Lo que aprendí al ser podada

17 Ene 2025

Por Miriam, Japón

En junio de 2022, me eligieron como líder de la iglesia. Sentí una gran emoción al pensar en todo el trabajo que asumiría, la amplia variedad de experiencias que obtendría, y en cómo todo esto sería bueno para mi desarrollo en la vida. También agradecí a Dios por esta oportunidad de practicar. Pero yo no tenía experiencia en liderazgo, así que no conocía muchos principios. Además, cuando surgieron los problemas, en lugar de buscar principios, tan solo seguí adelante ciegamente haciendo lo que pensaba que era mejor. Como resultado, no pasó mucho tiempo antes de que surgieran problemas en mi trabajo. Una supervisora que había seleccionado siempre era superficial en su deber y se retrasaba el trabajo. Cuando una líder superior se enteró, me reprendió: “En algo tan importante como el nombramiento del personal, ¿por qué ignoras los principios y decides las cosas por tu cuenta sin discutirlas con tus compañeros de trabajo? ¡Qué arrogante y sentenciosa!”. Me sentí muy mal al oírla decir eso. Admití que había sido arrogante y sentenciosa, pero al mismo tiempo sentí una gran preocupación. Ahora que se había expuesto mi problema, la líder y los demás hermanos y hermanas verían si realmente estaba a la altura. Si continuaba surgiendo el mismo viejo problema, ¿me despediría la líder? Para mi sorpresa, al poco tiempo, fue necesario que se rehiciera otra tarea en la que había trabajado porque la había hecho a mi manera, lo que retrasó el trabajo, y me podaron de nuevo. Me dijeron: “Como líder, no estás manejando asuntos personales, sino haciendo un trabajo que involucra a toda la iglesia. Los líderes deben buscar los principios y debatir con sus compañeros sobre todos los asuntos. ¿Por qué siempre haces lo que quieres? ¡Eres demasiado arrogante y sentenciosa!”. Al escuchar esto de ella, sentí como si me clavaran un cuchillo en el corazón, y no pude evitar ponerme a llorar. Ella tenía razón: ya había señalado ese mismo problema. ¿Por qué cometí el mismo error? Si siempre hacía las cosas a mi manera y me equivocaba en mi deber, tarde o temprano me despedirían. Durante ese tiempo, noté que había otros a mi alrededor que no buscaban los principios-verdad en sus deberes, sino que hacían las cosas a su manera; esto causó trastornos en el trabajo e hizo que se los podara y que incluso se despidiera a algunos de ellos. Al ver esto, sentí aún más ansiedad y miedo. Sentí que, desde ese momento, tenía que tener mucho cuidado y no cometer ningún error. De lo contrario, yo sería la próxima en ser despedida. Si realmente me despidieran, ¿aún tendría un buen resultado y un buen destino? Me volví muy cautelosa en el trabajo después de eso. Incluso en las discusiones de trabajo corrientes, cuando era necesario que expresáramos una opinión, dudaba en abrir la boca, temerosa de exponer mi problema al decir algo incorrecto. Al ofrecer sugerencias sobre cuestiones que había notado durante el seguimiento del trabajo, me cuestioné a mí misma y pensé: “¿Es esto realmente un problema? Si me equivoco, ¿la líder me podará? No importa, mejor no mencionarlo. De esta manera, al menos no me equivocaré y no me podarán”. Al pensar eso, simplemente me desentendía de las cosas de las que no estaba seguro. Pero eso me dejó cierta sensación de culpa, y me di cuenta de que estaba siendo irresponsable con mi trabajo. Pensé que debía consultar esto con mis compañeros y luego abordar el asunto después de ver qué pensaban. De esa manera, la líder no diría que era arrogante y sentenciosa y que actuaba con terquedad. Una vez, la iglesia necesitaba seleccionar un diácono del evangelio. Un hermano era bueno compartiendo el evangelio, pero otros decían que no tenía una buena humanidad y que había atacado a otros y se había vengado de ellos. No sabía si era un candidato viable, así que lo hablé con mis compañeros. Todos dijeron que le diera una oportunidad. Me sentí un poco incómoda en ese momento y quise discutirlo más a fondo, pero luego pensé que era la única que creía que ese hermano no era el adecuado. ¿Y si hacía una sugerencia incorrecta, y la líder decía que yo no solo no entendía los principios, sino que también era arrogante y sentenciosa, y me podaba? Así que no mencioné mis preocupaciones, y hasta me consolé pensando que ya había pedido la opinión de todos, así que si algo salía mal, no sería la única responsable. Al poco tiempo, la líder superior investigó nuestro trabajo y descubrió que este hermano no tenía buena humanidad. Él no aceptaba las sugerencias de los demás, e incluso llegaba a atacarlos y a vengarse de ellos. La líder dijo: “Si no lo despiden de inmediato, el trabajo se verá afectado”. Me molestó mucho oírla decir eso, porque ya me había dado cuenta del problema antes, pero temía que mi opinión al respecto no fuera correcta y que me podaran si había un problema. Por eso no dije nada. Por suerte, la líder se dio cuenta y lo despidió. De lo contrario, el trabajo definitivamente se habría visto afectado. Me sentí muy culpable. Tenía una clara sensación de que había un problema, entonces, ¿por qué no tuve el valor de plantearlo? ¿Por qué no protegí el trabajo de la iglesia? ¿Por qué tenía tanto miedo de que me podaran? Oré a Dios pidiéndole que me guiara para entender mi problema.

Luego, un día leí un pasaje de las palabras de Dios: “Algunos individuos actúan según su propia voluntad. Vulneran los principios y, tras ser podados, admiten únicamente de palabra que son arrogantes y que cometieron un error solo porque no tienen la verdad. Sin embargo, para sus adentros, se quejan: ‘Nadie más que yo se juega el cuello y, al final, cuando algo va mal, me cargan a mí toda la responsabilidad. ¿No es una estupidez por mi parte? La próxima vez no puedo hacer lo mismo, jugarme el cuello de ese modo. ¡Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen!’. ¿Qué te parece esta actitud? ¿Es una actitud de arrepentimiento? (No). ¿De qué actitud se trata? ¿Acaso no se han vuelto evasivos y falsos? Piensan para sus adentros: ‘Tengo suerte de que esta vez no se convirtiera en un desastre; por así decir, de los errores se aprende. He de tener más cuidado a partir de ahora’. No buscan la verdad, y tratan la cuestión y se encargan de ella con tretas mezquinas y maquinaciones astutas. ¿Pueden recibir la verdad de esta manera? No pueden, porque no se han arrepentido. Lo primero que hay que hacer al arrepentirse es reconocer qué has hecho mal y ver en qué has errado, cuál es la esencia del problema y el carácter corrupto que has revelado; debes reflexionar sobre estas cosas, aceptar la verdad y luego practicar de acuerdo con ella. Solo esta es una actitud de arrepentimiento. Si, por el contrario, consideras exhaustivamente maneras astutas, te vuelves más escurridizo que antes, tus técnicas son más ingeniosas y ocultas y tienes más métodos para abordar las cosas, el problema no se resume solo en que seas falso. Estás empleando medios solapados, tienes secretos que no puedes sacar a la luz. Eso es perverso. No solo no te has arrepentido, sino que te has vuelto más escurridizo y falso. Dios te considera excesivamente intransigente y perverso, ve que admites superficialmente que estabas equivocado y aceptas la poda, pero en realidad no tienes la más mínima actitud de arrepentimiento. ¿Por qué digo esto? Porque mientras ocurría este acontecimiento, o después de que hubiera sucedido, no buscaste para nada la verdad, no reflexionaste y procuraste conocerte y no practicaste de acuerdo con la verdad. Tu actitud consiste en emplear las filosofías, la lógica y los métodos de Satanás para resolver el problema. En realidad lo estás soslayando, le estás poniendo un pulcro envoltorio para que otros no vean ni rastro de él, no dejas que nada se escape. Al final, te crees muy listo. Dios ve estas cosas, y no es que realmente hayas reflexionado, hayas confesado y te hayas arrepentido de tu pecado a la luz de lo que te ha sucedido, ni que después hayas buscado la verdad y hayas practicado de acuerdo con ella. Tu actitud no es de búsqueda o práctica de la verdad ni de sumisión a la soberanía y las disposiciones de Dios, sino una actitud que emplea técnicas y métodos de Satanás para resolver tu problema. Das una falsa impresión a los demás, te resistes a que Dios te revele y te pones a la defensiva, y eres desafiante con respecto a las circunstancias que Dios ha instrumentado para ti. Tienes el corazón más cerrado que antes y separado de Dios. De tal manera, ¿puede surgir algo bueno de ello? ¿Puedes seguir viviendo en la luz, en paz y gozo? No puedes. Si rechazas la verdad y a Dios, caerás sin duda en la oscuridad, y llorarás y rechinarás los dientes(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con la búsqueda de la verdad se pueden corregir las nociones y los malentendidos propios acerca de Dios). Las palabras de Dios me permitieron comprender que aquellos que aman y aceptan la verdad son capaces de buscarla a partir de la poda; pueden reflexionar sobre sí mismos y saber en qué se equivocaron, qué carácter corrupto revelaron y cómo deberían resolverlo. Después, pueden cumplir con su deber según los principios. Esto es aceptar la poda de verdad y mostrar un arrepentimiento genuino. Pero cuando se poda a aquellos que no aceptan la verdad, estos pueden reconocer verbalmente que se equivocaron, pero no buscan la verdad ni reflexionan para conocerse a sí mismos. En lugar de eso, utilizan formas astutas y falsas para cubrirse e impedir que los demás vean sus problemas para poder protegerse. Ese tipo de personas no solo son falsas, también son perversas. Reflexioné sobre mí misma comparándome con lo expuesto en las palabras de Dios. Cuando me convertí en líder por primera vez, no conocía muchos principios y no los buscaba; simplemente hacía las cosas a mi manera. Eso trastornaba el trabajo. La líder señaló mi problema para ayudarme. Pero aunque admití que me había equivocado, después de eso, no reflexioné sobre mí misma ni me esforcé por comprender los principios. Solo hice conjeturas y me mantuve en guardia, pensando que, como la líder ya había visto cuál era mi aptitud, podrían despedirme si cometía otro error, y entonces no tendría un buen resultado y un buen destino. Simulé en todo momento para protegerme, sin mostrar mis problemas o defectos. Fui muy cautelosa en todo lo que decía y hacía. Antes de mencionar un tema o expresar una opinión, sopesé los pros y los contras, considerando si podrían podarme en caso de que mi opinión fuera errónea y esto tuviera consecuencias. Solo decía algo si podía garantizar que todo era infalible. Pero no decía ni una palabra sobre nada de lo que no estuviera segura, sin tener en cuenta cómo podría afectar el trabajo si se ignoraba el problema. Y para evitar asumir responsabilidades, cuando necesité seleccionar a alguien, pedí la opinión de mis compañeros, pero solo lo hice para aparentar. Aunque me sentí inquieta por su sugerencia, no lo debatí más, por lo que se seleccionó a la persona equivocada. Esto fue perjudicial, tanto para los hermanos y hermanas como para la obra. Vi que cuando me podaron, no mostré ningún arrepentimiento en absoluto. Me volví más escurridiza y falsa, pensando constantemente en cómo evitar dar un paso en falso y que me podaran, siempre en guardia contra Dios y los líderes. Cumplir con mi deber de esa manera era repugnante y odioso para Dios. De esa manera, nunca recibiría la obra y la guía del Espíritu Santo. Sabía que, si no me arrepentía, con el tiempo Dios me desdeñaría y me descartaría.

Una vez, durante mis prácticas devocionales espirituales, leí un pasaje de las palabras de Dios, donde Él expone cómo reaccionan los anticristos al ser podados, que me ayudó a comprender mi propio problema. Dios Todopoderoso dice: “Algunos anticristos que trabajan en la casa de Dios resuelven en silencio actuar escrupulosamente, evitar cometer errores, ser podados, enfadar a lo Alto o que sus líderes los sorprendan haciendo algo malo, y se aseguran de tener público cuando hacen buenas obras. Sin embargo, por muy escrupulosos que sean, dado que sus motivaciones y la senda que toman son incorrectas, y debido a que hablan y actúan solo en pos de la fama, la ganancia y el estatus y nunca buscan la verdad, a menudo vulneran los principios, trastornan y perturban la obra de la iglesia, actúan como lacayos de Satanás e incluso con frecuencia cometen muchas transgresiones. Es muy común y muy típico que esas personas vulneren los principios y cometan transgresiones. Así pues, obviamente, les resulta muy difícil evitar que los poden. Han visto que algunos anticristos han quedado en evidencia y han sido descartados después de que los podaran severamente. Han visto estas cosas con sus propios ojos. ¿Por qué los anticristos actúan con tanta prudencia? Sin duda, una razón es que temen quedar en evidencia y que los descarten. Piensan: ‘He de tener cuidado, después de todo, “La precaución es la madre de la seguridad” y “Los buenos viven en paz”. Debo seguir estos principios y advertirme en todo momento evitar hacer el mal o meterme en problemas, y debo reprimir mi corrupción y mis intenciones y no dejar que nadie las note. Mientras no haga el mal y pueda perseverar hasta el final, ¡conseguiré bendiciones, eludiré los desastres y obtendré algo en mi fe en dios!’. Suelen instarse, motivarse y animarse de este modo. En el fondo, creen que si hacen el mal, sus oportunidades para conseguir bendiciones disminuirán significativamente. ¿Acaso no es esa la especulación y la creencia que albergan en lo profundo de su corazón? Dejando de lado si tal especulación o creencia de los anticristos es correcta o no, basado en ella, ¿qué es lo que más los preocupará cuando los poden? (Sus perspectivas y su porvenir). Ellos relacionan la poda con sus expectativas y su porvenir; esto tiene que ver con su naturaleza perversa. Piensan para sus adentros: ‘¿Me podan así porque se me va a descartar? ¿Es porque no se me quiere? ¿Me impedirá la casa de dios cumplir con este deber? ¿Acaso no parezco digno de confianza? ¿Me van a sustituir por alguien mejor? Si me descartan, ¿puedo ser todavía bendecido? ¿Puedo todavía entrar en el reino del cielo? Parece que mi desempeño no ha sido muy satisfactorio, así que debo tener más cuidado en el futuro, aprender a ser obediente y a comportarme bien y no causar problemas. He de aprender a ser paciente y a sobrevivir bajando la cabeza. Cada día, cuando hago cosas, debo imaginarme que estoy caminando sobre brasas ardientes. No puedo bajar la guardia. Aunque esta vez me haya delatado mi descuido y me hayan podado, su tono no sonaba muy estricto. Parece que el problema no es muy serio, parece que sigo teniendo una oportunidad, aún puedo escapar de los desastres y ser bendecido, así que debo aceptar esto con humildad. No es que vaya a ser despedido, ni mucho menos descartado o expulsado, así que puedo aceptar que me poden de esta manera’. ¿Es esta una actitud en la que se acepta la poda? ¿Es esto conocer realmente el propio carácter corrupto? ¿Es esto querer realmente arrepentirse y pasar página? ¿Es esto estar auténticamente decidido a actuar según los principios? No. Entonces, ¿por qué actúan de esta manera? Por ese atisbo de esperanza de poder esquivar las catástrofes y ser bendecidos. Mientras siga existiendo ese atisbo de esperanza, no pueden delatarse, no pueden revelar su verdadero yo, no pueden decir a los demás lo que hay en el fondo de su corazón, y no pueden dejar que los demás conozcan el resentimiento que albergan en su fuero interno. Deben esconder estas cosas, esconder el rabo entre las piernas e impedir que los demás los vean como son en realidad. Por lo tanto, no cambian en absoluto después de ser podados, y siguen haciendo las cosas como antes. Entonces, ¿qué principio se esconde tras sus acciones? Simplemente el de proteger sus propios intereses en todo. No importa qué errores cometan, no permiten que los demás los conozcan; deben hacer creer a todos los que los rodean que son personas perfectas, sin fallos ni defectos, y que nunca cometen errores. Así es como simulan. Después de mucho tiempo simulando, confían en tener más o menos la certeza de eludir las catástrofes, de ser bendecidos y de entrar en el reino de los cielos(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). A partir de las palabras de Dios, vi que cuando se poda a los anticristos por vulnerar principios o hacer el mal, lo que más les preocupa es ser descartados y, entonces, no obtener ninguna bendición. Así que se vuelven sumamente cautelosos en lo que hacen en lo sucesivo, y se ponen en guardia contra Dios y el hombre. Piensan que siempre y cuando no hagan nada malo y no expongan sus defectos para que otros los descubran, podrán conservar su posición, y que sus bendiciones estarán garantizadas. Vi que los anticristos son terriblemente egoístas, viles, falsos y perversos. Solo creen en Dios para recibir bendiciones. Cuando se los poda, solo piensan en su propio futuro e intereses. Puede que se comporten bien y sean obedientes por un tiempo, pero eso es solo una actuación, para poder permanecer en la iglesia y evitar los desastres. Vi que mi actitud hacia la poda era exactamente igual a la manera en la que actúan los anticristos, al vincular la poda con la recepción de bendiciones. Cuando me podaron, yo intentaba adivinar si la líder me despediría, y me preocupaba si tendría un buen futuro y destino. A partir de entonces, cumplí con mi deber con suma cautela. Pensé y repensé cualquier sugerencia o cuestión que quería plantear, con mucho miedo de cometer un error y exponer mis deficiencias. Entonces la líder sabría que no estaba a la altura y me despediría. Me puse aún más a la defensiva contra Dios cuando vi que despedían a otros hermanos y hermanas a mi alrededor; tenía miedo de cometer un error y de que me podaran nuevamente o me destituyeran. No había aceptado realmente la poda, ni había reflexionado sobre mí misma y visto mis errores. Estaba ciegamente en guardia contra Dios y usé tácticas falsas para simular. Pensé que mientras ocultara mi verdadero rostro, y no cometiera más errores ni me podaran, no me despedirían, y, así, podría quedarme en la iglesia y acabar con un resultado y un destino buenos. Siempre era cautelosa con Dios y me devanaba los sesos para calcular mis ganancias o pérdidas personales. Veía problemas, pero no hacía ninguna búsqueda ni informaba sobre ellos. Solo me preocupaba cuidar mis espaldas y no consideraba ni remotamente el trabajo en la iglesia. Fui muy egoísta y falsa. Al simular de esa manera, aunque podría engañar a la líder por un tiempo y no ser despedida de inmediato, si nunca reflexionaba, me arrepentía o hacía cambios, tarde o temprano Dios me revelaría y descartaría. Cuando me di cuenta de eso, hice una oración, dispuesta a arrepentirme y a buscar la verdad para resolver mi problema.

En mi búsqueda, leí algunas palabras de Dios sobre cómo manejar apropiadamente el hecho de que me podaran. Las palabras de Dios dicen: “En realidad, la casa de Dios poda a las personas debido por entero a que estas actúan con obstinación y arbitrariedad en el cumplimiento de su deber, de modo que trastornan y perturban la obra de la casa de Dios y no reflexionan ni se arrepienten; solo entonces la casa de Dios los poda. En esta situación, ¿recibir la poda significa que se las descarte? (No). En absoluto, la gente debería aceptar esto de manera positiva. En este contexto, cualquier poda, ya sea por parte de Dios o del hombre, ya venga de los líderes y obreros o de los hermanos y hermanas, no es malévola, y es ventajosa para la obra de la iglesia. Ser capaz de podar a una persona cuando ha actuado de manera obstinada y arbitraria y ha perturbado la obra de la casa de Dios es algo recto y positivo. Se trata de algo que deberían hacer la gente honrada y aquellos que aman la verdad(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). “Cuando se trata de recibir la poda, ¿qué es lo mínimo que la gente debería saber? Se debe experimentar la poda para cumplir adecuadamente con el deber. Es indispensable. Es algo que las personas deben afrontar a diario y que a menudo experimentan a fin de lograr la salvación en su fe en Dios. Nadie puede apartarse de la poda. ¿Podar a alguien tiene que ver con sus expectativas y su porvenir? (No). Entonces, ¿para qué se poda a alguien? ¿Se hace para condenarlo? (No, se hace a fin de ayudar a la gente a entender la verdad y cumplir con el deber según los principios). Así es. Ese es el entendimiento más correcto. Podar a alguien es un tipo de disciplina, un tipo de reprensión, y naturalmente, también es una forma de ayudar y darle un remedio a la gente. Recibir la poda te permite alterar tu búsqueda incorrecta a tiempo. Te permite reconocer de inmediato los problemas que actualmente tienes, a la vez que reconocer a tiempo las actitudes corruptas que revelas. En cualquier caso, la poda te ayuda a reconocer tus errores y a hacer tus deberes según los principios; te salva de causar desviaciones y extraviarte, y te impide causar catástrofes. ¿No es esta la mayor ayuda para las personas, su mayor remedio? Los que tienen conciencia y razón deberían ser capaces de considerar recibir la poda correctamente(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VIII)). Aprendí de Sus palabras que la poda es una forma de purificar y perfeccionar a las personas. También es algo que tenemos que afrontar y experimentar en nuestro proceso de crecimiento en la vida. Las palabras de la poda pueden ser realmente duras y conmovedoras a veces, pero se dirigen a nuestro carácter corrupto. La poda expone y disecciona directamente nuestra corrupción y rebelión. No contiene ninguna mala intención hacia nosotros en absoluto, y no es para condenarnos y descartarnos; no tiene relación con nuestro futuro ni nuestro porvenir. Pero yo creía de forma distorsionada que ser podado era ser condenado, que me despedirían y descartarían. ¡Malinterpretar a Dios de esa manera era negar Su justicia y blasfemar contra Él! Que la líder me podara era principalmente por ser arrogante y sentenciosa y por actuar deliberadamente, trastornando el trabajo de la iglesia, lo cual era realmente exasperante. La líder quería que hiciera cambios lo antes posible para proteger el trabajo de la iglesia. Adoptar un tono severo era lo más normal del mundo, y ella no me estaba despidiendo. Esas palabras de poda llegaron al meollo de mis problemas, desviaciones, y mis actitudes corruptas, y me permitieron ver la gravedad del asunto. Mi corazón estaba muy aletargado y rígido y, sin eso, habría ignorado por completo las amables palabras de consejo y habría seguido cometiendo el mismo error. Entonces, nunca progresaría en mi deber. Continuaría haciendo el mal y trastornando el trabajo de la iglesia. Cada vez que me podaron, eso corrigió rápidamente mis desviaciones y errores, lo que detuvo mi maldad en seco. Eso es lo que realmente más me ayuda. Pensando cuidadosamente acerca de cuándo logré los mayores avances en la verdad, surgió de las veces que tropecé y caí, y me podaron. Realmente sentí que la poda es el mejor y más efectivo método que Dios tiene para juzgarnos y limpiarnos. Poder experimentar la poda es la gracia de Dios y Su favor especial para mí. Pero no busqué la verdad ni reflexioné sobre mí misma. Seguí viviendo inmersa en los malentendidos sobre Dios y preocupada por mi futuro y mi porvenir. Era muy irracional y no sabía lo que era bueno para mí.

Una vez, durante una reunión, leí este pasaje de las palabras de Dios, y realmente me impactó. Dios Todopoderoso dice: “Si alguien siempre está haciendo planes para sus propios intereses y futuro cuando cumple su deber y no piensa en la obra de la iglesia ni en los intereses de la casa de Dios, entonces esto no es cumplir un deber. Eso es oportunismo, es hacer cosas para su propio beneficio y para obtener bendiciones para sí mismo. De este modo, la naturaleza tras el cumplimiento del deber cambia. No es más que hacer un trato con Dios y querer utilizar el cumplimiento de su deber para alcanzar sus propios objetivos. Esta manera de hacer las cosas muy probablemente trastorna el trabajo de la casa de Dios. Si solo causa pérdidas menores al trabajo de la iglesia, entonces todavía existe la posibilidad de redención y se le puede dar una oportunidad de cumplir su deber en vez de que lo echen; pero, si causa grandes pérdidas a la obra de la iglesia e incurre por igual en la ira de Dios y de la gente, entonces será puesto en evidencia y descartado, sin otra oportunidad de cumplir su deber. A algunas personas se las despide y descarta de esta manera. ¿Por qué son descartadas? ¿Habéis encontrado la causa raíz? La causa raíz es que siempre consideran sus propias ganancias y pérdidas, se dejan llevar por sus propios intereses, no pueden rebelarse contra la carne ni tienen en absoluto una actitud sumisa hacia Dios, por lo que tienden a comportarse de manera imprudente. Creen en Dios solo para obtener provecho, gracia y bendiciones, en absoluto para ganar la verdad, por lo que su creencia en Dios fracasa. Esta es la raíz del problema. ¿Creéis que es injusto para ellos ser revelados y descartados? No es injusto en lo más mínimo, viene totalmente determinado por su naturaleza. Cualquiera que no ame la verdad o no la persiga acabará siendo revelado y descartado(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios-verdad es posible cumplir bien el deber). Dios expone que si siempre consideras y planificas en función de tus propios intereses y futuro en tu deber, la naturaleza de lo que haces ha cambiado, y ya no se trata de cumplir un deber. Seguramente terminarás haciendo el mal y perturbando el trabajo de la iglesia, y luego serás despedido y descartado. Pensé que era nueva en esto de ser líder, que no conocía los principios y que, en general, hacía lo que me daba la gana. Aun después de que me podaron, no solo no me arrepentí, sino que todavía seguía pensando en mi propio futuro y porvenir y tenía miedo de que me transfirieran. Vi claramente los problemas, pero para protegerme, preferí retrasar el trabajo en lugar de señalarlos. Esto no era cumplir con un deber; era comprometer el trabajo de la iglesia y hacer el mal. Algunas de las personas que vi que fueron despedidas y descartadas siempre protegían sus propios intereses en el deber. Después de que surgieron los problemas y se las podó, no pusieron mucho esfuerzo en los principios-verdad, sino que simplemente simularon, poniéndose en guardia contra Dios y los líderes. Estaban constantemente preocupadas por que los despidieran y descartaran, y vivían constantemente en este círculo vicioso. Su relación con Dios no era normal y nunca obtenían resultados en su deber. Algunas incluso hacían el mal y trastornaban el trabajo de la iglesia, y terminaron siendo reveladas y descartadas. Pude ver en sus fracasos que el hecho de que uno tenga un motivo y un punto de partida correctos en su fe y en su deber, y qué senda elija, son factores decisivos. Estos impactan directamente su resultado y destino. Mi estado, mi comportamiento y la senda que seguía eran todos iguales a los de aquellas personas. Siempre temerosa de equivocarme en mi deber y de que me podaran, era tímida y precavida ante Dios. Me aferraba rígidamente a mis propios intereses y futuro, pero rara vez buscaba los principios-verdad para resolver alguno de los problemas por los cuales la líder me podó. Si eso hubiera continuado por más tiempo, no solo no habría logrado progresar en mi deber, sino que habría perjudicado la obra y dejado tras de sí una transgresión. La naturaleza y las consecuencias de eso son graves. No se trataría de que Dios me revelara y descartara, sino de que yo arruinaría mi propio futuro. En ese momento, me di cuenta de que lo que más necesitaba hacer entonces era no preocuparme por que me fueran a despedir y a descartar, sino por reflexionar de verdad sobre las cuestiones que la líder había señalado; esforzarme por buscar y considerar los principios-verdad y por seguir los principios en mi deber. Si no lo hacía bien a pesar de darlo todo y me destituían, de todas maneras debía someterme a los arreglos de Dios.

Luego encontré más palabras de Dios para practicar y profundizar. Las palabras de Dios dicen: “Vuestro destino y vuestro sino son muy importantes para vosotros: son motivo de gran preocupación. Creéis que si no hacéis las cosas con gran cuidado, significará que dejáis de tener un destino, que habéis destruido vuestro propio sino. Pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que los que dedican esfuerzos solo por el bien de su destino se están esforzando en vano? Semejantes esfuerzos no son genuinos; son falsedad y engaño. Si este es el caso, entonces, los que trabajan solo en beneficio de su destino están en el umbral de su derrota definitiva, pues el fracaso en la propia creencia en Dios lo causa el engaño. Ya he dicho con anterioridad que no quiero ser adulado, lisonjeado ni tratado con entusiasmo. Me gusta que las personas honestas se enfrenten a Mi verdad y a Mis expectativas. Más aún, me gusta que las personas sean capaces de mostrar el máximo cuidado y la máxima consideración hacia Mi corazón y que puedan ser capaces de abandonarlo todo por Mí. Solo así puede Mi corazón ser consolado(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino). “Las personas deben afrontar sus deberes y a Dios con un corazón honesto. Si lo hacen, serán personas que temen a Dios. ¿Qué actitud ante Dios tienen las personas con un corazón honesto? Cuando menos, tienen un corazón temeroso de Dios, un corazón sumiso a Dios en todas las cosas; no preguntan por bendiciones ni infortunios, no hablan de condiciones, sino que se abandonan a la misericordia de la instrumentación de Dios: estas son las personas de corazón honesto(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios-verdad es posible cumplir bien el deber). Dios dice que las personas que siempre consideran su propio futuro y destino en su deber y que solo piensan en sus propios intereses no son genuinas hacia Él, sino que lo usan y lo engañan. Le repugnan; Él las odia. A Dios le gustan las personas honestas quienes no se preocupan por las bendiciones ni las maldiciones, no tienen condiciones y son genuinas en su deber. Solo ese tipo de persona obtiene la aprobación de Dios. Una vez que entendí la intención de Dios, encontré una senda de práctica. En mi deber, tenía que concentrarme en tratar de ser una persona honesta, abrir mi corazón a Dios y desprenderme de las ganancias o pérdidas personales. Cuando me podan, no importa cuál sea la actitud de la líder hacia mí, y si me despedirán o no, debo buscar los principios para cumplir bien mi deber: esa es la clave. En ese momento, la líder principalmente me había estado podando por ser arrogante y sentenciosa, y hacer las cosas como yo quería. Si no se abordara ese problema, probablemente seguiría actuando de esa manera. Así que hice un resumen de cada uno de los problemas que habían surgido, y los comparé con los principios, uno por uno. Si no tenía claro algo, iba a hablar con los demás. Después, cuando me encontraba con algo de lo que no estaba segura, ya no confiaba de inmediato en mí misma y no hacía las cosas según mis propias ideas. Oraba a Dios y buscaba los principios en silencio. También hablaba con mis compañeros hasta que llegábamos a un consenso. Después de hacer eso durante un tiempo, surgieron menos errores en mi deber. Cuando me enfrentaba a un desafío que realmente no podía resolver, buscaba la ayuda de los líderes superiores. Una vez, cuando estaba haciendo una investigación, todavía sentí cierta incertidumbre después de que un líder superior terminó su charla. Sentí que todavía tenía algunas preguntas y quería plantearlas, pero tenía miedo de que si no eran buenas preguntas, el líder podría decir que tenía poco calibre y falta de percepción. Justo cuando dudaba, me di cuenta de que estaba preocupándome nuevamente por mis propias ganancias y pérdidas. Comencé a orar a Dios una y otra vez, dispuesta a practicar la verdad y ser una persona honesta. Ya sea que viera el asunto con precisión o no, estaba dispuesta a corregir mis motivos y ganar claridad sobre este aspecto de la verdad. Al final, reuní el coraje para hacer mis preguntas. Después de escucharme, el líder dijo que esos eran problemas realmente. También compartió lo siguiente: “Si todavía hay algo que no está claro, que no se ha abordado por completo, tienes que plantearlo de inmediato. Eso ayudará al trabajo de la iglesia”. Al escuchar al líder decir eso, realmente me sentí agradecida con Dios y sentí la paz interior que viene al desprenderse de los intereses personales y ser una persona honesta.

Por medio de estas experiencias, aprendí que ser podados es realmente bueno para nosotros. Puede ser difícil en el momento, pero ahora soy capaz de manejarlo apropiadamente, y puedo someterme y buscar los principios-verdad para resolver mis problemas. Eso me hace sentir mucho más tranquila.

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