279 Dios elogió el arrepentimiento del rey de Nínive

“Y Jonás comenzó a entrar a la ciudad a un día de camino y gritó y dijo:

En cuarenta días Nínive será destruida”.

Estas son las palabras que Dios transmitió directamente a Jonás

para que las dijese a los ninivitas, así que, por supuesto,

estas son las palabras

que Jehová deseaba decir a los ninivitas.


Cuando el rey de Nínive oyó estas noticias,

se levantó de su trono, se quitó su túnica,

se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas,

se vistió de cilicio y se sentó sobre cenizas.

Después proclamó que no se permitiría comer nada a nadie en la ciudad.

Los hombres y el ganado por igual debían vestir de cilicio,

y las personas harían fervientes ruegos a Dios.

El rey también proclamó que cada uno de ellos

se apartase del mal camino y abandonase la violencia en sus manos.

A juzgar por esta serie de acciones,

el rey de Nínive albergaba un arrepentimiento sincero en su corazón.

A través de esta serie de acciones,

el rey de Nínive cumplió de verdad con su deber de monarca.

Su serie de actos es difícil de realizar para cualquier rey

en la historia humana

y, de hecho, ningún otro logró tales cosas.

Estas acciones pueden definirse como sin precedentes en la historia humana

y son dignas de ser tanto conmemoradas como imitadas por la humanidad.


Desde los albores del hombre,

cada rey había llevado a sus súbditos a resistirse y oponerse a Dios.

Nadie había guiado nunca a sus súbditos a rogar a Dios

en busca de redención por su maldad,

a recibir el perdón de Jehová Dios y evitar el castigo inminente.

Pero el rey de Nínive pudo llevar a sus súbditos a volverse a Dios,

dejar atrás sus caminos malvados

y renunciar a la violencia en sus manos.

Además, también fue capaz de dejar de lado su trono y, en respuesta,

Jehová Dios cambió de idea,

sintió arrepentimiento, se retractó de Su ira,

permitiendo que las personas de la ciudad sobreviviesen,

guardándolas de la destrucción.

Las acciones del rey sólo pueden calificarse

como un milagro raro en la historia humana

y hasta como un ejemplo de humanidad corrupta,

al arrepentirse y confesar sus pecados delante de Dios.


de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

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