¿Qué me impedía hablar con honestidad?

Una carta para Zheng Xin

16 Abr 2023

Por Chenxi, China

Querida Zheng Xin:

¡Espero que hayas estado bien!

En tu última carta comentabas que tu compañera no tenía principios y que era arrogante, sentenciosa y arbitraria. Querías comentárselo, pero temías que fuera renuente, se formara una mala opinión de ti y no pudieran trabajar juntas en el futuro. Estabas confundida y no sabías cómo corregir este estado. Comprendo lo que sientes. Vivimos según filosofías satánicas, intentando conservar las relaciones y fijándonos en cómo nos ven los demás. Esto nos limita y hace que nos asuste practicar la verdad y acatar los principios. Yo ya me he encontrado en ese estado y, con la exposición de la palabra de Dios, logré comprender un poco mis perspectivas incorrectas y mi carácter corrupto. Ya he cambiado hasta cierto punto y ya no estoy tan limitada para señalar los problemas de otras personas. Te contaré mi experiencia. Espero ayudarte un poco.

Trabajaba en la iglesia con Zhou Fang y Liu Ying. Zhou Fang solía dominar los debates de trabajo. Más adelante, como no lográbamos buenos resultados en el deber, el líder dispuso que la hermana Zhang Ling dirigiera el trabajo. Zhang Ling sabía descubrir los problemas de nuestra labor y señalar sendas de práctica. Al ver que hacíamos caso de sus ideas, Zhou Fang empezó a ponerse celosa. A veces, durante los debates de trabajo, incluso cuando era obvio que las ideas de Zhang Ling eran correctas, Zhou Fang encontraba el modo de echarlas por tierra, por lo que era muy difícil llevar adelante los debates de trabajo. Yo quería mencionárselo a Zhou Fang, pero me pareció inevitable tener un pequeño roce al comenzar a colaborar, así que no le di demasiada importancia. Zhang Ling continuó siguiendo el trabajo a fondo y, cuando descubría problemas, enseguida hablaba de las soluciones, lo que mejoró mucho nuestra eficacia. Pero Zhou Fang empezó a insinuar que Zhang Ling estaba tratando de afianzar su reputación, quería beneficios rápidos y trabajaba por el estatus. Sus insinuaciones eran críticas y denigrantes y pretendían sembrar cizaña, con lo que también Liu Ying comenzó a oponerse a Zhang Ling. Yo empecé a pensar que el problema de Zhou Fang era muy grave cuando vi que protegía su estatus y denigraba y excluía a Zhang Ling. Zhou Fang estaba revelando el carácter de un anticristo e iba por la senda de un anticristo. Yo quería dedicar un momento a enseñarle sobre la naturaleza de esto, pero no me salían las palabras, como si tuviera la boca cerrada con pegamento. Mi estado, entonces, era el que tú tienes ahora. Me invadía el temor. Temía que, si diseccionaba el problema de que Zhou Fang iba por la senda de un anticristo, ella se formaría una mala opinión de mí, adoptaría un gesto impasible o me excluiría como a Zhang Ling. No quería señalarle sus problemas y buscaba excusas para consolarme: “No es que no se conozca a sí misma, pues antes sabía de su preocupación por la notoriedad y el estatus. El carácter no se puede transformar de un día para otro; mejor dejarla que no se apresure y reflexione”.

Después, cada vez que pensaba que no estaba ayudando de verdad a Zhou Fang ni señalándole sus problemas, me sentía muy culpable. Oraba a Dios para pedirle que me guiara para no dejarme limitar por mi carácter corrupto y decir la verdad. En esos días encontré un video testimonio vivencial cuya protagonista tuvo una experiencia similar a mi estado. Una hermana que estaba con ella en el deber siempre competía por el estatus y los beneficios, lo que afectaba al trabajo de la iglesia, motivo por el cual quería acudir al líder a denunciar el problema. Sin embargo, por miedo a ofender a su compañera, pospuso la denuncia. No se puso a reflexionar hasta que no la podaron en serio. Ella leyó entonces un pasaje de la palabra de Dios que me pareció muy conmovedor. Dice la palabra de Dios: “Los que caminan por el sendero del medio son las personas más insidiosas de todas. No ofenden a nadie, son hábiles y astutos, saben seguir el juego en todas las situaciones y nadie puede ver sus defectos. Son como satanases vivientes(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo al practicar la verdad es posible despojarse de las cadenas de un carácter corrupto). Este pasaje me impresionó hondamente. Dios decía que los tibios son los más siniestros y falsos, unos satanases vivientes. ¿No era ese mi estado? Sabía que el problema de Zhou Fang era muy grave, que ya estaba interrumpiendo el trabajo de la iglesia y que era preciso advertirle rápidamente pero, por miedo a ofenderla, callaba y no protegía el trabajo de la iglesia. Era tibia, como describía Dios, y una persona a la que Él aborrecía. Me costó aceptarlo, así que decidí dejar de ser una persona falsa y complaciente. Tenía que defender los principios y proteger el trabajo de la iglesia, y supe que tenía que buscar el momento de señalarle a Zhou Fang su problema. Pero, ese mismo día, Zhou Fang me sorprendió cuando, de hecho, ella me señaló mis problemas primero. Me dijo cosas como que yo buscaba notoriedad y estatus en el deber y aprovechaba mi estatus para reprender a la gente. Vi que mis problemas eran muy graves y no tuve valor para señalarle los suyos después; me limité a hablar por encima de lo previsto y no le dije que ella buscaba notoriedad y estatus ni que iba por la senda de un anticristo. Recuerdo que luego me pidió que le informara si veía que ella tenía algún problema, para poder reconocerlo y cambiar. De manera deshonesta, respondí que no había ninguno. En realidad, le quería decir muchas cosas, pero no me atreví porque me preocupaba que creyera que quería vengarme de ella y que sería difícil trabajar juntas si me veía con malos ojos. Por ello, callé para no humillarla. Después, me embargaron el reproche y un sentido de condena. Me sentía muy cobarde. No supe decir ni unas pocas palabras honestas, y ni hablar de practicar la verdad. Estuve un tiempo sin poder comer ni dormir correctamente y no era capaz de calmarme en las reuniones. Oré a Dios: “¡Dios mío! Tengo claros los problemas de mi hermana, ¡pero me da demasiado miedo ofenderla como para hablar! ¡Soy tan cobarde y egoísta! No quiero seguir así. Por favor, guíame para rebelarme contra mi persona y tener sentido de la justicia”.

Luego leí algunas palabras de Dios: “‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. Esto describe un método para interactuar con los demás que Satanás ha inculcado en las personas. Significa que cuando interactúas con otros, debes darles cierto margen. No has de ser demasiado duro con los demás, no puedes mencionar sus errores pasados, tienes que mantener su dignidad, no puedes dañar las buenas relaciones con ellos, debes ser indulgente, etcétera. Este dicho sobre la moralidad describe principalmente un tipo de filosofía para los asuntos mundanos que dicta las interacciones entre los seres humanos. Hay un dogma en las filosofías para los asuntos mundanos que dice: ‘Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena’. Esto significa que, para preservar una relación amistosa, uno debe guardar silencio sobre los problemas de su amigo, incluso si los percibe claramente, que debe respetar los principios de no pegarle a la gente en la cara ni llamarle la atención por sus defectos. Han de engañarse mutuamente, ocultarse el uno del otro, intrigar contra el otro; y aunque sepan con claridad absoluta qué clase de persona es el otro, no lo dicen abiertamente, sino que emplean métodos taimados para preservar su relación amistosa. ¿Por qué querría uno preservar esas relaciones? Se trata de no querer hacer enemigos en esta sociedad, dentro del propio grupo, lo cual significaría someterse a menudo a situaciones peligrosas. Al saber que alguien se convertirá en tu enemigo y te perjudicará después de que le hayas llamado la atención por sus defectos o le hayas hecho daño, y al no desear colocarte en esa situación, empleas el dogma de las filosofías para los asuntos mundanos que dice que ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. A la luz de esto, si dos personas mantienen una relación de este tipo, ¿consideran que son verdaderos amigos? (No). No son verdaderos amigos, y mucho menos el confidente del otro. Entonces, ¿de qué tipo de relación se trata exactamente? ¿No es una relación social fundamental? (Sí). En este tipo de relaciones sociales, las personas no pueden expresar sus sentimientos, tener intercambios profundos ni hablar sobre lo que les venga en gana. No pueden decir en voz alta lo que hay en su corazón o los problemas que perciben en el otro, ni tampoco palabras que puedan beneficiar al otro. En cambio, optan por decir cosas agradables para conservar el favor del otro. No se atreven a decir la verdad ni a defender los principios por temor a suscitar la animadversión de los demás hacia ellos. Cuando nadie amenaza a una persona, ¿acaso esta no vive en relativa tranquilidad y paz? ¿No es este el objetivo de las personas que promueven el dicho ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? (Así es). Es evidente que se trata de una forma de existencia taimada y engañosa, con un elemento defensivo, cuyo objetivo es la propia preservación. Las personas que viven así no tienen confidentes, ni amigos íntimos a los que puedan decirles lo que quieran. Están a la defensiva unos con otros, y son calculadores y estrategas, cada uno toma de la relación lo que le conviene. ¿No es así? En el fondo, el objetivo de ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es evitar ofender a otros y ganarse así enemigos, protegerse no causando daño a nadie. Se trata de una técnica y un método que uno adopta para evitar ser lastimado. Si observamos estas facetas diversas de su esencia, ¿es noble exigir de la conducta moral de la gente ‘Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’? ¿Es positivo? (No). Entonces, ¿qué es lo que enseña esto a la gente? Que no debes ofender ni herir a nadie para que no seas tú el que termine herido; asimismo, que no se debe confiar en nadie. Si haces daño a un buen amigo tuyo, la amistad empezará a cambiar sutilmente; pasará de ser un buen amigo, un amigo íntimo, a ser un desconocido o un enemigo. ¿Qué problemas se resuelven enseñando a las personas a actuar así? Aunque al actuar de esta manera no te crees enemigos e incluso pierdas unos cuantos, ¿acaso esto hará que la gente te admire o te apruebe y te tenga siempre como amigo? ¿Con esto se alcanza plenamente el estándar de conducta moral? En el mejor de los casos, no es más que una filosofía para los asuntos mundanos(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Las palabras de Dios exponían que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” es una taimada filosofía para los asuntos mundanos que Satanás infunde en la gente. Cuando las personas viven según este tipo de filosofía, se utilizan y engañan entre sí y se guardan las unas de las otras. No se atreven a sincerarse ni a decir la verdad a nadie. Simplemente se vuelven cada vez más escurridizas y falsas. Yo vivía según la filosofía de que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” en mis relaciones. Ví claramente que Zhou Fang estaba celosa de Zhang Ling, que con sus palabras la denigraba y excluía, que la naturaleza de este problema era grave, que esto trastornaba nuestro trabajo y que había que señalárselo a Zhou Fang, pero creía que, al hacerlo, estaría exponiendo sus defectos y la avergonzaría. También me preocupaba que me viera con malos ojos y después no trabajara bien conmigo. Así pues, por conservar la relación, callé y me conformé con apenas tocar el tema. No recurrí a la palabra de Dios para señalarle la naturaleza y las consecuencias de sus actos. Cuando me preguntó si había apreciado más corrupción en ella, yo sabía claramente que no le había señalado sus problemas, pero mentí y le dije que no había nada más. ¡Estaba contándole mentiras descaradas, tomándole el pelo y engañándola! Veía que Zhou Fang denigraba y excluía a Zhang Ling, pero actuaba en forma complaciente y callaba. No practicaba la verdad para nada, ni protegía el trabajo de la iglesia. Era muy escurridiza y falsa Dios nos pide honestidad, que nos tratemos unos a otros con sinceridad y que, si vemos que otros viven inmersos en un carácter corrupto y van por la senda equivocada o vulneran los principios, les brindemos ayuda amorosa y enseñanza. Sin embargo, yo vivía según filosofías satánicas. Cuando alguien iba por la senda equivocada, no lo señalaba ni ayudaba. No tenía amor. Nunca exponía los problemas de nadie y temía que hablar con honestidad me ocasionara problemas. Callaba ante los problemas ajenos para proteger mis intereses y no crearme enemigos. No utilizaba más que elogios y dulces halagos. Aunque parecía llevarme bien con las personas, era precavida en mis relaciones y tan solo las utilizaba y engañaba. ¿Qué tienen de normales estas relaciones? ¿Qué tiene esto de auténtica amistad? No tenía sinceridad alguna. Creía que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” era una idea inteligente que seguir al comportarme, que me estaría protegiendo a mí misma y no ofendería a nadie ni me crearía enemigos. No obstante, con la exposición de la palabra de Dios descubrí que opiniones como “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” son formas satánicas de tratar con el mundo y que corrompen a la gente. Nos animan a protegernos y nos hacen cada vez más egoístas y falsos. Hacen que nos quedemos mirando, sin hablar ni señalar, mientras otros toman la senda equivocada y afectan al trabajo. ¡Carecía de toda compasión y humanidad!

Luego, leí otro pasaje de la palabra de Dios: “Sean cuales sean tus circunstancias, mientras estés ligado, controlado y dominado por el carácter corrupto de Satanás, todo lo que vives, todo lo que revelas y todo lo que exhibes, o tus sentimientos, pensamientos y puntos de vista, además de tu manera de hacer las cosas, todo ello es satánico. Todas estas cosas vulneran la verdad y son hostiles a las palabras de Dios y a la verdad. Mientras más te alejes de la palabra de Dios y de la verdad, más te controla y te enreda la red de Satanás. […] Por un lado, las personas están controladas por el carácter corrupto y viven en la red de Satanás, adoptando los diversos métodos, pensamientos y puntos de vista que Satanás les ofrece para resolver los problemas que se producen a su alrededor. Por otra parte, las personas todavía esperan alcanzar la paz y la felicidad de Dios. Sin embargo, como siempre están ligadas al carácter corrupto de Satanás y atrapadas en su red, incapaces de rebelarse contra ella y salir de allí de forma consciente, y como se apartan de la palabra de Dios y de los principios-verdad, las personas nunca son capaces de alcanzar el consuelo, el gozo, la paz y la felicidad que provienen de Dios. ¿En definitiva, en qué estado viven las personas? No están a la altura de la tarea de perseguir la verdad, aunque les gustaría hacerlo, y no llegan a los requerimientos de Dios, aunque desean cumplir adecuadamente con el deber. Permanecen estancadas donde están. Es un tormento agónico. Las personas viven en el carácter corrupto de Satanás, no pueden evitarlo. Se parecen más a demonios que a personas, a menudo viven en rincones oscuros, buscando métodos vergonzosos y malvados para resolver las numerosas dificultades a las que se enfrentan. El hecho es que, en el fondo de su alma, las personas desean ser buenas y aspiran a la luz. Esperan vivir como seres humanos, con dignidad. También esperan poder perseguir la verdad y apoyarse en la palabra de Dios para vivir, y hacer de ella su vida y su realidad, pero nunca pueden poner en práctica la verdad, y aunque entienden muchas doctrinas, no consiguen resolver sus problemas. Las personas están acechadas por este dilema, incapaces de avanzar y reacias a dar marcha atrás. Están atrapadas en su lugar. Y la sensación de estar ‘atrapadas’ es de agonía, una agonía tremenda. Las personas tienen la voluntad de aspirar a la luz y no están dispuestas a abandonar la palabra de Dios y la senda correcta. Sin embargo, no aceptan la verdad, no pueden poner en práctica las palabras de Dios, y permanecen incapaces de desechar las ataduras y el control de su carácter satánico corrupto. En última instancia, solo pueden vivir en agonía, sin ninguna verdadera felicidad(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Con la palabra de Dios entendí que no me atrevía a hablar al ver los problemas de otros porque consideraba que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos” y “Callarse los errores de los buenos amigos hace la amistad larga y buena” eran cosas positivas. Pensaba que esto era tener amor y que así podría protegerme y evitar ser lastimada. Recuerdo que, de pequeña, mi abuela me enseñó a no señalar los problemas de nadie cuando tratara de congeniar; si no, me ocasionaría problemas y no podría adquirir estatus social. Como lo que había dicho me parecía lógico, era reacia a señalar los fallos de otra gente y nunca revelaba sus problemas. Me llevaba muy bien con mis amigos y creía realmente que este era el secreto de las relaciones sociales. Me parecía una manera admirable de vivir que me convertía en una persona amable y que, si no me ceñía a estos valores, no sería buena persona. Recurría a estas filosofías satánicas en mi relación con otros miembros. Había visto que otros vulneraban los principios y tomaban la senda equivocada, y sabía muy bien que tenía que señalarlo y ayudarlos pero, limitada por estas filosofías satánicas, no me atrevía a señalárselo a nadie. Las filosofías satánicas eran como una red que me agarrotaba, me impedía moverme y me controlaba totalmente por dentro. Dado que no lográbamos muy buenos resultados en el trabajo, la iglesia dispuso que nos orientara Zhang Ling. Esto favorecía el trabajo de la iglesia. Sin embargo, Zhou Fang no solo no colaboraba armoniosamente con Zhang Ling sino que, además, la acusó de buscar notoriedad, estatus y beneficios rápidos cuando vio que tenía un sentido de carga por el trabajo, que asumía la responsabilidad y era diligente y eficaz en el deber. La denigraba, excluía y atacaba su positividad. Asimismo, juzgaba a Zhang Ling delante de mí y de Liu Ying para que también nosotros la excluyéramos. Zhou Fang excluía y atacaba a Zhang Ling por su propio estatus. Esta no es una corrupción normal. Esto es el carácter de un anticristo. Debería haber cumplido mi responsabilidad de compañera y habérselo señalado, pero no actué para nada como su compañera, impactando nuestra labor. Me sentía muy culpable y me odiaba por ser tan egoísta e irresponsable. Aunque no le señalaba sus problemas a Zhou Fang, ella no tenía prejuicios hacia mí y nuestra relación se mantenía; yo sabía la verdad y que no la había practicado, algo que ofendía y disgustaba a Dios.

Continué buscando. ¿Por qué no podía revelar los problemas ajenos cuando los veía? Leí este pasaje en la palabra de Dios: “¿La frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es buena o mala? ¿La frase ‘llamar la atención’ tiene un sentido en el cual hace referencia a que las personas sean reveladas o puestas en evidencia en las palabras de Dios? (No). A Mi entender, la frase ‘llamar la atención’ tal y como se encuentra en el lenguaje humano, no significa eso. Su esencia es cierta forma maliciosa de poner en evidencia; significa revelar los problemas y las deficiencias de la gente, o ciertas cosas y comportamientos desconocidos para los demás, como bien algunas intrigas, ideas o puntos de vista que operan en segundo plano. Este es el significado de la frase ‘llamar la atención’ en el dicho ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’. Si dos personas se llevan bien y son confidentes, sin ninguna barrera entre ellas, y ambas confían en poder beneficiar y ayudar a la otra, entonces lo mejor será que se sienten juntas y expliquen los problemas de ambas de una forma franca y sincera. Esto es lo correcto, y no es llamar la atención sobre los defectos de los demás. Si descubres que otra persona tiene problemas, pero observas que aún no es capaz de aceptar tus consejos, basta con que no digas nada, para evitar peleas o conflictos. Si quieres ayudarla, puedes pedirle su opinión y primero preguntarle: ‘Veo que tienes un pequeño problema y me gustaría darte algún consejo. No sé si podrás aceptarlo. Si puedes, te lo digo. Si no, por ahora me lo guardaré para mí y no diré nada’. Si dice: ‘Confío en ti. Lo que digas no estará fuera de lugar; puedo aceptarlo’, eso significa que te concede permiso, y entonces puedes comunicarle sus problemas uno a uno. No solo aceptará completamente lo que digas, sino que también se beneficiará de ello, y los dos podréis seguir manteniendo una relación normal. ¿Acaso no es eso tratarse con sinceridad? (Sí). Este es el método correcto para relacionarse con los demás; no es llamarles la atención por sus defectos. ¿Qué significa no ‘llamar la atención por los defectos de los demás’, como dice el dicho en cuestión? Supone no hablar de las deficiencias de los demás, no hablar de aquellos problemas que constituyen su mayor tabú, no exponer la esencia de sus problemas y no ser tan descarado a la hora de llamar la atención al respecto. Supone limitarse a hacer algunos comentarios someros, decir cosas que todo el mundo suele decir, decir cosas que la propia persona ya es capaz de percibir, y no revelar errores que la persona haya cometido anteriormente ni tampoco temas delicados. ¿En qué beneficia a la otra persona si actúas así? Puede que no la hayas ofendido o no te hayas enemistado con ella, pero lo que has hecho no le ayuda ni le beneficia en absoluto. Por tanto, la propia frase ‘no le llames la atención por sus defectos’ es esquiva y una forma de engaño que no permite que exista sinceridad en el trato recíproco de las personas. Se podría decir que actuar así es albergar malas intenciones; no es la manera correcta de relacionarse con los demás. Los no creyentes incluso consideran que la frase ‘si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos’ es algo que debería hacer una persona de noble moral. Se trata claramente de una manera taimada de interactuar con los demás, que las personas adoptan para protegerse a sí mismas; en absoluto es un modo adecuado de interacción. No llamar la atención por los defectos de los demás es en sí mismo poco sincero y, al llamar la atención sobre los defectos ajenos, quizá haya una segunda intención(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Qué significa perseguir la verdad (8)). Yo era igual que tú antes. Para mí, señalar los problemas de los demás en el deber era exponer sus defectos y hacerles daño. A mi parecer, esto me crearía enemigos y afectaría a nuestra relación. Ya veo que esa idea era un error y que no contemplaba las cosas según la palabra de Dios. Dios nos pide honestidad, que nos tratemos unos a otros con sinceridad y que sepamos ayudarnos al asociarnos con hermanos y hermanas. Cuando otros vulneren los principios por su carácter corrupto o tomen la senda equivocada, debemos señalarles sus problemas de acuerdo con los principios-verdad para guiarlos para que se conozcan. Aunque las palabras para podar a alguien sean desagradables de oír para los otros, se hace para ayudarlos a conocerse. Esto es auténtico amor y ayuda. Es proteger el trabajo de la iglesia. El llamado “exponer los defectos” en realidad, no es una ayuda sincera, sino que está plagada de motivaciones personales y prejuicios, se apoya en un carácter corrupto para sacar a la luz defectos y problemas, y es un esfuerzo por atacar, juzgar y denigrar con el fin de lastimar o avergonzar a otro. No ofrece una senda a nadie. Solo provoca dolor y negatividad. Yo veía que Zhou Fang buscaba notoriedad y estatus, iba por la senda de un anticristo, lo que había impactado en el trabajo de la iglesia. Si yo proveía enseñanzas y lo señalaba, la ayudaría a reflexionar y comprenderse a sí misma. Eso protegería la labor de la iglesia, a la vez que la ayudaría a ella. Al darme cuenta, me sentí un poco más iluminada y tranquila y ya no me limitaban mis ideas falaces.

Después, leí otro pasaje de la palabra de Dios que clarificaba los principios del trato hacia otros hermanos y hermanas. Dios Todopoderoso dice: “En la casa de Dios, ¿cuáles son los principios para tratar a la gente? Debes tratar a todos según los principios-verdad y a todos los hermanos y las hermanas de manera justa. ¿Cómo se trata de manera justa? Debe hacerse según las palabras de Dios, por las que Dios salva, y por las que descarta, por las que se agrada y por las que aborrece; estos son los principios-verdad. Los hermanos y las hermanas deben ser tratados con ayuda y amor y con tolerancia y paciencia mutuas. Las personas malvadas e incrédulos deben ser identificados, deben ser separados y hay que mantenerlos a distancia. Solo de esta manera se trata a la gente con principios. Cada hermano y hermana tiene virtudes y defectos, y todos tienen un carácter corrupto, así que, cuando están juntos, deben ayudarse, tolerarse y tener paciencia, y no buscar defectos ni ser demasiado duros. […] Debes ver cómo trata Dios a las personas ignorantes y estúpidas, cómo trata a los de estatura inmadura, cómo trata las revelaciones normales del carácter corrupto del hombre y cómo trata a los que son maliciosos. Dios trata a distintas personas de diferentes maneras y también tiene varias maneras de gestionar los diferentes estados de las diferentes personas. Debes entender estas verdades. Una vez que has entendido estas verdades, entonces sabrás cómo experimentar los asuntos y tratar a la gente según los principios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas). Con la palabra de Dios comprendí los principios de ayuda a los hermanos y hermanas. A raíz de la corrupción satánica, todos tenemos muchas actitudes corruptas. En cuanto a las actitudes corruptas que revela la gente al hacer sus deberes, si el trabajo no se ve afectado o la estatura de una persona es muy inmadura, no podemos valernos arbitrariamente de sus corrupciones ni de sus defectos para diseccionar estas cosas y lastimarla. Esta clase de situación exige valerse del amor para enseñarle y ayudarla de forma positiva. En cuanto a aquellos que van por la senda de los anticristos o tienen graves actitudes corruptas, lo que trastorna y perturba la labor de la iglesia, si la enseñanza en positivo no da resultado, deben ser podados y hay que exponer y diseccionar su conducta, para que conozcan la naturaleza de su problema y se arrepientan realmente. Si no son expuestos o diseccionados, no podrán reflexionar ni comprender su problema y continuarán trastornando y perturbando la labor de la iglesia. Hay que ayudar a la gente según su esencia, estatura y experiencia particular. No debemos exponer y analizar siempre de manera inmediata los problemas de la gente ni optar siempre por la tolerancia y la paciencia. Hay cosas que no afectan al trabajo y que exigen tolerancia y paciencia, pero algunas cosas sí causan trastornos y perturbaciones en el trabajo y, en estos casos, hay que exponer y podar a la gente empleando medidas concretas adecuadas a su estatura. Como resultado, los hermanos y hermanas conocerán su corrupción y podrán arrepentirse, transformarse y actuar con principios. Este tipo de enseñanza ayuda a la gente, a la vez que favorece la labor de la iglesia. Al comprenderlo, me sentí más iluminada por dentro y le escribí una carta a Zhou Fang en la que le exponía sus problemas. Más adelante, me contestó diciendo: “Gracias por exponerme y podarme. No esperaba que mis problemas fueran tan graves. Siempre había creído que sólo revelaba un poco de corrupción y que así estaba bien, siempre y cuando reflexionara y buscara palabras de Dios para leer. Ignoraba totalmente que iba por la senda de un anticristo y que tenía problemas de humanidad. Con tu enseñanza y análisis veo que quieres ayudarme sinceramente. Deseo aceptarlo, reflexionar y comprenderme a mí misma”. Leer estas palabras me emocionó mucho. Sentí que practicar la palabra de Dios me benefició tanto a mí como a los otros, y mi corazón estuvo relajado y en calma.

Con esta experiencia ví que, con mi antigua dependencia de ideas como “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, Satanás me hacía daño y yo llevaba una vida egoísta, despreciable y falsa. Ya tengo claro que la palabra de Dios es la única verdad y que solo viendo a las personas y las cosas, y si nos comportamos y actuamos de acuerdo a las palabras de Dios podemos vivir con semejanza humana.

Como mi experiencia fue bastante superficial, puedes escribirme si tienes alguna idea más.

Sinceramente,

Chenxi

10 de septiembre de 2022

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