50. Una lección amarga por seguir al hombre y no a Dios

Por Teresa, Alemania

Cuando me convertí en líder de la iglesia, me dio mucho gusto ver que Callie supervisaría mi trabajo. Había escuchado su enseñanza en las reuniones con anterioridad y sentía que verdaderamente tenía un buen entendimiento de las palabras de Dios, que lo que compartía era claro y que era talentosa para hablar acerca del autoconocimiento. Los demás hermanos y hermanas también dijeron que tenía un buen calibre y que buscaba la verdad. Además, había sido líder durante todo el tiempo que yo la había conocido, así es que en verdad la admiraba; sentía que ella buscaba la verdad y poseía la realidad verdad, que en todo lo que hacía probablemente buscaba actuar de acuerdo con los principios. Así pues, siempre que era Callie quien disponía una tarea para mí, yo la asumía de inmediato. Sin embargo, posteriormente, después de trabajar con ella durante un tiempo, descubrí que ella no realizaba obra práctica y, en general, no compartía la verdad con nosotros ni nos preguntaba acerca de nuestro estado o sobre cualquier dificultad que hubiera en nuestro trabajo. Cuando alguien le mencionaba problemas, decía con desdén que a fulanito le faltaba aptitud o que fulanita tenía un carácter arrogante y no cumplía. Si no abordaba el problema reprendiendo a la persona, simplemente le cambiaba el deber. Eso hacía que muchos hermanos y hermanas sintieran que los limitaba. Yo sentía que ella parecía tener algunos problemas, pero luego me imaginé que probablemente estaba estresada por estar demasiado ocupada con su deber y no le di demasiada importancia. Como la respetaba y la admiraba, y no estaba buscando la verdad en mis acciones, en poco tiempo me encontré haciendo el mal junto con ella.

En una ocasión, Callie vino a verme de repente y dijo que había un asunto extremadamente importante que yo necesitaba atender de inmediato: algunos hermanos y hermanas le habían dicho a un líder de mayor rango que había una hermana en nuestra iglesia que estaba compartiendo el evangelio de una forma que no seguía los principios. Callie me dijo: “Primero ve y trata con ella y analiza la naturaleza de su comportamiento, y luego cambia su deber”. Yo pensaba que esa hermana simplemente estaba aprendiendo a compartir el evangelio, así que la razón por la que surgía este problema era porque había algunos principios que ella aún no había comprendido. Despedirla directamente no era el enfoque adecuado; ¿acaso no debíamos primero compartir con ella y ayudarla? Pero como sabía cuánto tiempo había sido líder Callie, pensé que debía tener una visión más exacta de las cosas, así que fui y despedí a aquella hermana, tal y como dijo Callie. Hubo otra ocasión en la que un grupo de reunión necesitaba elegir a un líder, y Callie me dijo que Juana no podía ser candidata porque suponía algunos riesgos de seguridad. Juana no estuvo dispuesta a aceptar este acuerdo y expresó su descontento en una reunión posterior. Cuando se enteró de ello Callie, sin siquiera hablar de la verdad con Juana, simplemente dijo que ella no tenía un buen carácter y me pidió que recopilara de inmediato las evaluaciones que tenían los hermanos y hermanas de ella. Tiempo después, Callie dijo que Juana no quería dejar pasar esto y que estaba buscando faltas en los líderes y obreros y que ni hacía introspección ni adquiría autoconocimiento. Así pues, con base en su conducta, debía impedírsele asistir a las reuniones y debía pasar tiempo en casa reflexionando. En aquel momento, también a mí me pareció que Juana era muy arrogante, pero no analicé si en verdad se estaba comportando de esa manera todo el tiempo y mucho menos compartí con ella ni la ayudé. Simplemente hice lo que dijo Callie y le prohibí asistir a las reuniones. Hubo otra ocasión más adelante en la que Callie y sus compañeros me convocaron de repente, y también a algunos otros líderes de la iglesia, para leernos una evaluación de Adalyn, quien estaba a cargo de asuntos generales. Dijo que Adalyn era un anticristo y nos pidió que compartiéramos nuestras opiniones, y si estábamos de acuerdo en expulsarla. Me impactó mucho escuchar eso. Yo me había relacionado un par de veces con Adalyn y parecía asumir verdaderamente una carga en su deber. ¿Cómo podía haberse convertido en un anticristo? Callie y sus compañeros dijeron que Adalyn era sumadamente arrogante y que todo su trabajo tenía como objetivo adquirir poder. Ella no ponía el corazón en su trabajo, pero siempre compartía la verdad con los hermanos y hermanas de otras iglesias para resolver sus problemas. Callie dijo que simplemente trataba de ganarse a las personas y que estaba haciendo esto para confundirlas y hacerse de un lugar en su corazón, etcétera. Cuando escuché en las evaluaciones que Adalyn solía hablar para abordar problemas, pensé: “Eso me parece algo muy normal. ¿Cómo es que eso podía hacer de ella un anticristo?”. Sin embargo, una vez más, pensé que solo me había topado con Adalyn un par de veces, mientras que Callie y sus compañeros tenían mucho contacto con ella en sus deberes. Ellos debían tener un mejor entendimiento que yo, y ya que Callie tenía entendimiento de la verdad y su visión de las cosas era más precisa, por no mencionar que había dialogado y determinado esto con varios colaboradores, debía ser lo correcto; así pues, sin llevar a cabo ninguna búsqueda, expresé mi apoyo a la expulsión de Adalyn.

Luego, un día, escuché de repente que Callie y otros colaboradores habían sido despedidos. Esto fue una gran sorpresa para mí y no tenía idea de por qué había sucedido. Un líder de mayor rango vino a hablar conmigo al poco tiempo, y dijo que algunos hermanos y hermanas también me habían denunciado. También dijo que prohibirle a Juana asistir a las reuniones no concordaba con los principios y que era reprimirla. El líder me pidió que la recibiera nuevamente en la iglesia y que compartiera con los demás acerca del incidente. Me tomó por sorpresa que yo hubiera manejado la situación con Juana de manera incorrecta, porque era algo que Callie y los demás habían acordado. ¿Cómo podía estar mal? Si era así, ¿acaso eso no estaba perturbando y alterando la obra de la iglesia? Yo jamás habría imaginado que hubiera estado ocupada con mi deber día tras día y que, al final, provocara una alteración. Me sentí temerosa, intranquila y verdaderamente incómoda. Oré a Dios: “¡Oh, Dios! Esto es algo verdaderamente inesperado y no sé cuál es Tu voluntad en esto. Por favor, guíame para aprender la lección que debo aprender”. En aquel momento, yo no tenía una autoconciencia apreciable, pero, después de todo, había tratado a Juana de una forma que no concordaba con los principios. Eso fue injusto y la lastimó mucho. Así pues, al día siguiente, me disculpé con Juana y la volví a admitir en la iglesia. También reconocí mi error frente a los otros hermanos y hermanas. Un hermano me dijo con gran decepción: “Eres una líder de la iglesia; sin embargo, no solo no protegiste a los hermanos y hermanas, sino que le seguiste el juego a Callie para hacer el mal. Estás en una senda destructiva y vas a arrastrarnos a todos al infierno junto contigo. Simplemente ya no puedo confiar en ti”. Lo que dijo me llegó directamente al corazón y fue realmente perturbador, pero yo sabía que aquella situación seguramente había venido de Dios, así que debía someterme a ella.

Así pues, me tranquilicé y reflexioné: ¿Por qué obedecí a Callie hice el mal? ¿En dónde radicaba realmente el problema? Posteriormente, leí un pasaje de las palabras de Dios que me abrió un poco los ojos. Las palabras de Dios dicen: “Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos temerarios a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Además, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes nobles; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras ni sus manos influyentes. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu temor. Porque Él es demasiado común, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?). Lo que Dios revela en Sus palabras me ayudó a ver que, aunque yo era creyente, Dios no tenía un lugar en mi corazón. Lo que yo adoraba era el estatus y el poder, una imagen elevada, y a alguien que es una buena oradora. Al principio, cuando vi que Callie era talentosa y elocuente, que podía compartir bien y que había sido líder por mucho tiempo, equivocadamente creí que ella comprendía la verdad y que poseía la realidad verdad, así que cualquier cosa que ella hiciera tenía que concordar con los principios. Por esa razón, cuando ella disponía que yo hiciera algo, yo simplemente iba y hacía lo que ella decía sin pensarlo dos veces, o, incluso, sin buscar los principios verdad. En especial, jamás había considerado aplicar el discernimiento sobre ella. En apariencia, yo leía las palabras de Dios todos los días y trabajaba en mi deber desde la mañana hasta la noche, pero los principios que aplicaba en mi deber y mi estándar para evaluar las cosas no se basaban en las palabras de Dios. Más bien, yo hacía caso a Callie en todo y hacía lo que ella decía. Igual que cuando me hice cargo del asunto de aquella hermana que compartía el evangelio: en aquel momento tenía la sensación de que simplemente despedirla directamente no era algo apropiado, pero, ya que eso era lo que había dispuesto Callie, me negué a mí misma y la seguí ciegamente. Y tampoco busqué los principios verdad en el asunto de Juana, y solo hice lo que quería Callie y le prohibí ir a las reuniones. Luego vino el asunto de votar sobre la expulsión de Adalyn. Cuando escuché a Callie decir que Adalyn era un anticristo, aunque no tenía sentido para mí y parecía problemático, pensé que Callie tenía discernimiento y una mejor percepción que yo de las personas y las cosas. También era algo que ella y otros colaboradores habían decidido en conjunto en comunión, así que no pensé que pudieran estar equivocados. Yo hice el mal junto con Callie incluso en algo tan importante como expulsar a alguien; estuve de acuerdo en echar a Adalyn de la iglesia, y por poco arruino su oportunidad de alcanzar la salvación. No descubrí sino hasta después que Adalyn tenía sentido de la justicia y que ella había puesto en evidencia y denunciado los actos malvados de Callie y sus secuaces. Ellos no solo se negaron a aceptarlo, sino que trabajaron tras bambalinas para vengarse de ella y hacer que la echaran. Yo no estaba castigando intencionadamente a Adalyn como ellos lo habían hecho, pero tampoco busqué la verdad. Adopté una posición que ayudó directamente a Callie y a los demás a vengarse de Adalyn y a hacerle daño. Yo participé en su maldad. En mi fe, no había lugar en mi corazón para Dios o Sus palabras; yo solo adoraba el talento, la experiencia, el poder y el estatus. Escuchaba a cualquiera que tuviera estatus y autoridad y giraba a su alrededor como un lacayo. No era una creyente verdadera en absoluto. Dios es un Dios que detesta el mal, y yo creía en Dios, pero estaba adorando y siguiendo a una persona, e incluso fui capaz de seguirla en sus acciones malvadas y en ir en contra de Dios. En aquel momento me di cuenta de que tenía un problema grave y de que, si no me arrepentía, ciertamente Dios me rechazaría y me descartaría. Después me enteré de que Callie y las personas con las que ella trabajaba no llevaban a cabo un trabajo práctico, que eran impulsivas y autoritarias y que reprimían arbitrariamente a otras personas y las atacaban verbalmente. Editaron deliberadamente las evaluaciones de los hermanos y hermanas, las alteraron y fabricaron evidencias en un esfuerzo por expulsar a Adalyn, quien los había puesto en evidencia y denunciado. Controlaban las elecciones a través de manipulaciones encubiertas y ascendían y despedían a las personas a voluntad. Habían cometido mucha maldad; se determinó que eran anticristos y fueron expulsados permanentemente de la iglesia. Luego la líder les pidió a los demás hermanos y hermanas que dieran sus opiniones sobre qué debían hacer conmigo. A tenor de mi comportamiento en mi deber y de los antecedentes de mis acciones, dijeron que yo había sido engañada y estuvieron de acuerdo en darme la oportunidad de arrepentirme y dejar que me quedara en la iglesia y que continuara realizando mi deber. Estaba muy agradecida. Había estado actuando sin buscar la verdad y había seguido a los anticristos en su maldad, pero la iglesia no me expulsó. Me dieron una oportunidad de arrepentirme. Estaba verdaderamente agradecida con Dios por Su misericordia.

Posteriormente leí unas palabras de Dios que me dieron cierto discernimiento acerca de la esencia de Callie y sus secuaces. Las palabras de Dios dicen: “¿Cuál es el objetivo principal de un anticristo al atacar y excluir a un disidente? Buscan crear una situación en la iglesia donde no haya voces contrarias a las de ellos, en la que su poder, su estatus como líder y sus palabras sean absolutos. Todo el mundo debe hacerles caso, e incluso si tienen una discrepancia de opinión, no deben expresarla, sino dejarla enconarse en su corazón. Cualquiera que se atreva a disentir abiertamente de ellos se convierte en un enemigo del anticristo, y buscarán cualquier forma de ponerles las cosas difíciles, y estarán impacientes por hacerlos desaparecer. Esta es una de las formas en que los anticristos atacan y excluyen al disidente para afianzar su estatus y proteger su poder. Piensan: ‘Está bien que tengas opiniones diferentes, pero no puedes ir por ahí hablando sobre ellas como te dé la gana, y mucho menos poner en peligro mi poder y estatus. Si tienes algo que decir, puedes decírmelo en privado. Si lo dices delante de todos y me haces quedar mal, estás pidiendo que te desprecien, ¡y tendré que ocuparme de ti!’. ¿Qué clase de carácter es ese? Los anticristos no permiten que otros hablen libremente. Si tienen una opinión, ya sea sobre el anticristo o sobre cualquier otra cosa, deben guardársela para sí. Deben tener en cuenta la imagen del anticristo. Si no, este los catalogará de enemigos y los atacará y excluirá. ¿Qué clase de naturaleza es esta? Es la de un anticristo. ¿Y por qué hacen esto? No permiten que en la iglesia haya voces alternativas, no permiten que haya disidentes en ella, no permiten que los escogidos de Dios comuniquen abiertamente la verdad e identifiquen a la gente. Lo que más temen es ser expuestos e identificados por los demás; tratan constantemente de consolidar su poder y el estatus que tienen en el corazón de la gente, que según ellos nunca debe tambalearse. Nunca podrían tolerar nada que amenace o afecte a su orgullo, reputación o estatus y valor como líder. ¿Acaso no es eso una manifestación de la naturaleza despiadada de los anticristos? No contentos con el poder que ya poseen, lo consolidan y aseguran y buscan el dominio eterno. No solo quieren controlar el comportamiento de los demás, sino también sus corazones(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 2: Atacan y excluyen a los disidentes). Leer las palabras de Dios me dio cierto entendimiento de las actitudes desalmadas de los anticristos. Al querer asegurar su puesto, ven como enemigos a quienes tienen discernimiento sobre ellos, a quienes puedan darles sugerencias y exponerlos y no se detendrán ante nada para atacarlos verbalmente y reprimirlos. Incluso hacen acusaciones falsas de todo tipo de actos indebidos para que sean expulsados de la iglesia y así alcanzar su objetivo de aferrarse al poder en ella. Este es el aspecto más insidioso y malévolo de los anticristos. Pude ver que los anticristos tienen una humanidad despiadada, un carácter feroz, y que en verdad desprecian la verdad y todo lo positivo. Callie y los demás se habían comportado exactamente como Dios describe. Cuando algunos hermanos y hermanas adquirieron discernimiento, y luego les dieron sugerencias o los denunciaron, no solo no aceptaron esto de Dios ni reflexionaron sobre sí mismos, sino que los reprimieron sin motivo e hicieron que los echaran. Adalyn observó que estaban vulnerando los principios en sus acciones, así que los denunció y los expuso, tras lo cual comenzaron a reprimirla y prepararon materiales para echarla de la iglesia. Sin embargo, su evidencia fue insuficiente y la iglesia no lo aprobó. No se dieron por vencidos y, en un esfuerzo por deshacerse de Adalyn, incluso editaron las evaluaciones que otras personas habían hecho de ella y alteraron las cosas y tergiversaron los hechos, y afirmaron que Adalyn hablaba con otros y los ayudaba porque era un anticristo que confundía a las personas. La etiquetaron y la condenaron arbitrariamente; no descansaron hasta que lograron que Adalyn fuera expulsada de la iglesia. Estos anticristos eran justamente como el gran dragón rojo, y reprimían y atacaban a cualquiera que estuviera en desacuerdo con ellos; les tendían una trampa y les hacían daño simplemente para consolidar su propia posición. No permitían ninguna otra voz en una iglesia sobre la que tuvieran poder y solían castigar a cualquiera que les diera sugerencias. Y ya que Carson, otro miembro de la iglesia, frecuentemente les hacía sugerencias y les llamaba la atención por sus problemas, trabajaron en contra de él tras bambalinas e hicieron que se autoaislara y reflexionara sobre sí mismo y no le permitieron realizar ningún deber. Furiosos de rabia, incluso dijeron que aunque estaba aislado en casa, no lo exoneraban, e insistieron en sacarlo de la iglesia y no pararon hasta hacerlo. Hubo otra líder de la iglesia que sufrió sus castigos y represiones porque tenía una opinión distinta sobre la expulsión de Carson, y la despidieron de su deber.

Vi cuán despiadados eran realmente Callie y su grupo de anticristos, que eran capaces de hacer todo tipo de cosas inhumanas para lastimar a los hermanos y hermanas y así mantener sus cargos. Ni siquiera eran humanos. Me pregunté: ¿cómo pude haber adulado y seguido a semejante anticristo malévolo para hacer el mal junto con ella? ¿Por qué yo, como creyente, seguía adorando y siguiendo a un ser humano? ¿Por qué idolatraba a un anticristo que estaba haciendo tanto mal? Posteriormente, por medio de la oración y la búsqueda, adquirí cierto entendimiento de la raíz de mi fracaso. Leí lo siguiente en las palabras de Dios: “Algunas personas son capaces de soportar dificultades, pueden pagar el precio, externamente se comportan muy bien, son bastante respetadas y cuentan con la admiración de los demás. ¿Diríais que este tipo de comportamiento externo puede considerarse la puesta en práctica de la verdad? ¿Podría determinarse que estas personas están satisfaciendo la voluntad de Dios? ¿Por qué, una y otra vez, las personas ven a estos individuos y creen que están satisfaciendo a Dios, que caminan por la senda de poner en práctica la verdad y que siguen el camino de Dios? ¿Por qué piensan así algunas personas? Solo hay una explicación para ello. ¿Cuál es? Pues que un gran número de personas no tiene muy claras algunas cuestiones, como qué es poner en práctica la verdad, qué significa satisfacer a Dios y poseer genuinamente la realidad verdad. Así pues, algunos son engañados con frecuencia por los que, en apariencia, son espirituales, nobles, elevados y grandes. En lo que respecta a las personas que pueden hablar con elocuencia de palabras y doctrinas, y cuyo discurso y acciones parecen dignos de admiración, quienes son engañados por ellos jamás han analizado la esencia de sus acciones, los principios subyacentes a sus obras o cuáles son sus objetivos. Además, tampoco han observado si estas personas se someten verdaderamente a Dios ni tampoco han determinado si auténticamente temen a Dios y se apartan del mal. Nunca han discernido la esencia humanidad de estas personas. Más bien, empezando por el primer paso que consiste en familiarizarse con ellas, llegan poco a poco a admirarlas, a venerarlas, y estas personas acaban convirtiéndose en sus ídolos. Asimismo, en la mente de algunos, los ídolos a los que adoran —y que creen que pueden abandonar a su familia y su trabajo, y que por fuera parecen capaces de pagar el precio— son los que están satisfaciendo realmente a Dios y los que pueden lograr de verdad un buen final y un buen destino. En su mente, estos ídolos son a los que Dios elogia(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra). “Solo existe una causa fundamental por la que estas personas llevan a cabo y sostienen acciones y puntos de vista tan ignorantes, así como opiniones y prácticas parciales, y hoy os hablaré de ello. La razón es que, aunque las personas pueden seguir a Dios, orar a Él y leer Sus declaraciones cada día, no entienden realmente Su voluntad. Aquí está la raíz del problema. Si alguien entendiera el corazón de Dios y supiera lo que a Él le gusta, lo que Él detesta, lo que quiere, lo que rechaza, a qué clase de persona ama, qué clase de persona no le gusta, qué tipo de estándar usa cuando hace exigencias a las personas y qué tipo de enfoque adopta para perfeccionarlas, ¿podría esa persona seguir teniendo sus propias opiniones personales? ¿Podrían tales personas simplemente ir y adorar a alguien más? ¿Podría un ser humano común y corriente ser su ídolo? Las personas que entienden la voluntad de Dios poseen un punto de vista ligeramente más racional que ese. No van a idolatrar arbitrariamente a una persona corrupta y, mientras caminan por la senda de poner en práctica la verdad, tampoco creerán que ceñirse ciegamente a unas cuantas reglas o principios sencillos equivale a poner en práctica la verdad(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra). “Los líderes y obreros, sea cual sea su rango, siguen siendo gente normal. Si los consideras tus superiores inmediatos, si sientes que son superiores a ti, que son más competentes que tú y deben guiarte, que sobresalen del resto en todos los sentidos, te equivocas, es un engaño. ¿Y qué consecuencias te acarreará este engaño? Esto te llevará inconscientemente a evaluar a tus líderes en función de unos requisitos que no se ajustan a la realidad, y a ser incapaz de tratar correctamente los problemas y las deficiencias que tienen; a su vez, sin que lo sepas, también te verás intensamente atraído por su estilo, sus dones y talentos, de modo que, para cuando quieras darte cuenta, los estarás idolatrando y serán tu Dios. Esa senda, desde cuando empiezan a convertirse en tu ejemplo, el objeto de tu idolatría, hasta que te conviertes en uno de sus seguidores, te alejará inconscientemente de Dios. Y aunque te alejes poco a poco de Dios, continuarás creyendo que lo sigues, que estás en Su casa, en Su presencia, cuando en realidad te habrán alejado de allí los secuaces de Satanás, los anticristos. Ni siquiera te darás cuenta. Ese es un estado de cosas muy peligroso(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 6). Las palabras de Dios expusieron mi pensamiento falaz. Yo evaluaba si las personas buscaban la verdad o no basándome en su comportamiento externo, pero no ejercía el discernimiento sobre su esencia naturaleza ni veía las metas y motivaciones detrás de sus acciones. Pensaba que si una persona podía hacer sacrificios, se esforzaba, compartía su entendimiento de las palabras de Dios, expresaba una gran autoconciencia y parecía una persona muy espiritual, entonces esa persona era alguien que buscaba la verdad y poseía la realidad verdad. Es por esa razón que, cuando vi en mi relación con Callie que ella tenía habilidad para enseñar y era buena oradora y que el entendimiento que compartía en las reuniones tenía mucha lógica, pensé que buscaba la verdad y poseía la realidad verdad y, lo que fue aún más patético, erróneamente creí que el hecho de que hubiera sido líder durante todo ese tiempo significaba que buscaba la verdad. Debido a todos esos puntos de vista falaces, pasé de no conocerla a admirarla y adorarla y, al final, hice el mal junto con ella. No la evalué ni traté de discernir su esencia de acuerdo con las palabras de Dios, sino que me guie por mis propias nociones e imaginaciones. Aunque yo era creyente, adoraba y seguía a una simple persona. Había seguido a un anticristo, y había cometido un enorme mal. ¡Qué insensible y estúpida era! Cuando expresé mi apoyo a que se expulsara a Adalyn de la iglesia, no fue que no tuviera conciencia en absoluto. Tenía algunas sospechas, pero no seguí la guía del Espíritu Santo y tampoco busqué la verdad. En lugar de ello, me dejé llevar por nociones y figuraciones y pensé que los líderes y obreros comprendían la verdad y poseían la realidad verdad, y que podían ver los asuntos con exactitud. Así pues, sin tratar de aplicar ningún tipo de discernimiento, seguí ciegamente a Callie y accedí a expulsar a Adalyn. En un asunto tan importante que involucra directamente que alguien pueda alcanzar o no la salvación, expulsar a alguien de manera inapropiada podría destruir su oportunidad de salvarse. ¡Ese es un pecado atroz! Yo había tratado su vida como si no tuviera ningún valor y, de manera precipitada, accedí a su expulsión. Ella era una verdadera creyente, pero faltó poco para que yo lograra que la expulsaran de la iglesia. ¡Qué transgresión tan grande! No solo estaba en deuda con ella, sino que había ofendido a Dios. Yo no estaba haciendo el mal ni castigando intencionadamente a Adalyn, pero, al haber accedido con indiferencia, estaba perjudicándola junto con la anticristo Callie: yo era cómplice del anticristo. Aunque lo único que hice fue adoptar una postura, reveló una naturaleza muy despiadada en mí, y que yo carecía completamente de amor hacia los demás. Los hermanos y hermanas como Adalyn, que tienen sentido de la justicia y saben defender la labor de la iglesia, deben recibir protección, porque Dios salva a quienes buscan la verdad y tienen sentido de la justicia. Sin embargo, yo estaba actuando como secuaz de Satanás al acceder a su expulsión. Al actuar de esa manera, estaba poniéndome del lado de esos demonios anticrísticos y estaba trabajando en contra de Dios. Como líder de la iglesia, debí haber defendido los intereses de la iglesia en todo y proteger a los hermanos y hermanas para que no fueran dañados por anticristos y malhechores. Pero los seguí sin razón alguna e hice el mal, y reprimí a personas e hice que las expulsaran. Esto fue dañino para los hermanos y hermanas. Fue atemorizante para mí ver que había hecho semejantes cosas malvadas. No busqué la verdad ni tenía un corazón temeroso de Dios. No había estado consciente de cometer semejante mal e incluso pensé que estaba defendiendo la obra de la iglesia. ¡Estaba verdaderamente confundida y era detestable! Yo era tal y como aquel hermano había dicho: me encontraba en una senda de destrucción y arrastraría a otros al infierno conmigo. Con base en mi comportamiento, despedirme y expulsarme de la iglesia no habría sido algo exagerado, pero Dios me dio la oportunidad de arrepentirme y me permitió seguir llevando a cabo un deber en la iglesia. Estaba muy agradecida con Dios por su misericordia y su salvación. Al mismo tiempo, también entendí de veras que enfocarme en los dones y capacidades externos y adorar ciegamente a un líder, venerar el poder y no buscar la verdad frente a los problemas es, en verdad, algo peligroso. Los anticristos y malhechores podían confundirme y utilizarme en cualquier momento. En esencia, al adorar y seguir a una persona, estaba siguiendo a Satanás y era una enemiga de Dios. Si seguía sin arrepentirme, sería rechazada y descartada por Dios. Cuanto más pensaba en ello, más sentía que mi falla no era simplemente revelar cierta corrupción o cometer un error: era un enorme mal y casi me había destruido.

Posteriormente, leí más de las palabras de Dios que me mostraron el enfoque correcto hacia los líderes y obreros. Las palabras de Dios dicen: “Cuando alguien es elegido líder por los hermanos y hermanas, o la casa de Dios lo promueve para que lleve a cabo determinado trabajo o deber, esto no significa que tenga un estatus o una identidad especiales, que las verdades que comprenda sean más profundas y más numerosas que las de otras personas, y ni mucho menos que esta persona sea capaz de someterse a Dios y no traicionarlo. Naturalmente, tampoco significa que conozca a Dios y que sea una persona temerosa de Él. De hecho, no ha logrado nada de esto; la promoción y el cultivo son solamente promoción y cultivo en el sentido más simple, y no es lo mismo que haber recibido un destino y aprobación por parte de Dios. Su promoción y cultivo simplemente significan que ha sido promovida y está a la espera de ser cultivada. El resultado final de este cultivo depende de si esta persona busca la verdad, y de si es capaz de elegir la senda de búsqueda de la verdad. Por lo tanto, cuando en la iglesia alguien es promovido y cultivado para que sea líder, solo se le promueve y cultiva en sentido directo; no quiere decir que ya sea un líder capacitado o competente, que ya sea capaz de asumir la labor de un líder y hacer un trabajo real; eso no es así. La mayoría de la gente no ve con claridad estas cosas y admiran a quienes son promovidos, confiando en sus fantasías, pero esto es un error. Independientemente de cuántos años lleve creyendo, ¿alguien que es promovido realmente posee la realidad verdad? No necesariamente. ¿Puede llevar a buen puerto la organización del trabajo de la casa de Dios? No necesariamente. ¿Tiene sentido de la responsabilidad? ¿Tiene compromiso? ¿Es capaz de someterse a Dios? Ante un problema, ¿es capaz de buscar la verdad? No se sabe. ¿Tiene la persona un corazón temeroso de Dios? ¿Y cómo es de grande este corazón? ¿Es susceptible de seguir su propia voluntad al hacer las cosas? ¿Es capaz de buscar a Dios? Durante el período en que lleva a cabo el trabajo de líder, ¿se presenta ante Dios con frecuencia para buscar Su voluntad? ¿Sabe guiar a la gente para entrar en la realidad verdad? Sin duda es incapaz de tales cosas en lo inmediato. No ha recibido formación y tiene muy poca experiencia, así que no puede hacer esas cosas. Es por eso que promover y cultivar a alguien no quiere decir que ya entienda la verdad ni que ya sepa cumplir satisfactoriamente con el deber. […] ¿Por qué digo esto? Para que todos sepan que han de abordar correctamente los diversos tipos de talentos promovidos y cultivados por parte de la casa de Dios, y que no han de ser duros en las exigencias a estas personas. Naturalmente, la gente tampoco ha de tener una opinión poco realista de ellas. Es de necios darles demasiado reconocimiento o reverencia y no es humano ni realista ser demasiado duros en vuestras exigencias hacia ellas. Entonces, ¿cuál es la manera más racional de comportarse con ellas? Pensar que son personas corrientes y, cuando haya un problema que requiera búsqueda, hablar con ellas, aprender de los respectivos puntos fuertes y complementarse unos a otros. Además, es responsabilidad de todos vigilar si los líderes y obreros hacen un trabajo real, si utilizan la verdad para resolver los problemas; estos son los estándares y principios para medir si un líder o un obrero están a la altura. Si son capaces de tratar y resolver problemas generales, entonces son competentes. Pero, si no pueden tratar ni resolver problemas corrientes, no son aptos para ser líderes ni obreros, y deben ser despachados rápidamente. Elegid a otros y no demoréis el trabajo de la casa de Dios. Las demoras en el trabajo de la casa de Dios te perjudican a ti y a los demás, no son buenas para nadie(La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros. Las responsabilidades de los líderes y obreros (5)). A partir de las palabras de Dios, aprendí que el hecho de que una persona sea elegida como líder u obrero o sea ascendida para realizar algún trabajo no significa que posea la realidad verdad, que tenga devoción a Dios o que lo tema. Si esa persona no busca la verdad, se convertirá en un falso líder o en un anticristo y será expuesta y descartada. Los líderes y obreros tienen más oportunidades de practicar y asumen una mayor carga para experimentar la obra de Dios. Sin embargo, ninguno de ellos ha sido perfeccionado: tienen actitudes corruptas como todos los demás; así pues, antes de haber obtenido la verdad y alcanzado un cambio en el carácter, pueden ser obstinados en su trabajo e ir contra los principios. Todos necesitan pasar por el juicio y la revelación de Dios, ser podados y tratados, y ser supervisados por los demás. Si los líderes y obreros actúan alineados con los principios verdad y defienden la obra de la iglesia, el pueblo elegido de Dios debe apoyarlos y cooperar con su trabajo. Si van contra los principios, siguen la senda equivocada y no llevan a cabo obra práctica, necesitan ser tratados y expuestos para ver si son capaces de aceptar la verdad, arrepentirse y cambiar. Si pueden arrepentirse y cambiar, eso significa que son las personas correctas y que pueden aceptar la verdad, pero si no lo hacen, si agreden verbalmente a los demás y los reprimen, no son las personas adecuadas y hay que denunciarlos y ponerlos en evidencia. Tratar así a los líderes y obreros de acuerdo con los principios verdad es lo único que concuerda con la voluntad de Dios. No obstante, previamente yo no había visto las cosas basándome en las palabras de Dios. No tenía ningún discernimiento en relación con Callie y los demás, y simplemente los adoré ciegamente, lo cual me llevó a seguir a causar un mal irreparable junto con unos anticristos. Leer las palabras de Dios me dio una senda de práctica, y a partir de ese momento quise enfocarme en buscar los principios verdad en todo, ver las cosas y a las personas de acuerdo con las palabras de Dios, dejar de ser tan estúpida e ignorante y no seguir ciegamente a otros como lo había hecho en el pasado.

Más adelante, observé que una líder de rango superior habló con nosotros acerca de la elección de líderes de la iglesia y estaba muy ansiosa de hacerlo, pero sin enfocarse en compartir los principios verdad. En una ocasión, compartió en una reunión sobre modificar el deber de alguien, y para cuando terminó su enseñanza solo la mitad de los miembros de la iglesia habían llegado, y luego nos pidió que expusiéramos nuestra postura. Ya que la mitad de las personas no había escuchado su enseñanza inicial y no conocía los principios verdad relevantes, no había forma de que pudieran exponer su postura. La reunión no pudo continuar y se creó una atmósfera verdaderamente extraña. Me di cuenta de que ella no estaba guiando a los hermanos y hermanas para que entraran en los principios verdad, sino que tenía prisa por terminar el asunto y darlo por cerrado. Recordé mi experiencia de haber sido confundida por una anticristo y las consecuencias que hubo por haberla seguido ciegamente. Yo no quería seguir arbitrariamente a alguien antes de haber obtenido claridad sobre los principios. Así pues, busqué a algunas hermanas para que hiciéramos una búsqueda juntas en relación con el asunto. Una de ellas dijo que esta líder había manejado las elecciones en otras iglesias de la misma forma y que no había seguido los principios. Pensé que, ya que esta líder había estado llevando a cabo obra sin tener el apoyo de los demás, eso significaba que había un problema con ella. Como líder, que no nos guiara a entrar en la verdad tendría un impacto en toda la iglesia, así que yo debía señalarle estos problemas a ella. Sin embargo, en ese momento me preocupó que pudiera reprimirme si le hacía sugerencias. Pero cuando pensé en que en el pasado había hecho el mal junto con los anticristos, sentí miedo de seguir ciegamente a una persona nuevamente y de fracasar en defender los intereses de la iglesia. Tenía un gran conflicto. Así pues, fui delante de Dios y oré para buscar una senda de práctica. Después de eso, vi lo siguiente en las palabras de Dios: “¿Cuál es la actitud que las personas deben tener en términos de cómo tratar a un líder o a un obrero? Si lo que un líder o un obrero hacen está bien y en consonancia con la verdad, puedes obedecerlos; si lo que hacen está mal y no concuerda con la verdad, no debes obedecerlos y puedes exponerlos, oponerte a ellos y plantear una opinión distinta. Si ellos son incapaces de llevar a cabo obra práctica o cometen actos malvados que causen una perturbación en la obra de la iglesia, y se revelan como falsos líderes, falsos obreros o anticristos, entonces puedes discernir sobre ellos, exponerlos y denunciarlos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 3: Excluyen y atacan a quienes buscan la verdad). Las palabras de Dios me brindaron los principios para poner en práctica. Si un líder o un obrero se comportan de manera inapropiada, puedes compartir con ellos la verdad con amor para ayudarles; esto concuerda con la voluntad de Dios. Pensar en mis fracasos del pasado me dejó muy claro que esta era una oportunidad de poner en práctica la verdad. Debía actuar de acuerdo con la palabra de Dios y no quedarme con mis sugerencias por temor a la opresión. Así pues, me puse en contacto con aquella líder y le dije todo acerca de los problemas que había observado en su trabajo a lo largo de ese tiempo. Lo aceptó todo. Unos días después, en una reunión, escuché que compartió que había recibido algunas sugerencias y ayuda en su deber por parte de miembros de la iglesia, y que a través de la autorreflexión había visto que la senda que había estado tomando y su trabajo habían sido problemáticos últimamente. Los problemas y deficiencias que yo le había señalado fueron parte de su reflexión, y, a partir de ello, buscó comprender los principios y supo cómo manejar y abordar problemas similares. Me sentí muy feliz y di gracias a Dios por guiarme para practicar la verdad. Sentí una gran paz en mi corazón.

Por medio de estas experiencias me di cuenta de que, como creyente que no le daba importancia a la búsqueda de la verdad, sino que adulaba y seguía a otras personas ciegamente, era probable que yo cometiera el mal y obrara en contra de Dios en cualquier momento. También pude ver la sabiduría de Dios. Él permite que los anticristos surjan en la iglesia para que podamos desarrollar discernimiento y podamos expulsar a las fuerzas de Satanás y ya no ser confundidos y controlados por los anticristos. Una vez que podemos discernir a los anticristos y dejar de adorarlos de manera indiscriminada, el servicio de los anticristos finaliza y pueden ser expulsados de la iglesia. Aunque ya había experimentado algunos fracasos y me había tropezado, y era desgarrador para mí pensar en ello, a través de estos tropiezos pude cambiar mi pensamiento y perspectivas equivocados, lo cual me permitió dejar de adorar y seguir ciegamente a otras personas. Pude buscar los principios verdad cuando surgían cosas y buscar ser alguien que sigue verdaderamente a Dios. Lograr todo esto se debió por completo a la guía de Dios. ¡Doy gracias a Dios!

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