99. Es egoísta tener miedo a las responsabilidades al cumplir con el deber
En febrero de 2023, era líder de distrito. Un día, recibí una carta del líder superior que decía que la Iglesia de Xincheng estaba enfrentando la represión por parte del PCCh, y que la policía había confiscado libros de las palabras de Dios en varios hogares que los custodiaban. Otros dos hogares que custodiaban los libros seguían en peligro, por lo que era urgente trasladarlos. Se nos pidió que buscáramos nuevos lugares seguros con rapidez. Entonces, escribí rápidamente a las iglesias bajo mi supervisión para pedirles que proporcionaran lugares seguros. Después de enviar la carta, de repente pensé: “Si mis arreglos son incorrectos y detienen a los hermanos y hermanas mientras trasladan los libros, ¿no tendría que asumir la responsabilidad? Estos libros de las palabras de Dios se imprimieron utilizando las ofrendas de Dios, y si la policía los confisca mientras los están trasladando, las consecuencias serían graves; hasta podrían destituirme por ello”. Pensé en cómo Ma Xiao disfrutó de los beneficios del estatus cuando era líder. Siempre hacía las cosas a su antojo y siempre quería tener la última palabra, lo que llevó a que las ofrendas sufrieran una gran pérdida. Después de esto, incluso eludió su responsabilidad y no mostró ningún arrepentimiento. Finalmente la expulsaron. Salvaguardar los libros de las palabras de Dios es un asunto de gran importancia. Muchos de los hermanos y hermanas que me rodeaban estaban en peligro, por lo que era difícil encontrar un lugar seguro. Pensé: “¿Y si sucediera algo? ¿Me descartarían igual que a Ma Xiao? Sin embargo, ya he enviado la carta, ¿qué debería hacer ahora? Si le hubiera dicho al líder que no había lugares seguros, todo habría terminado. Bueno, ya que he escrito la carta, supongo que dejaré que las cosas sigan su curso”. Unos días después, los líderes de la iglesia enviaron cartas diciendo que no habían encontrado casas adecuadas. Pero la verdad era que yo conocía tres iglesias donde la situación no era tan grave, y, con tal de que actuáramos con cuidado, podríamos encontrar algunos hogares para albergar temporalmente los libros. No obstante, yo no quería asumir esta responsabilidad, así que escribí al líder superior y le dije: “La situación aquí es complicada y muchas casas tampoco son seguras, sería mejor buscar lugares seguros en otras iglesias”.
Unos días después, el líder superior envió una carta diciendo que no estábamos protegiendo los intereses de la casa de Dios en este momento crucial y que, aunque otras iglesias también habían tenido dificultades para encontrar casas seguras, oraron a Dios, cooperaron de manera real y habían logrado encontrar algunas. Habían visto la guía de Dios. Después de leer la carta, me sentí avergonzada y culpable. Pensé: “Todos realizamos el mismo deber, pero cuando otros se enfrentan a dificultades, son capaces de confiar en Dios para llevar a cabo el trabajo, mientras que yo, cuando surgen problemas, huyo y actúo como una tortuga escondiéndose en su caparazón. ¡Realmente no puedo compararme con ellos!”. Así que me puse ante Dios y oré: “Dios, en este asunto vital de trasladar los libros de Tus palabras, no he considerado en absoluto los intereses de la casa de Dios, ni he cooperado activamente en la búsqueda de lugares seguros. Soy exactamente el tipo de persona que no se molesta en ayudar cuando las cosas van mal. Si el líder no me hubiera podado y advertido, no habría reflexionado sobre mí misma. He sido muy insensible”.
Más tarde, leí un pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a obtener una mayor comprensión de mí misma. Dios Todopoderoso dice: “Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no pueden practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreven a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no pueden obtenerla, y no importa cuántos años crean en Dios, no pueden alcanzar Su salvación. Para poder cumplir con un deber en la casa de Dios, hay que ser personas cuya carga sea el trabajo de la iglesia, que asuman la responsabilidad, que defiendan los principios-verdad, y sean capaces de sufrir y pagar el precio. Si uno carece de estos aspectos, no es apto para cumplir con un deber y no posee las condiciones para ello. Hay muchas personas con miedo a asumir la responsabilidad de cumplir con un deber. Su miedo se manifiesta de tres maneras básicas. La primera es que eligen deberes que no exigen asumir responsabilidades. Si un líder de la iglesia les ordena un deber, primero preguntan si deben responsabilizarse de él; si es así, no lo aceptan. Si no exige que asuman la responsabilidad y se responsabilicen de él, lo aceptan a regañadientes, pero aun así deben comprobar si el trabajo es agotador o incómodo y, pese a su aceptación a regañadientes del deber, no están motivadas para cumplir bien con él y siguen prefiriendo ser superficiales. Su principio es: ocio, no negocio, y ninguna penalidad física. En segundo lugar, cuando les acontece una dificultad o se encuentran con un problema, su primer recurso es informarlo a un líder para que este se ocupe y lo resuelva, con la esperanza de que ellas puedan conservar la tranquilidad. No les importa cómo se ocupe el líder del asunto y no le dan importancia; mientras ellas no se hagan responsables, todo bien. ¿Es leal a Dios esta forma de cumplir con el deber? A esto se le llama escurrir el bulto, incumplir con el deber, hacer trucos. Es pura charla, no están haciendo nada real. Se dicen a sí mismas: ‘Si tengo que solucionar esto, ¿qué pasa si termino cometiendo un error? Cuando investiguen quién tiene la culpa, ¿acaso no se encargarán de mí? ¿No recaerá la responsabilidad sobre mí primero?’. Esto es lo que les preocupa. Sin embargo, ¿crees tú que Dios lo escruta todo? Todo el mundo comete errores. Si una persona de intención correcta carece de experiencia y no se ha ocupado anteriormente de algún tipo de asunto, pero lo ha hecho lo mejor posible, eso es visible para Dios. Debes creer que Dios escudriña todas las cosas y el corazón del hombre. Si uno ni siquiera cree esto, ¿no es un incrédulo?” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Dios dejó en evidencia mi estado y sentí una gran aflicción, como si se me partiera el corazón. La Iglesia de Xincheng se enfrentaba a arrestos por parte del PCCh y necesitaba con urgencia encontrar dos lugares seguros. Cualquier persona con conciencia habría considerado los intereses de la casa de Dios, y, aunque hubiera dificultades, confiaría en Dios. No escatimaría esfuerzos para trasladar a tiempo los libros a un lugar seguro. Yo, en cambio, antepuse mis propios intereses. Me preocupaba que algo saliera mal durante el traslado de los libros, que me hicieran responsable, que eso se considerara una transgresión y que, si mis transgresiones seguían acumulándose, pudiera perder mi oportunidad de alcanzar la salvación. Para protegerme, intentaba constantemente encontrar una escapatoria y buscaba excusas para eludir mi deber. Yo era exactamente la persona escurridiza y falsa que Dios había expuesto. No estaba en absoluto dispuesta a asumir ninguna responsabilidad y no tenía razón ni conciencia. En ese momento, los libros de las palabras de Dios estaban en constante peligro de que la policía los confiscara, pero hice caso omiso y solo pensé en mis propios intereses. ¿Eso era tener humanidad? ¡Era tan egoísta y despreciable!
Más tarde, comencé a reflexionar: “¿Por qué siempre tengo miedo de asumir responsabilidades? ¿A qué tipo de carácter corrupto se debe esto?”. Leí un pasaje de las palabras de Dios: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persigue la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Después de leer las palabras de Dios, entendí que, al enfrentar dificultades, siempre tenía miedo de asumir responsabilidades y priorizaba mis propios intereses porque vivía según el veneno satánico de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, y esto se había convertido en mi naturaleza. En el pasado, al relacionarme con los demás o al manejar asuntos, lo primero que consideraba era si algo me beneficiaría o si tendría que asumir alguna responsabilidad. Incluso en el desempeño de mi deber, seguía actuando igual. Cuando el líder me encargó encontrar un lugar para trasladar los libros, me invadió la preocupación y no dejaba de darle vueltas al asunto. Temía que, si encontraba un lugar y algo salía mal durante el traslado o si la policía confiscaba los libros, tendría que cargar con la responsabilidad. Si esto causaba pérdidas importantes, podrían incluso destituirme. Para evitar perjudicarme, puse la excusa de que no podía encontrar un lugar adecuado y así eludí la responsabilidad. Sabía perfectamente que la situación en la Iglesia de Xincheng era crítica, que había judas que la habían vendido, y que la policía podía allanar en cualquier momento las casas donde estaban guardados los libros de las palabras de Dios. También sabía que, en este momento crítico, mi responsabilidad como líder era proteger los libros, y que debería haber hecho todo lo posible para salvaguardar los intereses de la casa de Dios. Pero solo consideré mis propios intereses. Tuve miedo de asumir responsabilidades y eludí mi deber. ¡Había sido tan egoísta y falto de humanidad! Al darme cuenta, me sentí profundamente en deuda y me entraron ganas de abofetearme.
Más tarde, leí más de las palabras de Dios: “Algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar con justicia a la gente. No creen que Dios reine en Su casa y que la verdad reine en ella. Creen que, no importa cuál sea el deber que desempeñe una persona, si surge un inconveniente, la casa de Dios se encargará de esa persona inmediatamente, privándola de su derecho a cumplir con ese deber, enviándola lejos, o incluso expulsándola de la iglesia. ¿Realmente es así como funcionan las cosas? Desde luego que no. La casa de Dios trata a cada persona según los principios-verdad. Dios es justo en Su tratamiento de cada persona. Él no se fija solo en cómo se comporta una persona en un solo caso; mira la esencia-naturaleza de una persona, sus intenciones, su actitud, y se fija en concreto en si una persona puede reflexionar sobre sí misma cuando comete un error, si tiene remordimientos, y si puede penetrar en la esencia del problema basándose en Sus palabras, llegar a comprender la verdad, odiarse a sí misma y arrepentirse de veras. Si alguien carece de esa actitud correcta y está completamente contaminado por intenciones personales, si está repleto de artimañas y revelaciones de actitudes corruptas y si, cuando surgen problemas, recurre al engaño, la sofistería y la autojustificación, y se niega tercamente a reconocer sus acciones, entonces esa persona no puede ser salvada. Las personas así no aceptan la verdad en absoluto y han sido completamente puestas en evidencia. Quienes no están en lo cierto y no pueden aceptar la verdad en lo más mínimo son, en esencia, incrédulos y solo pueden ser descartados. […] Dime, si una persona ha cometido un error pero es capaz de comprender de verdad y está dispuesta a arrepentirse, ¿no le daría una oportunidad la casa de Dios? A medida que el plan de gestión de seis mil años de Dios se acerca a su fin, hay muchos deberes que deben cumplirse. Pero si careces de conciencia o de razón y no atiendes al que es tu trabajo, si has obtenido la oportunidad de cumplir con un deber, pero no sabes atesorarla, no persigues la verdad en lo más mínimo, con lo que permites que se te escape tu mejor momento para ello, entonces serás expuesto. Si eres sistemáticamente superficial en el cumplimiento de tu deber, y no te sometes en absoluto cuando te enfrentas a la poda, ¿te utilizará aún la casa de Dios para cumplir con un deber? En la casa de Dios, lo que reina es la verdad, no Satanás. Dios tiene la última palabra sobre todo. Es Él quien está haciendo la obra de salvar al hombre, es Él quien es soberano sobre todas las cosas. No hay necesidad de que analices lo que está bien y lo que está mal; lo único que tienes que hacer es escuchar y someterte. Cuando te enfrentes a la poda, debes aceptar la verdad y ser capaz de corregir tus errores. Si lo haces, la casa de Dios no te despojará de tu derecho a cumplir con un deber. Si siempre te asusta ser descartado, siempre pones excusas, siempre te justificas, eso es un problema. Si dejas que los demás vean que no aceptas la verdad en lo más mínimo, y se den cuenta de que eres impermeable a la razón, estás en problemas. La iglesia se verá obligada a encargarse de ti. Si no aceptas la verdad en absoluto en el cumplimiento de tu deber y siempre temes ser revelado y descartado, entonces este miedo tuyo está contaminado por una intención humana y un carácter satánico corrupto, además de por la sospecha, la cautela y el mal entendimiento. Ninguna de estas son actitudes que una persona deba tener” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). A través de la exposición de las palabras de Dios, vi que algunas personas no creen que la casa de Dios pueda tratar a las personas con justicia. No creen que Dios reina en Su casa ni que la verdad prevalece allí. Piensan que si una persona comete un error en su deber, la casa de Dios la castigará, le retirará el derecho a cumplir con su deber, e incluso se deshará de ella o la expulsará. En realidad, la casa de Dios trata a cada persona conforme a los principios, teniendo en cuenta el contexto, así como las intenciones detrás de sus acciones y su actitud hacia el deber. Si una persona realiza su deber de forma negligente, no busca los principios en los asuntos y actúa siempre según su carácter corrupto, si, además, trata la obra de la casa de Dios con irreverencia y falta de responsabilidad, y causa pérdidas a esta, esa persona no solo debe ser podada, sino también responsabilizada. Si no lo acepta, sigue discutiendo, resistiéndose y se niega totalmente a arrepentirse, la casa de Dios tomará las medidas correspondientes, ya sea destituyéndola o incluso echándola. Sin embargo, hay algunas personas que, al enfrentar problemas en su deber, son capaces de buscar la verdad, y cuando no entienden algo, consultan a otros y se esfuerzan por hacerlo bien. Aunque surjan problemas o desviaciones durante su cooperación, o, aunque causen algunas pérdidas a la obra de la iglesia, más tarde sienten remordimiento y culpa, y se arrepienten sinceramente. A esas personas todavía se les brinda la oportunidad de cumplir con sus deberes en la casa de Dios y no se las descarta a la ligera. La casa de Dios trata a cada persona conforme a los principios-verdad. Como pasó con Ma Xiao, quien, durante su tiempo como líder, disfrutaba de los beneficios de su estatus, siempre cumplía con su deber a su antojo, no buscaba la verdad y causó pérdidas a las ofrendas. Ella ignoró repetidamente los recordatorios de los hermanos y hermanas, eludió su responsabilidad y persistió obstinadamente en seguir la senda de un anticristo. La casa de Dios, de acuerdo con los principios, la expulsó de la iglesia, y esto fue totamente conforme con la justicia de Dios. No se cometió ninguna injusticia. La iglesia no la expulsó por una transgresión aislada, sino por su comportamiento reiterado. Yo también había cometido transgresiones en el pasado, pero después reflexioné, llegué a conocerme y estuve dispuesta a arrepentirme. Por lo tanto, la casa de Dios me siguió dando la oportunidad de cumplir con mis deberes. Vi que la casa de Dios siempre actúa conforme a los principios. Pero yo había vivido en un estado de desconfianza y malentendidos, sin creer que Dios reina en Su casa y que la verdad prevalece allí. Pensaba que cometer un error en mis deberes supondría que me destituyeran o descartaran, como si Dios revelara a las personas únicamente para descartarlas. ¿No era una blasfemia contra Dios? Si este estado mío no se corregía, tarde o temprano Dios me desdeñaría y me descartaría.
Después, busqué una senda de práctica para abordar mis problemas. Leí algunas palabras de Dios: “Para todos los que cumplen con un deber, da igual lo profundo o superficial que sea su entendimiento de la verdad, la manera más sencilla de practicar la entrada en la realidad-verdad es pensar en los intereses de la casa de Dios en todo, y renunciar a los propios deseos egoístas, a las intenciones, motivos, orgullo y estatus personales. Poner los intereses de la casa de Dios en primer lugar; esto es lo menos que debéis hacer. Si una persona que lleva a cabo un deber ni siquiera puede hacer esto, entonces ¿cómo puede decir que está llevando a cabo su deber? Esto no es llevar a cabo el propio deber. Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta las intenciones de Dios y considerar la obra de la iglesia. Coloca estas cosas antes que nada; solo después de eso puedes pensar en la estabilidad de tu estatus o en cómo te consideran los demás. ¿No os parece que esto se vuelve un poco más fácil cuando lo dividís en dos pasos y hacéis algunas concesiones? Si practicáis de esta manera durante un tiempo, llegaréis a sentir que satisfacer a Dios no es algo tan difícil. Además, deberías ser capaz de cumplir con tus responsabilidades, llevar a cabo tus obligaciones y tu deber, dejar de lado tus deseos egoístas, intenciones y motivos. Debes mostrar consideración hacia las intenciones de Dios y poner primero los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia y el deber que se supone que has de cumplir. Después de experimentar esto durante un tiempo, considerarás que esta es una buena forma de comportarte. Es vivir sin rodeos y honestamente, y no ser una persona vil y miserable; es vivir justa y honorablemente en vez de ser despreciable, vil y un inútil. Considerarás que así es como una persona debe actuar y la imagen por la que debe vivir. Poco a poco, disminuirá tu deseo de satisfacer tus propios intereses” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Las palabras de Dios son muy claras. En mi deber, tengo que considerar los intereses de la casa de Dios y dejar de lado mis deseos e intereses egoístas. Cuando los intereses de la casa de Dios entren en conflicto con los míos, debo proteger los intereses de la casa de Dios. Me propuse firmemente: “A partir de ahora, en cualquier asunto relacionado con la obra de la casa de Dios, sin importar la dificultad, confiaré en Dios, asumiré activamente ese trabajo y haré todo lo posible por proteger los intereses de la casa de Dios”.
Un mes después, el líder superior envió otra carta pidiéndonos que encontráramos dos hogares seguros para que se alojaran cuatro hermanos. Dos de los hermanos se encontraban en peligro, y otro tenía un historial de arrestos y lo estaban buscando. Pensar que tenía que encontrar más hogares seguros hizo que mis preocupaciones resurgieran: “La situación de las iglesias bajo mi supervisión no es buena, y encontrar un lugar seguro no es tarea fácil. Si la casa que encontramos no es segura y los hermanos son arrestados mientras están con nosotros, ¿la líder no me hará responsable? ¿Debería decirle que aquí no podemos encontrar ningún lugar y que busque en otras iglesias?”. Cuando pensé de esta manera, me di cuenta de que nuevamente estaba considerando mis propios intereses, así que rápidamente oré a Dios: “Dios, aunque la situación es crítica y hay muchas dificultades, estoy dispuesta a dejar de lado mis intenciones equivocadas y buscar hogares seguros. Por favor, guíame”. Después de orar, recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Primero debes pensar en los intereses de la casa de Dios, tener en cuenta las intenciones de Dios y considerar la obra de la iglesia. Coloca estas cosas antes que nada” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La libertad y la liberación solo se obtienen desechando la propia corrupción). Tenía que renunciar a mis propios intereses y priorizar los intereses de la casa de Dios. Vi que los lugares donde los hermanos se alojaban eran muy peligrosos y que podían arrestarlos en cualquier momento. Si yo, por miedo a asumir responsabilidades, optara por protegerme y no intentara encontrar a tiempo hogares seguros para mantener a estos hermanos a salvo, estaría demostrando una total falta de humanidad. También recordé que la última estaba preocupada por mis intereses y tenía miedo de asumir responsabilidades, y que eso me había provocado remordimientos. Esta vez no podía cometer el mismo error. Cuando cooperé de verdad, encontré rápidamente dos hogares seguros y luego llevé a los hermanos allí.
Por esta revelación, al final pude ver lo egoísta, despreciable y carente de humanidad que había sido. Pensaba que tenía buena humanidad y que podía proteger la obra de la iglesia, pero por esta situación, mi corrupción quedó en evidencia, lo que me permitió comprenderme mejor y hacer algunos cambios. Esta fue la gran salvación de Dios para mí, algo que no habría podido comprender en una situación de comodidad. ¡Gracias Dios!