23. ¿Debemos retribuir con gratitud una amabilidad recibida?

Por Ouyang Xue, China

En 2015, los líderes dispusieron que cumpliera deberes relacionados con textos. En ese momento, los líderes habían podado a Cheng Nuo, la líder de equipo, por tener una mala actitud al cumplir su deber. Ella creía que los líderes habían decidido que yo fuera porque querían reemplazarla, así que me complicaba las cosas todo lo que podía. A menudo, en las reuniones, me interrogaba sobre problemas relacionados a los sermones. Si yo no podía responder, Cheng Nuo me ridiculizaba diciendo: “¿Dónde está tu aptitud? ¿No fue por eso que los líderes decidieron que vinieras?”. Al escucharla, mi corazón se sentía muy limitado. Todas las reuniones eran un tormento. Como mi estado era malo, no se me ocurrían ideas al revisar los sermones y no podía dotarme de principios. Sentía que cumplir este deber era muy difícil y que no estaba a la altura. Tenía angustia en mi corazón y quería regresar a casa. En el momento en que mi estado tocó fondo, la hermana que colaboraba conmigo, Yang Guang, vio cómo me encontraba y me habló y ayudó con paciencia. También me alentó a no perder la oportunidad de cumplir mi deber; dijo que podía compartir y discutir con ella todo lo que no entendiera y que podíamos trabajar juntas. Yang Guang habló mucho conmigo y mi corazón se sintió mucho más claro e iluminado. También tuve la voluntad de continuar cumpliendo mi deber. Luego, dediqué tiempo y esfuerzo para dotarme de principios y hablé con Yang Guang sobre todo lo que no entendía. De a poco descubrí algunas sendas al cumplir mi deber y me sentí muy agradecida hacia Yang Guang. Más adelante, destituyeron a Cheng Nuo y mis hermanos y hermanas me recomendaron para ser líder de equipo. Quise rechazarlo porque temía no estar a la altura de la tarea, pero Yang Guang me dio aliento una vez más. Dijo que yo discutiría con el resto de los miembros del equipo todo lo que no pudiera hacer, y que ella también me ayudaría. Entonces, acepté el deber de líder de equipo. Durante este período, Yang Guang y yo discutíamos a menudo sobre la senda para cumplir mi deber y el trabajo progesaba casi sin contratiempos. Estaba muy agradecida con Yang Guang y sentía que tenía que recordar este favor en mi corazón. Si en el futuro ella tenía algún problema, debía hacer mi mejor esfuerzo por ayudarla. No podía ser desagradecida.

Después de un tiempo, Yang Guang regresó de visita a su casa, pero su hijo no estuvo de acuerdo con que volviera a salir a cumplir su deber. Incluso dijo que no la cuidaría cuando fuera mayor y Yang Guang se sintió limitada por ello. Vivía en un estado negativo constante y no llevaba una carga al cumplir su deber. Hablé con ella y la ayudé varias veces, pero seguía sin cambiar las cosas. Luego, llegó una carta de los líderes que decía que el estado de Yang Guang ya impedía seriamente el trabajo y que, si no cambiaba pronto las cosas, debía ser destituida. Cuando leí la carta, sentí mucha ansiedad. Pensé en que Yang Guang me había ayudado mucho cuando tuve dificultades, así que tenía que brindarle mucha ayuda en este momento crítico. Luego, busqué a Yang Guang y hablé con ella. Me dijo que su estado había mejorado un poco y me sentí algo aliviada. En otra ocasión, Yang Guang tenía en carpeta algunos semones que había que revisar con urgencia, pero, tras dos semanas, aún no había completado la tarea. Vi que el corazón y la mente de Yang Guang no estaban puestos en su deber y que, si continuaba así, el trabajo se retrasaría. Pensé en designar a otra persona para hacerlo, pero luego también pensé: “Si Yang Guang revisa los sermones, demostrará que está obteniendo resultados en su deber y no la reasignarán. Tengo que ayudarla en esto”. Entonces, fui a hablar con ella y le pedí que cambiara la actitud hacia su deber y que revisara los sermones con urgencia. Sin embargo, pasaron varios días más sin ningún avance. Le pregunté por la causa específica, pero no me respondió con honestidad. Comprendí que no podía seguir tratando de que tabajara con los sermones, y me apresuré a designar a otra persona para hacerlo. Cuando vi que el trabajo se había retrasado, sentí un remordimiento enorme. Sabía que había que destituir a Yang Guang por ser constantemente incapaz de cambiar su estado, pero luego pensé: “Para empezar, su estado no es un bueno. ¿Qué sucederá si, después de la destitución, no puede salir de él?”. No podía soportar hacerlo; tenía el corazón en un puño. En ese momento, surgió la necesidad de enviar personas a realizar otra tarea, así que decidí que Yang Guang fuera a hacer eso. Luego, no tuve más noticias sobre ella.

Un año después, me eligieron líder en la iglesia. En una ocasión, mientras leía un informe del trabajo, me enteré de que Yang Guang era extremadamente pasiva en su deber, que regresaba a casa muy a menudo y que derivaba todo el trabajo a su compañero. Es más, la seguridad de Yang Guang corría peligro y no era prudente que fuera y viniera. Ya habían hablado con ella sobre eso, pero no lo había aceptado. En cuanto leí que el comportamiento de Yang Guang era igual que antes y que no había cambiado para nada, pensé en hablar con la hermana que colaboraba conmigo sobre la posibilidad de reasignar a Yang Guang. Sin embargo, inmediatamente recordé que Yang Guang me había ayudado mucho en mi peor momento y que yo, en cambio, ahora quería destituirla en cuanto me convertí en líder. Si ella se enterara, ¿no diría que no tengo conciencia y que soy una desagradecida? No podría mirarla a la cara si nos encontráramos después de eso. Por lo tanto, ya no quise mencionar el asunto a la hermana que colaboraba conmigo. Más tarde, vi a Yang Guang y le hablé sobre la naturaleza y las consecuencias de cumplir su deber de esa forma, y le advertí que, si no cambiaba las cosas, sería destituida. En el momento, Yang Guang asintió de inmediato. Sin embargo, no me esperaba que, menos de un mes después, la hermana que colaboraba con ella enviara una carta para decir que aún era proclive a ser negligente en su deber y que esto había obstaculizado gravemente el trabajo. Sentí un profundo remordimiento en mi corazón. Si la hubiera destituido sin demoras, no habría retrasado el trabajo un mes más. Me di cuenta de que el comportamiento de Yang Guang era constante, que ayudarla algunas veces no lo cambiaría y decidí destituirla.

Después, reflexioné. ¿Por qué no podía ocuparme de ningún problema que se relacionara con Yang Guan conforme a los principios? Leí dos pasajes de las palabras de Dios: “Algunas personas son extremadamente sentimentales. Cada día, en todo lo que dicen y en todas las maneras en las que se comportan con los demás, viven según sus sentimientos. Reaccionan de forma emocional frente a esta o aquella persona y pasan sus días ocupándose de asuntos de relaciones y sentimientos. En todo lo que se encuentran, viven en el ámbito de los sentimientos. Cuando un pariente no creyente de esa persona muere, lo llora durante tres días y no permite que entierren el cuerpo. Sigue teniendo sentimientos por el fallecido y estos son demasiado intensos. Se podría decir que esos sentimientos son el defecto fatal de esta persona. Sus emociones los constriñen en todos los asuntos, son incapaces de practicar la verdad o de actuar de acuerdo con los principios, y con frecuencia son propensos a rebelarse contra Dios. Los sentimientos son su mayor debilidad, su peor defecto, y pueden llevarlos a la ruina absoluta y destruirlos. Las personas que son demasiado sentimentales son incapaces de poner la verdad en práctica o de someterse a Dios. Les preocupa la carne y son estúpidos y están atolondrados. La naturaleza de esta clase de personas es muy sentimental y viven en función de sus sentimientos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre). “¿Qué caracteriza a los sentimientos? Desde luego, nada positivo. Es un enfoque en las relaciones físicas y en satisfacer las predilecciones de la carne. El favoritismo, defender los errores de otros, malcriar, mimar y consentir, todo ello entra dentro del ámbito de los sentimientos. Algunas personas les dan mucha importancia a los sentimientos, reaccionan a cualquier cosa que les ocurra basándose en ellos; en su corazón, saben muy bien que esto está mal, y aun así son incapaces de ser objetivos, y mucho menos de actuar según los principios. Cuando los sentimientos constriñen siempre la conducta de las personas, ¿acaso son capaces de practicar la verdad? ¡Esto resulta extremadamente difícil! La incapacidad de muchas personas para practicar la verdad se reduce a los sentimientos; consideran que estos son especialmente importantes, los ponen en primer lugar. ¿Se trata de personas que aman la verdad? Por supuesto que no. ¿Qué son los sentimientos, en esencia? Son una clase de carácter corrupto. Las manifestaciones de los sentimientos pueden describirse utilizando varias palabras: tener favoritismo, proteger a los demás sin atenerse a los principios, mantener relaciones físicas y tener parcialidad; eso son los sentimientos(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es la realidad-verdad?). Dios deja en evidencia que los sentimientos limitan en todo sentido a las personas muy sentimentales. No pueden practicar la verdad ni hacer las cosas de acuerdo con los principios. Aunque en sus corazones saben que su proceder no es correcto, no pueden ocuparse del trabajo con imparcialidad. Yo era una persona muy sentimental y había revelado mis sentimientos en mis interacciones con Yang Guang. Cuando recién comenzaba con mis deberes relacionados con textos, solía vivir en la negatividad y pensaba abandonar mi deber. Fue Yang Guang quien me ayudó una y otra vez con paciencia para que tuviera fe para cumplir mi deber. Sentí que había sido buena y amable conmigo. Después de convertirme en líder de equipo, había notado que Yang Guang vivía constamente en medio del afecto por su familia y que eso obstaculizaba el trabajo. Sin embargo, no solo no la destituí, sino que la protegí. No había informado su situación real a los líderes y le había dado una oportunidad tras otra para que pudiera continuar cumpliendo sus deberes. Como resultado, el trabajo se retrasó. Después de convertirme en líder en la iglesia, había visto que Yang Guang constantemente no llevaba una carga en su deber y que tenía que ser destituida, pero había tenido presente la amabilidad que me había demostrado. Cuando pensé en la ayuda que me había brindado, no pude tolerar destituirla y seguí protegiéndola basándome en mis sentimientos. Seguí dándole una oportunidad tras otra, pero esto causó trastornos y perturbaciones en el trabajo. Me di cuenta de que actuar de acuerdo a mis sentimientos solo lograría que me resistiera a Dios y lo traicionara. Me culpé duramente por mi comportamiento y me odié por vivir en mis sentimientos carnales y por no proteger el trabajo de la iglesia. Oré a Dios: “¡Dios mío! Ya no quiero actuar de acuerdo a mis sentimientos. Debo practicar conforme a los principios y proteger el trabajo de la iglesia. Te pido que guíes para poder practicar la verdad”. Luego, hablé del asunto con la hermana que colaboraba conmigo y destituí a Yang Guang. Solo entonces mi corazón estuvo en calma.

Después, leí las palabras de Dios que dejan en evidencia la idea tradicional de que “De bien nacidos es ser agradecidos” y gané algo de entendimiento sobre mi estado. Dios dice: “La idea de que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud es uno de los criterios clásicos de la cultura tradicional china para juzgar si la conducta de una persona es moral o inmoral. A la hora de evaluar si alguien tiene buena o mala humanidad y cómo de moral es su conducta, uno de los puntos de referencia es si devuelve los favores o la ayuda que recibe, si se trata de alguien que devuelve con gratitud la amabilidad recibida. En la cultura tradicional china y en la cultura tradicional de la humanidad, la gente lo considera una medida importante de la conducta moral. Si alguien no entiende eso de que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud y es un desagradecido, entonces se le considera carente de conciencia e indigno de que nadie se relacione con él, y debería ser despreciado, desdeñado o rechazado por todos. En cambio, si alguien entiende que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud, si es agradecido y devuelve los favores y la ayuda que recibe con todos los medios a su alcance, se le considera una persona de conciencia y humanidad. Si alguien recibe beneficios o ayuda de otra persona, pero no los devuelve, o solo le expresa un poco de gratitud con un simple ‘gracias’ y nada más, ¿qué pensará la otra persona? ¿Le resultará incómodo? ¿Pensará quizás: ‘Ese hombre no merece que le ayuden, no es una buena persona. Si responde así cuando le he ayudado tanto, es que no tiene conciencia ni humanidad, y no merece la pena relacionarse con él’? Si se volvieran a encontrar con ese tipo de persona, ¿seguirían ayudándoles? Al menos, no lo desearían. En circunstancias similares, ¿no os preguntaríais si realmente deberíais ayudar o no? La lección que habríais aprendido de vuestra experiencia anterior sería: ‘No puedo ayudar a cualquiera; tienen que entender que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud. Si son de los desagradecidos que no me devuelven la ayuda que les he prestado, entonces mejor no ayudarles’. ¿No sería esa vuestra opinión al respecto? (Sí)” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). “Antes de que comprendieras la verdad, vivías conforme a tu conciencia, y daba igual quién te ofreciera amabilidad o te ayudara, aunque fuera un malvado o un gánster, siempre se lo devolvías, y te sentías obligado a recibir una bala por tus amigos e incluso a arriesgar la vida por ellos. Los hombres han de esclavizarse para sus benefactores a modo de retribución, mientras que las mujeres deben comprometerse en matrimonio y darles hijos. Esa es la idea que inculca la cultura tradicional en la gente, le ordena así devolver con gratitud la amabilidad recibida. Por consiguiente, piensan: ‘Solo aquellos que devuelven la amabilidad tienen conciencia, y si no lo hacen es que carecen de ella y son inhumanos’. Tal idea está enraizada con firmeza en el corazón de las personas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). Después de leer las palabras de Dios comprendí que, al no desitituir a Yang Guang por tener constantemente presente la amabilidad que ella me había demostrado, me ataba la idea cultural tradicional de que “De bien nacidos es ser agradecidos”. Cuando era muy pequeña, solía oir que mi abuela decía: “Para comportarte, debes comprender la gratitud. Tienes que saber que ‘De bien nacidos es ser agradecidos’. Si no sabes que tienes que retribuir la amabilidad, serás una desagradecida y nadie querrá tener nada que ver contigo”. Mi madre se comportaba de esta manera. Recuerdo que, cuando mi hermano menor estuvo enfermo, gastamos todos los ahorros de la familia y todas las personas de la aldea hicieron una colecta para ayudarnos. Mi madre recordó la amabilidad de los demás aldeanos y, en cada cosecha de otoño, se apresuraba a terminar el trabajo de nuestra familia para ir ayudar al resto de los aldeanos con el suyo. Todas las personas de la aldea decían que mi madre tenía buena humanidad y que era bueno juntarse con ella. En esa época, mi madre solía decirme que los demás aldeanos nos habían ayudado cuando tuvimos dificultades y que debíamos ser agradecidos. Siempre que alguien estuviera en problemas, debíamos tender la mano para ayudar y no podía faltarnos la conciencia. De a poco, esto fue tiñendo mi pensamiento y yo también había llegado a pensar que solo eran buenas personas quienes comprendieran que “De bien nacidos es ser agradecidos”. En cambio, si una persona no entendía la importancia de retribuir una amabilidad, entonces carecía de concienca y no valía la pena relacionarse con ella. Después de comenzar a creer en Dios, Yang Guang me había ayudado y apoyado muchas veces cuando tuve dificultades o me sentí negativa y débil. Por eso, había pensado que debía retribuir esa amabilidad. Entonces, cuando hubo que destituirla, la había protegido y vulnerado así los principios. Le había dado una oportunidad tras otra y esto hizo que el trabajo de la iglesia se retrasara. Había retribuido la amabilidad, pero había perturbado el trabajo de la iglesia. Había estado viviendo según la idea de la cultura tradicional de que “De bien nacidos es ser agradecidos” y no había aplicado ni una pizca de principio al comportarme o hacer las cosas. Comprendí que la opinión de que “De bien nacidos es ser agradecidos” no era algo positivo ni estaba de acuerdo con la verdad.

Leí otro pasaje de las palabras de Dios y vi más claramente cuán falaz es la idea de que “De bien nacidos es ser agradecidos”. Dios dice: “Las afirmaciones sobre la conducta moral como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’ no indican a las personas exactamente cuáles son sus responsabilidades en la sociedad y entre la humanidad. Por el contrario, son una forma de obligar o forzar a las personas a actuar y pensar de una determinada manera, independientemente de si quieren hacerlo o no, y sin importar las circunstancias o el contexto en el que les ocurren estos actos de amabilidad. En la antigua China, hay muchos ejemplos como este. Por ejemplo, un niño mendigo hambriento fue acogido por una familia que lo alimentó, lo vistió, lo entrenó en artes marciales y le enseñó todo tipo de conocimientos. Esperaron a que creciera y empezaron a utilizarlo como fuente de ingresos, enviándolo a hacer el mal, a matar gente, a hacer cosas que no quería hacer. Si consideras su historia a la luz de todos los favores que recibió, entonces que se salvara fue algo bueno. Pero si se considera lo que se vio obligado a hacer después, ¿fue realmente bueno o malo? (Fue malo). Pero con el condicionamiento de la cultura tradicional, como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’, la gente no puede hacer esta distinción. A primera vista, parece que el chico no tenía más remedio que hacer el mal y herir a la gente, convertirse en un asesino, cosas que la mayoría de la gente no desearía hacer. Pero ¿acaso el hecho de que hiciera estas cosas malas y matara a instancias de su amo no provenía, en el fondo, de un deseo de devolverle su amabilidad? Sobre todo a causa del condicionamiento de la cultura tradicional china, como ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’, la gente no puede evitar verse influida y controlada por estas ideas. La forma en que actúan y las intenciones y motivaciones que hay detrás de sus actos están sin duda constreñidas por ellas. Cuando el chico se vio en esa situación, ¿qué habrá sido lo primero que pensó? ‘Esta familia me ha salvado y se ha portado bien conmigo. No puedo ser desagradecido, debo devolverles su amabilidad. Les debo la vida, así que debo dedicársela a ellos. Debo hacer todo lo que me pidan, aunque eso signifique hacer el mal y matar gente. No puedo considerar si está bien o mal, simplemente debo corresponder a su amabilidad. ¿Merecería que se me siguiera considerando humano si no lo hiciera?’. En consecuencia, cada vez que la familia quería que asesinara a alguien o hiciera algo malo, él lo hacía sin ninguna duda o reserva. Entonces, ¿acaso su conducta, sus acciones y su obediencia incondicional no estaban dictadas por la idea y el punto de vista de que ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’? ¿No estaba cumpliendo ese criterio de conducta moral? (Sí). ¿Qué observas en este ejemplo? ¿Es bueno o no el dicho de que ‘La amabilidad recibida debe devolverse con gratitud’? (No lo es, no tiene ningún principio). En realidad, una persona que retribuye la amabilidad sí tiene un principio. A saber, que la amabilidad recibida debe devolverse con gratitud. Si alguien te hace un favor, tú debes devolvérselo. Si no lo haces, no eres humano y no hay nada que puedas decir si te condenan por ello. Ya lo dice el refrán: ‘La amabilidad de una gota de agua debe ser recompensada con un manantial’; pero, en este caso, el chico recibió un gesto de amabilidad que no era pequeño, pues incluso le salvó la vida, así que, con más razón, tuvo que devolverlo con una vida. No sabía cuáles eran los límites ni los principios para retribuir la amabilidad. Creía que esa familia le había dado la vida, por lo que tenía que dedicársela a cambio y hacer todo lo que le exigieran, incluido el asesinato u otros actos de maldad. Esta forma de devolver la amabilidad no tiene principios ni límites. Actuó como cómplice de los malhechores y, a la vez, se malogró a sí mismo. ¿Resultó correcto que devolviera la amabilidad de esta manera? Por supuesto que no. Fue una manera insensata de hacer las cosas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). A través de las palabras de Dios vi que, una vez que Satanás inculca a las personas la idea de que “De bien nacidos es ser agradecidos”, ellas retribuyen la amabilidad indiscriminadamente, a pesar de todo y sin importar lo que está bien y lo que no. Actúan sin principio y sin hacer el más mínimo balance en su conciencia. Yo vivía según la idea de que “De bien nacidos es ser agradecidos”. A fin de retribuir a Yang Guang por la ayuda que me había brindado, no solo no la había destituido, sino que la había ayudado y le había dado una oportunidad tras otra aunque sabía bien que no era apta para cumplir los deberes. En consecuencia, el trabajo de la iglesia se retrasó. La idea de que “De bien nacidos es ser agradecidos” me tenía atada e inmovilizada y no tenía la habilidad para discernir lo que estaba bien de lo que estaba mal. Había actuado vulnerando los principios y había retrasado el trabajo de la iglesia. ¡Había sido tan atolondrada! Si no hubiera sido por el desenmascaramiento de las palabras de Dios, y si no hubiera podido discernir de acuerdo con ellas, aún creería que había hecho lo correcto, sin reconocer el daño que me había hecho la cultura tradicional.

En abril de 2023, un día los líderes me pidieron por carta que escribiera una evaluación de Yang Guang. Pensé en lo que había dicho la hermana que había estado colaborando con ella hacía poco: que cuando se le asignaban deberes a Yang Guang, ella no los aceptaba y llegaba a decir que pedirle que cumpliera deberes era negarle su libertad. Yang Guang no había estado cumpliendo sus deberes hasta ese momento, además del comportamiento que había tenido previamente cuando sí lo hacía. Sabía que, si escribía todo esto, era muy probable que echaran a Yang Guang. Si ella descubría que yo había dado información sobre su comportamiento, ¿me odiaría? ¿Pensaría que me faltaba calor humano? Sin embargo, si no lo escribía, perdería una oportunidad de practicar la verdad. Esto es una ofensa hacia Dios. Aquella noche, di vueltas en la cama, incapaz de dormir. Mientras buscaba y reflexionaba, pensé en un pasaje de las palabras de Dios y lo busqué para leerlo. Dios dice: “Dios usa a veces los servicios de Satanás para ayudar a la gente, pero en esos casos debemos asegurarnos de darle las gracias a Dios y no devolverle la amabilidad a Satanás; se trata de una cuestión de principios. Cuando la tentación llega en la forma de una persona malvada que brinda amabilidad, lo primero que debes tener claro exactamente es quién te está ayudando y ofreciéndote asistencia, cuál es tu propia situación y si hay otras sendas que puedas tomar. Debes lidiar con tales casos de manera flexible. Si Dios quiere salvarte, sin importar los servicios de quién utilice para lograrlo, primero debes agradecer a Dios y aceptarlo de parte de Él. No debes dirigir tu gratitud únicamente hacia las personas, por no hablar de ofrecer tu vida a alguien en agradecimiento. Esto es un grave error. Lo fundamental es que tu corazón esté agradecido a Dios y que lo aceptes de parte de Él(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). Después de leer las palabras de Dios, mi corazón se sintió liberado de repente. Siempre había estado agradecida con Yang Guang y creía que la razón por la que no había abandonado mi deber en ese entonces era que Yang Guang me había hablado y ayudado. En mi corazón, nunca fui capaz de desprenderme de esta amabilidad y quería retribuírsela. ¡Era verdaderamente tonta y ciega! Dios tiene soberanía y ordena qué deber puede hacer una persona y cuándo debe cumplirlo. Cuando Yang Guang me ayudó, eso había sido orquestado y arreglado por Dios. No debería haber atribuido toda la amabilidad a Yang Guang. Era a Dios a quien debía agradecer.

Leí más de las palabras de Dios: “En realidad, con independencia de si se la devuelves o no, sigues siendo humano y viviendo en el marco de la humanidad normal, y que le retribuyas no cambiará nada. Tu humanidad no va a sufrir ningún cambio y tu carácter corrupto no va a quedar aplacado por el mero hecho de que le hayas retribuido bien. De igual modo, tu carácter corrupto no empeorará solo porque no le hayas retribuido bien. El hecho de que devuelvas y concedas amabilidad o hagas lo contrario no tiene en absoluto relación con tu carácter corrupto. Por supuesto, exista o no una conexión, para Mí, este tipo de ‘amabilidad’ simplemente no existe, y espero que también sea así para vosotros. Entonces, ¿cómo debes considerarlo? Simplemente como una obligación y una responsabilidad, y algo que una persona con instintos humanos debe hacer. Deberías tratarlo como tu responsabilidad y obligación como ser humano, y hacerlo lo mejor que puedas. Eso es todo(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (7)). “¿Según qué principio piden las palabras de Dios que la gente trate a los demás? Ama lo que Dios ama y odia lo que Dios odia. Ese es el principio al que hay que atenerse. Dios ama a los que persiguen la verdad y son capaces de seguir Su voluntad; esas son también las personas a las que debemos amar. Aquellos que no son capaces de seguir la voluntad de Dios, que lo odian y se rebelan contra Él, son personas detestadas por Dios, y nosotros también debemos detestarlas. Esto es lo que Dios pide del hombre(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente). Después de meditar las palabras de Dios, comprendí que para Él sencillamente no existe la idea de “amabilidad”. No hay que retribuir amabilidades a las personas que nos han ayudado sin pensar en lo importante. En cambio, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para cumplir bien nuestras responsabilidades sin vulnerar el principio-verdad. Si algo vulnera el principio-verdad, hay que rechazarlo y practicar de acuerdo con lo que Dios exige. A las personas que persiguen la verdad y están dispuestas a cumplir su deber, aunque revelen corrupción, hay que hacer todo los posible por ayudarlas con un corazón amoroso, siempre y cuando estén dispuestas a arrepentirse y cambiar. No hay que considerar si nos han ayudado o si nos han demostrado amabilidad. Y las personas que no persiguen la verdad, no están dispuestas a cumplir su deber, no se arrepienten ni cambian después de hablar con ellas varias veces e incluso continúan haciendo el mal, son objeto del odio de Dios. Nosotros también debemos rechazarlas y odiarlas. En cuanto a Yang Guang, yo la había ayudado mucho, pero ella simplemente no colaboraba. Después de varios años, seguía sin mostrar el menor cambio. Había creído en Dios durante muchos años, pero no practicaba la verdad y no estaba dispuesta a cumplir su deber. Era parte de los incrédulos que revelaba la obra de Dios. Yo debía practicar de acuerdo con los principios, amar lo que Dios ama y odiar lo que Él odia. Entonces, escribí la evaluación de Yang Guang. Después de enviar la evaluación, mi corazón se sintió en calma. Luego, echaron a Yang Guang.

Gracias a mis experiencias durante este tiempo, gané algo de discernimiento sobre la idea tradicional de que “De bien nacidos es ser agradecidos”. También experimenté que la forma en la que Dios disecciona las falacias de la cultura tradicional es Su salvación de la humanidad. Si no hubiera leído las palabras de Dios, aún seguiría viviendo según la idea tradicional de que “De bien nacidos es ser agradecidos” y no sé cuántas cosas que vulneraban la verdad y eran opuestas a Dios habría hecho. Haber podido hacer este pequeño cambio es el resultado obtenido por las palabras de Dios. ¡Gracias a Dios!

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