89. Uno debe aprender a abrirse para compartir las propias dificultades

Por Nancy, India

En julio de 2023, recién había comenzado a formarme para supervisar el trabajo de diversas iglesias. Cada vez que me enfrentaba a dificultades en el trabajo, siempre trataba de resolverlas por mi cuenta y nunca buscaba ayuda de los líderes superiores. Pensaba que, si siempre les informaba de problemas en lugar de resolverlos yo misma, me estaría quejando y no cumpliendo bien con mis responsabilidades. Quería mostrarles que tenía capacidad de trabajo y podía resolver los problemas sola, así como dejar una buena impresión en los corazones de mis hermanos y hermanas.

Recuerdo que hubo una época en la que los resultados del trabajo de riego no eran buenos y muchos nuevos fieles no se reunían muy a menudo. Algunos regadores estaban ocupados con el trabajo de granja y cuestiones hogareñas, así que no podían hacer un seguimiento de los fieles ni apoyarlos con prontitud, mientras que otros estaban tan ocupados con el trabajo que simplemente se olvidaban de reunirse con los nuevos fieles. En ese momento, no informé de tales problemas a los líderes superiores, pues quería que vieran que podía lidiar con ellos. Compartí con los regadores y los llamé para interesarme por su estado. Sin embargo, mi experiencia de vida era demasiado superficial y no entendía suficientes verdades, así que no pude desentrañar el origen del problema. Me limité a compartir con ellos brevemente y a señalarles sus problemas, exhortándolos a llevar una carga en su manera de tratar sus deberes. En consecuencia, no se resolvió la superficialidad de los regadores en su deber y los nuevos fieles seguían sin asistir a las reuniones con regularidad. Pensé: “¿Debería hablarles a los líderes superiores sobre estos problemas para que puedan ayudar y compartir sobre ellos?”. Sin embargo, temía que, si informaba sobre la verdad, los líderes me creyeran incapaz de hacer trabajo real, así que no dije nada. Más tarde, el número de nuevos fieles que no asistían a las reuniones con regularidad no paró de crecer y surgieron un sinfín de problemas en el trabajo. Sentía una gran presión y mi corazón estaba especialmente atormentado y débil. Sin embargo, a pesar de ello, no me abrí ante mis hermanos y hermanas respecto a mi estado. Pensaba que, si me abría a compartir mis dificultades y debilidades, mis hermanos y hermanas también podrían volverse negativos y débiles y que, como líder, debía tener fe y mantenerme fuerte en mi interior. Solo así mis hermanos y hermanas tendrían fe para cumplir sus deberes. Pensé también que, si me abría sobre mis verdaderos pensamientos y deficiencias, mis hermanos y hermanas me despreciarían. Durante esa época, los líderes me preguntaban a menudo: “¿Hay alguna dificultad en tus deberes?”. En realidad, había muchos problemas en la iglesia que no podía resolver, pero temía que, si se lo decía a los líderes, pensaran que no podía hacer el trabajo. No quería que los líderes pensaran que era incapaz de hacer bien mi deber, así que seguí ocultando mi estado y los problemas en el trabajo. En diciembre, más nuevos fieles de la iglesia no asistieron a las reuniones con regularidad. A veces acudían y otras no. Los líderes superiores me preguntaron: “¿Por qué hay tantas personas que no asisten a las reuniones con regularidad? ¿Se debe a que los regadores no han hecho seguimiento de ellos a tiempo?”. Pensé: “Si los líderes superiores descubren que los regadores en las iglesias de las que soy responsable tienen tantos problemas, podrían podarme por no hacer trabajo real”. Temía que los líderes me culparan o pensaran que no podía resolver los problemas, así que mentí y dije: “El motivo es la mala conexión a internet de los nuevos fieles y que algunos no tienen celular. Por eso no pueden asistir a las reuniones con regularidad”. Los líderes superiores me hicieron otra pregunta: “¿Cómo van los resultados del trabajo evangélico?”. Sabía que el progreso del trabajo evangélico era lento y algunos destinatarios potenciales del evangelio no se conformaban a los principios y carecían de capacidad de comprensión. Sin embargo, quería mostrarles a los líderes que era capaz de ocuparme del trabajo evangélico, así que dije: “Estas personas podrán unirse a la iglesia muy pronto”. Como oculté la verdad, mis hermanos y hermanas pasaron mucho tiempo haciendo seguimiento de estos destinatarios potenciales del evangelio, desempeñando mucho trabajo inútil. Esto trastornó y perturbó el trabajo de la iglesia.

En ese momento, mi estado era muy malo y la líder superior, la hermana Suzanne, compartió conmigo palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Independientemente del contexto, sea cual sea el deber que desempeñe, el anticristo tratará de dar la impresión de que no es débil, de que siempre es fuerte, que está lleno de fe y que nunca es negativo, de modo que las personas nunca vean su verdadera estatura o su auténtica actitud hacia Dios. En realidad, en el fondo de su corazón, ¿de verdad creen que no hay nada que no puedan hacer? ¿De verdad piensan que no tienen debilidad, negatividad ni revelaciones de corrupción? Por supuesto que no. Se les da bien fingir, son expertos en ocultar cosas. Les gusta mostrar a la gente su lado fuerte y espléndido, no quieren que perciban su lado débil y verdadero. Su propósito es obvio, sencillamente mantener su vanidad y orgullo, proteger el lugar que ocupan en el corazón de las personas. Piensan que si se abren a los demás sobre su propia negatividad y debilidad, si revelan su lado rebelde y corrupto, esto supondrá un daño grave para su estatus y reputación, causará más problemas de los necesarios. Así que prefieren morir antes que admitir que por momentos son débiles, rebeldes y negativos. Y si llega un día en el que todo el mundo percibe su lado débil y rebelde, cuando vean que son corruptos y que no han cambiado en absoluto, seguirán fingiendo. Consideran que si admiten que tienen un carácter corrupto, que son personas normales e insignificantes, perderán entonces su lugar en el corazón de los demás, la idolatría y adoración de todos, y así habrán fracasado por completo. Por eso, pase lo que pase, no se abrirán a la gente. En ningún caso entregarán a nadie su poder y su estatus. En cambio, se esfuerzan al máximo por competir y nunca se darán por vencidos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (X)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que a los anticristos se les da bien simular. No quieren que otros vean su negatividad y debilidad, así que siempre evitan los problemas y no hablan sobre sus fallos y defectos, solo muestran a los demás su lado positivo con el fin de ganarse su corazón. Yo era justo así. Escondía intencionadamente mis dificultades, negatividad y debilidades porque quería disfrazarme de alguien extraordinario, hacer a la gente sentir que podía resolver todos los problemas y entender la verdad mejor que el resto, así como ocupar un lugar en el corazón de los demás. Me di cuenta de que el carácter que revelaba no era diferente al de un anticristo. Cuando me enfrentaba a problemas que no entendía, no podía comprender ni sabía resolver, no consultaba a mis líderes o colaboradores. No quería que vieran mis defectos y dijeran: “¿Ni siquiera puedes hacer esta tarea?”. Quería que todo el mundo dijera que tenía capacidad de trabajo. Era muy consciente de que mi charla con los regadores no había dado ningún resultado y sus problemas todavía existían, pero nunca buscaba ayuda de los líderes. En consecuencia, no podía resolver los problemas de los regadores a tiempo porque no entendía la verdad, lo cual afectaba al trabajo. Cuando comunicaba con mis hermanos y hermanas, nunca me abría respecto a mi corrupción ni hablaba sobre mis carencias. No quería que los demás conocieran mi verdadera estatura. Por ejemplo, cuando los líderes me preguntaban qué problemas tenía en mi trabajo y si me había enfrentado a dificultades al hacer mi deber, aunque estaba claro que era incapaz de resolver muchos problemas, decía que no tenía dificultades para así darles una buena impresión a los líderes. Los regadores estaban haciendo sus deberes de manera superficial y el trabajo evangélico se había detenido en seco. Sin embargo, cuando los líderes superiores me preguntaron sobre el trabajo, tuve miedo de que, si decía la verdad, los líderes pensaran que no podía resolver problemas y no tenía capacidad de trabajo. Por tanto, encubrí los hechos y dije que los nuevos fieles no podían asistir a las reuniones con regularidad porque no tenían internet, de modo que los líderes pensaran que los que tenían dificultades reales eran los nuevos fieles y no que nosotros no habíamos hecho bien nuestro trabajo. Estaba claro que muchos destinatarios potenciales del evangelio no se conformaban a los principios, pero, con el fin de probar que podía hacer trabajo real, mentí y dije que estas personas podrían unirse a la iglesia, lo que implicó que mis hermanos y hermanas hicieran mucho trabajo inútil, demorando el trabajo de esta. Solo soy una persona corriente. No soy perfecta. Tengo muchos defectos y carencias y recién he empezado a formarme para hacer el trabajo de la iglesia, así que era completamente normal que no supiera cómo hacer muchas de las tareas. Cuando me enfrenté a dificultades, debería haber buscado ayuda de los líderes superiores a tiempo. Sin embargo, siempre creía que, al ser responsable del trabajo, no podía decir que no sabía cómo hacerlo y tenía que ser capaz de resolver todos los problemas por mi cuenta. Incluso engañé y embauqué a los líderes superiores con el fin de ganarme la estima de los demás. ¡Mi carácter arrogante y falso le resultaba muy detestable a Dios! Estaba sumamente triste porque mis erróneas búsquedas habían afectado al trabajo de la iglesia. Sabía que tenía que arrepentirme y que, si continuaba caminando por la senda incorrecta, sin duda Dios me descartaría.

Más adelante, mis hermanos y hermanas me enviaron un pasaje de las palabras de Dios y obtuve algo de entendimiento sobre mis propios problemas. Dios Todopoderoso dice: “¿De qué clase de carácter se trata cuando la gente monta siempre una fachada, se blanquean a sí mismos, se dan aires para que los demás los tengan en alta estima y no detecten sus defectos o carencias, cuando siempre tratan de presentar a los demás su mejor lado? Eso es arrogancia, falsedad, hipocresía, es el carácter de Satanás, es algo perverso. Tomemos como ejemplo a los miembros del régimen satánico: por mucho que se peleen, se enemisten o se maten en la oscuridad, nadie puede denunciarlos o exponerlos. Temen que la gente vea su rostro demoniaco, y hacen todo lo posible para encubrirlo. En público, se esfuerzan al máximo para blanquearse, diciendo lo mucho que aman al pueblo, lo grandes, gloriosos e infalibles que son. Esta es la naturaleza de Satanás. La característica más notable de la naturaleza de Satanás son las artimañas y los engaños. ¿Y cuál es el objetivo de estas artimañas y engaños? Engañar a la gente, impedir que vean su esencia y su verdadera cara, y lograr así el objetivo de prolongar su gobierno. Puede que la gente común carezca de tal poder y estatus, pero ellos también desean hacer que los demás tengan una visión favorable de ellos, que los tengan en alta estima y les otorguen un estatus elevado en su corazón. Eso es un carácter corrupto, y si las personas no entienden la verdad, son incapaces de reconocerlo(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Después de leer las palabras de Dios, recordé que había muchos fieles que no asistían a las reuniones con regularidad en las iglesias a mi cargo, que los problemas de mis hermanos y hermanas se habían quedado sin resolver y el trabajo evangélico se había detenido en seco, sin embargo, todavía fingía que podía resolver los problemas. Aunque notaba que el trabajo de la iglesia se estaba demorando, no estaba dispuesta a pedir ayuda a los líderes. Cuando estos me preguntaban si había alguna dificultad o problema en mi trabajo, llegué al punto de engañarlos y ocultar los problemas en este. Siempre quería darles la impresión a mis hermanos y hermanas de que era capaz de hacer cualquier cosa y de resolver todos los problemas. ¡Carecía por completo de autoconciencia! El carácter que había revelado era idéntico al del PCCh. Al PCCh le gusta simular ante el pueblo para que este lo venere y lo siga, pero en realidad, los que están bajo su gobierno viven en una miseria extrema. Les suceden constantes plagas, terremotos, desastres naturales y calamidades provocadas por el hombre, pero el gobierno no adopta medidas y no es posible socorrer a la población ni proporcionarle tratamiento médico a tiempo. Se ha privado al pueblo incluso de su libertad religiosa y a muchos cristianos los han perseguido y se han quedado sin hogar. Sin embargo, el PCCh nunca ha admitido públicamente sus errores y, aunque el pueblo inunde las calles de protestas, poco le importa. Lo único que le importa es lavar su imagen ante los demás. ¡Comprendí lo perversa que era su naturaleza! Si no me arrepentía y continuaba simulando y encubriéndome en todo momento, sin hacer trabajo real, al final, con toda seguridad, Dios me desdeñaría y descartaría. Entonces pensé en cómo ama Dios a las personas honestas y espera que lo seamos, que podamos perseguir la verdad y nos abramos con sinceridad. Sin embargo, siempre quería fingir que no había nada que no podía hacer y buscaba ser genial y extraordinaria, de modo que la gente me estimara y venerara. Creía incluso que a Dios le agradaba mi empeño por convertirme en una persona superior y perfecta. Sin embargo, los hechos demostraron que me equivocaba: no entendía en absoluto lo que Dios requería del hombre. ¡Era tan estúpida e hipócrita!

Los líderes me enviaron otro pasaje de las palabras de Dios y me pidieron que meditara detenidamente sobre ellas. Dios Todopoderoso dice: “Deberías confiar en la gente y sincerarte con ella más a menudo cuando te halles en dificultades o experimentes un fracaso, comunicar tus problemas y debilidades, hablar de cómo te rebelaste contra Dios y cómo saliste de esto y fuiste capaz de satisfacer Sus intenciones. ¿Y cuál es el efecto de confiar en la gente de esa manera? Es, sin duda, positivo. Nadie te mirará por encima del hombro, y es posible que envidien tu capacidad para atravesar estas experiencias. Alguna gente siempre piensa que cuando las personas tienen estatus, deben actuar más como funcionarios y hablar de una determinada manera para que las tomen en serio y las respeten. ¿Es correcta esta forma de pensar? Si eres capaz de darte cuenta de que esta forma de pensar es errónea, debes orar a Dios y rebelarte contra las cosas carnales. No te des importancia y no vayas por la senda de la hipocresía. En cuanto pienses así, debes abordarlo buscando la verdad. Si no la buscas, este pensamiento, este punto de vista, tomará forma y se arraigará en tu interior. En consecuencia, llegará a dominarte y tú simularás y moldearás tanto tu imagen que nadie podrá verte a través de ella ni entender tus pensamientos. Hablarás con los demás como si lo hicieras a través de una máscara que les oculta tu verdadero ser. Debes aprender a permitir que los demás te vean tal como eres y a abrirles tu corazón y acercarte a ellos. Debes rebelarte contra las preferencias de tu carne y comportarte de acuerdo con las exigencias de Dios. Así, tendrás paz y felicidad de corazón. Sea lo que sea que te suceda, reflexiona primero acerca de los problemas que existen en tu ideología. Si aún deseas construirte una imagen y disimular, debes orar a Dios de inmediato: ‘Oh Dios, nuevamente quiero disimular. Otra vez estoy maquinando falsamente. ¡Soy un verdadero demonio! ¡Sin duda debo de resultarte detestable! Me doy asco por completo. Te ruego que me reprendas, me disciplines y me castigues’. Debes orar, sacar a la luz tu actitud y ampararte en Dios para revelarla, diseccionarla y restringirla(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver las tentaciones y la esclavitud del estatus). Me comparé con las palabras de Dios y reflexioné sobre mí misma. Desde que me pusieron a cargo del trabajo de las iglesias, creí que, al ser supervisora, tenía que mostrarme como tal a la hora de liderar: no debería tener ningún defecto ni debilidad, debería ser capaz de resolver todos los problemas en el trabajo y, si me volvía negativa, mis hermanos y hermanas perderían la fe y se tornarían negativos y débiles. Al tener un punto de vista tan erróneo, no estaba dispuesta a abrirme a mis hermanos y hermanas acerca de mis defectos y carencias e incluso engañé a los líderes al decirles que no había dificultades ni problemas en mi deber. A los demás solo les mostraba mi lado bueno. ¡Era tan hipócrita! A partir de las palabras de Dios, entendí que es muy normal que una supervisora tenga fallos y que, si era capaz de abrirme respecto a mis deficiencias y debilidades, mis hermanos y hermanas no me despreciarían en absoluto. Si hubiera dificultades en el trabajo de la iglesia, ellos también asumirían la carga y trabajarían juntos para resolverlas, pues sabían que yo solo estaba en fase de formación. Asimismo, si aprendía a abrirme a mis hermanos y hermanas acerca de mis fallos, defectos y dificultades al hacer mi deber e incluso acerca de mi lado negativo y débil, ellos compartirían conmigo y me ayudarían y podría obtener edificación y beneficios de su conocimiento vivencial, así como encontrar una senda de práctica. Tiempo atrás, había vivido en un estado de simulación y farsa, incapaz de abrirme y buscar cuando me enfrentaba a las dificultades. En vez de eso, batallaba por mi cuenta y estaba bajo mucha presión. No había paz ni gozo en mi corazón y los resultados de mi trabajo siempre eran malos. Más adelante, cuando me abrí a los hermanos y hermanas respecto a mi situación real y compartí sobre mi propia corrupción y los problemas en el trabajo, estos compartieron palabras de Dios conmigo y los líderes superiores también compartieron y me ayudaron para que encontrara algunas maneras de resolver los problemas. Después, hablé con los hermanos y hermanas que estaban regando a los nuevos fieles y, al incorporar las palabras de Dios, hablé y expuse la naturaleza y las consecuencias de que fueran superficiales al hacer su deber. Fueron conscientes de sus propios problemas y estuvieron dispuestos a revertir sus estados incorrectos. Lentamente, los regadores empezaron a llevar una carga en su deber y el trabajo dio resultados. Me di cuenta de que, si hubiera practicado antes de esta manera, mi deber no se habría visto afectado. Después de esta experiencia, probé a abrirme a mis hermanos y hermanas, así como a compartir mis pensamientos más íntimos, y me pareció que practicar así resultaba muy liberador.

Después, mis hermanos y hermanas compartieron conmigo otro pasaje de las palabras de Dios: “La iglesia asciende y cultiva a algunas personas, es una bonita oportunidad para formarse. Eso es algo bueno. Se puede decir que han sido elevadas y agraciadas por Dios. Entonces, ¿cómo deben cumplir con su deber? El primer principio al que deben atenerse es el de comprender la verdad; cuando no entiendan la verdad, deben buscarla, y si todavía no entienden después de buscar por su cuenta, pueden encontrar a alguien que sí entienda la verdad y con el que comunicar y buscar, lo cual hará que la solución del problema sea más rápida y oportuna. Si solo te concentras en dedicar más tiempo a leer las palabras de Dios por tu cuenta y en pasar más tiempo reflexionando sobre estas palabras, a fin de lograr la comprensión de la verdad y resolver el problema, se trata de un proceso demasiado lento; como dice el refrán: ‘Las soluciones lentas no resuelven las necesidades urgentes’. Si, en lo que respecta a la verdad, deseas progresar rápidamente, entonces debes aprender a trabajar en armonía con los demás, a hacer más preguntas y a buscar más. Solo entonces tu vida crecerá rápidamente, y serás capaz de resolver los problemas sin demora, sin ninguna demora en ninguno de ellos. Ya que acabas de ser ascendido y aún estás en periodo de prueba, y además no posees un auténtico entendimiento de la verdad ni la realidad-verdad —porque aún te falta esta estatura— no pienses que tu ascenso significa que posees la realidad-verdad; no es así. Se te selecciona para el ascenso y el cultivo simplemente porque tienes un sentido de carga hacia el trabajo y posees el calibre de un líder. Has de tener tal razón(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que, como supervisora, debería trabajar en armonía con mis hermanos y hermanas para proteger conjuntamente el trabajo de la iglesia. Previamente, mi perspectiva no había sido la correcta. Creía que, una vez que mis hermanos y hermanas me eligieran para ser supervisora, tenía que saber resolver todos los problemas y que, si buscaba una y otra vez con los líderes superiores acerca de los problemas, me menospreciarían y pensarían que carecía de capacidad de trabajo. Por tanto, cuando me enfrentaba a problemas que no era capaz de desentrañar ni resolver, los encubría y no decía nada, vivía librando sola todas las batallas. Me sentía constantemente bajo mucha presión en el desempeño de mi deber y además obstaculizaba el trabajo de la iglesia. Ahora entendía que, para resolver problemas y proteger el trabajo de la iglesia, los líderes y obreros deberían buscar la ayuda de los líderes superiores al afrontar dificultades. Una supervisora acorde al estándar debería ser alguien que lleva una carga para el trabajo de la iglesia. Aunque puede que tenga defectos y carencias, reflexionará sobre sí misma con regularidad y buscará la verdad, podrá desprenderse de su orgullo y buscar sendas de manera proactiva con sus hermanos y hermanas cuando se enfrenten a problemas que no puedan resolver y, al trabajar en armonía con todo el mundo y ayudarlos, harán bien juntos el trabajo de la iglesia. Cuando entendí esto, tuve una senda de práctica. Más adelante, cuando me enfrentaba a dificultades en el trabajo que no era capaz de resolver, oraba a Dios y me desprendía de mi orgullo para buscar de manera proactiva de mis hermanos y hermanas. En el trabajo evangélico, informaba de la situación a los líderes superiores sin ocultarles nada en absoluto y sin importarme si los demás me podarían o despreciarían. Lo que me importaba era si podía hacer bien mi deber con un corazón honesto o no y cómo hacer las cosas de una manera que beneficiara al trabajo de la iglesia. Cuando practiqué de esta manera, mi corazón se sintió particularmente en paz y calma. Le doy gracias a Dios por guiarme a entender mi propia corrupción y cómo ser una persona honesta y abrirle el corazón a mis hermanos y hermanas.

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