62. Finalmente he ganado conciencia de mí misma

Por Jiang Ning, China

Un rayo de luz cálida entró en el estudio una tarde a finales de invierno. Jiang Ning, Yi Chen y Liu Fei estaban discutiendo animadamente su próximo innovador proyecto pictórico. Aunque era un trabajo difícil, estaban llenas de fe, especialmente Jiang Ning, que tenía un aire confiado en su rostro y pensó: “Tengo una buena base en pintura y también un muy buen dominio de la composición y la teoría del color. También soy inteligente, aprendo con rapidez y asimilo las cosas nuevas con facilidad. Siempre que tenga más tiempo para estudiar y practicar, estoy convencida de que dominaré estas habilidades y podré crear obras en este estilo”. Entonces, las tres empezaron a buscar diversos materiales para estudiar, e intercambiaron sus hallazgos. El supervisor a menudo también estudiaba con ellas. Después de un tiempo, Jiang Ning sintió que ya le había agarrado la mano a este nuevo estilo de pintura. Yi Chen y Liu Fei también dijeron que Jiang Ning tenía facilidad para aprender, que las obras que estaba produciendo eran buenas, y que luego debería compartir con ellas lo que había aprendido y ganado con sus estudios. Jiang Ning estaba encantada de escuchar sus halagos, y pensó: “Mis habilidades son superiores a las de mis compañeras. A menudo me siento inspirada cuando intercambio ideas sobre pintura con ellas, y ocupo un papel de liderazgo en el equipo”. Cuanto más pensaba así, más orgullosa de sí misma se sentía, y, sin darse cuenta, empezó a realizar su deber con un sentimiento de superioridad.

Una mañana, Jiang Ning, Yi Chen y Liu Fei estaban discutiendo sobre la composición de una pintura. Después de expresar su opinión, Jiang Ning escuchó atentamente las de sus hermanas, pero cuanto más oía, más fruncía el ceño, y en su rostro apareció una mueca de desdén. Pensó: “Tengo mucho más talento como pintora que ustedes dos. Cuando estudiamos nuevas técnicas, las aprendo mucho más rápido que ustedes. Además, tengo un mejor dominio de los principios. ¿Cómo podría yo malinterpretar las aplicaciones prácticas ahora? ¿Por qué ustedes dos no escuchan mis opiniones?”. Antes de que Liu Fei pudiera terminar, Jiang Ning la interrumpió con impaciencia y le preguntó enfáticamente: “Dices que algo está mal en la pintura. ¿Podrías especificar qué es exactamente? ¿Qué le falta? ¿Cómo se puede corregir? Tus explicaciones son muy vagas; no entiendo adónde quieres llegar”. Aturdida momentáneamente por la interrupción de Jiang Ning, Liu Fei respondió con nerviosismo: “Ahora mismo, solo es una idea, no he pensado todavía en los detalles…”. Sin esperar a que Liu Fei acabara, Jiang Ning reafirmó su opinión apresuradamente, impaciente por que Liu Fei aceptara su punto de vista. Yi Chen y Liu Fei se mostraron visiblemente incómodas, y se hizo un silencio en la sala. Al ver que el ambiente se había vuelto tenso, Jiang Ning se sintió un poco culpable: “¿Fui demasiado autoritaria y arrogante?”. Pero después pensó: “Es normal que haya ciertos conflictos al discutir temas así”, y no reflexionó sobre sus problemas. Más adelante, el supervisor informó a Jiang Ning que sus puntos de vista eran erróneos, y que eso había afectado la obra, pero aun así, ella no reflexionó sobre sí misma. A menudo discutía con sus hermanas sobre los asuntos relacionados con sus deberes, y el supervisor les hablaba sobre la colaboración armoniosa, dándole algunas orientaciones y ayuda a Jiang Ning sobre su carácter arrogante, pero ella no le prestó ninguna atención. Sentía que, aunque revelaba cierto carácter arrogante, podía desempeñar un papel en su deber, y, dado que sus opiniones solían ser acertadas, no era tan grave ser un poco arrogante. Así, cada vez que discrepaba de sus hermanas, Jiang Ning nunca daba su brazo a torcer. Siempre se limitaba a reiterar una y otra vez sus opiniones, tratando de convencer a sus dos hermanas para que la escucharan. En el fondo, se aferraba a una sola idea: “No tienen razón, y solo lo que yo digo es conforme a los principios”. Debido a su actitud, sus dos hermanas no sabían ya cómo debían compartir. En los momentos en que hablaban las tres sobre una pintura, sus conversaciones a menudo se quedaban a medias, lo que provocaba una acumulación cada vez mayor de trabajo pendiente. Ante esta situación, Jiang Ning se dio cuenta de que estaba siendo demasiado arrogante, siempre insistiendo en sus puntos de vista, lo que estaba ocasionando un retraso considerable en el avance. Pensó que no debía seguir siendo así. Sin embargo, cuando las hermanas volvieron a hacer sugerencias, ella siguió insistiendo en sus propias opiniones, y hacía modificaciones de acuerdo con sus propias ideas. Esto significaba que había que dedicar más tiempo a seguir discutiendo después, lo cual retrasaba el avance. Al final, se confirmó que las sugerencias de las hermanas eran correctas y que Jiang Ning estaba acatando los preceptos, de tal modo que siempre trabajaban ineficazmente, y no lograban avanzar en su trabajo. Debido a que Jiang Ning era tan arrogante y siempre terca, e incapaz de aceptar consejos, sus dibujos a menudo presentaban muchos errores y había que volver a hacerlos. Su supervisor señaló específicamente los problemas de Jiang Ning, y la guio a reflexionar sobre por qué había tantos problemas en el trabajo, y si esto tenía algo que ver con su carácter arrogante. Pero Jiang Ning simplemente no podía aceptarlo, y pensaba: “¿Quién no comete errores en su deber? Tengo un buen entendimiento de los principios y las técnicas, y estas desviaciones fueron solo errores momentáneos. La próxima vez, me esforzaré más en mejorar mis técnicas y tendré más cuidado, y de ese modo, evitaré cometer esos errores”. Xiao Yi se enteró de que Jiang Ning era una excelente dibujante y con frecuencia le escribía para pedirle orientación sobre sus dibujos. Jiang Ning sentía que realmente estaba muy por encima de estas cosas y pensaba: “Muchos de tus dibujos no tienen gran valor, ¿realmente es necesario que te dé mi orientación? Además, con tantos dibujos acumulados ahora, ¿cómo se supone que voy a encontrar tiempo para orientarte?”. Así que dejó de lado las preguntas de Xiao Yi, y cuando le llegaron más cartas suyas, fingió no haberlas visto. Al final, Xiao Yi dejó de pedirle orientación.

Una mañana, mientras afuera lloviznaba, Jiang Ning dibujaba un paisaje con el ceño fruncido. Yi Chen y Liu Fei se miraron, se levantaron y se sentaron junto a Jiang Ning. Yi Chen le dijo suavemente: “Jiang Ning, ¿podemos hablar contigo?”. Jiang Ning se quedó pensativa por un momento y luego respondió con indiferencia: “Sí, claro”. Con una expresión algo seria, Yi Chen comentó: “Últimamente, en nuestros deberes conjuntos, hemos notado que te has mostrado muy autoritaria, y siempre altiva, y cuando discutimos un problema, si tu opinión es diferente, tiendes a responder con preguntas y a interrogar a los demás. Ha sido realmente limitante estar cerca de ti”. Al oír las palabras de Yi Chen, el rostro de Jiang Ning se oscureció y dudó antes de responder. Reconoció su carácter arrogante, pero en su interior no estaba dispuesta a aceptarlo. Pensó: “Últimamente he intentado cambiar las cosas. Un carácter arrogante no puede cambiarse de la noche a la mañana. Solo denme más tiempo, ¿sí?”. Cuanto más lo pensaba, más agraviada se sentía. Sintió que Yi Chen y Liu Fei veían su corrupción como algo que podían usar en su contra, y que sus comentarios claramente la estaban atacando. Sin embargo, también sabía que debía haber alguna razón para que la podaran, así que se contuvo y respondió entre dientes: “Tomaré en cuenta lo que han dicho”, y no dijo nada más. La preocupación y la ansiedad eran evidentes en los ojos de Yi Chen y Liu Fei. La lluvia ligera no daba señales de cesar, y el breve intercambio entre las hermanas terminó allí.

Desde ese momento, para evitar que sus hermanas la llamaran arrogante, Jiang Ning dejó de expresar sus opiniones en las discusiones. Cuando las otras dos le preguntaban qué pensaba, permanecía tercamente en silencio, lo que hacía que el ambiente fuera muy incómodo. Algunas decisiones sobre los dibujos se tomaron apresuradamente sin una discusión a fondo, lo que llevó a tener que modificarlos y rehacerlos después. Yi Chen y Liu Fei sentían que su hermana realmente las limitaba. Unos días después, su supervisor se reunió con ellas, y descubrió que Jiang Ning llevaba mucho tiempo sin tener autoconocimiento, que era irrazonable, se ponía en contra de sus hermanas y trastornaba y obstaculizaba el trabajo. El supervisor diseccionó su comportamiento y la destituyó. Poco después, Jiang Ning se enteró de que los hermanos y hermanas la habían denunciado por regañar a las personas y hacerlas sentir limitadas. Una hermana incluso llegó a decir: “Ahora que han destituido a Jiang Ning, ¡por fin podremos estar sin ella y respirar tranquilas de nuevo!”. Al enterarse de esto, Jiang Ning sintió un dolor punzante en el corazón, y fue entonces cuando se percató de lo graves que eran sus problemas. Se dio cuenta de que, al desempeñar su deber en los últimos tiempos, había limitado y perjudicado a los demás. Se sintió una persona malvada y la invadió una sensación de catástrofe inminente. Pensó: “Esta vez estoy acabada; he cometido una gran maldad en mi deber”, y no sabía cómo salir de esa situación. Se le llenaron los ojos de lágrimas y oró a Dios: “Oh, Dios, por mi carácter arrogante, he limitado y perjudicado a mis hermanos y hermanas, y he obstaculizado el trabajo. ¡Lo único que he hecho es acumular acciones malvadas! Estoy profundamente arrepentida, y lamento no haber conocido y solucionado mi carácter arrogante antes. Oh, Dios, no sé cómo voy a superar todo lo que me viene. Por favor, guíame”.

Durante su reflexión espiritual, Jiang Ning recordó un pasaje de las palabras de Dios que había leído anteriormente: “La arrogancia es la raíz del carácter corrupto del hombre. Cuanto más arrogante es la gente, más irrazonable es, y cuanto más irrazonable es, más propensa es a oponerse a Dios. ¿Hasta dónde llega la gravedad de este problema? Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios y no tienen un corazón temeroso de Él. Aunque las personas parezcan creer en Dios y seguirlo, no lo tratan en modo alguno como a Dios. Siempre creen poseer la verdad y tienen buen concepto de sí mismas. Esta es la esencia y la raíz del carácter arrogante, y proviene de Satanás. Por consiguiente, hay que resolver el problema de la arrogancia. Creerse mejor que los demás es un asunto trivial. La cuestión fundamental es que el propio carácter arrogante impide someterse a Dios, a Su soberanía y Sus disposiciones; alguien así siempre se siente inclinado a competir con Dios por el poder y el control sobre los demás. Esta clase de persona no tiene un corazón temeroso de Dios en lo más mínimo, por no hablar de que ni lo ama ni se somete a Él. Las personas que son arrogantes y engreídas, especialmente las que son tan arrogantes que han perdido la razón, no pueden someterse a Dios al creer en Él e, incluso, se exaltan y dan testimonio de sí mismas. Estas personas son las que más se resisten a Dios y no tienen un corazón temeroso de Él en absoluto(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Después de leer las palabras de Dios, sintió que su carácter arrogante era muy grave. No importa cuántos errores o desviaciones hubiera cometido, nunca sintió que hubiera hecho nada mal. Le faltaba la actitud de aceptar o buscar la verdad, e insistía en que todos debían escucharla y obedecerla. Cuando se encontraba con opiniones diferentes, criticaba arrogantemente a sus hermanas, diciéndoles que estaban equivocadas en esto o aquello, y luego las obligaba a escucharla. Si no alcanzaba sus metas, era impulsiva y sometía a sus hermanas a un interrogatorio con un tono agresivo. A veces, las interrumpía antes de que terminaran de hablar, y las refutaba con un tono tajante, lo que las hacía sentir enormemente limitadas. Y, sin embargo, ella no tenía ningún autoconocimiento. Pensaba que simplemente estaba manteniendo sus opiniones y que mostraba independencia de pensamiento. Hasta cuando discutía con los demás, pensaba que solo se tomaba muy en serio los principios, no que era obstinada. Al reflexionar sobre esto, se dio cuenta de que, si realmente hubiese querido tomarse en serio los principios, no habría estado tan convencida de que siempre tenía razón. En cambio, dejaría de lado sus propias opiniones, y consideraría si las sugerencias de los demás eran conformes a los principios y beneficiaban el trabajo. Esta sería la actitud de búsqueda y aceptación de la verdad. Sin embargo, nunca había dejado de lado sus propias opiniones, y aunque externamente hablaba sobre los problemas con las hermanas, en su mente ya estaba convencida de que estaba en lo cierto. En todo ese tiempo, había carecido de la humildad para buscar. Qué terca había sido. Se sintió profundamente avergonzada. Había estado llena de actitudes corruptas, no había entendido la verdad y había carecido de principios en sus acciones. Aunque comprendía algunos aspectos técnicos, le faltaba mucho y su pensamiento era limitado. Confiaba únicamente en su propia mente y experiencias, lo que no solo hacía que cumpliera mal con su deber, sino que también causaba muchas desviaciones, y, por lo tanto, perjudicaba la obra. Necesitaba trabajar en armonía con los demás para que pudieran complementarse y cubrir las deficiencias de cada uno. Si no tenía claro un principio o no podía llegar a un acuerdo, debía pedir orientación al supervisor, en lugar de imponer a los demás que aceptaran sus sugerencias. Sin embargo, se había sobreestimado, convencida de que todo lo que decía era correcto, como si ella misma fuera la fuente de los principios-verdad. Finalmente, se dio cuenta de lo arrogante que había sido, de que había carecido de la razón que debería tener una persona con una humanidad normal. Entendió que, en realidad, las sugerencias que los demás habían propuesto eran a menudo correctas, tal vez esclarecidas y guiadas por el Espíritu Santo, y podían ayudarle a darse cuenta de sus carencias e insuficiencias. Pero se había mostrado indiferente hacia las sugerencias de sus hermanas y no había admitido su carácter corrupto. Incluso había llegado a perjudicar a sus compañeras, y obstaculizado la obra de la iglesia. Entendió que todo esto se debía a su naturaleza arrogante, y que vivir con un carácter corrupto así, no solo la había llevado a menospreciar a los demás, sino también a la verdad y a Dios. Si no resolvía este carácter corrupto, le resultaría difícil aceptar la verdad, cumplir bien con su deber y dejar de lado su ego para trabajar en armonía con los demás. Al final, Jiang Ning comprendió lo peligroso que sería no cambiar su carácter arrogante.

Más adelante, leyó las palabras de Dios: “Designarte líder no es más que elevarte y darte la oportunidad de practicar. No es porque poseas más realidad que el resto o porque seas mejor que los demás. De hecho, eres igual que todos los demás. Ninguno de vosotros posee la realidad y, de cierta manera, tal vez tú seas más corrupto que otros. Entonces, ¿por qué causarías problemas irrazonablemente y sermonearías, reprenderías y limitarías a los demás de forma arbitraria? ¿Por qué obligar a otros a que te hagan caso, aunque estés equivocado? ¿Qué demuestra eso? Demuestra que te encuentras en la posición equivocada. No estás obrando desde la posición de un ser humano, estás obrando desde la posición de Dios, una posición superior a la de los demás. Si lo que dices es correcto y concuerda con la verdad, los demás pueden hacerte caso. En ese caso es aceptable. Pero cuando estás equivocado, ¿por qué los obligas a hacerte caso? ¿Acaso tienes autoridad? ¿Eres supremo? ¿Eres tú la verdad? […] Hacen lo que quieren y exigen que los demás hagan lo que ellos dicen. ¿Acaso no se están magnificando? ¿No se están enalteciendo? ¿No son personas arrogantes y vanidosas? En su deber, siguen sus preferencias tanto como sea posible sin practicar la verdad en lo más mínimo. Así pues, cuando dirigen a la gente, no les piden a quienes conducen que practiquen la verdad. En cambio, exigen que los demás escuchen lo que ellos dicen y sigan sus métodos. ¿Eso no es pedir que la gente los trate como a Dios y los obedezca como a Dios? ¿Están en posesión de la verdad? Están desprovistos de la verdad, rebosantes del carácter de Satanás, y son demoníacos. Entonces, ¿por qué siguen pidiendo que la gente los obedezca? ¿Las personas así no se engrandecen a sí mismas? ¿No se enaltecen? ¿Pueden unos individuos como estos llevar a la gente ante Dios? ¿Pueden hacer que la gente adore a Dios? Quieren que la gente los obedezca a ellos. Al trabajar así, ¿guían realmente a la gente para que entre en las realidades-verdad? ¿Hacen realmente el trabajo que Dios les ha encomendado? No, tratan de fundar su propio reino. Quieren ser Dios, y quieren que la gente los trate como a Dios y los obedezca como a Dios. ¿No son unos anticristos? Los anticristos siempre se han comportado así; por mucho que retrasen el trabajo de la iglesia, por mucho que obstaculicen o perjudiquen la entrada en la vida de los escogidos de Dios, todo el mundo ha de obedecerlos y escucharlos a ellos. ¿No es esta la naturaleza de los demonios? ¿No es el carácter de Satanás? Las personas así son demonios vivientes con piel humana. Pueden tener rostro humano, pero, en su interior, todo es demoníaco. Todo lo que dicen y hacen es demoníaco. Nada de lo que hacen está en consonancia con la verdad, nada de ello es lo que hace la gente con razón y, por tanto, no cabe duda de que se trata de los actos de unos demonios, de Satanás, de unos anticristos. Deberíais ser capaces de discernir esto claramente. Entonces, cuando actuáis, habláis e interactuáis con los demás, en todo lo que hagáis en la vida, debéis mantener este decreto en vuestro corazón: ‘El hombre no debe magnificarse ni exaltarse a sí mismo. Debe adorar y exaltar a Dios’. Así se ponen restricciones sobre la gente, y esta no llegará al extremo de ofender el carácter de Dios. Este decreto administrativo es crucial, y todos vosotros deberíais pensar bien qué significa, por qué Dios exige esto a la humanidad y qué pretende lograr. Consideradlo con cuidado. Que no os entre por un oído y salga por el otro. Eso será realmente beneficioso para vosotros(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sobre los decretos administrativos de Dios en la Era del Reino). Dios expone que, obligar a los demás a escucharte y obedecerte e intentar controlarlos, es la exaltación del yo. Significa que estás siguiendo la senda del anticristo, y que eso vulnera los decretos administrativos y ofende el carácter de Dios. Jiang Ning reflexionó sobre lo que había revelado últimamente: siempre pensaba que entendía los aspectos técnicos, que dominaba bien los principios, que sus opiniones y sugerencias eran las más acertadas, y que todos los demás estaban por debajo de ella. Cuando sus hermanas planteaban puntos de vista diferentes, no les prestaba ninguna atención y los desechaba, siempre intentando convencer a los demás de que la escucharan solo a ella. Si no lograba convencerlas, recurría a su impulsividad para interrogarlas, y solo cedía cuando ellas renunciaban a sus propias ideas. Jiang Ning recordó la exigencia de Dios: “El hombre no debe magnificarse ni exaltarse a sí mismo. Debe adorar y exaltar a Dios”. Sin importar el lugar o el deber, debemos honrar la grandeza de Dios, buscar Su intención en todas las cosas y buscar los principios-verdad. Especialmente cuando surgen desacuerdos, es aún más importante dejar a nuestro yo de lado y adoptar el punto de vista de quien esté de acuerdo con la verdad. Solo este es el comportamiento de una persona con un corazón temeroso de Dios, que honra Su grandeza. Sin embargo, Jiang Ning había estado viviendo según los venenos de Satanás, siendo extremadamente vanidosa y considerándose superior, creyendo que sus opiniones eran los principios-verdad. Cada vez que escuchaba sugerencias diferentes, sin importar quién las propusiera o si eran conformes a la verdad, mientras fueran distintas a sus propias opiniones, las desechaba, y solo intentaba hacer que los demás la obedecieran. Su arrogancia le hizo perder la razón. Jiang Ning pensó en el PCCh, y en cómo, sin importar lo que hiciera, nunca permitía ninguna oposición; en cuanto surgía una opinión disidente, empleaba todo tipo de medios para reprimirla. Pensó en que el carácter que sus acciones habían revelado era como el del PCCh, y eso la llenó de temor.

Un día, Jiang Ning leyó algunas palabras de Dios. Le hicieron ver su carácter arrogante con más claridad aún. Dios Todopoderoso dice: “Ser arrogante y sentencioso es el carácter satánico más ostensible del hombre, y si la gente no acepta la verdad, no tendrá manera de purificarlo. Todas las personas tienen un carácter arrogante y sentencioso, y siempre son engreídas. Más allá de lo que piensen o digan, o de cómo vean las cosas, siempre creen que sus puntos de vista y sus actitudes son correctos, y que lo que dicen los demás no es tan bueno ni tan correcto como lo que ellas dicen. Siempre se aferran a sus opiniones y, sin importar quién hable, no lo escuchan. Aunque lo que esa persona diga sea correcto o concuerde con la verdad, no lo aceptan; solo aparentarán estar escuchando, pero en realidad no adoptarán la idea y, cuando llegue el momento de actuar, seguirán haciendo las cosas a su manera, creyendo siempre que lo que dicen es correcto y razonable. Es posible que lo que tú digas, en efecto, sea correcto y razonable, o que lo que hayas hecho sea correcto e irreprochable, pero ¿qué clase de carácter has revelado? ¿No es arrogante y sentencioso? Si no desechas este carácter arrogante y sentencioso, ¿no afectará el cumplimiento de tu deber? ¿No afectará tu práctica de la verdad? Si no resuelves tu carácter arrogante y sentencioso, ¿no te causará graves reveses en lo sucesivo? Sin duda que sufrirás reveses, eso es inevitable. Decidme, ¿puede Dios ver tal comportamiento del hombre? ¡Dios es más que capaz de verlo! Él no solo escruta las profundidades del corazón de las personas, también observa cada una de sus palabras y actos en todo momento y lugar. ¿Qué dirá Dios cuando vea este comportamiento tuyo? Él dirá: ‘¡Eres intransigente! Es entendible que puedas aferrarte a tus ideas cuando no sepas que estás equivocado, pero cuando claramente sí lo sabes y de todos modos te aferras a ellas, y morirías antes que arrepentirte, no eres más que un necio obstinado y estás en problemas. Si, más allá de quién formule una sugerencia, tú siempre adoptas una actitud negativa y reticente al respecto y no aceptas ni siquiera un poco de la verdad, y si tu corazón es completamente reticente, está cerrado y es despectivo, entonces eres muy ridículo, ¡eres una persona absurda! ¡Eres muy difícil de tratar!’. ¿En qué aspecto eres difícil de tratar? En que lo que expresas no es un enfoque ni un comportamiento erróneo, sino que es una revelación de tu carácter. ¿Una revelación de qué carácter? Un carácter en el cual sientes aversión por la verdad y la odias(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él). “Si tu actitud es la de insistir obstinadamente, negar la verdad, rechazar las sugerencias ajenas, no buscar la verdad, tener fe solo en ti mismo, y hacer solo lo que tú quieres, si esta es tu actitud independientemente de lo que Dios haga o pida, ¿cuál es Su reacción? Dios no te presta atención, te deja de lado. ¿Acaso no eres obstinado? ¿No eres arrogante? ¿No crees que siempre tienes la razón? Si careces de sumisión, si jamás buscas, si tu corazón está totalmente cerrado y se resiste a Dios, entonces Él no te presta atención. ¿Por qué Dios no te presta atención? Porque si tu corazón está cerrado a Él, ¿puedes aceptar Su esclarecimiento? ¿Puedes sentir cuando Dios te reprocha? Cuando las personas son intransigentes, cuando aflora su naturaleza satánica y brota su brutalidad, no sienten nada de lo que hace Dios, no sirve de nada; así que Él no hace obra inútil. Si tienes tal actitud obstinadamente antagonista, lo único que hace Dios es mantenerse oculto de ti; Él no hace cosas superfluas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al leer estos dos pasajes de las palabras de Dios, Jiang Ning se dio cuenta de que había sido sumamente terca, negándose por completo a aceptar las sugerencias de los demás, y de que había revelado un carácter satánico opuesto a la verdad que provocaba el desagrado y el odio de Dios. Ahora entendía que, primero, debería haber aceptado las sugerencias diferentes de sus hermanas, y después haber buscado los principios-verdad junto con ellas. Tal vez podría haber reconocido sus propias fallas y reducido las desviaciones de su trabajo, y quizás, al final, se habría demostrado que sus puntos de vista eran correctos. Pero, a lo largo de este proceso, el punto crucial era mantener la actitud de aceptación de la verdad, que es también lo que valora Dios. Es más, llegar a un consenso buscando los principios también es beneficioso para la obra. Jiang Ning comprendió que cada vez que sus hermanas expresaban puntos de vista u opiniones diferentes, eso contenía la intención de Dios, que la instaba a buscar los principios-verdad. Se dio cuenta de que, cuando sus hermanas planteaban opiniones distintas, era con el propósito de discutir y buscar juntas, para minimizar las desviaciones tanto como fuera posible, y que todo esto se hacía para proteger la obra de la iglesia. Entendió que debía aceptar y obedecer estas cuestiones. Pero nunca había tomado en cuenta las observaciones de sus hermanas, y cuando ellas tenían opiniones diferentes, pensaba que les faltaba comprensión de los principios o las técnicas, y las obligaba a aceptar su propio punto de vista. Esto no solo había hecho que sus hermanas se sintieran limitadas, sino que también había perjudicado gravemente el trabajo. Aunque externamente solo parecía que Jiang Ning no aceptaba las sugerencias de los demás y discutía con ellos, en realidad, estaba revelando un carácter reacio a la verdad, una hostilidad y sentimiento de resistencia hacia las cosas positivas. Jiang Ning se dio cuenta de que Dios aborrece esta actitud hacia la verdad, de que no podía ganar la obra del Espíritu Santo desempeñando su deber de esta manera, y de que ni siquiera podía entender su propio estado. En cierta medida, se había vuelto insensible. Si no fuera por su destitución, aún no habría despertado, ni podría buscar la verdad y enmendar su carácter arrogante. Al darse cuenta de todo esto, Jiang Ning se llenó de gratitud hacia Dios por haberla salvado a tiempo.

Un tiempo después, reflexionó sobre por qué siempre había sido tan arrogante. Un día, leyó un pasaje de las palabras de Dios: “Independientemente de la formación que tengas, de los premios que hayas ganado o lo que hayas conseguido, y por muy elevados que sean tu estatus y tu jerarquía, debes dejar de lado todas estas cosas, debes bajarte del pedestal; todo eso no vale nada. Por muy grandes que sean tales glorias, en la casa de Dios no pueden estar por encima de la verdad, pues esas cosas superficiales no son la verdad ni pueden ocupar su lugar. Debes tener esto claro. Si dices: ‘Soy muy talentoso, tengo una mente muy aguda y reflejos rápidos, aprendo enseguida y tengo excelente memoria, por lo que soy idóneo para tomar la decisión final’, si siempre utilizas tales cosas como capital, y las consideras valiosas y positivas, eso es un problema. Si esas cosas ocupan tu corazón, si han arraigado en él, te será difícil aceptar la verdad, y las consecuencias de eso son impensables. Por lo tanto, en primer lugar debes dejar y rechazar esas cosas que amas, que parecen agradables, que son valiosas para ti. No son la verdad; más bien pueden impedirte entrar en ella(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?). Jiang Ning vio que Dios dice que no importa cuántos dones tenga una persona, estos no son la verdad y no pueden reemplazarla. Una persona no puede realizar bien sus deberes si solo confía en sus dones y no busca la verdad. Si uno les da demasiada importancia a sus dones, esto puede realmente entorpecer su búsqueda y aceptación de la verdad. Jiang Ning descubrió que el origen de sus problemas era que concedía una importancia excesiva a la inteligencia, a los dones y a las destrezas técnicas. Cada vez que se enfrentaba a un nuevo deber, comprendía rápidamente los aspectos profesionales y técnicos, y se consideraba inteligente y superior a los demás, lo que alimentaba su sentido de superioridad en el desempeño de su deber. Como cuando ella y sus hermanas probaron un nuevo estilo de pintura; al principio, todas lo encontraron difícil, pero Jiang Ning lo dominó rápidamente y creó varias obras, lo que le infundió un sentido de superioridad sobre sus hermanas, y la llevó a menospreciarlas durante su colaboración. Sentía que sus opiniones y sugerencias no tenían valor, lo que la llevó a negarse por completo a colaborar con ellas. Este fracaso le hizo darse cuenta de que su aguda inteligencia solo le ayudaba a aprender una habilidad profesional o técnica de manera más rápida y eficiente, pero que en la casa de Dios, cada deber implica la verdad y dar testimonio de Él. Cumplir bien con el deber no depende de tener una mente aguda o dones, tampoco depende de las habilidades profesionales o técnicas. Lo crucial es si una persona puede buscar los principios-verdad, y actuar de acuerdo con las intenciones y las exigencias de Dios. Esto es lo más importante. Jiang Ning recordó cuando comenzó a aprender nuevas habilidades. Sabía que entendía muy poco, por lo que en su deber tenía un corazón humilde y buscaba. Había sido capaz de aceptar las opiniones de los demás y buscar, y en el proceso, había sido capaz de recibir la obra del Espíritu Santo, lo que llevó a que su deber diera algunos resultados. Pero más adelante, al creer que lo había aprendido todo, se volvió cada vez más arrogante y menospreciaba a todo el mundo. Esta actitud suya desagradó a Dios y le impidió recibir la obra del Espíritu Santo. También tuvo muchas desviaciones en su deber. Finalmente, se dio cuenta de que la capacidad de una persona para realizar bien su deber tiene poca relación con su inteligencia o sus dones, y que estos son solo una herramienta para que las personas cumplan con su deber. Aunque una persona no posea dones, si se enfoca en buscar la verdad y trabajar en armonía con los demás, su deber producirá algunos resultados. Jiang Ning siempre había menospreciado a las hermanas con las que trabajaba, pero ahora entendió que, aunque no tenían grandes dones, ambas buscaban los principios-verdad basándose en las sugerencias de los demás. Esta actitud de aceptación y búsqueda de la verdad era mucho mejor que la suya. Finalmente, vio con claridad que, para cumplir bien con el deber, lo más importante es buscar y aceptar la verdad, tener un corazón temeroso de Dios y estar libre de obstinación.

Jiang Ning profundizó más en cómo debería cooperar de manera armoniosa con los demás en su deber. Leyó un pasaje de las palabras de Dios: “Cuando algo os suceda, no debéis ser sentenciosos. Debéis aquietaros ante Dios y aprender una lección. Debéis ser capaces de renunciar a vosotros mismos a fin de aprender más. Si piensas: ‘Tengo más experiencia en esto que vosotros, así yo debería estar a cargo y vosotros deberíais hacerme caso’, ¿qué clase de carácter es ese? Es arrogante y sentencioso. Es un carácter corrupto satánico y no es algo dentro del ámbito de la humanidad normal. […] ¿Cuál es entonces la forma correcta de comportarse y actuar? ¿Cómo puedes comportarte y actuar de acuerdo con los principios-verdad? Debes exponer tus ideas y permitir que todos vean si hay algún problema con ellas. Si alguien formula una sugerencia, primero debes aceptarla y luego debes permitir que todos confirmen la senda de práctica correcta. Si nadie tiene inconvenientes al respecto, entonces puedes determinar el modo más adecuado de hacer las cosas y actuar de esa manera. Si se detecta un problema, debes solicitar la opinión de todos, y debéis buscar la verdad y compartirla juntos y, así, obtendréis el esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuando se iluminen vuestros corazones y tengáis una senda mejor, los resultados que obtengáis serán mejores que antes. ¿Acaso no es esa la guía de Dios? ¡Es algo maravilloso! Si puedes evitar ser sentencioso, si puedes abandonar tus fantasías e ideas, y si puedes escuchar las opiniones correctas de los demás, serás capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo. Tu corazón se iluminará y serás capaz de encontrar la senda correcta. Tendrás un camino a seguir y, cuando lo pongas en práctica, sin duda será conforme a la verdad. A través de esta práctica y de esta experiencia aprenderás a practicar la verdad, y al mismo tiempo aprenderás algo nuevo sobre esa área de trabajo. ¿No es eso algo bueno? Así, te darás cuenta de que cuando te sucede algo, no debes ser sentencioso y debes buscar la verdad, y que si eres sentencioso y no aceptas la verdad, no le caerás bien a nadie y sin duda Dios te aborrecerá. ¿No te dará eso una lección? Si siempre persigues de esta manera y practicas la verdad, seguirás puliendo las capacidades profesionales que utilizas en el deber, cada vez obtendrás mejores resultados en él, y Dios te esclarecerá y te bendecirá, y permitirá que aprendas cada vez más. Asimismo, contarás con una senda para practicar la verdad y, cuando sepas practicarla, poco a poco captarás los principios. Cuando sepas qué acciones conducen al esclarecimiento y la guía de Dios, cuáles conducen a Su aversión y rechazo, y cuáles te dirigen a Su aprobación y Sus bendiciones, tendrás un camino a seguir(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él). A partir de las palabras de Dios, pudo entender los principios de la cooperación armoniosa. En el desempeño del deber, cuando otros presenten sugerencias diferentes, sin importar si entienden o no los aspectos profesionales, se debe tener una actitud de aceptación y búsqueda de la verdad. Esto implica empezar por aceptar sus sugerencias sin seguirlas ciegamente, y luego revisar lo que dicen los principios, utilizando los principios-verdad para decidir el rumbo adecuado. Más adelante, Jiang Ning tuvo la suerte de regresar a su deber de diseño. Le estaba tan agradecida a Dios y esta vez quería trabajar en armonía con los demás.

Un día, Xiao Yu revisó su dibujo y señaló varios problemas en la composición. Al oír esto, Jiang Ning sintió que la hermana no había entendido sus intenciones. Además, había consultado algunas buenas obras, por lo que creía que su composición era adecuada. Cuanto más lo pensaba, más sentía que Xiao Yu estaba siendo demasiado quisquillosa y guardando los preceptos, así que volvió a reiterar su idea. Pero después de hacerlo, Xiao Yu respondió: “Entiendo tu idea, pero realmente creo que hay algunos problemas con esta composición. Podrías considerar si hay una solución más adecuada”. Al escuchar a Xiao Yu decir esto, Jiang Ning de repente entendió que estaba insistiendo una y otra vez en su punto de vista solo para demostrar que tenía razón ante su hermana. No prestaba atención a la sugerencia de su hermana y simplemente creía que ella misma tenía la razón. ¿No estaba siendo todavía obstinada y rechazando por completo las sugerencias de los demás? Jiang Ning se arrepintió un poco y se dio cuenta de que, una vez más, estaba revelando un carácter corrupto. Pensó en el principio de práctica, que dice que, al enfrentarse a opiniones diferentes, debía primero dejar de lado su propio punto de vista, considerar cuidadosamente si las ideas de los demás son correctas y conformes a los principios. Cuando lo consideró con tranquilidad, se dio cuenta de que efectivamente había algunos problemas en su composición. Luego, Jiang Ning consultó a su supervisor sobre las partes en las que tenía dudas. Su supervisor le compartió los principios relevantes, y obtuvo una senda más clara para realizar las correcciones. Después de esto, se sintió muy contenta. Fue un alivio que esta vez no fuera terca, ya que eso habría provocado desviaciones. Esto le hizo darse cuenta de lo importante que es tener una actitud de aceptar la verdad al cumplir con el deber, y que no importa cuán correcto o seguro se considere alguien, cuando los demás tienen puntos de vista diferentes, se debe dejar de lado primero las propias ideas, reflexionar y buscar. Esto se debe a que es muy probable que Dios esté utilizando a los demás como guía para revelar los problemas de uno. Jiang Ning se dio cuenta de que una actitud de aceptar la verdad puede ayudar a evitar muchas desviaciones. Al avanzar en su deber, Jiang Ning comenzó a aceptar de manera consciente las sugerencias de los demás, y sintió que había ganado mucho, y que podía cooperar de manera armoniosa con sus hermanos y hermanas. ¡Su corazón se llenó de gratitud hacia Dios!

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