Ya no lucho por colaborar de buena manera

17 Ene 2025

Por Jessica, Japón

En los últimos años, he estado regando a los recién llegados de otro país a la iglesia. Ya que tenía experiencia en el trabajo de riego y hablaba un poco su idioma, los hermanos y hermanas a menudo me pedían ayuda cuando tenían problemas para regar a los recién llegados y, normalmente, aceptaban mis sugerencias. Algunas veces, los hermanos y hermanas no sabían cómo resolver algunos de los problemas de los recién llegados, pero yo sí podía resolverlos fácilmente. Entonces, consideraba que tenía buena aptitud y que mi capacidad de trabajo superaba el promedio. Al poco tiempo, me eligieron supervisora y mi responsabilidad era organizar el trabajo de riego y tomar decisiones finales sobre temas menores e importantes relacionados con este. Me sentía muy bien y lo disfrutaba mucho.

Luego, a medida que la cantidad de recién llegados que necesitaba riego aumentó, la iglesia le pidió a una hermana, llamada Emily, que colaborara conmigo y compartiera la responsabilidad del trabajo. En la primera reunión, Emily expuso sus ideas y opiniones sobre los problemas actuales del trabajo de riego. Todos los hermanos y hermanas estuvieron de acuerdo con ella, pero yo me sentí incómoda. No me esperaba eso. A pesar de llevar poco tiempo en el deber, Emily sabía bastante sobre temas profesionales. Antes de que llegara, todos me escuchaban durante los debates, pero ahora, ella había aparecido y me había robado el protagonismo. En el futuro, una vez que hubiera pasado mucho tiempo con los hermanos y hermanas, mostrando más fortalezas y ventajas, todos definitivamente la apreciarían mucho lo que pondría en peligro mi posición dentro del grupo. Mientras más pensaba en eso, más me preocupaba. Un día, el líder revisó el trabajo con nosotras. Él notó que los recién llegados a los que Emily regaba se reunían con bastante normalidad y que muchos cumplían sus deberes, mientras que muchos de los recién llegados a los que yo regaba no se reunían con normalidad y pocos cumplían sus deberes. Al ver esta situación, el líder me pidió que le asignara parte de mi trabajo a Emily. Al escuchar esto, sentí una resistencia abrumadora en mi corazón, pensé: “Aunque los resultados del trabajo del que me encargo no son tan buenos, si me esfuerzo más, todos estos problemas se corregirán y resolverán tarde o temprano. ¿Por qué debía asignarle mi trabajo a Emily? Si los hermanos y hermanas se enteran de eso, ¿qué pensarán de mí? Seguramente pensarán que mi capacidad de trabajo no está a la altura. Entonces, ¿cómo podría permanecer en el grupo? Es más, si Emily se involucra en el trabajo del que soy responsable y todos comienzan a escucharla, ¿quién me escuchará a mí? ¿No pasaría de ser una supervisora a una figura decorativa?”. Pero el líder ya había organizado esto y yo no podía negarme abiertamente, así que, de mala gana, le asigné algunas tareas menos importantes a Emily. Normalmente no me reunía de manera proactiva con ella para hablar del trabajo, y, a veces, cuando me enviaba mensajes, no tenía ganas de responderle luego de leerlos.

Al poco tiempo, me enteré de que un hermano, llamado Hunter, estaba mal, así que me preparé para atenderlo y ayudarlo, pero, por sorpresa, Emily me dijo que ya había hablado con Hunter. Estaba un poco molesta, pensaba: “Yo siempre he sido la que hablaba con Hunter, y ahora tú fuiste a hablar con él sin contármelo; ¿no está claro que estás intentando competir conmigo?”. Especialmente, cuando Hunter contó, durante una reunión, que la plática con Emily fue muy positiva y que lo ayudó a entender un poco su carácter corrupto, me sentí extremadamente incómoda. Pensé: “Una vez, Hunter mencionó que mis pláticas incluían muchas doctrinas, y, ahora, admira a Emily por señalarle sus problemas en su plática. Si las cosas siguen así, ¿no será obvio cuál de las dos es mejor? Todos seguramente pensarán que Emily entiende la verdad y tiene la realidad, y la admirarán más en el futuro. ¿Eso no pondrá en peligro mi posición en el grupo?”. A partir de ese momento, sentí que Emily era mi mayor amenaza. Comencé a proteger mucho el trabajo del que era directamente responsable, sin darle la oportunidad de participar. El líder normalmente nos pedía que habláramos del trabajo, pero yo me negaba a hacerla participar. Sentía que sería degradante y me haría parecer incompetente. ¿No había estado haciendo el trabajo bien sin ella? Así que inventaba excusas y evitaba que participara. Le decía al líder que ya me había encargado de esos asuntos o que los problemas no eran tan complicados y que podía resolverlos sola, que hablarlo con Emily solo retrasaría el trabajo, etcétera. Inventaba todo tipo de excusas para no incluirla en mi trabajo. Una vez, acababa de hablar con una hermana llamada Joan sobre su situación laboral cuando Emily fue a preguntarle sobre lo mismo. Joan se enojó un poco y dijo que hablar una y otra vez sobre el trabajo era una pérdida de tiempo. Yo sabía muy bien que esto era porque no había hablado con Emily con anticipación, como correspondía. Pero, en lugar de pensar en mi problema, estaba contenta por dentro, porque pensaba: “¡Exacto! Realmente no hace falta involucrar a Emily. Si nadie la quiere, dejará de ser una amenaza para mí”. Así que seguí hablando con Joan y le dije: “Y sí, la verdad es que retrasa un poco las cosas”. Durante las conversaciones sobre trabajo, cuando algunos hermanos y hermanas sugerían que Emily se involucrara, no me quedaba otra alternativa más que aceptar, para guardar las apariencias. Pero, en mi interior, me negaba rotundamente. Pensaba: “¡Emily, Emily! Ahora ella es la única en la que se interesan. ¿Es imposible hacer el trabajo sin ella? Antes de que se nos uniera, yo era quien tomaba las decisiones, y el trabajo no se retrasaba para nada”. Cada vez que los hermanos y hermanas mencionaban a Emily, me volvía muy sensible y me preguntaba si todos la apreciaban mucho. Apenas aparecía, yo me ponía inmediatamente a la defensiva, como un puercoespín mostrando sus púas, lista para defender mi estatus en cualquier momento. Gracias a mi esfuerzo por evitarla, Emily no podía integrarse al trabajo ni sabía cómo ayudarme, lo que la angustiaba mucho. Me di cuenta de que su mal estado de ánimo tenía mucho que ver conmigo y sentí un poco de culpa. Sin embargo, después pensé: “Si no puedes integrarte, no te metas en mi trabajo. Sería bueno que cada una pudiera hacer lo suyo y no interferir con la otra”. Incluso deseaba que Dios acomodara las circunstancias para que Emily fuera reasignada, y yo pudiera estar tranquila. Durante ese tiempo, me resistía constantemente y excluía a Emily y, a menudo, me sentía irritable y cansada sin razón. Me volví cada vez más negativa, y mi corazón se oscureció. Oré: “Oh Dios, desde que empecé a trabajar con Emily, siempre quise competir con ella y me preocupaba que pudiera superarme. Sé que estos pensamientos no están bien, pero no puedo comprender cuál es la esencia de mi problema. Te pido que me lo esclarezcas, para que pueda comprenderlo”.

Un día, leí un pasaje de las palabras de Dios, en el que se exponía a los anticristos y entendí un poco lo que me pasaba. Dios Todopoderoso dice: “Una de las características más obvias de la esencia de un anticristo es que monopolizan el poder y dirigen su propia dictadura. No escuchan ni respetan a nadie y, a pesar de los puntos fuertes de la gente, o de las ideas correctas u opiniones sensatas que esta exprese, o de los métodos adecuados que planteen, no les prestan atención; es como si nadie estuviera cualificado para colaborar con ellos, o para participar en cualquier cosa que hagan. Este es el tipo de carácter que tienen los anticristos. Algunas personas dicen que esto es tener una mala humanidad, pero ¿cómo va a ser eso sencillamente una mala humanidad? Se trata de un carácter satánico absoluto, y tal carácter es sumamente cruel. ¿Por qué digo que su carácter es sumamente cruel? Los anticristos se apropian de todo lo de la casa de Dios y los bienes de la iglesia, y los tratan como propiedad personal, todo lo cual les corresponde administrar, y no permiten que nadie intervenga en ello. Lo único en lo que piensan cuando hacen el trabajo de la iglesia es en sus propios intereses, su propio estatus y su propio orgullo. No permiten que nadie perjudique sus intereses, y mucho menos permiten que cualquiera con aptitud o que sea capaz de hablar de su testimonio vivencial amenace su reputación y su estatus. Y por eso, tratan de suprimir y excluir como competidores a los que son capaces de conversar acerca de un testimonio vivencial y que pueden comunicar la verdad y proveer al pueblo escogido de Dios, y tratan desesperadamente de aislar por completo a esa gente de todos los demás, de arrastrar completamente sus nombres por el barro y hacerlos caer. Solo entonces los anticristos se sienten en paz. […] En realidad, estas personas tienen cierto testimonio vivencial y poseen algo de realidad-verdad, una humanidad relativamente buena, conciencia y razón, y son capaces de aceptar la verdad. Y aunque es probable que tengan algunos defectos y fallas y, en ocasiones, revelen un carácter corrupto, son capaces de reflexionar acerca de sí mismas y arrepentirse. Estas son las personas a las que Dios salvará y que tienen esperanza de ser hechas perfectas por Él. En suma, estas personas son aptas para llevar a cabo un deber. Cumplen los requisitos y los principios para hacerlo. Pero los anticristos piensan para sí: ‘De ninguna manera voy a soportar esto. Quieres desempeñar un papel en mi campo de acción, quieres competir conmigo. Eso es imposible, ni lo pienses. Eres más ilustrado que yo, más elocuente, más popular que yo, y persigues la verdad con más diligencia que yo. Si tuviera que colaborar contigo y me robaras el protagonismo, ¿qué haría yo?’. ¿Consideran los intereses de la casa de Dios? No(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Dios dice que los anticristos le dan mucha importancia al estatus y al poder y no permiten que nadie se interponga ante sus intereses. Si ven que alguien es mejor que ellos y amenaza su estatus, rechazan y excluyen a esa persona. Al comparar estas palabras con mi comportamiento, me di cuenta de que actuaba como un anticristo. Al ver que Emily no solo platicaba sobre la verdad y resolvía los problemas mejor que yo, sino que también era bastante perspicaz respecto a nuestra profesión, me preocupaba que el trabajar con ella no me permitiera lucirme. Por lo tanto, la excluí y me negué a que trabajara conmigo para proteger mi estatus y tener que repartir el poder. El líder había pedido que Emily y yo nos dividiéramos el trabajo y colaboráramos la una con la otra, lo cual se hizo teniendo en cuenta los resultados del trabajo de riego. Sin embargo, en mi interior, me resistía. Incluso, si aceptaba a regañadientes incluirla, solo le daba tareas menos importantes, temiendo que, si todos la escuchaban, perdería mi estatus en el grupo. Cuando Hunter se sintió mal, Emily rápidamente platicó con él para ayudarlo. Pero, en lugar de alegrarme, inventé todo tipo de excusas para rechazarla y proteger mi estatus, y evité que se involucrara en el trabajo del que yo era responsable. Cuando Joan criticó a Emily, me alegré en secreto y deseé que todos tuvieran prejuicios sobre ella para que ya no fuera una amenaza para mi estatus. Debido a que la excluía, Emily no podía involucrarse en el trabajo del que yo era responsable, cosa que la hacía sentir mal. No pensaba en mi actitud. En lugar de ello, deseaba que se fuera inmediatamente. Era muy autocrática y tenía un deseo muy grande de estatus. Para mantener mi estatus y poder, excluía y anulaba a Emily en todo lo que yo hacía sin pensar en el trabajo de la iglesia. Realmente fui muy egoísta y despreciable; no tuve humanidad. ¡Mi comportamiento era la manifestación exacta de la actitud de un anticristo!

En otra ocasión, leí otro pasaje de las palabras de Dios que me ayudó a comprender cuáles eran las consecuencias de mis acciones. Las palabras de Dios dicen: “Cuando la gente tiene un carácter satánico, se rebela contra Dios y se opone a Él en cualquier lugar y momento. La gente que vive según el carácter satánico puede negar, oponerse a Dios y traicionarlo en cualquier momento. Los anticristos son muy estúpidos, no se dan cuenta de ello, piensan: ‘Ya he tenido bastantes problemas para hacerme con el poder, ¿por qué iba a compartirlo con nadie? Dárselo a los demás significa que no tendré nada para mí, ¿verdad? ¿Cómo puedo demostrar mis talentos y habilidades sin poder?’. No saben que lo que Dios les ha encomendado a las personas no es poder o estatus, sino un deber. Los anticristos solo aceptan el poder y el estatus, dejan de lado su deber y no hacen ninguna labor real. Por el contrario, solo buscan la fama, el beneficio y el estatus, y lo único que quieren es hacerse con el poder, controlar al pueblo escogido de Dios y entregarse a los beneficios del estatus. Hacer las cosas de esta manera es muy peligroso: ¡es oponerse a Dios! Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de llevar a cabo el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento. Hoy, como un líder u obrero, estás sirviendo a Dios, lo cual no es algo corriente. No estás haciendo cosas para una persona, y mucho menos trabajando para pagar las facturas y poner comida en la mesa; en cambio, estás cumpliendo con tu deber en la iglesia. Y dado, en particular, que este deber proviene de la comisión de Dios, ¿qué implica cumplirlo? Que eres responsable ante Dios de tu deber, tanto si lo haces bien como si no; en última instancia, hay que rendir cuentas a Dios, tiene que haber un resultado. Lo que has aceptado es una comisión de Dios, una responsabilidad sagrada, así que da igual lo importante o lo insignificante que esta responsabilidad sea, es un asunto serio. ¿Cómo de serio es? A pequeña escala, se trata de si puedes obtener la verdad en esta vida y de cómo te contempla Dios. A una escala mayor, está directamente relacionado con tus posibilidades y tu destino, con tus resultados; si cometes maldades y te opones a Dios, serás condenado y castigado. Todo lo que haces cuando cumples con tu deber es registrado por Dios, y Dios tiene Sus propios principios y normas para calificar y evaluar; Dios determina tus resultados basándose en todo lo que manifiestas cuando cumples con tu deber(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Las palabras de Dios explican claramente cuáles son las consecuencias de los anticristos que persiguen el estatus. Los anticristos no buscan la verdad, solo buscan tener prestigio y estatus. Mantienen el poder y el estatus por sobre todo. Se aferran al poder y se niegan a soltarlo. Quieren ser la única autoridad y no permiten que otras personas hagan su trabajo. En última instancia, son puestos en evidencia y descartados por oponerse a Dios. Si pienso en mí, luego de que me eligieran como supervisora del trabajo de riego, mandaba sobre los asuntos de trabajo, tanto grandes como pequeños. Todos acudían a mí para preguntarme sobre sus problemas y me escuchaban, y yo disfrutaba particularmente de sentir que era quien tomaba las decisiones. Luego de que Emily se nos uniera, noté que ella sobresalía en muchas áreas. Me preocupaba que todos comenzaran a contarle sus problemas y de que, por eso, yo perdiera poder en la toma de decisiones, por lo que la excluí en todas las formas posibles. Ya sea que el líder me pidiera que dividiera el trabajo y que ella me ayudara o que los hermanos y hermanas pidieran que se uniera a las conversaciones sobre trabajo, yo me resistía internamente. Incluso inventaba excusas para desplazarla y no la dejaba participar del trabajo con la intención de dominar al grupo para que los hermanos y hermanas solo me escucharan a mí cuando tuvieran problemas. La iglesia me había asignado una tarea tan importante, pero nunca pensé en cómo hacerla bien. En lugar de eso, pasé todo el tiempo pensando cómo evitar que Emily me eclipsara y conservar mi estatus. Mi deseo de tener prestigio y estatus era demasiado fuerte. Dios dice: “Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de llevar a cabo el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Al leer las palabras de Dios, comencé a temer. Me di cuenta de que la actitud de Dios es justa y que no tolera recibir ofensas. Si seguía buscando fama, beneficios y estatus sin arrepentirme, y continuaba excluyendo y atacando a Emily solo iba a terminar ofendiendo a Dios, me pondría en evidencia y me descartaría. También recordé a esos anticristos que habían sido expulsados de la iglesia. Cuando otra persona era mejor que ellos y se convertía en una amenaza para su estatus, veían a esa persona como un enemigo y utilizaban diferentes medios despreciables para reprimirla, excluirla y atormentarla para lograr su objetivo de poder. En definitiva, eran expulsados de la iglesia por sus numerosas acciones malvadas. De igual manera, el Partido Comunista de China, para consolidar su régimen, desea desesperadamente que todos se inclinen ante él. No tiene piedad con quienes suponen una amenaza a su posición y desea eliminarlos por completo con la intención de conservar el estatus y el poder en sus manos por siempre. Si pienso en mí, mis acciones para consolidar mi estatus al excluir a Emily, ¿tuvieron otra naturaleza que la de los anticristos o el gran dragón rojo? Darme cuenta de eso me generó temor, y oré a Dios arrepentida y le pedí que me guiara para resolver mis problemas.

Pocos días más tarde, se emitió una alerta repentina de tifón en la región de Emily. Durante nuestra reunión antes de que llegara el tifón, ella se sentía muy emocionada. Decía: “Cuando golpea el desastre, siento que la oportunidad de cumplir con mi deber es muy valiosa. Pero no he aprovechado esta oportunidad ni he dado lo mejor de mí para satisfacer a Dios…”. Al escuchar eso, reproché mucho mi actitud. Durante este tiempo, había estado compitiendo con Emily para obtener fama y beneficios, la había excluido de todas las formas posibles para conservar mi estatus y no había colaborado adecuadamente con ella ni había hecho bien mis deberes. De repente, sentí pena por Emily y por Dios. Oré en silencio en mi interior: “Oh Dios, si no tengo otra oportunidad de colaborar con Emily en el futuro, solo sentiré arrepentimiento. Si pudiera volver a comenzar, aprovecharía la oportunidad de colaborar correctamente con ella”. Esa tarde, me enteré que el tifón había pasado y que la región de Emily no había sido afectada. Agradecí constantemente a Dios por Su protección.

Luego, oré a Dios y busqué un camino hacia la práctica y la entrada. Leí las palabras de Dios que dicen: “Sea cual sea el rumbo o el objetivo de tu búsqueda, si no reflexionas sobre la búsqueda de estatus y reputación y te resulta muy difícil dejarlas de lado, afectarán a tu entrada en la vida. Mientras haya un lugar para el estatus en tu corazón, controlará e influirá totalmente en la dirección de tu vida y en los objetivos por los que luchas, en cuyo caso te resultará muy difícil entrar en la realidad-verdad, por no hablar de conseguir cambiar tu carácter; si en última instancia puedes obtener la aprobación de Dios, claro está, no hace falta decirlo. Es más, si nunca eres capaz de renunciar a tus aspiraciones de estatus, esto afectará a tu capacidad para desempeñar adecuadamente tu deber, lo que dificultará mucho que te conviertas en un ser creado aceptable. ¿Por qué lo digo? No hay nada que Dios deteste más que el que la gente persiga el estatus, pues la búsqueda de estatus representa un carácter satánico; es una senda equivocada, nace de la corrupción de Satanás, es algo que Dios condena y es, precisamente, lo que Él juzga y purifica. No hay nada que Dios deteste más que la gente persiga el estatus, pero tú sigues compitiendo obstinadamente por él, lo valoras y proteges indefectiblemente y siempre tratas de conseguirlo. Y, en su naturaleza, ¿no es todo esto antagónico a Dios? Dios no dispone que la gente tenga estatus; Él provee a la gente de la verdad, el camino y la vida y, al final, hace que se conviertan en seres creados aceptables, pequeños e insignificantes, no en personas con estatus y prestigio veneradas por miles de personas(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (III)). Luego de leer las palabras de Dios, comprendí que buscar prestigio y estatus va totalmente en contra de las intenciones de Dios. Mientras más buscamos estatus, más nos detesta Dios y más nos desviamos de Sus preceptos. A la larga, nos opondremos a Dios cada vez más y lograremos que Él nos castigue y nos descarte. Un ser verdaderamente creado debería someterse concienzudamente a la soberanía de Dios y hacer sus deberes de manera sensata para satisfacer a Dios. Eso es lo que las personas deberían buscar. El privilegio y la oportunidad que me dio Dios de actuar como supervisora tenía por objetivo ayudarme a hacer mis deberes correctamente y aprovechar mis fortalezas para hacerlo bien. No era para darme poder, mucho menos para permitirme buscar prestigio y estatus. Debía olvidar mis ambiciones y deseos, colaborar correctamente con Emily y hacer mis deberes bien.

En otra ocasión, leí otro pasaje de las palabras de Dios sobre cómo cooperar con otros: “¿Qué decís, es difícil cooperar con otras personas? En realidad, no lo es. Incluso se podría decir que es fácil. Sin embargo, ¿por qué la gente sigue pensando que es difícil? Porque tienen un carácter corrupto. Para aquellos que poseen humanidad, conciencia y razón, cooperar con los demás es relativamente fácil, y pueden sentir que se trata de algo placentero porque no es fácil para nadie lograr las cosas por sí mismo y sea cual sea el campo en el que se involucre o lo que esté haciendo, siempre es bueno tener a alguien ahí para indicar las cosas y ofrecer ayuda; es mucho más fácil que hacerlo por tu cuenta. Además, hay límites en cuanto a lo que el calibre de las personas puede hacer o lo que ellas pueden experimentar. Nadie puede ser experto en todos los ámbitos. Es imposible que alguien pueda saberlo todo, ser capaz de todo, hacerlo todo; eso es imposible, y todo el mundo debería poseer tal razón. Y, así, hagas lo que hagas, ya sea importante o no, siempre necesitarás a alguien ahí para ayudarte, para señalarte el camino y darte consejos o cooperar contigo para hacer cosas. Es la única manera de asegurarse de que las harás del modo más correcto, de que cometerás menos errores, y será menos probable que te desvíes; se trata de algo bueno(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)). Dios habla con mucha claridad sobre el significado y la importancia de la colaboración. Sin importar qué tan capaz sea una persona, nadie es todopoderoso; todos necesitan la ayuda de los demás. La colaboración nos permite suplir las carencias de los demás y evitar extraviarnos, lo cual también beneficia al trabajo de la iglesia. Cooperar con otros y escuchar sus opiniones es algo que una persona con humanidad y razón normales debería hacer. Si pienso en mí, aunque era la supervisora del trabajo de riego y creía que tenía experiencia y aptitud, sabía un poco de idioma y parecía ser capaz de hacer parte del trabajo, con frecuencia hacía mis deberes aprovechando mi conocimiento y experiencia, y rara vez buscaba los principios-verdad. Confiando en lo poco que tenía para hacer las cosas sola, mi perspectiva de los problemas no siempre era correcta o integral, me alejaba frecuentemente y los resultados de mi trabajo siempre eran bastante malos. Comparada conmigo, Emily era más apta y comprendía mejor la verdad. Buscaba los principios-verdad cuando encontraba problemas y reflexionaba y se comprendía a sí misma cuando descubría corrupciones. Sus fortalezas eran precisamente lo que me faltaba a mí. Dios puso a alguien mejor que yo a mi lado para ayudarnos a complementarnos una a la otra y hacer nuestros deberes bien. Esto no solo beneficiaba al trabajo de la iglesia, sino también a mi propia vida. Era Dios que mostraba Su amor por mí. Luego de comprender las intenciones de Dios, oré a Él: “Oh Dios, siempre tuve celos de Emily y competí con ella, incluso la rechacé y ridiculicé. Ahora, finalmente me doy cuenta de que Tú dispusiste que Emily trabajara conmigo para compensar mis deficiencias. Te agradezco desde el fondo de mi corazón. De ahora en adelante, estoy dispuesta a cooperar correctamente con Emily y hacer mis deberes bien, y ya no buscaré prestigio ni estatus”. Luego de eso, tomé la iniciativa de abrirme con Emily y contarle mis revelaciones corruptas. Luego de platicar, me sentí en paz y nos volvimos más cercanas. Luego de eso, cuando hacía mis deberes, ya no la veía como una competencia, sino como una ayuda. Cuando había problemas dentro del grupo, me comunicaba proactivamente y los hablábamos. Buscábamos juntas cuando no podíamos comprender algo y platicábamos sobre nuestras ideas. De esta manera, podíamos sentir el esclarecimiento y la guía de Dios y podíamos resolver algunos problemas reales.

No mucho tiempo después, un hermano afectó el trabajo debido a que se tomaba sus deberes a la ligera, y debimos platicar con él y despedirlo. Estaba preocupada de no poder platicar con él claramente y señalarle sus problemas. Pensé que la plática sobre la verdad de Emily era más reveladora que la mía y consideré pedirle que me acompañara. Sin embargo, estaba nerviosa y pensaba: “Si tomo la iniciativa de involucrarla en mi trabajo, ¿eso no me haría parecer incompetente?”. Cuando surgió ese pensamiento, me di cuenta de que, no estaba bien. De nuevo intentaba proteger mi prestigio y estatus. Así que, oré a Dios. Leí las palabras de Dios que dicen: “Las personas obtienen resultados en las cosas en las que se concentran, en dondequiera que dediquen esfuerzo. Si siempre te concentras en la doctrina, entonces tan solo obtendrás doctrina; si te concentras en obtener estatus y poder, entonces tu estatus y poder tal vez sean estables, pero no habrás obtenido la verdad y serás descartado. Con independencia del deber que cumplas, lo importante es la entrada en la vida. No puedes relajarte en este sentido ni ser negligente(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital). “Solo cuando la gente coopera en armonía es posible que Dios la bendiga y, cuanto más experimenta uno esto, más realidad posee, y su senda se ilumina cada vez más a medida que la recorre y está más tranquilo que nunca(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La cooperación en armonía). Las palabras de Dios me ofrecieron un camino claro hacia la práctica; la búsqueda de prestigio y estatus es un camino de resistencia a Dios y, en última instancia, solo puede conducir a ser descartada. No podía seguir preocupándome por si mi estatus estaba asegurado o si los hermanos y hermanas me estimaban. Debía pensar en la obra de la iglesia y hacer lo que sería de beneficio. Al darme cuenta de eso, me sentí aliviada e invité a Emily a unirse en la plática con ese hermano. Luego de platicar, él pudo comprender un poco la naturaleza de sus problemas. Finalmente sentí la dicha de colaborar bien y la paz y felicidad que se logran por actuar de acuerdo con la verdad. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

Una denuncia equivocada

Por Xiaojie, Australia Durante más de un año, Dios ha enseñado las verdades acerca de cómo discernir a los falsos líderes. En las reuniones...