Difundir el evangelio durante la pandemia
En mayo de 2023, un día la hermana Zhao Fei me invitó a difundir con ella el evangelio de Dios de los últimos días a una creyente del Señor. El nombre de la creyente era Li Hao. Anteriormente había dirigido encuentros juveniles en una iglesia, pero la asistencia había disminuido en los últimos años y los jóvenes se sentían atraídos por los bienes materiales y el dinero, y seguían las tendencias mundanas. Solo los ancianos permanecieron como creyentes en la iglesia. La fe de Li Hao comenzó a decaer; dejó de asistir a las reuniones y solo leía la Biblia en casa. Sabía que la creciente frecuencia de los desastres era una señal clara de que el Señor vendría pronto y ella aguardaba siempre Su regreso. Cuando me di cuenta de que Li Hao era una verdadera creyente y anhelaba el regreso del Señor, me entraron aún más ganas de divulgarle el evangelio.
Al reunirnos, hablamos sobre nuestras experiencias y esperanzas en la fe. También conversamos sobre diversos fenómenos oscuros y malvados del mundo actual, la corrupción y decadencia de la humanidad, y qué será del hombre sin la salvación de Dios, etc. Li Hao coincidió y dijo: “La gente en verdad es demasiado corrupta hoy en día y hace cualquier cosa por lucro y ganancia. Si Dios no viene a salvarla, la humanidad será destruida”. Después de esto, le di testimonio de las tres etapas de la obra de Dios. Le hablé de que en los últimos días de la Era de la Ley, la gente pecaba cada vez más, no tenía suficientes ofrendas por el pecado que presentar, y todos se encontraban en riesgo de que la ley los condenara y maldijera. Entonces Dios se encarnó para llevar a cabo la obra de redención en la Era de la Gracia. El Señor Jesús fue crucificado como ofrenda por el pecado de la humanidad, redimió al hombre de las garras de Satanás y aseguró su supervivencia. También comentamos que, a pesar de que los creyentes son perdonados por sus pecados y disfrutan de muchas bendiciones y gracia, nadie puede negar que aún no se ha liberado de las cadenas del pecado y que todos viven en un ciclo continuo de pecar y confesarse, sin poder practicar las palabras del Señor. No pueden despojarse de esta corrupción: sus mentiras, engaños, egoísmo, perversión y avaricia. Son incapaces de ser pacientes y tolerantes con los demás. Los hermanos y hermanas se tienen envidia y compiten entre ellos, forman facciones, y cuando se trata de obtener ganancias personales, se juzgan entre sí a sus espaldas y se atacan mutuamente. Dios dice: “Por lo tanto debéis ser santos, porque Yo soy santo” (Levítico 11:45). “¿Pueden las personas que están llenas de corrupción entrar en el reino de los cielos?”, pregunté. Li Hao respondió: “La gente impura no puede entrar en el reino de los cielos, pero ¿cómo podemos volvernos puros?”. Yo contesté: “No podemos purificarnos nosotros solos, es Dios quien debe salvarnos. Si Dios no viene a salvarnos, no podremos librarnos del pecado por nosotros mismos. Por creer en el Señor se perdonan nuestros pecados, pero nuestra naturaleza pecaminosa sigue profundamente arraigada en nuestro interior. Si no solucionamos el problema de raíz, seguiremos pecando, igual que una mala hierba que vuelve a crecer enseguida tras ser cortada. Esto demuestra que seguimos viviendo bajo el poder de Satanás y que Dios no nos ha ganado de verdad. Para salvar por completo a la humanidad del pecado, arrancarla de la influencia oscura de Satanás y permitir que se salve y entre en el reino de los cielos, el Señor Jesús ha regresado en los últimos días para llevar a cabo la obra de juicio y purificación a través de las palabras basada en la obra de redención. Expresa la verdad para dejar en evidencia y juzgar la causa profunda de los pecados del hombre: su carácter y esencia corruptos. Solo a través del juicio de Sus palabras nos damos cuenta de que Satanás nos ha corrompido profundamente y carecemos de semejanza humana, y solo entonces comenzamos a odiarnos y a rebelarnos contra nosotros mismos, y estamos dispuestos a perseguir la verdad, a buscar vivir con verdadera semejanza humana y salvarnos. Esto cumple con las palabras del Señor: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad’ (Juan 16:12-13)”. Entonces, Li Hao dijo: “Entiendo, no nos hemos despojado del pecado solo con creer en el Señor, y aún no somos dignos de entrar en el reino de los cielos. Aún necesitamos aceptar el juicio y salvación de Dios para purificarnos”. Le contesté: “Sí, para salvar a la humanidad, Dios realizó tres etapas de la obra en la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Como en la agricultura, donde uno debe arar, plantar y cosechar, el trabajo solo está completo tras las tres etapas y no se puede omitir ninguna. No es suficiente con ser redimido por el Señor Jesús. Solo al aceptar la obra de juicio en los últimos días pueden purificarse nuestras actitudes corruptas, lo que nos permitirá sobrevivir y entrar en el reino de Dios”. También le dimos testimonio de que las tres etapas de la obra las hizo el mismo Dios, cada una construyendo sobre la obra de la etapa anterior y profundizándola, y todas con el objetivo de salvar al hombre y guiarlo al reino de Dios. Li Hao entendió todo esto y dijo con emoción: “¿El Señor Jesús ha regresado para salvarnos? ¡Qué buena noticia!”.
Una noche, tres días después, fuimos a visitar a Li Hao una vez más. Pero nada más entrar, con cara de pánico, nos dijo: “Deben marcharse enseguida. ¡No puedo alojarlas aquí!”. Me quedé confundida y le pregunté qué pasaba. Me respondió nerviosa: “Me contagié de COVID; no he podido comer nada, tengo diarrea y me siento débil. Siento que no aguantaré mucho más. Deben marcharse de inmediato, no quiero contagiarlas”. Cuando vi lo delgada y frágil que estaba, Quise quedarme con ella y hablar sobre cómo afrontar esa situación, pero también me preocupaba que si me quedaba, podría contagiarme. Había muerto mucha gente de COVID recientemente y temía contagiarme si tenía un contacto cercano con ella. ¿Debía quedarme o irme? No podía decidirme. En silencio oré a Dios y recordé un pasaje de Sus palabras: “Dios lo creó todo, y por haberlo hecho, tiene soberanía sobre todas las cosas. Además de tener soberanía sobre todas las cosas, Él está en control de todo. ¿Qué significa esto, la idea de que ‘Dios está en control de todo’? ¿Cómo puede explicarse? ¿Cómo se aplica a la vida real? ¿Cómo se puede llegar a entender Su autoridad a partir del conocimiento de que ‘Dios tiene control sobre todo’? En esta expresión deberíamos ver que lo que Dios controla no es una parte de los planetas, ni de la creación, ni mucho menos una parte de la humanidad, sino todo: desde lo enorme a lo microscópico, desde lo visible a lo invisible, desde las estrellas en el cosmos a las cosas vivientes en la tierra, así como los microorganismos que no pueden verse a simple vista y los seres que existen de otras formas. Esta es la definición precisa del ‘todo’ en la frase ‘Dios tiene el control sobre todo’; es el ámbito de Su autoridad, el alcance de Su soberanía y gobierno” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III). Dios tiene dominio sobre todas las cosas, y esto incluye a las epidemias y los virus. Dado que Li Hao era una creyente verdadera y tenía un entendimiento puro y sin adulterar debía darle testimonio de las palabras de Dios mientras se enfrentaba al COVID. Las palabras de Dios son la verdad, el camino y la vida. Solo con Sus palabras encontramos un apoyo adecuado. Sin ellas, no sabría cómo afrontarlo y se sentiría perdida en los desastres. En cuanto a si me contagiaría o no, eso dependía de Dios. Incluso si me contagiaba, no moriría sin el permiso de Dios. Mi vida estaba en Sus manos, y aunque tuviera que contraer el COVID para permitir que la hermana aceptara el camino verdadero, me sometería. Le dije a Li Hao: “No te preocupes, Dios tiene soberanía sobre todas las cosas. Ahora, lo más importante para nosotras es confiar en Dios y leer Sus palabras. Nadie puede salvarnos aparte de Dios”. Hablé con ella sobre la autoridad de Dios y de que hasta la pandemia y los microorganismos están bajo Su dominio, y que Satanás no puede dañar nuestra vida sin el permiso de Dios. Dios dice: “Sin el permiso de Dios, le resulta difícil incluso tocar una gota de agua o un grano de arena sobre la tierra; ni siquiera es libre para mover a las hormigas sobre la tierra, y mucho menos a la humanidad creada por Dios” (La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único I). Tras escuchar mi enseñanza, nos invitó a entrar.
Seguimos compartiendo con ella, diciendo: “El Señor Jesús profetizó en la Biblia que, a Su llegada, se producirían grandes desastres. El Libro del Apocalipsis también profetiza que habrá grandes desastres en el fin del mundo. Ahora que los desastres son cada vez mayores, ¿qué intención tiene Dios?”. Li Hao respondió: “El apocalipsis se acerca y Dios va a destruir a la humanidad”. Pregunté: “¿La única razón de los desastres es destruir a la humanidad? Veamos lo que las palabras de Dios dicen acerca de esto. Dios dice: ‘Dios usa los acontecimientos actuales que ocurren en todo el mundo como oportunidades para hacer que los seres humanos sientan pánico, y los acicatea para que busquen a Dios de manera que puedan regresar para estar delante de Él. Así pues, Dios dice: “Esta es una de las formas en las que obro y, sin duda, es un acto de salvación para la humanidad, y lo que les extiendo sigue siendo un tipo de amor”’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 10). A partir de esto, vemos que Dios usa los desastres para hacer que las personas busquen el camino verdadero y mostrarles que Él ha llegado para que puedan despertar y apresurarse a recibir al Señor. Para los malhechores, los desastres son el castigo y la aniquilación, pero para los verdaderos creyentes, los que están dispuestos a buscar, son una advertencia y la salvación”. Li Hao respondió: “Entiendo: las personas solo buscan a Dios cuando se enfrentan a dificultades. ¡Las buenas intenciones de Dios se reflejan en todo esto!”. Dije: “Sí, pero cuando muchos del mundo religioso se enteraron del regreso del Señor, no se centraron en buscar; pensaron que incluso si llegaban grandes desastres, el Señor los protegería y sobrevivirían. Creen que, en el momento en que el Señor regrese, serán arrebatados directamente al reino de los cielos. Estas son sus nociones y figuraciones. Dios ha hecho la obra de juicio comenzando por la casa de Dios. ¿Puede realmente alguien recibir al Señor si solo espera en la iglesia? Es lo mismo que ocurrió cuando vino el Señor Jesús, muchos se quedaron en el templo y adoraron a Jehová; no fueron a escuchar los sermones del Señor Jesús. ¿Cómo podían, entonces, alcanzar el camino del arrepentimiento y la gracia del Señor? En aquel momento, el Señor Jesús no obraba en el templo. Daba los sermones a Sus seguidores en las cimas de las montañas y en el desierto. Salvo Pedro, Juan y unos pocos más que seguían al Señor en aquel momento, la mayoría de la gente en el templo seguía a los sumos sacerdotes y a los fariseos en su oposición y condena al Señor Jesús. Dios los abandonó y descartó; en última instancia, se enfrentaron a Su castigo y maldiciones. Ahora está ocurriendo lo mismo. Así como Dios Todopoderoso lleva a cabo Su obra de juicio en los últimos días, hay muchos en el mundo religioso que oyen las palabras de Dios Todopoderoso, pero no buscan ni reciben al Señor. Algunos incluso se esfuerzan en resistir y condenar a Dios Todopoderoso. Creen en Dios, pero no escuchan Su voz ni aceptan la verdad y, sin embargo, quieren ir al cielo. Deben estar soñando. Los desastres se vuelven cada vez más cataclísmicos, y si no nos arrepentimos a tiempo acabaremos siendo destruidos en ellos, como los no creyentes. La puerta de la gracia se cerrará pronto, pero Dios todavía nos da la oportunidad de arrepentirnos. A todos aquellos que reciben al Señor, aceptan la obra de Dios en los últimos días y limpian sus actitudes corruptas Dios los protegerá durante los desastres”. Después miramos vídeos de testimonios evangélicos que demostraban cómo hermanos y hermanas buscan y escuchan la voz de Dios y reciben al Señor. A pesar de estar muy débil y enferma, Li Hao estaba pegada a la pantalla, dispuesta a seguir investigando. Tras compartir con ella ese día, sentí que cualquier precio que tuviera que pagar por difundirle el evangelio valía la pena.
Unos días después, cuando llegó el momento de compartir de nuevo con Li Hao, Zhao Fei me dijo que Li Hao y su esposo estaban muy enfermos y estaban conectados a suero intravenoso, y que su esposo sabía que estábamos difundiendo la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y le había prohibido aceptarla. También salió a la calle y dijo a varios vecinos que les habíamos contagiado el COVID. Nada más oír eso, pensé: “¿Cómo pudo decir eso? No tengo COVID, así que ¿cómo se lo puedo haber contagiado? Li Hao estaba muy enferma, pero no me contagió, y ahora su esposo dice esto. ¡Vaya mentira más descarada y sin fundamento!”. También pensé: “Ahora que el esposo de Li Hao ha afirmado que les transmití el COVID, ¿me denunciarán a la policía los otros aldeanos y harán que me detengan si me ven? Ya me arrestaron anteriormente por difundir el evangelio, ¿será el PCCh indulgente conmigo si me arrestan de nuevo?”. Al considerar todo esto, no me sentí segura de difundir el evangelio a Li Hao y le dije a Zhao Fei que estudiaría la situación e iría cuando pudiera. Sin embargo, después de decirlo me sentí culpable y pensé: “Li Hao no ha leído mucho las palabras de Dios. ¿Qué pasará si la engañan y le hacen creer los rumores? Dado que aún no se ha recuperado, ahora más que nunca necesita enseñanza, apoyo, comer y beber las palabras de Dios. No está bien que no vaya, ¿pero cómo debería proceder?”. Luego, vi este pasaje de las palabras de Dios: “Al difundir el evangelio, a menudo nos toparemos con mofas, escarnios, burlas y difamaciones, e incluso podremos hallarnos en situaciones peligrosas. Por ejemplo, hay gente malvada que denuncia o rapta a algunos hermanos y hermanas, y otros son delatados a la policía y entregados al Gobierno. Algunos pueden ser arrestados y encarcelados, mientras que a otros hasta pueden matarlos a golpes. Todas estas cosas suceden. Pero ahora que sabemos esto, ¿deberíamos cambiar de actitud hacia la obra de difusión del evangelio? (No). La difusión del evangelio es responsabilidad y obligación de todos. En cualquier momento, independientemente de lo que oigamos o veamos o del tipo de tratamiento que recibamos, siempre debemos mantener esta responsabilidad de difundir el evangelio. Bajo ninguna circunstancia podemos renunciar a este deber por negatividad o debilidad. El deber de difundir el evangelio no es pan comido, sino que está lleno de peligros. Cuando difundáis el evangelio, no os enfrentaréis a ángeles, extraterrestres ni robots. Solo os enfrentaréis a la humanidad malvada y corrupta, a demonios vivientes, bestias; todos son humanos que sobreviven en este espacio maligno, este mundo malvado, que han sido hondamente corrompidos por Satanás y se oponen a Dios. Por lo tanto, durante la difusión del evangelio hay, ciertamente, todo tipo de peligros, por no hablar de mezquinas calumnias, burlas y malentendidos, que son moneda corriente. Si realmente consideras la difusión del evangelio una responsabilidad, una obligación y tu deber, podrás considerar correctamente estas cosas y hasta ocuparte correctamente de ellas. No renunciarás a tu responsabilidad y obligación ni te desviarás de tu intención original de difundir el evangelio y dar testimonio de Dios por ellas, y jamás dejarás de lado esta responsabilidad, pues es tu deber. ¿Cómo debe entenderse este deber? Es el valor y la obligación principal de la vida humana. Difundir la buena nueva de la obra de Dios en los últimos días y el evangelio de Su obra es el valor de la vida humana” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). Las palabras de Dios me hicieron darme cuenta de que el camino verdadero siempre ha sufrido persecución. Siempre habrá peligros y dificultades al divulgar el evangelio. Cuando los discípulos del Señor Jesús divulgaron Su evangelio, a algunos los apedrearon hasta la muerte y a otros los cortaron en pedazos con sierras; algunos fueron desmembrados por caballos, mientras que a otros los crucificaron. Sufrieron todo tipo de muertes horrendas, pero dieron testimonio de Dios y humillaron a Satanás. En los últimos días, Dios se ha vuelto a encarnar y ha venido entre los hombres para salvar a la humanidad, expresando la verdad para juzgar y purificar a las personas. Satanás no está contento de ver a todos seguir a Dios y salvarse, por eso se esfuerza en obstaculizar y perturbar la obra de Dios. No solo el gobierno, sino todo el mundo religioso intenta resistir la obra de Dios, e inventa todo tipo de rumores para difamarlo y condenarlo. Es más, nuestras familias y vecinos, influidos por las palabras endiabladas del régimen de Satanás, niegan y se resisten a Dios, se burlan y nos difaman, y algunos de ellos incluso nos denuncian y hacen que nos arresten. Todo esto es un gran obstáculo para la difusión del evangelio. Por ejemplo, el esposo de Li Hao, oyó los rumores que difundió el PCCh y no nos dejó divulgarle el evangelio. Preocupada por si me denunciaban y arrestaban, no me atreví a divulgarle el evangelio. Vi que me acobardé ante la dificultad y no tuve en cuenta las intenciones de Dios. Solo me preocupé de protegerme a mí misma, no mostré responsabilidad por la vida de Li Hao ni tomé en serio mi deber. ¿Acaso no había perdido mi función como ser creado? Divulgar el evangelio es mi obligación y mi misión. Vivir para dar testimonio del Creador es la búsqueda más significativa. No importa cuán difícil fuera, no podía abandonar mi deber. Tenía que confiar en Dios para encontrar una manera de que Li Hao leyera Sus palabras. Oré a Dios, le pedí que me guiara y me diera inteligencia y sabiduría para cumplir bien con mi deber. Después de orar, me di cuenta de que aunque no podía ir a casa de Li Hao, podía escribir las palabras de Dios y hacer que alguien se las llevara.
Un poco después, dije que quería ir a ver a Li Hao, pero Zhao Fei me dijo con pánico: “La situación del COVID es muy grave en este momento; cuatro personas de la familia de Li Hao han muerto una tras otra y su propia madre también ha fallecido. En estos momentos no quiere ver a nadie”. No sabía qué hacer en ese momento. No solo el esposo de Li Hao no quería que fuera a su casa, la propia Li Hao tampoco quería verme. ¿Qué se suponía que debía hacer? Además, con el COVID tan grave como estaba, temía que los aldeanos me denunciaran, así que desistí de la idea de ir. Unos días después, Me encontré con un testimonio vivencial en un artículo titulado “Mis días de predicación en el frente” que me impactó de manera muy profunda. No mucho después de que el hermano, autor del artículo, aceptara la obra de Dios en los últimos días, arriesgó su vida para ir a divulgar el evangelio en una aldea del frente de guerra. Pese a delatar cierta debilidad ante el peligro, el hermano confió en Dios para seguir divulgando el evangelio. A través de esa experiencia, fue testigo de la protección y las obras de Dios al llevar a tantas personas de vuelta ante Él. Me sentí humillada al comparar mi experiencia con la del hermano. A pesar de creer en Dios durante años y de haber comido y bebido tantas de Sus palabras, no fui capaz de cumplir bien con mi deber de divulgar el evangelio. Después de escuchar que el esposo de Li Hao había hablado de manera desagradable y me había prohibido ir a su casa, y al enterarme de que la propia Li Hao no quería verme, no estuve dispuesta a divulgarle el evangelio. Vi que mi fe era demasiado débil.
Me encontré otro pasaje de las palabras de Dios: “Entonces, ¿cómo se debe tratar a alguien que está investigando el camino verdadero? Mientras se ajuste a los principios de la casa de Dios para la difusión del evangelio, tenemos la obligación de predicárselo; e incluso si su actitud presente es pobre e inaceptable, debemos ejercer la paciencia. ¿Por cuánto tiempo y hasta qué punto debemos ser pacientes? Hasta que te rechacen y no te dejen entrar en su casa, hasta que no funcionen las charlas, ni llamarles, ni que otra persona vaya a invitarles y no te reconozcan. En este caso, no habrá manera de difundirles el evangelio. En ese momento habrás cumplido con tus responsabilidades. Eso es lo que significa cumplir con tu deber. Sin embargo, mientras exista algo de esperanza, debes buscar todas las maneras que se te ocurran y hacer todo lo posible para leerles las palabras de Dios y darles testimonio de Su obra. Digamos, por ejemplo, que has estado en contacto con alguien durante dos o tres años. Has tratado de difundir el evangelio y de dar testimonio de Dios ante ellos muchas veces, pero no tienen intención de aceptarlo. Sin embargo, su comprensión es bastante buena, y sin duda son un destinatario potencial del evangelio. ¿Qué debes hacer? En primer lugar, en absoluto debes renunciar a intentarlo, sino que debes mantener interacciones normales con ellos, y seguir leyéndoles las palabras de Dios y dando testimonio de Su obra. No te des por vencido con ellos; sé paciente hasta el final. Cualquier día inesperado, se despertarán y sentirán que es hora de investigar el camino verdadero. Por eso, practicar la paciencia y ser perseverante hasta el final es un aspecto muy importante de difundir el evangelio. ¿Y por qué hacer esto? Porque es el deber de un ser creado. Ya que estás en contacto con ellos, tienes la obligación y la responsabilidad de predicarles el evangelio de Dios. Muchos procesos tienen lugar desde que oyen por primera vez las palabras de Dios y el evangelio hasta que se transforman, y eso lleva tiempo. Este periodo requiere que seas paciente y esperes, hasta que llegue el día en que se transformen y los lleves ante Dios, de vuelta a Su casa. Esa es tu obligación” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes). A través de las palabras de Dios aprendí que siempre que alguien se ajuste a los principios para recibir el evangelio y pueda comprender la verdad, entonces, sin importar las dificultades que enfrente o la actitud que tenga hacia nosotros, no deberíamos abandonarlo a la ligera. Debemos hacer todo lo posible para divulgarle el evangelio con amor. Esa es la intención de Dios y es nuestra responsabilidad. Li Hao creía en Dios de veras, podía comprender la verdad y tenía una humanidad buena, todo lo cual la hacía una destinataria potencial del evangelio. Solo que debido a los obstáculos de su esposo, las muertes en su familia y los rumores difundidos por el PCCh se había vuelto débil de corazón. Tenía que hacer todo lo posible para compartir con ella y apoyarla. Pero no quise divulgarle el evangelio por miedo a que su esposo me denunciara. ¿Dónde estaba mi sentido de la responsabilidad? Pensé en las palabras de Dios: “Es muy simple ahora: mírame con tu corazón, y tu espíritu se fortalecerá inmediatamente. Tendrás una senda que practicar, y Yo guiaré todos tus pasos. Mi palabra te será revelada en todo momento y lugar. No importa dónde o cuándo, o cuán adverso sea el entorno, Yo te haré ver claramente y Mi corazón te será revelado si me miras con el tuyo; de esta forma, correrás por el camino que tienes por delante, y nunca te perderás” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 13). Las palabras de Dios me proporcionaron una senda de práctica. Debía orar y confiar en Dios en mi deber. Li Hao había estado muy enferma, pero aún así no me contagió el COVID. Y en cuanto a su esposo, ¿acaso no estaban también sus pensamientos en manos de Dios? Sin Su permiso, él no podría hacerme nada. Tenía que confiar en Dios para divulgar el evangelio a Li Hao y cumplir bien con mi responsabilidad. Al darme cuenta de esto, recuperé la fe y la fortaleza para llevar a cabo mi deber.
Para mi sorpresa, el esposo de Li Hao no dijo nada al vernos, y Li Hao nos recibió con alegría. Esto me hizo pensar en las palabras de Dios: “El corazón y el espíritu del hombre están en la mano de Dios; todo lo que hay en su vida es contemplado por los ojos de Dios. Independientemente de si crees esto o no, todas las cosas, vivas o muertas, se moverán, se transformarán, se renovarán y desaparecerán, de acuerdo con los pensamientos de Dios. Así es como Dios preside sobre todas las cosas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios es la fuente de la vida del hombre). La Biblia también dice: “El corazón del rey está en las manos de Jehová como los ríos de agua: Él lo dirige a donde sea que Él quiera” (Proverbios 21:1). ¡No podía estar más de acuerdo! Dios tiene soberanía sobre todas las cosas, y todo, ya sea vivo o muerto, está en Sus manos. Una vez que estuve dispuesta a cooperar, toda la situación cambió. Llena de felicidad, le pregunté: “¿Leíste las palabras de Dios que te copié?”. Ella contestó: “Sí. Pensé que no lo superaría. Pero entonces leí las palabras de Dios: ‘¡La palabra de Dios es medicina potente!’. ‘¡Dios Todopoderoso es un médico omnipotente!’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6). Esto me dio fe y fortaleza. Las palabras de Dios me salvaron”. Durante esa reunión, hablé sobre la batalla espiritual en el contexto de los rumores difundidos por el gran dragón rojo y el mundo religioso. La perturbación y persecución de Satanás siguen la obra de Dios a dondequiera que vaya. Cuando el Señor Jesús realizó Su obra, también se difundieron rumores sobre Él, lo condenaron y hasta lo crucificaron. La persecución que se ejerce sobre Dios mientras obra en los últimos días ha sido aún peor. Esto cumple la profecía del Señor Jesús: “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:25). Al regresar en los últimos días para expresar Sus palabras y llevar a cabo la obra de juicio, el Señor ha estado continuamente sujeto a la persecución del mundo religioso y del gobierno satánico del PCCh, pero Dios ejerce Su sabiduría en función de las argucias de Satanás, y usa la persecución de este al servicio de Su obra. Distinguió a los falsos creyentes de los verdaderos, poniéndolos en evidencia, y reveló a los cobardes y a aquellos que solo quieren comer hasta saciarse. Los que tienen una fe verdadera y aman sinceramente la verdad siguen de cerca a Dios Todopoderoso, comen y beben Sus palabras y persiguen la verdad; nunca abandonan el camino verdadero, sin importar la adversidad y las persecuciones que enfrenten, y al experimentar el juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de las palabras de Dios, finalmente se despojan de sus actitudes corruptas y son perfeccionados y ganados por Dios. El Apocalipsis los caracteriza como: “Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14). Los cobardes, temerosos y falsos creyentes son puestos en evidencia y descartados. Sin persecución y dificultades, sería imposible separar a los verdaderos creyentes de los falsos. Li Hao dijo: “¡Dios es sabio de verdad! No me di cuenta de que cuando el Señor regresara para realizar Su obra, separaría a cada uno según su clase de esta manera”.
Entonces leímos juntas algunos pasajes sobre la obra de juicio de Dios en los últimos días. Este fue uno de los pasajes: “Al realizar Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; desenmascara y poda a largo plazo. Todos estos métodos diferentes para desenmascarar y podar no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido acerca de Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de las intenciones de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad). Después de leer las palabras de Dios, le ofrecí más enseñanzas: “En los últimos días, Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades para hacer la obra de juicio. Ha explicado claramente el misterio del plan de gestión de Dios, la historia secreta de las tres etapas de la obra, el misterio de la encarnación, el significado del nombre de Dios, etc. También ha explicado con claridad cómo Satanás corrompe a las personas, cómo Dios salva a la humanidad, y de qué manera el hombre debe buscar para liberarse de las ataduras del pecado, ser salvo y entrar en el reino de los cielos. Dios Todopoderoso también dejó en evidencia la raíz de la pecaminosidad del hombre, los aspectos de su naturaleza que se oponen a Dios, el carácter corrupto del hombre y todos los venenos satánicos. Si Dios no hubiera venido a expresar la verdad, nunca habríamos llegado a conocer la raíz de nuestra corrupción. Nunca nos purificaríamos aunque practicáramos la fe en el mundo religioso durante toda la vida. La obra de juicio es la última etapa del plan de gestión de Dios, la obra final en la salvación de la humanidad por parte de Dios, así que aceptar el juicio de Dios de los últimos días es la única manera en que la humanidad puede alcanzar la purificación y la salvación y entrar en el reino de Dios. Los que no aceptan la verdad que Dios expresa en los últimos días e incluso se resisten y condenan la obra de Dios, incluidos aquellos que han creído en el Señor durante años pero aún viven en el pecado, y cuyas actitudes corruptas no se han limpiado y transformado no se salvarán y serán destruidos en los grandes desastres de los últimos días. La obra de gestión de Dios de seis mil años está llegando a su fin y se están desatando todo tipo de catástrofes. Los que no dan la bienvenida al Señor y no aceptan Su juicio y purificación en los últimos días no tendrán ninguna oportunidad de entrar en el reino de Dios. La puerta de la gracia está por cerrarse. Somos muy afortunadas de haber podido seguir el paso de la obra de Dios de los últimos días. Esta es la gracia de Dios”. Li Hao respondió con emoción: “Le doy gracias a Dios por no abandonarme y por actuar a través de ti para divulgarme el evangelio de los últimos días y poder recibir al Señor. Me siento bendecida por haber podido seguir el paso de la obra de Dios. ¡Debo leer Sus palabras con diligencia!”.
Al compartir el evangelio con Li Hao, vi la omnipotencia y soberanía de Dios, así como Su maravillosa protección. No contraje el COVID ni siquiera después de hablar cara a cara con ella durante dos horas. Esto me demostró aún más que todo está en manos de Dios ¡e incluso me dio más fe para divulgar el evangelio!