Así aprendí a identificar a un anticristo
Por Su Shan, Japón Cuando empecé mi servicio como líder de la iglesia, Chen era responsable del trabajo de aquella. Teníamos más o menos la...
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En septiembre de 2023, un día recibí una carta de los líderes superiores, en la que decían que los resultados de varias tareas del trabajo de nuestra iglesia habían sido malos, y preguntaban cómo habíamos estado haciendo el seguimiento de la obra y qué problemas habíamos identificado en las áreas como el trabajo evangélico, de depuración y relacionado con textos. También nos preguntaron cómo habíamos abordado esas cuestiones y cuáles eran nuestros planes para el futuro. Cuando leí las preguntas de la carta, pensé: “Soy la principal responsable de hacer un seguimiento de algunos de los trabajos que mencionan los líderes, pero he estado viviendo en un estado de disfrute de la comodidad. Siempre que pienso en hacer un trabajo detallado o resolver problemas reales y en que para eso tendría que buscar la verdad, esforzarme y reflexionar, y en toda la capacidad mental que requeriría, me siento reacia a dedicar el esfuerzo y la energía para resolver esas cuestiones. Simplemente, me conformo con hacer un seguimiento y estimular el desarrollo de diversas tareas, y pocas veces hago un control detallado del trabajo. Sin embargo, si les dijera esto a los líderes en mis observaciones y vieran que no entiendo tal o cual trabajo que estoy supervisando, o que no he implementado tal o cual tarea, ¿qué pensarían de mí? Seguramente, pensarían que no tengo sentido de la responsabilidad en mis deberes y que no estoy haciendo un trabajo real, e incluso podrían despedirme. Si los hermanos y hermanas se enteraran, ¡me sentiría humillada! No, solo hablaré más sobre el trabajo que conozco, para que los líderes vean que, aunque los resultados de nuestro trabajo sean malos, hemos hecho algo. Así, no tendría que preocuparme por que me despidan”. Pero luego pensé: “Algunas tareas quedaron sin hacer, y eso es exactamente lo que sucedió. Si solo menciono lo bueno y nunca lo malo, ¿no estaría siendo falsa? No, no puedo hacer eso”. Me sentí muy conflictuada, como si cargara una pesada piedra. Me pregunté: “¿Cómo debería responder esta carta?”. Entonces, oré: “Dios, los líderes me han escrito para averiguar cómo va mi trabajo. No he hecho un trabajo real y me preocupa que ellos me despidan si se enteran. Me preocupan mi orgullo y mi estatus, y esto me hace dudar en decir la verdad. No sé cómo debo practicar. Te pido que me esclarezcas y me guíes”.
A la mañana siguiente, recordé un pasaje de las enseñanzas de Dios sobre los líderes que supervisan y dan seguimiento al trabajo, así que lo busqué y lo leí. Dios Todopoderoso dice: “Es maravilloso que puedas aceptar que la casa de Dios te supervise, te observe e intente entenderte. Te ayuda a cumplir bien tu deber, a ser capaz de hacerlo de una manera que cumpla con el estándar y de satisfacer las intenciones de Dios. Te beneficia y te ayuda sin que esto suponga ningún inconveniente en absoluto. Una vez que has comprendido este principio, ¿acaso no deberías dejar de tener entonces algún sentimiento de resistencia o cautela contra la supervisión de los líderes, los obreros y el pueblo escogido de Dios? Aunque a veces alguien trate de comprenderte, observarte y supervisar tu trabajo, no te lo debes tomar como algo personal. ¿Por qué digo esto? Porque las tareas que ahora son tuyas, el deber que desempeñas y cualquier trabajo que hagas no son asuntos privados o un trabajo personal de cualquiera; todo ello atañe a la obra de la casa de Dios y tiene relación con una parte de la obra de Dios. Por lo tanto, cuando alguien dedica algo de tiempo a supervisarte u observarte, o logra entenderte a un nivel profundo, trata de conversar contigo de corazón a corazón y averiguar tu estado durante este tiempo; e incluso a veces, cuando su actitud es algo más dura y te poda, disciplina y te reprueba un poco, hace todo esto porque tiene una actitud meticulosa y responsable hacia el trabajo de la casa de Dios. No deberías albergar ningunos pensamientos ni emociones negativos al respecto” (La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (7)). De las palabras de Dios entendí que, aunque cumplamos nuestros deberes, nuestro carácter corrupto no ha cambiado. A menudo, abordamos nuestros deberes de manera superficial y hacemos las cosas de acuerdo a nuestra propia voluntad. Es responsabilidad de los líderes supervisar y hacer un seguimiento del trabajo, así como también detectar y resolver los problemas de manera oportuna, y esto es únicamente con el propósito de proteger la obra de la iglesia. Había sido superficial y desatenta en mis deberes. Los líderes supervisaban y hacían un seguimiento de nuestro trabajo, y nos pedían que sintetizáramos nuestras desviaciones y cumpliéramos nuestros deberes según los principios-verdad, lo cual era beneficioso para nuestro trabajo. Sin embargo, no podía abordar esto correctamente y permanecía a la defensiva. Pensé que, al evaluar mi trabajo, los líderes tenían como objetivo encontrar mis problemas y despedirme. Para proteger mi orgullo y mi estatus, recurrí a la astucia: solo quería mencionar el trabajo que había hecho y escribir menos sobre lo que no había hecho para intentar encubrir el hecho de que no había hecho un trabajo real. ¡Era realmente falsa! No podía hacer eso. Tenía que aclarar qué aspectos de mis responsabilidades tenía bajo control en ese momento, y de cuáles no había tomado las riendas ni realizado un seguimiento. Necesitaba dar mis observaciones a los líderes en función de la situación real, para que ellos pudieran dar pláticas y orientación relacionadas con nuestras desviaciones. Esto me ayudaría en mis deberes. Así que informé la situación de nuestro trabajo de seguimiento honestamente y también expliqué nuestros planes para el trabajo del cual no habíamos hecho un seguimiento. Después, me concentré en analizar y hacer un seguimiento de los detalles del trabajo del cual no había hecho un seguimiento. Al conversar, algunos hermanos y hermanas también reflexionaron sobre sus desviaciones y defectos en sus deberes y se mostraron dispuestos a cambiar y esforzarse por entrar. A través del seguimiento y la revisión del trabajo por parte de los líderes, descubrí algunos de mis propios problemas. Gané cierta orientación y metas para mis deberes, y mejoré mi eficiencia en mi trabajo.
Después, leí las palabras de Dios, y comprendí un poco mi temor a que los líderes supervisaran mi trabajo: Dios Todopoderoso dice: “Ya seáis líderes u obreros, ¿tenéis miedo de que la casa de Dios haga indagaciones y supervise vuestro trabajo? ¿Teméis que la casa de Dios descubra lagunas y errores en vuestro trabajo y os pode? ¿Teméis que después de que lo Alto conozca vuestro verdadero calibre y estatura, os vean de manera diferente y no os consideren para un ascenso? Si tienes estos temores, eso demuestra que tus motivaciones no son en aras de la obra de la iglesia, sino que estás trabajando en aras de la reputación y el estatus, lo que evidencia que tienes el carácter de un anticristo. Si tienes el carácter de un anticristo, eres susceptible de recorrer la senda de los anticristos y cometer todo el mal que estos causan. Si, en tu corazón, no temes que la casa de Dios supervise tu trabajo, y eres capaz de brindar respuestas reales a las preguntas e indagaciones de lo Alto, sin esconder nada, y decir todo lo que sabes, entonces, independientemente de si lo que dices es correcto o incorrecto, sin importar la corrupción que reveles, aunque reveles el carácter de un anticristo, de ninguna manera se te definirá como tal. La clave es si eres capaz de conocer tu propio carácter de anticristo y de buscar la verdad a fin de resolver este problema. Si eres una persona que acepta la verdad, tu carácter de anticristo puede corregirse. Si sabes perfectamente bien que tienes el carácter de un anticristo y, sin embargo, no buscas la verdad para resolverlo, si incluso intentas ocultar o mentir acerca de los problemas que ocurren y eludes la responsabilidad y si no aceptas la verdad cuando se te somete a la poda, entonces este es un problema grave, y no eres distinto a un anticristo. Sabiendo que tienes el carácter de un anticristo, ¿por qué no te atreves a enfrentarlo? ¿Por qué no puedes abordarlo con franqueza y decir: ‘Si lo Alto pregunta sobre mi trabajo, diré todo lo que sé, e incluso si las cosas malas que he hecho salen a la luz y lo Alto deja de utilizarme tras enterarse y yo pierdo mi estatus, de todos modos diré claramente lo que tengo que decir’? Tu temor a la supervisión y las indagaciones sobre tu trabajo por parte de la casa de Dios demuestra que valoras tu estatus más que la verdad. ¿Acaso no es este el carácter de un anticristo? Apreciar el estatus por encima de todo es el carácter de un anticristo” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (II)). Dios dice que las personas tienen miedo de exponer sus defectos y problemas y, por eso, se niegan a aceptar la supervisión de lo Alto. Y por el bien de su reputación y estatus, incluso ocultan problemas, encubren sus defectos y tratan de engañar a la casa de Dios. Esto revela el carácter de un anticristo. A partir de las palabras de Dios, entendí que mi reserva con respecto a la supervisión y el seguimiento del trabajo por parte de los líderes se debía a que me preocupaba excesivamente mi reputación y estatus. Me preocupaba que, si los líderes sabían que no había hecho un trabajo real y que carecía de un sentido de la carga en mis deberes, me despedirían, y me preocupaba lo que mis hermanos y hermanas pensarían de mí. Con el fin de proteger mi reputación y estatus, hice todo lo posible por encubrir el hecho de que no había realizado un trabajo real, e incluso pensé en usar mentiras y engaños para el encubrimiento, todo para proteger mi imagen a los ojos de los líderes. Pensé en cómo las personas honestas podían ser sencillas y abiertas y podían expresar honestamente las desviaciones o defectos en sus deberes y aceptar la supervisión de los líderes. Incluso si los líderes se enteraban de sus problemas y las podaban, siempre y cuando el trabajo de la iglesia pudiera desarrollarse sin problemas, no tenían ningún problema con eso. Pero yo no pensaba en el trabajo de la iglesia. Solo me preocupaban mi reputación y mi estatus. ¡Había sido realmente egoísta y despreciable! No hacía informes honestos de mi trabajo ni decía la verdad a los líderes y, aunque de momento no me despedían y lograba engañarlos, Dios escruta en lo profundo del corazón de las personas, y nadie puede engañarlo. Las cosas que la gente hace en secreto inevitablemente se revelan en algún momento. Al igual que esos anticristos que, para proteger su reputación y estatus, solo informan las buenas noticias y nunca las malas, nunca mencionan las desviaciones y problemas en sus deberes, e incluso mienten y recurren al engaño, lo que causa un grave daño al trabajo. Al final, los revelan y descartan. Había estado viviendo en un estado de disfrute de la comodidad. No estaba dispuesta a sufrir ni pagar un precio en mis deberes y solo hacía cosas por las apariencias, lo que demoraba la obra. Debería haber informado la situación real de mis deberes a los líderes, pero, para proteger mi estatus, quería mentir y engañar. ¡Era realmente falsa! Si no me arrepentía y cambiaba, finalmente me revelarían y descartarían.
Luego leí otro pasaje de las palabras de Dios: “Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios-verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia-naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y revelaciones de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, incrédulos y solo pueden ser descartados. […] Dime, si una persona ha cometido un error pero es capaz de comprender de verdad y está dispuesta a arrepentirse, ¿no le daría una oportunidad la casa de Dios? A medida que el plan de gestión de seis mil años de Dios se acerca a su fin, hay muchos deberes que deben cumplirse. Pero si careces de conciencia o de razón y no atiendes al que es tu trabajo, si has obtenido la oportunidad de cumplir con un deber, pero no sabes atesorarla, no persigues la verdad en lo más mínimo, con lo que permites que se te escape tu mejor momento para ello, entonces serás expuesto. Si eres sistemáticamente superficial en el cumplimiento de tu deber, y no te sometes en absoluto cuando te enfrentas a la poda, ¿te utilizará aún la casa de Dios para cumplir con un deber? En la casa de Dios, lo que reina es la verdad, no Satanás. Dios tiene la última palabra sobre todo. Es Él quien está haciendo la obra de salvar al hombre, es Él quien es soberano sobre todas las cosas. No hay necesidad de que analices lo que está bien y lo que está mal; lo único que tienes que hacer es escuchar y someterte. Cuando te enfrentes a la poda, debes aceptar la verdad y ser capaz de corregir tus errores. Si lo haces, la casa de Dios no te despojará de tu derecho a cumplir con un deber. Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser revelado y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). A partir de las palabras de Dios, comprendí por qué temía que me despidieran. Era porque no comprendía el carácter justo de Dios. La casa de Dios se rige por la verdad. Dios no juzga a las personas basándose exclusivamente en cómo se desempeñan en un asunto, sino que, en cambio, considera su actitud habitual hacia la verdad y qué senda recorren, y si realmente se arrepienten cuando cometen errores. Si una persona puede odiarse a sí misma y está dispuesta a arrepentirse, la casa de Dios le da oportunidades para hacerlo. Yo no había hecho un trabajo real y quería ser astuta para ocultar mis defectos, pero, cuando pude reflexionar sobre mí misma y conocerme y estuve dispuesta a cambiar, la casa de Dios me dio una oportunidad para arrepentirme, y los líderes no dijeron que me despedirían. Por el contrario, si una persona no persigue la verdad para nada, y causa trastornos y perturbaciones sin arrepentirse, al final, perderá la oportunidad de cumplir sus deberes. Al igual que un hermano que conozco. Cumplía su trabajo de manera superficial, era negligente y tendía a desempeñar sus deberes en función de su propia voluntad. Los líderes y obreros hablaron con él y lo ayudaron muchas veces, y aunque prometió mejorar y dijo que estaba dispuesto a arrepentirse, siguió cumpliendo con sus deberes de la misma manera, y finalmente, lo despidieron. Algunos hermanos y hermanas también pueden tener desviaciones mientras cumplen sus deberes, pero cuando los líderes señalan los problemas, pueden aceptarlos, buscar la verdad, corregirlos y resolverlos conscientemente. A estas personas no las despiden. Vi que cometer errores no es atemorizante, sino que vivir con un carácter corrupto y no arrepentirse es lo realmente aterrador. Pensé en que las personas honestas son sencillas y abiertas, y aceptan la verdad, y que pueden someterse y aprender lecciones en las situaciones que Dios dispone y, de ese modo, obtienen logros y crecen. Entonces me miré a mí misma, y vi que, cuando me enfrentaba a problemas, no tenía un corazón sencillo y sumiso, sino que, en cambio, me llenaba de sospechas y dudas, y tenía mis propios métodos engañosos, y eso me dificultaba mucho ganar la verdad.
Más tarde, busqué reflexionar sobre los problemas que tenía en mis deberes en aquel entonces, y leí un pasaje de las palabras de Dios: “Uno ha de aprender a volcarse en el cumplimiento del deber, y una persona con conciencia es capaz de conseguir esto. Si uno nunca se vuelca en el cumplimiento de su deber, eso significa que no tiene conciencia, y los que no tienen conciencia no pueden alcanzar la verdad. ¿Por qué digo que no pueden alcanzar la verdad? No saben cómo orar a Dios y buscar el esclarecimiento del Espíritu Santo, cómo mostrar consideración hacia las intenciones de Dios ni cómo volcarse en la meditación de Sus palabras; tampoco saben cómo buscar la verdad ni cómo tratar de entender las exigencias de Dios y Sus deseos. Esto es no saber buscar la verdad. ¿Experimentáis estados donde, da igual lo que pase, qué clase de deber cumpláis, a menudo sois capaces de guardar la calma ante Dios, de volcaros en meditar Sus palabras, en buscar la verdad y en valorar cómo debéis cumplir con ese deber de acuerdo con las intenciones de Dios y qué verdades debéis poseer para cumplirlo satisfactoriamente? ¿Buscáis la verdad de esta forma en muchos momentos? (No). Para volcaros en el deber y ser capaces de asumir la responsabilidad, hay que sufrir y pagar un precio; no basta simplemente con hablar de estas cosas. Si no os volcáis en el deber, sino que en su lugar siempre queréis esforzaros, es indudable que no cumpliréis correctamente con él. Actuaréis por simple inercia y nada más, y no sabréis si habéis cumplido bien con el deber o no. Si te vuelcas en él, poco a poco llegarás a entender la verdad; si no lo haces, no será así. Cuando te vuelcas de corazón en el cumplimiento del deber y la búsqueda de la verdad, poco a poco podrás llegar a entender las intenciones de Dios, descubrir tu corrupción y tus defectos y dominar tus diversos estados. Cuando solamente te centras en esforzarte y no te vuelcas en hacer introspección, no puedes descubrir tus verdaderos estados internos y las innumerables reacciones y revelaciones de corrupción que tienes en distintos entornos. Si no conoces cuáles serán las consecuencias cuando los problemas queden sin resolver, entonces estás metido en un lío. Por eso no es bueno creer en Dios de una manera confusa. Debes vivir ante Dios en todo momento, en todo lugar; te ocurra lo que te ocurra, debes buscar siempre la verdad y, entretanto, también debes hacer introspección y saber qué problemas hay en tu estado, buscando la verdad de inmediato para resolverlos. Es el único modo de cumplir bien con el deber y evitar retrasar el trabajo. No solo podrás cumplir bien con tu deber, lo más importante es que además tendrás entrada en la vida y serás capaz de corregir tus actitudes corruptas. Es el único modo de que puedas entrar en la realidad-verdad” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). A partir de las palabras de Dios, entendí que las personas responsables pueden cumplir sus deberes con el corazón y tener una actitud diligente y responsable en cada tarea, mientras que las personas sin sentido de responsabilidad cumplen sus deberes a medias simplemente haciendo las cosas por inercia. No están dispuestas a sufrir ni pagar un precio en sus deberes, y al final, no solo fracasan en entrar en la vida, sino que también demoran la obra de la iglesia. Mi actitud hacia mis deberes había sido exactamente como Dios la expuso. Pensaba que resolver los problemas de mis hermanos y hermanas requeriría una profunda consideración y la búsqueda de la verdad para encontrar una solución, lo cual parecía demasiado trabajo y esfuerzo, así que no quería pagar un precio. Me conformaba con hacer un seguimiento superficial del progreso y un trabajo sencillo. Además, cuando me encontraba con problemas, no quería analizarlos o encontrar soluciones ni sintetizaba mis desviaciones y defectos, lo cual demoraba el trabajo. Vivía de acuerdo a los venenos satánicos de “La vida es breve; disfruta mientras puedas” y “Aprende a ser amable contigo mismo”. Consideraba que disfrutar del placer físico era de gran importancia y, en todo lo que hacía, primero consideraba si me causaría sufrimiento físico o fatiga. Siempre abordaba mis deberes de manera superficial, sin considerar mis responsabilidades, obligaciones ni la obra de la iglesia, y todos los días cumplía mis deberes de manera aturdida y atolondrada, sin ni siquiera emplear el esfuerzo requerido, y mucho menos una devoción sincera. Dios conocía mis defectos y utilizó la supervisión de los líderes para revelar mi corrupción, y me impulsó a buscar la verdad para resolver mi estado de ser superficial y disfrutar de la comodidad en mis deberes para poder ser concienzuda y concentrarme en los detalles en mi trabajo. Las intenciones meticulosas de Dios estaban en esto. Esa era Su salvación para conmigo.
Más adelante, al leer las palabras de Dios, llegué a comprender un poco más el significado del trabajo de supervisión de los líderes. Dios Todopoderoso dice: “Los que son capaces de aceptar la supervisión, el examen y la inspección de los demás son los más razonables de todos, tienen tolerancia y una humanidad normal. Cuando descubras que estás haciendo algo incorrecto o tengas la revelación de un carácter corrupto, si eres capaz de abrirte y comunicarte con la gente, esto ayudará a los que te rodean a vigilarte. Ciertamente, es necesario aceptar la supervisión, pero lo principal es orar a Dios y ampararte en Él sometiéndote a un examen constante. Especialmente cuando hayas tomado el camino equivocado o hayas hecho algo mal, o cuando estés a punto de actuar o decidir por tu cuenta y alguien cercano te lo comente y te alerte, es preciso que lo aceptes y te apresures a hacer introspección, que admitas el error y lo corrijas. Esto puede evitar que entres en la senda de los anticristos. Si hay alguien que te ayuda y alerta de esta manera, ¿no estás siendo protegido sin saberlo? Sí, esa es tu protección” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El correcto cumplimiento del deber requiere de una cooperación armoniosa). A partir de las palabras de Dios, comprendí que una persona con humanidad normal puede aceptar supervisiones y revisiones por parte de otros, y, cuando descubre que ha cometido errores o ha revelado corrupción en sus deberes, puede abrir su corazón y hablar con todos. De hecho, poder aceptar la supervisión de todos nos resulta beneficioso en nuestros deberes, ya que nos ayuda a evitar recorrer la senda equivocada y nos protege. Antes, no entendía el significado del trabajo de supervisión de los líderes, y siempre vivía en un estado de reserva y de incomprensión, pero ahora puedo tratar este asunto correctamente. Por la supervisión y el seguimiento del trabajo por parte de los líderes, obtuve cierta orientación para mejorar mis deberes, y pude considerar el trabajo de seguimiento de manera más amplia, así como también comprender las dificultades y estados de mis hermanos y hermanas, para compartir soluciones a problemas reales. Al hacer un seguimiento real del trabajo de esta manera, la eficacia de mis deberes mejoró y me sentí mucho más a gusto. Ahora ya no me preocupo tanto por que los líderes supervisen y hagan el seguimiento del trabajo y, con respecto al trabajo que no he realizado o las desviaciones que tenga en cierta tarea de trabajo, puedo informarlos honestamente y tratarlos de forma correcta. Cuando los líderes señalan mis desviaciones y defectos en mis deberes, primero me someto, los reconozco, los acepto y trato de hacer cambios y cumplir mis responsabilidades de manera consciente. Desde que comencé a poner en práctica esto, me siento mucho más a gusto. ¡Gracias a Dios!
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