67. Puedo tratar mis aficiones de manera correcta

Por Ye Wei, China

En marzo de 2020, me eligieron líder de una iglesia. Poco después, oí que iban a venir algunos hermanos y hermanas a enseñar destrezas informáticas y a cultivar algunos técnicos de computadoras. Me interesó mucho en cuanto me enteré. Siempre me había interesado la tecnología informática e incluso la había estudiado en mi tiempo libre, así que sentí un fuerte deseo de aprender esas destrezas. Yo era la única que tenía algo de conocimiento básico en este ámbito entre los miembros de nuestra iglesia, ¡así que sería genial si podía hacer este deber! Pensé que no era muy elocuente en mi deber actual como líder, y a veces, cuando los hermanos y hermanas tenían preguntas o dificultades, no sabía cómo compartir para resolverlas, lo cual era bastante vergonzoso. Si pudiera hacer un deber técnico, dominar las destrezas me convertiría en un talento técnico y me aportaría reconocimiento, así que tenía ganas de mostrar mis capacidades en este deber de tecnología informática. Cuando vi a una hermana con escasa base de conocimiento estudiando tecnología, la miré un poco por encima del hombro y le ofrecí algunas indicaciones informales. La hermana me miró con sorpresa y me dijo: “¡No esperaba que supieras de estas cosas!”. Su elogio me hizo sentir bien y pensé para mis adentros: “De veras me subestimas; si no fuera por mi deber como líder, hubiera estudiado tecnología”.

A principios de mayo, el hermano Zhang Ming vino a nuestra iglesia a enseñar destrezas informáticas y me puse bastante contenta. Pensé: “Aunque no pueda ir todos los días a las clases, puedo buscar tiempo para aprender y hacerlo de gente con conocimientos me ayudará a captar más destrezas, y una vez que tenga la oportunidad, puedo mostrar mi capacidad”. Cuando empecé a estudiar, me di cuenta de que parte del contenido técnico implicaba términos en inglés, así que no pude evitar alardear de mi destreza en ese idioma leyendo y traduciendo para ellos. Los hermanos y hermanas me miraron con un renovado respeto. Una hermana dijo: “¿Qué nivel tienes de inglés? Hasta conoces los términos técnicos. ¡Eres la más cualificada para estudiar, llevas ventaja!”. Asentí y dije: “Es algo que me gusta estudiar, solo eso”. Cuando vi que a las hermanas les costaban mucho ciertas operaciones durante la práctica, les ofrecí algo de guía, pensé: “Ya que soy líder y no tengo tiempo, solo puedo aprender de manera intermitente; de lo contrario, no cabe duda de que aprendería más rápido que ustedes”. Por desgracia, solo fui a las clases dos o tres días, y luego no pude seguir porque estaba ocupada con el trabajo de la iglesia. Tuve grandes remordimientos y me sentí un tanto poco dispuesta, pensaba: “No puedo quedarme atrás respecto a todos ustedes, tengo que buscar tiempo para recuperar lo que no aprendí”. Después de eso, vi tutoriales para aprender y dediqué esfuerzo a investigar cualquier cosa que no entendía. Cuando los hermanos y hermanas me hacían preguntas sobre lo que no entendían, también podía darles algunas indicaciones. Cuando recibía cumplidos de los hermanos y hermanas, me sentía orgullosa y me gustaba todavía más mi deber en tecnología informática. Sin embargo, en mi deber como líder, me encontraba a menudo con diversas dificultades y a veces no podía resolverlas, lo que me hacía sentir avergonzada. Aunque estaba haciendo mi deber, mi corazón no mostraba el mismo entusiasmo en este que cuando estudiaba tecnología informática ni tampoco estaba pensando en cómo hacer bien el deber. En su lugar, me centraba en estudiar tecnología informática. A veces me sentía un poco culpable, pensaba: “¿No me estoy ocupando del deber que me corresponde?”. Sin embargo, entonces pensé que las destrezas técnicas de los técnicos de informática de la iglesia eran promedio, y que ayudar a los hermanos y hermanas con problemas en esta área era también un requerimiento urgente, así que, con ese pensamiento, se esfumó mi culpa. Un día fui a ocuparme de mi deber después de haber estado jugueteando con la computadora durante un rato, y eso dio lugar a que me diera cuenta de que había pasado por alto una tarea bastante urgente, lo que causó demoras. Solo entonces sentí miedo. No enfocarme en mis responsabilidades principales fue lo que condujo a este retraso. También pensé en otras tareas que deberían haberse implementado y no lo fueron, y otras a las que se les debería haber hecho seguimiento pero no fue así. Esto había afectado al progreso del trabajo y sentí algo de remordimientos, pensé: “Como líder, debería centrar los esfuerzos en mi deber principal, pero siempre ando estudiando tecnología informática. ¡Estoy descuidando las responsabilidades que me corresponden!”. Oré a Dios: “Dios, estoy dispuesta a volver a centrar mi corazón en el deber y a no hacer cosas conforme a mis preferencias. A partir de ahora, haré bien mi deber con seriedad”. Pero unos días después, ocurrió algo que me volvió a poner en evidencia.

Una hermana se topó con algunas dificultades mientras hacía su deber, y yo no supe cómo compartir con ella. Dado que no pude resolver sus problemas, me pareció que había perdido algo de imagen y además me sentí un poco negativa, pensé: “Como líder, no puedo siquiera resolver ni un problema, qué humillante. ¡Quién sabe cómo me va a evaluar esta hermana a mis espaldas! Estaría mejor estudiando tecnología. Cuando los hermanos y hermanas tienen problemas informáticos, sé resolverlos enseguida, y además puedo recibir el elogio y admiración de todo el mundo”. Con esto en mente, ya no quería seguir siendo líder. Unos pocos días después, una predicadora se enteró de que mi descuido del deber había dado lugar a que algunas tareas no se hicieran bien, así que me podó. Entonces expresé mi deseo de aprender tecnología informática. Ella habló conmigo y me pidió que reflexionara sobre por qué quería asumir un deber técnico en lugar de ser líder. Durante mi reflexión, leí estas palabras de Dios: “Si el deber con el que cumples es algo en lo que eres bueno y te gusta, entonces sientes que es tu responsabilidad y tu obligación, y que hacerlo es algo perfectamente natural y justificado. Te sientes alegre, feliz y a gusto. Es algo que estás dispuesto a hacer, algo en lo que puedes poner toda tu lealtad, y sientes que estás satisfaciendo a Dios. Pero si un día te enfrentas a un deber que no te gusta o que nunca antes has hecho, ¿serás capaz de dedicarle toda tu lealtad? Esto pondrá a prueba si practicas la verdad. Por ejemplo, si tu deber está en el grupo de himnos, y si sabes cantar y es algo que te gusta hacer, entonces estás dispuesto a cumplir con ese deber. Si se te asignara otro deber en el que tuvieras que difundir el evangelio y la tarea fuera un poco difícil, ¿serías capaz de obedecer? Lo consideras y dices: ‘Me gusta cantar’. ¿Qué significa esto? Significa que no deseas difundir el evangelio. Eso es claramente lo que quiere decir. Te limitas a repetir ‘Me gusta cantar’. Si un líder u obrero razona contigo: ‘¿Por qué no te capacitas para difundir el evangelio y te armas con más verdades? Será más beneficioso para tu crecimiento en la vida’, tú sigues insistiendo y dices: ‘Me gusta cantar, y me gusta bailar’. No deseas ir a difundir el evangelio, digan lo que digan. ¿Por qué no deseas ir? (Por falta de interés). Te falta interés, y por eso no quieres ir. ¿Cuál es el problema con esto? El problema es que eliges tu deber en función de tus preferencias y gustos personales, y no te sometes. Te falta sumisión, y ese es el problema. Si no buscas la verdad para resolver este problema, entonces no muestras realmente mucha sumisión verdadera(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Al leer las palabras de Dios, entendí que cuando se trataba de los deberes que me interesaban, en los que era buena, de los que podía alardear y me granjeaban la admiración de los demás, estaba dispuesta a dedicar esfuerzo a hacerlos bien. Sin embargo, en los deberes que no me interesaban y en los que no podía exhibir mi capacidad, no estaba dispuesta a enfrentarme ni a superar los desafíos que suponían. Esto demostraba que elegía los deberes según mis preferencias personales y carecía de sumisión a Dios. Al recordar mi estudio de la tecnología informática, percibí que cuando tenía oportunidades para exhibirme, me sumergía en la investigación, y cuando lograba algún pequeño éxito, me creía excepcional. Cuando recibía elogios y admiración de otros, sentía aprecio hacia mí misma, pero cuando me topaba con dificultades y problemas en mi deber de liderazgo y no lograba resolverlos, sentía vergüenza y quería resistirme o evitar la situación. Así que, en su lugar, trataba de sacar tiempo para profundizar en la tecnología, lo que acababa por demorar mis responsabilidades principales. ¡En realidad, estaba descuidando el deber que me correspondía! Como líder de la iglesia, cuando los hermanos y hermanas se encontraron con dificultades en sus deberes y no pude compartir de manera eficaz, debería haber confiado en Dios para buscar la verdad o buscar ayuda de aquellos que entendían la verdad para que me guiaran y ayudaran. Sin embargo, quería ser evasiva y retraerme porque no podía proteger mi orgullo y estatus a ojos de las personas. Estaba haciendo mi deber según intereses y preferencias personales, perseguía satisfacer mi estatus y reputación personales en lugar de practicar la verdad, y no me colocaba en la posición de un ser creado para someterme a Dios. Para Él, esta actitud mía hacia el deber era detestable. Después de obtener algo de entendimiento, oré a Dios: “Dios, ya no quiero actuar en función de mis preferencias. Estoy dispuesta a centrar mi corazón en el deber y a hacerlo bien y con seriedad”. Luego se me aquietó un poco más el corazón y empecé a centrarme con esmero en mi trabajo principal. Cuando surgían dificultades en mi trabajo, me comunicaba con los hermanos y hermanas con los que colaboraba, a fin de buscar la verdad para resolverlas.

En abril de 2021, debido a la falta de eficacia en el trabajo evangélico, el liderazgo superior me podó, pero en lugar de reflexionar sobre mí misma, opté por renunciar y sugerí mi dimisión. Los líderes superiores vieron que yo no reflexionaba ni entraba en la verdad y que me había vuelto extremadamente negativa, así que aceptaron esa dimisión. Algunos días después, asumí un deber relacionado con la tecnología informática y me sentí bastante feliz, pensé que este deber era apto para mí y que sería capaz de exhibir mi valía. Me sumergí en el estudio de la tecnología y dominé rápidamente algunas destrezas básicas, y era capaz de resolver todos los problemas informáticos de mis hermanos y hermanas. Cuando enseñaba a los hermanos y hermanas, me sentía confiada y llevaba la cabeza alta, y este deber me resultaba muy satisfactorio.

De manera inesperada, unos meses después me topé con riesgos de seguridad y ya no podía desempeñar mi deber. A menudo me sentía decaída y pensaba: “La tecnología se actualiza y cambia muy deprisa. He malgastado tanto tiempo que seguro que me quedo atrás”. Para evitar quedarme demasiado atrás, me esforcé por estudiar tecnología, con la esperanza de un día poder seguir haciendo deberes técnicos. Después, tras leer un pasaje de las palabras de Dios, empecé a entender un poco mi estado. Dios Todopoderoso dice: “Existe un instinto innato en las personas. Si nunca saben cuáles son sus puntos fuertes, cuáles son sus intereses y aficiones, les parece que no tienen un lugar, son incapaces de tomar conciencia de su propio valor y tienen una sensación de inutilidad. Son incapaces de demostrar su valor. Sin embargo, una vez que una persona descubre sus intereses y aficiones, los convertirá en un puente o un trampolín para tomar conciencia de su propia valía. Están dispuestas a pagar el precio de buscar sus ideales, de vivir una vida más valiosa, de ser útiles, de sobresalir entre la multitud y ser vistas, de ser admiradas y validadas, y de convertirse en personas extraordinarias. De este modo, pueden vivir una vida plena, tener una carrera de éxito en este mundo y ver cumplidos sus ideales y deseos, y así vivir una vida valiosa. Cuando los individuos miran a su alrededor, entre la bulliciosa multitud, solo hay unos pocos que estén tan naturalmente dotados como ellos mismos, que se hayan fijado ideales y deseos elevados y que, en última instancia, hayan conseguido estas cosas gracias a un esfuerzo incesante. Se han forjado una carrera haciendo algo que les encanta, han alcanzado la fama, el beneficio y el prestigio que deseaban, han demostrado su valor y han tomado conciencia de su propia valía. Así es la búsqueda de las personas(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (8)). Después de leer las palabras de Dios, entendí que siempre había querido hacer deberes relacionados con mis intereses y aficiones a fin de alcanzar mis ideales y deseos, de convertirme en un talento técnico que otros admiraran y de acabar por obtener la fama, ganancia y estatus que deseaba. Cuando descubrí que mi destreza en la tecnología informática podía conllevarme elogios y admiración, percibí un fuerte sentido de pertenencia y de logro. Así pues, me interesé cada vez más por la tecnología informática; dispuesta a trabajar con afán y a estudiar de la mañana a la noche para mejorar mis habilidades, intentaba ganar destreza en este campo de modo que me elogiara y admirara más gente. Sin embargo, tenía grandes carencias en mi deber de liderazgo y no contaba con una mentalidad proactiva. Cuando me vi en dificultades y sufrí reveses, me volví negativa y me retiré, incluso dimití y me convertí en una desertora. Traté mis intereses y aficiones como un trampolín con el que materializar mi propia valía. Quería ganarme la admiración de otros por medio de aprender tecnología informática. Esto era conspirar por ganancia personal, ¡y lo hacía para afianzar mi imagen y mi estatus en el corazón de las personas y satisfacer mis ambiciones y deseos!

Un día me topé con un pasaje de las palabras de Dios y obtuve algo de entendimiento sobre los motivos ocultos al abordar mis deberes conforme a mis preferencias. Dios Todopoderoso dice: “El aprecio de los anticristos por su reputación y estatus va más allá del de la gente normal y forma parte de su esencia-carácter; no es un interés temporal ni un efecto transitorio de su entorno, sino algo que está dentro de su vida, de sus huesos y, por lo tanto, es su esencia. Es decir, en todo lo que hacen los anticristos, lo primero en lo que piensan es en su reputación y su estatus, nada más. Para los anticristos, la reputación y el estatus son su vida y su objetivo durante toda su existencia. En todo lo que hacen, su primera consideración es: ‘¿Qué pasará con mi estatus? ¿Y con mi reputación? ¿Me dará una buena reputación hacer esto? ¿Elevará mi estatus en la opinión de la gente?’. Eso es lo primero que piensan, lo cual es prueba fehaciente de que tienen el carácter y la esencia de los anticristos; por eso consideran las cosas de esta manera. Se puede decir que, para los anticristos, la reputación y el estatus no son un requisito añadido y, ni mucho menos cosas que son externas a ellos de las que podrían prescindir. Forman parte de la naturaleza de los anticristos, los llevan en los huesos, en la sangre, son innatos en ellos. Los anticristos no son indiferentes a la posesión de reputación y estatus; su actitud no es esa. Entonces, ¿cuál es? La reputación y el estatus están íntimamente relacionados con su vida diaria, con su estado diario, con aquello que buscan día tras día. Por eso, para los anticristos el estatus y la reputación son su vida. Sin importar cómo vivan, el entorno en que vivan, el trabajo que realicen, lo que busquen, los objetivos que tengan y su rumbo en la vida, todo gira en torno a tener una buena reputación y un estatus alto. Y este objetivo no cambia, nunca pueden dejar de lado tales cosas. Este es el verdadero rostro de los anticristos, su esencia(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Después de leer las palabras de Dios donde se exponía a los anticristos, me conmoví profundamente. Yo trataba la reputación y el estatus como algo tan preciado como la vida misma y perseguía constantemente la admiración de otros. Me influían venenos satánicos como “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar” y “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”, y siempre buscaba tener estatus y buena imagen en el corazón de los demás. Estaba dispuesta a hacer cualquier deber que me permitiera hacerme un nombre y ser admirada. Estaba dispuesta a sufrir y cargar con el costo de tal deber, pero evitaba y rechazaba cualquier deber que pudiera perjudicar mi reputación y estatus. Igual que pasaba con la tecnología informática, dado que me permitía hacerme un nombre, estaba dispuesta a estudiarla con esmero, tenía la vista clavada en la pantalla todo el día, e incluso con los ojos irritados y el cuello dolorido, me limitaba a darlo todo y seguía adelante. Por el contrario, era muy pasiva en mi deber de liderazgo, pues tenía miedo de que, si no podía resolver problemas, perdería mi buena imagen a ojos de mis hermanos y hermanas. Para proteger mi orgullo y estatus, fui incluso capaz de dimitir y convertirme en desertora. Las intenciones de Dios son que la gente persiga la verdad y resuelva su corrupción mientras hace sus deberes. En cambio, yo perseguía la reputación y el estatus para satisfacer mi vanidad, lo que va en contra de los requisitos de Dios. Caminaba por la senda de un anticristo, y aunque mi vanidad estuviese satisfecha, mi carácter corrupto no cambiaría y, al final, se me descartaría igualmente. Sentí muchos remordimientos y me postré ante Dios para orar y volver a Él, y le pedí que me guiara hacia la senda de perseguir la verdad.

Luego leí dos pasajes de las palabras de Dios y entendí cómo tratar mis intereses y aficiones. Dios Todopoderoso dice: “A partir de hoy, eres un auténtico miembro de la casa de Dios, es decir, te reconoces como uno de los seres que Él creó. En consecuencia, a partir de hoy, debes reformular tus planes de vida. Debes desprenderte de los ideales, deseos y objetivos que te habías fijado para tu vida y no seguir persiguiéndolos. En cambio, debes cambiar tu identidad y tu perspectiva para planificar los objetivos de vida y la dirección que debe tener un ser creado. Ante todo, tus objetivos y la dirección en la que vas no deberían ser los de llegar a líder, o dirigir o destacar en cualquier industria, o convertirte en una figura de renombre que lleva a cabo una determinada tarea o domina una habilidad particular. Tu objetivo debe ser aceptar tu deber de Dios, es decir, saber qué trabajo debes hacer ahora, en este momento, y comprender qué deber has de desempeñar. Debes preguntar qué es lo que Dios requiere de ti y qué deber se ha dispuesto para ti en Su casa. Debes comprender y obtener claridad sobre los principios que debes entender, los que debes dominar y seguir en relación con ese deber. Si no eres capaz de recordarlos, puedes escribirlos en un papel o registrarlos en tu ordenador. Tómate tu tiempo para repasarlos y reflexionar sobre ellos. Como ser creado, el principal objetivo de tu vida debería ser cumplir bien con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Este es el objetivo vital más fundamental que debes tener. El segundo y más específico es cómo cumplir adecuadamente con tu deber como ser creado y convertirte en uno cualificado. Por supuesto, cualquier meta o rumbo relacionado con tu reputación, estatus, vanidad, futuro, etc., se debe abandonar(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (7)). “Como creyente en Dios, ya que estás dispuesto a perseguir la verdad y deseas alcanzar la salvación, debes desprenderte de tus búsquedas, ideales y deseos, debes abandonar esta senda, que es la de la búsqueda de fama y beneficio, y desprenderte de estos ideales y deseos. No debes elegir la consecución de tus ideales y deseos como el objetivo de tu vida, sino perseguir la verdad y alcanzar la salvación(La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad. Cómo perseguir la verdad (8)). Sí. Como ser creado, el objetivo que debería tener es perseguir hacer mis deberes bien como tal, y no perseguir reputación y estatus ni hacer realidad mis ideales convirtiéndome en una persona excepcional, una profesional o un talento técnico. A partir de entonces, al margen de lo que la iglesia dispusiera para mí, tenía que aceptarlo de parte de Dios y someterme a Sus instrumentaciones y arreglos. La tecnología informática era algo que disfrutaba, y cuando el trabajo de la iglesia lo necesitara, la estudiaría con esmero, la aplicaría en mis deberes para lograr buenos resultados, pero además necesitaba resolver las intenciones inadecuadas que había en mí; de lo contrario, al hacer mis deberes con un carácter corrupto, no obtendría la aprobación de Dios. Si en el futuro la iglesia disponía que hiciera otros deberes en función de las necesidades del trabajo, aunque no fueran mis puntos fuertes, debía afrontar y superar los desafíos que surgieran, poner más esfuerzo en los principios-verdad y aprender más de mis hermanos y hermanas sobre aquello que no pudiera hacer. Así que le oré a Dios, dispuesta a desprenderme de mi reputación y estatus, a someterme a cualquier deber que la casa de Dios dispusiera para mí, y a no seguir haciendo mis deberes en función de mis preferencias.

Luego regresé a mi pueblo natal y volví a desempeñar mi deber en tecnología informática. Cinco meses después, recibí una carta de los líderes que decía que se necesitaba con urgencia a alguien para ayudar con el deber relacionado con textos, y los líderes, como sabían que había hecho antes tal deber, me preguntaban si estaba dispuesta a encargarme. En aquel momento, estaba aprendiendo una nueva tecnología y se me consideraba bastante destacada en este campo dentro de la iglesia. Por tanto, era muy reacia a dejar esto de lado y durante un momento me volví a ver en un dilema. Reflexioné sobre cómo había perseguido antes la reputación y el estatus y supe que esta vez necesitaba buscar la verdad para resolver mis problemas. Leí estas palabras de Dios: “Debes aprender a obedecer cuando tu deber se reajuste. Una vez que te has ejercitado durante un tiempo en tu nuevo deber y has logrado resultados, comprobarás que eres más adecuado para ese deber y te darás cuenta de que elegir deberes en función de tus preferencias era un error. ¿No resuelve esto el problema? Lo más importante es que la casa de Dios dispone que las personas cumplan con ciertos deberes no en función de las preferencias de estas, sino de las necesidades de la obra y de si una persona concreta puede conseguir resultados al cumplir ese deber. ¿Diríais que la casa de Dios debe disponer los deberes en función de las preferencias individuales? ¿Habría que emplear a las personas basándose en la condición de satisfacer sus preferencias personales? (No). ¿Cuál de estas opciones se alinea con los principios de la casa de Dios al utilizar a las personas? ¿Cuál de ellas se ajusta a los principios-verdad? Escoger a las personas en función de las necesidades de la obra en la casa de Dios y los resultados obtenidos por esas personas al desempeñar sus deberes. Tienes algunas predilecciones e intereses y cierto deseo de cumplir tus deberes, pero ¿deben anteponerse tus deseos, intereses y predilecciones a la obra de la casa de Dios? Si insistes tercamente y dices: ‘Debo llevar a cabo este trabajo; si no se me permite, no quiero vivir ni cumplir con mi deber. Si no me dejan realizar este trabajo, me faltará el entusiasmo para hacer otra cosa y no podré dedicarle todas mis fuerzas’. ¿No demuestra esto un problema en tu actitud con respecto al cumplimiento del deber? ¿No carece de toda conciencia y razón? A fin de satisfacer tus deseos, intereses y predilecciones personales, no vacilas en entorpecer y retrasar la obra de la iglesia. ¿Está esto de acuerdo con la verdad? ¿Cómo deben manejarse las cosas que no se ajustan a la verdad? […] El otro, que es el más importante, es que al margen de cuánto entendimiento adquieras o de si puedes entender estas cosas, cuando la casa de Dios hace arreglos para ti, debes, al menos, adoptar primero una actitud de obediencia, en lugar de ser exigente o quisquilloso o de tener tus propios planes y opciones. Esta es la razón que debes poseer por encima de todo(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones). Las palabras de Dios me conmovieron. La casa de Dios no dispone deberes en función de preferencias personales, sino conforme a las necesidades del trabajo. Aunque yo quería hacer el deber relacionado con la tecnología, no podía priorizar mis intereses por encima del trabajo de la iglesia. Además, en aquel momento no faltaba gente para hacer este aspecto del trabajo, sino para desempeñar el trabajo relacionado con textos. Había hecho antes ese deber, así que tenía algo de entendimiento de los principios implicados. Debería considerar la intención de Dios, obedecer los arreglos de la iglesia y priorizar el trabajo de esta. Al haber entendido la intención de Dios, le oré para enmendar mi estado y luego fui a cumplir con el deber relacionado con textos.

La exposición y el juicio de las palabras de Dios me llevaron a reconocer mis búsquedas erróneas. Aprendí también cómo tratar mis intereses y aficiones de manera apropiada. ¡Gracias a Dios por Su guía! En el futuro, sean cuales sean las circunstancias a las que me enfrente, estoy dispuesta a someterme a las instrumentaciones y arreglos de Dios y a perseguir la verdad para hacer bien mis deberes.

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