49. Una apropiada actitud hacia tu deber
Solía regar a los nuevos fieles de la iglesia pero, como mi aptitud era bastante deficiente, había muchas verdades sobre las cuales no sabía enseñar con claridad, y no podía resolver sus problemas. Además, siempre estaba protegiendo mi imagen y mi estatus. Cuando había cosas que no tenía claras, me daba vergüenza pedir ayuda a los demás. A consecuencia de ello, no regaba bien a los nuevos fieles y, por eso, me destituyeron. Posteriormente, la líder dispuso que me ocupara de tareas generales. Este cambio de deber me molestó mucho. Simplemente no podía aceptarlo, especialmente cuando veía a más personas aceptando la obra de Dios de los últimos días, y que necesitaban riego con urgencia. Que me hubieran cambiado de deber en ese momento, me hizo preguntarme si había sido puesta en evidencia. Me preocupaba qué pensarían de mí los demás cuando supieran, que pensaran que yo carecía de aptitud y que solo podía hacer trabajo rutinario y tareas menores. Yo regaba a los nuevos creyentes junto con otros al principio, pero ahora que me encargaba de asuntos generales, solo pequeñas tareas, ¿qué sentido tenía ese tipo de deber? Sin importar qué tan bien lo hiciera, solo sería una contribuyente de mano de obra y terminaría descartada. Cuanto más lo pensaba, más me alteraba. No completaba bien mis tareas, me conformaba con solo hacerlas mecánicamente, sin poner mi corazón en ello. A veces había muchas cosas por hacer en la noche, pero comenzaba a quedarme dormida muy temprano. En una ocasión, una hermana a cargo de la labor de riego me envió un mensaje pidiéndome ayudarle a ordenar algunos documentos de trabajo anteriores. Me sentí muy renuente cuando lo leí. Yo ya no me ocupaba de la labor de riego, ¿por qué me pedía que lo hiciera? Pero no podía negarme, así que de mala gana, accedí a hacerlo. Al siguiente día, otra hermana de riego me pidió ayuda con algo. Me sentí muy renuente, y pensé: “Los asuntos generales en realidad son trabajos simples y cualquiera puede decirme qué hacer. Si esa no es mi tarea, ¿por qué me pide ayuda?”. Temía que, de negarme, ella pensara que yo no apoyaba el trabajo de la iglesia. Obligada, le dije que lo haría.
Durante algunos días, no hice nada de introspección. No era capaz de aceptar el cambio de deber por parte de Dios y me resistía a la líder, sintiendo que ella me dificultaba las cosas. A una hermana que había sido mi colaboradora, le dije casi a propósito: “Jamás tuve un momento de descanso en mi trabajo de riego, e hice todo lo que debía hacer. La líder jamás me ayudó cuando surgieron los problemas, sino que me despidió de inmediato. Pero en fin. Ya que fui despedida, debe haber una lección en esto para mí”. Después de escucharme, la hermana también sintió que la líder no era justa conmigo. En ese momento, me sentí muy agraviada. ¿Por qué fui asignada a llevar asuntos generales? ¿Solo era capaz de hacer tareas sencillas? ¿No valía la pena cultivarme? Sentí que sería una inútil en adelante, y aun si mantenía mi fe hasta el final, sería descartada. Esas ideas me hacían sentir cada vez más abatida. Me di cuenta de que mi estado no era correcto así que me presenté de inmediato ante Dios en oración y dije: “Dios mío, ¿qué ocurre conmigo? Esto también es un deber, ¿entonces por qué estoy tan insatisfecha por manejar asuntos generales? Dios, por favor esclaréceme y guíame para entenderme a mí misma y dejar de vivir con corrupción”. Después de orar, pensé en las palabras de Dios sobre la actitud de los anticristos ante un cambio en el deber. Las palabras de Dios dicen: “El deber que te corresponde debe basarse en tus puntos fuertes. Si a veces el deber que la iglesia ha dispuesto para ti no es algo que se te dé bien o que desees hacer, puedes plantear la cuestión y resolverla mediante la comunicación. Pero si puedes cumplir el deber que debes realizar y no quieres hacerlo solo por temor a sufrir, tienes un problema. Si estás dispuesto a obedecer y puedes rebelarte contra tu carne, se puede decir que eres relativamente razonable. Sin embargo, si siempre tratas de calcular qué deberes son más prestigiosos y asumes que ciertos deberes harán que los demás te menosprecien, esto demuestra que tienes un carácter corrupto. ¿Por qué tienes tantos prejuicios a la hora de entender los deberes? ¿Es posible que seas capaz de cumplir bien un deber si se trata de uno que elegiste según tus propias ideas? Eso no es necesariamente cierto. Lo más importante es resolver tu carácter corrupto y, si no lo haces, no serás capaz de cumplir bien tu deber, aunque se trate de uno que te guste. Algunas personas cumplen sus deberes sin principios y siempre según sus propias preferencias, por lo que nunca son capaces de resolver las adversidades, siempre van tirando en cada deber que cumplen y al final las descartan. ¿Puede salvarse este tipo de personas? […] La gente malvada y los anticristos nunca tienen la actitud correcta respecto a sus deberes. ¿Qué opinan cuando los transfieren? ‘¿Piensas que solo soy un servidor? Cuando me usas, haces que te rinda servicio y cuando has terminado conmigo, me despides. ¡Bien, no rendiré servicio así! Quiero ser un líder o un obrero porque ese es el único trabajo respetable que hay aquí. ¡Si no me dejas ser líder u obrero y todavía quieres que me esfuerce, ya puedes olvidarte!’. ¿Qué tipo de actitud es esta? ¿Se están sometiendo? ¿Sobre qué base se plantean que los transfieran en su deber? Sobre la base de la impetuosidad, de sus propias ideas y de su carácter corrupto, ¿no es verdad? ¿Y cuáles son las consecuencias de este tipo de planteamiento? En primer lugar, ¿serán capaces de ser leales y sinceros en su próximo deber? No, no lo serán. ¿Tendrán una actitud positiva? ¿En qué tipo de estado estarán? (Un estado de abatimiento). ¿Cuál es la esencia del abatimiento? El antagonismo. ¿Y cuál es el resultado final de un estado de ánimo antagonista y abatido? ¿Puede cumplir bien su deber alguien que se sienta así? (No). Si alguien siempre se muestra negativo y antagonista, ¿es apto para cumplir un deber? No importa el deber que haga, la cuestión es que no puede realizarlo bien. Esto es un círculo vicioso y no acabará bien. ¿A qué se debe esto? Estas personas no recorren una buena senda; no buscan la verdad ni son sumisas ni pueden entender de manera adecuada la actitud y el enfoque de la casa de Dios respecto a ellas. Esto es un problema, ¿no? Es un cambio de deber perfectamente apropiado, pero los anticristos dicen que se hace para mortificarlos, que no los tratan como seres humanos, que la casa de Dios carece de amor, que los tratan como máquinas y que acuden a ellos cuando los necesitan y después los apartan a un lado cuando ya no son necesarios. ¿Acaso no es este un argumento retorcido? ¿Tiene conciencia o razón alguien que diga este tipo de cosas? ¡No tiene humanidad! Distorsiona un asunto perfectamente correcto; tergiversa una práctica totalmente apropiada en algo negativo; ¿acaso no es esta la perversidad de un anticristo? ¿Puede entender la verdad alguien que sea así de perverso? De ninguna manera. Este es un problema de los anticristos; cualquier cosa que les pase se lo tomarán de manera tortuosa. ¿Por qué piensan de forma retorcida? Porque su esencia-naturaleza es muy perversa. La esencia-naturaleza de un anticristo es principalmente la perversidad, seguida de su crueldad; estas son sus características principales. La naturaleza perversa de los anticristos les impide comprender nada de la forma correcta y, en su lugar, lo distorsionan todo, se van a los extremos, le buscan tres pies al gato y no pueden manejar bien las cosas ni buscar la verdad. A continuación, contraatacan y buscan venganza de manera activa e incluso difunden nociones, destilan negatividad e incitan y enredan a otros para perturbar la obra de la iglesia. Difunden en secreto algunas quejas, juzgan la forma en la que la casa de Dios trata a las personas, algunos de sus preceptos administrativos y cómo hacen las cosas algunos líderes, y los condenan. ¿Qué tipo de carácter es este? Es cruel” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). Vi en las palabras de Dios que ante cualquier cosa, los anticristos no pueden entender adecuadamente las intenciones de Dios, sino que siempre toman las cosas a mal. Abordan un simple cambio en el deber como si estuvieran siendo degradados, creyendo que les dificultan las cosas. Se vuelven negativos y reacios, y podrían abandonar su deber en cualquier momento, con lo que descuidan la obra de la iglesia. ¡Los anticristos tienen una naturaleza muy malvada! Vi que yo estaba actuando de la misma manera. Debí haber reflexionado en cómo había fallado después de ser destituida y haber atesorado esta oportunidad de un nuevo deber. Pero ni siquiera reflexioné. Sentí que la líder era dura conmigo, que manejar asuntos generales era una degradación, algo vergonzoso, que yo estaba haciendo tareas menores, que era una contribuyente de mano de obra, y que no valía la pena ser cultivada. No solo no podía someterme a ello, sino que sentía que sufría un gran agravio, y era muy renuente a este deber. Siempre estaba flojeando, actuando mecánicamente, dejándome llevar. Estaba desafiando a Dios y usaba esta negatividad para ir en contra de Él. No quería cooperar cuando las hermanas de riego venían a pedirme ayuda, sino que estaba llena de reclamos. Pensaba que iban a mandarme, a hacerme trabajar mucho y a darme tareas menores. Quise desahogar mis sentimientos de agravio, así que ventilé mis reclamos con mi antigua compañera, quejándome sobre la líder. Eso la afectó y terminó sintiendo prejuicios contra la líder. Ese cambio en el deber me puso en evidencia por completo. Hacía mi deber basada en preferencias personales, solo quería cumplir un deber que me hiciera ver bien. Con un estatus más bajo, sentía que los demás no me admirarían y no tenía esperanza de recibir bendiciones, por lo que era negativa y holgazaneaba, iba contra Dios; incluso ventilaba mi enojo en mi deber. Difundí mis propios prejuicios y nociones, y conseguí que otra persona luchara por mí. ¿Qué diferencia tenía yo con un anticristo? No tenía ninguna humanidad normal ni razón.
Luego leí algunas palabras de Dios: “Algunas personas no cumplen sus deberes adecuadamente, son siempre superficiales, causan trastornos o perturbaciones y, en última instancia, son reemplazadas. Sin embargo, no son expulsadas de la iglesia, por lo que se les da la oportunidad de arrepentirse. Todo el mundo tiene actitudes corruptas y momentos en los que son atolondrados o están confundidos, en los que tienen baja estatura. El objetivo de darte una oportunidad es que puedas darle la vuelta a todo esto. ¿Y cómo puedes darle la vuelta? Debes reflexionar y conocer tus errores pasados; no pongas excusas ni vayas por ahí difundiendo nociones. Si malinterpretas a Dios y transmites despreocupadamente estos malentendidos a los demás, para que ellos también malinterpreten a Dios contigo, y si tienes nociones y vas por ahí difundiéndolas, para que todos tengan las mismas nociones que tú e intenten razonar con Dios igual que tú, ¿acaso no es eso demagogia? ¿No es eso oponerse a Dios? ¿Y puede salir algo bueno de oponerse a Dios? ¿Puedes salvarte igualmente? Esperas que Dios te salve, pero te niegas a aceptar Su obra y te resistes y te opones a Él, así que, ¿aún te salvará Dios? Olvida semejantes esperanzas. Cuando cometiste un error, Dios no te hizo responsable ni te descartó por este único error. La casa de Dios te dio una oportunidad y te permitió seguir cumpliendo un deber y arrepentirte, lo que fue la oportunidad que te dio Dios; si tienes conciencia y razón, debes atesorar esto. Algunas personas son siempre superficiales cuando cumplen sus deberes y son reemplazadas; otras son transferidas. ¿Significa esto que han sido descartadas? Dios no ha dicho tal cosa, todavía tienes una oportunidad. Entonces, ¿qué debes hacer? Deberías reflexionar y llegar a conocerte a ti mismo y alcanzar el verdadero arrepentimiento; esta es la senda. Pero eso no es lo que hacen algunas personas. Contraatacan y van por ahí diciendo: ‘No se me permitió cumplir este deber porque dije algo incorrecto y ofendí a alguien’. No buscan el problema en sí mismos, no reflexionan, no buscan la verdad, no se someten a las disposiciones e instrumentaciones de Dios y se oponen a Él difundiendo nociones. ¿Acaso no se han convertido en Satanás? Cuando haces las cosas que hace Satanás, ya no eres un seguidor de Dios. Te has convertido en un enemigo de Dios, ¿salvaría Él a Su enemigo? No. Dios salva a gente con actitudes corruptas, a gente real, no a demonios, no a Sus enemigos. Cuando vas en contra de Dios y te quejas de Él, lo malinterpretas y lo juzgas, difundiendo nociones sobre Él, estás totalmente en contra de Dios; estás levantando un clamor contra Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios-verdad es posible cumplir bien el deber). Las palabras de Dios me conmovieron mucho. Si bien me habían destituido, la iglesia de todos modos me dio la oportunidad de realizar un deber. No dijo que yo no podría perseguir la verdad, que sería descartada. Se arregló que yo tomara otra tarea, lo que me dio la oportunidad de reflexionar sobre mí misma y entenderme de veras. Pero sin entender la intención de Dios, pensé que ser destituida era perder estatus y reputación. Era negativa y me resistía. ¡Era muy rebelde e irracional! Cuando regaba a nuevos creyentes, como no tenía una buena aptitud, no podía enseñar la verdad claramente, y las preguntas de los nuevos fieles no se resolvían a tiempo. Por miedo a que los demás me despreciaran, siempre fingía y no me abría ni buscaba ayuda para las dificultades que encontraba. La líder compartió conmigo sobre principios y métodos para ese deber, pero yo me conformaba con solo conocerlos, y después no pensaba en cómo practicarlos y aplicarlos. Por eso no capté muchos de los principios después de tantas enseñanzas y mi trabajo de riego jamás tuvo buenos resultados. No solo tenía poca aptitud, sino que era extremadamente arrogante y no tenía voluntad para buscar la verdad. Realmente no mejoraba mis habilidades y no progresaba en mi trabajo. Por eso debían trasladarme a otro deber. Pero no reconocía mi corrupción y mis faltas. Me indignaba ante el traslado y me rehusaba a aceptarlo. Hasta malinterpreté que Dios estaba exponiéndome, haciéndome ver mal, y que Él iba a descartarme. Mi actitud era absurda y completamente irracional. Con mi escaso calibre y mi falta de logros en el riego de los nuevos fieles, a menudo me sentía negativa. Si hubiera continuado haciendo ese deber, no solo habría dañado mi propia vida, sino también habría frenado la obra de la iglesia. Basada en mi aptitud y fortalezas, la líder me dio un deber que yo podía hacer. Eso era seguir los principios y ser responsable con mi vida. Pero yo no sabía qué era bueno para mí. No hice introspección para conocerme, sino que contraataqué juzgando a la líder a sus espaldas, difundiendo negatividad. Por fuera, parecía que solo estaba buscando fallas en ella, pero de hecho, me estaba oponiendo a Dios, yendo contra Él. Al ser expuesta de esta forma, vi que no solo carecía de aptitud, sino que tenía un carácter sumamente corrupto. Si no me sometía como debía y no hacía en serio mi deber, sería expuesta y descartada.
Mientras reflexionaba, también descubrí que tenía un punto de vista falaz. Pensaba que los deberes tenían diferentes rangos, que había bajos y altos, y que solo ejercer el liderazgo o realizar la labor de riego era un verdadero deber, mientras que las tareas generales no contaban como tal. Las veía como un trabajo menor, creía que cumplir esas tareas no era más que ser mano de obra, y que tras prestarla terminaría descartada. Así que escuchar que me asignaban a asuntos generales me hizo sentir inferior, tratada como si fuera una máquina. De verdad me resistía a ello y no tenía ganas de cumplir con mi deber. Pero en la iglesia, todos los deberes son para el plan de gestión de Dios de salvar a la humanidad. Ya sea como líder, en el riego, o manejando asuntos generales, todo se trata de cumplir un deber, todos debemos cooperar bien. Es igual que una máquina, cada parte tiene su propósito, así que no hay grande o pequeño, alto o bajo, noble o inferior en los deberes; solo diferentes funciones. No importa qué deber tengamos, todos tenemos lecciones que aprender y principios-verdad que practicar y en los cuales entrar. Mientras persigamos la verdad, todos podemos ser salvados por Dios. Pero yo siempre pensaba mal las cosas. Sentía que manejar asuntos generales solo era mano de obra y una tarea menor. Apliqué esa perspectiva distorsionada a mi cambio en el deber y malinterpreté la intención de Dios. Eso es muy repugnante y detestable para Él. Eso me recordó unas palabras de Dios: “El deseo de Dios es que todas las personas sean hechas perfectas, en última instancia ganadas por Él, que sean completamente purificadas por Dios y que se conviertan en personas que Él ama. Sin importar que Yo diga que sois atrasados o de un bajo calibre, es un hecho. Esto que afirmo no demuestra que Yo pretenda abandonaros, que haya perdido la esperanza en vosotros, y mucho menos que no esté dispuesto a salvaros. Hoy he venido a hacer la obra de vuestra salvación, y esto quiere decir que la obra que hago es la continuación de la obra de salvación. Cada persona tiene la oportunidad de ser hecha perfecta: siempre y cuando estés dispuesto y busques, al final podrás alcanzar este resultado, y ninguno de vosotros será abandonado. Si eres de bajo calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con ese bajo calibre; si eres de alto calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes a tu alto calibre; si eres ignorante y analfabeto, Mis requisitos estarán a la altura de tu nivel de analfabetismo; si eres letrado, Mis requisitos para ti serán acordes al hecho de que seas letrado; si eres anciano, Mis requisitos para ti serán según tu edad; si eres capaz de proveer hospitalidad, Mis requisitos para ti serán conforme a esta capacidad; si afirmas no poder ofrecer hospitalidad, y sólo puedes realizar cierta función, ya sea difundir el evangelio, cuidar de la iglesia o atender a los demás asuntos generales, te perfeccionaré de acuerdo con la función que lleves a cabo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Tras leer la palabra de Dios, me sentí muy conmovida, pero también avergonzada al mismo tiempo. Malinterpreté y culpé a Dios sin entender Su intención. Pensé que me habían asignado a las tareas generales por mi escasa aptitud, y que sería descartada tras prestar mano de obra. De hecho, Dios jamás dijo que no salvaría a personas de poca aptitud, y no trata a la gente basado en la aptitud o el deber que esta desempeña. Él se fija en si aman y persiguen la verdad. Esa es la clave para saber si las personas pueden ser salvadas. Recordé a una persona malvada que la iglesia había echado antes. Ella parecía tener calibre y su deber inspiraba admiración, pero siempre perseguía el estatus, oprimía a los demás y excluía a quienes opinaban diferente. Fue podada repetidamente, pero no se arrepintió. Finalmente, fue echada de la iglesia. Y la mayoría de los falsos líderes y anticristos que han sido expuestos y descartados en los últimos años en apariencia tienen aptitud y dones, pero no perseguían la verdad. Todos ellos cometieron mucha maldad en pos de la reputación y el estatus, y seguían una senda contraria a Dios. No importa qué tan grande parezca la aptitud de alguien, o qué tan alto sea su estatus, si no persigue la verdad, es solo cuestión de tiempo para que sea expuesto y descartado por Dios. También pensé en algunos hermanos y hermanas de aptitud promedio cuyos deberes no son extraordinarios, pero son capaces de poner el corazón en ello, asumiendo la posición de seres creados. Cuando revelan corrupción, se presentan ante Dios para orar y buscar, para hacer introspección y conocerse a sí mismos a través de las palabras de Dios. Su carácter corrupto sí cambia con el tiempo. El carácter de Dios es muy justo. Dios no trata a nadie injustamente. No importa la calidad de nuestro calibre o el deber que hagamos, Dios nutre y riega a todos por igual y dispone situaciones para que experimentemos Sus palabras y entremos en la realidad-verdad. ¡La obra de Dios para salvar al hombre es muy práctica! Después de entender la intención de Dios, no fui tan renuente en mi deber actual, sino que quise someterme y realizarlo bien.
Después leí algunas palabras de Dios: “Para que hoy podáis desempeñar vuestro deber en la casa de Dios, ya sea grande o pequeño, ya sea físico o mental, y ya se trate de manejar los temas externos o el trabajo interno, nadie cumple con su deber por accidente. ¿Cómo puede ser esta tu elección? Todo esto lo dirige Dios. La comisión de Dios es el motivo primordial de que estés así de conmovido, tengas este sentido de la misión y de la responsabilidad, y puedas desempeñar este deber. Hay muchos entre los no creyentes con buena apariencia, conocimiento o talento, pero ¿acaso los favorece Dios? No. Dios no los eligió, y Él solo os favorece a vosotros. Os hace adoptar toda clase de roles, desempeñar toda clase de deberes y asumir diferentes tipos de responsabilidades en Su obra de gestión. Cuando el plan de gestión de Dios acabe por culminar y se consiga, ¡será una enorme gloria y un gran privilegio! Entonces, cuando la gente padezca algunas dificultades mientras desempeña su deber hoy en día, cuando tenga que renunciar a cosas, gastarse un poco y pagar cierto precio, cuando pierda su estatus y su fama y ganancia en el mundo, y cuando todas estas cosas hayan desaparecido, podrá parecer que Dios se lo ha quitado todo, pero han ganado algo más precioso y de mayor valor. ¿Qué ha ganado la gente de Dios? Ha ganado la verdad y vida cumpliendo con su deber. Solo cuando has desempeñado bien tu deber, has completado la comisión de Dios, vives toda tu vida para tu misión y la comisión que Dios te ha asignado, tienes un hermoso testimonio, y vives una vida con valor, ¡solo entonces eres una persona de verdad! ¿Y por qué digo que eres una persona de verdad? Porque Dios te ha escogido y te ha hecho cumplir con tu deber como ser creado dentro de Su gestión. Este es el mayor valor y significado en tu vida” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “Dios no se fija en lo que dices o prometes ante Él, sino en si lo que haces tiene realidad-verdad. Además, a Dios no le importan lo elevadas, profundas o grandes que sean tus acciones; aun cuando hagas algo pequeño, si percibe sinceridad en cada uno de tus actos, dirá: ‘Esta persona cree sinceramente en Mí. Nunca ha alardeado. Se comporta de acuerdo con su posición. Aunque es posible que no haya hecho una gran contribución a la casa de Dios y tenga poca aptitud, es firme y sincera en todo lo que hace’. ¿Qué abarca esa ‘sinceridad’? El temor y la sumisión a Dios, así como la fe y el amor verdaderos; abarca todo lo que Dios desea ver. A ojos de otros, esas personas pueden parecer corrientes. Bien podría ser una persona que hace la comida o se encarga de la limpieza, alguien que realiza un deber ordinario. Para los demás, esas personas no son excepcionales, no han logrado nada importante ni poseen nada estimable, admirable o envidiable: son simplemente personas corrientes. Y, sin embargo, en ellas se encuentra y vive todo lo que Dios quiere, y le entregan todo ello a Dios. Dime: ¿qué más quiere Dios? Él está satisfecho” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me mostraron que sin importar qué deber tenga yo, este proviene del gobierno y las disposiciones de Dios. Debería someterme y asumirlo todo con el corazón. Sin importar cuál sea mi aptitud o cuánto sea capaz de hacer, debería dedicar todo lo que tengo, darlo todo de mí. Esa es la intención de Dios, y en eso consiste realmente cumplir con mi deber.
Posteriormente, asumí una actitud correcta y llevé diligentemente los asuntos generales, y poco después vi que no era para nada ese trabajo monótono que había imaginado. Hay muchos principios que captar y en los que entrar en ese deber, y se requiere un auténtico corazón que busque la verdad al cumplir con él. Tras un periodo de práctica, gané mucho estando a cargo de asuntos generales. Aprendí algunas habilidades y llegué a entender algunos principios, y también experimenté lo práctica que es la salvación de la humanidad por parte de Dios. Este cambio de deber cambió la visión incorrecta que yo tenía sobre los deberes y me volví dispuesta a someterme a los arreglos de Dios y a dar lo mejor de mí en el deber. ¡Gracias a Dios!