16. Las pequeñas cosas de la vida también son oportunidades de aprendizaje

Por Qin Xin, China

Durante un período de tiempo, tuve que esconderme en la casa de acogida para realizar mis deberes, y así evitar que el Partido Comunista Chino me persiguiera. Un día, después de volver de una reunión, el supervisor me compartió algunos principios-verdad sobre discernir personas. En mi corazón, no pude evitar sentir envidia y pensé: “Es mucho mejor poder salir y realizar los deberes. Uno puede asistir más a las reuniones, obtener más verdades y entrar en la verdad más rápido, no como yo que hago un trabajo relacionado con textos todo el día sin salir. Además de mis tareas en curso, solo interactúo con la pareja de la familia de acogida y su perro. Mi círculo social es tan pequeño que apenas veo a alguien. Ni siquiera se presenta una ocasión en la que pueda revelar mi corrupción. ¿Cómo es posible que me conozca? ¿Cómo puedo lograr más verdades?”. En ese momento, pensé: “Dios determina el desenlace de las personas en función de si poseen la verdad. Si al final no obtengo la verdad y mi carácter no cambia, ¿puedo salvarme?”. Cuando lo pensé, ya no quise hacer mi deber relacionado con textos. Quise pedirle a la supervisora que me asignara un deber que implicara más interacción con la gente y más reuniones. Más tarde, no lo consideré prudente. Los deberes asignados a las personas se basaban en una evaluación exhaustiva de sus calibres y fortalezas. Al ser quisquillosa sobre qué deber hacer, no estaba siendo obediente. Con la mirada fija en la computadora, pensaba una cosa y luego otra, y no podía calmar mi corazón.

La tarde siguiente, cuando vi a la supervisora salir a otra reunión, me sentí particularmente envidiosa y pensé: “Ser supervisor es genial. No solo se reúnen a menudo con los líderes y comprenden muchas verdades, sino que además practican la resolución de problemas mediante la verdad en diferentes grupos. Todos los días consiguen algunos logros, ¡y sus vidas progresan con tanta rapidez! Mi deber me mantiene dentro de la casa, lo que resulta seguro, pero si asisto a menos reuniones, ¿cómo puedo ganar verdades?”. Me fue imposible no quejarme y no quise continuar ese deber. Pero luego pensé en lo que la supervisora había dicho con respecto a los inconvenientes para conseguir personal para el trabajo relacionado con textos. Si decía que no quería cumplir este deber, ¿no estaría creando problemas a la iglesia? Así que no me quedó más remedio que continuar haciéndolo. Aunque seguí trabajando, no percibí ninguna sensación de carga en mi corazón. Durante los siguientes dos días, mi computadora funcionó mal todo el tiempo y, sumado a mi falta de dedicación con respecto a mis deberes, el trabajo se retrasó. La supervisora me recordó que no buscara solo causas externas sino que reflexionara sobre mi propio estado. Por consiguiente, compartí con la supervisora lo que había revelado recientemente. La supervisora me preguntó: “¿Has buscado la verdad para resolver tu estado? No estás buscando la verdad para resolver la corrupción que has revelado. No estás aprendiendo las lecciones que tienes justo frente a ti. ¿Crees que cambiar de deber te ayudará a aprenderlas?”. Las palabras de la sueprvisora me dejaron sin habla. Era totalmente correcto. Debo enfocarme en aprender las lecciones de los asuntos que tengo a mano y buscar la verdad para resolver mi corrupción.

Más tarde, leí estas palabras de Dios: “Dentro de las palabras de Dios están las verdades que el hombre necesita poseer, las cosas que son las más beneficiosas y útiles para la humanidad, el tónico y el sustento que vuestro cuerpo necesita, lo que ayuda al hombre a restablecer su humanidad normal y las verdades de las que el hombre debería dotarse. Cuanto más practiquéis la palabra de Dios, más rápidamente florecerá vuestra vida y más clara se volverá la verdad. Conforme crezcáis en estatura, veréis las cosas del reino espiritual con mayor claridad y más fortaleza tendréis para triunfar sobre Satanás. Gran parte de la verdad que no entendéis se aclarará cuando practiquéis la palabra de Dios. La mayoría de las personas se conforman simplemente con entender el texto de la palabra de Dios y se enfocan en equiparse con doctrinas en lugar de profundizar su experiencia en la práctica, pero ¿no es este el camino de los fariseos? Haciendo esto, ¿pueden ganar la realidad de la frase ‘La palabra de Dios es vida’? La vida de una persona no puede madurar simplemente leyendo la palabra de Dios, sino solo cuando la palabra de Dios se pone en práctica. Si crees que entender la palabra de Dios es lo único que necesitas para tener vida y estatura, entonces tu entendimiento es defectuoso. Entender verdaderamente la palabra de Dios ocurre cuando practicas la verdad, y debes entender que ‘solo puedes comprender la palabra de Dios practicando la verdad’. Hoy, después de leer la palabra de Dios, solo puedes decir que la conoces, pero no que la entiendes. Algunas personas afirman que uno debe entender primero la verdad antes de practicarla, pero esto es solo parcialmente correcto, y, ciertamente, no es una afirmación del todo precisa. Antes de tener conocimiento de una verdad no la has experimentado. Sentir que entiendes algo que escuchas en un sermón no es entender realmente: solo es tomar posesión de las palabras literales de la verdad, y no es lo mismo que entender su verdadero significado. Tener un mero conocimiento superficial de la verdad no significa que la entiendas realmente o que tengas conocimiento de ella; el verdadero significado de la verdad viene de haberla experimentado. Por tanto, solo cuando experimentas la verdad puedes comprenderla y solo entonces puedes comprender sus partes ocultas. Profundizar tu experiencia es la única forma de comprender las connotaciones y entender la esencia de la verdad(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una vez que entendéis la verdad, debéis ponerla en práctica). Las palabras de Dios me hicieron entender que para comprender la verdad de manera genuina hace falta practicar y entrar en ella en la vida real, y que solo aquellos que se centran en practicar pueden entender la esencia de la verdad. Limitarse a leer las palabras de Dios o a escuchar la enseñanza de los demás, sin concentrarse en la práctica ni entrar en ellas, solo permite entender doctrinas, y no comprender la verdad de manera genuina. Pensé en dos líderes que había conocido antes. Trabajaban de sol a sol, celebraban reuniones y compartían con los hermanos y hermanas en todas partes. Leían muchas de las palabras de Dios y asistían a numerosas reuniones con líderes de nivel superior. A pesar de que comprendían muchas palabras y doctrinas, no se concentraban en examinar la corrupción que ellos mismos revelaban ni practicaban las palabras de Dios. Uno de los líderes siempre se exaltaba y daba testimonio de sí mismo, llevaba a los hermanos y hermanas ante él y, con el tiempo, se convirtió en un anticristo. El otro líder estaba obsesionado con el estatus, y atormentaba a todo aquel que no se sometiera a él o le hiciera sugerencias; al final, debido a sus numerosos hechos malvados, lo expulsaron de la iglesia. No obstante, algunos hermanos y hermanas tenían deberes que no los ponían en el centro de atención y que suponían mantener un contacto limitado con los demás, pero se focalizaban en la autorreflexión y en conocerse a sí mismos de acuerdo con las palabras de Dios, y, conforme pasó el tiempo, sus vidas crecieron. Algunos incluso escribieron artículos referidos a testimonios vivenciales. También pensé en Pedro durante la Era de la Gracia. Escuchó muchos sermones del Señor Jesús, pero no se conformaba con solo escucharlos. Con frecuencia meditaba acerca de las palabras del Señor y se centraba en practicarlas en la vida cotidiana. Mediante la práctica de la verdad recibió el esclarecimiento y la guía de Dios, y al experimentar paulatinamente de esta manera, la verdad se convirtió en su vida y logró la realidad de ser sumiso, temer y amar a Dios. De manera similar, yo ya había escuchado muchas de las palabras de Dios, así como varios sermones y enseñanzas acerca de la entrada en la vida, pero como no había perseguido la verdad ni me había concentrado en reflexionar sobre mí misma cuando sucedían las cosas, y rara vez había buscado la verdad al hacer otras, mis ganancias habían sido mínimas. A partir de esto, me di cuenta de que, el simple hecho de enfocarse en llenarse de doctrinas, sin importar cuánto se entienda, no significa que uno comprenda la verdad. Pensé en cómo anteriormente había leído con frecuencia acerca de la verdad de someterse a Dios y había entendido que, en todas las situaciones, debo mantenerme firme en mi deber y someterme a la orquestación y a los arreglos de Dios, pero cuando el entorno que Dios dispuso no se había ajustado a mis nociones, vi que había carecido de la realidad de la sumisión. Al pensar que este deber no se correspondía con mis deseos, me había resistido a él y no estuve dispuesta a someterme. Vi que, sin importar cuántas enseñanzas hubiera escuchado, eso no significaba que hubiera entendido ni obtenido la verdad. Lo que había entendido eran solo palabras y doctrinas, y si no me centraba en practicar la verdad, aún no podría ganarla de veras y tampoco podría cambiar mi carácter-vida.

Continué buscando en función de mi estado y encontré un pasaje de las palabras de Dios que dice: “La transformación de un carácter corrupto no ocurre de la noche a la mañana. Uno debe reflexionar continuamente y examinarse en todos los asuntos. Debe examinar sus acciones y conductas a la luz de las palabras de Dios, tratar de entenderse a sí mismo y encontrar la senda de practicar la verdad. Esta es la manera de abordar un carácter corrupto. Es necesario reflexionar y explorar las actitudes corruptas que se revelan en la vida diaria, practicar la disección y el discernimiento según el entendimiento propio sobre la verdad, y poco a poco hacer progresos, de modo que se sea capaz de practicar la verdad y hacer concordar todas las acciones de uno con ella. Mediante esa búsqueda, práctica y autocomprensión, estas revelaciones de corrupción empiezan a disminuir, y hay esperanza de que el carácter se acabe transformando en algún momento. Esta es la senda. La transformación del carácter es una cuestión de crecimiento en la vida. Se debe captar la verdad y practicarla. Solo practicando la verdad se puede abordar el problema de un carácter corrupto. Si un carácter corrupto continúa revelándose constantemente, hasta el punto de revelarse en cada acción y palabra, significa que el carácter no se ha transformado. Cualquier asunto relacionado con un carácter corrupto debe ser analizado y explorado con seriedad. Hay que buscar la verdad para desenterrar y abordar las causas profundas de un carácter corrupto. Esta es la única manera de resolver por completo este problema. Una vez que hayas encontrado esta senda, hay esperanzas de que tu carácter se transforme. No se trata de cuestiones vacías; son relevantes para la vida real. La clave está en si los individuos pueden aplicarse de todo corazón y con diligencia a las realidades-verdad, y en si pueden practicar la verdad. En la medida en que sean capaces de practicar la verdad, podrán comenzar a despojarse poco a poco de su carácter corrupto. Entonces podrán comportarse de acuerdo con las exigencias de Dios; en otras palabras, pueden comportarse de acuerdo con su puesto. Si encuentran su lugar, se mantienen firmes en su papel de seres creados y se convierten en personas que realmente adoran a Dios y se someten a Él, entonces serán aprobados por Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona). Las palabras de Dios han dejado muy en claro que las actitudes corruptas del hombre se revelan todos los días. En cada asunto y en cada palabra que se dice, puede que se mezclen actitudes corruptas y pensamientos y puntos de vista erróneos. Para reconocer y resolver estos problemas, las personas necesitan buscar la verdad. En última instancia, la posibilidad de que una persona obtenga la verdad y logre un cambio de carácter depende de si persigue y practica la verdad. No es que cuanto más interactúas con la gente, más corrupción revelas, o que si no sales y te relacionas con menos personas, revelas menos corrupción. Esta era mi propia noción y figuración. De hecho, incluso en el caso de que alguien cumpla un deber que supone poca interacción con los demás, en tanto cargue con la responsabilidad de su propia entrada en la vida, preste atención a las opiniones y pensamientos que se revelan en cada asunto, los examine cuidadosamente y busque la verdad de manera oportuna para resolver cualquier corrupción que se descubra, aún puede ganar la verdad y experimentar un cambio. Cuando pienso en mí misma, aunque mi deber en este momento implique poca interacción con las personas, aún había revelado mucha corrupción en mi trabajo. En ciertas ocasiones, cuando había mucho trabajo y hacía falta quedarse levantada hasta tarde, me había preocupado exigir mucho la vista por un pequeño problema ocular, y temía que si mi visión se deterioraba, no podría continuar cumpliendo con mi deber ni salvarme, así que holgazaneé en mi trabajo y lo retrasé. Otras veces, había sido negligente en mi deber, sin controlar los detalles de mi labor, lo que resultó en la necesidad de rehacer el trabajo y en demoras en su progreso. Noté que mi naturaleza ruin era grave. También recordé que antes, cuando había cumplido un deber que implicaba encontrarme con personas y asistir a reuniones a diario, a pesar de que había revelado mucha corrupción, había usado como excusa que estaba ocupada con los deberes para evitar reflexionar sobre mí misma, y casi nunca buscaba la verdad para resolver mi corrupción. Había atravesado numerosas experiencias y revelé mucha corrupción, pero no había obtenido mucha verdad. Ahora, al realizar el trabajo relacionado con textos, estuve ocupada concentrándome únicamente en terminar de hacer lo que debía todos los días, y pocas veces me presenté ante Dios para reflexionar sobre mi corrupción. Además de cumplir con mi deber, mi mente estaba a menudo en un estado de vacío o solía pensar en el disfrute carnal, el afecto de la familia, la fama y el estatus; todo aquello que no se relaciona con la verdad. No hubo ningún progreso en mi entrada en la vida. Noté que ganar la verdad no dependía del deber que alguien hiciera. La clave estaba en si se centraba en la autorreflexión, y en si se esforzaba seriamente en resolver la corrupción que había revelado. Si no buscaba la verdad y tampoco reflexionaba sobre sí mismo, aunque se transformara en supervisor, no obtendría la verdad y no se salvaría. ¡Al enfrentar estos hechos, vi qué absurdos y erróneos eran mis puntos de vista! Como no había entendido la verdad, había visto las cosas desde perspectivas falaces, y deseaba en todo momento abandonar este deber y no someterme a la soberanía y a los arreglos de Dios. Además, había realizado mi deber sin entusiasmo y, si continuaba así, el trabajo se atrasaría y haría que Dios me desdeñara. Reconocí la suma importancia de contar con los pensamientos y los puntos de vista correctos al perseguir la verdad. Una vez que lo entendí, ya no fui tan selectiva con respecto a mi deber, sino que estuve dispuesta a aprovechar la oportunidad para llevarlo a cabo, prestar mucha atención a mis pensamientos y puntos de vista cuando sucedían las cosas, y buscar la verdad para resolverlos con prontitud.

En mi reflexión, me di cuenta de que mi incapacidad para someterme a mi deber actual no solo se debía a mis puntos de vista falaces, sino también a mi deseo de obtener bendiciones. Había pensado que, al realizar este deber, obtendría menos verdades, y esto significaba que mi esperanza de bendiciones era escasa; entonces, no había querido cumplir este deber. Vi que mi intención al creer en Dios y realizar deberes había sido incorrecta. Leí estas palabras del Señor: “La gente cree en Dios para ser bendecida, recompensada y coronada. ¿Esto no se encuentra en el corazón de todo el mundo? Es un hecho que sí. Aunque la gente no suele hablar de ello e incluso encubre su motivación y su deseo de recibir bendiciones, este deseo y esta motivación que hay en el fondo del corazón de la gente han sido siempre inquebrantables. Sin importar cuántas teorías espirituales comprenda la gente, qué conocimiento vivencial tenga, qué deber pueda cumplir, cuánto sufrimiento soporte ni cuánto precio pague, nunca renuncia a la motivación por las bendiciones que oculta en el fondo del corazón, y siempre se esfuerza silenciosamente a su servicio. ¿No es esto lo que hay enterrado en lo más profundo del corazón de la gente? Sin esta motivación por recibir bendiciones, ¿cómo os sentiríais? ¿Con qué actitud cumpliríais con el deber y seguiríais a Dios? ¿Qué sería de la gente si se eliminara esta motivación por recibir bendiciones que se oculta en sus corazones? Es posible que muchos se volvieran negativos, mientras que algunos podrían desmotivarse en el deber. Perderían el interés por su fe en Dios, como si su alma se hubiera desvanecido. Parecería que les hubieran robado el corazón. Por eso digo que la motivación por las bendiciones es algo oculto en lo más profundo del corazón de las personas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital). Las palabras de Dios expusieron mi estado. Al creer en Dios, renunciar a cosas, entregarme y trabajar arduamente, mi único propósito había sido recibir bendiciones. Si no podía recibirlas, perdía la motivación para cumplir con mi deber y carecía de entusiasmo para todo. Desde que comencé a creer en Dios, siempre me entusiasmó realizar mi deber, renunciar a mi trabajo y mi matrimonio y disponerme a sufrir y a pagar un precio en mi deber. Cuando me asignaron este trabajo relacionado con textos, pensé que este deber implicaba unas pocas reuniones fuera de la casa, y menos oportunidades para obtener la verdad, y que esto pondría trabas a mi salvación. Así que, quería que la supervisora me encargara un deber diferente y me quejé de que el que me había asignado no era apropiado. Comencé a cumplirlo de manera superficial, holgazaneaba y retrasaba el trabajo. Noté que mis sacrificios y esfuerzos al hacer mis deberes eran motivados por mi deseo de bendiciones. En mi fe, solo tuve en cuenta mis propios intereses y tomé mi deber como un medio para obtener bendiciones. Si un deber me parecía beneficioso para obtener bendiciones, estaba ansiosa por hacerlo; si no, me volvía negativa y sentía resistencia hacia él. No perseguía con el fin de someterme y satisfacer a Dios ni cumplía con mi deber como ser creado de manera sincera para con Dios. Perseguir de esta manera solo conduciría a que Dios me detestara y que, a fin de cuentas, Él me descartara. Debo obedecer los arreglos de la iglesia, cumplir con mis deberes con esmero y a conciencia, enfocarme en reflexionar sobre mí misma en todos los asuntos para aprender lecciones y perseguir un cambio de carácter.

En los siguientes días, me centré en aprender lecciones de las cosas que encontraba. El hermano de la casa de acogida mostraba mucho entusiasmo por cumplir con su deber, pero no le prestaba mucha atención a la entrada en la vida. En el pasado, lo ayudé con buenas intenciones, siempre trataba de que se conociera sí mismo a través de las cosas que sucedían, lo que llevó a que sintiera resistencia y repulsión. Yo me sentí agraviada por ello y me pregunté por qué no valoraba mis buenas intenciones. Mediante la reflexión, me di cuenta de que mi carácter era arrogante y que obligaba a los demás a que me escucharan. Además, carecía de principios al ayudar a los demás. Más tarde, leí los “Principios para ayudar amorosamente a los demás”, y comprendí que ayudar a otros, al menos, no debe hacer que los demás tropiecen, sino que se beneficien, y que debía tratar a los demás conforme a su estatura, guiarlos con paciencia y amabilidad sin obligarlos a que acepten mis puntos de vista. Es más, hace un tiempo, muchos hermanos y hermanas salieron de la ciudad a predicar el evangelio. Debido a ciertas razones no pude ir y me sentí muy negativa y abatida, y me quejé de por qué Dios permitía que esto me ocurriera. Más tarde, me concentré en buscar la verdad y mediante la lectura de las palabras de Dios reflexioné sobre mí misma. Reconocí mis puntos de vista falaces y mi intención de buscar bendiciones. Creía que salir de la ciudad para cumplir con los deberes proporcionaba más oportunidades para practicar y, por consiguiente, una mayor esperanza de obtener la verdad y la salvación. Cuando ese objetivo no se cumplió, me volví negativa y me quejé. Me percaté de que, como ser creado, debo someterme a la orquestación y a los arreglos del Creador, y comprendí que la posibilidad de que una persona pueda obtener la verdad depende de si se esfuerza y paga un precio por ella, no del lugar donde cumple con sus deberes. Debo mantenerme firme en mi deber, perseguir la verdad y aprender lecciones de mi entorno actual, y realizar mi deber adecuadamente. Eso era lo que debía perseguir.

Al reflexionar sobre mis vivencias durante este tiempo, comprendí que, en la fe en Dios, la posibilidad de obtener la verdad no depende del deber que la persona realice, sino de si ama y practica la verdad. Si la persona aborda los asuntos que surgen en la vida cotidiana con seriedad, se centra en reflexionar sobre su corrupción y busca la verdad para resolverla, y se esfuerza por cambiar su carácter, alcanzará ciertos logros todos los días. Ahora, ya siento resistencia a hacer este deber relacionado con textos y puedo someterme. También estoy dispuesta a valorar este deber y a esforzarme en perseguir la verdad.

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