La opinión “Hay que reconocer el trabajo duro, si no las virtudes”, ¿se ajusta a la verdad?
Por Enyu, China A principios de agosto de 2022, al terminar una de nuestras reuniones, la hermana Wang Jing dijo: “Zhang Min está aislada...
¡Damos la bienvenida a todos los buscadores que anhelan la aparición de Dios!
Yo siempre he sido enfermizo. Como me diagnosticaron anemia aplásica a los 11 años, tengo muy mal el sistema inmune. Soy débil físicamente, me falta fuerza en todo el cuerpo, y solo puedo caminar una corta distancia, sino me agoto. Cuando se agrava mi patología, básicamente tengo que estar en cama. Según mi médico, podría contraer una infección en esos momentos por mi baja inmunidad, con lo que tendría fiebre prolongada. También dijo que, si me lastimara, quizá no pararía de sangrar, cosa que podría ser mortal. Tras aceptar la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, mejoró mi patología y, además, asumí un deber en la iglesia. Muchos años después, no padecía ningún síntoma de la enfermedad. Le estaba muy agradecido a Dios.
Luego empecé a trabajar en la producción de videos. Me sentía muy honrado, ya que las películas y los videos de la iglesia daban testimonio de la obra de Dios, y este trabajo tenía un sentido especial. A su vez, creía que, si me esforzaba por Dios y hacía buenos videos de testimonio de Él, participaría de estas buenas acciones decisivas. Así, recibiría Su protección y seguro que sería salvado y sobreviviría a los grandes desastres. Así pues, me esforcé aún más en mis competencias y principios profesionales y en producir más videos de testimonio de Dios. Cada vez que salía un video terminado y miraba un fragmento que había ayudado a producir, me embargaba la alegría y me sentía todavía más motivado en el deber. Para producir trabajo aún mejor, me dedicaba a investigar y a desarrollar mis habilidades, y debatía las cosas con mis hermanos y hermanas, en ocasiones hasta las 3 de la mañana. Como estaba débil, tanto trasnochar era demasiado para mi cuerpo. Sin embargo, después pensaba: “En los últimos años no he tenido problemas de salud, y trasnocho así para cumplir mejor con el deber. Además, he sido razonablemente efectivo, con lo que seguro que Dios me protegerá. Mientras logre buenos resultados y haga una contribución considerable en el deber, tengo mucha esperanza de salvarme. Valdrá la pena, aunque signifique sufrir más ahora”.
Un día me dijo mi supervisor: “Xiao Chen, no tienes muy buena salud. Ahora tenemos mucha carga de trabajo y nos preocupa que, si continúas así, recaigas en tu patología. ¿Por qué no vas a hacerte un chequeo al hospital? Si todo está bien, podrás continuar con tu deber. Y si no, tómate un tiempo para recuperarte y haz lo que puedas durante el tratamiento”. Me alteré tras escuchar eso. Pensé: “Es un momento decisivo para nosotros, y mis hermanos y hermanas están ocupados con su deber. Si resulta que tengo un problema de salud grave, ya no podré cumplir con el mío. ¿Podré salvarme?”. Pensar eso me sentí negativo. Así pues, oré a Dios y le pedí que me esclareciera para que pudiera conocer Su intención, comprender mi carácter corrupto y someterme a Sus instrumentaciones y disposiciones.
Leí estas palabras de Dios: “Estos días, la mayoría de las personas se encuentran en este tipo de estado: ‘Con el fin de ganar bendiciones, debo entregarme por Dios y pagar un precio por Él. Para conseguir bendiciones, debo abandonarlo todo por Dios; debo completar aquello que Él me ha confiado, y cumplir bien con mi deber’. Este estado está dominado por la intención de obtener bendiciones, lo que es un ejemplo de entregarse por completo por Dios con el propósito de obtener Sus recompensas y ganar una corona. Tales personas no tienen la verdad en su corazón y, sin duda, su entendimiento solo consiste en unas pocas palabras y doctrinas de las que presumen por todas partes. La suya es la senda de Pablo. La fe de tales personas es un acto de labor constante y, en lo más profundo, sienten que cuanto más hagan, más quedará probada su lealtad a Dios; que cuanto más hagan, con toda certeza Dios estará más satisfecho, y que cuanto más hagan, más merecerán que se les otorgue una corona ante Dios y mayores serán las bendiciones que obtengan. Piensan que si pueden soportar el sufrimiento, predicar y morir por Cristo, si pueden sacrificar su propia vida, y si pueden acabar todos los deberes que Dios les ha encomendado, entonces serán aquellos que obtienen las mayores bendiciones, y sin duda se les concederán coronas. Es exactamente lo que Pablo imaginó y buscó. Es la senda exacta por la que transitó, y fue bajo la guía de tales pensamientos que trabajó para servir a Dios. ¿Acaso esos pensamientos e intenciones no surgen de una naturaleza satánica? Igual que los seres humanos mundanos, que creen que mientras estén en la tierra deben buscar el conocimiento y, después de obtenerlo, pueden destacar entre la multitud, convertirse en un oficial y tener estatus. Piensan que, una vez que tienen estatus, pueden concretar sus ambiciones y llevar sus negocios y prácticas familiares a cierto nivel de prosperidad. ¿Acaso no siguen todos los no creyentes esta senda? Los que son dominados por esta naturaleza satánica solo pueden ser como Pablo en su fe. Ellos piensan: ‘Debo desecharlo todo para entregarme por dios. Debo ser leal a dios y, al final, recibiré grandes recompensas y coronas’. Esta es la misma actitud que la de las personas mundanas que buscan cosas mundanas. No difieren en absoluto y están sujetas a la misma naturaleza. Cuando las personas tienen ese tipo de naturaleza satánica, en el mundo buscarán obtener conocimiento, aprendizaje, estatus y destacar entre la multitud. Si creen en Dios, buscarán obtener grandes coronas y grandes bendiciones. Si las personas no persiguen la verdad cuando creen en Dios, con toda seguridad tomarán esta senda. Este es un hecho inmutable, es una ley natural. La senda que toman los que no persiguen la verdad es diametralmente opuesta a la de Pedro” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Las palabras de Dios revelaban mi estado preciso. Creía que soportar la adversidad, pagar un precio para crear videos de buena calidad y contribuir con la difusión del evangelio del reino me garantizaban el elogio y la bendición de Dios y que, al final, yo sería recompensado y salvado. Con este fin, soportaba largas noches sin quejarme, pero cuando pareció que quizá no podría seguir por cuestiones de salud, se hizo añicos mi deseo de bendiciones, con lo que no tenía ganas de cumplir con el deber; ya no quería esforzarme más. Me di cuenta de que mi fe en Dios siempre había sido transaccional. Me esforzaba por producir buenos videos para que la iglesia me diera un cargo importante y yo pudiera pedirle a Dios Su gracia y Sus bendiciones. Siempre afirmaba estar dispuesto a sufrir y esforzarme para Dios, pero era solo para obtener Sus bendiciones. Engañaba a Dios y lo utilizaba. ¡Mis intenciones eran despreciables! Al recordarlo, me di cuenta de que ya no podía seguir resistiéndome a esta situación, sino que tenía que someterme. Tenía que buscar la verdad y ocuparme de mis actitudes corruptas y de las impurezas de mi fe en Dios.
Más tarde fui al hospital a hacerme un control. Tenía varios indicadores sanguíneos más bajos de lo que debían estar y el recuento de plaquetas era muy inferior al normal. Según el médico, si no tomaba precauciones incluso una lesión menor podría ocasionar una hemorragia grave. Mi supervisor y mis hermanos y hermanas me propusieron que convaleciera un tiempo y continuara con el deber tras recuperarme. Así pues, me fui a casa para cumplir el tratamiento y acudía a revisiones de vez en cuando. Transcurridos unos meses, las cosas no mejoraban y me estaba poniendo nervioso, así que fui a ver a un viejo médico tradicional chino para que me medicara. Él me dijo: “Su recuperación será un proceso lento. Tiene mala salud y le llevará un tiempo mejorar”. Eso me decepcionó muchísimo. Yo había creído que iba a mejorar cuando me fuera a casa para el tratamiento, y que podría volver a los trabajos en video. Ya llevaba casi un año en tratamiento, ¿por qué no mejoraba? Ese año, la casa de Dios produjo multitud de películas y videos, pero a causa de mi salud no pude participar. Temía no poder cumplir con este deber en un futuro. Sin suficientes buenas acciones, ¿podría salvarme igualmente cuando termine la obra de Dios? Cuanto más lo pensaba, más negativo me sentía. De camino a casa, me sentí desamparado y desolado y no pude evitar quejarme: “¿Por qué estoy así de enfermo mientras mis hermanos y hermanas tienen buena salud?”. Me parecía muy injusto. Al llegar a casa, nada podía animarme. Reflexioné: “Así es mi cuerpo. No puedo cambiar esta situación por mucho que lo intente. Si no puedo participar en el trabajo importante, ¿qué esperanza tengo de salvarme?”. Empecé a rendirme por completo. Me pasaba el día mirando películas profanas y la televisión y chateando con gente. Mi relación con Dios se volvió distante, y mi corazón, más oscuro y vacío. Un día, de pronto me di cuenta: “¿No es mi estado el mismo que el de un no creyente? ¿Qué tiene esto de ser creyente? Si sigo por este camino, cada vez estaré más corrompido y, al final, Dios me descartará”. Este pensamiento finalmente me infundió algo de miedo en el corazón. Sabía que no podía continuar más así, sino que tenía que hacer introspección adecuadamente y buscar la verdad para resolver mis problemas.
Buscando, leí un pasaje de las palabras de Dios: “La incapacidad de la gente para aceptar la verdad es de lo más rebelde y se hallan en gran peligro. Si nunca son capaces de aceptar la verdad, es que son incrédulos. Si el deseo que tiene una persona así de ser bendecida acaba destrozado, esta abandonará a Dios. ¿Por qué? (Porque lo que busca es que se la bendiga y disfrutar de la gracia). Cree en Dios pero no persigue la verdad. Para estas personas, la salvación es un adorno y una palabra que suena bien. Lo que persigue su corazón son recompensas, una corona y cosas apetecibles; quieren conseguir un céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero. Si no pueden lograr estas cosas, entonces no van a creer; saldrá a la luz su verdadero rostro y dejarán a Dios. En lo que creen en su corazón no es en la obra de Dios ni en las verdades que Él expresa, y lo que buscan no es la salvación y menos aún llevar a cabo bien su deber como un ser creado. En cambio, buscan lo mismo que Pablo, recibir bendiciones generosas, ostentar un gran poder, llevar una gran corona y estar al mismo nivel que Dios. Estas son sus ambiciones y deseos. Por tanto, cada vez que hay algún beneficio o cosa apetecible en la casa de Dios, luchan por apropiarse de ello, empiezan a clasificar a las personas de acuerdo con sus cualificaciones y su antigüedad, y cavilan: ‘Estoy cualificado. Debería recibir una parte de esto. He de luchar por conseguirlo’. Se colocan a sí mismos en un puesto principal en la casa de Dios, y luego piensan que es cuando menos apropiado disfrutar de estos beneficios en Su casa. […] Está claro que su corazón estaba lleno ya de estas cosas que buscaba, y basta para mostrar que estas eran del todo incompatibles con la verdad. Por mucho trabajo que hiciera, su objetivo e intención eran los mismos que los de Pablo, no eran otros que obtener una corona, y se aferraba a ellos con fuerza y nunca renunciaba. Sin importar la manera en que se le compartiera la verdad, se le podara, se le dejara en evidencia y se le diseccionara, él se agarraba con obstinación a la intención de ser bendecido y no la soltaba. Cuando no recibió la aprobación de Dios y vio que se destrozaba su deseo de ser bendecido, se volvió negativo y dio un paso atrás, abandonó su deber y salió huyendo. No había cumplido bien con este deber ni rendido un buen servicio a la hora de difundir el evangelio del reino, y esto revela por completo que no tenía auténtica fe en Dios, no se sometía de veras y no disponía siquiera de un ápice de testimonio vivencial; solo era un lobo con piel de cordero que merodeaba alrededor de un rebaño de ovejas. Al final, se reveló y se descartó por completo a alguien incrédulo hasta la médula, y su vida como creyente alcanzó su final” (La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (V)). Las palabras de Dios revelaban por completo las despreciables intenciones que albergaba. Aunque accedí a irme a casa a reponerme, en el fondo aún esperaba recuperarme enseguida y comenzar a participar nuevamente en la producción de videos. Creía que tenía que continuar con mi deber si quería tener buenas posibilidades de ser salvado. Al no lograr los resultados deseados tras reiterados tratamientos, sentí que ya no tenía oportunidad de hacer un deber importante, toda esperanza de ser bendecido quedó destrozada por completo, y ya no tenía motivación para creer en Dios. Sentía que Él era injusto conmigo; me sentía perdido y molesto, por lo que comencé a rendirme. No quería comer ni beber más de las palabras de Dios y no tenía interés en la oración. Llegué a descargar mi insatisfacción con Dios siguiendo las tendencias mundanas. Vi que tenía fe y cumplía con el deber solo para recibir bendiciones. Cuando eso no sucedió, me volví hostil hacia Dios y lo único que mostré fue un carácter satánico. No tenía nada de conciencia y razón. Esto demostró que todo mi esfuerzo previo no fue sincero y estuvo destinado a engañar a Dios. En todos mis años de fe, Él me proveyó de mucha verdad y me concedió mucha gracia. Sin la protección de Dios, mi salud se habría deteriorado mucho antes, pero yo no solo no se lo agradecía y retribuía, sino que me quejaba. ¡Era totalmente irracional y carente de humanidad! Al recordarlo me llené de remordimientos y odio hacia mí mismo. Quería ocuparme de veras de mis motivaciones por las bendiciones y dejar de rebelarme contra Dios, por lo que le oré y le pedí que me esclareciera para conocerme.
Luego leí este pasaje de las palabras de Dios: “Dado que recibir bendiciones no es un objetivo adecuado al que la gente deba aspirar, ¿cuál es un objetivo adecuado? La búsqueda de la verdad, la búsqueda de la transformación del carácter y la capacidad de someterse a todas las instrumentaciones y disposiciones de Dios: estos son los objetivos a los que la gente debe aspirar. Supongamos, por ejemplo, que ser podado suscita en ti nociones y malinterpretaciones y que te vuelves incapaz de someterte. ¿Por qué no puedes someterte? Porque crees cuestionado tu destino o tu sueño de recibir bendiciones. Te vuelves negativo, te acongojas y tratas de evitar cumplir con el deber. ¿Por qué? Porque hay un problema en tu búsqueda. ¿Y cómo se debe resolver? Es imprescindible que, de inmediato, abandones estas ideas erróneas y busques la verdad para resolver el problema de tu carácter corrupto. Debes decirte: ‘No debo desistir, he de seguir cumpliendo bien el deber de un ser creado y hacer a un lado el deseo de recibir bendiciones’. Cuando renuncias al deseo de recibir bendiciones y recorres la senda de perseguir la verdad, se te quita un peso de encima. ¿Y podrás estar negativo todavía? Aunque aún haya momentos en que lo estés, no dejas que esto te constriña, en el fondo sigues orando y luchando, cambiando del objetivo de tu búsqueda —de recibir bendiciones y tener un destino, a la búsqueda de la verdad—, y piensas para tus adentros: ‘La búsqueda de la verdad es el deber de un ser creado. No hay mayor cosecha que comprender ciertas verdades hoy día, esta es la mayor bendición de todas. Aunque Dios no me quiera, yo no tenga un buen destino y mis esperanzas de recibir bendiciones se hagan añicos, continuaré cumpliendo adecuadamente con el deber, tengo esa obligación. Sea cual sea el motivo, no afectará a mi cumplimiento del deber ni a mi cumplimiento de la comisión de Dios; este es mi principio de conducta’. Con esto, ¿no has trascendido las limitaciones de la carne?” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo hay entrada en la vida en la práctica de la verdad). Leer esto me permitió entender por qué me quejaba, me volví negativo e incluso me rendí cuando se destrozaron mis esperanzas de ser bendecido. La causa del problema era mi idea equivocada de la búsqueda. Buscaba bendiciones y un buen destino, así que en cuanto perdí las esperanzas de conseguirlos, me volví demasiado negativo como para continuar. Mi deseo de bendiciones era, sencillamente, demasiado fuerte. Sin embargo, soy un ser creado y, tanto si recibo bendiciones y tengo un buen destino como si no, debo cumplir igual con mi deber. Aunque no reciba bendiciones, siempre que cumpla con mis responsabilidades y mi deber, al menos no tendré ningún pesar. Este pensamiento me resultó esclarecedor. Tenía que practicar de acuerdo con la senda señalada en las palabras de Dios, renunciar al deseo de bendiciones, cambiar mis ideas equivocadas sobre la búsqueda y cumplir con cualquier deber que pudiera hacer. Aunque algún día empeorara mi enfermedad, no podría culpar a Dios. Este es el razonamiento que debe tener un ser creado. No podía cumplir con otros deberes actualmente, pero podría practicar la redacción de artículos en casa, escribir mis experiencias y conocimientos para compartirlos con mis hermanos y hermanas en las reuniones. Así seguiría haciendo mi parte. Hacer eso fue un gran alivio para mí.
Un año después, cuando fui al hospital por medicación, me dijo el médico: “Se ha recuperado y no es necesario que siga tomando la medicación. Tan solo esté más atento a su salud y no se agote”. Al oír decir aquello al médico, me emocioné muchísimo y no paré de dar gracias a Dios. Posteriormente leí estas palabras de Dios: “Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino con base en si posee la verdad. No hay otra opción que esta” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). Exactamente. Dios decide el desenlace de las personas en función de si poseen o no la verdad, y quienes finalmente no puedan alcanzar la verdad no pueden salvarse. Si no persigo la verdad ni la transformación de mi carácter en la fe, y si al final no se purifican mis actitudes corruptas, no puedo salvarme por mucho que contribuya o que me esfuerce. Pese a ello, quería engañar con mi esfuerzo a Dios para que me concediera bendiciones y gracia. ¿No es una total necedad? No eran más que ilusiones mías. En apariencia, parecía que había perdido la oportunidad de cumplir con el deber por enfermedad, pero, a lo largo de esta, se revelaron mis ideas equivocadas y mi carácter corrupto, con lo que pude cambiar las cosas a tiempo y empezar a centrarme en perseguir la verdad. Así, Dios me dio Su maravillosa protección y salvación. Esto me dejó con una gran sensación de remordimiento y de estar en deuda, así que oré: “¡Dios mío! Quiero cambiar mis ideas falaces sobre la búsqueda. Ya no quiero ir en pos de las bendiciones y recompensas. Sea cual sea mi deber en lo sucesivo, deseo perseguir la verdad, aspirar a transformar mi carácter y cumplir con el deber para satisfacerte”.
Luego leí unas palabras de Dios respecto a cómo abordar el deber que me abrieron los ojos. Las palabras de Dios dicen: “Para desempeñar adecuadamente tu deber, da igual cuántos años lleves creyendo en Dios, cuántos deberes hayas cumplido y cuánto hayas contribuido a la casa de Dios e importa menos aún cuánta experiencia tengas en el deber. Dios se fija principalmente en la senda que toma una persona. En otras palabras, se fija en la actitud de uno hacia la verdad y los principios y en el rumbo, origen y punto de partida que subyacen a sus actos. Dios se centra en estas cosas; son las que determinan la senda que sigues” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el adecuado cumplimiento del deber?). “La gente piensa que todos aquellos que hacen una contribución a Dios deben recibir una recompensa y cuanto mayor sea la contribución, más se da por hecho que deben recibir el favor de Dios. La esencia del punto de vista del hombre es transaccional y él no busca activamente cumplir con su deber como ser creado. Para Él, cuánto más busquen las personas un amor verdadero y una sumisión total a Dios, lo que también significa procurar cumplir con sus deberes como seres creados, más capaces serán de obtener Su aprobación. El punto de vista de Dios es exigir que las personas recuperen su deber y su estatus originales. El hombre es un ser creado y, por tanto, no debe excederse haciéndole exigencias a Dios y debe limitarse a cumplir con su deber como ser creado. Los destinos de Pablo y Pedro se midieron en función de la capacidad de cada uno para desempeñar su deber como seres creados, y no según el tamaño de su contribución; sus destinos se determinaron en función de lo que buscaron desde el principio y no según la cantidad de obra que llevaron a cabo ni según la estimación que otras personas hacían de ellos. Por tanto, buscar activamente cumplir con el propio deber como un ser creado es la senda hacia el éxito; buscar la senda del amor verdadero a Dios es la senda más correcta; buscar cambios en el viejo carácter propio y buscar el amor puro a Dios, es la senda hacia el éxito. Esa senda hacia el éxito es la senda de la recuperación del deber original y de la apariencia original de un ser creado. Es la senda de la recuperación y también el objetivo de toda la obra de Dios de principio a fin” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine). Tras leer las palabras de Dios, vi que realmente no existe distinción de deberes superiores ni inferiores entre las personas. Que la gente pueda salvarse o no no depende del deber que cumpla, o de lo estupenda que sea su labor. Mientras ustedes persigan la verdad, cumplan el deber de un ser creado y logren transformar su carácter vital, pueden ser salvados por Dios. Cumplir un deber es la responsabilidad de los seres creados. Toda persona debería hacer eso. No es un medio para obtener beneficios personales ni una moneda de cambio de recompensas. Más allá de que reciba bendiciones o no, debo cumplir con el deber. Después, la iglesia dispuso un deber adecuado a mi estado físico.
Ahora ya no estoy constantemente preocupado por si tendré un buen futuro y destino. Sé que, sea cual sea mi deber, lo principal es entender y alcanzar la verdad. Tenga o no un buen desenlace en un futuro, siempre y cuando pueda cumplir mis responsabilidades en el deber, me siento tranquilo y en paz. ¡Gracias a Dios!
Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.
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