17. Acabo de descubrir que me falta la realidad-verdad
En agosto de 2022, un artículo de testimonio vivencial que escribí se convirtió en video y se subió a Internet. Muy sorprendida y emocionada, enseguida fui a contárselo a una de las hermanas que conocía bastante bien. En ese momento no lo hice muy público, pues sabía que era fruto del esclarecimiento y la guía de Dios y que no debía presumir. Varios meses después, también pasaron a video y subieron otros dos artículos de testimonios vivenciales que escribí. Esa vez ya no pude contener la emoción, y pensé: “Han elegido tres de mis artículos de testimonios vivenciales para convertirlos en videos. Esto es lo máximo que alguien ha logrado en nuestra iglesia, lo que demuestra que tengo cierta experiencia real, que sé cómo conocerme a mí misma y que puedo compartir un testimonio vivencial. Parece que no estoy muy lejos de alcanzar la salvación”. Justo en ese momento, estaba reunida con varias hermanas y pensé: “Si supieran que grabaron en video y subieron a Internet mis artículos de testimonios vivenciales, seguro que me envidiarían y tendrían buen concepto de mí. Creerían que soy alguien que perseguía la verdad y tenía entrada en la vida”. Recordé lo que dijo la hermana Xiaoxiao un par de días antes, hablando de su estado. En su interior sentía oposición hacia la persona encargada de supervisar y controlar su trabajo, y no sabía cómo corregir ese estado. Entonces dije: “Un artículo de testimonio vivencial que escribí habla del mismo estado que Xiaoxiao. Se trata de no estar dispuesta a aceptar la supervisión de mi líder en el deber. Podemos verlo juntas”. Luego envié el video a los hermanos y hermanas y expliqué con detalle cómo, a lo largo de esta experiencia, pude abordar, diseccionar y reconocer mi estado. Después de ver el video, Xiaoxiao mostraba envidia en su expresión. Otra hermana, Li Qi, comentó: “Yo no sé dominar mis revelaciones de corrupción, reflexionar sobre mí misma, conocerme como tú, ni cómo buscar las verdades pertinentes para corregirlas. Solo tengo un entendimiento aproximado de mi estado. Ahora, con esta charla, comprendo un poco más la senda hacia la entrada en la vida. Todavía me falta mucho”. Muy contenta, pensé: “Realmente comprendo la verdad, tengo entrada en la vida y puedo corregir sus estados. También puedo hablar de sendas de práctica”. Me sentía superior a todos y rebosaba de confianza. Antes, Li Qi vivía en un estado negativo y no quería salir a reunirse, por lo que le pregunté a propósito: “¿Quieres participar en la próxima reunión?”. Li Qi respondió, alegre: “Sí, quiero; participaré siempre y cuando tú estés presente. Antes no sabía cómo centrarme en la entrada en la vida, y ahora tengo cierto entendimiento. ¡Qué beneficioso es asistir a reuniones!”. Al ver la expresión de satisfacción de Li Qi, tuve una gran sensación de logro y pensé que yo era una líder excelente. No solo sabía resolver problemas de trabajo, sino también guiar a los hermanos y hermanas hacia la entrada en la vida. En aquel entonces, solía vivir en un estado de autoadmiración. Me creía maravillosa y, allá donde iba, siempre me creía la persona con más experiencia, más entrada en la vida y más realidad-verdad.
En una reunión, la hermana Yi Ran me preguntó cómo hacía mi trabajo. Al oírlo, no pude evitar sentirme un poco contenta. Pensé: “Veo que ninguno de ustedes sabe cómo trabajar. Esperen, que les contaré cómo hago mi trabajo y les demostraré que tengo habilidades para ello”. Al principio dije con modestia: “Cuando empecé en este deber, yo tampoco sabía cómo trabajar ni organizar mis prioridades”. Después solté una serie de palabras acerca de cómo hacía mi trabajo. Vi que todos los hermanos y hermanas escuchaban diligentemente mi charla y me lanzaban miradas de envidia. Creía que mi charla estaba bastante bien y me sentía muy contenta. Luego fui a una reunión de otro grupo. Cuando estaba hablando, meditaba: “¿Cómo puedo hablar de modo que los hermanos y hermanas vean que tengo habilidades de trabajo?”. Pensé que el trabajo de evangelización del que me encargaba había dado resultados, así que subrayé cómo me ocupé de ese trabajo. Comenté: “Primero hay que organizar bien al personal. Yo asigné los deberes de los hermanos y hermanas según sus aptitudes y especialidades. Además, estaba bastante centrada en corregir los estados y problemas de los evangelizadores. Cuando me volcaba en el trabajo de evangelización, cada mes aumentaba el número de personas alcanzadas. Los hermanos y hermanas me elogiaban diciendo que tenía mucha aptitud y habilidades de trabajo”. Al ver que todos escuchaban atentamente, me sentía feliz pero también triste: en ese momento solo había tres personas escuchando mi charla. Pensé: “Estaría genial que hubiera más gente que escuchara y se enterara de mis habilidades de trabajo”. Después de la reunión, me sentía incómoda. Tenía una leve sensación de que quizá me había exaltado y había dado testimonio de mí misma, pero recapacité y pensé que esta era mi experiencia y que todo lo que había dicho era real. No llegaba a ser exaltación y testimonio de mí misma. Justo cuando estaba disfrutando de mi alegría, de pronto recibí una carta de una hermana. En su carta señalaba y exponía mi problema: “Cuando hablas en las reuniones, siempre presumes de cómo haces tu trabajo, de qué resultados logras y de que otros tienen un buen concepto de ti. Abordas esto con todo detalle, pero no oigo nada de cómo das testimonio de Dios. Al escuchar tu charla, yo también tuve muy buen concepto de ti y pensé que eres muy joven pero muy buena en tu trabajo, y que estás en esa búsqueda de la verdad. De buenas a primeras, te hiciste un hueco en mi corazón, y también los demás hermanos y hermanas tuvieron muy buen concepto de ti. Los atrajiste a todos e hiciste que tuvieran buen concepto de ti y te idolatraran. Es peligroso seguir así, es la senda de los anticristos”. Me sentí fatal al leer la carta, pero solo admití que iba por la senda equivocada y no reflexioné en serio sobre mí misma.
Después, sentía una gran oscuridad en mi corazón. Cuando algo me sucedía, no me centraba en reflexionar sobre mí misma, y cuando veía algo que no me gustaba, no podía controlar mi mal genio. En todas las cuestiones creía tener razón y que los hermanos y hermanas no. Por ejemplo, cuando el trabajo del que me encargaba daba pocos resultados, no reflexionaba sobre si había hecho un trabajo real, sino que responsabilizaba a mis hermanos y hermanas alegando que su poca aptitud había causado los malos resultados. La gente que elegía tampoco servía, y la hermana que trabajaba conmigo me advertía que eligiera a la gente según los principios. Me oponía y no lo admitía en mi corazón. Estaba negativa y hostil, y decía que tenía pocas habilidades de trabajo y que no sabía hacer un trabajo real. Cuando la hermana Yang Ting y yo revisamos el trabajo evangelizador, vi que no había habido mejoría y, sin motivo, la podé diciéndole que ella no llevaba ninguna carga ni hacía un trabajo real. Esto afectó mucho a Yang Ting. Tomé conciencia de que me hallaba en un mal estado y sentí que no tenía la obra del Espíritu Santo. En todas estas situaciones, nunca traté de conocerme a mí misma y actué sin principios. A los hermanos y hermanas no les acarreé más que limitaciones y perjuicios. Me horroricé al pensarlo. Perseguía la reputación y el estatus, y solía exaltarme y dar testimonio de mí misma. Cuando algo me sucedía, no aceptaba la verdad y no beneficiaba a nadie. Pronto me relevaron. En ese momento tuve la sensación de que el desastre era inminente. En mi interior, bien sabía que me habían sobrevenido el juicio y castigo de Dios. Me sentí muy mal y lamenté no haberme arrepentido a tiempo. Oré a Dios en el silencio del corazón: “¡Dios mío! Me exaltaba y daba testimonio de mí misma en el deber, y me relevaron. Sé que esta es Tu forma de amarme y protegerme. ¡Dios mío! Te pido esclarecimiento, guía y ayuda para conocerme de verdad”.
Luego reflexioné y traté de conocerme basándome en los problemas señalados por los hermanos y hermanas, y, en devoción espiritual, leí estas palabras de Dios: “La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Se enaltece y da testimonio sobre sí misma alardeando y menospreciando a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué actitud revela normalmente? La arrogancia. Es una de las que principalmente revela, seguida de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de maldad? (Sí). Este es un carácter malvado. Puede apreciarse que estos medios que emplean estas personas están dirigidos por un carácter falso; entonces, ¿por qué digo que es inicuo? ¿Qué tiene que ver esto con la iniquidad? ¿Qué opináis? ¿Pueden ser sinceras estas personas acerca de sus objetivos al enaltecerse y dar testimonio sobre sí mismas? No pueden. Sin embargo, siempre hay un deseo en el fondo de su corazón y lo que dicen y hacen va en beneficio de ese deseo, y mantienen muy en secreto los objetivos y motivaciones de lo que dicen y hacen. Por ejemplo, utilizarán la distracción o alguna táctica turbia para lograr estos objetivos. ¿No es dicho secretismo astuto por naturaleza? ¿Y dicha astucia no se puede calificar de perversa? (Sí). Se puede calificarse de perversa y está más arraigada que la falsedad” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos). Las palabras de Dios daban en el clavo y desenmascaraban nuestras intenciones y nuestros objetivos al exaltarnos y dar testimonio de nosotros mismos. Lo hacemos para que la gente tenga buen concepto de nosotros, nos idolatre y nos lleve en el corazón. Haciendo memoria, me exaltaba y presumía para que la gente tuviera buen concepto de mí y me admirara. Cuando veía mis artículos convertidos en videos y subidos a Internet, no daba testimonio de los resultados logrados por Dios al obrar en mí, sino que los aprovechaba para lucirme y hacer que otros tuvieran buen concepto de mí. En aquella reunión, al enterarme de que el estado de Xiaoxiao era similar al mío, no compartí mi conocimiento de las palabras de Dios según mi experiencia para ayudarla a comprender la verdad y conocer su carácter corrupto. En cambio, me lucí y analicé mis artículos en detalle para demostrar a mis hermanos y hermanas que tenía aptitud y entrada en la vida y que perseguía la verdad. Entonces tendrían buen concepto de mí y me idolatrarían. Sobre todo cuando la hermana Yi Ran me preguntó cómo hacía mi trabajo, no hablé sobre cómo dominar los principios del trabajo, sino que no paré de hablar de lo bien que se me daba organizarlo para que todos creyeran que tenía habilidades para ello y tuvieran buen concepto de mí y me idolatraran. Cuando fui a reunirme con otro grupo, igual. Cuando hablé, elegí especialmente mi experiencia más exitosa para presumir y demostrarles que no era común, y así darles una buena impresión. En realidad, cuando empecé en mi deber, no entendía muchas cosas y tenía muchos fallos. Con la guía de las palabras de Dios y la enseñanza y ayuda de mis hermanos y hermanas, pude captar algunos principios. Sin embargo, no hablaba de mis corrupciones ni de mis carencias y, en cambio, mostraba mi lado más brillante y lustroso para demostrar a los hermanos y hermanas que tenía aptitud, que perseguía la verdad, que tenía habilidades de trabajo, que era talentoso y que todos debían verme con otros ojos. Al hablar en las reuniones, mis intenciones eran presumir y demostrar a la gente que sabía cómo vivir y trabajar para que tuviera buen concepto de mí y me admirara. Daba testimonio de mí misma, presumía y desorientaba a los demás. ¡Qué despreciable y perversa era al hablar con mis hermanos y hermanas con esas intenciones! Recordé lo señalado en los diez decretos administrativos que debe acatar el pueblo escogido de Dios: “1. El hombre no debe magnificarse ni exaltarse a sí mismo. Debe adorar y exaltar a Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los diez decretos administrativos que el pueblo escogido de Dios debe obedecer en la Era del Reino). Y las palabras de Dios dicen: “Todos los que recorren la senda de anticristos se exaltan y dan testimonio para sí mismos, se promueven a sí mismos, se lucen en cada oportunidad y no se preocupan por Dios en absoluto. ¿Habéis experimentado vosotros estas cosas de las que hablo? Muchas personas dan testimonio de sí mismas persistentemente, hablan de que han sufrido esto y lo otro, de cuánto trabajan, cuánto Dios las valora y les confía tal trabajo, y cómo son; usan tonos particulares al hablar y emplean ciertos modos, hasta que, al final, otros probablemente comiencen a pensar que son Dios. El Espíritu Santo hace mucho que ha abandonado a quienes alcanzan este nivel, y aunque tal vez no hayan sido descartados o expulsados, sino que se los deja para que presten servicio, su destino ya está sellado y solo están esperando su castigo” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios). Tras leer las palabras de Dios, sentí que no se debe ofender Su carácter justo. Lo que más aborrece Dios es que la gente se exalte y presuma, ya que eso puede llevar a perder la obra del Espíritu Santo. Si no se arrepienten, recibirán el castigo al final. Después de leer las palabras de Dios, por fin desperté a la realidad. Recordé que, durante todo ese tiempo, para que la gente tuviera buen concepto de mí, estaba deseosa de informarle que escribí unos artículos de testimonios vivenciales. Hacía propios los resultados de la obra y guía del Espíritu Santo, como si fueran un gran logro mío que propagaba por todos lados. Tanto si me reunía con los hermanos y hermanas como si hablaba de trabajo, siempre que veía a alguien, aprovechaba para venderle mi experiencia sin vergüenza alguna, de forma que los hermanos y hermanas vieran que tenía aptitud y habilidades de trabajo y que era una persona que perseguía la verdad, con lo que tendrían buen concepto de mí y me idolatrarían. De manera descarada, presumía y seducía los corazones. Esto era una ofensa al carácter de Dios. En esa época, en la que perdí la obra del Espíritu Santo, caí en la oscuridad y acabé siendo relevada, pensé que estaba enfrentando el carácter justo de Dios. Dios aborrecía enormemente lo que yo hacía y me ocultaba Su rostro. Dios es justo y santo, y no se debe ofender Su carácter, pero, yo carecía de vergüenza y descaradamente le quitaba el protagonismo a Dios. Me atribuía los resultados de la obra de Dios y hacía gala de mis puntos fuertes. Verdaderamente, no tenía en absoluto un corazón temeroso de Dios e iba por la senda de los anticristos. Hacía el mal. Al reflexionar sobre esto, mi corazón se llenó de dolor. Aunque satisfice mi deseo de estatus exaltándome y dando testimonio de mí misma, lo que recibí a cambio fue el desprecio de Dios y la pérdida de la obra del Espíritu Santo. De continuar así, perdería la oportunidad de alcanzar la salvación. Ya me habían relevado, lo cual fue una advertencia de Dios. Tenía que reflexionar correctamente sobre mí misma y arrepentirme.
Medité: “¿Cómo pude exaltarme y dar testimonio de mí misma, y seguir esta senda equivocada? ¿Qué carácter corrupto me controlaba?”. También oré a Dios para pedirle esclarecimiento y guía. En una devoción espiritual leí estas palabras de Dios: “Si tienes un carácter arrogante y engreído, que se te diga que no te opongas a Dios no sirve de nada, no puedes evitarlo, escapa a tu control. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y engreída. Tu arrogancia y engreimiento te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; harían que te ensalzaras a ti mismo, que te exhibieras constantemente; te harían despreciar a los demás, no dejarían a nadie en tu corazón más que a ti mismo; te quitarían el lugar que ocupa Dios en tu corazón, y finalmente harían que te sentaras en el lugar de Dios y exigieras que la gente se sometiera a ti y harían que veneraras tus propios pensamientos, ideas y nociones como la verdad. ¡Cuántas cosas malas hacen las personas bajo el dominio de esta naturaleza arrogante y engreída!” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). “Los de naturaleza arrogante son capaces de rebelarse contra Dios, de oponerse a Él, de cometer actos que lo juzgan y traicionan y de hacer cosas que los enaltecen a ellos mismos y son un intento de instaurar sus propios reinos independientes. Imaginemos que varias decenas de miles de personas de un país aceptaran la obra de Dios, y la casa de Dios te enviara allí para guiar y pastorear a los escogidos de Dios. E imaginemos que la casa de Dios te concediera la autoridad y te permitiera trabajar por tu cuenta, sin Mi supervisión ni la de nadie. Pasados varios meses, te habrías convertido en una especie de gobernante soberano, todo el poder recaería en tus manos, llevarías la voz cantante, todos los escogidos te venerarían, te adorarían, se someterían como si fueras Dios, te cantarían alabanzas con cada palabra, diciendo que predicas con profundidad y afirmando insistentemente que tus declaraciones eran lo que necesitaban, que supiste proveerlos y guiarlos, y en sus corazones no habría lugar para Dios. ¿No sería problemática esta clase de labor? ¿Cómo la habrías llevado a cabo? Que esta gente fuera capaz de tener semejante reacción demostraría que en tu labor no dabas el más mínimo testimonio de Dios, sino únicamente testimonio y lucimiento de ti mismo. ¿Cómo pudiste lograr tal consecuencia? Algunos dicen: ‘Lo que yo comparto es la verdad; por supuesto, ¡nunca he dado testimonio de mí mismo!’. Esa actitud tuya, esa manera, es la de tratar de hablar con la gente desde la posición de Dios, no una actitud de permanecer en la posición de un ser humano corrupto. No dices más que palabras rimbombantes y exigencias a los demás; eso no guarda ninguna relación contigo. Por lo tanto, como consecuencia, lograrías hacer que la gente te idolatrara y envidiara hasta que, finalmente, todos se sometieran a ti, dar testimonio de ti, enaltecerte y ponerte por las nubes. Cuando eso sucediera, estarías acabado; ¡habrías fracasado! ¿No es esta la senda por la que vais vosotros ahora mismo? Si se te pide que guíes a unos miles o a decenas de miles de personas, te sentirás eufórico. Entonces darías lugar a la arrogancia, comenzarías a tratar de ocupar la posición de Dios en tus palabras y gestos y no sabrías qué ponerte, qué comer ni cómo caminar. Te regodearías en las comodidades de la vida, te sentirías elevado y no te dignarías a reunirte con los hermanos y hermanas corrientes. Te convertirías en un completo degenerado; serías puesto en evidencia y se te descartaría, y serías abatido como el arcángel. Todos sois capaces de esto, ¿no es así? Entonces, ¿qué deberíais hacer? Si un día se os ordenara ser responsables de la labor del evangelio en todos los países, y fuerais capaces de caminar por la senda de un anticristo, ¿cómo podría expandirse la obra? ¿No sería esto un problema? ¿Quién se atrevería, pues, a dejaros ir por ahí? Después de que te enviaran allí, nunca regresarías; no prestarías atención a nada de lo que Dios dijera y seguirías luciéndote y dando testimonio de ti mismo como si estuvieras salvando a la gente, realizando la obra de Dios y haciendo creer a la gente que Dios había aparecido y estaba aquí obrando; y a medida que la gente te idolatrara, no cabrías en ti de gozo y hasta consentirías que te tratara como a Dios. Llegado ese momento, estarías acabado, serías desechado. Sin darte cuenta, este tipo de naturaleza arrogante terminaría siendo tu ruina. Este es un ejemplo de una persona que va por la senda de los anticristos” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Una naturaleza arrogante es la raíz de la resistencia del hombre a Dios). Con las palabras de Dios entendí que, al exaltarme y dar testimonio de mí misma, me controlaba una naturaleza arrogante. Como convirtieron en videos y subieron a Internet tres de mis artículos, me tenía en muy alta estima y creía que poseía la realidad-verdad y me salvaría. Además, me elogiaba por saber resolver los problemas de los hermanos y hermanas y ser la líder más adecuada. Tanto si los hermanos y hermanas hablaban de su estado como si estábamos hablando de trabajo, aprovechaba la ocasión para mostrarles mis artículos de testimonios vivenciales y para analizar cómo adquirí conocimiento y experiencia, de modo que vieran que tenía la realidad-verdad, tuvieran buen concepto de mí y me idolatraran. Era tan arrogante que perdí toda razón y no sabía quién rayos era. Toda persona con un poco de razón y de un corazón temeroso de Dios, le da toda la gloria a Él al ver los resultados de Su obra, pero, en cambio, yo no tenía razón alguna. Como escribí varios artículos de testimonios vivenciales y creía tener la realidad-verdad, comencé a dar testimonio de mí misma. Realmente no tenía vergüenza. Me acordé de Pablo, de naturaleza sumamente arrogante y vanidosa. Creía entender más que nadie y que estaba por encima del común de los apóstoles. Nunca se diseccionaba ni trataba de conocerse, ni aceptaba el juicio y castigo de Dios. Cuando su trabajo daba resultados, se lucía por todas partes mostrando que se le daba bien trabajar y predicar. Daba testimonio de lo mucho que sufría y del enorme precio que pagaba, y desorientaba a bastantes creyentes. Hacía que la gente creyera falsamente que él tenía la realidad-verdad, y que considerara sus palabras como las de Dios. Al final, ofendió el carácter de Dios y recibió Su castigo. El carácter que yo había revelado no difería del de Pablo. Yo también era sumamente arrogante y vanidosa. Escribí varios artículos de testimonios vivenciales y me jactaba de tener la realidad-verdad. Como siempre presumía de estos artículos, los hermanos y hermanas me idolatraban. Desorientaba a la gente igual que Pablo. Solo Dios es la verdad, solo Sus palabras pueden corregir los estados y dificultades de la gente, y solo Sus palabras deben ser difundidas. Solo Dios es digno de la adoración y admiración de la gente. Yo soy un mero ser humano corrupto, pero siempre buscaba que la gente tuviera buen concepto de mí y me idolatrara. Iba por la senda de la resistencia a Dios. Si no me arrepentía, ofendería Su carácter y Él me destruiría. Por dentro, temblaba de miedo, como si en cualquier momento se pudiera desatar la furia de Dios sobre mí. En mi corazón le decía constantemente a Dios: “¡Dios mío! Me equivoqué. Solo soy un ser humano corrupto. Mi carácter es arrogante, te quité el protagonismo y perdí la obra del Espíritu Santo. Esta es Tu justicia. Soy excesivamente irracional y merezco ser castigada. ¡Dios mío! Tengo mucho miedo de que me abandones y estoy dispuesta a arrepentirme ante Ti”.
Luego, reflexionando sobre mí misma, me di cuenta de que creía que escribir artículos de testimonios vivenciales significaba que tenía la realidad-verdad y que yo era fantástica. ¿Se ajustaba esa opinión a la verdad? Leí las palabras de Dios y hallé respuesta a esta pregunta. Dice Dios: “Las vidas de las personas progresan muy lentamente porque la verdad que estas entienden tiene que ver con su esencia-naturaleza, con su existencia y con las cosas conforme a las cuales viven, y esto implica transformar el propio carácter, así como realizar cambios en la propia vida. ¿Cómo puede ser tan fácil que tu vida cambie para ser otra distinta? Por una parte, ello requiere de la obra de Dios y, al mismo tiempo, también necesita la cooperación activa de la gente; además de eso están las pruebas del entorno externo, junto a tu búsqueda personal; también debes tener suficiente calibre y perspicacia, y Dios te proporcionará entonces guía y esclarecimiento adicionales; por si esto fuera poco, Dios te infligirá algunos castigos, juicios y podas, tus hermanos y hermanas te criticarán y aun así deberás continuar tu búsqueda para poder eliminar aquello que pertenece a Satanás. Solo entonces las cosas positivas que pertenecen a la verdad podrán entrar poco a poco. […] No pienses que porque hayas escuchado un montón de sermones la verdad se ha convertido en tu vida y has obtenido la verdad. ¡Todavía estás lejos de eso! No creas que simplemente porque hayas escrito un artículo testimonial o hayas tenido una experiencia de ese tipo ya estás salvado. ¡Te queda mucho camino por delante! Ese es solo un pequeño fragmento de tu larga experiencia vital. Puede tratarse de un estado de ánimo, una sensación, una ambición o un deseo momentáneos, y nada más. Cuando un día te sientas débil, eches la vista atrás y escuches los testimonios que una vez diste, los juramentos que pronunciaste y aquello que llegaste a comprender, todos ellos te parecerán extraños, y dirás: ‘¿Ese era yo? ¿Tan grande era mi estatura? ¿Cómo es posible que no lo sepa? ¿Seguro que era yo?’. En ese momento te darás cuenta de que tu vida aún no ha cambiado. ¿Qué indica este hecho? Que tu carácter todavía no se ha transformado. ¿Cómo te sentirás cuando descubras que puedes llegar a ser tan negativo como lo eres ahora, a pesar de haber dado testimonio y pensado en aquel tiempo que ya tenías una gran estatura? ¿Acaso no pensarías que transformar el propio carácter es una tarea demasiado ardua? La verdad no es algo que pueda labrarse en las personas de la noche a la mañana. Si las personas obtienen realmente la verdad como su vida, recibirán bendiciones y sus vidas serán distintas. Ya no serán como son ahora, revelando a menudo actitudes corruptas, sino que podrán someterse por completo a Dios y cumplir su deber con lealtad, y se transformarán completamente” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (I)). “Los artículos sobre los testimonios vivenciales de la mayoría de las personas tratan sobre la vivencia de un entorno que las obligó a actuar de determinada manera y sobre lograr la ‘sumisión a Dios’ en sus actos. Están bastante satisfechas consigo mismas, pues creen que tienen la realidad-verdad. Si bien escribiste un artículo testimonial, en realidad se trata de alardear, dar testimonio de ti mismo y consolidarte: ‘Mirad, tengo un testimonio. No decepcioné a Dios. ¡Me aferré a mi deber en este entorno!’. Otros, después de que los poden, han reflexionado y se han dado cuenta de que fueron superficiales y no complacieron a Dios, y están dispuestos a arrepentirse. Si bien se muestran arrepentidos durante un tiempo, en el que al parecer ya no son superficiales, ¿se ha transformado su carácter corrupto? No; tras bambalinas, siguen siendo igual de arrogantes e insolentes. La postura, la perspectiva y los puntos de vista desde los cuales observan y tratan con las personas y las cosas, en esencia no se basan en las palabras de Dios, ¡de modo que su carácter corrupto no ha comenzado a transformarse en absoluto! Así pues, ¿cuál es la transformación de la que hablas? Se trata solo de un cambio en el comportamiento, el estilo de vida y tal vez en el tono, la forma de expresarte y el estilo con los cuales interactúas con los demás y abordas los asuntos. Tu fe también se ha fortalecido; eres capaz de buscar la verdad después de atravesar muchos casos de que te poden en diversos entornos, y ahora comprendes muchas verdades y tu determinación de seguir a Dios es más firme que antes; todos estos aspectos han cambiado. Tales cambios hacen que las personas tengan más confianza en recibir la salvación, estén más dispuestas a perseguir la verdad, y se sientan más esperanzadas y optimistas respecto de seguir a Dios. Sin importar qué pruebas o tribulaciones les sobrevengan, no se vuelven negativas ni renuncian a su fe. […] Pero ¿cuál es la mala noticia? Que los cambios que reveláis y exhibís son solo en cuanto a comportamiento, pensamiento e ideología, y en vuestro subconsciente despiertan ciertos signos de elementos relativamente positivos, proactivos y optimistas. Sin embargo, esos signos no significan que vuestro carácter corrupto haya comenzado a cambiar” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 2. Cómo perseguir la verdad (3)). Tras leer las palabras de Dios, me sentí muy humillada y avergonzada. Antes pensaba que, si escribía varios artículos de testimonios vivenciales que fueran grabados en video y subidos a Internet, tendría la realidad-verdad, sería mejor que nadie, e incluso estaría cerca de la salvación. Según las palabras de Dios, mi opinión era falaz y no se ajustaba a la verdad. Aunque reflexionaba sobre mí misma y tenía conocimiento de un asunto, por lo que escribía un artículo de testimonio vivencial, esto solo significaba que había obtenido ciertos beneficios y conocimientos en esta etapa, no que me hubiera despojado de mi carácter corrupto ni que tuviera la realidad y la vida. De hecho, Satanás me había corrompido a fondo: tenía actitudes satánicas muy arraigadas en mí y también muchos venenos satánicos dentro de mí. Comprender un poco la verdad o practicarla una vez en algún asunto no significaba que mis actitudes satánicas cambiarían por completo. En esta época vivía inmersa en mi carácter arrogante, creyéndome superior y mejor que todos, exaltándome y presumiendo sin vergüenza, y también podando a ciegas a los hermanos y hermanas con mi carácter arrogante y mi impulsividad. Aún tenía muchas actitudes corruptas por corregir, y no consideraba las palabras de Dios como mi vida. Asimismo, reconocí que los artículos de testimonios vivenciales que escribí solo significaban que entendía un poco ciertos aspectos de mis actitudes corruptas u opiniones incorrectas y que, temporalmente, podía poner en práctica algo de la verdad, pero no había llegado a odiar y rebelarme por completo contra mi esencia-naturaleza. Al afrontar un asunto similar, aún estaba sujeta a mis actitudes corruptas y era incapaz de poner en práctica la verdad. Era como antes, cuando escribí sobre mi experiencia de complacencia, y reconocí estar controlada por la idea de que “Si pegas a otro, no le pegues en la cara; si increpas a alguien, no le llames la atención por sus defectos”, y que era egoísta y despreciable por salvaguardar mis propios intereses. Con la lectura de las palabras de Dios, conseguía discernir un poco más ese punto de vista, pero después, al afrontar el mismo tipo de asunto, seguía controlada por mi naturaleza egoísta y falsa y no era capaz de practicar del todo la verdad. Todavía tenía que aceptar más juicio y castigo de las palabras de Dios y despojarme poco a poco de mi carácter corrupto. Quienes tienen una transformación real de carácter y la realidad-verdad ven las cosas según las palabras de Dios, les pase lo que pase, y no viven de acuerdo con su carácter corrupto y sus puntos de vista satánicos. Saben mantenerse firmes como seres creados, dar testimonio de Dios y vivir con una semejanza humana normal. Sin embargo, a mí aún solían gobernarme mis actitudes corruptas, y lo que vivía no tenía nada de testimonio de Dios. Además, me exaltaba y daba testimonio de mí misma con descaro, y vivía a imagen de Satanás. Humillaba a Dios; ¿qué realidad-verdad tenía? Estaba muy lejos de ser salvada. Hasta ese momento no tuve clara mi estatura real: era un ser humano corrupto, básicamente indigna de que los demás tuvieran buen concepto de mí y me elogiaran. Cuando obtenía resultados en mi deber, era gracias a las palabras y obra de Dios y al esclarecimiento y guía del Espíritu Santo. De no ser por el esclarecimiento y la guía de Dios, sería una absoluta necia que no entendía nada, no era nada y no era mejor que otros. Al reconocerlo, me disgusté un poco conmigo misma. Aún tenía muchísimas corrupciones y carencias, pero no me conocía en absoluto y seguía pensando que tenía la realidad-verdad. Era muy arrogante e irracional, y Dios me aborrecía de verdad.
Más de un mes más tarde, me asignaron de nuevo a mi deber. Tenía mucho miedo de repetir los mismos errores y solía orar a Dios para que me guiara a practicar la verdad. Una vez, reunida con unos líderes, escuché a Zhang Ying decir que notaba los problemas de los hermanos y hermanas, pero no se atrevía a corregirlos, y esto me pareció una manifestación de complacencia. Pensé: “Aquí hay bastante gente; ¿por qué no les enseño mi artículo de testimonio vivencial sobre esto? De este modo, seguro que tienen buen concepto de mí, y así fijaré mi imagen entre los hermanos y hermanas”. Entonces reconocí que, de nuevo, quería presumir. Recordé las palabras de Dios: “Para evitar cometer los mismos errores de siempre, la gente debe ser consciente en primer lugar de que aún no ha ganado la verdad, de que no se ha producido ninguna transformación de su carácter vital y de que, aunque crea en Dios, todavía vive bajo el poder de Satanás y no se ha salvado; es susceptible de traicionar a Dios y de apartarse de Él en cualquier momento. Si la gente tiene esta sensación de crisis en su interior —si, como a menudo dice, está preparada para el peligro en tiempos de paz—, entonces será capaz de contenerse un poco, y cuando le ocurra algo, orará a Dios, confiará en Él y podrá evitar cometer los mismos errores de siempre. […] Hay tres puntos importantísimos que hay que tener en cuenta: en primer lugar, aún no conoces a Dios; en segundo lugar, no se ha producido ninguna transformación de tu carácter; y en tercer lugar, todavía has de vivir a auténtica imagen del hombre. Estas tres cosas se ajustan a los hechos, son reales y debes tenerlas claras. Debes conocerte a ti mismo. Si tienes la voluntad de solucionar este problema, debes elegir un lema, como por ejemplo: ‘soy el estiércol de la tierra’, ‘soy el diablo’, ‘suelo volver a las andadas’ o ‘siempre estoy en peligro’. Cualquiera de ellos puede servir de lema personal y te ayudará si te lo recuerdas en todo momento. No dejes de repetírtelo, reflexiona sobre él, y es muy posible que cometas menos errores o que dejes de cometerlos. Sin embargo, lo más importante es que dediques más tiempo a leer las palabras de Dios, a comprender la verdad, a conocer tu naturaleza y a despojarte de tu carácter corrupto. Solo entonces estarás a salvo. Otra cosa es no adoptar nunca la posición de ‘un testigo de Dios’ y nunca llamarte a ti mismo un testigo de Dios. Solo deberíais hablar de la experiencia personal. Podéis hablar sobre cómo os salvó Dios, comunicar sobre cómo os conquistó y qué gracia os proporcionó. No olvidéis que sois las personas más profundamente corrompidas, sois estiércol y basura. Que ahora seáis capaces de aceptar la obra de Dios de los últimos días se debe enteramente a que Él os ha ascendido. Solo porque sois los más corruptos e inmundos habéis sido salvados por Dios encarnado, y por eso Él os ha concedido una gracia tan enorme. Por tanto, no tenéis nada de lo que jactaros y solo podéis alabar a Dios, darle gracias. Vuestra salvación se debe completamente a la gracia de Dios” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter). En mi interior tuve claro que no podía continuar queriendo que la gente tuviera buen concepto de mí; tenía que renunciar a esta intención incorrecta. Dios es la fuente de la verdad y solo Sus palabras pueden corregir los estados de la gente. Tenía que hablar más y dar más testimonio de las palabras de Dios a mis hermanos y hermanas, y ayudarlos a reflexionar sobre sí mismos, a conocerse por medio de las palabras de Dios y a hallar la senda de práctica. También recordé mi fracaso durante este período y me di cuenta de que no podía seguir presumiendo como antes, así que oré a Dios de corazón: “¡Dios mío! Sé que mis intenciones son incorrectas y, una vez más, quiero presumir y lograr que la gente tenga buen concepto de mí. ¡Dios mío! Estoy dispuesta a desprenderme de mis intenciones y deseos interiores. No quiero ir más por la senda del fracaso. Solo quiero hacer bien mi deber. Por favor, guíame para practicar la verdad”. Tras orar, me calmé, oí hablar a Zhang Ying de los detalles de su problema y reflexioné sobre qué aspecto de la verdad debía compartir para obtener resultados. Hasta que no escuché con atención, no descubrí que su estado y sus opiniones diferían de mi experiencia. Más tarde, descubrí unas palabras de Dios dirigidas al estado de Zhang Ying, hablé sobre ellas y, además, señalé los problemas de Zhang Ying según las palabras de Dios. Después de hablar, Zhang Ying adquirió cierto conocimiento de su estado y estaba dispuesta a practicar según las palabras de Dios y a proteger los intereses de la iglesia. Me sentí muy contenta de que fuera capaz de reflexionar sobre sí misma y de adquirir cierto conocimiento. Yo había experimentado de primera mano la tranquilidad de practicar según las palabras de Dios. En una reunión, me sinceré y les hablé a mis hermanos y hermanas de mi experiencia previa de fracaso, diseccionándome y hablando sobre el conocimiento de mi carácter corrupto, y di testimonio de que, con el juicio y la revelación de las palabras de Dios, conocí un poco mi naturaleza arrogante. También reconozco que, estemos hablando de nuestra experiencia o resolviendo las dificultades y los problemas de los hermanos y hermanas, debemos analizarnos más, comprender mejor nuestra corrupción y nuestras carencias, y dar más testimonio de las palabras, la obra y la guía de Dios. Solo entonces podemos exaltar a Dios y dar testimonio de Él.
Después de mi relevo aquella vez, aprendí que así me salvó Dios. Mi naturaleza era muy arrogante y, aunque sabía que revelaba un carácter corrupto, seguía exaltándome y dando testimonio de mí misma sin querer. Iba por la senda de los anticristos y no podía dar la vuelta. Mi relevo frenó mis acciones malvadas, hizo que reflexionara a fondo sobre mí misma y procurara conocerme, y me hizo estar dispuesta a arrepentirme y cambiar. Doy gracias a Dios por darme esta valiosa oportunidad de experimentar Su obra, lo que me permitió bajar la cabeza, reflexionar sobre mí misma, procurar conocerme y descubrir la senda de práctica. Ahora sé cómo debo exaltar a Dios y dar testimonio de Él en el cumplimiento del deber.