misma, y cuando los líderes hicieron el seguimiento del trabajo y descubrieron qué ocurría, llegué a resistirme a ellos y me sentí ofendida. ¡Había sido demasiado impermeable a la razón! Con esta clase de estado y comportamiento, ¿cómo iba a merecer ser supervisora? No estaba cumpliendo con mi deber: ¡estaba cometiendo el mal! Me sentí triste y arrepentida en mi corazón, y pensé que Dios había permitido que contrajera esta enfermedad. Oré a Dios a fin de que me guiara para seguir reflexionando y conocer mis propios problemas.

No mucho después, estuve en una reunión y me abrí a todos para hablar sobre mi estado. El líder me leyó un pasaje de las palabras de Dios, que me brindaron cierta comprensión de mi carácter corrupto. Dios Todopoderoso dice: “Los falsos líderes no hacen trabajo real, pero saben comportarse como funcionarios. ¿Qué es lo primero que hacen una vez que se convierten en líderes? Comprar el favor de la gente. Adoptan el enfoque de ‘Los nuevos funcionarios quieren impresionar’. Para empezar, hacen algunas cosas para ganarse el favor de los demás y lidian con ciertos elementos que mejoran el bienestar diario de todo el mundo. Primero intentan causar una buena impresión en ellos, para mostrar a todos que están en sintonía con las masas, para que todo el mundo los elogie y diga: ‘Este líder se comporta como un padre con nosotros’. Entonces, asumen oficialmente el cargo. Sienten que tienen apoyo popular y que se ha asegurado su posición; entonces empiezan a disfrutar de los beneficios del estatus, como si fuera lo que les corresponde. Sus lemas son: ‘La vida solo consiste en comer rico y vestirse bien’, ‘La vida es breve; disfruta mientras puedas’ y ‘Vive hoy sin preocuparte por el mañana’. Disfrutan de cada día tal y como viene, se divierten mientras pueden y no piensan en el futuro, y mucho menos se plantean qué responsabilidades debe cumplir un líder y qué deberes ha de hacer. Predican algunas palabras y doctrinas y desempeñan algunas tareas para guardar las apariencias como una cuestión de rutina; no realizan ningún trabajo real. No están desenterrando problemas reales en la iglesia y resolviéndolos por completo, entonces, ¿qué sentido tiene que hagan tareas tan superficiales? ¿No es esto engañoso? ¿Se pueden confiar tareas importantes a este tipo de falsos líderes? ¿Se ajustan a los principios y condiciones de la casa de Dios para la selección de líderes y obreros? (No). Estas personas no tienen nada de conciencia o razón, están desprovistas de todo sentido de la responsabilidad y, sin embargo, todavía desean ostentar algún puesto oficial, ser líderes en la iglesia: ¿por qué son tan desvergonzadas? En cuanto a algunas personas que tienen sentido de la responsabilidad, si son de escaso calibre, no pueden ser líderes, y eso por no hablar de los inútiles que no tienen ningún sentido de la responsabilidad; son menos aptos aún para ser líderes. ¿Qué grado de pereza tienen estos falsos líderes glotones e indolentes? Incluso cuando descubren un problema, y son conscientes de que es un problema, no se lo toman en serio y no le dan importancia. ¡Son tan irresponsables! Aunque hablan con soltura y parezca que tengan algo de calibre, son incapaces de resolver diversos problemas en el trabajo de la iglesia, lo que lleva a que este se paralice; los problemas no paran de amontonarse, pero tales líderes no se preocupan por ellos e insisten en llevar a cabo con toda normalidad unas cuantas tareas superficiales como una cuestión de rutina. ¿Y al final cuál es el resultado? ¿Acaso no estropean el trabajo de la iglesia, no hacen una chapuza? ¿Acaso no causan caos y falta de unidad en la iglesia? Ese es el inevitable desenlace(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (8)). Me sentí como si estuviera cara a cara con Dios mientras Él me exponía. Yo era la clase de persona perezosa que Dios había desenmascarado. En aras de disfrutar de la comodidad, no había resuelto los problemas que había visto, ni había llevado a cabo ningún trabajo real. Reflexionando sobre este período, conocía todas las nociones y los problemas de los nuevos fieles, y veía las dificultades y los estados de los regadores. Pero no pensé en cómo buscar la verdad para solucionar tales problemas lo más rápido posible. En su lugar, intentaba ahorrarme la molestia y me limitaba a seguir el procedimiento y hacer las cosas por inercia, y solo compartía brevemente. Soltaba un poco de doctrina para embaucar a la gente y lo dejaba ahí. A veces, incluso les endosaba los problemas directamente a mi compañera o a los regadores para que los resolvieran. Solo elegía las tareas sencillas y dejaba las agotadoras y me preocupaba por la carne en cada situación. Sabía perfectamente que el riego de los nuevos fieles era muy importante, pues afectaba a su capacidad para mantenerse firmes en el camino verdadero. Sin embargo, no quería pagar un precio y no resolvía los problemas que detectaba. Además, huía de ellos y eludía mis responsabilidades, y aunque veía claramente que el trabajo sufría pérdidas, no le prestaba ninguna atención. ¡En verdad carecía de la menor conciencia y era demasiado irresponsable! A pesar de ello, no reflexionaba sobre mí misma, y pensaba que, como llevaba poco tiempo a cargo de este trabajo, los líderes debían ser comprensivos con mis dificultades y no exigirme demasiado. ¡En verdad carecía totalmente de razón! Me regía por filosofías satánicas del estilo de “Vive hoy sin preocuparte por el mañana” y “vive en piloto automático”. Cuando llevaba a cabo mi deber, no me ocupaba del trabajo que me correspondía. Solo hacía cosas irrelevantes y sin importancia, y se me las arreglaba para pasar los días. A primera vista, no parecía que estuviera ociosa a diario, pero, de hecho, no llevaba a cabo ningún trabajo real, ni cumplía con las responsabilidades que debería haber cumplido. ¿Qué diferencia había entre mi comportamiento y el de una persona ruin o un haragán que no atiende el trabajo que le corresponde? En el pasado, había mirado con desprecio a la gente así, sin pensar jamás que yo pertenecía a su misma categoría. ¡Me repugnaba a mí misma! Una persona como yo, carente de integridad y totalmente indigna de confianza, en verdad no merecía desempeñar deberes. Caminaba por la senda de los falsos líderes y obreros. Ahora, aquejada de esta enfermedad, no tenía energías para cumplir con mis deberes aun cuando quería hacerlo. Me arrepentía enormemente de haber malgastado el tiempo cuando estaba bien de salud. Si esta enfermedad no podía curarse y yo moría, dejaría un arrepentimiento eterno en esta vida. Cuanto más lo pensaba, más angustia me entraba. Tenía la sensación constante de que Dios me había abandonado, y me di cuenta de que si continuaba sin perseguir la verdad ni desempeñar bien mi deber, realmente sería descartada.

Un día, durante la devoción espiritual, leí más palabras de Dios: “Hay quienes no están dispuestos a sufrir en absoluto en el deber, que siempre se quejan cada vez que se topan con un problema y que se niegan a pagar un precio. ¿Qué actitud es esa? Una actitud superficial. Si cumples con el deber de forma superficial, y lo abordas con una actitud irreverente, ¿cuál será el resultado? Cumplirás el deber de manera deficiente, aunque sepas hacerlo bien: tu desempeño no estará a la altura y Dios estará muy disgustado con la actitud que demuestras hacia el deber. Si hubieras sido capaz de orar a Dios, de buscar la verdad y de poner todo tu corazón y toda tu mente en ello, si hubieras podido cooperar así, Dios lo habría preparado todo para ti de antemano, para que, cuando tú te ocuparas de los asuntos, todo encajara en su lugar y obtuvieras buenos resultados. No necesitarías dedicar una enorme cantidad de energía; si hicieras tu mayor esfuerzo en cooperar, Dios ya lo habría dispuesto todo para ti. Si eres evasivo y holgazán, si no atiendes debidamente tu deber y siempre vas por la senda equivocada, Dios no actuará sobre ti; perderás esta ocasión y Dios dirá: ‘No sirves para nada; no puedo usarte. Apártate. Te gusta ser ladino y holgazán, ¿verdad? Te gusta ser perezoso y tomártelo con calma, ¿no? ¡Pues tómatelo con calma para siempre!’. Dios concederá esta gracia y esta oportunidad a otra persona. ¿Qué opináis? ¿Esto es una pérdida o una ganancia? (Una pérdida). ¡Una enorme pérdida!(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “Cómo consideras las comisiones de Dios es de extrema importancia y un asunto muy serio. Si no puedes llevar a cabo lo que Dios les ha confiado a las personas, no eres apto para vivir en Su presencia y deberías ser castigado. Es perfectamente natural y está justificado que los seres humanos deban completar cualquier comisión que Dios les confíe. Esa es la responsabilidad suprema del hombre, y es tan importante como sus propias vidas. Si no te tomas en serio las comisiones de Dios, lo estás traicionando de la forma más grave. En esto eres más lamentable que Judas y debes ser maldecido(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). De las palabras de Dios, sentí Su justicia y Su carácter inofendible. Comprendí que nuestro deber es una comisión de Dios y una responsabilidad que estamos obligados por honor a no rechazar. Tratar el deber de forma irreverente e irresponsable es traicionar a Dios. Es una transgresión grave. Esta clase de persona debería ser maldecida. La gente que no considera sus intereses personales de la carne y trata su deber con seriedad y responsabilidad puede ganar la obra y la guía de Dios. En el proceso de cumplir con su deber, poco a poco comprenden y obtienen la verdad, y llegan a hacer cosas con principios. Sin embargo, yo no amaba la verdad. Solo me gustaba la comodidad. No hacía las cosas que claramente formaban parte de mis responsabilidades básicas, y aunque de vez en cuando me ocupaba de algo, lo hacía por inercia, de manera superficial. Realizaba alguna pequeña tarea para aparentar, para engañar a Dios y embaucar a mis hermanos y hermanas. ¡Era en verdad demasiado falsa! Dios escruta lo más íntimo del corazón de las personas. Él escruta cada acción que hago y cada pensamiento e idea que tengo. Una persona como yo, que disfruta de la comodidad y es egoísta y falsa, es totalmente indigna de confianza e incurre en el aborrecimiento y el odio de Dios. Pero yo seguía sin reflexionar sobre mí misma. Los líderes me lo recordaban, pero yo seguía mostrando consideración por la carne, lo que resultaba en que fuera incapaz de obtener la obra del Espíritu Santo en el cumplimiento de mis deberes y no lograra desentrañar los problemas. Asimismo, implicaba que las dificultades de los nuevos fieles no pudieran resolverse con prontitud. Cometí transgresiones en mis deberes. Que me afectara esta pandemia fue la reprensión de Dios que cayó sobre mí. Fue así también como se me reveló el carácter justo de Dios. Si continuaba sin arrepentirme, aunque la iglesia no me echara, Dios lo escruta todo, y el Espíritu Santo no obraría en mí. Tarde o temprano, me vería descartada. Como dice la Biblia: “La complacencia de los necios los destruirá” (Proverbios 1:32). Dios Todopoderoso también dice: “Aquello que hoy disfrutas con avidez es, precisamente, lo que está arruinando tu futuro(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de difundir el evangelio es también la obra de salvar al hombre). Cuando comprendí esto, me llené de arrepentimiento y me odié profundamente. Oré a Dios, “Dios mío, soy demasiado egoísta y falsa. En el cumplimiento de mis deberes, soy negligente y muestro consideración por la carne, lo cual ha afectado a la obra de la iglesia. Dios mío, estoy dispuesta a arrepentirme. Te ruego que me guíes para revertir este estado”.

Más tarde, leí las palabras de Dios: “¿Qué valor tiene la vida de una persona? ¿Sirve meramente para disfrutar de placeres carnales como comer, beber y divertirse? (No es así). Entonces, ¿qué valor tiene? Compartid vuestros pensamientos. (Para cumplir con el deber de un ser creado, esto es al menos lo que una persona debe lograr en su vida). Así es. […] Por una parte, se trata de cumplir con el deber de un ser creado. Por otra, se trata de hacer lo mejor que puedas todo aquello que esté dentro de tus posibilidades y de tu capacidad, alcanzando al menos un punto en el que tu conciencia no te acuse, en el que puedas estar en paz con tu propia conciencia y resultes aceptable a ojos de los demás. Si lo llevamos un poco más lejos, a lo largo de tu vida, con independencia de la familia en la que hayas nacido, tu formación académica o tus aptitudes, debes entender los principios que las personas han de comprender en la vida. Por ejemplo, qué tipo de senda han de seguir, cómo deben vivir y la manera de tener una vida con sentido; al menos debes explorar un poco el verdadero valor de la vida. No puede vivirse en vano y uno no puede venir a esta tierra en balde. En otro sentido, durante tu vida, debes cumplir tu misión; esto es lo más importante. No hablamos de completar una gran misión, deber o responsabilidad; pero como mínimo, debes cumplir con algo. Por ejemplo, en la iglesia algunas personas ponen todo su empeño en la labor de difundir el evangelio, empleando la energía de toda su vida, pagando un precio enorme y ganando a mucha gente. Por eso, sienten que la vida no ha sido en vano y que tienen valor y consuelo. Cuando se enfrentan a la enfermedad o a la muerte, cuando hacen balance de toda su vida y recuerdan todo lo que han hecho, la senda que han recorrido, hallan consuelo en el corazón. No experimentan acusaciones ni remordimientos. Algunas personas no escatiman esfuerzos cuando son líderes en la iglesia o son responsables de un determinado aspecto del trabajo. Desatan su máximo potencial, empleando todas sus fuerzas, gastando toda su energía y pagando el precio del trabajo que realizan. Mediante su riego, liderazgo, asistencia y apoyo, ayudan a muchos sumidos en sus propias debilidades y negatividad a hacerse fuertes y mantenerse firmes, a no retraerse, sino a volver en su lugar a la presencia de Dios e incluso a dar finalmente testimonio de Él. Además, durante el periodo de su liderazgo, llevan a cabo muchas tareas significativas, eliminando a no pocos malvados, protegiendo a muchos de los escogidos de Dios y recuperando varias pérdidas importantes. Todos estos logros tienen lugar durante su liderazgo. Al volver la vista atrás hacia la senda que recorrieron, recordando el trabajo que hicieron y el precio que pagaron a lo largo de los años, no sienten remordimientos ni acusaciones. No sienten arrepentimiento alguno por hacer esas cosas y creen que han vivido una vida valiosa y tienen firmeza y consuelo en el corazón. Eso es una maravilla. ¿Acaso no son esos los frutos que han obtenido? (Sí). Este sentido de estabilidad y consuelo, esta falta de remordimientos, son el resultado y los frutos por su búsqueda de cosas positivas y de la verdad. No sometamos a las personas a estándares altos. Consideremos una situación en la que alguien se enfrenta a una tarea que debe o está dispuesto a hacer en la vida. Tras encontrar su lugar, se mantiene con firmeza en su puesto, conserva su posición, invierte toda la sangre de su corazón y toda su energía, y cumple y termina aquello en lo que debe trabajar y ha de completar. Cuando se presenta finalmente ante Dios para rendir cuentas, se siente relativamente satisfecho, no alberga acusaciones ni remordimientos en el corazón. Se siente reconfortado y piensa que ha conseguido algo, que ha vivido una vida valiosa(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (6)). De Sus palabras comprendí que Dios decretó que yo viviera en los últimos días, aceptara Su obra y llevara a cabo deberes en la iglesia. Él no quería que yo mostrara consideración por la carne, disfrutara de la comodidad y desperdiciara mi vida aparentando estar ocupada pero sin conseguir nada. La intención de Dios era que yo caminara por la senda correcta de la vida, buscara más la verdad mientras cumplía con mi deber y resolviera los problemas y dificultades de mis hermanos y hermanas de acuerdo con las palabras de Dios, a fin de que pudiera hacer las cosas conforme a los principios y desempeñara mi deber de una manera acorde al estándar. Solo una vida vivida de esta forma es valiosa. Pensé en la manera astuta y escurridiza con la que había desempeñado mi deber. Aunque la carne gozaba de la comodidad, mi corazón se hundía en la angustia y la oscuridad, y sencillamente no experimentaba ninguna paz ni felicidad. En aras de una comodidad y un disfrute fugaces, no solo impedí mi propia entrada en la vida, sino que dejé muchos remordimientos en el cumplimiento de mi deber. ¡En verdad fui demasiado idiota y obstinada! Oré a Dios y decidí que, aunque no me había recuperado del todo de mi enfermedad, estaba dispuesta a revertir mi estado incorrecto y rebelarme contra la carne para resolver con prontitud las nociones y estados de los nuevos fieles, desempeñar bien mi trabajo y cumplir adecuadamente con mis responsabilidades y deberes.

Después, buscaba la verdad con mi compañera para resolver los contratiempos que surgían en el trabajo. Por lo general, también guiaba a los regadores para que buscaran juntos los principios, y resumía periódicamente las desviaciones y los problemas en el trabajo y buscaba una senda para solucionarlos. Un día, la hermana Zhen Xin dijo que una nueva fiel a la que estaba regando había planteado varios problemas. No sabía cómo resolverlos y quería que yo compartiera al respecto. Había varias cuestiones sobre las cuales yo no sabía cómo compartir o solucionar en el momento. Empecé a pensar: “Hará falta mucha reflexión y búsqueda para hallar una respuesta clara a estas cuestiones. Llevará mucho tiempo. ¡Qué fastidio! Podría dejar reposar estos problemas y que mi compañera los resuelva más adelante”. Cuando pensé en esto, me di cuenta de que volvía a mostrar consideración por la carne. Fui rápidamente a orar a Dios: “Dios mío, sé que una vez más estoy codiciando la comodidad y siento la tentación de ser astuta y escurridiza. Estoy dispuesta a rebelarme contra la carne y dedicar todas mis fuerzas a resolver estos problemas. ¡Te ruego que me guíes!”. Más tarde, leí las palabras de Dios: “Cuando alguien ama realmente la verdad, puede tener un corazón sincero con un tremendo deseo por Dios, además del impulso para practicar la verdad y someterse a Dios. Al estar en posesión de una fortaleza real, estas personas son capaces de pagar el precio, dedicar su energía y tiempo, renunciar a sus beneficios personales, y desprenderse de todos los enredos de la carne, despejando así el camino para la práctica de las palabras de Dios y de la verdad, así como para la entrada en la realidad de la palabra de Dios. Si, para entrar en la realidad de la palabra de Dios, puedes desprenderte de tus propias nociones, de los intereses de tu propia carne, reputación, estatus, fama y de los placeres de la carne, si puedes desprenderte de todas esas cosas, entonces entrarás cada vez más en la realidad-verdad. Cualesquiera que sean las dificultades y los problemas que tengas, dejarán de ser tales, se resolverán fácilmente y accederás sin dificultad a la realidad de las palabras de Dios. Para entrar en la realidad-verdad, las dos condiciones indispensables son poseer un corazón sincero y que este tenga un tremendo deseo por Dios. Si solo posees un corazón sincero, pero siempre eres cobarde, careces de un tremendo deseo por Dios y retrocedes ante las dificultades, con eso no es suficiente. Si solo tienes un tremendo deseo por Dios en tu corazón y eres un poco impulsivo, si simplemente tienes esa aspiración, pero te falta un corazón sincero cuando te encuentras con dificultades, y retrocedes y escoges tus propios intereses, con eso tampoco es suficiente. Necesitas tanto un corazón sincero como que este tenga un tremendo deseo por Dios. El nivel de sinceridad de tu corazón y la intensidad de tu tremendo deseo por Dios determinan el poder de tu impulso para practicar la verdad. Si no tienes un corazón sincero y careces de un gran deseo por Dios, no serás capaz de entender Sus palabras y no tendrás el impulso para practicar la verdad. Así, no podrás entrar en la realidad-verdad y te resultará difícil alcanzar la salvación(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Atesorar las palabras de Dios es la base de la fe en Dios). Las palabras de Dios me inspiraron mucho. Cuando cumplía con mi deber, huía constantemente de las dificultades y me acobardaba ante las tareas duras. El problema principal era que no trataba mi deber con un corazón sincero, y no estaba dispuesta a sufrir ni a pagar un precio para practicar la verdad. Al pensar en ello, me di cuenta de que el hecho de que no pudiera solucionar los problemas de los nuevos fieles significaba que no comprendía ese aspecto de la verdad. Ese era el momento en que debía buscar la verdad y dotarme de ella. Esta clase de entorno podía impulsarme a acercarme a Dios y confiar en Él, y, más aún, me daba una oportunidad de ganar la verdad. Debía valorar estas oportunidades, rebelarme contra mi propia carne y confiar en Dios para buscar la verdad y resolver estas cuestiones, pagando el precio que hubiera que pagar. Solo así podría obtener la guía y el esclarecimiento de Dios, para poco a poco comprender y ganar la verdad. Si constantemente disfrutaba de la comodidad, huía de las dificultades y me acobardaba cuando las cosas se complicaban, nunca entraría en la realidad-verdad y no tendría forma de ganar la verdad. En última instancia, la perjudicada sería yo. Después de comprender esto, oré a Dios, y busqué algunas palabras Suyas relevantes para los problemas de los nuevos fieles. Más tarde, Zhen Xin y yo organizamos una reunión para que los nuevos fieles comieran y bebieran las palabras de Dios. Por medio de la enseñanza, resolvimos sus problemas. Tras comprender la verdad, los nuevos fieles disponían de una senda de práctica y sus dificultades y problemas quedaron solucionados. ¡Di gracias a Dios desde el fondo de mi corazón! Al buscar realmente la verdad para resolver los problemas, también pude desentrañar algunos de ellos, y comprender algunas verdades que antes no había entendido. Al cumplir con mi deber de este modo, mi corazón se sintió tranquilo y en paz.

Después de esta experiencia, vi que todas las dificultades y problemas que encontraba cuando cumplía con mi deber contaban con el permiso de Dios, y que Él no me estaba poniendo las cosas difíciles deliberadamente. La intención de Dios era usar estas diversas dificultades y problemas para impulsarme a buscar los principios-verdad, así como utilizar tales dificultades para poner en evidencia mi corrupción y mis deficiencias, con el fin de que buscara la verdad para corregir mi propio carácter corrupto. De lo contrario, viviría siempre dependiente de tal carácter y disfrutaría de la comodidad, y sería astuta y escurridiza a la hora de desempeñar mi deber. Esto no solo retrasaría la obra de la iglesia, sino que, a la larga, me arruinaría. Fueron las palabras de Dios las que me despertaron a mí, una persona necia y obstinada. ¡Gracias a Dios por Su salvación!

Anterior: 23. ¿Debemos retribuir con gratitud una amabilidad recibida?

Siguiente: 25. No me arrepiento de dejar mi empleo fijo

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

70. He dejado de presumir

Por Mo Wen, EspañaRecuerdo que en 2018 mi deber era evangelizar en la iglesia, y luego me pusieron al frente de esa labor. Era capaz de ver...

57. Denunciar o no denunciar

Por Yang Yi, ChinaDios Todopoderoso dice: “Por el bien de vuestro destino, debéis buscar la aprobación de Dios. Es decir, ya que reconocéis...

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro

Introduce tus palabras clave de búsqueda

Índice
Ajustes
Libros
Buscar
Vídeos