76. La decisión de una estudiante de posgrado

Por Su Wei, China

Mi familia era muy pobre cuando yo era chica, y todos nuestros vecinos y familiares nos menospreciaban. Mi madre me enseñó desde pequeña: “Cuando seas grande, debes estudiar mucho y hacer que la familia se sienta orgullosa”. Grabé las palabras de mi madre en mi mente y estudié mucho, con la esperanza de que algún día obtendría un buen título y un buen trabajo y así mejoraría la vida de mi familia. Una vez, después de una cirugía por una fractura, me dieron el alta con el pie enyesado y no podía caminar. Mi mamá me llevaba a cuestas a clase todos los días. Soporté el dolor y también las miradas extrañadas de los demás y continué mi camino académico. Para lograr este objetivo, nunca abandoné mis estudios, ni siquiera cuando sufrí algunos accidentes durante la escuela. Para ingresar a una buena universidad, nunca me retrasé en mis estudios. Todos los días, desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche, estudiaba sin parar excepto para comer, beber y otras necesidades. Después del examen de ingreso, finalmente entré a una universidad de primer nivel. En mi tercer año de universidad, me preparé para el examen de posgrado. Para ingresar a un programa de posgrado prestigioso, me encerré durante casi un año. Pasaba más de diez horas al día en la biblioteca estudiando para los cursos de posgrado. No me permitía relajarme para nada. Al final, logré mi objetivo e ingresé en uno de los programas de posgrado más prestigiosos del país. Después de graduarme, comencé a trabajar en un centro de investigación en una institución pública y a vivir la típica vida de 9 a 17. Los beneficios y el salario también eran buenos. En ese momento, mi familia y yo logramos mucha admiración y elogios de los vecinos y los familiares que antes nos menospreciaban empezaron a venir de visita y a traer regalos. Cuando me encontraba con mis compañeros de clase, también me adulaban y elogiaban. Me convertí en el orgullo de mis padres y me sentía bastante feliz.

Pero después de empezar a trabajar, sentí un inexplicable vacío en mi interior. Permanecí en el campo de la investigación científica durante mucho tiempo y cada vez era más consciente de que mientras más conocimiento científico adquiría, más me daba cuenta de que hay muchos misterios insondables en este mundo. Aunque dedicara mi vida entera a la investigación, el resultado final seguiría siendo menor que una gota en el océano. Entonces, ¿qué sentido tenía seguir investigando? No sabía qué debía perseguir o cómo aliviar esta sensación de vacío y confusión. Intenté llenar mi vida haciendo ejercicio, corriendo y leyendo, pero eso no cambió en nada la situación de mi vida. Siempre que tenía tiempo libre, un enorme vacío me envolvía y me corroía. Para sentirme más realizada, decidí postularme a una prestigiosa universidad extranjera y continuar estudiando, con la esperanza de asegurarme un mejor futuro. Aunque sabía que esto implicaría mucha presión, me consolaba diciendo: “Así es la vida. El hombre lucha hacia arriba; el agua fluye hacia abajo. Es totalmente normal”.

Mientras me preparaba para perseguir este objetivo, escuché por casualidad el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días. Aprendí que los humanos fueron creados por Dios y que no eran corruptos al principio y que las personas vivían en armonía sin conflictos, pero después de que los humanos fueron corrompidos por Satanás, desarrollaron todo tipo de actitudes corruptas. Comenzaron a pelear y a engañarse unos a otros y así vivían en oscuridad y sufrimiento. Para salvar a la humanidad y permitir que los humanos obtuvieran la verdad y la vida, Dios ha llevado a cabo las tres etapas de Su obra para salvar a la humanidad en la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Ahora, Dios está realizando la etapa final de Su obra, que es revelar todas las verdades a la humanidad para que las personas puedan liberarse de las ataduras y el perjuicio de Satanás y de su carácter corrupto satánico y alcancen un destino maravilloso. Cuanto más leía las palabras de Dios en esa época, más me atraían. Llegué a comprender el significado y los misterios de la vida a través de Sus palabras y disfruté la paz y la alegría en mi corazón como nunca antes.

Una vez, leí estas palabras de Dios: “Desde que la humanidad inventó las ciencias sociales, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hay espacio suficiente para que el hombre adore a Dios ni hay condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se ha hundido aún más abajo en el corazón del hombre. Sin Dios en su corazón, el mundo interior del hombre es oscuro, desesperanzado y vacío. Posteriormente, muchos científicos sociales, historiadores y políticos han saltado a la palestra para expresar teorías de ciencias sociales, la teoría de la evolución humana y otras que contradicen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar los corazones y las mentes de la humanidad. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y son más los que creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era del Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, al principio de que Él existe y que domina todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el destino de países y naciones ya no son importantes para estas personas, y el hombre vive en un mundo vacío que se preocupa solo por comer, beber y buscar el placer… Pocas personas tienen la iniciativa de buscar dónde Dios lleva a cabo Su obra hoy o cómo preside y organiza el destino del hombre. […] Ciencia, conocimiento, libertad, democracia, ocio, comodidad: estas cosas solo le brindan un consuelo temporal al hombre. Incluso teniendo esto, el hombre sigue pecando inevitablemente y se queja de las injusticias de la sociedad. Estas cosas no pueden refrenar su anhelo y deseo de explorar. Esto es porque la humanidad fue creada por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido solo pueden llevarla a una angustia mayor y solo pueden causar que el hombre exista en un estado de miedo constante, sin saber cómo afrontar el futuro de la humanidad ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante. El hombre incluso llega a temer a la ciencia y al conocimiento y, más aún, al sentimiento de vacío. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al destino de la humanidad. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios y el destino de la humanidad, mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la humanidad, son llamados ‘fenómenos sociales’ por los sociólogos, pero ningún gran hombre puede surgir y resolver estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre, y ninguno de ellos puede reemplazar la posición y la vida de Dios. La humanidad no solo requiere una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados y que sea igualitaria y libre; lo que necesita la humanidad es la salvación de Dios y Su provisión de vida. Solo cuando el hombre recibe la provisión de vida de Dios y Su salvación puede resolver las necesidades, el anhelo de explorar y el vacío espiritual(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad). Las palabas de Dios me conmovieron profundamente. Me di cuenta de que la ciencia y el conocimiento que yo había perseguido siempre no eran la verdad y que no podían satisfacer las necesidades de mi alma ni resolver la confusión en mi vida. En cambio, cuanto más perseguía la ciencia y el conocimiento, más se ocupaba y se llenaba mi corazón con ellos alejándome más de Dios. Aunque después de graduarme los demás veían que tenía un buen título y un futuro brillante y pensaban que yo debía estar feliz, no lo estaba. Por el contrario, estaba llena de incertidumbre y confusión por el futuro. Para librarme de esta sensación de vacío y desasosiego, intenté llenarme con ejercicio y lectura, pero nada de eso calmaba el vacío en mi corazón. Entonces, me convencí de que debía perseguir objetivos de vida aún más altos, porque pensaba que tener algo por lo que luchar aliviaría esta sensación, pero en lugar de eso, acabé sintiéndome aún más reprimida. Tomé conciencia que aunque dedicara toda mi vida a la investigación científica, aún no lograría entender mucho de este mundo. Por el contrario, cuanto más investigara, más incertidumbres encontraría y más desconcertada y confundida estaría sobre este mundo. Me di cuenta de que por más libros que leyera o por más conocimiento científico que adquiriera, aunque otros pensaran que tenía un futuro promisorio, todo era en vano, y no resolvería el vacío en mi corazón ni la confusión en mi vida. También me di cuenta de por qué nunca había podido quitarme de encima ese tormento del vacío interior; era porque no había encontrado a Dios y no había recibido Su provisión de verdad-vida para el hombre y porque no comprendía los misterios ni el significado de la vida. La humanidad fue creada por Dios y Dios puede proporcionarles a los humanos lo que necesitan en la vida. Solo Dios comprende lo que la humanidad necesita verdaderamente y solo la verdad expresada por Dios puede resolver el vacío del corazón humano. Para tener más tiempo para comer y beber las palabras de Dios, no quería dedicar más tiempo y energía a seguir estudiando en el extranjero. Vi que enseñar en una escuela internacional también era una buena opción, ya que ofrecía vacaciones regulares, descansos en verano y en invierno e incluso estaba mejor pagado que trabajar en un instituto de investigación. La docencia también era una profesión estable y respetada, así que cambié de carrera y comencé a enseñar en una escuela.

Un día, encontré dos pasajes de las palabras de Dios y pude comprender un poco el significado y el valor de cumplir con nuestro deber. Dios Todopoderoso dice: “Como miembros de la raza humana y cristianos devotos, es responsabilidad y obligación de todos nosotros ofrecer nuestra mente y nuestro cuerpo para el cumplimiento de la comisión de Dios, porque todo nuestro ser vino de Él y existe gracias a Su soberanía. Si nuestras mentes y nuestros cuerpos no son para la comisión de Dios ni para la causa recta de la humanidad, nuestras almas se sentirán indignas de aquellos que fueron martirizados por causa de la comisión de Dios, y aún más indignas de Dios, que nos ha provisto todo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad). “Dios busca a aquellos que anhelan que Él aparezca. Busca a aquellos que son capaces de oír Sus palabras, los que no han olvidado Su comisión y le ofrecen su corazón y su cuerpo. Él busca a aquellos que son sumisos como bebés ante Él y que no se le resisten. Si te dedicas a Dios, sin impedimento de ningún poder o fuerza, entonces Dios te mirará con buenos ojos y te concederá Sus bendiciones. Si tienes una posición alta, una reputación honorable, si posees un conocimiento abundante, si tienes muchas propiedades y muchas personas te apoyan, pero estas cosas no te impiden venir ante Dios para aceptar Su llamamiento y Su comisión, para hacer lo que Él te pide, entonces todo lo que haces será la causa más significativa de la tierra y el proyecto más recto de la humanidad(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad). Después de leer las palabras de Dios, comprendí Su intención. Esta obra de los últimos días es la etapa final de la obra de Dios para salvar a la humanidad. Dios espera que más personas acepten Su comisión, para que traigan ante Él a aquellos que viven en vacío y sufrimiento para recibir Su salvación, y que se liberen del tormento y la corrupción de Satanás. Esta es la causa más recta de la humanidad y es nuestra responsabilidad y obligación como cristianos. No importa cuánto estatus, prestigio, conocimiento o riqueza tengamos. Dios aprueba que los dejemos de lado, si podemos, para aceptar la comisión de Dios y llevar a cabo nuestro deber como seres creados, Recordé que antes de creer en Dios, había vivido en el vacío y el sufrimiento sin saber cómo recorrer mi futura senda en la vida y lo afligida e impotente que me sentía cuando afrontaba dificultades y apuros en mi vida. Fue la salvación de Dios lo que me liberó de una vida tan vacía y confusa y me dio apoyo y dirección. Dios me permitió escuchar Su voz primero, para que compartiera Su evangelio con quienes, como yo, vivían en el vacío y el sufrimiento de forma que pudieran escuchar la voz de Dios, comprender la verdad y vivir con paz y alegría. Con estos pensamientos en mente, quería tener más tiempo para cumplir con mi deber. Pero mi agenda diaria en la escuela estaba repleta y a veces ni siquiera encontraba tiempo para leer más palabras de Dios. Al ver que mis hermanos y hermanas cumplían activamente con sus deberes, me sentía ansiosa y quise renunciar a este empleo que me consumía tanto tiempo y energía. Pero me resistía a dejarlo. Estudié mucho durante casi veinte años para obtener un buen título y un buen empleo y en este punto, no había trabajado mucho tiempo, ni había honrado a mis padres como correspondía. ¿cómo podía dejarlo todo? Me sentía muy conflictuada y no sabía qué decisión tomar.

Un día, escuché un himno con las palabras de Dios y me conmovió profundamente.

Debes anteponer la creencia en Dios

1  Si deseas creer en Dios, ganar a Dios y Su satisfacción, si no soportas un grado de dolor o pones cierta cantidad de esfuerzo, no serás capaz de conseguir estas cosas. Habéis oído mucha predicación, pero haberla oído no significa que sea vuestra; debes absorberla y transformarla en algo que te pertenezca, debes asimilarla en tu vida y traerla a tu existencia, permitiendo que estas palabras y esta predicación guíen tu forma de vivir y traigan valor existencial y sentido a tu vida. Entonces te habrá merecido la pena oírlas.

2  Si las palabras que hablo no provocan ninguna mejora en tu vida, ningún valor a tu existencia, no tiene sentido escucharlas. Debes tratar la fe en Dios como la cuestión más significativa de tu vida, más importante incluso que la comida, la ropa o cualquier otra cosa, de ese modo, cosecharás resultados. Si sólo crees cuando tienes tiempo, y eres incapaz de dedicar toda tu atención a tu creencia, si siempre estás atolondrado en tu fe, entonces no obtendrás nada.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único X

Pensando una y otra vez en las palabras de Dios, comprendí que creer en Dios significa obtener la verdad y una vida verdadera y que estas cosas no se logran simplemente leyendo las palabras de Dios y entendiendo algunas doctrinas, sino practicando y experimentando las palabras de Dios en la vida real, permitiendo que nos cambien nuestra búsqueda en la vida. Si uno solo profesa la fe en Dios pero no practica ni experimenta la verdad en todos los aspectos y sigue creyendo que perseguir las perspectivas mundanas es el valor de la vida, al vivir de esa manera nunca obtendrá la verdad. Pensé que Dios había expresado tantas verdades en los últimos días y, sin embargo, yo no había terminado de leer muchas de las palabras de Dios y ni siquiera comprendía por completo las palabras y doctrinas. Todavía practicaba mi fe de manera superficial y dedicaba mucho tiempo diario a tareas que no aportaban un beneficio a mi vida y no me dejaban tiempo para comer y beber las palabras de Dios y comprender la verdad. Si seguía practicando mi fe a medias, nunca lograría comprender la verdad al final de mi fe ni mucho menos a experimentarla y conocerla verdaderamente. Al comprender estas cosas, todo se volvió más claro en mi corazón. Ya no podía seguir practicando mi fe de manera superficial o arruinaría mi oportunidad de salvación. Oraba a Dios constantemente en mi corazón esperando que me guiara para tomar la decisión correcta.

También me pregunté varias veces por qué, habiendo comprendido que creer en Dios y perseguir la verdad eran la senda correcta en la vida, aún me costaba tanto renunciar a mi empleo para llevar a cabo mi deber. ¿Qué era lo que me preocupaba realmente? Me di cuenta de que una razón detrás de eso era mi dificultad para dejar de pensar en mis padres. Me preocupaba que si no trabajaba y ganaba dinero, no podría honrarlos correctamente. Sentía que los defraudaría después de tantos años de esfuerzos y expectativas. Busqué qué dicen las palabras de Dios en este contexto. Recordé dos pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Desde el momento en el que llegas llorando a este mundo, comienzas a cumplir tu deber. Para el plan de Dios y Su predestinación, desempeñas tu papel y emprendes tu viaje de vida. Sean cuales sean tus antecedentes y sea cual sea el viaje que tengas por delante, nadie puede escapar de las orquestaciones y disposiciones del Cielo y nadie tiene el control de su propio destino, pues solo Aquel que gobierna sobre todas las cosas es capaz de llevar a cabo semejante obra(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre). “Dios creó este mundo y trajo a él al hombre, un ser vivo al que le otorgó la vida. Después, el hombre tuvo padres y parientes y ya no estuvo solo. Desde que el hombre puso los ojos por primera vez en este mundo material, estuvo destinado a existir dentro de la predestinación de Dios. El aliento de vida proveniente de Dios sostiene a cada ser vivo hasta llegar a la adultez. Durante este proceso, nadie siente que el hombre esté creciendo bajo el cuidado de Dios. Más bien, la gente cree que lo hace bajo el amor y el cuidado de sus padres y que es su propio instinto de vida el que dirige este crecimiento. Esto se debe a que el hombre no sabe quién le otorgó la vida o de dónde viene esa vida, y, mucho menos, la manera en la que el instinto de la vida crea milagros. El hombre solo sabe que el alimento es la base para que su vida continúe, que la perseverancia es la fuente de su existencia y que las creencias de su mente son el capital del que depende su supervivencia. El hombre es totalmente ajeno a la gracia y la provisión de Dios y, así, desperdicia la vida que Dios le otorgó… Ni uno solo de esta humanidad a quien Dios cuida día y noche toma la iniciativa de adorarlo. Dios simplemente continúa obrando en el hombre —sobre el cual no tiene expectativas— tal y como lo planeó. Lo hace así con la esperanza de que, un día, el hombre despierte de su sueño y, de repente, comprenda el valor y el significado de la vida, el precio que Dios pagó por todo lo que le ha dado y la ansiedad con la que Dios espera que el hombre regrese a Él(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre). Reflexionando sobre las palabras de Dios, mi corazón se aclaró y se conmovió profundamente. Los humanos provienen de Dios y es Él quien nos da el aliento de vida. No les debemos nada a nuestros padres. El hecho de que mis padres me criaran y me brindaran educación fue gracias a la soberanía y los arreglos de Dios. Mis padres simplemente cumplieron con sus responsabilidades y obligaciones. El nivel de educación que tengo también fue predeterminado por Dios, no por cuánto podían pagar mis padres por mi educación. Tenía que entender el amor y los sacrificios de mis padres a partir de Dios. Mirando hacia atrás, ninguna de las etapas de mi vida estuvieron bajo mi control. Por ejemplo, entre los chicos de mi edad en mi pueblo, solo yo me perdí muchas clases debido a varios accidentes y, sin embargo, seguí progresando sin problemas en mis estudios. Además, tuve varios accidentes graves cuando era niña, pero quedaron solo en sustos. He llegado hasta aquí bajo el cuidado y la protección de Dios y mi mayor gratitud debo dársela a Él. Además, cada uno de nosotros tiene su propia misión. Tengo una misión y una responsabilidad que Dios me ha confiado y una senda en la vida que Él ha dispuesto para mí. No debería vivir solo para cumplir las expectativas de mis padres. Mis padres tienen su propio sino y no es que por trabajar duro y ganar dinero yo vaya a cambiarlo. Si Dios no predestinó condiciones de vida favorables para ellos, por mucho que lo intente, ellos no se beneficiarán. No debería seguir intentando crear una vida feliz para mis padres por mi cuenta. Ahora que finalmente había encontrado la senda correcta en la vida y había recibido las provisiones de vida de las palabras de Dios, debía practicar según las palabras de Dios, mirar a Dios, confiarle todo a Él, incluidos mis padres, y perseguir la verdad con diligencia.

Aunque tenía la intención de dejar mi trabajo y entregarme por completo a Dios, cuando pensaba en renunciar al futuro que había perseguido durante más de veinte años, mi corazón aún se sentía muy débil. Buscando y meditando, me di cuenta de que mi falta de determinación se debía a que no lograba desentrañar la fama y la ganancia porque aún quería destacar y buscar una vida superior a la de los demás y también porque no comprendía la importancia de perseguir la verdad. Así que busqué conscientemente la verdad en este ámbito. Leí las palabras de Dios: “Puedes ver que entre los incrédulos hay muchos cantantes y estrellas de cine que estaban muy dispuestos a soportar penurias y se consagraron a su trabajo antes de hacerse famosos. Pero una vez que alcanzan la fama y empiezan a ganar mucho dinero, no siguen la senda correcta. Algunos se drogan, otros se suicidan y sus vidas se acortan. ¿Cuál es la causa? Sus placeres materiales son excesivos, ellos están demasiado cómodos y no saben cómo obtener un goce mayor o más diversión. Algunos de ellos recurren a las drogas en busca de más emociones y placer y, con el paso del tiempo, no pueden dejarlas. Algunos mueren por el consumo excesivo de drogas, y otros, al no saber cómo liberarse de ellas, simplemente acaban suicidándose. Hay muchísimos ejemplos así. No tiene importancia lo bien que comas, lo bien que te vistas, lo bien que vivas, lo mucho que te diviertas o lo cómoda que sea tu vida; no importa lo plenamente que se satisfagan tus deseos, al final solo queda el vacío más absoluto y el resultado es la destrucción. ¿Es esa felicidad que buscan los incrédulos la verdadera felicidad? De hecho, no es felicidad. Son figuraciones humanas, es una forma de depravación, es una senda por la que la gente se corrompe. La supuesta felicidad que la gente persigue es falsa. En realidad es sufrimiento. Ese no es un objetivo que la gente deba perseguir, ni es ahí donde radica el valor de la vida. Una de las formas y métodos mediante los cuales Satanás corrompe a las personas es hacer que busquen la satisfacción de la carne y la complacencia en la lujuria como meta. De esta manera, Satanás las adormece, las seduce y las corrompe, haciéndoles sentir que eso es la felicidad y llevándolas a perseguir ese objetivo. Las personas creen que obtener esas cosas es lograr la felicidad, por lo que hacen todo lo que está en su mano para lograr ese fin. Luego, cuando lo consiguen, no sienten felicidad, sino vacío y dolor. Esto demuestra que esa no es la senda correcta; es un camino hacia la muerte(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “Uno agota toda una vida de energía luchando contra el destino, gasta todo su tiempo ajetreado intentando alimentar a su familia y yendo y viniendo entre la riqueza y el estatus. Las cosas que las personas valoran son la familia, el dinero, la fama y la ganancia, y consideran que son las cosas más valiosas en la vida. Todas las personas se quejan de su mal sino, pero relegan en sus mentes las cuestiones que son más imperativas de examinar y entender: por qué está vivo el hombre, cómo debería vivir, cuál es el valor y el sentido de la vida. Pasan todas sus vidas, por mucho que duren, corriendo de acá para allá buscando fama y ganancia simplemente, hasta que se les esfuma su juventud y se llenan de canas y arrugas. Viven de esta manera hasta que ven que la fama y la ganancia no pueden detener su avance hacia la senilidad, que el dinero no puede llenar el vacío del corazón; que nadie está exento de las leyes del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, que nadie puede escapar de lo que el destino le tiene guardado. […] Aunque las diversas habilidades de supervivencia que las personas se pasan la vida tratando de dominarpueden ofrecer abundantes comodidades materiales, nunca traen al corazón de uno verdadera paz y consuelo, sino que, en su lugar, hacen que las personas pierdan constantemente el rumbo, tengan dificultades para controlarse, y se pierdan cada oportunidad de conocer el sentido de la vida; estas habilidades de supervivencia crean un trasfondo de ansiedad acerca de cómo enfrentar la muerte apropiadamente. Las vidas de las personas se arruinan de esta manera. El Creador trata a todo el mundo de forma justa, da a cada uno toda una vida de oportunidades para experimentar y conocer Su soberanía, pero es solo cuando la muerte se acerca y su espectro es inminente, que uno comienza a ver la luz, y entonces ¡es demasiado tarde!(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Al pensar en las palabras de Dios, comprendí que no importa qué tan buena es nuestra vida material o cuánta fama o ganancia logremos, eso no constituye la verdadera felicidad. La búsqueda de la fama y la ganancia es un medio por el que Satanás desorienta a la gente y la aleja de Dios. Aunque pasara toda mi vida persiguiendo el dinero, la fama y la ganancia, estas cosas no me librarían del vacío espiritual y del dolor, sino que me harían perder la oportunidad de obtener la verdad y me arruinarían la vida. Me resistía a dejar mi trabajo porque quería usarlo para obtener recompensas sustanciales, para lograr una vida superior y feliz y para que los demás dejaran de menospreciar a mi familia. ¿Pero perseguir una vida así es verdaderamente la felicidad? Pasé más de veinte años buscando una buena educación para lograr el respeto de los demás y ahora que tenía su admiración y los elogios de mis amigos y familiares, mi corazón aún no sentía paz ni seguridad. En mi interior, los sentimientos de vacío y confusión me engullían y carcomían a menudo. Además, esta búsqueda me ponía bajo mucha presión. Siempre estaba atrapada en comparaciones y competencia con otras personas, tanto era así que, tras haberme graduado, me preocupaba que si no iba a por una educación superior, me quedaría atrás y me mirarían con desprecio. Aunque no me gustaba para nada el trabajo de investigación científica, para ganarme la estima de los demás, me obligué a seguir estudiando en el exterior, a continuar mi investigación e incluso a pasar mi vida luchando por eso. Me di cuenta de que la búsqueda de la fama y la ganancia es como un pozo sin fondo. Nunca queda satisfecho y trae una sensación de represión e intranquilidad al alma y no ofrece nada de felicidad. Al igual que muchos famosos y escritores, que tienen fama, riqueza y placeres materiales en abundancia, pero, al final, todavía sienten que su vida está vacía y no saben qué perseguir. Algunos recurren a las drogas, mientras que otros sufren de depresión y se suicidan. Esto demuestra que el disfrute del dinero y de la riqueza material no garantiza una vida verdaderamente feliz. Dios me había dado la oportunidad de perseguir la verdad y conocer al Creador y, si yo seguía pasando una gran cantidad de tiempo todos los días en el trabajo y persiguiendo la fama y la ganancia, sin dejar tiempo para reflexionar sobre las palabras de Dios y buscar comprender la verdad, mi búsqueda no sería distinta a la senda de las personas mundanas. Finalmente, me convertiría en esclava del dinero, la fama y la ganancia y viviría la vida sin poder escapar del vacío y el miedo a la muerte que llevaba dentro de mí. ¿No sería eso una vida desperdiciada? Tenía la suerte de haber recibido la obra de Dios de los últimos días y había llegado a comprender de qué se trata la vida, de qué va este mundo y cuál es el valor y el significado de la vida. Solo si pasaba más tiempo cumpliendo con mi deber y persiguiendo obtener la verdad y conocer la soberanía de Dios, mi vida podría ser verdaderamente valiosa y significativa. Después de comprender estas cosas, tuve una comprensión más clara de la senda que debía elegir en la vida y resolví renunciar a este empleo que me consumía tanto tiempo.

Luego, leí dos pasajes más de las palabras de Dios que me dieron aún más motivación. Dios Todopoderoso dice: “¿Acerca de qué deberíais reflexionar en vuestros corazones después de escuchar la canción ‘Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas’? Si el género humano supiera por qué vive y muere y quién es en realidad el Soberano de este mundo y de todas las cosas y Aquel que reina sobre todo, dónde está Él exactamente y lo que Él requiere al hombre; si el género humano pudiese entender estas cosas, las personas sabrían cómo tratar al Creador y cómo alabarlo y someterse a Él, obtendrían apoyo en sus corazones, sentirían paz, serían felices y dejarían de sufrir semejante tormento y dolor. En el análisis final, deben entender la verdad. La senda que eligen en la vida es fundamental, y la manera en que viven también es importante. Cómo vive uno y la senda por la que uno camina es lo que determina que su vida sea dichosa o triste. La gente debería entenderlo. […] Por mucho que se esmeren las personas por el mundo, por muchos logros profesionales que hayan obtenido, por muy felices que sean sus familias, por muy grande que sea su familia, por muy prestigiosa que sea su condición social, ¿pueden seguir la senda correcta de la vida humana? Al perseguir la fama y el beneficio, el mundo, o al dedicarse a sus profesiones, ¿pueden ver que Dios creó todas las cosas y tiene la soberanía sobre el destino del género humano? Esto no es posible. Si las personas no reconocen que Dios tiene la soberanía sobre el destino del género humano, sin importar su búsqueda o senda en particular, la senda por la que caminan es equivocada. No es la senda correcta, sino la senda equivocada, la senda del mal. No importa si has encontrado o no satisfacción en tu apoyo espiritual, y tampoco es importante dónde encuentras ese apoyo: la fe genuina no es eso y tampoco es la senda correcta de la vida humana. ¿Qué es tener fe genuina? Es aceptar la apariencia y la obra de Dios, y aceptar toda la verdad que Dios ha expresado. Esta verdad es la senda correcta para la vida humana, así como la verdad y la vida que la gente debería seguir. Caminar por la senda correcta de la vida es seguir a Dios y, bajo la guía de Sus palabras, poder comprender la verdad, distinguir el bien del mal, saber qué es positivo y qué es negativo y entender Su soberanía y omnipotencia. Cuando las personas verdaderamente entienden en sus corazones que Dios no solo creó los cielos y la tierra y todas las cosas, sino que también es el Soberano del universo y de todo, pueden someterse a todas Sus instrumentaciones y disposiciones, vivir de acuerdo con Sus palabras, temer a Dios y evitar el mal. Caminar por la senda correcta para la vida humana es precisamente esto. Al seguir la senda correcta en la vida, las personas pueden entender por qué la gente vive y cómo debería hacerlo para permanecer en la luz y recibir la bendición y la aprobación de Dios(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). “En las escrituras se dice acerca de Job: ‘Y murió Job, anciano y lleno de días’ (Job 42:17). Esto significa que cuando Job falleció, no tuvo remordimientos y no sintió dolor, sino que partió de este mundo con naturalidad. […] Independientemente de lo que Job experimentó, sus búsquedas y objetivos en la vida no fueron dolorosos, sino alegres. Él no solo estaba feliz por las bendiciones o la aprobación concedidas a él por el Creador, sino más importante, por sus búsquedas y objetivos en la vida, por el conocimiento gradual y el entendimiento real de la soberanía del Creador que alcanzó a través del temor de Dios y del apartarse del mal, y además, por su experiencia personal como objeto de la soberanía del Creador, de las maravillosas obras de Dios y de las experiencias y memorias íntimas pero inolvidables de la coexistencia, la familiaridad y el entendimiento entre el hombre y Dios. Job estaba contento por el consuelo y la felicidad que vinieron como consecuencia de conocer las intenciones del Creador y por el temor que surgió después de ver que Él es grande, maravilloso, adorable y fiel. Job fue capaz de afrontar la muerte sin ningún sufrimiento porque sabía que, al morir, regresaría al lado del Creador. Y fueron sus búsquedas y logros en la vida lo que le permitieron afrontar la muerte con calma, afrontar la perspectiva del Creador llevándose su vida de vuelta tranquilamente, y, además, levantarse, impoluto y libre de preocupaciones, delante del Creador(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Después de leer las palabras de Dios, comprendí que las personas solo tienen una oportunidad en la vida y que la elección de nuestra senda en la vida es crucial, ya que eso determina si nuestra vida será feliz y significativa. Si una persona pasa la mayor parte de su vida persiguiendo la fama y la ganancia mundanas o enfocándose en la familia y las cosas de la carne, no puede transitar la senda correcta de la vida ni conocer al Creador, y ciertamente no comprenderá por qué vive. Vivir la vida de esta manera causará sentimientos de vacío y dolor. Solo si seguimos a Dios, usamos nuestro tiempo para llevar a cabo el deber de un ser creado, perseguimos la verdad y conocemos a Dios, nuestra vida puede ser verdaderamente valiosa. Al igual que Job, que tuvo una experiencia real y tangible de los arreglos y de la soberanía del Creador. A través de la experiencia y comprensión genuinas de la soberanía del Creador, Job pudo someterse a Su autoridad despojándose del miedo a la muerte, “murió anciano y lleno de días” (Job 42:17). Perseguir igual que Job hace que la vida de uno sea verdaderamente feliz y tenga sentido. Esta búsqueda puede resolver el vacío de la vida y el miedo a la muerte. Tenía que seguir el ejemplo de Job y perseguir una vida significativa. Después de comprender esto, renuncié a mi trabajo.

Después de renunciar a mi trabajo, tuve una gran sensación de liberación. Ya no necesitaba dedicar tanto tiempo al conocimiento de libros sin sentido y no tenía que lidiar con las confabulaciones y engaños de mi lugar de trabajo. También tenía más tiempo para reunirme con los hermanos y hermanas, para comer y beber las palabras de Dios y para llevar a cabo mi deber y avancé en mi entrada en la vida. En el entorno dispuesto por Dios, experimenté algunos reveses y fracasos y me podaron. Eso me ayudó a adquirir cierto conocimiento de mi carácter corrupto arrogante y sentencioso y a comprender que, como ser creado, debo pararme en el lugar que me corresponde y aprender a ser una persona racional que lleva a cabo el deber de un ser creado de una manera realista. Pude dejar mi empleo, seguir a Dios y perseguir una vida valiosa y significativa gracias a la guía y el liderazgo de las palabras de Dios. ¡Estoy tan agradecida a Dios!

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